Cuando ya parecía que la Iglesia santiaguera había vivido a tope sus emociones, una noche singular estremecía con su cubanía la Catedral primada… Entre tanto, a golpe de latidos, los sueños de una coterránea se volvían realidad…
Una amiga querida –el tiempo y la distancia no afectan los afectos- que vive en Cuba y en la diáspora hace más de cuatro décadas (con ese sentir paradójico que tan bien entendemos los cubanos que por cuestiones del pensar vivimos nuestro ser disperso, pero no disuelto, entre las aguas), escribió sus memorias y realizó su sueño de imprimirlas en Cuba, allá en la cola del caimán antillano que tiene hijos de corazón viril y ardiente cubanidad. La “Colección Puente”, a fuerza de tesón, hizo posible la utopía regalándonos El vuelo de una mariposa.
Se desborda el simbolismo y vibra lo cubano. Ella, que es por antonomasia una “mujer pontífice”, porque vive tendiendo puentes sobre mar y tierra para unir a los que aman a su tierra, esta tierra que la vio nacer y lleva dentro, publicada por esa editorial también pontífice. Los extremos de la Isla que se aman y tocan, que se necesitan mutuamente para conservar la integridad de la nación.
Primer sueño realizado que cristalizó, con hermoso simbolismo, otro por ella largamente acariciado: regalarnos una Conferencia en la Cátedra Pérez Serantes.
Y la Cátedra acogió a María Cristina con la lección magistral de su vida hecha libro rebosando cariño y cubanísimo orgullo. A Mary, conferencista de múltiples cátedras, le llamaba a ésta el amor siempre vivo a esta tierra y a esta Iglesia, y al obispo inolvidado cuyo nombre lleva, pues los que un día militamos en la Acción Católica –y aún hoy nos sentimos militantes- a su lado aprendimos lo que era el compromiso laical.
Por los caminos del mundo, llevando siempre como emblema “la estrella y la Cruz”, marchó Mary un día dejando el corazón anclado en la bahía santiaguera, como verán los lectores desde las primeras páginas de su libro que es nuestro. Y en esta noche única su Iglesia –multicentenaria y naciente- le recordaba agradecida al rendirle homenaje presentando su libro.
Amigos dilectos acompañaban la fuerte presencia de su ausencia.
Mons. Meurice olvidó sus años dejando fluir sus sentimientos con verbo pujante. Palabras de cariño y VERDADES como templo hicieron vibrar al auditorio…
El P. José Conrado, amigo fraterno y un poco hijo que reclama paternidades de espíritu, leyó el prólogo que escribió para el texto.
Dagoberto, autor del epílogo, se hizo presente con unas palabras que envió para las primicias del lanzamiento del libro que Vitral dio a la luz.
Para que nada faltara en este día de citas con el pasado para proyectar futuros, día de encuentros y evocaciones, la diáspora cubana estuvo presente en la persona de un amigo cercano y hermano de sueños de María Cristina Herrera: Emilio Cueto, que nos regaló sus palabras, sus recuerdos y su música. Y que, mucho más allá de su arte, que es grande, nos abrió el corazón cubano que vive lejos de su tierra, de ese cubano criollo que vive “allá” con sus amores enterrados en la patria, soñando con sus palmeras y el azul de su cielo: como María Cristina.
Al terminar, mientras volaban entre las manos los libros de nuestra sin par “Mariposa”, y como completando la nota guajira y santiaguera, los participantes tomábamos un espumoso pru oriental acompañando pasteles al tiempo que compartíamos las emociones vividas.
-Horas después, entre susurros alados, me contó una mariposa que pernoctó aquesta noche en la trompeta del ángel que cuida la Catedral, que temprano en la mañana, con el lucero del alba, vio volar dos ruiseñores guiados por un sinsonte: llevaban una gran tela con invisibles colores y bordados de azucenas. Diz que supo por sus trinos que la llevaban al cerro que hay entre minas de cobre: era un obsequio a la Madre de todo el pueblo cubano. Estirando sus antenas revoló muy presurosa hasta leer entre claves lo que en pétalos y aromas el colibrí había grabado. Y me lo dijo al oído besándome con sus alas: en esa tela decía Paladar María Cristina.
Gracias doy al Señor de la Historia por este botón de futuro.