RESPUESTA AL CASO 19
Noticias como estas de que quieren retirarle el tratamiento de hemodiálisis a una anciana con insuficiencia renal por encontrarse en un estado de demencia en un hospital australiano deberían alarmarnos, como tantas otras que nos llegan con frecuencia, cuando constatamos con desesperanza que el valor de la vida de las personas no está determinado por lo que es en sí sino por los bienes económicos que reporta.
La vida de una persona comienza desde el momento de la concepción y termina con la muerte. La vida es un don que Dios nos hace a cada uno, por lo tanto no tenemos ningún derecho para quitársela a alguien.
La ancianidad es una etapa de la vida a la que no todos pueden llegar desgraciadamente, pero para quienes la han alcanzado se trata de dar gracias por todas las experiencias vividas, sentirse complacido cuando se procuró servir a todos, estar acompañado por los seres queridos y recibir todos los cuidados que se necesitan, aunque muchas veces conviviendo con dificultades físicas y mentales o algún que otro padecimiento. En el caso que nos ocupa se trata de alguien que además de su enfermedad renal ha perdido sus facultades mentales pero continúa siendo una persona, que además está enferma y, por la misma razón, necesita más de la atención de los médicos.
Decir que retirar el tratamiento de hemodiálisis y esperar la muerte en días o semanas, no son los intereses más buenos es dejar desamparada a la paciente en los momentos que más necesita atención.
Habría que cuestionarse para quién son buenos esos intereses, porque está claro que para la paciente no lo es porque se está poniendo fin a su vida. Para la familia tampoco lo es porque vivirá la pérdida de un ser querido. Faltaría preguntarse si para la institución o para el personal médico lo es y si la respuesta es afirmativa debemos indagar sobre los supuestos criterios que se han usado. Si el personal médico piensa que lo mejor es no tener las molestias de un enfermo a quien resulta difícil realizar los procederes médicos es porque han perdido el sentido de su verdadera vocación que es la atención a los enfermos. Si se trata de decir que no vale la pena poner ningún tratamiento por el estado terminal de la paciente, creo que estamos en un error porque la vida de esta persona no ha terminado aún y no nos tocaría a nosotros ponerle fin o adelantarla dejando de hacer lo que su estado requiere, lo que es lo mismo que matarla. Cuando un paciente se encuentra en un estado terminal, es decir que su enfermedad no tiene cura y que irremediablemente el fin está cerca, la actitud de un buen médico sería brindar todos los servicios.
PROPOSICIÓN DEL CASO 20
Una mujer con 17 semanas de embarazo se encuentra hospitalizada por bajo peso. A visitarla llegan una amiga y su hija de 18 años. Como la visita se extiende les llama la atención que en la sala de enfrente una enfermera llame a varias mujeres por su nombre, quienes pasan a un cuarto, pasado un rato las traen en una camilla, reposan y se marchan. Así sucede con otras más.
Curiosa la joven, pregunta:
- ¿Qué tratamiento realizan en esa consulta?
- Ahí es donde se «hacen los legrados» Le responde la embarazada.
- ¿Eso es todos los días igual? insiste la joven.
- Bueno desde que yo estoy aquí, sí.
- ¿Acuden tantas muchachitas jóvenes? Pregunta la madre.
- La mayoría. Muchas veces vienen hasta con uniforme escolar, solas o con una amiguita.
A algunas las acompaña su mamá.
- ¿Antes de que pasen a hacerse el aborto les explican qué les va a pasar, los riesgos para su salud, les dicen que «eso» que llevan adentro es una persona y que es su hijo? Pregunta la madre.
- No, además son muchas las que pasan todos los días por ahí, que no hay tiempo.
- Mamá, en la escuela cuando hablan de educación sexual nos dicen que lo más importante es no tronchar nuestros estudios, usar medios anticonceptivos seguros y en el caso de que estos fallen el aborto es un método anticonceptivo más y no hablan de los riesgos. Apunta la joven.
¿En qué momento comienza la vida humana? ¿Es el aborto un método anticonceptivo?
¿Cuáles son los riesgos para la vida de la madre y los daños psicológicos que este podría dejar? ¿Constituye el alto número de abortos una preocupación para nuestra sociedad? ¿Qué podemos hacer? Preguntas como estas les dejamos hasta la próxima vez.