Revista Vitral No. 63 * año XI * septiembre-octubre de 2004


ÚLTIMA HORA

 

OTORGADO PREMIO INTERNACIONAL
JAN KARSKI, POR EL VALOR Y LA COMPASIÓN
A DIRECTOR DE LA REVISTA VITRAL
DE PINAR DEL RÍO

Jan Karski

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Premio Internacional “Jan Karski” al Valor y la Compasión, que lleva el nombre de un destacado intelectual y diplomático católico polaco, ha sido otorgado este año 2004 al ingeniero Dagoberto Valdés Hernández, Director del Centro de Formación Cívica y Religiosa y de la revista Vitral de la Diócesis de Pinar del Río, Cuba.
Este Premio Internacional es otorgado “a aquellas personas cuyo trabajo de vida ejemplifique el valor y la compasión cristiana hacia todos los seres humanos sin distinción, del eminente profesor católico Jan Kosielewsky, «Karski», incluyendo el desinterés personal, un sentido humanista profundo, el valor extraordinario y la humildad para aceptar una carga, dolor o sufrimiento personal a causa de poder servir y salvar a otros necesitados de verdad y libertad, y que en su vida cotidiana sostenga y se rija por los mismos ideales cristianos que movieron al Dr. Jan Karski. “
Este Premio, fue instituido después de la muerte del insigne intelectual católico acaecida el 13 de julio de 2000 y se otorgó por primera vez en el año 2002, de forma compartida, a la Sra. Janina Ochojska y a la Sra. Susan Pollack.
Janina Ochojka, educadora y humanista polaca, que fundó la Organización Humanitaria Polaca para ayudar a las personas víctimas de las guerras en Chechenia, antigua Yugoslavia y Afganistán, los damnificados por desastres naturales en Liberia, Hungría, India y Polonia y por su aporte a la educación cívica de la juventud.
La Sra. Susan Pollack, norteamericana, “consagró su vida para ayudar, informar y orientar las vidas de las personas atrapadas por la opresión en Sudán y Etiopía”, actualmente ayuda a relocalizar a las personas sin hogar y a niños refugiados de 22 países.
En 2003, el Premio Karski fue concedido a la Sra. Irena Sendler “quien ha demostrado un coraje y una compasión en un servicio desinteresado y casi en el anonimato para poner a salvo a 2 500 niños judíos huérfanos, contribuyendo a su educación personal y social y ocultando sus identidades de los nazis hasta que pudiera encontrar familias que los adoptaran “.
Existen también, el Premio Karski a un filme documental que propague los valores morales y un “Premio Karski al coraje moral” que este año se le ha otorgado a la senadora franco-colombiana Ingrid Betancourt, que fuera candidata a la presidencia de Colombia y secuestrada por la guerrilla durante dos años, actualmente es una defensora de los derechos humanos en su país.

Acerca del intelectual católico Jan Karski

Jan Karski, nació el 24 de abril de 1914, en Lodz, Polonia. De familia católica fue el menor de 8 hermanos, cursó sus estudios primarios y secundarios en colegios de los padres jesuitas en su tierra natal. En 1935 se graduó de Leyes y Ciencias Diplomáticas por la Universidad de Lwow. Amplió sus estudios de forma eminente en Alemania, Suiza y Gran Bretaña. De regreso a su país ingresó en el servicio diplomático en 1938 un año antes de que Alemania invadiera a Polonia. Prestó sus servicios diplomáticos en Bucarest, Berlín, Ginebra y Londres.

