Revista Vitral No. 62 * año XI * julio-agosto de 2004


CINE

 

LA PASIÓN DE CRISTO
ES LA PASIÓN DEL HOMBRE

PEDRO JOSÉ FIGUEROA

 

 

 

Desde que existe el celuloide se han realizado innumerables versiones sobre la vida de Cristo.
Fue en 1916 cuando por primera vez se tocó la temática de una manera original y práctica a la vez, en cuanto a hacer pensar, en la película titulada Intolerancia, bajo la dirección de David Wark Griffith, aunque anteriormente los estudios de la casa Pathee, en Francia, habían intentado hacer algo.
Podemos recordar películas que rozan el tema, que sirvió como base para un argumento determinado, títulos como: -Quo vadis- (1951), de Cecil B. de Mille, -El séptimo sello- (1956) de Ingmar Bergman, -Judah Ben Hur (1959) de William Wyler, -La vida pública de Jesús de Nazaret- de Franco Zefirreli, -La última tentación de Cristo- (1990)de Martín Scorsese, entre otras y la más reciente, -La pasión de Cristo- (2004) : bajo la dirección de Mel Gibson la cual es un acercamiento al misterio de vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios.
Película realizada en momentos difíciles para la humanidad, ante innumerables conflictos de sociedades militarizadas frente a una creciente cultura de la muerte en todo el mundo.
Una visión con una interpretación estética y espiritual sobre la obra, una artística y otra eterna, que en nada están separadas una de la otra, solo que dependen “de la actitud o intención del espectador hacia la obra, así como de la expectativa y la capacidad de hacer reflexionar y sensibilizar al espectador”.
Sin dudas el interés fundamental radica en rescatar, rememorar, desde la tradición católica, con lujo de detalles cada paso del Vía Crucis de Jesús, desde el monte de los Olivos, el proceso judicial, el camino con la cruz, la crucifixión, la muerte y la resurrección.
Nada hay de complicado en esta obra, pues es interesante observar como Jesús, aún hoy, sigue siendo un signo de contradicción en el mundo, ante las falsas identidades, ante el odio y la mentira de la nueva sociedad moderna, que muchas veces pretende hacer pensar que los sentimientos humanos se modernizan; imaginemos cuanto más haabrían dicho si fuera el verdadero Cristo, seguro tampoco creerían, la gente reconoce el dolor que implica la entrega, pero no intenta dar un cambio a sus vidas, de seguro le volverían a crucificar, porque diariamente se crucifica a alguien en la vivencia cotidiana, sobre todo cuando los pobres de espíritu han sido la minoría que ha dominado al mundo.
No es simple historia lo que cuenta la película, sino el noble intento de recuperar valores, criterios de juicio que nos acerquen al momento real del acto del sacrificio, mediante el idioma original, el vestuario, y sobre todo el dolor, para que sean llevados a la actualidad, como denuncia de los males que acontecen en la actualidad.
Las actuaciones son fieles a la tradición, sobre todo la de James Caviezel en el personaje de Jesús, con un margen que logra calzar una recreación más amplia del personaje en esta obra de arte, con intenciones propias del director, por ejemplo: en el personaje de Poncio Pilato, realiza una lectura muy personal sobre la verdad o no de su esposa, que interviene por la vida de Jesús y la imagen del diablo.
La fotografía, exacta en la lágrima del Dios padre por su hijo, locaciones nada lejanas de la realidad en que vivió realmente, la utilización de una simbología adecuada dando respuesta a cada situación, que comienza en la contraposición de los personajes con la revelación como respuesta, como cuando Judas no es capaz de superar su traición es perseguido por niños endemoniados; la utilización del símbolo animal: el caballo muerto, el cuervo, la serpiente, la paloma que sobrevuela el espacio en el momento que ocurre el juicio, junto con objetos específicos relacionados con los personajes: la soga, las monedas, la cruz, las sábanas, la corona de espinas, el látigo, la copa; el reflejo de la memoria motora que se conecta con el pasado ante una realidad presente donde se vinculan desde el inicio los dos personajes principales, resaltando el valor maternal, María, (por Maia Mongestern), mujer insuparable en el dolor ante la caída de su hijo del cual el instinto maternal recuerda cómo le protegía en su niñez. La respuesta – Ves, madre, como estoy haciendo todo esto nuevo-.
