Desde que existe el celuloide se
han realizado innumerables versiones sobre la vida de Cristo.
Fue en 1916 cuando por primera vez se tocó la temática
de una manera original y práctica a la vez, en cuanto a hacer
pensar, en la película titulada Intolerancia, bajo la dirección
de David Wark Griffith, aunque anteriormente los estudios de la casa
Pathee, en Francia, habían intentado hacer algo.
Podemos recordar películas que rozan el tema, que sirvió
como base para un argumento determinado, títulos como: -Quo vadis-
(1951), de Cecil B. de Mille, -El séptimo sello- (1956) de Ingmar
Bergman, -Judah Ben Hur (1959) de William Wyler, -La vida pública
de Jesús de Nazaret- de Franco Zefirreli, -La última tentación
de Cristo- (1990)de Martín Scorsese, entre otras y la más
reciente, -La pasión de Cristo- (2004) : bajo la dirección
de Mel Gibson la cual es un acercamiento al misterio de vida, muerte
y resurrección del Hijo de Dios.
Película realizada en momentos difíciles para la humanidad,
ante innumerables conflictos de sociedades militarizadas frente a una
creciente cultura de la muerte en todo el mundo.
Una visión con una interpretación estética y espiritual
sobre la obra, una artística y otra eterna, que en nada están
separadas una de la otra, solo que dependen de la actitud o intención
del espectador hacia la obra, así como de la expectativa y la
capacidad de hacer reflexionar y sensibilizar al espectador.
Sin dudas el interés fundamental radica en rescatar, rememorar,
desde la tradición católica, con lujo de detalles cada
paso del Vía Crucis de Jesús, desde el monte de los Olivos,
el proceso judicial, el camino con la cruz, la crucifixión, la
muerte y la resurrección.
Nada hay de complicado en esta obra, pues es interesante observar como
Jesús, aún hoy, sigue siendo un signo de contradicción
en el mundo, ante las falsas identidades, ante el odio y la mentira
de la nueva sociedad moderna, que muchas veces pretende hacer pensar
que los sentimientos humanos se modernizan; imaginemos cuanto más
haabrían dicho si fuera el verdadero Cristo, seguro tampoco creerían,
la gente reconoce el dolor que implica la entrega, pero no intenta dar
un cambio a sus vidas, de seguro le volverían a crucificar, porque
diariamente se crucifica a alguien en la vivencia cotidiana, sobre todo
cuando los pobres de espíritu han sido la minoría que
ha dominado al mundo.
No es simple historia lo que cuenta la película, sino el noble
intento de recuperar valores, criterios de juicio que nos acerquen al
momento real del acto del sacrificio, mediante el idioma original, el
vestuario, y sobre todo el dolor, para que sean llevados a la actualidad,
como denuncia de los males que acontecen en la actualidad.
Las actuaciones son fieles a la tradición, sobre todo la de James
Caviezel en el personaje de Jesús, con un margen que logra calzar
una recreación más amplia del personaje en esta obra de
arte, con intenciones propias del director, por ejemplo: en el personaje
de Poncio Pilato, realiza una lectura muy personal sobre la verdad o
no de su esposa, que interviene por la vida de Jesús y la imagen
del diablo.
La fotografía, exacta en la lágrima del Dios padre por
su hijo, locaciones nada lejanas de la realidad en que vivió
realmente, la utilización de una simbología adecuada dando
respuesta a cada situación, que comienza en la contraposición
de los personajes con la revelación como respuesta, como cuando
Judas no es capaz de superar su traición es perseguido por niños
endemoniados; la utilización del símbolo animal: el caballo
muerto, el cuervo, la serpiente, la paloma que sobrevuela el espacio
en el momento que ocurre el juicio, junto con objetos específicos
relacionados con los personajes: la soga, las monedas, la cruz, las
sábanas, la corona de espinas, el látigo, la copa; el
reflejo de la memoria motora que se conecta con el pasado ante una realidad
presente donde se vinculan desde el inicio los dos personajes principales,
resaltando el valor maternal, María, (por Maia Mongestern), mujer
insuparable en el dolor ante la caída de su hijo del cual el
instinto maternal recuerda cómo le protegía en su niñez.
