Corre raudo el vehículo
por la autopista Habana Pinar y una vez más detengo la
mirada de viajero al encontrarme frente a una gigantesca valla que dice:Nada
ni nadie podrá impedir el triunfo de la Verdad y la Justicia.
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Valla ubicada
en la Autopista Nacional de La Habana a Pinar, a la altura de
Guanajay.
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La primera vez que lo vi me quedé atónito, pensando que
no era posible la existencia de un anuncio de tal referencia en una
vía pública; pero era verdad, ahí delante de todo
el que transita por la autopista, aparece de pronto, con letras bien
visibles, el único comunicado que puede llenar de esperanzas
firmes el corazón de todo cubano que la lea.
Supongo que a todo el que la lea le brotará de lo íntimo
de la razón y el corazón una profunda reflexión,
analizando con detenimiento cada palabra que contiene tan grandiosa
y elocuente frase.
Nada: es decir, ningún poder, ninguna fuerza, ningún mecanismo
humano, ningún empecinamiento contrario, ningún plan por
más elaborado que haya sido, ninguna ambición por poderosa
que parezca.
Nadie: ningún ser humano, hombre o mujer, por poderoso que sea,
por dinero que posea. La historia humana está llena de testimonios
y realidades que confirman esa verdad.
Impedir: vale decir: podrá evitar, se opondrá para evitar
que suceda, encadenará para siempre lo que es imposible encadenar
para siempre.
El triunfo: igual al gozo de los discípulos del Maestro de Nazareth
cuando vieron y comieron con el Señor Resucitado, Aquel mismo
que habían visto sufrir muerte y fracaso en la Cruz. El sentimiento
de los millones de hombres y mujeres que vieron un día caer por
tierra el muro al parecer indestructible.
La Verdad: en el lenguaje corriente se dice verdadero un pensamiento,
una palabra conforme con lo real o también la realidad misma
que se desvela, que resulta clara, evidente al espíritu. Es la
concepción intelectualista de los griegos, que es ordinariamente
la nuestra.
Es el vocablo o el concepto misterioso y trascendente que identifica
al Dios, que sin dejar de serlo, se hizo hombre para ser testigo de
Ella.
La realidad eterna que se empecinan los que no la conocen o la temen,
en encadenar en lóbrego calabozo. La luz que ilumina a todo hombre
bueno y honrado que viene a este mundo.
La que confunden los ignorantes e ilusos con realidades humanas que
con ropajes falsos cubren la mentira y el engaño.
Mientras que el diablo es el padre de la mentira, Cristo proclama la
verdad, está lleno de gracia y de verdad. La gran novedad cristiana
es que Cristo en persona es la verdad; lo es no sólo en cuanto
posee la naturaleza divina, sino porque siendo el Verbo hecho carne,
nos revela al Padre. Jesús mismo explica el sentido de este título
uniéndolo a otros dos: Él es el camino, la verdad y la
vida. Él es el camino que conduce al Padre precisamente porque
es la verdad y la revelación del Padre, y así comunica
la vida divina.
La verdad en sentido cristiano no es pues, la esfera inmensa de lo real
que hubiéramos de conquistar con un esfuerzo de pensamiento;
es la Verdad del Evangelio, la palabra reveladora del Padre, aparecida
en Cristo e iluminada por el Espíritu a la que debemos acoger
en la fe, para que transforme nuestra existencia.
La Justicia: es una palabra de abundante consumo en la cultura contemporánea,
pero también una noción cambiante, que se especifica de
diversas formas según el cuadro ideológico y cultural
en que se coloca.
Está presente sobre todo en el lenguaje jurídico, político
y ético con significados diferentes.
En el plano jurídico, la noción de justicia que me parece
más corriente es la que elaboró el antiguo derecho romano:
La justicia es la constante y firme voluntad de dar a cada uno
lo suyo. Este lo suyo que corresponde a cada uno es
un conjunto de derechos humanos, Hacer valer la justicia
significa entonces reconocer y defender los derechos de cada persona.
En el plano ético-religioso, la noción corriente de justicia
recoge sustancialmente la definición de Sto. Tomás de
Aquino, para quien la justicia es el hábito según
el cual, con constante y determinada voluntad, se entrega a cada uno
su derecho.
La justicia entendida de este modo, en sentido cristiano, es la primera
exigencia de la caridad como reconocimiento de la dignidad y de los
derechos de toda persona.
La justicia y la injusticia pueden referirse también a estructuras
o situaciones socio-políticas opresivas, que niegan los derechos
de la persona o bien a las que son promotoras de la dignidad y de los
derechos del hombre y de la mujer.
Pensando y analizando cada una de las palabras que componen esta frase:
Me pregunto: ¿qué concepto sobre la libertad y la justicia
tendrán los que mandaron colocar esa valla, que cruzan a su vera
en buenos autos, sin interés ni coraje para analizar el significado
de lo escrito?
Me pregunto: ¿qué reflexión harán sobre
esa frase los que van apiñados en camiones y leen la frase sofocados
por el sol y el calor?
Me pregunto: ¿qué dirán los turistas que la miran,
cuando cruzan en veloces autos con aire acondicionado?
Me pregunto: ¿tienen capacidad de pensar y comprender el significado
de esa frase los que sufren la falta de libertad y la injusticia?
Y me respondo: ¿qué consuelo y qué esperanza alentará
a los que creen en el triunfo de la verdad y la justicia, porque tienen
fe en el Señor que dijo por boca de San Pablo: Compórtense
como hombres libres, aunque no a la manera de las personas que hablan
de libertad para justificar su maldad. (S. Pedro, 2-12)