Puede parecernos muy curioso el hecho de que un Pontífice haya escrito poemas. No sería el primero y seguramente no será el último. Lo novedoso de la obra lírica de SS. Juan Pablo II es que no se trata de versos de carácter divulgativo o de los que buscan promover solo una piedad popular. Con lo anterior no queremos decir que los versos con esta finalidad carezcan de valor estético como textos de circunstancia. No obstante, los versos del Sumo Pontífice son poesía de enorme valor como obra artística.
Hay entre la poética que se descubre en el Papa y la de los poetas creyentes del grupo Orígenes de Cuba un nexo teológico común. Esta coincidencia, más que una forzada unicidad, refleja cierto ideal de lo que es el poeta católico y el vínculo teológico que lo sustenta. Ambas concepciones de la poesía tienen un mismo modelo. Se trata obviamente de San Juan de la Cruz a quien el Papa le dedicó buena parte de su reflexión. Lo sanjuanista, como fuente común, aparece también entre los poetas creyentes de Orígenes1. En cuanto a las conclusiones a las que llegaron el polaco universal y los cubanos, tienen cierta convergencia pero no podemos hablar de influencias, ni siquiera de una forma lejana2. Esa cercanía es la que produce el acercamiento a la verdad. Toda reflexión seria sobre qué es el poeta y hacia dónde va en su vida, después de la irrupción de Cristo en la historia, siempre arribará a las mismas conclusiones aunque estas no se expresen con las mismas palabras.
La unicidad de las ideas estéticas del Papa y los poetas creyentes de Orígenes no es más que otro lazo misterioso que es posible visualizar entre nuestra tradición cultural y la Iglesia Universal. Se habla comúnmente de nuestras raíces cristianas y lo primero que nos viene a la mente es la imagen del Sagrado Corazón que preside las casas cubanas. Pero la raíz cristiana la podemos buscar más allá, en lo más genuino de nuestra cultura letrada.
El texto de nuestro último Pontífice, que sería equivalente a la poética de Aristóteles, lo es, sin dudas, la Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas de 1999. Este documento en nuestro país desgraciadamente no ha tenido la divulgación que debiera. Allí el Santo Padre explica como el artista es la imagen por excelencia de “Dios creador” y recuerda que esta vocación revela la posibilidad del hombre de ser imagen y semejanza del Creador desde esa analogía específica. Destaca el valor de la belleza vehículo del Evangelio y la fascinación que provoca a lo largo de la historia del arte el misterio del Verbo Encarnado. La Iglesia, nos enseña el Papa, tiene necesidad del arte y el hombre también tiene necesidad de él. Es por eso que Juan Pablo II en su doble misión, como Vicario de Cristo, es decir miembro de la Iglesia, y como hombre, también sintió esa necesidad. La indagación teológica del Santo Padre sobre el tema no queda ahí. Por ello se pregunta hasta dónde el arte necesita de la Iglesia. Es aquí precisamente donde afirma que:
“...sigue siendo verdad que el cristianismo, en virtud del dogma central de la Encarnación del Verbo de Dios, ofrece al artista un horizonte particularmente rico de motivos de inspiración. ¡Cómo se empobrecería el arte si se abandonara el filón inagotable del Evangelio!”3
Esa frase nos trae a la memoria otra escrita dos años antes por la poetisa cubana Fina García Marruz al referirse al gusto del escritor Lezama Lima por los misterios católicos:
“Pero el misterio que más lo conmovió fue sin duda el que tenía que conmover más a un poeta: el del Verbo hecho carne, y después, el que más tenía que conmover a nuestro destino de muerte: el de la Resurrección”4.
El misterio de la Resurrección no solo impresionó a Lezama, también Vitier se sintió atraído por él. A este último le debemos uno de los textos más representativos del tema, titulado precisamente Resurrección5. Uno de los aspectos más significativos es el epíteto con el cual el poeta presenta a Jesucristo, nos referimos a rey de las palabras / resurrectoras de la realidad. Tal título nos hace pensar en un Cristo escritor y, por tanto, rey de las palabras. La función de esas palabras es hacer resucitar la realidad. Se trata de una realidad muerta sin Cristo, sin una dimensión trascendente que le permite ser una creación con un gesto creador. La palabra no solo crea una realidad también dignifica la realidad existente y conocida. La identificación de la persona de Jesucristo con la belleza es muy propia de la metafísica tomista más clásica, por eso nos dice “con toda la belleza que él ha sido”.
