Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005


JUAN PABLO II,
PINAR DEL RÍO Y VITRAL


SERGIO LÁZARO CABARROUY

 


Una de las más intensas experiencias de ejercicio de la libertad personal la viví cuando el 21 de enero de 1998, con otros hermanos de varias comunidades de la ciudad de Pinar del Río, repartí por las calles un volante anunciando el sobrevuelo del Papa, en su viaje hacia La Habana, para estar entre nosotros 4 inolvidables días.
Así llegó Juan Pablo II a lo más profundo de mi persona, como alguien que toma la iniciativa, que sale al encuentro, que «viene a saludar», y que al mismo tiempo aviva los más nobles ímpetus de libertad y solidaridad. Libertad en el sentido de superar las ataduras del miedo y los límites que impone la realidad, y solidaridad, en el sentido de no callar a los demás lo que se ha experimentado como liberación en uno mismo.
Al sobrevolar la Diócesis, el Sucesor de Pedro envió a los pinareños un telegrama que resulta todo un programa:

Mons. José Siro González Bacallao
Obispo de Pinar del Río
Al sobrevolar el territorio de esa amada diócesis de Pinar del Río, antes de llegar a La Habana para iniciar mi viaje apostólico a Cuba, me complace dirigir un cordial saludo a los hijos e hijas de esa región occidental de la Nación, cuyos atractivos naturales evocan aquella otra riqueza que son los valores espirituales que les han distinguido y que están llamados a conservar y transmitir a las generaciones futuras para el bien y el progreso de la patria.
Evocando la fiel entrega de los católicos, que en torno a su Obispo son imagen viva de la Iglesia, les animo a perseverar en su opción de fe, su esperanza viva y su caridad solícita, y como prenda de mi afecto me complace impartir a toda la comunidad eclesial de Pinar del Río la Bendición Apostólica.
IOANNES PAULUS

En efecto, el Papa reconoce en nosotros valores espirituales que no debemos perder, y que al mismo tiempo debemos hacer fructificar, para ayudar al progreso de nuestra sufrida patria. Cómo hacerlo es asunto nuestro. En ese mismo sentido el Sucesor de Pedro invita a esta Iglesia a perseverar en su opción de fe, lo cual significa potenciar su estilo de cercanía a los necesitados, el protagonismo de sus laicos, y su vocación misionera en los diferentes ambientes de la sociedad, que se concreta en obras de promoción de la persona y de animación de éstos.

El Papa Juan Pabló II recibe a Monseñor José Siro en su visita Ad Limina en junio de 2001, después de escuchar sobre la vida del pueblo y la Iglesia el Papa le pidió que le señalaran en el mapa la Diócesis de Pinar del Río y luego expresó: “cuídeme muy bien la cola del caimán”.


