Revista Vitral No. 60 * año X * marzo-abril de 2004


GALERÍA

 

EMILIO LÓPEZ:
EL CONCEPTO-IMAGEN

ANISLEY MIRAZ LLADOSA

Título. Luz. Técnica, Óleo/lienzo, dimensiones, 105x86 cm.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De la serie Dios sigue siendo un anzuelo colgado del cielo. Técnica Óleo/lienzo,
dimensiones 150x120 cm.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El concepto imagen-objeto se ha develado en nuestros días a través de una conciencia de desdoblamiento, una conciencia de “imaginar”; conciencia vívida en la misma contemplación. Ahora predomina el enfrentamiento con la acción y el artista escudriña, juega, descorre ciertos velos para que el perceptor asuma y juzgue. Ahora bien, ¿es posible que en el arte contemporáneo existan elementos novedosos que ni siquiera por la intertextualidad hayan sido descubiertos o conquistados?.¿ Es posible que en estos tiempos convulsos (donde a menudo no se cree) alguien se convierta en HACEDOR, en innovador de un movimiento o una forma artística?. Yo diría que es posible, que este aspecto se materializa en la manera que tiene cada creador de asumirse y darse a través de su sello profesional o sus estereotipos.
Emilio López Hernández así define esta concentración de polémicas, lecturas indefinidas y modos de expresión, esta cálida madeja de preocupaciones, estilos y sentidos que es el arte contemporáneo. Para Emilio la acción se concretiza en la imagen en cuanto hace conciencia de que el proceso creador que asume es todo acción, en cuanto el concepto que está no detrás, en el fondo ni en alguna capa esotérica del pensamiento humano sino en el mismo valor de la imagen, esa confabulación, se vierte en el encuentro del espectador con la obra.
Hoy en el mundo de la crítica se tiene notable fe en la colonización del arte extra-límite. Algunos suponen que en la pintura, por ejemplo, el artista ha de limitarse a dos dimensiones reales y una ficticia. Con Emilio, y seguramente otros artistas (como de hecho los conozco), sucede lo contrario. Sus representaciones no sucumben por ineficiencia. Sus imágenes no pecan de ser meras y frías imágenes donde solo se aprecia un excelente, bueno o pasajero uso de la formación académica. (Emilio se graduó en la Escuela Profesional de Artes Plásticas “Oscar Fernández Morera” de Trinidad).
La figura en su obra es el punto de partida y de regreso y escapa paseando autosuficientemente por universos inusitados, mundo a los que va y regresa feliz… feliz…
La palabra-me refiero al concepto, a la historia, al trasfondo - está ahí, al alcance de los que quieren abrir los ojos y VER, desde el primer contacto imagen-público. Una mujer de espaldas con alas reales de paloma, sentada en la cabeza de una cabra o digamos ese perfil que mira y penetra con el solo poder de su imagen, hacen de un cuadro limitado-repito: un lienzo montado en su respectivo marco, con dos dimensiones reales y una ficticia - una acción, una fuente colmada de palabras, un poema.
Lo que más nos asombra de este creador no es solo la juventud que lo colma; es el pequeñísimo intervalo de tiempo existente desde el 2002, fecha en que se gradúa de pintura, hasta hoy. Apenas dos años han transcurrido y ya el artista cuenta con 6 exposiciones personales y alrededor de 20 colectivas, incluidos salones y varios proyectos de exposición fuera y dentro de la villa de Trinidad, en los que, de hecho, está trabajando.
Si hablamos de un artista, cualquiera que este sea, debemos comenzar por esa primera etapa suya en que todavía no ha encontrado su verdadero karma, en que sus obras, aún ejercicios de estudiante, no se definen en una tendencia o estereotipo porque ese es el tiempo de la experimentación y la búsqueda. Si nos referimos a Emilio tenemos que viajar a sus inicios, donde muestra una atracción formal hacia el expresionismo. Entonces se dejó llevar por las fuertes explosiones de color y texturas (desde siempre creyó en la capacidad de lo visual). Manejó la espátula sin preocuparse por el futuro…
Luego, como el que no espera más del arte que crear, transita al estado más puro de lo que consideró su poética: regresó al principio del mundo, explotando (en el mejor sentido) texturas naturales como plumas, pieles de bovinos y cueros de pescado. El rojo y las tonalidades oscuras acentuaban la proposición conceptual del artista. Ese era en aquellos momentos ‘el perfil de otro instante, de otra vida’. El origen de todo cuanto existe y se mueve. “… Los hombres y demás organismos nacimos de alguna extraña partícula o quizás de otros seres diferentes que mutaron a partir de otros y de otros y así, en un perpetuo círculo que no dispone fin…” me dijo una vez, sentados ambos en el comedor de la casa donde tiene un pequeño taller, precisamente cuando trabajaba de lleno en su proyecto de grado. Lo importante para él era situarse en la raíz de ese ciclo terrenal. El rojo, con sus gamas, que se ha estigmatizado como revelador de agresividad, se convierte en el más claro símbolo de vida .
Desde su precepto “el mundo es una constante mutación y uno mismo el resultado ” fusiona al hombre con los animales: cabras, gallos, mariposas, perros, peces…los enlaza para demostrar su innegable afinidad y también con el propósito de vitalizar un regreso al estado más elemental, al instinto pero a la inocencia, al sentimiento verdadero…
Un día el artista se sentó en medio de su isla, su isla llena de encanto y emociones, y los duendes - u otros seres para no llamarles musas-le susurraron ideas nuevas. Así llevó a cabo algunos cambios en su quehacer factual. Me refiero ahora a esa época suya en que no sabíamos (nosotros…todos) donde concluía en su pintura el erotismo. Jugó con temáticas laberínticas como el sexo desde una ternura casi infantil, desde una originalidad adulta, desde esa poesía donde se mueven DOS.

