P: En el discurso que pronunció al dejar la Presidencia usted famosamente declaró que, “Me gustaría solamente pedir por una cosa: si el tiempo todavía no ha extinguido el enfado o resentimiento en alguien, que sean éstos dirigidos primeramente a mí”. En otras palabras, usted aceptó la responsabilidad por los eventos del 13 de diciembre de 1981: la declaración de la Ley Marcial en Polonia. ¿Qué significa asumir la responsabilidad por este tipo de incidente?
Wojciech Jaruzelski (WJ): Voy a tratar esta pregunta más ampliamente porque, como un ciudadano de este país que apoyó al régimen existente, siento responsabilidad moral por todo lo que pasó en Polonia, bueno o malo, durante el tiempo en que cumplí una serie de funciones, como una vez dije, desde teniente en 1945 después de haber terminado la Guerra, hasta General del Ejército y Presidente de la República.
Por supuesto hay diferentes tipos de responsabilidad, pero me estoy refiriendo a la dimensión moral. No nos amparamos o negamos aquel período histórico en que yo viví, en el que millones de polacos vivieron, y pienso que una honesta evaluación moral de ese período es absolutamente necesaria. El 13 de diciembre, cuando servía como jefe de Estado, requería atención especial. Responsabilidad implica algo más amplio y profundo que en tiempos pasados. Y si dicen, y aquí uso aquellas palabras que usted citó, “enfado y resentimiento no han sido extinguidos” etc. – lo cual entiendo – entonces yo lo veo de la siguiente manera: declarar La Ley Marcial, como muchas veces la he llamado era, por un lado, la salvación de una insondable catástrofe, pero por otro era, un desastre en sí mismo. Este es el significado de la frase “el menor de los males”. Un mal mayor hubiese sido el llevar al país hasta el borde de la destrucción que lo amenazaba.
También malo, pero en un grado mucho menor con relación a esto, fue lo que ocurrió como resultado de declarar, la Ley Marcial. Los diferentes tipos de daños que fueron infligidos a la gente, las muchas indignidades, varias idioteces, errores, y así por el estilo... muchas de éstas, ni siquiera las supe o influí debido a mi posición. Pero sí me siento moralmente responsable por ellas y me dirijo específicamente a las personas todavía adoloridas por esos eventos con arrepentimiento por lo que les sucedió a ellos, pero eso no cambia mi evaluación general de que declarar la Ley Marcial fue apropiado y necesario, aunque desafortunado y triste.
P: Si no obstante la Ley Marcial fue una forma de salvación o un escoger “el menor de los males” y lo caracterizamos como una elección necesaria, como usted acaba de hacer, entonces ¿cuál es la importancia de asumir responsabilidad por eso? Si algo era necesario tenía que ser de esa manera, no había ninguna otra opción. ¿Entonces para qué asumir esa responsabilidad moral?
WJ: No, a lo que usted se refiere son dos diferentes dimensiones no relacionadas del asunto. Como usted sabe, hay casos donde alguien, vamos a asumir, se está defendiendo de un atacante... este es el ejemplo que viene a mi mente en este momento. Alguien está siendo asaltado en la calle y yo salgo en defensa de esta persona, y puede ser que yo vaya más lejos de lo necesario para defenderla. Le rompo el brazo y la pierna al asaltante y todavía le inflijo un daño más serio aunque todo lo que él quería era robarse algún dinero. Su actuación no era muy peligrosa pero yo, defendiendo a la víctima a sabiendas o no, causo un daño mayor. Este ejemplo no es el más afortunado pero exactamente así es como las cosas pueden salir en la vida, que uno tiene buenas intenciones, que uno trata de salvar a alguien de un gran peligro pero mientras lo hacemos causamos un daño diferente aunque menor.
P: ¿Siente usted una forma similar de responsabilidad moral por las negociaciones de la Mesa Redonda y los eventos que siguieron en 1989 / 90?
WJ: Usted ve, si la Ley Marcial era lo que yo llamé “el menor de los males” entonces las negociaciones de la Mesa Redonda son “el mayor bien”. Lo que no quiere decir que como consecuencia – además de todas esas cosas positivas que prevalecen, que son su efecto, y hasta el día de hoy sirven a Polonia en su nuevo camino, en su nuevo régimen – no salieron a relucir ciertas consecuencias negativas que son sufridas por muchas personas: ha incrementado la pobreza, la distancia entre los que están mejor y los que están peor está constantemente aumentando, y la política se ha convertido en una amarga batalla sin ningún propósito en particular. Pero todos estos son daños menores comparados con aquello que es el mayor bien de las negociaciones de la Mesa Redonda y sus consecuencias.
P: ¿Tuvo el menor mal de la Ley Marcial algún efecto sobre el mayor bien de la Mesa Redonda? ¿Hay algún efecto de causa entre ellas?
WJ: Hay una relación, que yo la caracterizaría así: sin la Ley Marcial no hubiese habido una Mesa Redonda.
P: ¿Por qué es eso?
WJ: Porque sin Ley Marcial entonces hubieran ocurrido en Polonia, más que en Polonia, en Europa, tales eventos, tales disturbios causados por la intervención soviética... Con todo lo que estaba pasando en Polonia en esos momentos, una creciente crisis económica, conflictos internos, guerra civil, cualquier cosa era posible. Esto hubiera hecho posible los cambios democráticos que implementamos ocho o nueve años más tarde, durante muchos años por venir. Acabo de retornar ayer de otra gran conferencia. Allí me encontré con muchos antiguos Presidentes, Primeros Ministros, Ministros, intelectuales etc., entre ellos Gorbachov, ésta se llamaba Foro de Política Mundial y se llevo a cabo en Turín. Entre otros tópicos discutimos el aniversario número 20 de la Perestroika. Fue en marzo hace 20 años. Allí hice una amplia presentación,que fue muy bien recibida, y hablé precisamente de cómo con el advenimiento de Gorbachov, ciertos procesos que hacía tiempo venían madurando finalmente tuvieron una oportunidad para realizarse. De hecho, Gorbachov a menudo decía que Polonia era una especie de laboratorio para la Perestroika, así que no obstante lo paradójico que pueda sonar, la Ley Marcial era crucial. Porque si no hubiera habido una Ley Marcial entonces Gorbachov no hubiese subido al poder cuando lo hizo, y en vez de eso algún intransigente hubiera tomado las riendas.
No sé si usted sabe esto, si está conciente de esto, pero Gorbachov subió al poder cuando Solidaridad estaba en su nivel más bajo de respaldo. No es el caso de que Solidaridad o sus consecuencias, hicieran surgir a Gorbachov o hicieran surgir a la Perestroika. No, la Perestroika nació de una necesidad interna soviética causada por circunstancias internacionales, entre otras Reagan, la carrera armamentista, y Star Wars. La Unión Soviética sencillamente no podía sobrevivir a esto. Solidaridad no causó esto. Yo hasta lo lamento porque entonces, como polaco, yo podía estar orgulloso de que debido a Polonia Gorbachov subió al poder. Pero no, no. Gorbachov subió al poder exactamente cuando Solidaridad casi dejó de existir. Así es que hay esta relación, esta causalidad, nos guste o no, porque Europa y el mundo se verían muy diferentes hoy día si no hubiésemos salvado a Polonia de todas las cosas que la amenazaban en aquel momento.
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Varsovia, 4 de julio de 1989, sesión del nuevo Senado.
De izquierda a derecha: Wojciech Jaruzelski, Lech Walesa,
Bronislaw Geremek. Foto: Slawomir Sierzputowski. |
P: ¿Entonces usted cree que soberanía y estabilidad social, precisamente esas cosas que usted alega haber estado tratando de proteger declarando la Ley Marcial, son necesarias para lograr el tipo de transformación que las negociaciones de la Mesa Redonda comenzaron?
