Entonces yo conmigo hablaré:
alma mía, tienes muchas cosas almacenadas para muchos años;
descansa, come, bebe, pásalo bien. Pero Dios le dijo: Necio
esta misma noche te reclaman tu alma, ¿quién se quedará
con lo que amontonaste? Así le pasa al que amontona para
sí mismo en vez de trabajar para Dios. (Lc 12, 12-21)
Existe un pecado o mal que arrastramos los cubanos desde el origen de
nuestro surgimiento como pueblo, unas veces manifestado en un materialismo
vulgar y otras en un utilitarismo o materialismo sutil; es el poner
las cosas materiales, el triunfo profesional, el éxito,
el prestigio, etc. en el lugar de Dios, de tal forma que
todo nuestro ser está en función de estas metas que nos
atan y esclavizan; su origen ciertamente es más antiguo y general
que nuestra existencia como pueblo y nace de la actitud soberbia del
hombre que pretende erigirse en la medida suprema del bien y del mal
Entonces yo conmigo hablaré- y no reconocer a Dios como
única instancia superior capaz de juzgar el bien y el mal. En
esto, todos pecaron (Rom. 3, 23).
Nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros reproducimos, como la canción
de «La Cigarra», el mismo mal, quizás con más
ropaje, justificaciones y menos sentimientos de culpa, pero no sin ella;
estamos heridos por el mismo pecado original, el demonio nos confunde.
De ahí que rehuyamos el dolor a cualquier precio y en toda su
acepción como el diablo a la cruz, esta sigue siendo
una gran necedad contrapuesta a la búsqueda afanosa de la satisfacción
de nuestros apetitos carnales y temporales; por eso el mismo Cristo
Crucificado aunque nos mueva a lágrimas su pasión y la
apreciemos como una gran injusticia, seguimos sin entender su proceder
y en el fondo sigue siendo para nosotros un ingenuo, un bobo, un infeliz,
por no decir otras palabras más fuertes que se usan contra los
cristianos, uno que pudiendo -según nuestro código-
no supo huir a tiempo o aprevechar la situación y convertirse
en rey, que se jorobe, para que se metió en
eso, el que por su gusto muere la muerte le sabe a gloria,
eso no te conviene, ¡Dios te libre, Señor!
No, no pueden sucederte esas cosas (Mt. 16, 22), yo
no le hago patria a nadie. Sin embargo el dolor es parte ineludible
de la vida, tarde o temprano nos toca.
Varela dedicó tiempo a reflexionar sobre este mal revelando sus
raíces, máscaras y conexiones, nos mostraba una de sus
aristas: Hasta hoy Siglo XIX-, el pecado casi universal
en aquella Isla ha sido el de la indiferencia: todos han creído
que con pensar en sus intereses y familias han hecho cuanto deben, sin
acordarse de que estos mismos objetos de su aprecio siguen la suerte
de la Patria; que será lamentable si no toman parte en ella los
hombres que pueden mejorarla; y aún hacerla feliz1. O aquello
de que en Cuba no había más sentimiento de Patria que
el amor a los sacos de azúcar y las cajas de café; no
olvidemos tampoco que muchos hacendados camagüeyanos la idea que
tenían de luchar por la libertad era alzarse en armas cada uno
en sus respectivas haciendas.
Pretender salvar a nuestros hijos procurando que alcancen una gran competencia
profesional, artística o intelectual; apartándolos de
otros caminos difíciles, como el de ser honrados, porque pueden
acarrear una gran cuota de sufrimiento es una gran falacia; un hombre
que oculta y teme decir lo que piensa con el objeto de triunfar
en la vida no es un hombre honrado, ni un hombre libre como nos decía
Martí: Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser
honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía...Un hombre que
obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno,
no es un hombre honrado...Un hombre que se conforma con obedecer a leyes
injustas...no es un hombre honrado. Y nos advertía acerca
de uno de estos caminos difíciles que tanto rehuimos con aquello
de que la política es algo sucio cuando lo realmente
sucio son nuestras pretensiones y egoísmos: Cuando la política
tiene por objeto salvar para la virtud y para la felicidad un pueblo
de seres humanos que la opresión pudre en el vicio y el hombre
lanza al crimen, cuando la política tiene por objeto salvar aquel
pueblo, raíz principal de la vida, donde los seres humanos que
se envilecen sutilmente, de la vileza que les rodea, son nuestros hijos
y nuestras hijas, sólo pueden desertar de la política
los que deserten de sus propios hijos...Y en otra parte: No hay viles
mayores que los que miran exclusivamente los intereses de la Patria
como medio de satisfacer su vanidad o levantar su fortuna.