Patriota que compartió la suerte de su pueblo

En 1939 fue llamado a filas; hecho prisionero por el ejército soviético enviado a un campo de concentración estalinista en Ucrania, de donde pudo escapar dos meses después y regresó a su país para unirse a las fuerzas anti-nazis. Su dominio de varios idiomas y su prodigiosa memoria le valieron para ser elegido como correo de la resistencia polaca durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1940 fue capturado por la GESTAPO en Eslovaquia. Luego de soportar un implacable régimen de torturas fue rescatado, casi milagrosamente, por la resistencia.
En agosto y octubre de 1942, Karski, siempre guiado por sus ideales cristianos de compasión y misericordia con el que sufre de cualquier manera, se hizo pasar por judío e ingresó clandestinamente en el tristemente famoso Gueto de Varsovia donde vivían sin libertad y morían “hermanos en la fe y en el dolor” y luego penetró por una hora al campo de exterminio de Belzec. En ambos lugares quedó grabada para siempre en su memoria la imagen de sufrimiento y muerte que se hace indescriptible cuando unos hombres intentan doblegar la conciencia y la libertad de otros por razón de su raza, su religión o su filosofía política. Allí Karski hizo lo que pudo, acompañó, consoló, convivió… y luego informó al mundo libre y especialmente a las potencias occidentales de lo que estaba sucediendo. Fue el primer testigo del Holocausto que pudo viajar al exterior y decir la verdad.

Profeta-Comunicador de la verdad a tiempo y a destiempo

Entonces comienza su peregrinación para comunicar la verdad sobre el sufrimiento de aquellos pueblos. Visita primero Londres donde se entrevista con Anthony Eden, Secretario británico de Relaciones Exteriores. Da su testimonio y trata de comunicar la verdad de lo que ha visto y oído: el sufrimiento, sórdido y silenciado, de miles de personas. Eden contestó que no podían hacer nada de lo que proponían los dirigentes judíos porque la estrategia de los aliados consistía en derrotar a los alemanes y ningún “asunto secundario” debería interferir ese objetivo y que Gran Bretaña “ya había hecho lo suficiente aceptando a cien mil refugiados”. Lord Cranborne, miembro del gabinete de guerra británico, le dice: “Señor Karski, usted es un hombre inteligente, ¿se da cuenta de que el mensaje que nos trae es insostenible?” Allí mismo en Londres encuentra a Arthur Koestler, judío, apasionado antifascista y antisoviético que lo escucha pero luego dice de Karski “que es un hombre demasiado atado a sus intereses personales y a su vanidad de hombre de letras”. El famoso escritor H.G.Wells, al recibir su crónica, le contesta que “habría que estudiar las causas por las cuales el antisemitismo emerge en todos los países donde viven los judíos”.
En el verano de 1943, dos años antes de que terminara la guerra, viaja a los Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Franklin D. Roosevelt, con el Secretario de Guerra, con el Cardenal Cicognani y el Arzobispo Spellman y con otros altos dignatarios. Roosevelt lo escuchó atentamente durante cuatro horas. Se interesó especialmente por cuestiones políticas y le aseguró que Polonia recibiría una compensación territorial. Fue una reunión dramática. El diálogo con Félix Frankfurter, miembro de la Corte Suprema de Justicia de los Estado Unidos, fue aún más sorprendente, Frankfurter le pregunta: ¿Sabe usted, Señor, Karski, quién soy? ¿Sabe que soy judío? Y dando unos pasos luego de escuchar minuciosamente le dice: “Un hombre como yo debe ser absolutamente franco. De modo que le digo: no estoy en condiciones de creer lo que Usted dice”.
El profeta de la desolación y también de la compasión no se cansó de proclamar la verdad, escribió y publicó en 1944, un año antes del fin de la Guerra, el libro Historia de un secreto de estado que vendió 400 mil ejemplares en muy poco tiempo. “Después de la guerra- escribiría Karski en 1987- leía como los líderes occidentales, hombres de estado, militares, servicios de inteligencia, jerarquías eclesiásticas y dirigentes civiles, se horrorizaban por lo que había pasado con los judíos. Declaraban no haber sabido nada acerca del Holocausto pues el genocidio había sido mantenido en secreto. Esta versión de los hechos persiste todavía hoy pero no es más que un mito. El exterminio no era un secreto para ellos.”

