Continuamente se escuchan quejas
referentes a la imposibilidad que tienen las personas de vivir en Cuba
sin transgredir el marco que establece la legalidad. Paradójicamente,
desde la misma génesis de la ley, ésta tuvo como objetivo
establecer unas normas que contribuyan a organizar y facilitar la vida
de la sociedad. Cuando no se cumple, o no se es fiel a esto, algo funciona
mal.
-Son verdaderamente alarmantes los signos y hechos concretos que se
pueden ir apreciando en nuestra sociedad que por desgracia confirman
esta aseveración:
-Insuficiencia de los salarios de los trabajadores, unido a una oferta
estatal muy deficitaria de productos elementales y de necesidades primarias
para vivir, que no están al alcance de la gran mayoría
de la población.
-La imposibilidad que tienen los propietarios de casas y autos para
venderlos de forma directa y legal a algún otro que quiera comprárselos.
-El trabajo privado posee unas regulaciones que lejos de estimularlo,
lo frenan en el mejor de los casos, cuando no, lo tratan de eliminar
de una forma u otra.
-No está concebido en la legislación de nuestro país,
el espacio natural para la oposición de otros partidos políticos
que optan por el poder.
-Figuras delictivas que en cualquier otro sistema jurídico no
lo son.
-Restricciones excesivas para la libertad de expresión.
Estas situaciones aseguran que prácticamente todos los ciudadanos
de este país cometan múltiples ilegalidades, pues se hace
casi imposible vivir dentro del marco que establece lo legal. Gran parte
de la existencia real del cubano se sustenta en el sector informal o
subterráneo por obedecer más a sus posibilidades adquisitivas.
Una de las más nefastas consecuencias de este problema es que
fomenta una doble vida, pues la persona se disfraza con múltiples
máscaras sociales, lo que va creando una conciencia moral que
todo lo relativiza, y que concibe a lo bueno como malo, o a lo blanco,
negro; existe una cultura cívica errónea y fundamentada
en las normas del individualismo y la ley del más fuerte. Cuando
en una sociedad no se reconoce la necesidad de la ley, la vida transcurre
sobre los pilares de la ilegalidad y triunfa a la corta o a la larga
la fuerza del poder y reinará el caos, donde cada uno de los
integrantes que la conforman tenderá a utilizar hasta el extremo
los medios de que dispone para imponer su propio interés o la
propia opinión, sin respetar los derechos y la libertad de los
demás.
Un Estado soberano y democrático donde se garantice la división
de poderes de forma real y efectiva debe tener la capacidad de ser fiel
a su misión principal que consiste en: respetar la voluntad de
sus electores en virtud de la cuota de soberanía delegada por
los mismos en el Estado para que, organice, administre y resuelva los
problemas económicos, sociales, culturales y políticos.
Uno de los instrumentos que debe crear el Estado para cumplir con su
responsabilidad es el derecho positivo, cuya función y servicio
correspondiente es procurar una armonía e interdependencia entre
libertad y verdad, entre justicia y paz, entre igualdad y solidaridad,
entre distribución equitativa y responsabilidad. Solamente así
será valorado de forma legítima, porque estará
fundado y será capaz de garantizar a todos los miembros de la
sociedad, en igualdad de oportunidades, el vivir en libertad aceptando
los presupuestos de la verdad, sin eliminar ni atenuar nunca la libertad
del hombre. Esta fidelidad a su origen primario y final contribuirá
a promover y asegurar el bienestar general del hombre y de la sociedad.
En nuestro país las normas jurídicas no cumplen con una
de sus principales funciones: garantizar la participación independiente
y comprometida de los ciudadanos en las opciones sociales, económicas
y políticas. Solamente tienen espacio las iniciativas individuales
que apoyan los intereses del régimen y las que provengan y estén
dentro de las organizaciones de masas y sociales que consoliden y defiendan
el modelo de sociedad socialista, de corte marxista-leninista. Incluso
esta participación, está supeditada por ley al papel rector
que se le concede al Partido Comunista, definiéndolo como ...
vanguardia organizada de la sociedad y la fuerza dirigente superior
de la sociedad y del Estado (Artículo 5 de la Constitución
de la República de Cuba). . La ley debe ser la soberana y no
la voluntad arbitraria de los hombres.
