D. V. Sabemos que tú y tu
esposo animan un proyecto de atención a niños enfermos,
¿cuál fue el origen de esta obra apostólica y cuáles
son sus destinatarios?
C. V. Tuvo su origen con la Madre
Teresa de Calcuta cuando mi esposo, Rey Febles, y yo tuvimos el privilegio
de conocerla personalmente, de compartir con ella en la Capilla de Jesús
Obrero durante sus dos últimos viajes a Cuba en 1988 y 1989.
En estas últimas visitas tuve el honor de ser su intérprete.
En la primera la Madre nos nombró sus primeros colaboradores
en Cuba y nos encomendó atender a niños y adolescentes
enfermos de cáncer y sus familiares. Ella logró abrir
un espacio en el Hospital Oncológico donde las Misioneras de
La Caridad acudían cada mañana ayudando a enfermos que
mueren en una terrible agonía.
Sus destinatarios son los pequeños y jóvenes cubanos enfermos
de cáncer, a quienes llevamos al encuentro con Jesús haciendo
tangible SU AMOR a través de toda la ayuda que podamos brindarles.
D. V. ¿Cuáles han
sido los frutos más visibles de este bello proyecto, en relación
con los propio niños y con sus familias?
C. V. Quizás el fruto más
visible de este bello proyecto es la gran familia espiritual formada
por niños, adolescentes y padres quienes junto a Carmen y a Rey
encuentran en Jesús la única respuesta a este terrible
sufrimiento. Cada sábado nos reunimos en la Iglesia donde rezamos.
Los pequeños, los jóvenes y sus madres saben que tienen
un espacio donde llorar, reír, expresarse, permanecer callados,
intercambiar experiencias con jóvenes y padres que han pasado
por las mismas etapas de la enfermedad del cáncer. Estos encuentros
representan para ellos la clave de la sobrevivencia al sentirse amados,
importantes en la vida de otras personas lo que hace que encuentren
paz y fortaleza en medio de su dolor.
A través de los sacramentos del Bautismo y Primera Comunión
los niños y adolescentes se crecen en su vida espiritual.
Nuestra gran familia abarca más de 200 niños y adolescentes
que viven en distintas provincias de la Isla.
D. V. ¿De qué forma
la comunidad cristiana se ha vinculado a esta acción caritativa
de la Iglesia que ustedes animan y cómo ha influido esto en la
mentalidad de la parroquia que los acoge?
C. V. La comunidad cristiana de
la parroquia se ha vinculado a nivel personal y a través de la
oración. Los sacerdotes dominicos, especialmente los padres Antonio
Bendito y Cirilo, entienden y apoyan nuestra misión de amor.
Forman parte de nuestra gran familia espiritual. Los niños y
adolescentes enfermos acuden cada sábado a la Parroquia del Sagrado
Corazón en el Vedado donde tienen un espacio. Acuden con la certeza
de ser amados al encontrar una familia amorosa que los acoge sin importar
religión o credo al que pertenezcan. La realidad de una familia
cuyo niño padezca esta terrible enfermedad transciende toda agenda
política, religiosa y racial.
La Comunidad de la iglesia del Perpetuo Socorro ora y ayuda a nuestros
chicos así como también las Madres Carmelitas Descalzas
quienes con sus oraciones y ánimo nos han ayudado durante estos
16 años de misión para que siempre nos dejemos llevar
como un simple lapicito en manos de Dios.
Recuerdo una de mis conversaciones con Madre Teresa donde me comentótal
vez con una visión futurista-que se necesita una ternura férrea
para construir un pequeño universo que se interese por personasen
este caso se refería a pequeños enfermos de cáncer
que una gran mayoría no quiere ver. Al principio muchas personas
muestran su pena pero después olvidan. Entiendo que resulta difícil
aceptar esta dura realidad de niños enfermos de cáncer.
Algo que resulta hermoso es ver cómo cada sábado los niños
de la comunidad piden por nuestros niños y jóvenes acercándoseles
y compartiendo con ellos.
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Carmen de intérpetre
de la Santa Madre Teresa de Calcuta,
durante una de sus últimas visitas a Cuba.
