Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005


EL OFICIO DE LA FIDELIDAD:
EL PONTIFICADO
DE JUAN PABLO II


AMAURI F. GUTIÉRREZ COTO

 

 

El pontificado de S. S. Juan Pablo II ha recibido el elogio universal de todos los hombres de buena voluntad, independientemente de su credo, raza o procedencia geográfica. No obstante, como todo gran hombre también ha tenido detractores. Muchos de ellos tenidos en gran estima por su obra teológica heterodoxa y separada del Magisterio de la Iglesia. Ese es le caso del teólogo católico Hans Küng que algunos llaman “disidente” y otros más liberales le dicen “independiente” aunque yo prefiero llamarlo con todo respeto “separado”.
Las principales críticas de este teólogo suizo-alemán, entre otras, se concretan en mostrar a Su Santidad como el culpable de un rechazo a la mujer en el seno de la Iglesia, del avance del SIDA, de la estampida vocacional, de la cerrazón ecuménica y de una embestida «inquisitorial» a aquellos teólogos críticos con el Vaticano. Precisamente, las Encíclicas y las iniciativas seguidas por este pontificado demuestran lo contrario. Las críticas fundamentales a S. S. Juan Pablo II no proceden de sus actuaciones mismas sino de su compromiso con la defensa de la verdad. Esa verdad que es Cristo mismo.

El Papa pide perdón por los errores de la Iglesia.
Jubileo del 2000.

¿Se puede hablar de rechazo a la mujer en una Iglesia donde la presencia de María ha marcado cada uno de sus instantes?. Recuérdese que la Iglesia de hoy defiende precisamente la diferencia entre el hombre y la mujer, en un mundo donde se proponen falsos igualitarismos. Recuérdese que la Iglesia de hoy es la misma que preparó instrucciones de enorme profundidad teológica sobre la vida contemplativa femenina como la Verbi Sponsa. Estamos frente a una Iglesia que, después del Concilio Vaticano II, ha potenciado de manera especial el lugar de la mujer dentro de su actividad pastoral. Lamentablemente toda la labor de defensa de la Iglesia en favor de la mujer y de su dignidad, es opacada por aquellos que objetan la cuestión del ministerio sacerdotal. También, en este último aspecto, a S. S. Juan Pablo II le ha tocado ser defensor de la Verdad y el mundo de hoy, tan apegado a las libertades sociales, trata de interpretar en esta misma clave algo que no pertenece a ella.
Acusar a S. S. Juan Pablo II de promover el avance del SIDA es una de las más absurdas críticas de Küng quien no mira todo lo que hace la Iglesia por defender las relaciones de pareja estables y por el respeto de la unidad familiar. En lugar de defender el uso de métodos anticonceptivos de dudosa efectividad frente a la pandemia del SIDA, la Iglesia se ha comprometido por proponer la solución única y verdadera a esta pandemia mundial: el respeto de la dignidad de la persona humana.
El Dr. Hans Küng acusa a S. S. Juan Pablo II de una estampida de vocaciones causada precisamente por aquellas cosas que él defiende. Me refiero obviamente a un mundo marcado por un hedonismo que ve a la persona humana como un instrumento y no como un fin. Una sociedad donde la mujer es lo mismo que el hombre, fíjese que no digo igual, la mujer sí es igual al hombre pero no es lo mismo. Este sutil límite plantea después muchos problemas éticos a una juventud marcada por una cultura donde el cuerpo para ser usado y no la persona humana, es el centro de referencia.
¡Cómo es posible acusar de cerrazón ecuménica a un Pontífice que se reúne con los hermanos separados para llegar a los consensos teológicos que se han logrado! Recuérdese que estamos frente al Papa que aceptó a la comunión de la Iglesia nuevamente a los seguidores de Mons. Marcel Lefebvre. ¡Cuánta demostración de humildad y de afán de unidad! Muchos se preguntarán de dónde procede entonces esta acusación. Es nuevamente el peso de sostener la verdad, la obligación de reconocer y aclarar a los fieles que la Iglesia de Roma es la verdadera y única Iglesia de Jesucristo. Es una verdad que puede dificultar el diálogo pero no por ello se la debe silenciar.
La tentación de seguir los criterios generalizados es muy alta. Sobre todo cuando esos criterios se imponen ya como costumbres en un mundo a espaldas de la verdad de Cristo. La fidelidad a la Verdad nos hace mostrarnos ante aquellos que la han olvidado o ya no la ven, como intolerantes y conservadores. El temor a ser rechazados por los demás no supuso en SS. Juan Pablo II un cambio en su fidelidad a Cristo. A pesar de eso, y en contra de todas las predicciones de sus críticos, el mundo se levanta hoy para rendir tributo a un hombre que supo comprometerse con un seguimiento radical de Jesús como tantos otros anónimos a los cuáles nunca le han sido encomendadas las riendas de la Iglesia. A esa falta de temor a ser rechazado, es lo que le llama Hans Küng “embestida inquisitorial”, es decir a no tener miedo a ejercer su Magisterio hasta sus últimas consecuencias.
Es muy difícil hacerlo mejor cuando se tiene como oficio la fidelidad a la verdad. Ese es quizás uno de los más difíciles oficios de un Pontífice. De Hans Küng, solo podemos decir como decía San Agustín: conviene que haya herejes. Gracias a este teólogo separado podemos valorar hoy cuán difícil debió haber sido para SS. Juan Pablo II cumplir con su oficio de Vicario de Cristo, gracias a eso podemos saber de cuánto valor requirió para conducir el timón de la Iglesia en unas aguas como las del mundo de hoy.
Sé que no faltará quien levante su voz contra estas letras y me pregunte quién soy para criticar a tan reconocido e insigne teólogo. A ellos, me gustaría decirles que esta crítica no es mía sino del sentido común. Ojalá sirva esta breve reflexión para que cada uno de nosotros tome conciencia de ese oficio de cada católico como hombre que debe una fidelidad absoluta a la Verdad de Jesucristo.

 

Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005
Amauri Francisco Gutiérrez Coto,
C. de La Habana, 1974. Joven poeta y ensayista católico cubano.
Lic. en Filología. Ha publicado Acerca de lo negro y la africanía en Motivos de Son (ensayo, 2002), Diario de un intruso (poesía 2003). Tiene en proceso editorial Ferrater Mora en Cuba (Ed. Unicornio) y Polémica literaria entre Baquero y Marinello 1944 (Ed. Renacimiento, Sevilla)
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