Título Contra natura. Técnica, oleo/lienzo, dimensiones, 120x60cm.


Es menester que me detenga para hacer esta pequeña acotación. A lo largo de su trayectoria artística, Emilio se ha interesado por la obra poética de muchos escritores-tal el caso de Jorge Ángel Hernández P. o Carlos Martí Brenes-y esto lo ha manifestado jugando con títulos retóricos como “Escribiré sobre tu vientre los apellidos de mis demonios” o “El pecado seré yo en tus entrañas”. Así la blanca carne de una sábana es más que un símbolo y el monumento desnudo en el crepúsculo… Cuando te abres… cuando arden galaxias en tu lengua…cuando…
Hay una fábula. Hay ciertos amantes húmedos y ceñidos, hay un domingo cuyos peces se pierden tras la piel…
Y así también se pierde esta etapa-como todo lo que fluye-caracterizada por el movimiento interno, la soltura de las líneas y los colores brillantes, donde los órganos que dan vida a la sexualidad son a la vez otras criaturas en busca de su sitio y de su historia.
Situemos pues al artista en el plano de esos que poseen plena conciencia de que representar es saber y saber, sin lugar a dudas, es informar, por cuanto informar es comunicar.
No hay que olvidarlo: en esta Edad Moderna muchas imágenes visuales-producto de que los caminos para penetrar en las realidades y significarlas dependen cada vez menos del ojo, sino de otros sentidos que intervienen en la creatividad artística-sin desaparecer, pierden su valor epistemológico. No así cuando conocemos las realidades plásticas de Emilio. Yo más que nadie me he detenido-y digo más que nadie por la cercanía cotidiana-a estudiar prácticamente su obra y a seguir de cerca, de muy cerca, toda la trayectoria del creador, he vibrado en demasía ante la potencialidad de sus figuras y las conversiones (como el que entrega todo) de sus conceptos y singularidades factuales.
Esta ocasión, protagoniza el PEZ condecorándolo como ser omnipotente y omnipresente. Es evidente el cambio: su obra ha alcanzado un dominio existencial, diría mucho más escudriñante, dialéctico e inquisidor y sus formas valoradas a través de nuevas texturas y contenidos, han producido efectos potencialmente ágiles, interpersonales, de cercanía vital y concupiscente roce, actuando igual que dispositivos en la acción del ser humano de compenetrarse y reaccionar ante lo suprasensible de este mundo.
Los peces no hablan…literalmente tampoco sueñan, pero han sido propuestos en su exacto lugar donde aparecen eternizados en cálidos y fantásticos daguerrotipos, con una carga tal de emoción y vida que llegan a exhalar el aire atónito de los espectadores y a devolvernos a cambio una oleada llena de dimensiones sorprendentes.
El Pez es el fin, la justificación y el motivo y al mismo tiempo es medio y vínculo; el homenaje, el aura, el sobresalto. Es dios y hombre, corazón y metáfora. Siempre el pez jugando a llenarlo todo, a procurar lo inasequible, a vitalizar lo inanimado, resquebrajar y hundirse y dar a luz. Emilio ahora manejando las formas, los tonos, los fondos como el que descubre maravillas en las cosas comunes, quien asume la noche como privilegio: otra oportunidad para la nueva venida de la luz. Sus peces estilizados censuran, provocan, convierten, hablan lo que no pueden las palabras. De ahí obras en las que juega con términos como “Y Dios creó al pez a su imagen y semejanza” o “Érase una vez el hombre”. Se muestra preocupado por el aspecto intrínseco del hombre (el hombre que es simplemente el pez), sus agonías, su miedo o aceptación a encontrarse justo frente a sí mismo, sus anhelos y sueños para llegar a la otra orilla , el homenaje a los que ya no están. Se pregunta qué hace un pez en el posible espejo. a dónde van los peces, dónde la infinitud del pez amado. Escarba hasta el nervio, se adentra en las situaciones porque el pez que soy no me deja morir, porque es este rostro el que me aleja y hasta ironiza con las últimas palabras del Capitán, siempre respetando el ciclo de la vida.