En los inicios de la República volvieron a quedar sepultados
los grandes ideales humanistas, con el llamado «Plan Varona»
de educación que ponía el énfasis en los conocimientos
técnicos-científicos en detrimento de las humanidades;
visión anglosajona que respondía, si se quiere, al estado
de destrucción de nuestra base económica pero que olvidaba
las otras dimensiones trascendentales del hombre heredero igualmente
de un racionalismo ateo que ve en el progreso científico, la
solución a todos los problemas y la salvación del hombre
espejismo autosuficiente que ha llevado al fracaso tantas ideologías
curiosamente seudo científicas -convertir a la ciencia o la razón
en Dios, dejar de concebirlas como un instrumento y asumirlas como un
fin en sí mismas al que se sacrifica cualquier cosa y cualquier
humano si es necesario- y que nada tienen que ver con Martí y
nuestras legítimas raíces fundacionales.
¿En qué derivaron estas concepciones en el resto de la
República?, lo invito a ver las películas Un hombre de
éxito o La bella del Alhambra.
Pero ¿de dónde nos vendrá esa virtud necesaria
para que haya Patria?, ¿de dónde esos valores de la honradez,
la verdad, la libertad, el amor, la paz, el servicio, la justicia, el
sacrificio?, ¿acaso de saber mucha computación, mucho
inglés, muchas artes plásticas, mucha música, mucha
danza, mucho deporte, de tener muchos conocimientos históricos
y cultura general, de un trabajo social masivo?. Estos conocimientos
son importantes, no hay duda de ello, pero no son lo esencial, es más
pueden ser contraproducente si están vaciados de ética
y un sano pluralismo; pues nos anularían el decoro y nos convertirían
en máquinas más perfectas para el mal. Nuestros problemas
no se deben tanto a la carencia de aptitudes, habilidades y habilidosos,
como falta de actitudes y valores básicos y legítimos.
El demonio nos vuelve a confundir, antes lo importante era ser médico,
profesional, universitario, etc. y para ello ocultábamos lo que
pensábamos y le sacábamos los trapos sucios a nuestros
hermanos en aquellas denigrantes asambleas de méritos y
deméritos y vendíamos nuestra alma al diablo, hoy
se nos presentan otras oportunidades aparentemente buenas;
¿cuál será el costo para la virtud y para la familia?
Es preferible entrar a la Vida Eterna sin ninguno de estos títulos
que perder la misma con todos estos títulos y diplomados juntos,
si te estorban para tu salvación, córtatelos.
¿Suplirán estas becas lo que debe venir por vía
familiar?, no lo creo, no lo ha sido hasta ahora, son los mismos bueyes
viejos los que aran estas nuevas tierras; pura ilusión. Escucha,
cubano: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazón estos
preceptos que yo te dicto hoy. Se lo repetirás a tus hijos.
(Dt. 6, 4-7). Martí nos recuerda: La educación del
temor y la obediencia estorbará en los hijos la educación
del cariño y el deber. De los sistemas opresores, no nacen más
que hipócritas o déspotas...Alguien podría
decir que ilustrados pero hipócritas y déspotas. También
nos dice Martí: Mejor sirve a la Patria quien le dice la
verdad y le educa el gusto que el que exagera el mérito de sus
hombres famosos. Silvio nos diría: de tu viejo gobierno
de difuntos y flores.
Los antiguos pensaban que la mayor necedad consistía en propter
vitam rationes perdere vivendi (perder, por amor a la vida, las razones
para vivir). (¿De qué le sirve vivir bien
al que no puede vivir para siempre?). ¿Quid prodest bene cui
non datur semper vivere?2.
Jesús dijo también a sus discípulos: No se
preocupen por la vida pensando: ¿qué vamos a comer? No
se inquieten por el cuerpo: ¿con qué nos vamos a vestir?
Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido. Miren las aves; no siembran ni cosechan, no tiene despensa
ni granero, y, sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto
más valen ustedes que las aves!
Además, ¡quién de entre ustedes, por mucho empeño
que haga puede añadir un medio metro más a su estatura?