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D. V. Tengo entendido que tú
serviste de intérprete a la Madre Teresa de Calcuta en dos de
sus visitas a Cuba. Ella ya ha sido canonizada por la Iglesia, ¿Qué
se siente al haber conocido y trabajado con una persona que la Iglesia
ha declarado como santa y se venera hoy en los altares?
C. V. Siento que Dios reveló
mi secreto cuando conocí a la Madre Teresa al aprender con ella
que a menos que se viva para los demás la vida no merece
la pena vivirla. Ella me bendijo al darme la oportunidad de amar,
trabajar y compartir el dolor con un grupo especial de niños
y jóvenes que enfrentan la vida con valentía y dignidad.
A través de su encomienda encontré mi lugar en el mundo
amando a Jesús, aquí en mi patria, en el rostro sufriente
de los niños y jóvenes enfermos de cáncer.
D. V. ¿De qué forma
ha cambiado tu vida y cómo se vincula este proyecto con la Madre
Teresa?
C. V. Quizás deba hacerte
un pequeño recuento biográfico porque te ayudaría
a entender mejor cómo la Madre Teresa cambió mi vida.
En el año 1981 durante un viaje a Moscú para recibir tratamiento
ocular huí a Estocolmo donde pedí asilo político.
Las autoridades suecas me deportaron inmediatamente a Cuba. Al regresar
me sentí una verdadera extraña en mi propio país.
Mis amigos más cercanos y profesores me rechazaron. Mi madre
fue forzada a retirarse, a pesar de dominar seis idiomas, mi esposo
y yo perdimos nuestro trabajo como profesores de francés. El
dolor era inmenso. Tenía 28 años.
Rey y yo rezábamos en los bancos vacíos de la iglesia
pidiéndole a Dios que transformara nuestro sufrimiento en algo
hermoso y útil para Él. Siete años después
nuestras oraciones fueron contestadas. Las Misioneras de la Caridad-con
quienes ya trabajábamos ayudando a los más pobres de entre
los pobres en la barriada de El Fanguito, aledaña al río
Almendaresme pidieron que sirviera de intérprete a la Madre
Teresa. La conocí el 16 de julio de 1988, día de la Virgen
del Carmen. Ella palpó nuestra soledad interesándose también
por mi salud. Intentó llevarme a Estados Unidos donde me atendería
su oculista. Lamentablemente no pudo ser.
La Madre nos pidió que participáramos en una de sus misiones
en La Habana. Esta misión consistió en visitar la sala
de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología.
Al enfrentarnos con la presión de las autoridades y trabas administrativas
decidimos mantener pequeña la Misión.
Este proyecto es el resultado de la encomienda de la Madre Teresa. Durante
15 años trabajamos en la sala de pediatría llevando a
niños y padres al encuentro con Jesús, a aquellos que
lo pedían. Estuvimos tolerados según el humor de las autoridades
del momento. Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se nos otorgaron
pases permanentes para visitar a los niños. Lamentablemente desde
agosto del 2003 las autoridades del hospital nos han prohibido visitar
la sala de pediatría del Hospital Oncológico. Es por esta
razón que cada sábado las madres vienen a la parroquia
del Vedado buscando un consuelo, unas manos amigas que las ayuden a
levantarse para poder seguir adelante.
D. V. ¿Recuerdas algún
gesto alguna frase muy significativa de esta Santa en Cuba?
C. V. Sí, cada momento que
estuve a su lado: en el aeropuerto, en el viaje a Cárdenas, en
la pequeña capilla de Jesús Obrero, en las calles
lo
tengo grabado en la palma de mi mano. La Madre nos exhortó a
sonreír mientras caminábamos rezando el rosario. Nos pidió
que no permitiéramos que nadie en esta bella ciudad se sintiera
rechazado, solo. La Madre insistió en la sonrisa, encontró
muchos rostros tristes y nos dio el mandamiento de sonríanse
los unos a los otros. Creía en el poder de una sonrisa.
