Revista Vitral No. 67 * año XII * mayo-junio de 2005


POESÍA

 

RAZÓN DEL CUERPO

EZEQUIEL MORALES MONTESINOS


 

 

 


Vivencias

Voy a abrir un agujero al tiempo
para no recoger las maletas y lanzarlas
a la luz.

Semejanza al poeta

Somos un solo cuerpo
¡Cuánto podríamos cambiar!.
Esa pequeña roca de mostaza
reventaría el sentimiento más duro
y cambiaríamos las montañas
para rellenar el vacío de la miseria.
¿Será por eso que nos persiguen?
para ocupar los barrancos de ciertas utopías.

Sobre la noche del cuerpo a mediados
del rocío

Mira estas paredes frescas que surten las yemas del rocío.
La neblina recesa sus cortos trazos al final del camino.
Pero mejor llenen los cuerpos
para que vierta la sangre del rocío.
Que los cuerpos descansen sobre ella.

A través de la oscuridad
el ángel gobierna con un solo parpadeo.
La golondrina siega la luz del centeno.
Pero la vida se repite a mediados del rocío.

En esta rama del siglo XXI la tierra ha muerto,
permaneceremos exasperados
mientras sus alas sacuden el resplandor.

¡Acaso las noches florecen rocíos
y sábanas nuevas responden
a los destellos más lejanos del cuerpo!

El mundo es un murciélago
cuando duerme

Estoy pisando el cielo
y la tierra se hace cada vez más lejana.
Aunque la gravedad me tienda su mano
Hay pétalos que van a la guerra
y regresan como árboles caídos.
Los cuerpos tejen los rituales del mundo.
El mundo es un murciélago cuando duerme.

Mientras algunos tejen su propia luz

Estoy en un lugar sin sombra
en el abismo momentáneo del pasado.

Sobre las ásperas señales del miedo
se deshacen lirios que atraviesan las voces
aunque se aleja leve la armadura
o las extrañas palabras del espejo,
deambulan con la imagen perpetua.

El tiempo retorna su propia luz
como la excitante penumbra que adoro
intento ocupar un lugar impreciso
donde fueron aquellos.
Habrá cualquier profeta
cantando bajo los puentes
sin la melancolía del viento en contra de mis manos,
pero no subestimo la realidad
hasta que se respeten
las claves abstractas del fuego.

Un mundo que se reparte

¿Cuántos viejos hacen su extraña inscripción sobre
las rocas
y palidecen los narcisos que cubren las tumbas?
¿Cuántas piedras en el jardín de los vidrios rotos
salidas del corazón de los hombres
se han quedado para no marcharse?
Reclamando su sitio a pesar de la tristeza.
¿Cuántos han tachado el día del calendario
y la memoria para resucitarse?
mientras sigiloso se filtra el ocaso.
También existe este mundo que se reparte.

Conversación con una mujer
y el amparo del tiempo

1
Quiero asumir el tiempo como los sitios más
imprescindibles que
iluminan la flor moribunda sin el poder de trasnochar
la belleza más
sorprendente hacia tu rostro, donde las estaciones
son falsas entre sí.

2
Si regresas con mis brazos, te percatarás que en ellos
los pensamientos son más abstractos que la primera
vida. Pero mejor
haz que anulen las piedras de mis deseos para
difuminar los reflejos
cuantas veces sean creíbles.

3
En cualquier lugar habrá un beso oblicuo que carece de locuras.
Menos en alguna sombra absolutamente normal.

4
Si mi cuerpo grita los latidos de la naturaleza, se
protegen también
tus miradas camino al sol. Pero el tuyo es tan obsceno,
que amorosamente converges la noche.

5
La última vez me acusas del gemido por los ojos de la memoria,
que puede ser tan agresiva como tejer mis mejores palabras
cuando hay luna llena.


 

Revista Vitral No. 67 * año XII * mayo-junio de 2005
Ezequiel Morales Montesinos
(Pinar del Río, 1976)
Miembro de la Asociación Hermanos Saínz y de la socieda Cultural José Martí. Premios y menciones en encuentros de talleres literarios. Finalista del Premio de Literatura Erótica Farraloque-2005.
Labora en el Consejo Provincial de Artes Plásticas.