Un poema en mi regazo
Palabras
de Benigno Horta en la presentación
del Libro de María del Carmen Pino |
Si lograr el encanto de la poesía es un don, el poder escribir para los niños es un privilegio, aunque para ello no basta con llevar al papel un sinnúmero de imágenes a través de los distintos recursos estilísticos. Se necesitan además: mucho amor, sensibilidad artística y un estudio minucioso del grupo al que va dirigido la obra.
Las páginas del cuaderno Un poema en mi regazo con versos donde aflora la magia de lo cotidiano, llevan a los niños a descubrir esos pequeños detalles de la vida que aguardan a nuestro paso y que solo un toque de ternura lo hace revivir. El libro no hace gala de una armonía en el diseño, no obstante en él, la escritora María del Carmen Pino Martínez, ofrece una poesía donde se funden el divertimento y el ritmo, en un lenguaje sencillo, propio de la literatura pre-escolar, para educar e instruir a ese tesoro que siempre aguardará por un poema en su regazo.
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Bernigno Horta presentando el libro
de María del C. Pino. |
Tres pelícanos decimistas
Rafael Bernal Castellanos presenta el libro de Belisario Carlos Pi Lago |
Una de las formas poéticas más empleadas en esa literatura que, tanto en documentadas textos como en antologías orales, ha creado esta Antilla nuestra es esa estrofa que los especialistas llaman espinela y los demás décima.
Muchos estudiosos de páginas muertas han pretendido disminuir su significación como creación artística de alto vuelo limitándola a una expresión del folclor campesino con frecuencia relativa en ciertos núcleos urbanos, con lo que regatean su importancia y la desplazan hacia la oralidad soslayando los destacados y abundantes escritores que la han convertido en estrofa nacional.
Una significativa muestra de esos valores lo constituye Tres pelícanos de tela, libro notable no sólo porque haya sido premiado en el concurso VITRAL 2006 sino porque resulta una demostración de cuán enraizada está la décima en nuestra cultura e historia.
Escrito sin lugar a dudas luego de un arduo y sostenido proceso de investigación, elaboración y revisión, el resultado ha sido un conjunto de versos que resultan un laurel a cuya sombra esta viajera peninsular —epíteto con que la distinguiera el «Indio Naborí»— ofrece, con un tono profundamente coloquial donde la gracia más que el humor, la ironía más que la sátira encuentran acomodo, una visión que no por panorámica deja de ser puntual de nuestra confirmación nacional.
Precisamente este resulta uno de los valores del libro: por sus versos corre —no cabe otro verbo— la Historia de Cuba como pueblo no como Estado, pues su autor, Belisario Carlos Pi Lago, asume la nacionalidad como integración del hombre a un entorno geográfico, cultural y social que no puede ser ni negado ni otorgado por decreto alguno, a diferencia de la ciudadanía que resulta un compromiso personal con una legislación.
Desde esa identidad estos pelícanos vienen a entregarnos la épica de una nación que tal como la quiso Varela, a quien hoy honramos, Belisario la quiere isla tanto en lo político como en la naturaleza, de manera que el panorama ofrecido resulta un sincero y profundo canto de independencia.
Con el sentido rítmico de los viejos improvisadores que no necesitan medir un verso para saber que está ajustado y con la precisión del profesor que sabe que la comunicación es obra de la palabra cotidiana, estas décimas fluyen como una gran estrofa, honrando no sólo a quines anónimamente hicieron la gesta sino también a quienes, más desconocidos aún, la cantaron por guardarrayas y convites.
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Rafael A. Bernal, derecha,
presentando el libro de Belisario. |
La creatividad del autor ha sabido dotar a estas estrofas de dos conceptos aparentemente incompatibles: sus décimas no lo son únicamente por agrupar diez versos sino también porque cada una es fracción con valor propio en la gran imagen que integran, pues Tres pelícanos de tela es sin duda un libro que fracciona para comprender pero integra para lograr la visión necesaria de un proceso que nos ha llegado fragmentado y seleccionado de acuerdo con muy variados intereses; poéticas en su justa dimensión, cada verso es punto de partida para otra epopeya en el tiempo y la vida. Llenas de la memoria cantan lo que ha quedado en el recuerdo por genuinamente trascendente en un pueblo levantado por las manos de desclasados con la sensibilidad suficiente para unir las seis cuerdas de Espinel a los tambores de la esclavitud y ritmarlos con la sonora unión de dos maderos locales.
Toda obra literaria establece un vínculo sustancial entre su creador y el lector a través de una relación dialogante que permite la sincera discrepancia alrededor de cuestiones que quizás no se percibirían en la premura del quehacer cotidiano. Parece que Tres pelícanos de tela está llamado a crear un multitudinario diálogo entre su autor y todos los que se acerquen a estas páginas donde la historia más que asunto se hace protagonista y más que relación de sucesos se torna sentido de pertenencia.