Cuando la elegante maniobra del avión nos acercó al Santo Padre el pueblo pinareño estalló de alegría, en las calles, las azoteas, los portales, las casas. Saludamos al Papa como a quien llega a traernos la alegría y la esperanza, como a un amigo cercano al que hace tiempo conocíamos, mostrándose así que el ateísmo militante de las 4 décadas pasadas no había logrado destruir las referencias cristianas en la cultura de nuestro pueblo. Este gesto de cariño entrañable, al igual que muchos otros que hizo el pontífice en nuestro suelo, le hicieron entrar definitivamente al corazón del pueblo cubano por la puerta que lleva a lo más profundo de su alma mestiza de matriz cristiana: la de los sentimientos. Después, muchos seguimos con atención sus discursos y homilías transmitidos por la Televisión Nacional y, todo el que pudo, estuvo presente en alguna de sus misas.
Juan Pablo II ha sido un Papa misionero, en el programa de su Pontificado ha estado visitar a los hijos de la Iglesia en todas partes del mundo, sobre todo en aquellas donde el ejercicio de la fe, y los otros derechos fundamentales, resulta más difícil, tal es caso de Cuba y los países que antes pertenecían al bloque socialista, los países del medio Oriente, y África.
Su primer acercamiento público a nuestro pueblo fue a través del mensaje dirigido a los peregrinos al Santuario de San Lázaro en El Rincón, el 17 de diciembre de 1979, apenas un año después de ser electo Papa; en él expresaba: “ (…)Os doy así mismo mi palabra de aliento para que la peregrinación a ese santuario sea el punto de partida de una renovación interior, de una operante solidaridad con todos, de una elevación hacia metas más altas de vida moral y de un cultivo más intenso de los valores humanos y cristianos. (…)Sabed que el Papa os acompaña con su afecto, con su oración, con su comprensión y estima profunda. Encomendándoos a nuestra Madre celestial, Madre de Cristo y de la Iglesia, ejemplo admirable de vida según Dios, os bendigo a vosotros, a vuestros pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y sobre todo a los enfermos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea” Aquí se manifiestan, a mi modo de ver, las dos líneas fundamentales de su pontificado hacia Cuba: por un lado la cercanía y el cariño entrañable de quien sabe lo que sentimos y deseamos, lo que sufrimos y nos alegramos; y por otro lado la exhortación al cambio de nuestras vidas, en el sentido en que Cristo lo propone. Estas líneas fueron gradualmente profundizadas en el resto de sus mensajes(1) a nuestro pueblo, hasta llegar al preciso Magisterio de su visita.
En mayo de 1995 el Santo Padre recibió la revista Vitral de manos de Dagoberto Valdés, su director, que fue al Vaticano, invitado a un encuentro de organizadores de Semanas Sociales Católicas. Durante el saludo de los participantes al Santo Padre, Dagoberto presentó al Pontífice nuestra humilde revista y le reiteró el deseo de los cubanos de que nos visitara. Cuando el Papa miró la ilustración de portada de Alexander Toledo y Estela de Armas, en la que una pequeña flor empujaba un muro muy ancho, el Papa comentó: “¡qué fuerza tiene esa flor!” .
La visita del Papa a Cuba, del 21 al 25 de enero de 1998, fue la de un padre y un amigo, de palabra sincera y mano franca que se tiende para levantar a los caídos y se levanta para señalar la injusticia y la responsabilidad de cada cual. Fue una voz que nos advirtió del pecado en nuestra realidad y nos propuso senderos y criterios para superarlo y avanzar en el camino de la vida al estilo de Jesucristo.
Los momentos centrales de su visita fueron las eucaristías llenas de símbolos y audaz enseñanza, de cubanísima liturgia y diálogo con la gente que le habló también desde el corazón. Visitó el mundo del sufrimiento, a los hermanos de otras Iglesias, al mundo de la cultura en la Universidad y a la Iglesia. Se dirigió de manera especial a los jóvenes y recordó a la Iglesia su deber para con ellos, brindándoles la adecuada formación ética y cívica que necesitan. A la familia advirtió su responsabilidad para con la formación de sus hijos y la invitó a formar con la Iglesia y la Escuela, una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad. A los que sufren y a los presos recordó el sentido salvífico del dolor y les dijo su palabra de aliento, sobre todo a aquellos que sufren doblemente al estar en la cárcel por razones por las que su conciencia no los condena. Al mundo de la cultura le recordó la rica tradición de matriz cristiana de la Nación y evocó a los próceres que, como Varela y Martí buscaron el progreso de la Patria en la Democracia, calificándola como la forma de ordenamiento social más acorde con la naturaleza humana.
En la memorable Homilía en la Plaza José Martí, expuso su enseñanza sobre la sociedad y nos dijo que “… la Iglesia, al llevar a cabo su misión, propone al mundo una justicia nueva, la justicia del Reino de Dios (cf. Mt 6, 33). (…) Está en juego el hombre, la persona concreta. Aunque los tiempos y las circunstancias cambien, siempre hay quienes necesitan de la voz de la Iglesia para que sean reconocidos sus angustias, sus dolores y sus miserias. Los que se encuentren en estas circunstancias pueden estar seguros de que no quedarán defraudados, pues la Iglesia está con ellos y el Papa abraza con el corazón y con su palabra de aliento a todo aquel que sufre la injusticia” .

Portada de la revista Vitral # 8, presentada al Papa.