WJ: Cada país tiene sus propias condiciones y circunstancias especiales. Sé que usted está buscando encontrar una analogía, una lección sobre el camino que nosotros hemos transitado que pudiera ser aplicada a otras sociedades, a otros países. Esto no me parece una tarea sencilla, porque cada país tiene su propia historia, sus propias condiciones, su propia mentalidad y así por el estilo.
Hoy día todos esos países que todavía no han llegado a la democracia, por así decirlo, se encuentran en una situación completamente diferente, primero que nada internacionalmente. Nosotros estábamos bajo una enorme presión y amenaza de intervención para retenernos en el Bloque. Hoy, sin embargo, cada uno de esos países que no son democráticos, actúan independientemente. No tienen esa misma presión y si ésta existe es únicamente presión para convertirse en democracia. Cuba, por supuesto, está sujeta a sanciones americanas, pero ellos no están amenazados con intervención armada mientras que nosotros sí. Así es que yo creo que están en una mejor situación que la que estábamos nosotros porque pueden soberanamente, de acuerdo a su propia habilidad, efectuar cambios cuando maduren hacia eso.
P: Volviendo al caso de Polonia, ¿cuál era su meta al declarar la Ley Marcial? ¿Tenía usted una visión a largo plazo de los cambios que ésta podía lograr o permitir?
WJ: La Ley Marcial estuvo precedida de grandes crisis, mayormente económicas, a finales de los años 70. Cuando Solidaridad irrumpió en la escena, aún cuando era algo desconocido para nosotros, peligroso dado su carácter y espontaneidad, todos estábamos – el Gobierno y Solidaridad – de acuerdo en que eran necesarias reformas drásticas, principalmente económicas. Fue establecida una comisión especial, encargada de la reforma, compuesta por grandes autoridades en sus campos, quienes trabajaron, hasta cierto grado, con Solidaridad. Fue preparado un programa de reformas y luego de la declaración de la Ley Marcial este programa de reformas, con ciertas limitaciones resultantes de la naturaleza de dicha Ley Marcial, fue promulgado. También fueron hechos ciertos cambios en la esfera socio-política, una vez más dentro de los límites del sistema y el régimen. En una sola palabra, aún antes de la Ley Marcial existía la conciencia de la necesidad de cambios y como resultado de eso ciertas reformas fueron aplicadas en Polonia. Por eso al declarar la Ley Marcial, estábamos metiéndonos en eso con esta carga, esta experiencia y conciencia de que teníamos que continuar reformándonos. La Ley Marcial, por supuesto, no era la circunstancia ideal para este tipo de cambios abarcadores y, obviamente, trajo consigo un régimen particular. Pero, como mencioné anteriormente, estas reformas fueron promulgadas y muchas instituciones democráticas fueron creadas: el Tribunal Estatal, el Tribunal Constitucional, la Secretaría de Derechos Ciudadanos, la institución de referendos, etc. En los países del bloque soviético nunca se había oído una cosa así. Así que la necesidad de reformas tanto económicas como políticas fue vista, pero limitada por el régimen existente: primordialmente la dominación de la economía por el Estado - aunque nuestro sector privado era el más amplio de todos los países del bloque soviético. Ochenta por ciento de las tierras agrícolas eran de propiedad privada, y aún en las ciudades había pequeños sectores empresariales privados. Estos eran el principio del cambio y los cambios políticos tenían que estar igualmente dentro de los límites del sistema existente. Antes de la llegada de Gorbachov, estos cambios eran percibidos muy críticamente por nuestros aliados. Todo esto está documentado. Había cartas dirgidas a mí por Andropov y otros, varias advertencias, intentos de presionarnos. Aquí, paradójicamente, la política americana limitaba nuestro espacio para maniobrar todavía más. ¿Por qué? Porque estábamos condenados a recibir ayuda soviética. Las varias sanciones y presiones que nos aplicaban, sencillamente nos empujaban más cerca de la Unión Soviética para poder sobrevivir, para tener recursos adecuados. Esto es paradójico, nosotros éramos castigados por declarar la Ley Marcial empujándonos de nuevo a los brazos del Bloque y de la Unión Soviética, a depender de ellos. Así es que nuestras posibilidades eran muy pocas. Solamente con Gorbachov y con el cambio en política internacional entre Gorbachov y Reagan fue que comenzó un cierto tipo de descompresión; sólo entonces fue que pudimos ampliar el alcance de las reformas. Pero, siendo honesto, no voy a pretender que yo era diferente de como fui. Con Gorbachov creímos que podíamos emprender una reforma significativa. Esto es, hacer a la economía más eficiente, dar espacio para más iniciativas privadas, permitir la existencia de una pluralidad de fuerzas y mover al Partido (Comunista) a un segundo plano político – lo que ya había ocurrido en Polonia durante la Ley Marcial, cuando los militares se apoderaron de las principales, funciones políticas. Así que la Ley Marcial fue un paso hacia despojar al Partido de su monopolio. Vamos a comenzar con el hecho de que ya existía en Polonia un limitado pluralismo, había otros partidos que tenían ciertas funciones y con quienes teníamos que bregar y consultar, ellos estaban en el Parlamento y en el gobierno: el Frente Unido del Pueblo y el Frente Democrático. Así es que tenemos que ver en todo esto un proceso de maduración. Hay un historiador británico, pero que vive en Polonia, de nombre Norman Davies. Él escribió un libro titulado God’s Playground (una historia de Polonia), es firmemente anticomunista Pero escribe en su libro, “Jaruzelski inició la perestroika tres años antes que Gorbachov”. Más aún, él usa esa frase, en mi opinión una exageración, que “Jaruzelski era el Juan el Bautista de la perestroika”. Así es que esto es una confirmación más de esta paradoja, la Ley Marcial, que por su naturaleza no es la forma más ambiciosa o evidente de crear democracia, ya era entonces un paso firme hacia la realización de la democracia. Remover el Partido de las líneas frontales de la política fue el resultado inmediato de eso.
P: ¿Podría decir más sobre la necesidad de reformas políticas? Que Polonia estaba sufriendo una profunda crisis económica y, por lo tanto, eran necesarias reformas económicas es más bien evidente. ¿Pero cómo y por qué usted estuvo consciente de la necesidad de relegar al partido al trasfondo de la política? ¿Por qué la necesidad de pluralizar la esfera política?
WJ: Esto vino antes que nada de la práctica y la observación de la vida. De lo que veía de la estructura del Partido, de darme cuenta que era un freno al cambio, un freno a la iniciativa, que era corruptor del carácter y que sin cambiar esta estructura, rompiendo la coraza del Partido, cualquier reforma sería imposible. Porque si el Partido era el instrumento fundamental del Estado, y él en sí mismo (el Partido) estaba enfermo, entonces sería imposible sanar todo el organismo (el Estado). Es precisamente por esta razón que estaba pensando sobre maneras de – sin destruir el Partido, y voy a volver a esto en un momento – cambiar su carácter sólo lo suficiente, debilitándolo en alguna forma, de manera tal que su monopolio no fuera tan absoluto, para que pudieran hacerse ciertos cambios dentro del Partido, tanto estructural como personales, para que no pudiera ser un obstáculo sino servir como instrumento de reforma. Ahora permítame retornar a lo que dije sobre destruir al Partido. Cuando estaba contemplando la Ley Marcial discutí y deliberé con el grupo de personas más cercanas a mí sobre qué hacer con el Partido. ¿Deberíamos suspender al Partido, destruirlo? Este fue uno de los temas de discusión más importantes que precedieron mi decisión. Después que la Ley Marcial fue declarada, yo todavía estaba ponderando si un paso así era necesario. Por esta razón, entre otras, contacté a (Janos) Kadar – como usted sabe, Hungría estaba más adelantada en varias formas de cambios, ellos estaban haciéndolo bastante bien económicamente – y le solicité que enviara representantes a quienes yo pudiera consultar sobre cómo ellos lo hicieron en 1956, cómo ellos resolvieron el problema entonces. El envió sus colaboradores más cercanos, (Gyórgy) Aczela, el antiguo Primer Ministro (Jeno) Fock, y tuve con ellos una larga conversación. Me dijeron, “Dios te salve de destruir al Partido. En nuestro caso el Partido se derrumbó, se cayó en pedazos solito. Pero en su caso, mientras éste aún exista, con todas sus debilidades, usted tiene que preservarlo”. ¿Por qué? “Porque si usted lo disuelve hoy, todavía habría necesidad de algún tipo de partido político, y el que vaya a surgir – un partido de izquierda, va a ser un partido al que solamente los intransigentes y conservadores serán atraídos. ¿Usted esperaría que los liberales se unieran a un partido así durante una Ley Marcial? No, y estaríamos condenados a tener un partido de aquellos más conservadores y dogmáticos. Pero si usted se queda con el Partido, entonces éste todavía tendría esos intransigentes, pero también tendría a aquellos que favorecen la reforma”. Y esto resultó ser verdad porque al final llegamos a la Mesa Redonda con el Partido cambiado, modernizado, pero el mismo partido que tuvimos en 1981.