(Lc. 12, 22-25)
No estén siempre pendientes de lo que comerán o beberán;
no se atormenten. Los que viven para el presente mundo se preocupan
por todas estas cosas. Ustedes en cambio, piensen que su Padre sabe
lo que necesitan. Por tanto, trabajen por su reino, y él les
dará todas estas cosas por añadidura. (Lc 12, 29-31).
La Biblia Latinoamericana nos explica: No son sus pertenencias las que
les dan la vida. Que tu preocupación por tener lo que te falta
no te haga descuidar lo que hoy te daría la vida. Hay ricos que
viven, porque saben sacrificar sus intereses y comodidades por algo
grande. Y también hay pobres que viven, porque en medio de sus
muchas preocupaciones y privaciones tienen alguna razón de sacrificarse:
ya sea por una niña, o por sus hijos, o por sus compañeros.
O, más sencillamente, porque viven para Dios.
El que trabaja para Dios sabe encontrar su felicidad en el momento presente;
procura crear, ahí donde vive, un tejido de relaciones sociales
mediante las cuales cada uno da a los demás y recibe de ellos,
en vez de ambicionar y conquistar las cosas en forma egoísta.
¿Cómo educar a nuestros hijos de forma que no sean sumisos
con los poderosos ni soberbios con los humildes, como nos pedía
Varela?
Damos mucha importancia a que la juventud pueda estudiar. Muchos padres
sacrifican la vida entera para que su hijo sea un buen técnico
o llegue a la Universidad. Esto no basta para dar la verdadera sabiduría.
Deberíamos sentir vergüenza al comparar el tiempo que pasamos
aprendiendo cosas incluso poco útiles, mirando la televisión
o leyendo novelas, con el que consagramos a conocer a Dios. Conocer
a Yahvé, que tiene compasión, que hace justicia en la
tierra y la gobierna según el derecho (Jer 9, 23), este es el
único medio para mantenerse firme frente al mal; también
es lo que nos dará deseo de imitar a Dios y dedicarnos a llevar
bondad, derecho y justicia a la tierra.
¿Y qué decir de los supuestos vivos que se
aprovechan y abusan de sus puestos, de sus influencias, de sus relaciones,
del orden injusto, de la corrupción?, los que escalan de rodillas,
golpeando, estafando, vendiendo, tirando cristianos a los leones, los
Pilatos de hoy, los que cornean a las ovejas más débiles
hasta echarlas fuera (Esq. 34, 21); Dios juzgará también
todo esto. ¿No comprenderán estos delincuentes que para
comer su pan se comían a mi pueblo y no invocaban a Dios? (Salmo
53,5)
Hoy todo el mundo te desea en los años nuevos y cumpleaños,
Mucha salud, deseo de viejo moribundo y sin fe, ¿para
qué le sirve la salud al que vive en el infierno sino es para
alargarle el suplicio? ¡Por Dios! Estamos llamados a algo más,
a la Vida Eterna, no al infierno eterno. Desconfiemos de los que nos
ofrecen triunfos y éxitos aparentes;
Jesús exalta a los que el mundo suele considerar débiles.
Y les dice: Dichosos vosotros, los que parecéis perdedores,
porque sois los verdaderos3, nos recuerda Juan Pablo II.
¿Para qué son todas estas metas aparentemente
saludables?, para esclavizarte mejor, diría el lobo de la Caperucita.
Que no nos separe o aparte de Dios, ni rompa la familia en mil pedazos.
Ni una beca, ni una misión, ni una visa, ni una ideología,
nada ni el tener, ni el saber, ni el poder, ni el disfrutar, ni
los aplausos- sino se está dispuesto a renunciar a estas cosas
que no son malas en sí mismas, pero que pueden ser utilizadas
para ahogarnos y perdernos, seguimos cojeando de la misma pata, olvidamos
lo esencial y al final lo perdemos todo, La Vida, la verdadera,
la eterna, la de las bienaventuranzas, la que ya empieza aquí,
la que ya podemos gozar desde ahora, pero que muchas veces nos exige
perder esas otras vidas minúsculas que no nos saciarán,
ni nos harán felices nunca porque son como el agua salada mientras
más tomamos más sed y que tanto nos angustiamos en alcanzar
y conservar-la salud, la seguridad, la ostentación, el prestigio,
etc.- Pongamos nuestra total confianza sólo en Dios y si aparentes
males amenazan con destruir nuestras familias por seguir su voluntad
de amor y justicia sepamos que Dios sabe sacar bien del mal y que estas
desgracias-la exclusión social, la enfermedad, la
cárcel, la muerte física, la pobreza- no son las que destruirán
a nuestras familias, cuando se viven desde la fe y se asumen como consecuencia
de la fidelidad a Dios y su palabra, y si no pregúntenselo a
las familias católicas o de testigos de Jehová probadas
en la persecución; no temamos a los que sólo puedan matar
el cuerpo sino a los que pueden matarnos el espíritu.
Deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco, se cuenta
que decía San Francisco, he ahí la clave de la felicidad
para muchos, nuestros grandes deseos deben ser en todo caso deseos de
santidad, de ideales de justicia. Mira donde esta tu corazón
pues donde esta Él esta tu tesoro, y puede ser que este se te
convierta en pura sal y agua. Guardemos tesoros indestructibles. Busquemos
el agua viva que sólo ella nos aplacará la sed que ninguna
otra cosa puede saciar, el Espíritu de Cristo que nos da la paz
profunda del corazón, las delicias de su amor; sólo Jesús
nos da ese tesoro: Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que
yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes ni
angustia ni miedo (Lc 14, 27) . Martí nos enseña:
El espíritu es Dios mismo. Y ¡cuan descarriados van
los pueblos cuando apalean a Dios!
Cuando los hijos crecen y son educados lejos de sus padres,
crecen sin Dios, sin afectos e inseguros, se vuelven mendigos de cariño
y seguridades, son caldos de cultivo para ídolos y supersticiones;
están indefensos ante los esclavizadores y pillos que les darán
a cambio de su libertad y sus servicios: placeres, bienes materiales
y éxitos humanos, cuando no promesas con las que
los atarán pero con las que nunca podrán satisfacer las
hambres voraces de lo hondo del ser, les darán pura piltrafa
temporal; he aquí una de las grandes retroalimentaciones del
utilitarismo, que comienza destruyendo esa institución sagrada,
La Familia, sacramento querido por Dios, pilar de su creación,
imagen de su trinidad, propiedad suya no del César y que no podemos
destruir sin ocasionarle un gran dolor, una gran pena a él y
a nosotros mismos; pues nos ponemos así en manos de un nuevo
Padre, el maligno, padre sí de la mentira. Decía
Stalin, discípulo aventajado del demonio: Cojan un pollo
y desplúmenlo vivo y se acurrucará en sus tobillos buscando
calor, no dejemos que nuestros hijos sean desplumados vivos. El
resultado será el fatalismo, la intolerancia, la doble moral,
el consumismo, la nada; ¿cuántos médicos y profesionales
alcohólicos, depresivos, suicidas, pusilánimes e infieles
no conocemos?, ¿cuántos intelectuales, artistas y deportistas
famosos y a la vez materializados, pervertidos, drogadictos y vacíos
no conocemos?, ¿cuántas prostitutas universitarias? Estos
son los frutos amargos de la educación sin Dios, sin familia
y utilitarista, no nos engañemos, la historia seguirá
repitiéndose como tragedia.
A continuación les traslado unas reflexiones de Michel Quoist
a propósito del verdadero éxito de los padres
en la educación de sus hijos:
·Dices: No trabajo por mí sino por los hijos: ¡no
quiero que lleguen a ser tan desgraciados como yo. Si pensando
en su porvenir, sólo ves su situación material
yerras. Educar a un hijo es darle el alimento pero también, y
principalmente, materia para ser.
·¿Quieres preparar el porvenir de tus hijos? Haz que sean
hombres.
Si conviertes a tus hijos en hombres, tranquilízate, ellos sabrán
adquirir cuanto materialmente haga falta, para seguir siéndolo
y para serlo más.
·La riqueza y el poder material no son en sí mal alguno;
el mal está en creer que son la condición para la verdadera
grandeza.
·Al fin y al cabo, poco importa que seas rico; lo que importa
es que seas enteramente libre en tus riquezas.
San Pablo escribe a los Corintios: Que quienes compran, vivan
como si nada poseyeran; quienes disfrutan del mundo, como si en realidad
no disfrutasen de él. (I Corintios, VII, 30-31)
·No se requieren muchos bienes para paralizar a un hombre e impedir
que se desarrolle; basta con que los estime por encima del espíritu;
le aplastan(cf. El hombre en pie, pág. 17)
·Es preferible que pases realmente hambre de pan a que tu alma
quede lentamente paralizada, luego sofocada por el peso de tus riquezas.
