Decir que Juan Pablo II fue un Papa que rompió moldes y esquemas no es nada nuevo. Uno de estos aspectos en los cuales el impacto de su vida fue muy grande y con muchas repercusiones en los medios de comunicación fue su afición al deporte. Pero no pensemos que fue algo surgido al llegar a Roma para servir a la Iglesia, sino que viene desde muy atrás.
Desde niño practicó el fútbol en su natal Wadowice1 y se cuenta que incluso dentro de la casa, con su padre, acomodaban los muebles en las esquinas para entrenar. Uno de sus profesores afirma que llegó a ser un buen portero del equipo local(2). De esta pasión infantil y juvenil le quedó el placer de “seguir por televisión las retransmisiones de algunos partidos internacionales, sobre todo si formaban parte del Campeonato del Mundo” (3).
En su primer viaje a México los jugadores de fútbol del Guadalajara F.C. le regalaron una imagen de Jesucristo con un balón en la mano mientras la multitud que llenaba el estadio coreaba: “Viva el Papa deportista”(4)
Juan Pablo II fue el primer Papa en acudir a un campo de fútbol, el estadio Olímpico de Roma, para presenciar un partido completo el 29 de octubre del año 2000, durante el Jubileo de los Deportistas, ante 70 mil personas que lo recibieron con la tradicional “ola”. Partido especial por cierto que enfrentó a dos equipos con futbolistas de todo el mundo, entre los que figuraban católicos, anglicanos, protestantes, musulmanes, evangelistas, ortodoxos, budistas e, incluso, un ateo. La expresión del fútbol como fuente de entendimiento y paz cobró una elevada dimensión gracias al Papa, en pos de la eliminación de las diferencias raciales, políticas, ideológicas o religiosas(5).
Se dice también que aprendió a jugar ajedrez y que lo hacía bien, tanto que a los dieciocho años tuvo a su cargo una sección diaria del deporte ciencia en un periódico de Cracovia.(6)
Ya sacerdote y profesor, sus alumnos de la Universidad de Lublín le llamaban el “tío Karol” Son recordados los paseos y caminatas por los montes Tatra, viviendo al aire libre, durmiendo en tiendas de campaña y compartiendo sanamente. No faltaban también las excursiones en canoa por ríos y lagos que podían ser de veinte a cincuenta kilómetros remando en un día, además de acampar para descansar, comer y conversar. Los recorridos en bicicleta hasta los santuarios marianos fueron otra de las actividades del futuro Papa, en especial al de Jasna Gora para rezar a los pies de la Virgen Negra de Polonia, la Virgen de Czestochowa. Los jóvenes le «temían» a estos recorridos pues podían ser desde seis hasta noventa o cien kilómetros(7).
Era ocasión especial para el joven sacerdote trabar sincera amistad con los jóvenes y poder ayudarlos en esta etapa, siempre difícil, a escalar cimas más difíciles: las del crecimiento humano y espiritual (8). Dicen que en medio de una excursión en canoa le sorprendió su nombramiento como obispo. Tenía 38 años y era el obispo más joven de Polonia(9).
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El Papa juega baloncesto con unos niños
durante una visita a una escuela. |
El Padre José María Javierre cuenta la anécdota de que siendo Arzobispo de Cracovia el Cardenal Wojtyla estaba tan agotado, que se dirigió a uno de sus refugios preferidos, a un santuario perdido en el fondo del valle más lejano y dejó esta orden: “Volveré dentro de tres días, mientras tanto no me busquen aunque me llame el Papa desde Roma”(10). Estaba en uno de esos momentos de ponerse cerca de Dios para cargar las baterías que le permitirían correr la hermosa carrera que le hemos visto hacer.
Esquiar lo fascinaba al punto que las personas se extrañaban al reconocer al “padre Karol” deslizándose por una pendiente. No perdió su afición y en 1979 confesaba a un periodista de la AFP “¡Yo rezo todos los días para evitar la tentación!” mientras miraba un par de esquíes fabricados a mano que le había regalado un artesano de Cortina d´Ampezzo, en los Alpes(11). En 1984, en compañía del presidente italiano Sandro Pertini, estuvo todo un día esquiando en la región de Adamello, a más de tres mil metros de altura. Cuenta uno de los participantes que se extasiaba mirando la belleza de estos parajes y rezando(12). Solía decir el Papa que “desde las alturas de las montañas se está más cerca de Dios”(13). Estas visitas a las montañas las mantuvo siempre y, cuando ya no podía esquiar o caminar se deleitaba mirándolas y rezando en tan maravilloso escenario. Amante de la naturaleza, Su Santidad disfrutó de las que serían sus últimas vacaciones del 2004 en las montañas alpinas de Val Ferret, cerca de Les Combes, Italia(14)
A treinta kilómetros de Roma se encuentra Castelgandolfo, la residencia de verano de los Papas. A ella se dirigen cuando comienza el calor agobiante y húmedo de esta época de año. Poco tiempo después de ser electo se construyó una piscina de 18 metros de largo que el Papa utilizaba por las mañanas, hacía varios recorridos largos en la piscina antes del almuerzo. Los empleados y los miembros del equipo de seguridad hacían uso de ella por la tarde. La piscina fue un regalo de norteamericanos de origen polaco (15).