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Varsovia 1985, carnicería donde se vendía la carne
por racionamiento, las colas se formaban por la noche
para la venta el próximo día. Fot. Chris Needenthal. 7 FORUM. |
P: ¿Cómo exactamente se prestó la Ley Marcial para la pluralización? Por un lado usted dice que los militares tomaron las riendas de las funciones principales del gobierno y que el Partido fue relegado al trasfondo político, pero solamente dos fuerzas políticas – el Partido y los militares - no constituyen un plural...
WJ: Por supuesto, por supuesto. Eso no es pluralismo. Pero el mero hecho de que el monopolio del Partido estaba limitado causó que otras fuerzas políticas, específicamente los Partidos que ya existían – el Frente Unido del Pueblo y el Frente Democrático - pero también varios movimientos, como el Cristiano Católico, pudieran adquirir una mejor posición. Sus miembros se convirtieron en Vice-Primeros Ministros, se convirtieron en representantes en el Parlamento. Recuerdo un evento que es testimonio de esto: Cuando viajé a la Unión Soviética para mi primera visita luego de haber declarado la Ley Marcial - el primero de marzo de 1982 - la delegación contaba también con los jefes de estos dos Partidos. Hubo un tiempo en que eso era inconcebible, pero Brezhnev los trató con todo el honor imaginable. Se estableció una comisión de colaboración entre el Partido y otras fuerzas políticas, donde recogimos y discutimos varias soluciones posibles. Ellos adquirieron una participación mucho más significativa. Además de eso, fue creada la OPZZ (Alianza de Sindicatos Polacos) se podría decir, de las cenizas de Solidaridad. Esta contaba 7 millones de miembros de los cuales 60 – 70% eran miembros de Solidaridad. Era muy fuerte y muy tenaz como socio político, al grado de que mi sucesor, el Primer Ministro Profesor (Zbigniew) Messner, fue destituido debido a la presión ejercida por ellos. No creo que esto siempre sea bueno porque los sindicatos tienen una función de pueblo y cuando se trata de materias económicas lo que es mejor no es siempre popular. Pero aún así, como fuerza política a ser enfrentada, este sindicato era masivo, así es que había un cierto pluralismo, limitado por supuesto, pero creciente.
P: Muchos comentaristas de la transición democrática del bloque soviético, tales como Bruce Russet, han hecho observaciones sobre el papel de agentes internacionales en este proceso. Desde su perspectiva, ¿fue el movimiento hacia la reforma motivado de alguna manera por presiones internacionales externas? Usted mencionó a Reagan anteriormente, ¿podría usted exponer con más detalles el papel de la política internacional en las eventuales reformas?
WJ: Nuestra tragedia a través de la historia ha sido nuestra situación geo-política estratégica. Polonia ha sido una especie de pasillo a través del cual los ejércitos han avanzado de Este a Oeste y de Oeste a Este. Hemos sido el terreno donde se han escenificado varios conflictos. Nosotros hemos sido la frontera contra los turcos, contra los rusos, y esa historia nos acompaña a través de las tiempos y se tornó especialmente evidente en aquel tiempo cuando Europa y el Mundo estaban tan agudamente divididos. En adición a eso, los años 1981 y 1982 trajeron un reavivamiento de la Guerra Fría. De un lado Reagan y del otro Brezhnev. Cohetes, toda la intensificada retórica, armamentos, y Polonia justamente en el medio de eso. Por un lado, por supuesto, los Estados Unidos estaban interesados en Polonia como miembro del bloque que estaba sufriendo una crisis y, obviamente era débil. Por el otro lado, los otros, la URSS no estaban dispuestos a permitir que un solo eslabón débil amenazara al bloque completo Como dije, nos convertimos en el campo de prueba para estas superpotencias en disputa. Las sanciones y restricciones que nos afectaron fueron, a la larga, dirigidas a la Unión Soviética, porque claramente ellos tenían que ayudarnos y ya estaban teniendo dificultades propias. Por supuesto, podemos añadir otros factores como la República Democrática de Alemania (RDA). La RDA tenía una inusual e inclemente posición hacia nosotros. A veces hasta le sugerían a Brezhnev que debería actuar todavía más duramente con relación a Polonia, que estaba rompiendo con la doctrina. Pero tenían miedo por ellos mismos, porque sabían que esta infección polaca podría ser muy peligrosa para ellos. Ellos pensaron de forma similar con Checoslovaquia. Así es que no era solamente la Unión Soviética, eran las circunstancias relacionadas con el bloque en su totalidad – nosotros éramos, para todos ellos, los precursores de algún terrible peligro. Más aún les complicamos grandemente sus vidas. Debido a nuestra crisis económica, especialmente cuando se trataba de carbón pero también en términos de otros bienes, esto se reflejaba en la economía de esos países. Después de todo, en aquel tiempo, en una economía planificada todo era ordenado. Nosotros debíamos entregar tanto carbón durante un año dado y ellos deberían entregarnos alguna otra cosa. Si había alguna interrupción inesperada de nuestra parte entonces ellos lo sentían, y esto es todavía otra paradoja. Estoy usando muchas paradojas, hasta el grado de que los cambios en Polonia en 1989 constituían un incentivo, una inspiración, un impulso para el cambio en todo el bloque. Sólo después de nosotros vino la Revolución de Terciopelo y varios otros eventos. En el año 1981 era exactamente lo contrario. Todas esas sociedades nos criticaban, no solamente las autoridades. Decían. “Los polacos están en huelga, los polacos no están trabajando, los polacos están argumentando, y el efecto de todo esto es evidente en nuestra mesa porque los polacos no nos están suministrando los bienes que necesitamos”. En ese tiempo las actitudes eran tales que todos estaban ansiosos de respaldar una intervención. Así que había una gran diferencia entre estas dos situaciones históricas.
P: ¿Pero si no era la Ley Marcial, entonces qué? ¿Qué otras opciones existían? ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera declarado la Ley Marcial?
