Revista Vitral No. 62 * año XI * julio-agosto de 2004


REFLEXIONES

 

NADA NI NADIE PODRÁ IMPEDIR
EL TRIUNFO DE LA VERDAD
Y LA JUSTICIA


MONS. JOSÉ SIRO GONZÁLEZ BACALLAO

 

 

 

Corre raudo el vehículo por la autopista Habana – Pinar y una vez más detengo la mirada de viajero al encontrarme frente a una gigantesca valla que dice:”Nada ni nadie podrá impedir el triunfo de la Verdad y la Justicia”.

Valla ubicada en la Autopista Nacional de La Habana a Pinar, a la altura de Guanajay.


La primera vez que lo vi me quedé atónito, pensando que no era posible la existencia de un anuncio de tal referencia en una vía pública; pero era verdad, ahí delante de todo el que transita por la autopista, aparece de pronto, con letras bien visibles, el único comunicado que puede llenar de esperanzas firmes el corazón de todo cubano que la lea.
Supongo que a todo el que la lea le brotará de lo íntimo de la razón y el corazón una profunda reflexión, analizando con detenimiento cada palabra que contiene tan grandiosa y elocuente frase.
Nada: es decir, ningún poder, ninguna fuerza, ningún mecanismo humano, ningún empecinamiento contrario, ningún plan por más elaborado que haya sido, ninguna ambición por poderosa que parezca.
Nadie: ningún ser humano, hombre o mujer, por poderoso que sea, por dinero que posea. La historia humana está llena de testimonios y realidades que confirman esa verdad.
Impedir: vale decir: podrá evitar, se opondrá para evitar que suceda, encadenará para siempre lo que es imposible encadenar para siempre.
El triunfo: igual al gozo de los discípulos del Maestro de Nazareth cuando vieron y comieron con el Señor Resucitado, Aquel mismo que habían visto sufrir muerte y fracaso en la Cruz. El sentimiento de los millones de hombres y mujeres que vieron un día caer por tierra el muro al parecer indestructible.
La Verdad: en el lenguaje corriente se dice verdadero un pensamiento, una palabra conforme con lo real o también la realidad misma que se desvela, que resulta clara, evidente al espíritu. Es la concepción intelectualista de los griegos, que es ordinariamente la nuestra.
Es el vocablo o el concepto misterioso y trascendente que identifica al Dios, que sin dejar de serlo, se hizo hombre para ser testigo de Ella.
La realidad eterna que se empecinan los que no la conocen o la temen, en encadenar en lóbrego calabozo. La luz que ilumina a todo hombre bueno y honrado que viene a este mundo.
La que confunden los ignorantes e ilusos con realidades humanas que con ropajes falsos cubren la mentira y el engaño.
Mientras que el diablo es el padre de la mentira, Cristo proclama la verdad, está lleno de gracia y de verdad. La gran novedad cristiana es que Cristo en persona es la verdad; lo es no sólo en cuanto posee la naturaleza divina, sino porque siendo el Verbo hecho carne, nos revela al Padre. Jesús mismo explica el sentido de este título uniéndolo a otros dos: Él es el camino, la verdad y la vida. Él es el camino que conduce al Padre precisamente porque es la verdad y la revelación del Padre, y así comunica la vida divina.
La verdad en sentido cristiano no es pues, la esfera inmensa de lo real que hubiéramos de conquistar con un esfuerzo de pensamiento; es la Verdad del Evangelio, la palabra reveladora del Padre, aparecida en Cristo e iluminada por el Espíritu a la que debemos acoger en la fe, para que transforme nuestra existencia.
La Justicia: es una palabra de abundante consumo en la cultura contemporánea, pero también una noción cambiante, que se especifica de diversas formas según el cuadro ideológico y cultural en que se coloca.
Está presente sobre todo en el lenguaje jurídico, político y ético con significados diferentes.
En el plano jurídico, la noción de justicia que me parece más corriente es la que elaboró el antiguo derecho romano: “La justicia es la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Este “lo suyo” que corresponde a cada uno es un conjunto de derechos humanos, Hacer valer la “justicia” significa entonces reconocer y defender los derechos de cada persona.
En el plano ético-religioso, la noción corriente de “justicia” recoge sustancialmente la definición de Sto. Tomás de Aquino, para quien la justicia es “el hábito según el cual, con constante y determinada voluntad, se entrega a cada uno su derecho”.
La justicia entendida de este modo, en sentido cristiano, es la primera exigencia de la caridad como reconocimiento de la dignidad y de los derechos de toda persona.
La justicia y la injusticia pueden referirse también a estructuras o situaciones socio-políticas opresivas, que niegan los derechos de la persona o bien a las que son promotoras de la dignidad y de los derechos del hombre y de la mujer.
Pensando y analizando cada una de las palabras que componen esta frase:
Me pregunto: ¿qué concepto sobre la libertad y la justicia tendrán los que mandaron colocar esa valla, que cruzan a su vera en buenos autos, sin interés ni coraje para analizar el significado de lo escrito?
Me pregunto: ¿qué reflexión harán sobre esa frase los que van apiñados en camiones y leen la frase sofocados por el sol y el calor?
Me pregunto: ¿qué dirán los turistas que la miran, cuando cruzan en veloces autos con aire acondicionado?
Me pregunto: ¿tienen capacidad de pensar y comprender el significado de esa frase los que sufren la falta de libertad y la injusticia?
Y me respondo: ¿qué consuelo y qué esperanza alentará a los que creen en el triunfo de la verdad y la justicia, porque tienen fe en el Señor que dijo por boca de San Pablo: “Compórtense como hombres libres, aunque no a la manera de las personas que hablan de libertad para justificar su maldad”. (S. Pedro, 2-12)

 

 

Revista Vitral No. 62 * año XI * julio-agosto de 2004
Monseñor José Siro González Bacallao
Candelaria (1930)
Consagrado Obispo de Pinar del Río el 16 de mayo de 1982. Actual presidente de Cáritas- Cuba.