Dos amigos que caminaban por la calle se encuentran con otro al que
hace algún tiempo no veían y
-Pedro, cuánto tiempo sin verte.
-Y yo a ustedes.
- ¿Dónde estabas metido?
-En la casa, si casi no salía.
-¿Qué te pasaba?
-Me enfermé, me salió una erupción que me daba
mucha picazón y me dijeron que eran las giardias, me pusieron
tratamiento con metronidazol y después de dos ciclos no mejoré,
por lo que me recomendaron la quinacrina,
-Eso sí es bueno, yo conozco a uno que se la mandaron y se le
quitó la giardia enseguida.
-Bueno, Arturo, eso fue a tu amigo, pero yo pasé un trabajo tremendo
para encontrarla y, total, me dañó el hígado y
tuve que hacer reposo un mes entero para recuperarme.
-Pero valió la pena ¿No es verdad?
-No, Álvaro, primero el hígado no es cosa de juego, segundo,
seguí con la erupción igualito que antes.
-¿Quién te está tratando?
-Primero me vio Carlos, el del barrio de nosotros
..
-¡Pero Carlos es pediatra! Y tú ya pasaste de los treinta
hace dos o tres años.
-Si, Arturo, pero como era una giardia, eso lo sabe tratar cualquier
médico.
-Pero no resolviste y te mandó la quinacrina
-No, como no resolví me llevó a un amigo de él,
clínico, que fue el que me recomendó la quinacrina.
-Pero seguiste igual.
-Sí.
-¿Qué hiciste entonces?
-Me recomendaron al Dr. Martínez, que dicen que es muy bueno.
-Pero muy pesado. -dijo Álvaro.
-A mí me lo recomendaron una vez y cuando lo vi me dijo que el
consultaba los miércoles a la 1:00 PM, que fuera a la consulta
y yo no volví más. -añadió Álvaro.
-Seguro que lo viste en su sala-respondió Pedro.
-Sí, a las 10:00 AM, en la sala.
-Por eso no te vio, a mí me llevó Carlos a su consulta
y primero habló con él.
-¿Cómo te trató?
-Muy bien, aunque al principio me cayó mal, cuando le dije que
iba a verlo porque él era clínico me respondió
que en ese caso podía ir a ver a un siquiatra, porque era tan
clínico como él, que no existía una especialidad
que se llamara clínica, que él era especialista de Medicina
Interna y por tanto era Internista.
-Te sentiste molesto.
-No tanto como cuando me dijo que nunca había visto giardias
en la piel, que yo lo que tenía no eran giardias, sino una urticaria.
-¿Qué le respondiste?
-Le hice una pregunta: ¿Doctor, cómo es posible que los
médicos que me han visto digan todos que es por giardia? ¿Es
que ellos no saben?
-Se la pusiste buena ¿Qué te contestó?
-Me dijo que era porque yo solo había visto a médicos
que trataban giardias y que conocían solo esa causa de urticaria
y que cuando era causada por otra cosa se desorientaban y pensaban que
la giardia era resistente.
-Entonces te buscó la causa.
-No, me dijo que la urticaria era una alergia de la piel y que él
no era ni Dermatólogo ni Alergista, que eran las especialidades
que atendían esos casos, me llevó a un Alergista que estaba
consultando y que me atendió con rapidez, me interrogó
y me mandó a hacer algunos análisis, pero con el tratamiento
se me quitaron las ronchas.
-¿Qué te mandó?
-A que no usara más la frazada nueva que había comprado
poco antes de que me empezaran las ronchas, en estos tiempos atrás
ha hecho un poco de frío por las noches y compré esa frazada
porque la vieja estaba muy mala, el alergista me preguntó y se
dio cuenta rápidamente de lo que era, ahora estoy esperando unas
semanas para hacerme las pruebas que me mandó.
-Yo me atendí con Martínez una vez y después quedamos
amigos -Intervino Arturo.
-¿No es pesado? -preguntó Álvaro.
-Depende de cómo lo veas, yo creo que es una persona buena y
honesta, que conoce muy bien su especialidad pero que dice que no tiene
porque meterse en lo que no maneja. Estando un día con él,
conversando, vinieron a verlo para que atendiera a un paciente con sinusitis
y le dijo al que se lo llevó que buscara a un Otorrino, este
le respondió que no había encontrado a ninguno y Martínez
le dijo que si lo había buscado en las consultas o en el Cuerpo
de Guardia, el hombre le dijo que había buscado en el comedor,
el salón de actos y la cafetería, porque alguien le dijo
que había visto pasar un Otorrino para el comedor y como el salón
de actos queda en ese rumbo, lo buscó por allá también.
-¿Qué le respondió Martínez?
-De lo más cómico, le dijo que mal podía encontrar
a alguien donde no debía estar y que a falta de un Otorrino un
Internista no podía resolver igual, le preguntó entonces
cuando alguien iba a pelarse, si no estaba su barbero no se le ocurría
pedirle al relojero que lo pelara, el hombre le respondió que
no porque el relojero no sabía pelar y él le dijo, eso
es lo que me pasa a mí con la sinusitis, no sé tratarla.
