1. El contenido de unas relaciones encarnadas y proféticas para Cuba
En Cuba, en los tiempos de cambios que se están produciendo y que vendrán inexorablemente, en la sociedad y dentro de la Iglesia, todo ministro de Cristo debe pronunciar, desde su más profunda y definitoria espiritualidad sacerdotal, aquellas frases de Cristo en Gethsemaní: “Padre que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino Tu Voluntad”.
En efecto, si en cualquier tiempo ser ministro ordenado es SER UN SERVIDOR: “No he venido a ser servido sino a servir”, en Cuba, este servicio se vive en medio de un sistema político cuyo perfil característico se puede resumir en estos rasgos:
-relaciones autoritarias.
-falta de libertad y responsabilidad.
-falta de participación.
Lo contrario de estas tres características de vida es la “vida-en-relación”. Entonces el servidor del Evangelio, es decir, quien debe servir Una Buena Noticia que sea una gran alegría para todo el pueblo, debe preguntarse cotidianamente en la contemplación del Jesús Servidor, ¿Qué significa en mi vida sacerdotal anunciar con mi forma de relacionarme con los demás, ser profeta de “algo distinto” de lo que hay?
El Evangelio es una forma de vida diferente al mundo, desde el corazón del mundo, para la transformación del mundo. Esa forma de vida diferente es Cristo Jesús, que es, por excelencia, el “Dios y hombre-en-relación”. Dios con nosotros, el Emmanuel, es Dios que se encarna para entrar en la más íntima relación con la humanidad, haciéndose uno de nosotros en todo, menos en el pecado. Es lo máximo de la relación interpersonal. No es desde arriba para servir a los de abajo. Es vivir con los de abajo para elevar su vida, crecer en humanidad.
Entonces, podríamos establecer estas antípodas de vida:
Ante el autoritarismo… el sacerdote debe crear… relaciones de SERVICIO no de MANDO.
Ante la falta de libertad… el sacerdote debe crear… espacios de INICIATIVAS no BARRERAS.
Ante la falta de responsabilidad… debe crear… relaciones de CORRESPONSABILIDAD.
Ante la falta de participación-anomia... debe crear… incentivos y estructuras de PARTICIPACIÓN.
Un serio y sosegado examen de conciencia sobre estos cuatro puntos podría servirnos, quizás, para evaluar nuestras relaciones con los diáconos, religiosas y laicos. Para hacerlo de verdad hacen falta, por lo menos: mucha TRANSPARENCIA con nosotros mismos y muchas menos JUSTIFICACIONES para enmascarar, casi siempre sin conciencia clara, actitudes demasiado parecidas a las de nuestra sociedad y sistema político en el que la mayoría de nosotros nos hemos formado y reformado.
No se pueden establecer relaciones de colaboración, pastoral de conjunto, en una Iglesia evangelizadora, orante, encarnada, participativa y corresponsable, unida en la diversidad… si el MODO en que lo intentamos hacer es intrínsecamente contradictorio e incoherente con el MODO DE VIDA de Cristo-Ministro.
2. El modo de las relaciones sacerdotales en Cuba según Cristo
El sacerdote de Cristo es siempre y en todo lugar un “alter Cristus”, lo que significa, según rezamos en una de las Plegarias Eucarísticas, ser al mismo tiempo y para nuestro pueblo: “sacerdote, víctima y altar”.
Las circunstancias de tiempo y de lugar sólo hacen precisar, perfilar, dar figura, signo y significado a cada una de estas actitudes o modos de vida.
Ser SACERDOTE: es decir, ser el “oferente”, el “mediador”, el “canal”, el “intercesor”, el “facilitador”. Entre Dios y su pueblo, lo que en el código del cristianismo significa entre los hombres y mujeres de su pueblo, porque como dice en Mateo 25: “lo que hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños a Mí me lo hicieron”.
Luego ya podemos decir, trasvasado a un “lenguaje” común que el MODO sacerdotal de relacionarnos con los diáconos, religiosas, y laicos es mediando entre ellos y no poniéndonos de parte de una “parte de ellos”. O lo que equivale a decir, el capillismo, los grupitos de sacristía o lo que es peor, “dejarnos poner”, sin darnos cuenta, del lado de los que piensan de una manera o de otra. Si un sacerdote no puede escuchar a todos porque eso no le gusta a alguien, se pone inmediatamente de esa parte y deja de ser “intercesor”, “mediador” para convertir su ministerio en “domador”, en “tranquilizador”, en “mediatizador”. Que no es lo mismo ni se escribe igual.