Puede alguien discrepar de la inclusión o exclusión de un personaje o un dato, pueden otros pensar que la historia patria es algo muy trascendente para asumirlo con tanta brevedad, pueden, en fin, existir las más diversas opiniones acerca de la obra terminada; sin embargo resulta inevitable una reflexión que comienza cuando concluimos la lectura pues estos versos no son un resumen sino una llamada para que busquemos en nuestra formación nacional muchos datos que han querido que perdamos de la memoria.
En fin que listos ya para el disfrute de estas páginas, resulta oportuno recordar que abrimos una creación literaria con méritos suficientes para trascender, pero solo eso, buena literatura no un cuaderno de historia. Vale entonces concluir con una décima que Belisario —modesto como el tomeguín y consciente de las sobrecogedoras dimensiones del tema abordado— puede también suscribir, pertenece a Agustín Acosta un olvidado cubano que mereció ser distinguido como Poeta Nacional…
Musa patria: si has venido
complaciente a mi reclamo,
enflórate con el ramo
que me salva de tu olvido.
Nadie cantar ha podido
tu diáfana ejecutoria.
Perdóname si tu gloria
mis vagos versos quebrantan:
¡Los ruiseñores no cantan
en la jaula de la Historia…!
Donde aniden mis mareas:
Romerillo con olor a mares
Poesía, Manuel Alberto García Alonso
Presentado por José Raúl Fraguela
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“Esta es la fiesta del silencio”, anuncia el cantor, como si no supiéramos que solo aspira a decir, acompañado de su lira, todo cuanto le place o inquieta, cuanto hiere, activa o roza levemente su sensibilidad, despertando en ella acordes que llegan en mareas policromas a anidar en las nuestras.
No había oído hablar del poeta Manuel Alberto García Alonso, no he disfrutado de sus títulos anteriores —ya conocemos lo exiguo de las tiradas de la mayoría de nuestras editoriales—, mencionados por nuestra amiga Anisley en el prólogo que antecede a los versos del más reciente premio Vitral de poesía; por tanto, ofrezco a ustedes mis impresiones —solo eso son estas palabras— sobre el libro, sin influencias de otra fuente que no sea su propia poesía.
Estructurado en tres partes, cada una de las cuales podría funcionar de manera independiente, hay sin embargo, en especial entre la primera y la última, coincidencias ideotemáticas que confieren unidad al volumen pese a las diferencias formales que a simple vista ostenta en ambos el verso libre.
Bajo el título “Ocaso del romerillo” se agrupa el primer conjunto de textos, iniciado con chispazos, gotas de luz humildes como esa flor de nuestros campos, pero con su misma belleza: natural, insoslayable, sanadora. La noche y el día, el halago sutil a la mujer amada, la esperanza de una lluvia que hace pensar en nuevos florecimientos, asoman en estas corolas. Luego el poeta amplía su voz en una alabanza a la abuela “de ojos cordiales” que “voló de pronto en una fuga pura”; en la necesidad de automejoramiento cuando, de sombra y alud, quiere pasar a bálsamo para los suyos; y en el silencio, roto por el verso, vehículo de cuanto de otro modo se calla.
Vienen luego los “Sonetos de la desolación”, formalmente libérrimos —¿postmodernos quizás?—, con variaciones de rima y metro, donde el acento interno fluctúa de un verso a otro en la estrofa, útiles sin embargo para cantar al amor, decir la plegaria y lamentar la muerte.
Pero donde me encontré de veras con el poeta, donde hallo un orbe lírico afín en que sumergirme con comodidad y agrado, es en los versos de la última parte, cuyo título: “Donde aniden mis mareas”, coincide con el del cuaderno.
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José Raúl Fraguela, derecha, presentando
el libro
de Manuel Alberto. |
Hay un afán de búsqueda aquí, donde los amigos son fábulas y la “alegría es un verso punzante,/ o mejor, el esqueleto de un verso poco feliz,/ o peor, las esquirlas de un verso en que digo:/ aquí estoy, equivocado como un ángel, como un látigo, como una señal menos yerta”, y lo dice así, sin ambages, aunque su discurso lento no importe a nadie “porque no viene del César, sino del gladiador”, a quien, de cualquier manera, hace sentir libre como los elementos de la naturaleza el poder de la palabra —de su palabra.
Y vuelve entonces el silencio a ser pretexto para exponer los sueños, la soledad, para signar la vida que pasa inútilmente; para decir sin pretensiones de grandilocuencia, sino más bien, por momentos, con la incertidumbre sobre la validez del discurso propio de quien no se presume dueño de la verdad, pero tiene la certeza de que somos los únicos responsables de nuestro destino.
También el silencio amoroso, bajo el cual se esconde ¿por orgullo tal vez, habida cuenta de que insta a la destinataria de su mensaje a romperlo, a hablar?, para en otro recodo añadir “en las dos caras de mi corazón he sembrado flamas severas con tu aliento para que florezca una pregunta en cada voz del barrio —y esta también es una manera de encarar la vida para quien “tu luz (la del ser objeto de amor) es un río en que me baño a carcajadas.”
