Revista Vitral No. 62 * año XI * julio-agosto de 2004


PEDAGOGÍA

 

EL PROCESO DE EMPODERAMIENTO, LA PERSPECTIVA DESDE EL REVERSO DE LA HISTORIA

P. RAÚL LUGO

 

 

 

Un elemento novedoso en lo que toca al empoderamiento es el llamado “empoderamiento de subsistencia” y que, como seguramente coincidirán conmigo, tiene mucha relación con lo que, en teología latinoamericana llamábamos «visión desde el reverso de la historia». Trataré de explicarlo con la famosa historia de Hilaria Clinton.
En abril de 1995, unos meses antes de que comenzara la Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la mujer en Beijing, Hilaria Clinton, la Primera Dama de los Estados Unidos, visitó Bangladesh. Había llegado hasta allí para ver por sí misma los éxitos obtenidos por los proyectos del Banco Grameen, de los que se decía que tanto habían empoderado económicamente a las mujeres de Bangladesh. Para el Banco Grameen y las agencias de desarrollo este empoderamiento de las mujeres significa que una mujer tiene ingreso propio y cuenta con algunos bienes.
Cuando Hilaria Clinton entrevistó a las mujeres de la villa de Maishahati y les preguntó respecto a su situación, las mujeres contestaron que sí, que ahora contaban con un ingreso propio. También tenían algunos ‘bienes’: algunas vacas, gallinas, patos. Sus hijos iban a la escuela. La Sra. Clinton quedó satisfecha respecto a que las mujeres de Maishahati estaban obviamente económicamente empoderadas. Pero no estaba preparada para que las mujeres de la villa le formularan a ella las siguientes preguntas:

“Apa (hermana mayor), ¿tienes vacas?
No, no tengo vacas.
Apa, ¿tienes tu propio ingreso?
Bueno, en el pasado tuve mi propio ingreso. Pero desde que mi esposo es presidente y nos mudamos a la Casa Blanca, dejé de ganar mi propio dinero.
Apa, ¿Cuántos hijos tienes?
Una hija.
¿Te gustaría tener más hijos?
Sí, me gustaría tener uno o dos hijos más, pero estamos contentos con Chelsea.
Las mujeres de Maishahati se miraron la una a la otra y murmuraron: “¡Pobre Hilaria! No tiene vacas, no tiene ingreso propio y solamente tiene una hija. Para las mujeres de Maishahati Hilaria no estaba empoderada. Sintieron pena por ella”.1
¿Qué tiene que ver la Primera Dama de los Estados Unidos con las mujeres de Maishahati? ¿Qué conexión existe entre estos dos empoderamientos? ¿Por qué tienen lástima de Hilaria estas mujeres ‘pobres`? ¿Acaso no tiene ella todo lo que desea? ¿Son estas mujeres simplemente ingenuas o ignorantes? Parece que no. Ellas saben muy bien que la señora Clinton es de un país ‘rico´y que debe tener montañas de dinero. Sólo que eso no es lo que ellas llamarían empoderamiento.
Esta historia nos revela que hay diferentes perspectivas cuando hablamos de empoderamiento. Las mujeres de Maishahati tienen una perspectiva ‘desde abajo´, desde lo necesario, desde una perspectiva de subsistencia. Mirar el mundo desde esta perspectiva hace que todas las cosas y las relaciones se vean desde otra óptica, sobre todo el concepto de qué es lo que constituye una buena vida.
Esta visión ‘desde abajo´, que ayuda a considerar la vida desde otros criterios, tiene profundas raigambres evangélicas. Hay conceptos diferentes de riqueza y pobreza. Cuando mujeres como estas nos enseñan que no necesitan de un mercado lleno de artículos importados para sentirse empoderadas, nos demuestran lo absurdo que son a veces nuestros conceptos de pobreza y riqueza.
Jesucristo en el evangelio alertó siempre a sus discípulos sobre dos cosas que pueden ser sumamente engañosas: el poder y la riqueza. Con respeto a esta última, siempre estuvo en contra de la acumulación sin sentido y de la posesión concebida como un fin en sí mismo. El empoderamiento no tiene que significar, necesariamente acceder al estilo de vida de acumulación y despilfarro al que nos tienen acostumbrados cierta propaganda de los medios de comunicación social. Las estrecheces por las que a veces tenemos que pasar, podrían enseñarnos mucho sobre lo que es verdaderamente importante.