Ser VÍCTIMA con su pueblo no es hacerse el víctima o tener una actitud permeada de victimismo. Eso no anima a su pueblo sino que lo decae y derrumba. Ser víctima al estilo, al modo de Cristo, es estar disponible para dar la cara y sufrir CON el pueblo, POR el pueblo, EN medio del pueblo. No buscando el martirio que eso no es cristiano, sino masoquismo o estoicismo. Sino viviendo del lado de la coherencia y el riesgo que viene inseparablemente unido a la vida según Cristo: que es la Vida en la Verdad, la Libertad y la Caridad. Eso tiene su precio, su costo. Quien vive bien y sin mayores problemas debe revisar sus relaciones y su coherencia interior. De lo contrario Cristo era un “busca pleitos”. Sólo así, relacionándonos con religiosos y laicos y con todo nuestro pueblo en solidaridad consecuente “hasta el final”, podremos elevar la hostia y el cáliz en cada Misa, con conciencia tranquila aunque con el pellejo arañando o arrancado, ardiendo en carne viva, y podremos pronunciar sin hipocresía el Por Cristo, Con Él y en Él, que en esto del sacerdocio de la nueva Alianza significa, me ofrezco para sufrir con mi pueblo, POR Cristo Verdad, Libertad, Justicia y Amor; me ofrezco CON Cristo Sacerdote y Víctima sin dobleces; me ofrezco EN Él que está presente, vivo y sufriente en cada cubano y cubana que sufre, es marginado, es perseguido es encarcelado y es ejecutado como lo fue mi Maestro en la vida sacerdotal.
Ser ALTAR es la forma de relacionarnos que requiere más humildad, menos aparataje y menos heroicidad visible. Ser mediador tiene su protagonismo y ser mártir-víctima tiene su heroísmo… pero ser altar en mis relaciones con los demás es lo más difícil de vivir porque no tiene compensaciones ni sicológicas, ni sociales, con mucha menor visibilidad. Que nuestras relaciones con los diáconos, religiosas, laicos y pueblo en general sean al modo de Cristo-Altar, es lo que le escuché mucho a un sacerdote amigo: dejar “que te utilicen de frazada de piso.” Ese cura llegó ya a Obispo.
Relaciones al modo de altar significa lo mismo que al modo de PUENTE de pontífice. El puente sólo sirve para que la gente le pase por arriba, lo patee, lo apisone, pero sin puente no hay PASO como sin altar no hay PASCUA. Sin sacerdotes-altar-pontífices no habrá paso para ningún cambio, ni Pascua de Liberación verdadera, porque si los ministros servidores de Cristo no sirven para que les pasen por encima con tal que sea camino a la liberación interior y exterior de su pueblo, será él quien camine por encima de los cuerpos desgarrados y postrados de la gente de su pueblo camino hacia el absurdo o el poder.
Quizás estas preguntas nos suenen duras, me atrevo a sugerirlas.
¿Somos los presbíteros que trabajamos EN Cuba, hombres de relaciones como Cristo-sacerdote-intercesor-voz de su pueblo, oferente de los sufrimientos de su pueblo, facilitador de la liberación de su pueblo?
¿Somos los sacerdotes de Cristo que trabajamos POR Cuba, hombres de relaciones como Cristo-Víctima propiciatoria para la redención-liberación de las injusticias de su pueblo, al estilo del Buen Pastor que nos dijo en el Evangelio de San Juan, capitulo 10 versículo 18: “Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente”, o por el contrario, me cuido la vida para no buscarnos problemas, me aseguro de por vida reduciendo mis relaciones sacerdotales a las que caen bien a unos y a otros y acomodándome en mi torre de marfil detrás de un intocable espiritualismo que me resguarda contra los conflictos con cualquier autoridad. El que no ha experimentado el conflicto en la vida o está muerto o se hace el muerto. Nadie busca el conflicto, aún sin buscarlo la vida lo trae en su mismo seno, porque el pecado entró en nuestra historia y las fuerzas de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz. O Jesús fue un conflictivo o es inherente a la dinámica del cristianismo la relación entre la cruz y la resurrección.