Medran nostalgia y melancolía en estas páginas, donde el lenguaje no se disfraza con artificios; melancolía de esa vida que “fluye pecho abajo, a media alma como la congoja”, nostalgia por lo dejado atrás, en los arpegios y las remembranzas, por la época en que “éramos tan jóvenes/ como el verso al escalar la montaña.”
Solo la lectura íntima de estas páginas les permitirá constatar la validez o no de mis valoraciones, por tanto, con la anuencia de Manuel para hacerle coro con estos versos que me parecen propios, que “vivo en una ínsula donde me asumo como hombre feliz,/ agradecido a pesar del paso de los años/ y las dentelladas de algunos amigos tristes”; antes de agradecerle estas mareas enriquecedoras del espíritu.
Palabras de Manuel Alberto García
Premio en Poesía
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Buenas noches, señoras y señores:
Quien esta noche comparece ante ustedes, se reconoce deudor de tantas zonas del corazón, que en su humildad y apego al silencio, apenas encuentra voz para dar las gracias.
En esta isla maravillosa que a todos nos acoge como patria, flor de patria y patria en flor, me atrevo a hacer profesión de fe: soy un patriota de la poesía, de la amistad, de la noche, del teatro; como Martí y Guillén, como Fina y Cintio, como Abel y Jesús, como Dulce María y Ernesto.
Creo en la necesidad de defender nuestra identidad, porque al reconocernos iguales entre nosotros y diferentes a los demás, estamos izando a cumbres de gloria nuestra capacidad de comunicarnos.
Reclamo, con esperanza y sencillez, que se reconozca que el mejor y más útil de los oficios del hombre es el de constructor de puentes, y ya que estamos en ello, propongo que construyamos uno entre los corazones de todos los cubanos y en el centro de este puente nuevo, elevemos el altar sublime y eterno del amor.
Mil gracias Vitral,
Gracias mil Pinar del Río, 18 de noviembre de 2006.
Mensaje del Sr. Osvaldo Antonio Ramírez de Fomento
S. Spíritus. Premio en Narrativa
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El entusiasmo por el viaje a Pinar del Río comenzó el mismo sábado que el jurado dio a conocer los resultados del Premio Vitral. Era las diez de la mañana, recuerdo bien, y la impaciencia me dominaba. Marqué el número del Obispado y una voz melodiosa y atenta de mujer dijo: “En este momento están deliberando, llame después de las dos”. Fiel a la disciplina que adquirí en un hogar donde convivían un abuelo masón, una abuela católica y un padre comunista… llamé antes de las dos.
Puede resultar un lugar común utilizar en la historia y en la vida de la humanidad sucesos que marquen un antes y un después. El nacimiento de Jesús, la Revolución Francesa. El año Cincuenta y Nueve, la caída del Muro de Berlín… pero no me queda alternativa que dividir mi carrera literaria en antes y después del Premio Vitral. La significación que reviste para ella es innegable por su transparencia, por la calidad del jurado, por la excelente posibilidad de enviar los trabajos vía e-mail, por la innegable calidad de los participantes, por innegable…
Razones familiares de última hora me impiden viajar a Pinar del Río, provincia que no conozco y esperaba abrazar por estos días.
Quiero hacer público el agradecimiento por las atenciones con las que he sido agasajado aún sin estar allí, la existencia de este evento, a los miembros del jurado que tuvieron la gentileza de seleccionar ¡Dios salve a Numancia!, a todos los que han tenido que ver con la publicación del libro a la revista Vitral del Centro de Formación Cívica y Religiosa. Agradecer a Dios por todo, por la vida y por la luz de existir junto a ustedes y pedirle que no me niegue la posibilidad de que próximamente podamos encontrarnos.
Muchas gracias.
Mensaje de la Sra. Nieves Fernández ganadora
de mención especial en Literatura Infantil 2006
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Hola Dagoberto:
Saludos.
Mi contrato termina el 8 de enero, pero es tan absorbente que no sé si llegaré hasta esa fecha, ando con mucho estrés, y repito, sinceramente nada me gustaría más en este momento que viajar allí, aunque sólo sea para conocerles, para conocer Cuba y de paso para desestresarme, por cierto, ¿qué tiempo hace en Pinar?
Me alegran vuestras noticias y agradezco vuestra generosidad, estoy deseando de ver el libro, ¿por qué será que aunque se publiquen muchos libros cada uno te hace una ilusión especial?, y éste, estaba escrito, debía viajar hasta allí con ustedes. Por favor el día 18, felicita al resto de los escritores de mi parte, les das mi enhorabuena y les dices que siento mucho no poder estar ahí acompañándoles, son las bondades de la literatura, siempre apetece conocer a compañeros de pluma unidos en este caso por iniciativa de VITRAL.
Espero comunicar una fecha lo antes posible. Saludos para todos. Y gracias por todo.
Un abrazo,
Nieves