·Por el simple hecho de ser pobre no dejas de ser, automáticamente
esclavo de las cosas materiales: el sueño, la envidia, los celos,
la lucha por obtenerlas (no por hambre de justicia y amor al prójimo,
sino por deseo de gozar de ellas egoístamente) son una atadura
espiritual con el riesgo de revestir tanta gravedad como
la otra.4
Los niños deben recibir cariño, pero más que esto
deben ver a sus padres expresarles el cariño; el núcleo
de la familia es el matrimonio, los hijos no deben destruir este sino
fortalecerlo, son estos los que deben aprender de sus padres y no a
la inversa; cuando veo padres desviviéndose en atenciones a sus
hijos por encima de sus necesidades reales a su edad y descuidando su
relación de pareja que queda relegada a un segundo plano; veo
familias camino a la ruptura y la desarmonía y veo hijos que
serán siempre niños egoístas que se creerán
que lo merecen todo, que aprenderán lo que es la vida, sino a
mendigar o a robar a veces con violencia no sólo bienes materiales
sino también afecto y reconocimiento.
Tampoco busquemos en Dios lo que las instituciones humanas animadas
por el buen Espíritu, pueden resolver por sí mismas, ni
busquemos en las instituciones humanas lo que sólo Dios puede
dar; que Jesús no tenga que contestarnos como a aquella muchedumbre
que lo buscaba por tierra y por mar después del milagro de los
panes y los peces: En realidad ustedes no me buscan por los signos que
han visto, sino por el pan que comieron hasta saciarse. Afánense,
no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece
y con la cual uno tiene vida eterna. El Hijo del Hombre es esta comida;
(Jn 6,26,27). Dios no es un resolvedor de visas ni de cajitas cumpleañeras,
ni le gusta que lo confundan e igualen a horóscopos, chacras
y cábalas, ni a ninguna nueva o antigua forma de superstición
e idolatría.
El hombre se atormenta por el alimento, y su primera preocupación
es asegurárselo para el mañana, porque si no come dejará
de vivir. El hombre no tiene en sí mismo la vida y debe sacar
constantemente de lo exterior lo necesario para mantenerla. Pero a pesar
de todo, algún día, la vida se le escapa, porque no ha
encontrado la comida que permanece.
En realidad el hombre necesita mucho más que pan: al comer y
beber busca algo que le permita no tener más hambre y más
sed. Pero esto solamente lo encontrará plenamente en el día
de la resurrección, en la asamblea de todos los santos, en el
cielo, donde habrá paz y unidad total perfecta, hacia allí
nos conduce Cristo, Él es el camino. Rico no es quien tiene
más sino quien necesita menos, que seamos ricos porque
tenemos a Dios y sólo Dios sacia plenamente. Que el compartir
sea nuestro lema y en esta obra de cuidar y salvar a la familia cubana
vayamos acompañados de suficiente paciencias y bondad de la que
el Señor mismo ha dado ejemplo en su relación con los
hombres al venir no para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3, 17), Él
fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso hacia
las personas. Que se nos encuentre igualmente como a los Mosqueteros:
todos para uno y uno para todos; tu problema es mi problema,
tu gozo es mi gozo, el golpe dado en tu mejilla, ha sido dado en mi
mejilla, tu preso es mi preso, tu hija es mi hija, tus derechos son
mis derechos y que cuando llegue el día último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, nos encuentre
a bordo ligeros de equipaje, casi desnudos, como los hijos de la mar.6
Bibliografía:
1.- Varela y Morales, Félix: Cartas a Elpidio, Editorial Cubana,
Miami, 1996.
2.- San Agustín de Hipona: In Johannem, 45, 2.
3.- Juan Pablo II: Lòsservatore romano, 25 de marzo 2000, p.5.
4.- Quoist, Michel: Triunfo, Empresa Editorial Herder, S.A., Barcelona,
Sexta edición 1998, p. 62-63.
5.- Carta enc. Humanae vitae (25 de julio 1968), 29: AAS 60 (19689,
501.
6.- Machado, Antonio: Poema Retrato, en Poesías completas, Editorial
Arte y Literatura, la Habana, 2003.