El Premio Internacional Jan
Karski al Valor y la Compasión, que lleva el nombre de
un destacado intelectual y diplomático católico polaco,
ha sido otorgado este año 2004 al ingeniero Dagoberto Valdés
Hernández, Director del Centro de Formación Cívica
y Religiosa y de la revista Vitral de la Diócesis de Pinar del
Río, Cuba.
Este Premio Internacional es otorgado a aquellas personas cuyo
trabajo de vida ejemplifique el valor y la compasión cristiana
hacia todos los seres humanos sin distinción, del eminente profesor
católico Jan Kosielewsky, «Karski», incluyendo el
desinterés personal, un sentido humanista profundo, el valor
extraordinario y la humildad para aceptar una carga, dolor o sufrimiento
personal a causa de poder servir y salvar a otros necesitados de verdad
y libertad, y que en su vida cotidiana sostenga y se rija por los mismos
ideales cristianos que movieron al Dr. Jan Karski.
Este Premio, fue instituido después de la muerte del insigne
intelectual católico acaecida el 13 de julio de 2000 y se otorgó
por primera vez en el año 2002, de forma compartida, a la Sra.
Janina Ochojska y a la Sra. Susan Pollack.
Janina Ochojka, educadora y humanista polaca, que fundó la Organización
Humanitaria Polaca para ayudar a las personas víctimas de las
guerras en Chechenia, antigua Yugoslavia y Afganistán, los damnificados
por desastres naturales en Liberia, Hungría, India y Polonia
y por su aporte a la educación cívica de la juventud.
La Sra. Susan Pollack, norteamericana, consagró su vida
para ayudar, informar y orientar las vidas de las personas atrapadas
por la opresión en Sudán y Etiopía, actualmente
ayuda a relocalizar a las personas sin hogar y a niños refugiados
de 22 países.
En 2003, el Premio Karski fue concedido a la Sra. Irena Sendler quien
ha demostrado un coraje y una compasión en un servicio desinteresado
y casi en el anonimato para poner a salvo a 2 500 niños judíos
huérfanos, contribuyendo a su educación personal y social
y ocultando sus identidades de los nazis hasta que pudiera encontrar
familias que los adoptaran .
Existen también, el Premio Karski a un filme documental que propague
los valores morales y un Premio Karski al coraje moral que
este año se le ha otorgado a la senadora franco-colombiana Ingrid
Betancourt, que fuera candidata a la presidencia de Colombia y secuestrada
por la guerrilla durante dos años, actualmente es una defensora
de los derechos humanos en su país.
Acerca del intelectual católico
Jan Karski
Jan Karski, nació el 24 de abril de 1914, en Lodz, Polonia.
De familia católica fue el menor de 8 hermanos, cursó
sus estudios primarios y secundarios en colegios de los padres jesuitas
en su tierra natal. En 1935 se graduó de Leyes y Ciencias Diplomáticas
por la Universidad de Lwow. Amplió sus estudios de forma eminente
en Alemania, Suiza y Gran Bretaña. De regreso a su país
ingresó en el servicio diplomático en 1938 un año
antes de que Alemania invadiera a Polonia. Prestó sus servicios
diplomáticos en Bucarest, Berlín, Ginebra y Londres.
Patriota que compartió la suerte
de su pueblo
En 1939 fue llamado a filas; hecho prisionero por el ejército
soviético enviado a un campo de concentración estalinista
en Ucrania, de donde pudo escapar dos meses después y regresó
a su país para unirse a las fuerzas anti-nazis. Su dominio de
varios idiomas y su prodigiosa memoria le valieron para ser elegido
como correo de la resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1940 fue capturado por la GESTAPO en Eslovaquia. Luego de soportar
un implacable régimen de torturas fue rescatado, casi milagrosamente,
por la resistencia.