De esta cercanía del Papa han sido testigos privilegiados nuestros Obispos en sus visitas Ad Limina(2). Por ejemplo, en la última, realizada en junio de 2001, tras recibir al Obispo de Pinar del Río y escuchar sobre la vida del pueblo y la Iglesia de la más occidental de las diócesis, pidió que se la señalaran en el mapa y luego expresó: “cuídeme muy bien la cola del caimán”. De allí salió el Obispo Siro “como de un baño de luz”, según sus propias palabras. Así mismo salió el pueblo cubano de su visita. Así salí yo de la misa del Papa en la Plaza José Martí de La Habana el 25 de enero de 1998, cuando junto con mi pueblo grité “libertad”, y me convencí de que mirando a lo alto, siguiendo el camino seguro de Cristo señalado por su Pontífice, y poniendo en la boca y en las obras, lo que llevamos por dentro, los cubanos podemos alcanzar los grados de libertad y bienestar que necesitamos y que no pueden postergarse más.
El Magisterio del Papa para Cuba es a la vez un programa y un gran reto para todos. Dos fueron a mi juicio los ejes fundamentales alrededor de los cuales giró su rica enseñanza: el primero, la apertura recíproca del mundo a Cuba y de Cuba al mundo, y el segundo, que los cubanos debemos ser los principales protagonistas de nuestra propia historia personal, familiar y social. El Papa ha sido para nosotros sacramento de universalidad y responsabilidad.
Al año de su visita a Cuba, Juan Pablo II convocó a todos los obispos cubanos a una visita extraordinaria a la Santa Sede, para evaluar allí los frutos de su visita y reafirmar su magisterio hacia nuestra patria en la actual coyuntura histórica, complementándolo y ampliándola. Es muy significativo su mensaje conmemorativo al año de su visita, en el que invita a los cubanos, en especial a la Iglesia, a asumir su propia responsabilidad para con el bien y el progreso de Cuba, y advierte: “Asumir esta responsabilidad debe significar hoy para la Iglesia en Cuba poder profesar la fe en ámbitos públicos reconocidos; ejercer la caridad de forma personal y social; educar las conciencias para la libertad y el servicio de todos los hombres y estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad. En ella los derechos fundamentales de la persona humana y la justicia social encontrarán por igual, sin menoscabo de unos en detrimento de otros, el necesario reconocimiento y una efectiva promoción institucional” (Juan Pablo II, 22 de enero 1999). En esta ocasión nos reiteró su acompañamiento, en la que considera una “nueva etapa” de nuestra historia.
Juan Pablo II ha nombrado a la mayoría de los actuales obispos cubanos, y ha nombrado a un sacerdote, una religiosa y tres laicos como sus colaboradores en la curia: A Mons. Carlos Manuel de Céspedes, Vicario General de la Arquidiócesis de La Habana, al Pontificio Consejo para la Cultura, a Sor Fara González hjc en la Comisión «Cor Unum», al pinareño Dagoberto Valdés en noviembre de 1999, como miembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz, al Sr. Nazario Vivero al Pontificio Consejo para los Laicos, y más recientemente a Rolando Suárez, abogado habanero, como miembro del Pontificio Consejo para las Migraciones y la Movilidad Humana.
Los Nuncios de Su Santidad durante el pontificado de Juan Pablo II, han dejado un grato recuerdo en la Iglesia cubana, por su cercanía a nuestra realidad, por su disponibilidad a servir en lo que fuera necesario ante la escasez de sacerdotes, y también en su rico magisterio de promoción de la persona y las obras de la Iglesia.
Juan Pablo II ha tenido iguales gestos de cercanía para la Nación y la Iglesia cubana que peregrina en la diáspora y ha sido signo de unidad y sacramento de esperanza para un pueblo que sufre el exilio y las carencias materiales y morales propios de la falta de reconocimiento y ejercicio responsable de sus derechos.

El Obispo José Siro, le entrega al Papa un regalo,
durante su visita Ad Limina, en el año 1998.


La penosa enfermedad, y los últimos días en la tierra, del Papa que nos trajo la Verdad y la Esperanza, ha sido seguida por los cubanos, muchos de los cuales lo esperamos con esperanza hace siete años, algunos lo escuchamos con atención, otros hemos al menos intentado entrar en una “nueva etapa” de nuestra historia personal y social mediante iniciativas para configurar una realidad mejor para todos. El Papa sembró en Cuba una semilla que no ha sido suficientemente cultivada pero que ya está dando sus frutos. Ojalá los cubanos podamos llevarla a ser un árbol robusto a cuya sombra puedan acogerse los que sufren la injusticia, los que buscan la paz, los que son presos de las miserias de cualquier tipo, y todo el que quiera aportar al gran ajiaco cubano “que se cuece al calor de los trópicos”, a pesar de los temporales y la sequía. Yo creo que así será, y que un día desde el cielo lo pueda contemplar agradecido el que ha sido Mensajero de la Verdad y la Esperanza, y ha creído en los cubanos, en medio de la noche más oscura de nuestra historia, precisamente porque él sabe que mientras más oscura, más nos acerca al amanecer.

