Revista Vitral No. 70 * año XII * noviembre-diciembre de 2005


CARTAS DESDE LA HABANA

 

ÉTICA, TRANSPARENCIA
Y SOCIEDAD

FÉLIX SAUTIÉ MEDEROS

 

 

 


Estimado lector de Vitral:

Hay conceptos y palabras que dentro del medio en que vivimos inmersos se han convertido en tabúes que no se pueden mencionar en público porque su significado se identifica conflictivamente. Muchas veces en mis experiencias como profesor de Ética he chocado con muchos prejuicios, con miedos e incluso hasta con oportunismos circunstanciales relacionados con el uso de estos conceptos y palabras a que me refiero.
En este orden de cosas, en cierta ocasión un alumno, estudioso de estos asuntos, se me acercó para plantearme una consulta sobre la transparencia, me preguntó si en una sociedad proclamada colectivista, la falta de transparencia era lícita en su aspecto ético conceptual por motivo de razones estratégicas fundamentadas desde el punto de vista de la defensa de un sistema social justo.
Mi respuesta fue que siempre hay que definir inequívocamente a la transparencia como una virtud esencial de cualquier gobierno institucional, ya sea de una instancia propia de la sociedad civil o del Estado de que se trate. Esto no quita que haya asuntos que, por su índole militar relacionados con la genuina defensa de una nación, puedan y deban ser compartimentados de acuerdo con los planes operativos tácticos y estratégicos. Pero la transparencia de la gestión de gobierno, en mi criterio, es una necesidad de la democracia, de la justicia y de la imprescindible probidad de los gobernantes institucionales en cualquier instancia social, civil o estatal de que se trate.
La transparencia tiene que ver directamente con el cumplimiento del mandato de los que son representados por el Gobierno en cuestión, porque sin transparencia es muy difícil que se logren la aceptación y adhesión necesarias para que la gobernabilidad sea efectiva y verdaderamente justa. Detrás de la falta de transparencia surgen los mitos políticos y sociales y encuentra un campo fértil la impunidad y el absolutismo que empobrecía a la sociedad. Cuando no hay transparencia en cualquier instancia colectiva, su gobernabilidad básica necesitará de la imposición represiva para mantener sus niveles de efectividad funcional, lo que agota por sí mismo toda ética, porque sin libertad para manifestarse la ética es ahogada por la sumisión.
Otro problema muy importante que surge de la falta de transparencia es el establecimiento de una barrera o distancia en desarrollo entre los agentes que detentan los timones de mando del colectivo en cuestión y los miembros o ciudadanos que lo integran. Es muy difícil que pueda mantenerse un flujo de diálogo interno si no existe transparencia en la gestión; porque cuando se pretende funcionar sin transparencia, entonces habrá necesariamente sectores ocultos sobre los que no será posible el diálogo y mucho menos la concertación, lo que lógicamente generará la desconfianza silenciosa y subterránea que poco a poco horadará las bases esenciales de cualquier institución privada, no gubernamental o estatal.
La confianza es un concepto subjetivo muy importante; pero la confianza, con el devenir del tiempo, necesita de una retroalimentación esencial entre todos los factores interrelacionados en el sistema y un ente catalizador al respecto es la puesta en práctica de una transparencia funcional que se desarrolle de arriba hasta abajo y desde las bases hasta las cúpulas. En resumen, considero que cuando falta transparencia la confianza inexorablemente se debilitará por múltiples razones subjetivas y objetivas; entonces las sorpresas y los sobresaltos de lo inesperado serán recurrentes, dañando la credibilidad y el prestigio de la dirección o gobierno específico. Mantener una falta de transparencia compartimentando o manipulando la información es una acción que empobrece al pensamiento y a la creatividad de la población.

Hasta la próxima.

 

 

Revista Vitral No. 70 * año XII * noviembre-diciembre de 2005
Félix Sautié Mederos
(La Habana 1938)
Licenciado en Ciencias Sociales y Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos. Miembro de la Asociación de Teólogos Laicos (católicos) de España. Profesor de Ética y Cooperación al Desarrollo en el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos de La Habana (ISEBIT). Periodista. Tiene publicados varios libros en España: Sin tiempo para morir (novela testimonio); Evangelio y Revolución, en colectivo de autores con Pedro Casaldáliga y Benjamín Forcano; Cuba: Problemas y Retos; Palabras de esperanza, y otros más, así como múltiples crónicas y artículos periodísticos.