¿Somos los sacerdotes de Cristo que trabajamos CON los cubanos y cubanas, hombres de relaciones-altar, es decir, soporte para el que se ofrece, piedra de sacrificio con sentido vertical, ara de fraternidad con sentido horizontal y solidario, piedra angular para los que construyen el Reino o piedra resbaladiza para el que se arriesga y no tiene asideros?
Ahora puedo, después de estos ripios de reflexión bíblico-teológica pasar con paz a ese perfil del sacerdote según este Plan Global. En realidad nuestro único “Plan”, ya lo sabemos, es SER COMO CRISTO, SACERDOTE, VÍCTIMA Y ALTAR, pero en cada tiempo y en cada Iglesia particular la previsión pastoral aconseja, como el ENEC, Planificar una Pastoral de Conjunto.
3. El cómo según el Plan Global
de Pastoral 2006-2011
En este sentido deseo destacar sólo varios aspectos de nuestro Plan Global de Pastoral que me parece que ayudarían a esta reflexión.
Comenzando por el Objetivo general:
Potenciar la misión y el discipulado desde comunidades que centran sus vidas en Jesucristo, se renuevan y profundizan en una auténtica espiritualidad que genera vida abundante, para colaborar en la transformación de nuestra realidad y posibilitar una nueva esperanza.
Son los laicos los primeros protagonistas que están llevando a cabo y llevarán a grados mayores esa “transformación de nuestra realidad”. Alimentar esa espiritualidad y no una pietista o evasiva, es nuestro deber como sacerdotes. Y la mejor manera “de posibilitar la esperanza” es con nuestro acompañamiento afectivo y efectivo a los laicos y laicas, religiosos y religiosos y diáconos que se comprometen en esa misión aún arriesgando algo de sus vidas o sus vidas mismas.
3.1. Primer reto: espiritualidad cristiana
Promover una espiritualidad centrada en el encuentro con Jesucristo,
Objetivo específico:
Que ilumine la vida en todas sus dimensiones y posibilite un estilo de vida comprometido, generador de esperanza y coherente con nuestra identidad cristiana.
En cuanto a este Primer Reto de nuestro Plan Global, destaco el “para qué” de esa espiritualidad:
a- Para iluminar todas las dimensiones de la vida, de modo, que no puede ser una serie de ejercicios piadosos o “consumos intraeclesiales”, sino “viático” para el camino, para el desierto en que se encarnan y actúan los laicos y religiosas.
b. Para posibilitar un estilo de vida comprometida, pero comprometido con Cristo, con su iglesia y con Cuba. Nuestra manera de acompañar debe llevar a ese compromiso.
c. Para ser “generador de esperanza y coherente con nuestra identidad cristiana.” Esperanza y coherencia no siempre van juntas, sobre todo cuando las esperanzas se basan sobre relativismos morales que nos acomodan “a la situación” de tal forma que perdemos los rasgos más precisos de nuestra identidad cristiana.
Quisiera destacar dos líneas de acción:
Línea de acción 2: (comunidades vivas y dinámicas)
Cultivar en nuestras comunidades una espiritualidad misionera y mariana de acogida, diálogo y reconciliación que refuerce el sentido de pertenencia, comunión y participación eclesial.
Línea de acción 3: (promoción humana)
Inspirar y acompañar a las comunidades para que vivan la dimensión social de la fe como elemento esencial de la espiritualidad cristiana mediante la misericordia evangélica en el compromiso con los pobres, los que sufren y los necesitados.
3.2. Segundo reto: identidad laical
Objetivo específico:
Promover, principalmente desde la juventud y la familia, un laicado consciente de su vocación y de su misión en la vida de la Iglesia y en el mundo para que participe en la edificación de la realidad eclesial y social
Destaco el verbo “promover” porque creo que es una forma de relacionarnos con religiosas y laicos promoviendo un “laicado consciente”. Esta labor de hacer conciencia es difícil y además ingrata. Y es considerada en nuestras circunstancias como una labor “peligrosa”: es despertar la conciencia crítica y acompañar al que abrió los ojos.
Aquí me gustaría destacar también dos líneas de acción y alguno de los medios que, me parece, pueden contribuir a que nuestra relación con religiosas y laicos sea coherente con su vocación y la nuestra:
Línea de acción 4.a: (formación)
Impulsar la formación específica del laico que comienza en la familia continúa en la catequesis o el catecumenado y se extiende al resto de la vida
Medios
4.a.2 Preparando laicos en los campos de la filosofía, la antropología, la política, la economía, la cultura, y la teología de acuerdo a sensibilidades y vocaciones específicas.