WJ: En mi libro ¿Ley Marcial, por qué?, y en muchos artículos explico cómo llegó la Ley Marcial. No es así, como si nosotros hubiéramos estado esperando por el momento preciso para declararla. No, hasta el último momento hubo varios tipos de esfuerzos, de actuaciones. El 4 de noviembre del 1981, por mi propia iniciativa se celebró la llamada “Reunión de los Tres”; el Primado de Polonia (Jozef) Glemp, el jefe de Solidaridad (Lech) Walesa y yo. Por mi propia iniciativa en esta reunión, propuse reunir un consejo que estaría compuesto de los representantes de estos tres lados, al igual que varios partidos políticos, que tendría la posibilidad de influir en la redacción de nuevas leyes electorales democráticas. El Primado recibió esta propuesta con gran entusiasmo. Al día siguiente voló a Roma, donde el Papa (Juan Pablo II), y la propuesta recibió la bendición de éste. Walesa también accedió a esto, hasta escribimos una declaración conjunta cuya oración final era, y estoy citando de memoria: “La reunión fue juzgada útil y preparatoria para posteriores consultas meritorias.” Yo inmediatamente designé a mi mano derecha, el segundo hombre en rango en el Partido, (Kazimierz) Barcikowski, como mi representante para estas consultas. El Primado designó al secretario del Episcopado (Bronislaw) Dabrowski, pero Walesa no designó a nadie. Yo entiendo esto porque Walesa encontró mucha oposición para este tipo de solución dentro de su propio ambiente. Ellos lo censuraron por haber asistido a esta reunión pero él decidió sufrirlo y venir de cualquier manera. Después de eso le estuvimos solicitando todo el tiempo designar y enviar un representante para que pudiéramos, en cumplimiento de nuestra declaración, sostener consultas. Ellos se rehusaron, dando varias excusas. Entonces llegó el 3 de diciembre y la reunión de Solidaridad en Radom: amenazas de confrontación, violencia y así por el estilo, el 11 y 12 de diciembre, y lo mismo en Gdansk. Anunciaron grandes protestas el 17 de diciembre, que hubieran traído consigo tragedias inimaginables. Después de todo, el 26 de noviembre la 181ra Conferencia Episcopal emitió un comunicado que contenía la siguiente oración: “Nuestro país se encuentra en grave peligro. Oscuras nubes que presagian conflictos fraternales se están formando sobre él”, léase: Guerra Civil. Si la Iglesia dice esto, la Iglesia, que en Polonia mantiene el oído pegado a la tierra, que conoce los estados de ánimos en todo el país, si ella dice que conflictos fraternales y guerra civil son inminentes, entonces hay la certeza de tal posibilidad. Cuando Solidaridad rechazó la posibilidad de encontrar un limitado pluralismo político... aún en esa era de Brezhnev, ellos tenían cierta oportunidad que más tarde aprovecharon. En las negociaciones en la Mesa Redonda, aseguraron asientos en el Parlamento. En l989 ellos recibieron el 35% de las bancas totales. Aún cuando asumamos que en 1981 ellos hubieran obtenido 25%, todavía hubieran metido el zapato en la puerta. Después de eso, esto se hubiera desarrollado más allá. Solidaridad lo rechazó, ahora algunos de ellos admiten su error pero así fue como pasó. Para mí tomar esta decisión (declarar la Ley Marcial) fue un drama personal, fue una pesadilla. Yo lo sufrí, yo sabía lo que me esperaba. Hasta el día de hoy cargo el peso de mi decisión... Todavía me arrastran frente a fiscales, tribunales y Dios sabe qué más.
P: ¿Pero si Polonia estuvo al borde de una guerra civil, no serviría esto solamente para demostrar que el país demandaba más que reformas y pluralismo limitado? Si la situación era ya tan drástica...
WJ: Usted ve, esta es una pregunta fundamental. Nosotros no estábamos viviendo en la Luna y las reformas no podían ser de tal forma que enviaran señales de que estábamos dejando atrás el sistema y el régimen. Eso hubiera sido una invitación a la intervención. Lo que estábamos haciendo ya estaba siendo fuertemente criticado. Nosotros recibimos advertencias por el estilo de:¿A dónde se creen ustedes que van? ¿Cómo pueden estar de acuerdo con la existencia de Solidaridad, a esto y a lo otro? Yo, el 21 de noviembre, personalmente recibí un mensaje de Brezhnev, – está publicado – eso fue dos semanas antes de la declaración de Ley Marcial. Estaba fuertemente fraseado y presentaba una advertencia. Así es que teníamos un espacio limitado para actuar. No podíamos sencillamente anunciar que nos habíamos afiliado a la democracia. Si lo hubiésemos hecho así, ellos hubiesen estado aquí al día siguiente. Ya era de por sí un paso bien grande.
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Varsovia, febrero-abril de 1989. Los debates en
la Mesa Redonda. Foto: Erazm Ciolet. |
P: ¿Estaría usted de acuerdo con Samuel Huntington, en que el cambio democrático debe ocurrir democráticamente – dentro de las estructuras del sistema existente? Como usted lo pone, uno debe meter su zapato en la puerta y sólo entonces lentamente proceder a abrirla.
WJ: Sí. Lo mismo ocurrió 7 u 8 años después. Posteriormente tuvimos elecciones; las negociaciones de la Mesa Redonda produjeron el compromiso de que entre otras cosas, habría elecciones completamente libres en 4 años. Esta es la mejor evidencia de que nosotros estábamos escogiendo concientemente este camino, pero de una manera más prolongada. Las elecciones entonces significaban claramente algo nuevo, y esos cambios que ocurrieron fueron redactados. Pero la tendencia ya estaba allí, y que Solidaridad no había, en 1981, aprovechado esa oportunidad era un enorme error. Esto es característico, ellos huyen de este tópico. Cuántas veces les pregunté, cuántas veces la Unión de Combatientes - un grupo muy prestigioso y moral de inválidos – le pidió que los tres nos uniéramos: “Organicemos una reunión de los tres mientras todavía están vivos, el mayor de ellos es Jaruzelski, mañana él puede que se haya ido”. Podríamos reunirnos junto con historiadores y publicistas y ellos podrían explicarnos por qué no pudimos llegar a un entendimiento. Aunque establecimos en aquella declaración que sostendríamos consultas, ¿por qué fueron ellas rechazadas? Pero ellos no quieren esto, ellos no lo quieren. El Instituto de Memoria Nacional, que tiene un impresionante ejército de historiadores, huye de la pregunta también. Yo quiero preguntarles: ¿por qué ustedes no lo quisieron? ¿A qué le tenían miedo? Aún cuando ustedes habían decidido, cuando se sentaron en aquella mesa, que nuestras proposiciones no eran aceptables, eran equivocadas o eran engañosas, aún cuando ustedes pudieran haber dicho en cualquier momento, “nosotros no estamos de acuerdo con esto, esto no es correcto, nosotros no tomaremos parte en algo como esto”, entonces entendería. Pero si ellos sencillamente no querían..... ¿Por qué 8 años más tarde, ellos sí se sentaron a esa mesa bajo las mismas condiciones... bajo las mismas condiciones?
P: ¿Cómo es que entonces hubo otra oportunidad semejante para la negociación? Si en la primera vez esta oportunidad fue rechazada por Solidaridad, ¿qué incentivos tuvo usted para re-extendérsela ocho años más tarde?
WJ: Muchas, muchísimas, diferentes eventualidades se unieron para hacer que esto ocurriera. Solidaridad cambió, nosotros cambiamos, y sobre todo, nuestro ambiente cambió. En vez de Brezhnev estaba Gorbachov. Solidaridad desligó aquellos elementos radicales que hasta el día de hoy todavía protestan porque Walesa y Tadeusz Mazowiecki se sentaron en la Mesa Redonda. Todavía hay gente molesta con esto. Así este margen radical fue arrojado fuera. Igualmente entre nosotros, pudimos aislar a los dogmáticos y conservadores y la situación externa cambió. Yo podía decirle a Gorbachov “Oye Mijail, tengo que seguir por este camino, no podemos combatirlo por más tiempo”. Con Brezhnev esto hubiera sido imposible. Así que ciertas condiciones tenían que madurar. Pero ya en 1981 hubo una oportunidad, quizás no del alcance de aquella que se presentó al par de años, pero aquel zapato del cual nosotros hablamos pudo haber sido metido en la puerta entonces.
P: Adam Przeworski escribe de esta necesidad de aislar a los intransigentes y radicales antes de poder entrar en negociaciones democráticas. ¿Cómo es que el partido se volvió más reformista para el 1989?
