Si transitamos a pie por las calles Alameda, Sol, Galiano, Máximo Gómez, Virtudes, Colón, Ave. Comandante Pinares y otras entre 7:30 y 8:30 A.M de cualquier día laboral o en las tardes entre 4:30 y 6:30 P.M, tendremos que sufrir irremediablemente, no sabemos hasta cuando, el ataque indiscriminado del humo y el polvo de los vehículos automotores.
Al parecer no existe, jurídicamente establecida, ninguna disposición, ley o resolución que regule, guarde, vele y proteja el derecho ambiental de las personas que transitamos por esta ciudad.
A estas horas abunda todo tipo de vehículos estatales o particulares que, junto al ruido ensordecedor de sus motores, van dejando a su paso una cortina de humo negro, tan denso que enceguece y asfixia a cuantos tienen que sufrirlo.
Esta situación se repite cada día ante la pasiva actitud de los transeúntes y autoridades que igualmente sufren en total indefensión estas agresiones a la atmósfera, y por consiguiente, a sus sistemas respiratorios, sin contar el estado de las fachadas, portales e interiores de viviendas hasta donde penetran en su asalto indiscriminado, ruidos, humos, polvos, de la suma tóxica cotidiana.
Sí, queremos una ciudad más limpia y saludable y es la intención de lo que escucho en los programas y consignas medioambientales desde hace años. Conocemos la propaganda que se desarrolló contra las barreras arquitectónicas, hacia el saneamiento y descontaminación de ríos y bahías o de la escasez de áreas públicas y espacios verdes, entre otros programas y proyectos. Sin embargo, todavía no he visto ni he oído que la exagerada emisión de gases tóxicos que produce la quema de combustible forme parte de esta lista.
Solo hay que transitar por las calles para ver, y padecer, el humo negro que sale de los tubos de escape de los equipos automotores y sentir el olor penetrante del aire cargado de partículas tóxicas que se filtran hacia nuestros pulmones, para percatarnos que la situación es real.
Se dice que todos los años se mide el grado de contaminantes como el monóxido de carbono, el oxido de nitrógeno, el óxido de azufre, el plomo, el ozono y las partículas menores de 10 micras (polvo, humo, grasas), que son especialmente importantes dado su tamaño, pues le permite entrar con relativa facilidad en el aparato respiratorio humano.
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Camión contaminando el ambiente con su humo.
Foto: Rayko. |
Si se llevaran a cabo estudios aplicados a nuestra realidad, es muy probable que el aire urbano alcance niveles de más de 10% de contaminación que son los permitidos por la Organización Mundial de la Salud, teniendo en cuenta que el 90% de este contaminante provienen del escape de automotores en condiciones técnicas ineficientes de explotación.
Sería bueno que las instituciones de salud estudiaran dentro de unos años a quienes hoy son los niños, adultos y ancianos expuestos a la emanación diaria de estos gases (mientras esperan la guagua, el bicitaxi, coches de caballos o el transporte que los “amarillos” facilitan), encontrarían que este grupo de personas ha desarrollado asma, enfermedades con la que probablemente no nacieron, alergias y cáncer (las partículas contaminantes producen mutación celular).
¿Qué opción existe para las personas ante este grave ataque a su salud y su derecho ambiental?. En una ocasión vi a una mujer joven cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo y entrecerrar los ojos mientras cruzaba una de estas calles a una hora infernal. Una ineficaz opción. La misma que podría adoptar el resto de la población.
¿Qué hacen las autoridades? Ahí va una proposición: regular de una vez por todas el ineficiente proceso de revisión vehicular estatal y particular, que hoy es sólo una broma de mal gusto y que está muy lejos de controlar las emisiones nocivas de los equipos automotores y sus ineficientes condiciones técnicas para su explotación sin dañar a los ciudadanos.
Esta medida tiene que estar acompañada de sanciones para quienes conduzcan cualquier vehículo en condiciones mecánicas deficientes. Si la medida de castigar a los conductores que no respetan la salud de sus conciudadanos, ni la del medio ambiente, empiezan mañana, la policía no daría abasto a multar a todos los infractores.
En las propuestas de quienes buscamos mejorar la calidad de vida de las personas en la convivencia urbana la contaminación del aire de la ciudad debe ser incluida como “un programa serio” que tiene que resolverse, pues la ciudad es producto de la interacción de todos los que vivimos en ella y de lo permisivos que hayamos sido con las acciones que aquí se llevan a cabo.