Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005


EL PAPA Y LA VIRGEN

JANELY GARCÍA ALFONSO

 


Lo que más impresionó al Obispo de Pinar del Río en su primera visita Ad Limina fue ver a aquel hombre de profundo vuelo filosófico, rezar el rosario “como una viejita polaca”. La vida de Juan Pablo II está indisolublemente ligada a la Madre de Jesucristo. Su devoción tiene una profundidad que ilumina todo su pensamiento y su pontificado, y al mismo tiempo una sencillez de las antiguas tradiciones marianas del mundo, como la de su pueblo.
De niño, cuando perdió a su madre a los 9 años, consagró a María, su madre del cielo, toda su existencia, y a esa entrega fue fiel. De joven acostumbraba a peregrinar al santuario mariano de Jasna Gora, siempre acompañado de otros jóvenes. De obispo mantuvo esta costumbre, recorría varias veces al año en bicicleta los 140 kilómetros que separaban su obispado del santuario mariano que siempre visitó, siempre en compañía de jóvenes.

El Papa ante la Virgen de la Caridad en el
Santuario Nacional de San Lázaro en El Rincón.


Durante la dura ocupación alemana, Karol Wojtyla vivió el proceso de discernimiento espiritual que descubrió su vocación al sacerdocio, en ese tiempo, la lectura de varios libros sobre María, y su continua oración, fueron parte importante en la decisión final.
Cuando fue hecho Papa escogió el lema Totus Tuus (frase latina que se usa para decir: “Todo Tuyo María”) y diseño él mismo su escudo papal en el que aparece la cruz de Cristo y al lado una M, evocando el pasaje del Evangelio de San Juan que dice “junto a la cruz de Jesús estaba su Madre (Jn 19, 25)”. Para el Papa polaco, María y la Cruz eran la guía segura para que su ministerio contribuyera a llevar a la Iglesia a la resurrección de Jesucristo, en una coyuntura histórica en la que grandes peligros de muerte se cernían sobre la humanidad.
Durante su intenso apostolado por todo el mundo, Juan Pablo II coronó innumerables imágenes de la Virgen en sus viajes apostólicos, consagró el mundo y a Rusia al Inmaculado Corazón de María siguiendo uno de los secretos revelados por la Virgen de Fátima a los pastorcitos el 13 de mayo de 1917. El Papa Mariano tenía claro que la intercesión de la Virgen era vital para la fe de cualquier persona, y para la Iglesia, rechazando cualquier corriente que tendía a dejar en segundo plano esta importante dimensión de la fe católica. En Cuba, coronó a la Virgen de la Caridad del Cobre como Reina del pueblo cubano, el 24 de enero de 1998, ahí dijo: “Desde aquí quiero enviar también mi saludo a los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos sus hermanos que viven en esta hermosa tierra, los pongo bajo su maternal protección, pidiéndole a Ella, Madre amorosa de todos, que reúna a sus hijos por medio de la reconciliación y la fraternidad.” (Homilía en Santiago de Cuba)

La imagen de la Virgen de la Caridad, recién coronada por el Papa,
es mostrada al pueblo que repletaba la Plaza Antonio Maceo
de Santiago de Cuba, el sábado 24 de enero de 1998.

Fue el 13 de mayo de 1981, día de la Virgen de Fátima, cuando en el atentado que sufrió, según sus propias palabras: “una mano disparó la pistola, la del asesino, y otra mano, la desvió para salvarme, la de la virgen”. Una vez restablecido llevó personalmente la bala extraída de los intestinos, y la colocó en la corona de la Virgen de Fátima.
Su último viaje apostólico fuera de Roma fue el 15 de agosto del 2004 al santuario de la Virgen de Lourdes, para peregrinar como enfermo y celebrar el 150 aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.
El camino a Cristo pasa por María, muchos somos los cristianos que hemos llegado a Él a través de la devoción a su madre amantísima. El Papa que ahora despedimos lo había experimentado, y por eso pudo ser “todo de su pueblo”, Ella lo enseñó.

 

 

Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005
Janely García Alfonso
San Cristóbal, 1974
Lic. en Psicología, Máster en Psiquiatría Social, actualmente trabaja en el hospital “Abel Santamaría” de Pinar del Río.