-El tipo no es fácil.
-Seguro que no Álvaro, Martínez no es fácil, pero
yo creo que tiene razón.
Estimados lectores, hoy he escrito algo que hace algún tiempo
quería discutir, para canalizar el análisis quisiera hacer
algunas preguntas, trate de contestarlas.
1-¿Cree correcto ir a un especialista que no lo es de la enfermedad
que Usted padece?
2-¿Cree correcto que un médico lo atienda en un lugar
inadecuado o cuando es un momento en que está ocupado en otra
cosa?
3-¿Cree que un médico está preparado para atender
a cualquier paciente?
4-¿Por qué Pedro no fue primero a ver a su médico
de la familia?
5-¿Qué cree de la actitud de Martínez de no ver
casos que no sean de su especialidad y no ver tampoco a nadie fuera
de la consulta?
Espero sus opiniones.
RESPUESTA
A LOS CASOS 13 Y 14
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Hoy vamos a comentar dos casos en uno, esto se debe a dos causas, una
es que están tan relacionados que respondernos por separado sería
repetir las mismas cosas, y dos, que así acercamos las respuestas
de los casos de un número al siguiente; inicialmente pensamos
que alejar las respuestas (o mejor comentarios) de los casos de dos
números, facilitaría la llegada de las opiniones de los
lectores de lejos, realmente no ha sido así, las opiniones llegan,
en su mayoría, con rapidez y en algunos casos demoran tanto que
cuando llegan ya se publicó nuestro comentario. Muchas personas
nos han planteado acercar las respuestas y, viendo que es lógico,
decidimos hacerlo.
En el caso 13 las cuestiones planteadas se pueden resumir en:
1-Es o no ético implantar núcleos de células humanas
en óvulos de animales, creando así un producto mixto de
conejo y humano que no sería completamente humano, lo que alejaría
las críticas sobre manipulación de embriones humanos.
2-¿Este ser sería humano o no?
3-¿Qué consecuencias podría traer para los humanos
implantarle estas células mixtas?
En el caso 14 los planteamientos a discutir serían, resumidamente:
4-¿Es efectiva o no la terapia con células madre?
5-¿De dónde se obtienen estas células?
6-¿Es costoso este tratamiento?
Creo lógico comenzar por el segundo caso y precisamente aclarar
qué son estas células tan famosas de pronto por obra y
gracia de la propaganda y, en el caso de nuestro país, por haberse
iniciado tratamiento a algunos pacientes con ellas recientemente, estando
ya en imprenta el artículo anterior.
Las células madres no son un descubrimiento nuevo, recuerdo que
cuando estudiaba medicina ya me hablaban de células madre de
la sangre y de otros tejidos (y de eso hace ya 36 años), lo que
es novedoso es su posible utilización terapéutica. Actualmente
se considera que existen tres tipos de células madre de acuerdo
con su potencialidad de desarrollo, una las células madre tutipotenciales,
capaces de desarrollar un hombre completo, eso solo lo hacen el óvulo
fecundado y las células resultantes de sus primeras divisiones,
que son ya en sí un nuevo ser y se desarrollan como lo que son,
un ser completo. Las células madre pluripotenciales son aquellas
de los primeros estadios del embrión, entre los cinco y quince
días de fecundado el óvulo y que son capaces de desarrollar
cualquier órgano o tejido, pueden desarrollarse formando cualquier
parte de un hombre, pero no todo el hombre y las células madre
multipotenciales, capaces de desarrollarse en el sentido de determinado
tipo de tejido, pero no de cualquier tejido y se encuentran en el hombre
aún siendo adulto, pero no existen en todos los tejidos. Así
se consideraba hasta hace poco, esto tenía como consecuencia
que para obtener una célula capaz de desarrollarse en cualquier
sentido, o sea, sustituir a cualquier órgano, era necesario obtenerla
de fetos pequeños y traía aparejados dos grandes problemas:
-¿De dónde obtener estos fetos? Se planteaba que de fetos
abortados, ya sea con el objetivo de obtener estas células (aborto
provocado), ya sea de abortos espontáneos. Hacer un aborto es
ya un atentado contra la vida humana, es privar a un ser de su más
elemental derecho, el de vivir; sería matar a alguien para que
otro viva y esto no me parece justo con el que matan. Los abortos espontáneos
no son un crimen, sino algo que sucede en la naturaleza por diversos
motivos y, utilizar las células de estos fetos como fuente de
células madres, pudiera verse como una donación de células,
algo parecido a las donaciones de órganos. Hay quien se opone
a esta utilización alegando razones éticas respecto al
empleo de tejidos de los fetos. Personalmente no veo ninguna objeción
a que, en el caso de un aborto espontáneo, se utilicen las células
del feto (previo consentimiento de los progenitores) para salvar la
vida de otro ser humano o, al menos, mejorar su pronóstico de
vida.
-El segundo problema es más práctico. Las células
del feto son extrañas al que recibe la donación y por
tanto susceptibles de rechazo por los sistemas de defensa del que las
recibe, esto no es tan fácil de resolver.