Miremos solamente las grandes manifestaciones globalifóbicas. Casi todas ellas están encabezadas por personas del primer mundo, es decir, por aquellos que viven en países ricos, en países donde el concepto de la buena vida es un supermercado lleno de artículos importados. Lo que pasa es que ya no aceptan tan fácilmente este modelo de riqueza. ¿Por qué? Por el hecho de que han caído en la cuenta (una de las cosas buenas de la globalización...alguna habría de tener) que el intento por alcanzar este tipo de ‘buena vida´ ocasiona mucha destrucción: destrucción de la naturaleza, destrucción de la cultura y la vida de otros pueblos, destrucción de las capacidades y la dignidad de otras gentes, destrucción del futuro de muchos niños y niñas, en fin, destrucción de una buena parte de lo que llamamos humanidad. Quienes se vuelven activistas en contra del neoliberalismo, viniendo de países ricos, es porque han descubierto que el paradigma dominante en que se basa no puede durar largo tiempo sin terminar destruyendo lo que encuentra a su paso, y han optado por buscar una nueva perspectiva, una nueva visión.
Este es uno de los aspectos en los que el empoderamiento tendría que ‘cristianizarse`, es decir, en donde el mensaje del evangelio podría tener un papel preponderante. La mirada ‘desde el reverso de la historia`nos permite desmitificar falsas creencias promovidas por algunas minorías que tienen mucha fuerza en el nivel de la comunicación social y que han terminado por vendernos su estilo de vida como si fuera el único o el mejor posible, o, peor aún, como si el planeta mismo no tuviera otro futuro distinto.
La convicción de que la visión ‘desde abajo` es igualmente válida y digna da a las personas que se empoderan desde esta perspectiva, un sentido de orgullo, de dignidad, de coraje, de sentido de igualdad, no solamente para dirigirse a la primera dama llamándola `hermana mayor`, sino, como ocurre en el caso de los zapatistas mexicanos, para dejar de pensarse a sí mismos como mendigos y comenzar a pararse en los propios pies.
Esta perspectiva tiene también dimensiones que van más allá del empoderamiento de los grupos y llega a abarcar hasta la concepción misma de economía. El problema no parece ser solamente la discusión sobre la bondad o maldad de la economía de mercado. A fin de cuentas, el mercado es solamente un medio, un instrumento, no un dios. Lo verdaderamente importante es si un sistema económico se orienta solamente a la expansión de la industria, la producción y el consumo de productos y a la acumulación del capital, o si la economía pone la vida, y todo aquello necesario para producir y mantener la vida en el planeta, en el centro de la actividad económica y social.
Esta mirada ‘desde abajo` puede también ayudar a que se deje de pensar que el disfrute, la felicidad, la abundancia, le están vedados a quienes no sigan el estilo promovido por la economía neoliberal. Hay que cortar de tajo la falacia de que, eventualmente, todos los pueblos colonizados de la base de la pirámide social van a alcanzar, por la fuerza del mercado mismo, el nivel de vida de los de la cúspide. Eso no solamente no es cierto, sino que ni siquiera es deseable. La visión ‘desde abajo` debe ayudarnos a reflexionar seriamente en qué es lo que en verdad queremos cuando buscamos una ‘buena vida` y dónde podemos encontrar las fuentes de nuestro empoderamiento. Y en esto, déjenme decirlo, los pueblos latinoamericanos esperamos mucho del pueblo cubano: aquí puede gestarse, cuando las condiciones de la transición estén dadas, una nueva manera de concebir el bienestar y la riqueza.