Título. El rojo en la garganta del pez. Técnica, mixta, dimensiones, 140x90 cm.


Para Emilio el pez no es un simple adorno ni un signo en la religión (dígase católica o afrocubana), no está en el agua, ni siquiera en la cornisa de alguna ventana con su piel dormida o en la mira de algún furtivo arquero, como aparece en propuestas de otros artistas cubanos de todos los tiempos: Amelia Peláez, Belkis Ayón, Rubén Alpízar, Ever Fonseca, José Pérez Olivares, Alexis Esquivel, incluso Fabelo (por citar solo algunos). Los peces de Emilio tienen versiones particulares, potencialidades felizmente más allá del agua o de la ambición de un pescador tenaz. Cuando escribo y pienso en esto, me viene inmediatamente a la cabeza aquello de ‘los pájaros tirándole a la escopeta’ debido a que estos peces jamás podrán ser “pescados” por organismo alguno: ellos son el anzuelo sarcástico con que se burla el creador y ascienden a la inmortalidad…

El Pez/Dios y Todos.
El pez resquicio, hendidura a la contemporaneidad.
El pez silencio. Azul calidez y puerta.
El pez-anzuelo…El pez-arco.
El pez-equilibrio y sombra en la garganta.
El pez sangre dominando el mundo.
El pez travesía, ícono y trampa.

Y aquí aparece una nueva verdad: el Pez-molino, elemento (me refiero al molino) con una enorme carga de emotividad y lecturas, de encanto… que el autor define para algunas series en otras exposiciones suyas.
Mientras tanto, Dios sigue siendo un anzuelo colgado del cielo y los organismos nos revelamos contra Natura y los molinos giran…sin pedirle a la vida alguna otra cosa.
Recuerdo ahora el artículo: “Atención: hay peces en la vía”, publicado hace varios años en Revolución y Cultura, donde Ismael S. Albelo comenta sobre la danza “El pez de la torre nada sobre el asfalto”. Allí el pez es un ser desnudo de vanidades y vestido de honestidad que se echa a rodar por el asfalto, una vez desprendido de la torre elitista de lo intelectual.
En “El poeta y el pez”, otro artículo Jesús Losada Guevara expresa que el poeta “cuando dice PEZ no se limita a reproducir convenciones tan fuertes como Cristo (…) representación fálica, nacimiento o revelación, sino que está representándose, creándose (…) con los emanados de su ser irrepetible y singular, es decir, el Pez no es los peces, es uno por el que entran todas las flechas”.

Título. Molino. Técnica,, Óleo/lienzo, dimensiones, 170x120 cm.