Para quien dude acerca de la seriedad de las especulaciones teológicas del grupo de poetas creyentes, basta con citar nuevamente a Vitier: “Porque la poesía, en efecto, tal como la hemos descrito sumariamente, implica o puede dar de sí una filosofía y una ética. Y hasta una religión, lo que es mucho más grave”6.
Estas palabras se harían interminables si nos extendiéramos en la lista de convergencias tan arraigadas en la teología católica y en el pensamiento poético nacional7. Vale la pena regresar a las palabras del Papa a los artistas cuando les recuerda la utilidad antropológica de la reflexión teológica:
“Todo ser humano es, en cierto sentido, un desconocido para sí mismo. Jesucristo no solamente revela a Dios, sino que «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre». En Cristo, Dios ha reconciliado consigo al mundo. Todos los creyentes están llamados a dar testimonio de ello; pero os toca a vosotros, hombres y mujeres que habéis dedicado vuestra vida al arte, decir con la riqueza de vuestra genialidad que en Cristo el mundo ha sido redimido: redimido el hombre, redimido el cuerpo humano, redimida la creación entera, de la cual san Pablo ha escrito que espera ansiosa «la revelación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19). Espera la revelación de los hijos de Dios también mediante el arte y en el arte. Ésta es vuestra misión. En contacto con las obras de arte, la humanidad de todos los tiempos —también la de hoy— espera ser iluminada sobre el propio rumbo y el propio destino.”8
En el mundo pragmático de hoy muchos artistas se preguntan acerca de la utilidad práctica de la teología católica como base y fundamento de la creación artística. Juan Pablo II responde con las palabras que acabamos de citar. Lo dice además con la certeza de la eficacia de la belleza dentro del plan de salvación de Dios.
El poemario del Papa Tríptico Romano - Meditaciones, del 2003, ha sido traducido a varios idiomas y de él se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Esa obra es una praxis de su poética que viene a significar para el hombre creyente de hoy lo que fue la reflexión aristotélica para el ideal clásico de la belleza. Ese concretar sus ideas estéticas como exigencia insoslayable de su espíritu continúa la tradición de San Juan de la Cruz y de los poetas católicos de todos los tiempos que lo precedieron. La calidad de sus versos, como es fácil de demostrar, no procede de un elogio vano.
Notas
1. Gutiérrez Coto, Amauri Francisco. “La huella de la escuela teresiano-sanjuanista en los poetas creyentes de ‘Orígenes’. (Primera Parte)”. Vitral. Año IX, No. 52, noviembre-diciembre / 2002. pp. 20-23. y “La huella de la escuela teresiano-sanjuanista en los poetas creyentes de ‘Orígenes’. (Segunda Parte)”. Vitral. Año IX, No. 53, enero-febrero / 2003. pp. 20-23
2. Gutiérrez Coto, Amauri Francisco. “La cuestión identidad y lo católico en ‘Orígenes’”. Vitral. Año IX, No. 50, julio-agosto / 2002. pp. 21-25.
3. Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas de 1999. http://www.vaticano.va/
4. García Marruz, Fina. La familia de Orígenes. Ed. UNIÓN, La Habana, 1997. p. 12.
5. Vitier, Cintio. “Resurrección”. Testimonios. Ed. UNIÓN, La Habana, 1968. p. 267.
6. Vitier, Cintio. “Sustancia española de la poesía”. Obras 1. Poética. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1997. p. 37.
7. Pronto podrá consultarse Gutiérrez Coto, Amauri Francisco. “Lo católico en la lírica creyente origenistas”. Caribe, Universidad de Nuevo México. Capítulo inédito del libro Una utopía letrada: la revista literaria Orígenes y la catolicidad.
8. Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas
de 1999. http://www.vaticano.va/