No hace falta que hagamos grandes cosas, pero lo poco que hagamos
hagámoslo con amor
Me subrayó la importancia de escuchar a los que se sienten solos
y vencidos. Para mí fue un gran impacto en mi vida personal.
Cuando conocí a las Misioneras de La Caridad nadie nos visitaba
ni nos llamaba por teléfono. Nunca olvidaré el día
que mi esposo, Rey, me dijo: Carmen te llama por teléfono
la Hermana María Lina. No lo podía creer. Era como
si Jesús me hubiese llamado. A partir de ese día las Misioneras
empezaron a visitarme, mi casa era una extensión de la capilla
Jesús Obrero donde vivían. Fui portadora de la noticia
de la visita de la Madre el 16 de julio de 1988 a las Misioneras; entonces
ellas no tenían teléfono. Así que cuando la Madre
me habló de escuchar el dolor de los demás para que no
se sintieran solos y desamparados ya yo no lo estaba. Dios me había
dado una bella familia con las Misioneras de la Caridad. Empecé
a ser una mujer alegre porque comprendí que Jesús es la
única respuesta al sufrimiento.
Hay una frase de la Madre Teresa que acude a mi mente a menudo cuando
veo tanto sufrimiento a mi alrededor. Refiriéndose al sufrimiento
del pueblo cubano, expresó que los cubanos éramos
privilegiados porque llevábamos la parte más pesada de
la cruz.
D. V. Una persona como usted que
ha trabajado tantos años con niños con cáncer,
¿qué puede decir ante el misterio del dolor y de la muerte?
C. V. Resulta difícil plasmar
en palabras experiencias tan dolorosas y difíciles como la agonía
y la muerte de niños y adolescentes. Cuando un niño muere
estamos en presencia de un misterio del que sólo Dios tiene la
repuesta. Existen vocablos que definen la muerte de los padres, de un
esposo o esposa, nos quedamos huérfanos, viudos. Sin embargo
no existe un vocablo que defina la muerte de un hijo. La pérdida
de un hijo es un dolor que albergamos siempre en el corazón.
Cada persona reacciona de manera diferente ante la muerte. Algunos padres
se acercan a Dios por primera vez en sus vidas, otros se les acercan
más aún y otros le viran la espalda. Cuando San Pablo
nos habla de la paz que transciende el entendimiento humano
es una paz que he visto a lo largo de estos 16 años en el rostro
agonizante de niños y adolescentes así como en familiares.
Es una paz que no tiene sentido, es una paz que no tiene explicación
y que sobrepasa nuestra mente humana. Esta paz que sólo Dios
puede darnos no es la ausencia del dolor, es la presencia de algo más
fuerte en nuestras vidas: Y la paz de Dios, que es mayor de lo
que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos
en Cristo Jesús. (San Pablo, carta a los Filipenses 4:7).
Los padres que sienten que sus hijos han ido a casa con Papa Diosla
Madre Teresa nos dice que morir es regresar a casa junto a Dios-, y
que es solo una separación temporal, saben que el Amor siempre
vence a la muerte y que si realmente creemos en Jesús no podemos
perder nuestra batalla contra el cáncer. Nuestros hijos no pueden
perder sus batallas contra esta terrible enfermedad. Sé lo duro
que resulta tener una perspectiva de eternidad cuando alguien que amamos
se nos ha ido. Nos aferramos a la vida porque es todo lo que conocemos
y todo lo que podemos ver. Si caminamos a través de la fe y no
a través de los ojos tendremos la certeza de que la muerte no
existe porque UN AMOR infinito e inmenso es y está; aquí
y en la eternidad.
D. V. En su opinión, ¿qué
es lo que más necesita un niño en Cuba?
C. V. Crecer junto al amor de sus
padres. Los niños aprenden a amar a través de su madre
y de su padre porque el amor empieza en casa. Hoy día veo a mi
alrededor padres que están preocupados por niños que viven
en otros países y van a prestarles ayuda solidaria, lo que resulta
hermoso, pero parecen olvidar que en su propio hogar sus hijos tienen
hambre de amor. Primero los hijos y después todos los demás.