WJ: Hubo antes que nada cambios en el personal. El último Primer Ministro del régimen comunista fue Mieczyslaw Rakowski, de carácter más reformista. En el Buró Político hubo cambios, en varias oficinas hubo cambios y hubo cambios en nuestra manera de pensar. Walesa cambió y yo también cambié. Todos habíamos vivido atravesando ciertas experiencias y cada hombre, si es un ser pensante, en respuesta a las situaciones, circunstancias y condiciones, verifica y se moderniza, y cambia o reajusta sus creencias para acoplarse a esas nuevas situaciones. Quizás no cambia su manera general de pensar pero cambia de tácticas y llega a la conclusión de que puede lograr acuerdos.
P: Cuando Solidaridad finalmente metió su zapato en la puerta y esa puerta comenzaba poco a poco a abrirse, ¿cómo pudo usted prever lo que pasaría?
WJ: Quizás era ingenuo pero optimista en el sentido de que creía, antes de las elecciones pero después de las negociaciones de la Mesa Redonda, que después de las elecciones tendríamos un parlamento pluralista. Que se formaría un gobierno con la colaboración de los representantes de Solidaridad que nos permitiría realizar aquellas difíciles y dolorosas reformas económicas que nosotros mismos no podíamos emprender sin respaldo social. Pero si pudiéramos ganar ese respaldo formando una coalición con Solidaridad, pensé que podíamos abordar estos problemas y estas dificultades económicas, que habría pluralismo político, limitado pero aún así existente, y que después de cuatro años tendríamos una oportunidad de ganar las elecciones como un partido de izquierda. Eso fue lo que me imaginé.
P: ¿Por qué es, piensa usted, que el pueblo súbitamente accedió a aceptar extremadamente dolorosas y difíciles reformas económicas que habían resistido durante todos los años 80?
WJ: Usted sabe que cuando uno se somete a cirugía, especialmente una difícil, que para salir airoso el paciente tiene que ser adormecido con anestesia. En este caso la cirugía era económica, muy dolorosa y drásticamente empeoraba la situación material de muchos millones de personas, y eso también requería anestesia. ¿Qué constituía ésta anestesia? El régimen cambió después de tantos años, la Iglesia lo bendijo, los americanos estaban tirando dólares hacia nosotros, la Unión Soviética estaba desmoronándose y no podía amenazar a nadie, y Balcerowicz declaró, “en medio año todo va a estar ahí, sólo esperen medio año”. Bregamos con el dolor, la gente no se lanzó a la calle y no estaban quemando los ayuntamientos, como lo hicieron una vez, porque la anestesia trabajó. Pero ésta solamente puede trabajar por un tiempo. Después de medio año, o quizás un poquito de más tiempo, un cualquiera regresando del Perú – (Stanislaw) Tyminski – gana la elección contra Mazowiecki... contra el Primer Ministro Mazowiecki, un hombre muy respetado, muy sabio, muy respaldado y apreciado, porque Mazowiecki promulgó esa dolorosa reforma. Walesa ganó contra Tyminski, pero sólo porque Walesa también comenzó a criticar al gobierno, diciendo “¿Qué están haciendo? ¡La gente ha caído en la pobreza! ¡Yo soy de Solidaridad, después de todo, nosotros estábamos peleando por otra cosa por completo”! De otra manera él también hubiera perdido con Tyminski. Esta es la mejor evidencia de cuán duro era llevar a cabo reformas fundamentales y necesarias pero muy dolorosas. Siempre que él había intentado cualquier cosa, ocurrían inmediatamente terribles protestas, la gente se tiraba a las calles, prendía fuego a los ayuntamientos, y así por el estilo. Pero fue el momento histórico en que pudimos hacer esto. Esta cirugía, por supuesto tuvo sus errores con relación a la agricultura y otras cosas; pudo haberse hecho diferente... tantas personas fueron arrojadas al margen.
P: ¿Entonces esta anestesia era la promesa de mejores cosas por venir?
WJ: Eso es un elemento: que en medio año las cosas mejorarían. Pero hubo también otros: el respaldo de la Iglesia y de América...
P: Y entonces cuando la gente se viró contra Solidaridad, ese anestésico...
WJ: Sencillamente se gastó, dejó de trabajar. Como cualquier anestésico.
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Los representantes de la oposición en la Mesa Redonda.
De izquierda a derecha Andrzej Weclowieyski,
Jacek Kuron, Alojzy Pietrzyuk y Adam Michnik,
Varsovia, 5 de abril de 1989. Fot. Eram Ciolek. |
P: Pensando hacia atrás, sobre esos quince años desde que el anestésico se gastó, ¿cómo usted evalúa lo que ha ocurrido? Polonia es, después de todo, ensalzada como un modelo de transición democrática y desarrollo. Sin embargo usted menciona que se habían cometido ciertos errores económicos, ¿considera que lo mismo sea cierto en la esfera socio-política?
WJ: Todavía estamos en un período de crecimiento y desarrollo. No tenemos, después de todo, una larga historia de experiencia con la democracia; podríamos decir que sólo unos años entre 1918 y 1926, cuando éramos una democracia clásica del tipo europeo Occidental. Pero aún entonces el Presidente fue tiroteado y muchas otras cosas malas ocurrieron, pero así es como fue... En 1926 bajo (Marshal Jozef) Pilsudski, ya teníamos una media dictadura, después ocupación y finalmente la República Popular de Polonia (PRL) que no era obviamente, democrática. Así que en primer lugar, no tenemos experiencia. Cuando no hay experiencia es imposible establecer cualquier cosa duradera. En segundo lugar, todavía está presente la complicada situación económica, porque por un lado tenemos una cierta forma de progreso económico y crecimiento, pero esto no se refleja en la vida de los muchos millones de personas que están como si no se los hubiesen tomados en cuenta. Tenemos como cinco millones de personas viviendo bajo el nivel de subsistencia, y sobre el 50% vive por debajo del mínimo social. Estas personas son los clientes potenciales de varios tipos de grupos populistas y nacionalistas y de los partidos. Por esta razón nuestra vida política se caracteriza por varias formas de conflictos. Nosotros no tenemos la constancia y durabilidad que existen en Inglaterra, por ejemplo. (Ni siquiera voy a mencionar a los Estados Unidos, donde solamente hay dos partidos luchando entre sí aún cuando están separados solamente por pequeñas diferencias). Entre nosotros los partidos emergen y un año, o tres o cinco más tarde desaparecen y aparece otro. ¡Después de todo, un partido que se llamaba Los Amigos de la Cerveza llegó hasta el Parlamento! Así es que pienso que necesitamos más tiempo, de manera tal que más divisiones políticas concretas cristalicen. La derecha, la izquierda, eventualmente un centro, todo esto tiene que madurar y llegar a punto todavía. Nosotros vemos lo que está pasando, personalmente todavía me siento un hombre de izquierda, pero al mismo tiempo miro con gran resentimiento y enfado lo que le ha pasado a ésta, que tenía un sobrante de respaldo popular. Han perdido 40% de su respaldo y es incierto cómo van a salir ahora las cosas. Ahora hay un gran movimiento hacia la derecha, lo cual tampoco es saludable porque debiera haber un balance que garantice un desarrollo razonable. A esto se puede añadir el factor de las divisiones históricas. He hablado recientemente con checos, eslovacos y húngaros y allí el tema del Partido y su ruina no tiene un papel tan grande en la política. El Partido Comunista en la República Checa es el segundo o tercer partido más grande en el Parlamento. ¿Increíble? Nosotros seguimos regresando al pasado. Esto se convierte en un problema tan grande que resta atención a los asuntos fundamentales, de los que debiéramos estar preocupándonos, y esto es difícil de entender porque Polonia era el más progresista de todos. Teníamos más reformas, más cambios, teníamos menor opresión que cualquier otro sitio, pero es aquí donde estamos más inseguros con la historia; ¿como si Polonia fuera otra Albania o la Rumania de Nicolae Ceausescu? Aún allí la gente no está tan preocupada con esto como aquí. Yo lo sé, porque después de todo, estoy siendo constantemente acusado... así es que en este aspecto desafortunadamente nuestra escena política está todavía ansiosa, muy resentida No tenemos el mismo tipo de horizonte que nos permitiría preocuparnos por lo que es más importante. Ahora, aún nuestra entrada a la Unión Europea fue controversial, no fue nada fácil, y escasamente ganamos el referéndum, con dificultad. Está el caso de la Constitución Europea; Polonia está ofreciendo la mayor resistencia. Somos así de extrañas criaturas en el Parlamento Europeo. Así que... me preocupo mucho por esto, pero aún creo en lo temporal de este período, del que nosotros maduraremos.
