La cara no es mucho, en este caso reflejo del alma, no
es la cara de lo que siento, de lo que voy a decir.
Queridos amigos: Pedro, cuando seas viejo otros te llevarán
donde no quieras. Algo parecido me está sucediendo estos
días, pero con los años he aprendiendo que tiene más
valor obedecer, que mandar. No creo que sea santidad sino conveniencia
y por tanto no hay mucho mérito en ello. Vale aquí aquello
de a quien no quiere caldo se le dan tres tazas, o como
me decía hoy por la tarde Feliscindo: que más da
una raya pintada en el tigre. Lo importante y lindo de todo esto
queridos hermanos, es que por amor se sigue amando y que lo más
necesario al hombre y a la humanidad es el amor, el amor a la vida,
cantaba la señora Lezcano. Al amor a la vida, que es Jesús,
cantaba Miguel Ángel. La Iglesia, experta en humanidad, aprendió
de su Divino Maestro, que los hombres necesitan de ese amor, en el cual
ella es maestra porque es madre también y ustedes en esta noche
están expresando a su hijo, una vez más, lo que es el
amor cristiano, que si como dice San Pablo, es comprensivo, es paciente,
es servicial y no tiene envidia, también por ser amor es atrevido;
es un amor atrevido hacer venir a mi querido hermano y amigo Monseñor
Meurice desde tan lejos, para hacer la presentación de un libro
todo amor, pero inmerecedor de tal presentación. Es un atrevido
amor hacer venir a estos hermanos y hermanas para estar, para entregar,
recogidas, las pobres enseñanzas de un Obispo, que no tienen
otro mérito que salir del corazón de su Obispo que les
ama y amándoles quiere amar a la Iglesia y a la Patria, que es
parte entrañable de su corazón. Lo perdono todo porque
es el amor el que les hace cometer estas travesuras, y lindas travesuras
como las de esta noche. Gracias, querido hermano Meurice, gracias Dago,
y todos los que inventaron e hicieron realidad esta linda travesura,
los que hicieron verdad y realidad esta linda obra, libro y encuentro
de hoy, que nos unen más en Cristo y su Iglesia. Gracias a estos
queridos artistas. Tú no te puedes imaginar Padre Catasús
cuántas veces soñé que tú un día
nos cantaras aquí, y nos cantaras esto, me atrevería,
aunque fuera esta hora, si la almacenas en tu prodigiosa memoria, claro,
que no está combinado, aquella décima de Don Pedro a la
Virgen de la Caridad para que la escucharan. Gracias a Servando, a Félix,
a la Sra. Maritza, a Miguel Ángel, a todos; a Alex, mi antiguo
monaguillo, a quien Dios de chiquito le dio una voz chillona y ahora
una voz hermosa.
Gracias a todos, Dios les pague. Esto lo recordaré otros cincuenta
años.
|
El Obispo
Siro, dedica el libro a los participantes. Foto: Rayko J. Díaz.
|