La base de la convivencia humana se encuentra en las leyes que están
en su naturaleza. El conflicto entre estas leyes y las que se oponen
a ellas es lo que provoca la falta de paz, las relaciones entre los
hombres no pueden regirse por la fuerza o por leyes de otro género.
Antes de cualquier orden positivo, hay un orden o derecho natural de
justicia que es la manera humana de cómo los hombres expresan
su sentido de vida, tanto personal como socialmente. Esta ley o derecho
positivo es algo históricamente cambiante e inestable, y su función
es declarar y confirmar los derechos ya existentes, definiendo cómo
deben ser éstos aplicados y ejercitados en las circunstancias
concretas históricas del territorio donde se aplican. Para que
una ley sea legítima debe ser conforme a la razón humana,
contribuir a la dignificación de la persona estando a su servicio
y al de la sociedad toda, sin someterse o responder a otros intereses,
fundamentada en un valor y encaminada al bien común. Sólo
si cumple estos requisitos podemos decir que es justa y puede exigirse
su obligatorio cumplimiento.
La persona y la sociedad, de manera predeterminada, necesitan la referencia
a una autoridad que tiene poder para dirigir y obligar, porque sólo
así se consigue el orden y el progreso. Todo ciudadano tiene
el deber de respetar las leyes cuando estas están conforme al
derecho natural, por el contrario, cuando hay leyes que van en contra
de este derecho, la persona puede y debe oponerse en razón de
su conciencia contra ellas porque son ilegítimas; dicho de otra
manera una persona puede y debe desobedecer la ley cuando esta atenta
contra su dignidad.
Un buen sistema jurídico basado en una visión realista
de la naturaleza social del hombre, es aquel que es capaz de:
1.Exigir y favorecer la creatividad y la ingeniosidad propia de la persona,
fundada en la justa autonomía del sujeto responsable de sus actos;
2.Estimular y velar porque existan un espacios de participación
real para todos, y sea de forma libre y responsable sin afectar los
derechos de nadie y sin exclusiones de ningún tipo, aunque esta
participación sea contraria al poder de turno;
3.Ser lo suficientemente flexible para que sea capaz de estar abierta
para ir recogiendo las nuevas realidades que afectan y vive la sociedad,
o los grupos que viven en ellas;
4.Sea visto de forma positiva y necesaria, e invite a vivir dentro de
las normativas que establece para todos;
5.Requerir de todos el cumplimiento de sus deberes ciudadanos;
6.Procurar unas normas que sirvan de guía para el progreso y
el bienestar general.
En esencia, un adecuado sistema jurídico es aquel que regula
las relaciones entre los hombres acorde a su propia naturaleza y no
aquel que le imponga al hombre situaciones que le obliguen a delinquir
o a vivir gran parte de su vida fuera de la legalidad.
Urge que el marco jurídico responda cada vez más a los
intereses de todos en nuestra sociedad, sin excepciones ni simplificaciones.
Todos sabemos que las leyes, serán mejor expresión de
la justicia, en la medida que sean fruto del debate público,
no excluyan a las minorías, estén iluminadas por los principios
de la ética, y tengan en cuenta las tradiciones y la cultura,
entendida ésta como el estilo de vida de las personas.
Es tarea de todos los cubanos, aportar nuestro esfuerzo para que esa
cuota de soberanía que delegamos en virtud del Contrato Social,
en el Estado, sea administrada de la manera más óptima
posible. Para que esto se haga una realidad tenemos que exigir nuestros
derechos, firme y serenamente, de forma pacífica y respetuosa,
pero también cumplir con los deberes que tenemos para con nosotros
mismos y la sociedad. Solamente así se podrá crear un
marco jurídico que sea justo y esté al servicio del bien
común.
Bibliografías consultadas
1-Ciclo de Justicia y Paz del Centro de Formación Cívica
y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río.
2-Encíclicas Centesimus Annus y Veritatis Splendor de Juan Pablo
II.
4- Constitución de la República de Cuba.