P: Pero si este es un problema de falta de experiencia y tiempo como usted alega, entonces ¿por qué en otros países de la región, en la República Checa, en Hungría, no vemos problemas similares? Ellos han tenido regímenes democráticos por tan corto período de tiempo como Polonia...
WJ: Esto es, primordialmente, una diferencia de nuestra historia. En esos países nunca hubo una aristocracia y nobleza dominante, y no hay propensión a rebelarse. Nosotros tuvimos revuelta tras revuelta, y cada revuelta era una tragedia, un paso hacia atrás. ¡Pero las celebramos... lo mismo aplica al Levantamiento de Varsovia, que fue prácticamente una gran tragedia, un crimen! ¡Aún el general Wladyslaw Anders dijo que fue un crimen! Pero no; nosotros creemos que fue un gran evento y la decisión tomada la correcta. Debido a eso tenemos que honrar a aquellos que tomaron parte en el Levantamiento, todo lo que hicieron, su heroísmo, sufrimiento y así por el estilo. Pero que no estemos de acuerdo con aquellos que tomaron la decisión de rebelarse, eso es sencillamente inimaginable aquí. Así que nuestra mentalidad es algo diferente. Los checos, y húngaros en menor medida, ya tenían sistemas democráticos antes de la guerra. Y después de la guerra escogieron a los comunistas en elecciones. Así es que cada país tiene su camino diferente.
P: Esta experiencia o madurez a que usted se estaba refiriendo, ¿a qué nivel debe aparecer? ¿Es esa una madurez de individuos y ciudadanos o de instituciones y estructuras políticas? ¿ Es, como Geremy Stout argumenta, un proceso de crecimiento hacia una tradición democrática?
WJ: Me estoy refiriendo a experiencia histórica general, que no obstante se convierte en una mentalidad evidente en el comportamiento de líderes de partidos que tienen en sus genes una tendencia al anarquismo, a creer que toda autoridad ha de ser sospechada. Solidaridad misma tiene la culpa de esto, ¿sabe por qué? Porque ellos continuamente le decían a la gente, “el gobierno puede, pero no quiere; el gobierno no se está preocupando por esto o por aquello, no está cuidando de la sociedad”. Así es que surgió esta mentalidad: de que el gobierno puede pero no quiere. Entonces esto se convierte en cierto sentido heredado, todo gobierno sea de derecha o de izquierda, es considerado con posibilidades ilimitadas y es solamente porque gobierna estúpidamente que el pueblo no está bien. Es duro desligarse de este tipo de pensamiento una vez que éste ha echado raíces. Mas todavía hay algo en nuestros genes, nuestras autoridades han sido siempre extranjeras; hubo la división tripartita de Polonia (entre Rusia, Prusia, y el Imperio Austro-Húngaro), hubo la ocupación por los nazis, y hubo la ocupación soviética, así es que el Estado siempre ha sido algo al que había que resistirse. El Estado era extranjero. Ahora, supuestamente, este Estado es nuestro, ¿pero lo es en realidad? porque quizás los agentes de Moscú todavía están dictando pautas, o quizás los americanos están realmente en el poder. Estoy muy preocupado con esto, pero nuestra forma de pensar es uno de los factores responsables de los conflictos que están ocurriendo en Polonia.
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Campaña electoral antes de las elecciones al Parlamento fijadas
para el 4 de junio de 1989 Gazeta Wiyborcza, el primer
diario independiente. Fot. Henryk Prykiel/ NAF dementi. |
P: ¿Caracterizaría usted el problema como una falta de responsabilidad en auto-gobierno? ¿Que los polacos no saben cómo llevar el peso de gobernarse a sí mismos?
WJ: Yo expresé algunas críticas y palabras amargas y las sostengo. Pero a la misma vez tengo que expresar un gran respeto hacia aquellos, y no son pocos, políticos y millones de personas que pudieron aguantar los malos tiempos con dignidad, sin discusiones, sin mayores protestas y con la esperanza de que era necesario y su finalidad correcta. Tantos buenos políticos que quizás no tengan hoy día un voto decisivo, de diferentes esferas, academias y períodos, como Mazowiecki y Adam Michnik en el campo de la izquierda pasan la prueba. En esto abrigo mi esperanza para cuando las emociones bajen de nivel, cuando hayamos adquirido madurez en términos de experiencia con este sistema, con la ayuda de impulsos de la Unión Europea lograremos la estabilidad apropiada para una sociedad americana o de Europa occidental.
P: ¿Cuál debe ser la relación de los polacos con su pasado para poder alcanzar tal punto de madurez y estabilidad? ¿Debe haber un proceso de descomunización?
WJ: Voy a contestar con la siguiente frase: Estoy a favor de recordar pero en contra de los recuerdos. Esto quiere decir recordar para.... o déjeme tratar otra cosa. Carl von Clausewitz, el bien conocido teórico de la guerra, tiene un dicho famoso: “ la guerra es la continuación de la política mediante otros medios”. Déjeme parafrasear esto: la política es en cierta manera una continuación de la historia, ¿no es así? Y es bueno que esta continuación sea entendida como algo que aprender, como una experiencia, pero mala si es usada como un instrumento en la batalla política, si nosotros continuamente recurrimos al pasado para hacerle daño a nuestros oponentes. En este sentido yo veo el lado negativo de todos estos asuntos históricos. Estas cosas tienen que ser investigadas, tienen que ser estudiadas y necesitamos aprender lecciones de ellas, pero no para convertirlas en un tópico nacional candente que divida al país todavía más, que desacredite a casi todo el mundo. Cada caso es completamente diferente: nosotros vivíamos en tiempos diferentes. Por ejemplo, si alguien es acusado de haber trabajado con el servicio de seguridad polaco, pero si existía un Estado polaco reconocido por todo el mundo civilizado... Tres presidentes... no, cuatro presidentes norteamericanos, contando a Eisenhower quien vino a Polonia antes de que fuera presidente, estuvieron aquí... Nosotros éramos un miembro importante de la comunidad internacional. Así que, si alguien cooperó con el servicio de seguridad y trabajó para ese Estado, que era en aquel tiempo este Estado, esa persona no estaba haciendo nada indigno. ¿Por qué es ahora tratado como alguien que tiene que ser acusado de algo?
P: Cuando usted dice que está en contra de los recuerdos, ¿quiere decir que condena los usos políticos del pasado?
WJ: Yo condeno de varias maneras usar la historia como un instrumento en las batallas políticas. Estas cosas pueden ser estudiadas, investigadas, aprendidas como lecciones, pero no deben ser convertidas en instrumentos. Porque eso es en lo que la historia se ha convertido ahora, un instrumento. Y se ha convertido en nuestra preocupación principal, como si no hubiera temas más importantes.
P: ¿La democracia significa para usted, como Francis Fukuyama ha alegado “el fin de la historia”? ¿Cree que la transformación democrática era necesaria?
