Juan Pablo II entregó el
miércoles 25 de agosto a una delegación vaticana el icono
de la Madre de Dios de Kazan para que lo llevara el próximo sábado
28 de agosto al patriarca ortodoxo de Moscú, Alejo II.
Un solemne acto de despedida, veneración y entrega del
icono congregó en el Vaticano a unos siete mil peregrinos, que
durante una liturgia de la Palabra presidida por el Santo Padre se despidieron
de este icono ruso que hasta el día de hoy estaba custodiado
en los apartamentos papales.
El icono, considerado como el de mayor veneración entre los fieles
ortodoxos rusos, fue sacado de ese país en los años veinte
del siglo pasado.
Después de largas permanencias en diferentes lugares, la imagen
fue recuperada por un grupo católico que primero la custodió
en una capilla en Fátima (Portugal), en tiempos del comunismo,
y después la entregó hace más de diez años
a Juan Pablo II.
Mientras el coro del Colegio Pontificio Ruso en Roma entonaba
la letanía mariana, el icono, envuelto en un manto dorado, fue
portado por un diácono en procesión por el pasillo central
del Aula Pablo VI. A su paso, los fieles podían tocar la venerada
imagen de la Virgen.
Juan Pablo II llevaba una estola roja y mostraba buen aspecto.
Con dicción bastante clara pidió al cardenal Walter Kasper,
presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad
de los Cristianos, que entregara el icono a «nuestro hermano el
patriarca Alejo II, y a través de él a la santa Iglesia
ortodoxa rusa y a todo el pueblo ruso».
El Papa compuso una oración dirigida a la Madre de Dios
de Kazan, leída en ruso, en la que le pide que «regrese
en medio de los hermanos y hermanas de la santa Rusia como mensajera
de comunión y de paz».
El obispo de Roma, en la homilía pronunciada durante el
solemne acto de despedida del icono, confirmó que «desde
el comienzo deseé que este icono regresara al suelo de Rusia».
Desde hace más de diez años, reconoció, «ha
estado a mi lado y me ha acompañado con su mirada maternal mi
servicio cotidiano a la Iglesia», añadió dejando
espacio a las confidencias.
«Cuántas veces, desde aquel día, invoqué
a la Madre de Dios de Kazan, pidiéndole que proteja y guíe
al pueblo ruso que le es devoto, y que llegue cuanto antes el momento
en el que todos los discípulos de su Hijo, reconociéndose
hermanos, sepan recomponer en plenitud la unidad perdida», concluyó.
La triple misión del Icono de
Kazan, según el Papa
Llevar su afecto al patriarca, a la espiritualidad rusa y promover
la reconciliación
Juan Pablo II desea que el icono de Kazan transmita tres mensajes al
patriarca ruso Alejo II, según explicó el mismo pontífice
al entregar el icono a su delegación para que lo llevara a Moscú.
El primero, que el Papa siente un gran afecto por él y por la
Iglesia ortodoxa rusa; segundo, que tiene una gran estima por la espiritualidad
rusa; y, tercero, que su deseo y firme propósito es proseguir
en el camino del recíproco conocimiento y de la reconciliación
entre católicos y ortodoxos.
«Que esta antigua imagen de la Madre del Señor transmita
a Su Santidad Alejo II y al venerado Sínodo de la Iglesia ortodoxa
rusa el afecto del sucesor de Pedro por ellos y por los fieles que les
han sido confiados», dijo textualmente el Papa durante la homilía
de la liturgia de la Palabra.
«Que transmita su estima [del Papa] por la gran tradición
espiritual que custodia la santa Iglesia rusa», añadió.
«Que transmita el deseo y el firme propósito del Papa de
Roma por avanzar junto a ellos por el camino del recíproco conocimiento
y reconciliación para hacer que llegue antes el día de
esa unidad plena entre los creyentes por la que el Señor Jesús
rezó ardientemente», subrayó.
El Papa rindió homenaje asimismo al testimonio cristiano en ese
país. «Rusia es una nación cristiana desde hace
muchos siglos, es la santa Rus», afirmó en un claro reconocimiento
al papel desempeñado por la Iglesia ortodoxa.
«Incluso cuando fuerzas adversas se ensañaron contra
la Iglesia y trataron de cancelar de la vida de los hombres el nombre
santo de Dios, aquel pueblo siguió siendo profundamente cristiano,
testimoniando en muchos casos con la sangre la fidelidad al Evangelio
y a los valores que inspira», afirmó.
El pontífice no ocultó en ningún momento
la «particular emoción» y dio gracias a la Divina
Providencia «que me concede hoy enviar el don de este santo icono
al venerado patriarca de Moscú y de todas las Rusias».
Una variada delegación papal
entregó el Icono de Kazán al Patriarca Ruso
Los miembros de la delegación que el sábado 28 de agosto
entregaron al patriarca ortodoxo de Moscú el icono de la Madre
de Dios de Kazan han sido noticia por la variedad de instituciones y
realidades católicas que representan.
Presidió la delegación el cardenal alemán Walter
Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos.