Los hijos necesitan que sus progenitores les dediquen tiempo, tanto
la figura materna como la paterna deben compartir el mismo grado de
responsabilidad porque la palabra amor carece de sentido si no se traduce
en acción. El amor es sacrificio y nuestros hijos deben criarse
bajo la mirada amorosa, paciente y comprensiva de sus padres. Los niños
necesitan la aceptación del padre y de la madre para poder caminar
firmes el día de mañana.
Por todas partes de mi ciudad veo muchos niños y adolescentes
en la calle. No es que sean de la calle, sino que se crían en
la calle donde lejos de aprender a amar aprenden a pelear, a condenar,
a sentirse culpables, a ser intolerantes. En la adolescencia pasan a
vivir en las becas y escuelas en el campo lejos de sus hogares y me
pregunto ¿cuánto tiempo pasan los hijos junto a sus padres?
El tiempo es la vida.
Si los niños encuentran en su hogar amor, comprensión,
dedicación, serán hombres y mujeres maduros y responsables
el día de mañana.
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Fiesta en la
casa de Carmen y Rey con los embajadores de Gran Bretaña
en Cuba, Paul Hare y Linda Hare.
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D.V. ¿Conoce usted otros
proyectos de atención a niños con cáncer y sus
familiares? ¿Tiene relación con otros proyectos similares
de la Iglesia en Cuba? ¿Cree que seria bueno extender esta obra
o contactar con otras de igual objetivo? ¿Cómo hacerlo?
C. V. No conozco otros proyectos
que atiendan a niños enfermos de cáncer y familiares,
pero pienso que sería provechoso para los pequeños enfermos
vincularnos a otros de igual objetivo.
Sí. Caritas Habana que tiene el proyecto de La Infancia que incluye
a nuestros niños enfermos de cáncer.
Los niños enfermos y sus familiares también reciben ayuda
de personas de buen corazón: familias, diplomáticos, Caritas
de San Petersburgo en Tampa, La Comunidad del Perpetuo Socorro. Personas
que como tu, Dagoberto, y tu equipo de Vitral ayudan a los pequeños
y jóvenes enfermos de cáncer.
Nuestro proyecto aún no tiene una visibilidad. Lo que dificulta
una mayor ayuda a los pequeños porque no se puede amar lo que
no se conoce. Quizás cuando las leyes nos brinden la oportunidad,
esta misión de amor deje de ser pequeña para así
brindar una mayor ayuda a los pequeños enfermos y familiares.
Cuando el cáncer irrumpe en una familia, casi siempre se produce
un descalabro familiar. Esta enfermedad puede durar años y la
madre se ve forzada a dejar de trabajar para estar al lado de su hijo
enfermo. Los niños y adolescentes enfermos de cáncer necesitan
alimentos nutritivos, productos de higiene, ropas, ayuda para transportarse
desde los más recónditos lugares de la Isla hasta La Habana
y durante su estancia en la ciudad. Son niños gravemente enfermos
y cuya enfermedad los hace aún más pobres. Cualquier ayuda
se convierte en un tesoro mayor.
Seria muy bueno extender esta obra de amor porque: Todo gesto
de amor es un gesto de paz por muy pequeño que éste sea.
( M. Teresa)
Aquellas personas o grupos que quieran, a través de su ayuda,
devolverles a nuestros pequeños una sonrisa olvidada hace ya
tanto tiempo pueden hacerlo cada sábado al terminar la misa,
a las 6 P.M. en la parroquia del Vedado sita en calle Línea entre
C Y D. O a través de nuestro teléfono particular 833-9236.
Deben preguntar por Carmen Vallejo Witowska o Rey Febles Mirabal.
D. V. Imagine que Dios le concede
un profundo sueño sobre el porvenir de Cuba, ¿cómo
vería ese futuro de nuestra amada patria?
C. V. Cuba sería una madre
amorosa que nos devolvería el dulce significado de la palabra
Patria en la que todos querramos vivir y a la que todos sus hijos querrán
regresar. Un futuro en el que la personalidad humana surja del espíritu
libre del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Un futuro donde
el amor de Dios sane el alma de la sufrida nación cubana, un
futuro en el que todos los cubanos seamos parte activa del renacer espiritual
de una Isla que ha sido cortada en pedacitos.
