Estimado Monseñor José Siro González Bacallao
Queridos amigos de En Consulta
Mi primera palabra hoy es sencillamente, GRACIAS, gracias por estar aquí, por exigirnos cuando el boletín no ha salido en tiempo, por criticarnos cuando no están de acuerdo, por sugerirnos nuevas iniciativas, por elogiarnos y alentarnos. Quizás no valoren ustedes cuán importante y esencial es eso para nosotros, cuánto nos alimentamos de esas reacciones, digo más, ¡es vital para el equipo que trabaja en la confección del boletín! Queremos y aspiramos a que ustedes formen parte de este equipo y no cualquier parte, sino la fundamental. Formar parte, como bien saben ustedes, es estar unidos por un mismo fin, afectos y sentimientos y llega a la cúspide cuando se alcanza la comunión y solidaridad entre los protagonistas. No existiríamos sin ustedes, creo que lo saben bien, les agradecemos por darnos la posibilidad de servirlos discretamente, por eso una vez más, GRACIAS con mayúsculas, que el buen Dios que nos regala todo, les premie como Él solamente sabe hacerlo. Mi segunda palabra también es, de gratitud, a nuestro Pastor, el Obispo José Siro González Bacallao, que ha cuidado de su rebaño con amor infinito y bondad de alma y gran sabiduría, ha apoyado con firmeza, valentía y apertura de mente este tipo de evangelización, pues al mantener la fidelidad al Evangelio y a su Creador en su labor pastoral ha contribuido excelsa y eminentemente a que la Iglesia pinareña esté cercana y responda a las necesidades de su pueblo que sufre tanto hoy día. Agradecimiento también a la Iglesia, por responder a los problemas temporales con una palabra de aliento, de orientación, de cercanía y cobija para todos, sin exclusión de ningún tipo, con una palabra de esperanza cuando las fuerzas se acaban o parecen acabarse, esa Iglesia que hace posible que salga este pequeño servicio a la comunidad civil y religiosa.
Aunque sencillo, creemos en la fuerza de lo pequeño, que alcanza una grandeza imposible de asir y medir cuando provoca un bien a una persona. Créannos amigos, que nos gloriamos de pertenecer a esta Iglesia Diocesana que sufre con las penas y se alegra con las alegrías de su pueblo, que denuncia y propone soluciones a los males de este mundo, que afectan y lesionan la vida, la dignidad y los derechos naturales y fundamentales de sus hijos e hijas.
En Consulta cumple seis años de vida y no quiero dejar pasar la oportunidad para que en virtud de nuestra responsabilidad como Consejo de Redacción, mi tercera palabra sea, la de ofrecer disculpas por nuestras ineficiencias y errores, por no haber sabido hacerlo mejor y vencer las dificultades, que no han sido pocas, se los confieso, como: la falta de papel que ha impedido que estos tres números que le entregamos hoy, hayan llegado con anterioridad a sus manos, en otras ocasiones, la impuntualidad y el atraso en la escritura de los artículos y su diseño por parte de nosotros, unido sobre todo, a los impedimentos que hemos tenido en los últimos tiempos para hacerle llegar esta pequeña publicación a sus casas. Como bien saben la mayoría de ustedes, porque son suscriptores o amigos lectores, antes le hacíamos llegar cada número por correo postal y, lamentablemente desde diciembre del pasado año, los números de En Consulta enviados por esta vía, no llegaban a sus destinatarios, a pesar de haberse mandados sistemática y rigurosamente, por lo que nos hemos visto obligados a intentar cambiar nuestra forma de hacerles llegar el boletín, reiteramos nuestras disculpas por la molestias ocasionadas.
Estas dificultades nos dan fuerza para seguir adelante. Decía un amigo que el sello de Dios a cualquier obra pastoral o evangélica que pretenda ser fiel y esté inspirada en las enseñanzas de Cristo Jesús, no está impuesto si esa obra no conoce y vive el sufrimiento que el mal y la injusticia provocan; esa es la cruz que adquiere sentido cuando se asume con libertad, solo así se vence. Esa es la regla de oro para los cristianos, que nos da la certeza de que lo que estamos haciendo es bueno y está en sintonía con las enseñanzas del Maestro que asumió y entregó TODO por nosotros.
Antes de concluir quiero decirles que nuestro propósito y misión termina cuando el boletín llega a sus manos, por ello ponemos un alto celo en lograrlo, y sufrimos cuando fallamos o nos demoramos en nuestro empeño. A partir de ahí comienza el protagonismo de ustedes los lectores y amigos del boletín. Quiera Dios que nuestro trabajo sea fuente inspiradora para sus vidas, que sea motivo de alegría para ustedes. Pido a la Virgen de La Caridad del Cobre que nos ayude a seguir con este pequeño aporte a contribuir con nuestro pequeño esfuerzo al bienestar de nuestra sufrida Nación.
Que así sea