En agosto y octubre de 1942, Karski, siempre guiado por sus ideales
cristianos de compasión y misericordia con el que sufre de cualquier
manera, se hizo pasar por judío e ingresó clandestinamente
en el tristemente famoso Gueto de Varsovia donde vivían sin libertad
y morían hermanos en la fe y en el dolor y luego
penetró por una hora al campo de exterminio de Belzec. En ambos
lugares quedó grabada para siempre en su memoria la imagen de
sufrimiento y muerte que se hace indescriptible cuando unos hombres
intentan doblegar la conciencia y la libertad de otros por razón
de su raza, su religión o su filosofía política.
Allí Karski hizo lo que pudo, acompañó, consoló,
convivió
y luego informó al mundo libre y especialmente
a las potencias occidentales de lo que estaba sucediendo. Fue el primer
testigo del Holocausto que pudo viajar al exterior y decir la verdad.
Profeta-Comunicador de la verdad
a tiempo y a destiempo
Entonces comienza su peregrinación para comunicar la verdad
sobre el sufrimiento de aquellos pueblos. Visita primero Londres donde
se entrevista con Anthony Eden, Secretario británico de Relaciones
Exteriores. Da su testimonio y trata de comunicar la verdad de lo que
ha visto y oído: el sufrimiento, sórdido y silenciado,
de miles de personas. Eden contestó que no podían hacer
nada de lo que proponían los dirigentes judíos porque
la estrategia de los aliados consistía en derrotar a los alemanes
y ningún asunto secundario debería interferir
ese objetivo y que Gran Bretaña ya había hecho lo
suficiente aceptando a cien mil refugiados. Lord Cranborne, miembro
del gabinete de guerra británico, le dice: Señor
Karski, usted es un hombre inteligente, ¿se da cuenta de que
el mensaje que nos trae es insostenible? Allí mismo en
Londres encuentra a Arthur Koestler, judío, apasionado antifascista
y antisoviético que lo escucha pero luego dice de Karski que
es un hombre demasiado atado a sus intereses personales y a su vanidad
de hombre de letras. El famoso escritor H.G.Wells, al recibir
su crónica, le contesta que habría que estudiar
las causas por las cuales el antisemitismo emerge en todos los países
donde viven los judíos.
En el verano de 1943, dos años antes de que terminara la guerra,
viaja a los Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Franklin
D. Roosevelt, con el Secretario de Guerra, con el Cardenal Cicognani
y el Arzobispo Spellman y con otros altos dignatarios. Roosevelt lo
escuchó atentamente durante cuatro horas. Se interesó
especialmente por cuestiones políticas y le aseguró que
Polonia recibiría una compensación territorial. Fue una
reunión dramática. El diálogo con Félix
Frankfurter, miembro de la Corte Suprema de Justicia de los Estado Unidos,
fue aún más sorprendente, Frankfurter le pregunta: ¿Sabe
usted, Señor, Karski, quién soy? ¿Sabe que soy
judío? Y dando unos pasos luego de escuchar minuciosamente le
dice: Un hombre como yo debe ser absolutamente franco. De modo
que le digo: no estoy en condiciones de creer lo que Usted dice.
El profeta de la desolación y también de la compasión
no se cansó de proclamar la verdad, escribió y publicó
en 1944, un año antes del fin de la Guerra, el libro Historia
de un secreto de estado que vendió 400 mil ejemplares en muy
poco tiempo. Después de la guerra- escribiría Karski
en 1987- leía como los líderes occidentales, hombres de
estado, militares, servicios de inteligencia, jerarquías eclesiásticas
y dirigentes civiles, se horrorizaban por lo que había pasado
con los judíos. Declaraban no haber sabido nada acerca del Holocausto
pues el genocidio había sido mantenido en secreto. Esta versión
de los hechos persiste todavía hoy pero no es más que
un mito. El exterminio no era un secreto para ellos.