D. V. ¿Algún mensaje
especial para los lectores de Vitral?
Como lectora de Vitral doy gracias a Dios porque exista una revista
cuya libertad de la luz nos ayuda a pensar. Su existencia
reafirma que donde hay un gran amor hay grandes milagros. Que Jesús
sea siempre vuestra inspiración. Un fuerte abrazo, Carmen.
Datos biográficos de
Carmen Vallejo
Carmen Vallejo Witowska nació en
1952 en Manzanillo, Cuba.
Es hija del Dr. René Vallejo Ortiz y de María Witowska
Dzudzuczynska.
Su padre estudió medicina en la universidad de La Habana
y después de graduarse se unió a las Tropas Aliadas
trabajando para la UNRRA, Administración de Rehabilitación
y Alivio de Naciones Unidas, como director médico-cirujano
durante la Segunda guerra mundial en Wildflecken, Alemania donde
conoció a la madre de Carmen, María Witowska, ciudadana
polaca.
El doctor Vallejo a su regreso de Europa fundó la clínica
La Caridad en su ciudad natal, Manzanillo. Este centro estuvo
al servicio de los primeros rebeldes que desembarcaron en el yate
Granma. En el año 1958 René Vallejo después
de estar preso y puesto en libertad condicional por su vinculación
con el Movimiento 26 de Julio, partió a la Sierra Maestra
incorporándose al Ejercito Rebelde donde alcanzó
los grados de Comandante. Su madre se trasladó a La Habana
con sus dos pequeños hijos Carmen y René ya que
sus vidas estaban amenazadas. En La Habana Carmen ingresó
en la escuela las Dominicas Francesas donde cursó primer
y segundo grados. En 1961 su padre se trasladó definitivamente
para La Habana donde murió repentinamente a la temprana
edad de 49 años el 13 de agosto de 1969.
Carmen estudió en la Universidad de La Habana Literatura
y Lengua Francesas graduándose en 1976. Su tesis de grado
sobre Los Juegos de Palabras en Paroles de Jacques Prevert se
publicó en Cuba en la revista Unión No 3 en septiembre
de 1978 y ha sido referencia bibliográfica en las clases
de estilística de la universidad de La Habana. En 1980
se casó con Rey Febles quien también estudió
lengua y literatura francesas en la Universidad de La Habana.
En 1988 cuando la Madre Teresa de Calcuta visitó la Isla
por tercera vez Las Misioneras de la Caridad pidieron a Carmen
que le sirviera de intérprete. La Madre Teresa de Calcuta
pidió a Carmen y a su esposo Rey trabajar en una de sus
misiones en La Habana. Esa misión consistió en la
atención y el cuidado de niños enfermos de cáncer.
Así empezaron a visitar la sala de pediatría del
Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología,
a organizar excursiones al campo, a la playa, al teatro o al Parque
zoológico, o a cualquier otro lugar donde los niños
puedan disfrutar, y se sientan felices, dándoles así
la oportunidad de volver a sentirse niños, al menos durante
un rato.
Cada sábado los niños y sus padres vienen a la Parroquia
del Sagrado Corazón en el Vedado donde tienen lugar los
encuentros de ayuda espiritual, emotiva y sicológica. A
lo largo de estos 16 años ayudan a los pequeños
y adolescentes a prepararse a su encuentro con Jesús. Más
de cien niños y jóvenes han recibido el Bautismo
y Primera Comunión.
Estos pequeños y adolescentes enfermos de cáncer
se esfuerzan por mantener su dignidad al enfrentar con valentía
su enfermedad. Ellos forman parte de los bienaventurados que viven
con valor y fe.
La condición de estos jóvenes pacientes transciende
cualquier límite político, social, económico,
o religioso. El dolor de estos niños convoca a la solidaridad
humana dándosenos así la oportunidad de hacer realidad
las palabras de Madre Teresa A Menos que se viva para los
demás la vida no merece la pena vivirla.
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