Revista Vitral No. 67 * año XII * mayo-junio de 2005


ECONOMÍA


COMERCIO CUBA-EE-UU:
UNA ESPIRAL CRECIENTE

JOSÉ DE JESÚS PINO GONZÁLEZ

 

 

 

 

Los ciclones generalmente nos dejan muchas cosas malas y a veces algunas cosas buenas. Entre las buenas está el agua que se recoge en las presas, tan anhelada en tiempos de sequía; la solidaridad entre los cubanos es otra. El ciclón Michelle (noviembre del 2001) nos dejó, entre muchas cosas malas, una buena: la autorización por la administración norteamericana de ventas de alimentos a Cuba.
Las ventas directas de alimentos a Cuba se iniciaron en diciembre del 2001; comenzaron de manera incipiente, pero ya hoy constituyen una importante fuente de suministros alimenticios para el país. Así lo valora la Empresa ALIMPORT, del Ministerio del Comercio Exterior cubano, cuando en su declaración del pasado 25 de febrero de este año, hacía referencia a que los alimentos comprados a los productores estadounidenses obedecen al interés del gobierno cubano de “satisfacer la canasta básica de la población cubana” y que con la medida del pago anticipado en estas transacciones se pone “en peligro la alimentación cubana, incluída la infantil, y la adquisición de materias primas que se utilizan para la elaboración de otros alimentos” (las palabras entre comillas son textuales – periódico Granma, sábado 26/2/2005).
Realmente las ventas de alimentos norteamericanos a nuestro país han tomado una espiral creciente, desde su inicio hace más de tres años, por una iniciativa del Congreso de los EE.UU, a tenor de la Ley sobre la Reforma de las Sanciones Comerciales y la Promoción de Exportaciones. Sólo en el pasado año 2004 las ventas directas de alimentos norteamericanos a Cuba alcanzaron los 470 millones de dólares. De manera acumulada, hasta el pasado 23 de febrero, se han contratado alimentos a los EE.UU por 1255 millones de dólares, traduciéndose materialmente en 4,9 millones de toneladas de alimentos; Cuba había pagado hasta ese momento 1061 millones de dólares por esas adquisiciones. En menos de dos meses del presente año se han importado desde los EE.UU 90 millones de dólares en alimentos, quedando 250 millones de dólares en contratos pendientes de ejecución. (Fuente: ALIMPORT, MINCEX).