La paciencia histórica y el misterio de la opción

Una cosa muy importante para quienes aspiramos a ser agentes de empoderamiento es cultivar la paciencia histórica. Ya hemos dicho que los cambios son complejos y que no se consiguen de manera simple. También hemos hecho hincapié en que hay que aprender a gozar los pequeños triunfos y no desesperarse ante lo grande de la tarea.
Pero no es lo mismo decirlo a vivirlo. Lo cierto es que muchos agentes de empoderamiento se cansan, se desaniman. Aunque muchas veces se ha insistido en el carácter crucial del cambio personal, sosteniendo que todo el mundo puede aprender a decir la verdad, todo el mundo puede aprender a vivir en el conflicto con su vida personal, todo el mundo puede aprender a respetar a los demás plenamente, lo cierto es que aunque todo el mundo podría decidir llevar a cabo todo esto, se necesitan razones para hacerlo.
Es aquí donde entra lo que, en cristiano, llamaríamos conversión, porción de vida. Ya sabemos que en los evangelios no hay razones para el discipulado: hay impacto y convencimiento. Como si el mensaje de Jesucristo, de repente, se mostrara como algo verdaderamente valioso y la decisión de asumirlo en la propia vida se impusiera de manera misteriosa. Algo así es lo que quiere expresar la parábola del tesoro escondido o del comerciante de perlas finas (Mt 13, 44-46). Hay que fijarse que cuando se descubre el valor del reino se deja de tener ‘sensatez humana`, pero, al mismo tiempo, no es una aventura a ciegas ni una pérdida de lo propio a fondo perdido. No. La perla, el tesoro, tienen un valor que sobrepasa aquello que se deja. Sólo que tal valor no es descubierto siempre por todos. Comprendemos fácilmente que mucha gente del pueblo hubiera visto los milagros de Jesús, escuchado sus comparaciones, y descubriera el secreto escondido detrás de su promesa de vida para todos. ¿Por qué entonces no funcionó el mismo mecanismo en los fariseos, que presenciaron milagros, escucharon parábolas, pero nunca decidieron seguir a Jesús sino, por el contrario, fueron sus grandes opositores? Puede darse muchas razones: el poder ideológico que los fariseos vieron en peligro, la vergüenza de los cuestionamientos públicos de Jesús, etc. Pero lo cierto es que tocamos los umbrales de un misterio que nos sobrepasa. Me recuerda ese sino que llevan los poetas en la sangre y en el destino. Como lo señala hermosamente Hugo Diz. “Un río es solamente un río en la retina de aquellos que miran un río. Una mujer es solamente una mujer en la retina de aquellos que miran únicamente una mujer. En la retina de algunos un río no es un río solamente, y menos una mujer, solamente una mujer”. ¿Qué es lo que provoca el cambio? El misterio. Algo así pasa con quienes tienen la vocación de servir al empoderamiento de los demás. A ellos puede aplicarse aquello que San Agustín dijo del tiempo: “Si no me preguntan, lo sé; si me preguntan no lo sé”.
Quizá esta manía por la permanencia en aquello por lo que optamos y cuyo origen se pierde en el misterio, pueda explicarse también con la palabra vocación, talentos recibidos, etc. En fin, son aproximaciones para arañar un misterio que nos sobrepasa. Es claro que todas las cosas podrían funcionar mejor si todos actuáramos de acuerdo a determinados ideales. Pero es ingenuo el que piensa que todos van a seguir los ideales prescritos. Los ‘activistas` son y serán siempre una minoría. Por eso el diálogo entre quienes se dedican a esta tarea es indescriptible. Pero también habría que intentar canales de diálogo con aquellos que no están dispuestos a abandonar los valores del discurso dominante.
Así, mientras hay personas que cuando son víctimas de abusos prefieren sentarse y esperar, otros resisten. Pero este grupo de resistentes, repetimos, suele ser pequeño. Y no se trata solamente de la apatía generalizada, sino del miedo que muchas veces también nosotros sentimos, asociado a cierta desesperación. Y sin embargo, a pesar de estas y de otras dificultades, no podemos sino tratar de implicar, de contagiar a más personas a través del diálogo para que descubran que hay otras maneras de mirar la vida.

Una mirada a la no violencia

Una de las opciones que tiene fuertes vínculos con el mensaje de Jesucristo es la no violencia. Escuchamos una descripción de a qué es a lo que nos referimos: “La no violencia puede combinar la resistencia activa, incluyendo la desobediencia civil, con el diálogo. Puede combinar la no cooperación, retirar el apoyo a un sistema que se considera opresor, con el trabajo de construir alternativas en positivo. En algunas ocasiones, y como forma de comportarse en medio del conflicto, la no violencia intenta aportar elementos de reconciliación: reforzar el tejido social, dar poder a quienes se encuentran en los márgenes de la sociedad e implicar a gente de distintos bandos a la hora de buscar una solución. Aún cuando no sea posible alcanzar tales objetivos de un modo inmediato, la no violencia ha de mantenernos firmes en no destruir nunca a otras personas” 2.
Es un compromiso del cristiano implicado en procesos de empoderamiento la renuncia expresa y práctica a la violencia como medio para solucionar conflictos. Pero la no violencia no es pasividad. Debe repartirse de lo que apuntaba ya Bryan Law 3: Hay dos compromisos para quien, en el desmantelamiento de la cultura del “poder sobre”, decida utilizar la concepción de la no violencia. Uno es renunciar a toda participación o complicidad en las dominaciones o explotaciones de cualquier índole, sacarlas de la vida personal y desafiarla en otras personas o instituciones cada vez que se las encuentre. El segundo es renunciar a toda participación y complicidad en conductas sumisas o de víctima. El doblegarse a conductas de víctima no ayuda a acabar con la injusticia ni a satisfacer las necesidades reales de las personas. No empodera a la gente.
La violencia pasa por la experiencia del perdón. El perdón no ‘desempodera` necesariamente. Habría que rescatar la dignidad del acto de perdonar y de pedir perdón.

Notas:
1- Esta historia y algunos de los comentarios de este apartado, se encuentran en la Introducción del libro Eine Kuh fur Hillary: Die Subsubsistenzperspektive (München 1997)
2- Esta es la descripción que aporta la Internacional de Resistentes a la Guerra en su Declaración de Principios, que puede consultarse en el portal www.wri-irg.org
3- Cfr. Law B., «From Power to Empowerment», revista XY: men, sex, politics 5 (1995-1996).

 

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Raúl Lugo
Sacerdote mexicano