WJ: Sí, yo creo que era muy necesaria. Creo que la democracia es la mejor de las formas existentes, aunque ciertamente no la ideal, de organizar el poder y las funciones sociales. Esta pasa la prueba en países que han viajado mucho más lejos por este camino que lo que ha hecho Polonia, y evidentemente se han beneficiado de haberlo hecho así; ¿por qué debemos ser nosotros diferentes? Por eso es que me uní a este proceso con cierto convencimiento. Yo tuve que pelear contra una seria resistencia, incluyendo el chantaje en la famosa reunión del Comité Central en enero de 1989. Tuve que romper la resistencia contra el registro de Solidaridad, y esto era precisamente un movimiento hacia la democracia Cuando llevaba de Presidente un año y medio tuve que firmar la legislación destinada a darle vida a la democracia, y hasta el día de hoy estoy profundamente convencido que este es el camino correcto y que necesitamos seguirlo sin importar todas las cosas malas que puedan preocuparnos o inquietarnos. Así que si hay alguna lección emanando de nuestras experiencias polacas, sugeriría que la transición hacia la democracia no debe ocurrir sobre el principio del robespierismo, ni del bolchevismo, ni liquidando a su oponente conquistado; sino basado en un compromiso histórico por el cual ya aquellos que estaban gobernando les serán garantizados las mismas leyes democráticas y protección de su persona, porque de otra manera pelearán para defenderse hasta el final. Así es que necesitan que se les dé una oportunidad, pues usando procedimientos democráticos quizás puedan sobrevivir. Por eso creo que este elemento tiene que ser claramente un sendero mutuo, que no puede ser solamente un camino en contra de algo. Uno debe madurar y crecer hacia eso. Cualquier oportunidad para el futuro estriba solamente en preocuparse por el interés común.
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Peregrinación al monasterio de Jasna Gora donde
se encuentra el famoso cuadro de la Virgen Negra
de Czestockova; "estas manifestaciones no solamente
eran religiosas sino también políticas, en cierto sentido". |
P: ¿Así es que usted identificaría la resistencia a la democracia como miedo, un miedo de ser ahorcado?
WJ: Por supuesto.
P: ¿Y es este el miedo con que usted se topó en aquella reunión del Comité Central en 1989?
WJ: Aquello era una resistencia en contra de ir por un camino completamente nuevo. Era miedo, resistencia doctrinal, y una, podríamos decir, resistencia existencial. Estos sindicatos, los nuevos sindicatos que tenían siete millones de miembros, sabían que tenían que compartir con Solidaridad, así que ellos no tenían miedo de alguna amenaza física en esta ocasión, pero temían por su posición, su prestigio y status. Es un problema muy difícil y yo... yo entiendo cómo... yo sé porque estaba allí. En 1994 hubo una conferencia en Nicaragua, en Managua, dedicada exactamente a este problema de las transiciones democráticas. Entre otros asistió el Presidente Carter, de nuestro lado estaba Michnik, yo estuve allí también. Las cosas salieron en Nicaragua, al menos como parece hoy, más bien pacíficamente. La presidenta Violeta Chamorro estaba allí como estaba Daniel Ortega, y hasta hablamos con él. Así ocurrió que aquellos que tomaron el poder allí, pudieron llegar a un entendimiento con los sandinistas y lograron que funcionara. Por supuesto esto tiene que encontrar ciertos fundamentos en las vidas de las personas porque si nuevas fuerzas suben al poder, vamos a llamarlas fuerzas capitalistas, éstas van a causar una abrupta estratificación en la riqueza social. Por ejemplo en Cuba, todos sabemos cuál es la situación, pero también es cierto que cada niño va a la escuela y está bien alimentado y que el sistema médico es el mejor en todo el hemisferio. Si esto empieza a derrumbarse, entonces la gente se volverá nostálgica por aquello que tenía anteriormente. ¿Por qué nosotros somos testigos de nostalgia en Polonia? Oh, bajo (Edward) Gierek nosotros teníamos esto y aquello... porque la gente piensa que sus vidas han empeorado. Por supuesto, no todo puede hacerse mejor porque esa es la brutal verdad en la vida. Pero la situación no debe ser tan injusta; así es que si la democracia ha de echar raíces en lugares donde existen regímenes no democráticos, entonces se debe prestar atención a esta pregunta: ¿Cuál va a ser el resultado socio-económico? Porque el sentimiento de la gente, si el resultado es justo o no, es muy importante. Usted sabe... sin libertad el pan es amargo, pero sin pan, la libertad también es amarga. Y esto necesitamos recordarlo.
P: Así es que todavía tenemos otra paradoja: el cambio ocurrió en primer lugar porque la gente no estaba contenta y, ahora, la gente no está contenta con el cambio y mira hacia atrás con nostalgia sobre lo que antes tenían. ¿Así es que van a ocurrir más cambios? ¿Es la democracia, como temía Platón, inherentemente inestable y sujeta a la demagogia?
WJ: La gente quería cambio porque la gente vio cómo se vivía en Occidente, pero tales comparaciones son siempre impropias. Como las sociedades occidentales estaban formadas de manera completamente diferente, tenían un punto de partida diferente, no estaban tan devastadas y tenían colonias de las cuales extrajeron recursos durante cientos de años. Nosotros estábamos en una situación totalmente diferente después de la guerra, pero la forma de pensar de la gente no capta eso. Todo el mundo asumió que rápidamente nos levantaríamos hasta ese nivel occidental pues ¿por qué nosotros no podíamos vivir como ellos viven en Occidente?... Y cuando el cambio llegó, varios millones de personas llegaron a la conclusión que ellos estaban en realidad peor. Anteriormente ellos tenían sus trabajos garantizados – lo cual es absolutamente fundamental – y ahora hay tres millones de personas sin trabajo. Esto es muy fundamental. ¿Cómo es que se siente una persona, especialmente una persona joven, después de la universidad...? Se siente innecesario, se convierte en cliente de partidos populistas o nacionalistas. Muchísimas personas se sienten peor... porque bajo el sistema anterior, aunque todo el mundo vivía modestamente, vivían felices. El sistema de cuidado social fue desarrollado: medicinas baratas, escuelas gratis, cuidado de niños barato, vacaciones, sanatorios, libros baratos, viajes baratos, hospitales baratos o gratis... y hoy día usted tiene que pagar por todo. Había grandes fuentes de trabajo, tenían sus propias guarderías, alguna forma de infraestructura vacacional, sus clínicas de salud y así por el estilo. Así es que había un sentimiento familiar hacia todo esto: nosotros trabajamos en esta fábrica grande, pero lo tenemos todo garantizado, vacaciones gratis, un centro comunal donde nos podemos juntar todos, y así por el estilo. Esto era con frecuencia en pequeña escala, pero estaba ahí. El tiempo pasa y la gente recuerda con nostalgia cuando no tenían que preocuparse por el trabajo... lo cual tampoco es saludable, porque después de todo, la productividad era baja y el sistema completo escasamente funcionaba. Pero por otro lado, 20% de desempleo es también terrible e igual de malo, hasta peor. Así que recientemente ha aparecido la nostalgia por estas razones; la gente entiende que en aquellos tiempos ellos tenían sus necesidades básicas resueltas, mientras que ahora son arrojados a lo profundo y no saben qué hacer. Por eso es que las experiencias de las sociedades occidentales son tan importantes. Por generaciones han adquirido la habilidad de luchar por sus propias necesidades y deseos. Pero aquí durante los últimos 40 años acostumbramos a la gente a pensar que el Estado se haría cargo de cuidarlos y hoy día ellos miran hacia atrás con nostalgia, aún cuando no era un buen sistema. Pero marchando hacia atrás, muy lejos en la otra dirección, no es bueno tampoco, especialmente cuando la diferencia entre riqueza y pobreza es tan exagerada. Tal polarización se hace a través de medios deshonestos.