Los católicos y el pueblo de Cuba reciben al Papa
con muestras espontáneas de cariño y alegría.

 

Notas:
1. Los mensajes de Juan Pablo II a Cuba antes de su visita fueron: Mensaje de S.S. Juan Pablo II a los fieles de Cuba, peregrinos al Santuario de San Lázaro en Rincón, La Habana, en la festividad litúrgica del Santo. (17 de diciembre de 1979)
Presentación de las Cartas Credenciales del Sr. Manuel Estévez Pérez. Discurso de S.S. Juan Pablo II. (21 de junio de 1982)
Discurso de S.S. Juan Pablo II a los Obispos de Cuba en visita “ad limina”. (30 de junio de 1982)
Mensaje de S.S. Juan Pablo II con motivo del Encuentro Nacional Eclesial Cubano.(11 de febrero de 1986)
Discurso de S.S. Juan Pablo II a los Obispos de Cuba en visita “Ad limina”.(25 de agosto de 1988)
Presentación de las Cartas Credenciales del Sr. F. Rodríguez Paz. Discurso de S.S. Juan Pablo II. (3 de marzo de 1989)
Presentación de Cartas Credenciales del Sr. Hermes Herrera
Hernández. Discurso de S.S. Juan Pablo II.(2 de marzo de 1992)
Discurso de S.S. Juan Pablo II al Comité Permanente de la
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.(14 de octubre de 1993)
Discurso de S.S. Juan Pablo II a los Obispos de Cuba en visita “Ad limina”. (25 de junio de 1994)
Audiencia de S.S. Juan Pablo II a la comunidad eclesial cubana participante en la investidura del Card. Jaime Ortega Alamino. (26 de noviembre de 1994)
Audiencia de S.S. Juan Pablo II a los participantes en la reunión promovida por “Cor Unum” para la animación y coordinación de la Ayuda Humanitaria a Cuba. (27 de junio de 1995)
Mensaje de S.S. Juan Pablo II al Encuentro Conmemorativo por el décimo aniversario del ENEC. (ECO. 12 de febrero de 1996)
Mensaje de Navidad de S. S. Juan Pablo II al pueblo de Cuba. (Vaticano, 20 de diciembre de 1997)
En su visita nos dejó un telegrama a los pinareños y un magisterio precioso, que ha sido publicado por varias editoriales, entre ellas Vitral bajo el título Dichoso el Mensajero, de febrero de 1998.
Luego siguen, entre otros:
Discurso del Santo Padre a los obispos cubanos en su visita “ad limina” del 6 de julio de 2001.
Mensaje de felicitación al Obispo y la Diócesis de Pinar del Río en ocasión del Centenario de la Diócesis del 20 de febrero de 2003.
Mensaje de felicitación al Obispo y la Diócesis de Cienfuegos en ocasión del Centenario de la Diócesis del 20 de febrero de 2003.
Mensajes a las Semanas Sociales Católicas celebradas.
Mensaje de felicitación a Monseñor José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río, en ocasión de sus 50 años de vida sacerdotal.
Mensajes de condolencia por la muerte de los Obispos: Fernando Prego de Santa Clara, Salvador Riverón Auxiliar de La Habana, y Mariano Vivanco de Matanzas.

2. Visitas “Ad Limina Apostolarum”: Visita a “los maestros de la fe”, que realizan los obispos de todo el mundo, cada 5 años, visitando al Papa y a sus principales colaboradores en la Santa Sede.


 

Revista Vitral No. 66 * año XI * marzo-abril de 2005
Sergio Lázaro Cabarrouy Fernández-Fontecha
(San Diego de los Baños, 1971)
Doctor en Ciencias Técnicas. Graduado de Ingeniería en Telecomunicaciones (ISPJAE, 1994). Animador del CFCR y Responsable del Grupo de Computación. Actualmente trabaja como técnico de diseño y reparación de equipos electrónicos en la Universidad de Pinar del Río.