La respuesta Ves, madre, como estoy haciendo todo esto nuevo-.
En toda la película hay una meticulosidad del mensaje, un frescor
de las imágenes en consonancia con su realismo y credibilidad,
logrando la sincronización exacta de los hechos, unidos a las
posibilidades reales de los personajes que intervinieron para lograr
una total armonía.
Es ésta la imagen de la redención llevada al celuloide
que también refleja detalles y obras de arte muy específicas,
de grandes artistas como: El Greco, Rafael, Da Vinci, Miguel Ángel,
el estilo de Rembrandt en el tratamiento de la sombras y las luces.
Obras dentro de la obra, que representan una experiencia, especie de
electrocardiograma, medidora de sensibilidad personal sobre la coherencia
del cristiano o no, va más allá, a la interioridad del
hombre cuestionado, reflexionando sobre sus actitudes a partir de los
personajes que representa en la película: el Cristo, la madre,
el juez, el traidor, el apóstol, el que muere o el que resucita;
cuán cercano o lejanos estamos de la fe en Cristo y de la fe
en nosotros mismos.
La visión eterna que hace trascender esta película es
precisamente su mensaje de esperanza, un estudio de la intolerancia
humana en todos sus caracteres, en contra del fanatismo religioso, político,
económico, anuncia y denuncia una realidad latente en el presente,
la cual el hombre no ha podido o no le ha interesado superar, después
de descubrir que las crisis económicas y las guerras son formas
de enriquecimiento de una minoría sobre grandes mayorías.
Algunos han cuestionado si la persona de Jesús verdaderamente
pudo resistir tanto, o afirman la belleza de la obra, los efectos, la
calidad; reconocen que lloraron como niños, o aquellos que después
de poner la película proponen o intentan restarle valor. No es
un problema de fuerza, resistencia, sino de convicción en el
amor a la eternidad que implica el amor a los demás, no se trata
de quedarnos en el criterio estético o el dolor de la madre que
nos hizo llorar, sino de cambiar nuestras actitudes, rompiendo con la
alineación mental, ante la realidad y la difuminación
de nuestras ya gastadas motivaciones, que han quedado atrapadas en falsas
felicidades de grupo, con la definición de: -comamos y bebamos
que mañana no existiremos- un sin sentido en nuestras vidas que
nos inunda. ¿Qué esperamos para cambiar nuestras actitudes
erradas alejados de la vivencia auténtica y legítima,
de un buen hombre, sinónimo de buen creyente, buen político,
buena persona como trabajador, justo, humilde, transparente, sencillo
que nos permita mejorar al mundo?¿Cuándo seremos un ejemplo
para nuestros hijos y les educaremos en el amor a sus amigos y en el
valor de la virtud?
La pasión... ha roto de cierta forma con la visión rutinaria
del dolor, provocando un desprendimiento interno, colocándonos
frente a la realidad que hoy todavía nos trasciende. Es éste
el dolor compartido en el presente continuo, el pasado que no vivimos
y el anhelo fervoroso de creer en una persona magnífica que se
nos manifestó desde la sencillez y de la cual Gibson restauró,
desde el cine, su imagen para renovar nuestra espiritualidad humana
que nos mueve a comprender el misterio del sacrificio en la vida humana,
la verdad y la plenitud sin imposiciones.
La pasión de Cristo(The passion of the Christ)
Drama: Italia USA
Duración: 127 minutos
Año: 2004
Página Web Aurum. Ficha técnica:
Director: Mel Gibson
Guionista: Benedict Fitzgerald, Mel
Gibson
Productores: Bruce Davey, Mel Gibson, Stephen
McEveety, Enzo Sisti.
Música: James Horner
Fotografía: Caleb Deschanel
Montaje: John Wright
Reparto
James Caviezel: Jesucristo
Maia Morgenstern: María
Monica Bellucci: María Magdalena
Francesco Cabras: Gesmas
Rosalinda Celentano: Satán
Claudia Gerini: Claudia Procles, es-
posa de Pilato
Sergio Rubini: Dimas
Hristo Jivkov: Juan Zebedeo
Hristo Shopov: Poncio Pilato