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Tadeusz Mazowiecki, elegido Primer Ministro,
saluda al Parlamento. Varsovia, 24 de agosto de 1989.
Foto. Tomasz Wierzejski/ Agencia Gazeta. |
P: ¿Pero qué va a salir de esta nostalgia? ¿Habrá más cambios o hay necesidad de otro anestésico social?
WJ: No. Yo creo que hemos comenzado por un camino, democracia y economía de mercado libre, que puede ser duro pero del cual no hay forma de volver para atrás, y la sociedad está conciente de este hecho. La nostalgia no es para un regreso hacia el viejo sistema, por lo menos entre los más... La gente puede añorar ciertos elementos de esos tiempos, ciertos elementos especialmente aquellos atados a la justicia y seguridad social. En aquel entonces, durante el socialismo, ellos también querían vivir como Occidente pero seguir trabajando como en Polonia. Hoy día es la misma cosa, trabajar como en Occidente pero tener las mismas garantías y privilegios que bajo el socialismo. Esas dos cosas son incompatibles. Si queremos vivir como en Occidente, entonces tenemos que aprender a desenvolvernos por nosotros mismos. En esto hay un gran problema, para que la gente se de cuenta de esto. Esto tomará un largo tiempo; por lo menos una generación tiene que pasar para que la sociedad adquiera la mentalidad apropiada para una sociedad democrática.
P: ¿Cómo fue usted persuadido del valor de la democracia?
WJ: Fue un largo camino. Yo pensaba que era necesario aplicar la democracia por medidas. Eso significaba reteniendo el Partido que garantizaba todos esos privilegios sociales que acabo de mencionar, pero limitar su monopolio para, de alguna manera, pluralizar la escena política; y tomamos pasos en esa dirección. Sin nuestras reformas – sociales y económicas – en los 80 la transición a la democracia hubiese sido mucho más dura. Así es que avanzamos paso a paso, porque alguna forma de democracia – quizás no democracia completa - era necesaria para ganarse el respaldo social para llevar a cabo las reformas necesarias. Para mí un punto muy importante, quizás tal vez el punto de quiebre, fue el referéndum llevado a cabo en 1987. ¿Cómo alguien puede decir que el país era totalitario cuando tuvimos un referéndum general, perdimos el referéndum, y reconocimos el resultado? ¿Cómo puede alguien decir que el país era totalitario cuando desde 1986 no había un solo prisionero político y Solidaridad funcionaba, aunque ilegalmente, pero sin interferencias y por lo tanto, de facto, legal? Porque si usted no los encarcela, usted les esta permitiendo funcionar. Ese referéndum planteó una pregunta general: ¿usted está de acuerdo con instrumentar la carga de reformas por los próximos dos o tres años para que las cosas puedan ser mejor más adelante? y no por mucho, pero perdimos en la votación. Ellos no querían acceder porque no les gustábamos, porque no era un sistema democrático, y así llegué a pensar que lo que era necesario era un arreglo social que la gente aprobara y entonces ellos mismos aprobarían aquellas, necesarias pero dolorosas, reformas; eso hubiese sido el anestésico necesario.
P: ¿Así es que como la gente no estaba dispuesta a acceder a las reformas necesarias porque no se identificaban con el sistema, usted se convenció de la necesidad de una democracia?
WJ: Sí. Esto era un impulso muy importante, una experiencia muy importante que sin construir una democracia, sin compartir poder, sin obtener consenso y respaldo, no hubiésemos podido lograr nada. Y sin esas reformas quizás nosotros no hubiésemos perecido pero hubiésemos estado regresando y teniendo que bregar con crisis constantes. La democracia hoy día tiene para mí un valor ético, social y humanístico, pero en aquel entonces estaba basada en un argumento pragmático; sin democracia no podemos llevar a cabo reformas económicas básicas.
P: ¿Así es que la necesidad de una democracia es una pragmática?
WJ: Sí, y se convierte más adelante en una conciencia de los atributos positivos de la democracia.
P: ¿Piensa usted que la necesidad que usted y Polonia sintieron será sentida en algún otro sitio igualmente?
WJ: Yo creo que esta es la necesidad de que deben estar concientes todos aquellos Estados que no son todavía democráticos y están sufriendo situaciones económicas catastróficas; donde no hay crecimiento, donde las necesidades básicas son atendidas a bajo nivel y sin perspectivas de igualar el progreso de civilización logrado en otros lugares a través del mundo. ¿Durante cuánto tiempo puede un Estado ser un enclave tan atrasado? Usted puede tratar de aislarse y puede limitar el contacto con el mundo exterior - que es lo que está pasando – pero ¿ por cuánto tiempo es esto posible? Esto se va a hacer más difícil con la propagación de los medios en masa; la información encontrará una manera de llegar. Así es que yo pienso que esto va a ser el factor fundamental. No es que no haya libertad... Cuando Solidaridad fue creada en Polonia, diez millones de personas se presentaron, no porque ellos estuvieran en contra de la censura, o porque quisieran que la Misa fuera transmitida por radio todos los domingos sino porque los 21 puntos proclamados por Solidaridad se resumían así: “nosotros trabajaremos menos y ganaremos más”, ¿quién no quiere eso, quién no lo quiere?, más tarde fue evidente que esto no era posible... y eso llevó a la catástrofe. Acortamos el día de trabajo, la productividad decayó, así después de 1981 el producto bruto interno disminuyó en un 18% pero los salarios subieron en un 25%. Trate de imaginarse esto: 18% menos productos y 25% más en salarios; los estantes estaban completamente vacíos. Por eso la gente aceptó la Ley Marcial tan fácilmente. ¡Hubo un mínimo de resistencia a la Ley Marcial! Había 8,000 empresas en Polonia, de esas fueron a huelga solamente 150 y aún así había solamente una tercera o una quinta parte de los empleados en huelga. ¿Por qué? ¿Son los polacos tan miedosos? ¡No! Los polacos saben como manejar las barricadas, pero ya habían tenido suficiente de todo eso. No porque a ellos les gustara el gobierno, no, a ellos no les gustaba. Pero ya habían tenido suficiente de ese desorden, de crisis económica, de anaqueles vacíos en las tiendas, ellos solamente querían que eso se terminara. Así es que, no sé por qué caminos, diferentes países llegarán a la democracia, cada uno será diferente. A mí siempre me gustó Cuba, y Fidel por igual, lo conocí en años pasados, una figura muy carismática y altamente inteligente. Yo ví lo que lograron con su sistema de cuidado de la salud y fue impresionante. Pero es también evidente que se han detenido. A Bielorrusia la conozco desde los viejos tiempos y también provee el mínimo social. ¿Pero por cuánto tiempo puede esto durar? Ni siquiera voy a mencionar a Corea del Norte, que es un caso tan extraño...
P: ¿Así que usted cree que es sólo cuestión de tiempo? ¿que la necesidad democrática tiene que ser aceptada?
WJ: Eso es lo que creo, que es sólo cuestión de tiempo. La civilización es una fuerza poderosa, y el hombre moderno, aún cuando esté aislado del mundo, encontrará migajas de civilización para devorar y verá esto como una posibilidad, como una meta. Y las autoridades, si no son completamente idiotas, también estarán concientes de que romper el contacto con la civilización llevará a la catástrofe, no hay otra salida. Cada país tiene que recorrer una senda diferente, pero lo que es importante es que tengan la conciencia de que hay una oportunidad de llevar a cabo una revolución de manera evolucionista. Esto suena más bien paradójico: revolución evolucionista. Pero si las cosas ocurren de esta manera, si ha de haber respaldo internacional y ayuda, si ésta no está fundamentada en acordarse de cuán terrible fue el régimen anterior, entonces comenzaran por ese camino antes más bien que después. Si no, entonces puede que transcurra todavía un largo tiempo y terminará catastróficamente.
P: Gracias por su tiempo.
8 de marzo del 2005, Varsovia, Polonia.