De hecho, los EE.UU han venido a convertirse en el séptimo socio comercial de Cuba, sólo aventajados por el comercio con Venezuela, España, China, Canadá, Holanda e Italia. Para los Estados Unidos, Cuba es hoy su socio comercial número 22; el país número 14 para las exportaciones de trigo, el número 8 para las de carne de ave, y el número 3 para las de arroz. (Fuente: periódico La Jornada, México). En la actualidad, 138 compañías de 35 estados de la Unión comercializan sus productos hacia Cuba a través de 23 puertos norteamericanos, mientras que 340 ejecutivos estadounidenses participaron en la última reunión bilateral de negocios celebrada en el Palacio de Convenciones de La Habana. (Fuente: ALIMPORT y semanario Opciones, Cuba). Expositores norteamericanos participan ya regularmente en ferias cubanas.
Estas transacciones comerciales pasan por los vericuetos de un embargo comercial (llamado en Cuba bloqueo) ahora más inoperante que nunca en lo tocante al suministro de productos alimenticios a la isla caribeña. Los barcos cubanos no pueden intervenir en la transportación de las mercancías adquiridas en el vecino norteño, pero otros buques lo hacen sin mayores dificultades. No es posible hacer las transferencias monetarias directamente por bancos cubanos ni en dólares estadounidenses desde nuestro país, pero pueden hacerse a través de bancos de terceros países hacia donde Cuba transfiere dinero, según las propias declaraciones del Ministro – Presidente del Banco Central de Cuba. No se conceden a nuestro país créditos comerciales y ahora los pagos tienen que hacerse por anticipado, pero hasta el presente Cuba ha dispuesto del efectivo necesario para cumplir puntualmente sus obligaciones, y es muy probable que en el futuro lo pueda seguir haciendo, debido principalmente a los ingresos de divisas líquidas provenientes de las remesas familiares, estimadas por algunos analistas en más de mil millones de dólares anuales (fundamentalmente remesadas desde los propios EE.UU y la Unión Europea) y las utilidades netas provenientes del turismo (más de 500 millones de dólares al año).
Otro asunto es la imposibilidad de Cuba de exportar productos hacia los Estados Unidos. Lógicamente la estructura de estos productos exportables no sería hoy la misma de la década de los cincuenta, cuando exportábamos hacia el vecino norteño, además de los renglones tradicionales y fuertes del azúcar y del níquel, otros como frutos menores, carnes y huevos -vía ferry-; todos ellos remanentes de nuestro comercio interno, que se abastecía de tales renglones con la producción nacional, lograda por productores privados.
Sin lugar a dudas la exportación de alimentos beneficia de manera muy particular a los productores norteamericanos. Por sólo poner un ejemplo, las exportaciones de huevos hacia nuestro país permitieron compensar en algo el desbalance financiero producido por la caída del precio de este producto.
El balance de las compras directas de alimentos a los EE.UU parece ser saldado de manera favorable para ambas partes comerciantes. Lo que sorprende es que nuestro país, antaño exportador básico de alimentos, hoy se haya convertido en un importador de ellos, y no digamos de alimentos que no se producen en Cuba, pues siempre éstos habrá que importarlos, sino de renglones tales como huevos y carne de aves, tradicionalmente disponibles en nuestro país a partir de la producción local.
Sorprende también que la agricultura cañera y no cañera y la rama pecuaria cubanas no nos ofrezcan hoy el resultado de todas sus potencialidades, no satisfagan las necesidades poblacionales y se encuentren en la penosa situación de estar subsidiadas por el presupuesto nacional, agravando las angustias de un presupuesto deficitario en 1635 millones de pesos para el presente año, lo cual fomenta la inflación en el país. (Fuente: Presupuesto del Estado para el año 2005).
También sorprende que se diga que los productos alimenticios adquiridos en los EE.UU están destinados a satisfacer las necesidades de la canasta básica de la población cubana. Lógicamente, una parte de ellos está destinada a satisfacer las necesidades de esa exigua canasta, no tan “básica”, pues ésta se reduce a una cuota mensual normada per-cápita de 6 libras de arroz, media libra de aceite, unas onzas de frijoles, y otras de jamonada o picadillo extendido, 5 libras de azúcar y la garantía de cuotas cárnicas, de huevos o pescado exiguas para algunos enfermos, así como un litro de leche diario para niños menores de 7 años y otros víveres, en menor proporción.
De acuerdo con los datos reportados por Cuba en su informe sobre las afectaciones del bloqueo de los EE.UU, el consumo per-cápita anual en nuestro país de carne de ave es de 7,1 kg y el de huevos de 5,1 kg. Esto representa unas 79360 TM de carne de ave y 57000 TM de huevos, dada la población de nuestro país (Censo del año 2002: 11 177 000 habitantes).
Una cuota normada de media libra de aceite mensual, presupone un abastecimiento anual de 30900 TM de este producto, en números redondos. Por supuesto, no toda la carne de ave ni todos los huevos que se consumen son importados de los EE.UU, pero sí al menos parte de las materias primas necesarias para la elaboración de los piensos necesarios para obtener estos productos.
La falta de información no nos permite calcular la cantidad necesaria total de alimentos importados para satisfacer esta “canasta básica”, pero evidentemente, no puede alcanzar en poco más de 3 años los cuatro millones 900 mil toneladas de alimentos que se han negociado con los EE.UU mediante el mecanismo de las compras directas.
El lector, sin embargo, podrá darse cuenta de que varios productos de procedencia norteamericana (también de otros países) se comercializan en las tiendas de recaudación de divisas y en los mercados estatales en moneda nacional a precios que sobrepasan con mucho a los precios de adquisición de los mismos; tales son los casos (en moneda nacional no convertible) del aceite ($18 la libra), la carne de pollo ($18 - $23 la libra), los huevos ($1,50 la unidad), el arroz ($3,50 la libra) y los productos elaborados con harina de trigo, como el pan ($5 la libra) y las galletas ($10 la libra). Los precios de las tiendas recaudadoras de divisas son similares y, en algunos casos, superiores. Una libra de pollo, o de aceite, 4 libras de arroz o 10 huevos están por encima del salario medio promedio diario de un trabajador en nuestro país. Y se conoce suficientemente por los “cubanos de a pie”, que estamos obligados a adquirir productos a estos precios y en tales mercados, pues la cuota normada –sí equiparada a nuestra media salarial- nos alcanza como promedio para cubrir las necesidades de tan sólo la tercera parte del mes.
El asunto es polémico y sería un buen tema para un debate público, pues todas sus aristas no se pueden agotar en la corta extensión de un artículo como el presente. Por eso quiero cerrar el mismo con una noticia curiosa:
Recientemente (el 19/2/2005) el diario mexicano La Jornada reflejó la noticia que Cuba había contratado con productores de EE.UU el envío a la Isla de 40 mil dólares en frutas en conserva. ¿También estarán destinados a formar parte de la canasta básica cubana?


   

Revista Vitral No. 67 * año XII * mayo-junio de 2005
José de Jesús Pino González.
(1953, Quivicán, La Habana).
Sistematizador en la UIP “Cuba-9”, del MINAZ.