Educador para la libertad

Después de la Guerra, Jan Karski no quiso regresar a la Polonia comunista y se estableció en Estados Unidos. Allí recibió, en 1952, un Doctorado Honoris Causa en Historia en la prestigiosa Universidad de Georgetown, la más antigua universidad católica de los Estados Unidos. En éste afamado centro de altos estudios educó a la juventud norteamericana y de muchos otros países de América Latina y del mundo. Allí, a partir de su propia experiencia personal y su ingeniosa memoria, educó para la libertad, para saber el precio que tiene y lo que sufrieron millones de personas para obtenerla. Durante cuarenta años enseñó las cátedras de Asuntos Europeos Orientales, Gobierno Comparativo y Asuntos Internacionales. Se retiró en el año 1995 luego de una fecunda labor educativa y cívica. Recibió otros doctorados Honoris Causa en las Universidades de Oregon, Baltimore Hebrew College of America, Universidad de Varsovia, Universidad María Sklodowska y en la Universidad de Lodz.
En junio de 1982, Jan Karski viajó a Jerusalén y allí fue proclamado «Justo entre las naciones», en honor de sus esfuerzos por la causa de los judíos en tiempo de la Guerra. En la medalla que le fue impuesta se puede leer este versículo del Talmud: “Quien salva una vida rescata a la humanidad, así como el asesino destruye el principio de vida en sí.” Karski respondió agradeciendo con estas palabras que lo definen: “Yo, polaco, norteamericano, católico, puedo ahora decir que también soy judío”.
Claude Lanzmann, en su impresionante película Shoá, incluye el testimonio de Jan Karski, quizá uno de los más conmovedores de ese filme.
El Premio Nobel Elie Wiesel, dijo: “El mensaje humano y humanista de Jan Karski tiene una importancia tal que ni el flujo del tiempo ni las fuerzas del mal lo podrán borrar o mitigar. Gracias a él, más de una generación continúa creyendo en la humanidad.”
El presidente del Instituto de Religión y Política Pública, Joseph K. Grieboski, expresó que “el profesor Karski fue una inspiración personal, modelo y mentor para mí. Tuve el gran honor de conocerlo… Jan Karski fue un hombre que entendió los efectos horrendos del fanatismo y el odio…Aunque yo no deseo ser un hereje, mi fe me dice que el Segundo Pecado Original se ha cometido ya por la humanidad: ha sido un pecado de hecho o de omisión, o de ignorancia voluntaria, o de insensibilidad, o de interés egoísta, o de hipocresía, o de racionalización sin corazón. Este pecado perseguirá a la humanidad hasta el fin de los tiempos. A mí me persigue. Y quiero que sea así.”
Jan Karski murió a los 86 años de edad por una complicación cardiaca en el Georgetown University Hospital, en Washington, el 13 de julio de 2000. Según las conocidas agencias Zenit y ACIPRENSA, cientos de católicos y judíos se reunieron en la Catedral de San Mateo en esa capital para rezar y dar el último adiós al intelectual polaco que arriesgó su vida por decir la verdad y luego la dedicó a educar para la libertad y las relaciones internacionales.
El Padre Leo J. O’ Donovan, Presidente entonces de la Georgetown University, dijo en su homilía durante la Misa de Exequias: “Jan Karski fue un héroe, fue un hombre sencillo de profunda fe que enseñó lecciones eternas sobre la libertad”.
El Rabino Michel Barenbaum en su elogio dentro de la Eucaristía del funeral recitó el Kaddish, la oración judía para honrar a los muertos y el coro interpretó himnos judíos durante la liturgia católica.
En el año 2002 fue erigido un monumento a Jan Karski en la Universidad de Georgetown, la más antigua universidad católica de los Estados Unidos.
Jan Karski fue un intelectual católico que supo servir arriesgadamente como comunicador de la verdad y como educador para la libertad, haciendo de lo cotidiano de la vida sencilla un himno al valor y a la compasión hacia todos los seres humanos sin distinción.

(Con información de las agencias católicas de noticias: Zenit, 18 de julio de 2000 y ACIPRENSA, 22 de julio de 2000; y de Jack Fuchs, miembro de la Fundación Internacional Raoul Wellenberg, Buenos Aires, junio de 2001)

 

 

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