Educador para la libertad
Después de la Guerra, Jan Karski no quiso regresar a la Polonia
comunista y se estableció en Estados Unidos. Allí recibió,
en 1952, un Doctorado Honoris Causa en Historia en la prestigiosa Universidad
de Georgetown, la más antigua universidad católica de
los Estados Unidos. En éste afamado centro de altos estudios
educó a la juventud norteamericana y de muchos otros países
de América Latina y del mundo. Allí, a partir de su propia
experiencia personal y su ingeniosa memoria, educó para la libertad,
para saber el precio que tiene y lo que sufrieron millones de personas
para obtenerla. Durante cuarenta años enseñó las
cátedras de Asuntos Europeos Orientales, Gobierno Comparativo
y Asuntos Internacionales. Se retiró en el año 1995 luego
de una fecunda labor educativa y cívica. Recibió otros
doctorados Honoris Causa en las Universidades de Oregon, Baltimore Hebrew
College of America, Universidad de Varsovia, Universidad María
Sklodowska y en la Universidad de Lodz.
En junio de 1982, Jan Karski viajó a Jerusalén y allí
fue proclamado «Justo entre las naciones», en honor de sus
esfuerzos por la causa de los judíos en tiempo de la Guerra.
En la medalla que le fue impuesta se puede leer este versículo
del Talmud: Quien salva una vida rescata a la humanidad, así
como el asesino destruye el principio de vida en sí. Karski
respondió agradeciendo con estas palabras que lo definen: Yo,
polaco, norteamericano, católico, puedo ahora decir que también
soy judío.
Claude Lanzmann, en su impresionante película Shoá, incluye
el testimonio de Jan Karski, quizá uno de los más conmovedores
de ese filme.
El Premio Nobel Elie Wiesel, dijo: El mensaje humano y humanista
de Jan Karski tiene una importancia tal que ni el flujo del tiempo ni
las fuerzas del mal lo podrán borrar o mitigar. Gracias a él,
más de una generación continúa creyendo en la humanidad.
El presidente del Instituto de Religión y Política Pública,
Joseph K. Grieboski, expresó que el profesor Karski fue
una inspiración personal, modelo y mentor para mí. Tuve
el gran honor de conocerlo
Jan Karski fue un hombre que entendió
los efectos horrendos del fanatismo y el odio
Aunque yo no deseo
ser un hereje, mi fe me dice que el Segundo Pecado Original se ha cometido
ya por la humanidad: ha sido un pecado de hecho o de omisión,
o de ignorancia voluntaria, o de insensibilidad, o de interés
egoísta, o de hipocresía, o de racionalización
sin corazón. Este pecado perseguirá a la humanidad hasta
el fin de los tiempos. A mí me persigue. Y quiero que sea así.
Jan Karski murió a los 86 años de edad por una complicación
cardiaca en el Georgetown University Hospital, en Washington, el 13
de julio de 2000. Según las conocidas agencias Zenit y ACIPRENSA,
cientos de católicos y judíos se reunieron en la Catedral
de San Mateo en esa capital para rezar y dar el último adiós
al intelectual polaco que arriesgó su vida por decir la verdad
y luego la dedicó a educar para la libertad y las relaciones
internacionales.
El Padre Leo J. O Donovan, Presidente entonces de la Georgetown
University, dijo en su homilía durante la Misa de Exequias: Jan
Karski fue un héroe, fue un hombre sencillo de profunda fe que
enseñó lecciones eternas sobre la libertad.
El Rabino Michel Barenbaum en su elogio dentro de la Eucaristía
del funeral recitó el Kaddish, la oración judía
para honrar a los muertos y el coro interpretó himnos judíos
durante la liturgia católica.
En el año 2002 fue erigido un monumento a Jan Karski en la Universidad
de Georgetown, la más antigua universidad católica de
los Estados Unidos.
Jan Karski fue un intelectual católico que supo servir arriesgadamente
como comunicador de la verdad y como educador para la libertad, haciendo
de lo cotidiano de la vida sencilla un himno al valor y a la compasión
hacia todos los seres humanos sin distinción.
(Con información de las agencias católicas de noticias:
Zenit, 18 de julio de 2000 y ACIPRENSA, 22 de julio de 2000; y de Jack
Fuchs, miembro de la Fundación Internacional Raoul Wellenberg,
Buenos Aires, junio de 2001)