Y el artista se autosacrifica y sacrifica términos disponibles, minutos de otras inquietudes, dialécticas y escenarios…y para su siguiente exposición hace homenajes, domina concepciones filosóficas, viajes premeditados. Recrea a Gregorio Samsa, no como personaje del cuento La metamorfosis de Kafka, sino al ser atribulado por las desavenencias de una sociedad, al hombre- bicho, cuya realidad se le ha caído de pronto en la cabeza y cuyos sentimientos y preocupaciones se centran en una horrible y sola certeza: ya no es un hombre simple. (En el cuarto de Gregorio ya no hay luz.) Recrea a los amigos de una forma mucho más personal, sacando a la superficie lo que esconden… vibrando junto a ellos, los compara, los eterniza como un puente a la orilla del sol, penetra en sus misterios, sueños, limo y algunos contratiempos, se pregunta ¿ a quién espera? .Y siente…
Después, más adelante, adopta al hombre y sus perfiles como preocupación fundamental. El hombre dependiendo de su entorno, a expensas de conflictos y situaciones lúbricas o simplemente víctima de la resignación. Comienza a utilizar nuevos soportes como sacos viejos, cuya factura le permite acentuar la idea, vitalizar la atmósfera.
Yo diría que en estos momentos, en medio de la vorágine artística de Trinidad, donde no faltan los plásticos (por no decir que casi sobran), Emilio ha alcanzado una maduración profunda, concisa, en cuanto a sus ideas y el modo artístico de manifestarlas. Ahora podemos apreciar una carga filosófica, ética y estética mucho más pensada. Apunta al mundo con la conciencia de sus acciones. Piensa en el SER no como aparición de lo real, sino como un misterio, una dualidad, una metamorfosis… una contemplación, una búsqueda…descubriendo o tratando de descubrir el fundamento de la existencia humana.
Tres personajes que pescan plácidamente dentro de una cabeza de pescado (El Bote), el Cristo clavado no en su cruz, sino sobre un enorme ser de dos cabezas (Homenaje a un loco), esa confrontación de cuerpos distintos, pero con el mismo pensamiento, deformados estética y elegantemente (Fuimos de un momento), la mujer, la luz, la soga, el arco, la espiral…todo…todo apunta al arte del bosquejo, a su elevada capacidad de captar, reflexionar y discernir sobre las perspectivas de la vida humana dentro del todo analítico del universo.
Puedo citar ahora las palabras del crítico trinitario Atner Cadalso: “lo que en un inicio recordaba ciertos ejercicios de sensorialidad para impactar al espectador en un primer choque táctil y visual (…) fue cediendo a incursionar más acentuadamente en la figura humana y su simbiosis múltiple con las formas animadas.
La desnudez de la piel permite la metamorfosis (…) En los cuadros de Emilio el hombre vuela, se sumerge, se arrastra y vuelve a ser hombre otra vez.”
Hoy rememora su época de estudiante, su tiempo de soñar infinitamente tanto… cuando sus alumnos le preguntan por un ejercicio que entendieron a medias o una pincelada que no aseguran correcta. Trabaja hoy en la misma academia donde se graduó. Es profesor del taller de pintura para los jóvenes talentos que ingresan en la escuela, el Taller de Primer Año como le llamábamos en mis tiempos.
Trabaja diario-eso puedo asegurarlo yo que convivo con Emilio-y quizás, si me es otorgado de nuevo este privilegio de escribir sobre él, para una revista como Vitral (repito: un honor al que humildemente he de responder), otro día (cercano o lejano), habrá muchas más cosas que revelarles a los queridos lectores, puesto que dondequiera que haya un artista, existirán tantos peces como sueños…Para siempre.


 

 

 

 

Revista Vitral No. 60 * año X * marzo-abril de 2004
Anisley Miraz Lladosa
(Trinidad, 1981).
Graduada en Diseño Gráfico en la Academia Profesional de Artes Pláticas Óscar Fernández Morera de Trinidad. Labora como Especialista Cultural en la Galería de Arte Universal de dicha ciudad. Interesada en la poesía y el cuento los cultiva tanto para niños como adultos y ha ganado premios y menciones en varios eventos literarios como la Bienal de Jarahueca 2000, el de Literatura Infantil Mercedes Matamoros 2002, el Premio de la Ciudad Fernandina de Jagua, Cienfuegos, 2003. Premio poesía y Gran Premio “Vitral” 2003.