En toda la película hay una meticulosidad del mensaje, un frescor de las imágenes en consonancia con su realismo y credibilidad, logrando la sincronización exacta de los hechos, unidos a las posibilidades reales de los personajes que intervinieron para lograr una total armonía.
Es ésta la imagen de la redención llevada al celuloide que también refleja detalles y obras de arte muy específicas, de grandes artistas como: El Greco, Rafael, Da Vinci, Miguel Ángel, el estilo de Rembrandt en el tratamiento de la sombras y las luces. Obras dentro de la obra, que representan una experiencia, especie de electrocardiograma, medidora de sensibilidad personal sobre la coherencia del cristiano o no, va más allá, a la interioridad del hombre cuestionado, reflexionando sobre sus actitudes a partir de los personajes que representa en la película: el Cristo, la madre, el juez, el traidor, el apóstol, el que muere o el que resucita; cuán cercano o lejanos estamos de la fe en Cristo y de la fe en nosotros mismos.
La visión eterna que hace trascender esta película es precisamente su mensaje de esperanza, un estudio de la intolerancia humana en todos sus caracteres, en contra del fanatismo religioso, político, económico, anuncia y denuncia una realidad latente en el presente, la cual el hombre no ha podido o no le ha interesado superar, después de descubrir que las crisis económicas y las guerras son formas de enriquecimiento de una minoría sobre grandes mayorías.
Algunos han cuestionado si la persona de Jesús verdaderamente pudo resistir tanto, o afirman la belleza de la obra, los efectos, la calidad; reconocen que lloraron como niños, o aquellos que después de poner la película proponen o intentan restarle valor. No es un problema de fuerza, resistencia, sino de convicción en el amor a la eternidad que implica el amor a los demás, no se trata de quedarnos en el criterio estético o el dolor de la madre que nos hizo llorar, sino de cambiar nuestras actitudes, rompiendo con la alineación mental, ante la realidad y la difuminación de nuestras ya gastadas motivaciones, que han quedado atrapadas en falsas felicidades de grupo, con la definición de: -comamos y bebamos que mañana no existiremos- un sin sentido en nuestras vidas que nos inunda. ¿Qué esperamos para cambiar nuestras actitudes erradas alejados de la vivencia auténtica y legítima, de un buen hombre, sinónimo de buen creyente, buen político, buena persona como trabajador, justo, humilde, transparente, sencillo que nos permita mejorar al mundo?¿Cuándo seremos un ejemplo para nuestros hijos y les educaremos en el amor a sus amigos y en el valor de la virtud?
La pasión... ha roto de cierta forma con la visión rutinaria del dolor, provocando un desprendimiento interno, colocándonos frente a la realidad que hoy todavía nos trasciende. Es éste el dolor compartido en el presente continuo, el pasado que no vivimos y el anhelo fervoroso de creer en una persona magnífica que se nos manifestó desde la sencillez y de la cual Gibson restauró, desde el cine, su imagen para renovar nuestra espiritualidad humana que nos mueve a comprender el misterio del sacrificio en la vida humana, la verdad y la plenitud sin imposiciones.

La pasión de Cristo(The passion of the Christ)
Drama: Italia – USA
Duración: 127 minutos
Año: 2004
Página Web Aurum. Ficha técnica:
Director: Mel Gibson
Guionista: Benedict Fitzgerald, Mel
Gibson
Productores: Bruce Davey, Mel Gibson, Stephen
McEveety, Enzo Sisti.
Música: James Horner
Fotografía: Caleb Deschanel
Montaje: John Wright

Reparto
James Caviezel: Jesucristo
Maia Morgenstern: María
Monica Bellucci: María Magdalena
Francesco Cabras: Gesmas
Rosalinda Celentano: Satán
Claudia Gerini: Claudia Procles, es-
posa de Pilato
Sergio Rubini: Dimas
Hristo Jivkov: Juan Zebedeo
Hristo Shopov: Poncio Pilato


 

 

Revista Vitral No. 62 * año XI * julio-agosto de 2004
Pedro José Figueroa(1975)
Crítico de arte y poeta.