El desarrollo de la ciencia ha buscado soluciones, como vemos en el
caso 13, pero la más fácil estaba a la vuelta de la esquina,
los adultos tenemos células madre en nuestro organismo capaces
de responder a estímulos que las llevarían a desarrollarse
como casi cualquier tejido. Todo el problema consiste en cómo
obtener estas células y cómo estimularlas a que se transformen
en lo que queremos que sean y no en otro tipo de célula. Esta
es la dirección de las investigaciones actuales, sacar del mismo
cuerpo del necesitado células que, con los estímulos adecuados,
se transformen en el tejido u órgano que queremos reparar. Esto
elimina las dificultades éticas ya que se trata de tejidos del
mismo receptor, como una donación a uno mismo y elimina, así
mismo, las dificultades del posible rechazo ya que el cuerpo del receptor
reconoce como propias (y no ataca) a células que realmente son
del individuo.
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Experimento
con células madres.
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Veamos esto con un ejemplo. Supongamos que una persona X tenga una enfermedad
cardiaca, acude a su médico y le plantean que el estado de su
corazón es muy malo y los medicamentos no pueden ayudarlo mucho,
entonces se le envía a recibir tratamiento con células
madres; se le saca sangre de donde se aísla un grupo pequeño
de células capaces de desarrollar varios tipos de órganos,
se les cultiva en un laboratorio y se les trata para que sean capaces
de desarrollarse como células cardiacas. Ahora se les inyecta
dentro de una arteria que vaya directamente a la (o las) parte (s) más
lesionadas del corazón, pasan unos días o semanas, las
células crecen, se multiplican y forman nuevo tejido cardiaco,
el paciente se recupera, tiene un corazón nuevo con una simple
inyección y deja de tomar medicamentos por la simple razón
de que está sano. Maravilloso ¿Verdad? Así pueden
los diabéticos hacerse con un páncreas nuevo y dejar de
ser diabéticos, los que padecen de cirrosis hepática conseguir
un nuevo hígado, los pacientes con insuficiencia renal curarse,
etc. etc. etc. Todo se describe muy fácil, pero el camino a recorrer
es aún largo, difícil e incierto. La terapia con células
madres no es aún una realidad, es una promesa que se va concretando
y falta mucho para que sea efectiva en todos los casos, hoy día
existen pacientes que han mejorado después del tratamiento, pero
para muchos no hay resultados positivos, lo cierto es que grandes transnacionales
han limitado o abandonado investigaciones en este campo porque no se
traducen en resultados rápidos y, por tanto, dejan de ser negocio,
las investigaciones en este campo cuestan mucho y son aún inciertas,
creo que es un futuro muy prometedor y que resolverá muchos problemas,
pero más efectivo, más rápido y menos costoso es
evitar que las personas se enfermen, es decir, hacer prevención,
controlar las enfermedades que llevan a las cardiopatías, como
la hipertensión y la diabetes, o hacer profilaxis de afecciones
como el SIDA o la hepatitis B, esa es la lucha probada y eficaz, sin
dejar de trabajar por el futuro de células madres, pero sin olvidar
la protección al presente, la prevención y el control
de las enfermedades que llevan a la necesidad de la utilización
de las células madres.
Las investigaciones en este campo, repito, son costosas y aún
poco efectivas, pero prometedoras y, sobre todo, con la utilización
de células propias que evitan cuestionamientos éticos
acerca de la fuente de las células.
La utilización de óvulos de coneja u otro animal para
obtener estas células por clonación e hibridación
(Mezcla de especies distintas), podría, como dicen sus defensores,
resolver algunos problemas éticos, pero crea otros de no menos
valor, entre ellos el de la incorporación de genes mitocondriales
de coneja u otros animales al hombre (¿Llegarían tal vez,
esos individuos a tener rasgos de los animales utilizados? Nadie lo
sabe)
Soy de quienes creen que Dios le dio al hombre sus capacidades para
que las utilice, pero también le mostró los límites
éticos a los que puede acercarse, pero no traspasarlos, a riesgo
de perderlo todo. El relato de Adán, Eva y la fruta prohibida
no es un hecho literal, pero tampoco es una fábula mística
para explicar por qué las mujeres paren con dolor o por qué
el hombre tiene que trabajar; si ese fuera su objetivo no ocuparía
la posición que tiene en el relato bíblico. La fruta prohibida
es el límite que Dios puso a la actividad creadora del hombre,
la capacidad que le dio a Adán de hacer todo en el Paraíso
se ve limitada por una prohibición moral. Estamos redescubriendo
el mundo, como hizo el primer hombre y, en este redescubrimiento no
traspasemos los límites que impone la moral, a riesgo de vernos
de pronto fuera de este mundo que, si bien no es un paraíso en
la acepción literal de la palabra, podría convertirse
en un verdadero infierno si olvidamos que el hombre, para su bien, no
puede hacer todo lo que sus capacidades le permiten, necesita un freno
y ese freno son las consideraciones éticas.