La comitiva estuvo conformada después por el cardenal Edgar Theodore
McCarrick, arzobispo de Washington. Según el diario Avvenire,
su presencia se debe a la importancia que tuvieron católicos
estadounidenses de esa archidiócesis para recuperar la sagrada
imagen del mercado de subastas.
El grupo mariano «La Armada Azul», tras haberlo comprado
y custodiado en Fátima, lo entregó hace más de
diez años al Papa para que pudiera devolverlo al patriarcado
ortodoxo ruso.
Entre los enviados del Papa se encontraba, además, el obispo
Brian Farrell L.C., irlandés, secretario del Consejo Pontificio
para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Fue significativa también la presencia del obispo Renato Boccardo,
italiano, secretario del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales,
pues es además encargado de la preparación de los viajes
del Papa.
Destaca también la presencia de Joaquín Navarro-Valls,
director de la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Entre los legados, se encontraban otro miembro (oficial) del Consejo
Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos,
el padre Jozef Maj, s.j.
La lista de enviados papales concluye con un sacerdote y un laico que
están desempeñando un papel importante en la promoción
de las relaciones fraternas entre católicos y ortodoxos rusos:
se trata del padre Enzo Bianchi, prior del Monasterio de Bose (Italia)
y del profesor Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio.
A su llegada a Moscú, se unieron a la delegación el arzobispo
Antonio Mennini, representante de la Santa Sede ante la Federación
Rusa, y el arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz, presidente de la Conferencia
de Obispos Católicos de Rusia.
«La composición de la delegación fue comunicada
al patriarcado el 14 de agosto pasado», indica el comunicado con
el que la Sala de Prensa de la Santa Sede ha hecho público la
conformación de la delegación pontificia..
El Papa se despide de la Virgen
de Kazán componiendo una oración
Ve en el icono una «imagen de unidad entre Oriente y Occidente»
Juan Pablo II se despidió del icono de la Madre de Dios de Kazan
componiendo una oración, leída en ruso, en la que encomienda
la recuperación de la unidad perdida entre los cristianos.
El Papa escribió esta oración especialmente con motivo
de la celebración de entrega del icono al cardenal Walter Kasper,
presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad
de los Cristianos, encargado de darla en mano al patriarca ruso Alejo
II.
La plegaria fue cantada en ruso por el Coro del Colegio Pontificio Ruso
de Roma (Russicum), y los fieles pudieron leerla en ruso y en italiano
gracias a la guía para la celebración que editó
la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
Juan Pablo II, en su saludo en diversos idiomas a los peregrinos, dijo
a los polacos que «este don que hacemos en la vigilia de la solemnidad
de la Santísima Virgen de Czestochowa tiene una elocuencia especial:
se convierte en signo de la fe y de la piedad que unen las tradiciones
de Oriente y Occidente en el amor a la Theotokos» (la Madre de
Dios).
El icono de Kazan es una «imagen sugerente», concluyó
el Papa, quien pudo constatar cómo los siete mil peregrinos reunidos
en el Aula Pablo VI se sentían interpelados por el icono, al
que tocaban a su paso en procesión tanto en el ingreso como al
final de la celebración de la Palabra.
Oración del Papa al despedirse
del icono de la Madre de Dios de Kazán
Gloriosa Madre de Jesús, que avanzas ante el pueblo de Dios
en los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo (Cf.
«Lumen gentium», 63), ¡Bendita seas!
Te llaman bienaventurada todas las generaciones porque ha hecho en tu
favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre (Cf. Lucas 1, 48-49).
Bendita seas y honrada, Madre, en tu Icono de Kazán, en el que
desde hace siglos estás rodeada por la veneración y el
amor de los fieles ortodoxos, convirtiéndote en protectora y
testigo de las obras particulares de Dios en la historia del pueblo
ruso, muy querido por todos nosotros.
La Providencia divina, que tiene la fuerza de vencer al mal y de sacar
el bien incluso de las malas obras de los hombres, hizo que tu santo
icono, desaparecido en tiempos lejanos, volviera a aparecer en el santuario
de Fátima, en Portugal. Sucesivamente, por voluntad de personas
que te tienen devoción, fue acogido en la casa del sucesor de
Pedro.
Madre del pueblo ortodoxo, la presencia en Roma de tu santa imagen
de Kazán nos habla de una unidad profunda entre Oriente y Occidente,
que permanece a pesar de las divisiones históricas y de los errores
de los hombres.
Te elevamos ahora con especial intensidad nuestra oración, Virgen,
mientras nos despedimos de esta sugerente imagen tuya.
Con el corazón, te acompañaremos por el camino que te
llevará hacia la santa Rusia.
Acoge la alabanza y el honor que te rinde el pueblo de Dios que está
en Roma.
Bendita entre todas las mujeres, al venerar tu icono en esta ciudad,
marcada por la sangre de los apóstoles Pedro y Pablo, el obispo
de Roma se une espiritualmente a su hermano en el ministerio episcopal,
que preside como patriarca la Iglesia ortodoxa rusa.
Y te pide, Madre Santa, que intercedas para que apresure el momento
de la plena unidad entre Oriente y Occidente, de la plena comunión
entre todos los cristianos.
¡Virgen gloriosa y bendita, señora, abogada y consoladora
nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu
Hijo, preséntanos a tu Hijo!
Amén