Con su magisterio claro expresó en el ya mencionado Jubileo de los Deportistas en el Año Santo del 2000 que debemos:
… dar gracias a Dios por el don del deporte, con el que el hombre ejercita su cuerpo, su inteligencia y su voluntad, reconociendo que estas capacidades son dones de su Creador.
…(Es necesario) encontrar un nuevo impulso creativo y estimulante, para que el deporte responda, sin desnaturalizarse, a las exigencias de nuestro tiempo: un deporte que tutele a los débiles y no excluya a nadie, libere a los jóvenes del riesgo de la apatía y de la indiferencia, y suscite en ellos un sano espíritu de competición; un deporte que sea factor de emancipación de los países más pobres y ayude a eliminar la intolerancia y a construir un mundo más fraterno y solidario; un deporte que contribuya a hacer que se ame la vida y que eduque para el sacrificio, el respeto y la responsabilidad, llevando a una plena valorización de toda persona humana (16).
El Papa mostraba su interés por el deporte de forma muy natural. Una joven de Bayamo cuenta que Mons. Pedro Meurice, Arzobispo de Santiago de Cuba, recién llegado de Roma, expresaba su asombro pues el Papa, entre otras cosas, le había preguntado qué deportes practicaban los jóvenes en Cuba(17).
Juan Pablo II fue esencialmente un místico, pero no de esa manera desencarnada que a veces se nos presentan estas personas, sino con los pies bien puestos sobre la tierra. En su carta a los artistas expresó: “La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitación a gustar la vida y a soñar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo, y suscita esa arcana nostalgia de Dios”(18). El Papa fue un enamorado de Dios capaz de descubrir en la creación toda la mano del Creador y en el hombre, su cumbre, “el camino de la Iglesia”(19)
Toda su vida, junto a los hombres, a todos los hombres, y en contacto con Dios por la naturaleza y su goce pleno en el deporte le hicieron clamar: Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria atención. Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los «habitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana».
… incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado” Encíclica Centesimus Annus No. 38
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Quisiera terminar con un comentario acerca de uno de los apelativos con que se mencionaba a Juan Pablo II apenas fue electo: «el Atleta de Dios». Y fue realmente el atleta que, como el deportista que era, se impuso la pesada carga de correr la mejor carrera de su vida: servir, servir con su vida, con su palabra oportuna y segura, sin componendas y sin miedos, servir al hombre entero, a todos los hombres de todos los pueblos, servir con su magisterio, con su ejemplo, hasta con su enfermedad y con su sereno «sprint» final que puso de pie a todos en ese gran estadio global que es hoy el mundo.
Que el Señor lo tenga en su gloria y lo premie con la “corona que no se marchita” (1Co 9, 25)
Notas
1. De Juan Pablo I a Juan Pablo II. José María Javierre. EDICEP. Tercera edición. Enero 1979
2 Juan Pablo II, ese desconocido. Miguel Ángel Velasco.. Editorial Planeta.1998. Barcelona. Pag. 16
3 Wojtyla de la A a la Z. Diccionario biográfico de Juan Pablo II. José Macca. Editorial Planeta. 1998. Pag. 63
4. Del temor a la esperanza. XV años de pontificado de Juan Pablo II. Solviga. S.L. 19. Volumen II. Pag 217
5. El deporte universal pierde a su ‘’atleta de Dios’’. Terra Deportes – Efe. http://www.terra.es
6. Juan Pablo II, ese desconocido. Miguel Ángel Velasco. Editorial Planeta.1998. Barcelona. Pag. 186 y 187
7. De Juan Pablo I a Juan Pablo II. José María Javierre. EDICEP. Tercera edición. Enero 1979. Pag 372 y 373
8 Del temor a la esperanza. XV años de pontificado de Juan Pablo II. Solviga. S.L. 19. Volumen II. Pag 216
9. Juan Pablo II, ese desconocido. Miguel Ángel Velasco. Editorial Planeta.1998. Barcelona. Pag. 57.
10. De Juan Pablo I a Juan Pablo II. José María Javierre. EDICEP. Tercera edición. Enero 1979. Pag. 404
11. Periódico Al Día de Costa Rica en www.aldia.co.cr
12. Del temor a la esperanza. XV años de pontificado de Juan Pablo II. Solviga. S.L. 19. Volumen II. Pag 217 y 218
13. Juan Pablo, amigo. La vida cotidiana en el Vaticano. Paloma Gómez Borrero. Plaza & Janes. Sexta edición 1997 Pie de foto. Grupo de ilustraciones.
14. Periódico Al Día de Costa Rica en www.aldia.co.cr
15. Wojtyla de la A a la Z. Diccionario biográfico de Juan Pablo II. José Macca. Editorial Planeta. 1998. Pag. 63
16. Homilía de S.S. Juan Pablo II en la celebración del Jubileo de los Deportistas. 29 de octubre del 2000
17. Testimonio personal de la Sra. María Victoria Castro Milanés
18. Carta del Santo Padre Juan Pablo Il a los artistas. 1999. (N. 16).
19.. Encíclica Redemptor Hominis. No. 14. Santiago de Cuba, 1965.