Línea de acción 6: (promoción humana)
Ayudar a todos los laicos, especialmente a los jóvenes, a vivir su vocación de discípulo y misionero de Jesucristo en el mundo que genere una presencia cristiana comprometida en los diferentes ambientes.
Medios
6.3 Propiciando un laicado que anime programas de pastoral social promotores de la dignidad humana, especialmente con los más necesitados.
6.6 Fomentando la sociedad civil, la conciencia ciudadana y el amor a la patria
6.8 Propiciando el acompañamiento sistemático de los laicos comprometidos en los ambientes eclesiales y sociales
6.9 Promoviendo el estudio y la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia.
3.3. Tercer reto: misión evangelizadora
Objetivo específico:
Fortalecer el espíritu misionero en personas y comunidades para anunciar a Jesucristo y comprometerse en la edificación de su Reino con renovado ardor, creatividad y audacia.
Comprometernos en la edificación del Reino es más, creo yo, que organizar visitas y más visitas a nuestros barrios y campos, invitando a la fiesta patronal o con ocasión de una Virgen o una cruz peregrina. Eso es más de lo que hacía la Iglesia antes del ENEC, pero no hemos pasado a una evangelización de los ambientes, de la cultura, del mundo del trabajo, de la educación, de la economía, de la política, Esto es edificar el Reino. Lo otro pudiera llegar a ser, si no hacemos esto, un bien intencionado proselitismo religioso que busca que la gente “venga” y nos llene las Iglesias.
Además decir que edifiquemos el Reino aquí en Cuba ahora, con ardor, creatividad y audacia, me parece que desborda nuestros inmovilismos y miedos. ¿Será letra muerta en un nuevo documento para la historia este Plan o nos dispondremos a ir poniendo piedritas en el edificio del Reino con esa serena audacia creativa que da el ardor que sentimos en nuestro corazón cuando de verdad escuchamos a Jesús explicarnos las escrituras y partir el pan para nosotros como en Emaús?
Aquí también dejo mucho y bueno y destaco una línea y dos medios:
Línea de acción 9: (promoción humana)
Ayudar a descubrir que el anuncio del Evangelio lleva en sí una fuerza humanizadora que motiva, acompaña y sostiene toda acción social que realiza la comunidad.
Medios
9.5 Acompañando a los laicos para que sean sembradores de esperanza en los diferentes ambientes de trabajo y en el mundo del arte de la educación y del deporte.
Evidentemente, como ustedes podrán darse cuenta, ha quedado mucho del Plan, mucho de sus líneas y medios. Todo es bueno y puede usarse, pero he pensado en el tema que me pidieron y se me ocurrió destacar estas pocas líneas y medios, sabiendo que otro de ustedes puede encontrar otras muchas que, a su forma de ver, sean indispensables. Pues bien, ese es el caso, que nos pongamos a reflexionar cómo y cuándo vamos a ir haciendo realidad este plan. Yo he escogido algunos primeros pasos. Otros podrán escoger otros. Pero fíjense que el criterio de selección ha sido el tema propuesto”Nuestra relación con diáconos, religiosas y laicos”. Un sacerdote que priorice en su trabajo pastoral estas líneas y retos se irá perfilando, creo yo, como un pastor encarnado, participativo, corresponsable, entregado y respetuoso de la diversidad.
Creo que “los signos de los tiempos”, como en el Evangelio, nos están indicando cambios importantes en el clima de Cuba, en su marea eclesial y en los vientos socioeconómicos y políticos.
Quiera Dios que los sacerdotes de Cristo puedan interpretar corresponsablemente con los diáconos, religiosas y laicos, así como con todo hombre y mujer de buena voluntad, esos signos a tiempo, para poder navegar «mar adentro» y llevar a la Barca de Pedro hasta el puerto sereno de una islita del Caribe de la que su primer «descubridor» dijo que era la más hermosa que ojos humanos vieron. No para encallar aquí, sino para invitar a muchos cubanos y cubanas a compartir con nosotros la imprevisible pero exultante travesía de la construcción del Reino de Justicia y de Paz que Cristo comenzó y que debemos llevar con Él hasta la plenitud.
Que la Virgen de la Caridad, madre de los sacerdotes, y el Padre Félix Varela, nuestro más insigne modelo de Amor a Cristo y a Cuba, nos acompañen con su intercesión en este hermoso camino.
Amén.