Revista Vitral No. 63 * año XI * septiembre-octubre de 2004


POESÍA

 

DEL AMOR DIVINO

RAFAEL ALMANZA ALONSO

 

 

 


1

Señor Amor, que en el Amor me hiciste
y en el Amor sostienes mi aventura,
que por Amor mi propio amor perdura
y el Amor que te debo y que me diste:

Nunca el odiar ni la palabra triste:
Mi cetro siempre en todo lo que dura:
En el Amor mi sola arquitectura,
el júbilo de Amor en cuanto existe.

La sonrisa invencible de saberme
hijo de tu querer inalterable
manténgame en la fiesta inacabable

de que Tú no te acabas de quererme
con el Amor de Amor enamorado –
en el Amor amante yo, y amado.

13

Mi vida has esculpido con bravura,
con tu poder la eriges y sostienes
y la decoras con tus parabienes
cuando el odio del mundo me procura.

Tu exigencia de amor no me es tortura:
Tú me quieres mayor, más fuerte: vienes
a fundarme en la angustia en que me tienes
nervios de mármol en mi carne impura.

Hijo de lo real, del sufrimiento,
nútrame de la angustia del momento
del dolor entregado en dimensión,

y me harás invencible en mi pasión.
Tú me has hecho testigo de esa luz.
Mi pecho has ilustrado con tu cruz.

14

Ilústrame la cruz, mi fortaleza:
La quiebra del candor y la alegría,
el desorden del mundo y su agonía,
el pecado del hombre, que no cesa,

el imposible y toda su tristeza,
la avería del ser, la idolatría,
la insistencia del odio que me cría,
la fealdad de la vida y su torpeza.

No me quites la cruz, no me liberes
de la prueba de Amor en la que eres
y en la que mi tamaño es confirmado:

Soy mayor que el sufrir, soy el exceso
de ser, donde el Amor me tiene preso.
Por mi propio sufrir soy liberado.

15

Me hiciste en plenitud, para ser fuerte,
para adorar tu huella que me sacia,
para probarme con tu santa audacia,
para ser en Amor y para serte,

para reírme de mi propia muerte,
para vencerme en toda la desgracia,
para ser elegido por tu gracia,
para amar lo mayor, para escogerte.

Tú elegiste la Cruz, eso es real,
que sin Cruz no creyera yo en un Dios,
poderío de Amor en que me intento.

Hazme en la tierra sobrenatural
atento a mi dolor como a Tu voz.
La gloria de ser fuerte: el sufrimiento.

51

Más allá de mí mismo estoy, me encuentro
más allá de mí mismo soy, confirmo
el más allá que en mí urge y afirmo
porque es mi más acá, mi propio centro.

Un más allá es mi nombre, ese saludo
del otro, que me funda y ennoblece,
y si este mundo un más acá merece
el más allá me llama más, y acudo.

Sea yo más allá de mí, si apenas
soy más acá ni un soplo, en el extremo
más allá de Ti mismo que concibes.

El más allá más último Tú llenas,
el más allá más íntimo, el supremo.
Más allá de mí mismo me recibes.

61

Soy feliz por el bien: yo testifico
que el bien me habita hoy, que le obedezco
si me alegro sin causa, si me aplico
a su causa feliz y la merezco,

si de mi gozo más trivial carezco
y en su sonrisa universal soy rico.
Porque existo en el bien, yo glorifico
y en mi existir en la bondad, me crezco.

Días de vino y rosas ya no aguardo
sino del sufrimiento la ganancia
del coraje de ser: ningún resguardo

sino esta dicha que me obliga: instancia
del bien en mí, su jubilar tremendo.
Porque estoy en el bien, soy feliz siendo.

 

 

Revista Vitral No. 63 * año XI * septiembre-octubre de 2004
Rafael Almanza Alonso
(Camagüey 1957)
Ensayista y poeta. Licenciado en Economía. Ha publicado varios libros.