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De izquierda
a derecha, Dagoberto director de la revista Vitral, Pedro Meurice
Estiú, Arzobispo de Santiago de Cuba, + José Siro
y Moseñor Nicholas Thevenin, consejero de la Nunciatura
Apóstolica en Cuba. Foto: Rayko J. Díaz.
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Querido Mons. Pedro Meurice, Arzobispo de Santiago de Cuba
Querido Mons. José Siro, digno Obispo de esta Diócesis.
Ilustrísimo Mons. Nicholas Thevenin, Encargado de negocios de
la Nunciatura.
Estimados Sres. y Sras.
Amigos todos:
Nuestro Obispo cumple 50 años
de su ordenación sacerdotal y Vitral ha querido compartir con
todos esta fiesta publicando un libro con una selección de sus
homilías, reflexiones, conferencias y entrevistas.
El título de libro, Caminando con mi pueblo, entre penas y esperanzas,
es ya un retrato del prelado y una convocatoria a poner en práctica
este magisterio episcopal.
Pudiera atreverme a decir que no hay ningún tema fundamental
sobre la vida de nuestro pueblo que no haya sido abordado de alguna
forma por el autor. Y esto es, y puede ser, brújula y sentido
para quienes buscan afanosamente la verdad.
Nosotros creemos que cada Obispo es sucesor de los Apóstoles
y que cada uno de ellos ha recibido, por mandato de Cristo, la misión
de santificar, enseñar y conducir al pueblo que le ha sido encomendado.
Cada uno según sus dones y carismas. Cada uno según los
signos del tiempo que le ha tocado vivir. Cada uno según la Iglesia
a la que le ha tocado servir.
Esta selección de enseñanzas del Obispo Siro es, a la
vez, signo inequívoco del perfil de esta Diócesis y llamado
apremiante a encarnarnos en esta sociedad, anunciar en ella la verdad
sobre Cristo y sobre el hombre, y a comprometernos con su presente y
su futuro.
Vitral sabe que un libro como este no es sólo un homenaje a su
autor, sino un regalo al pueblo cubano. La luz que encontraremos en
sus páginas no es para guardarla sino para compartirla. Sabemos
también que cuando pasen unos años y volvamos sobre estas
páginas, será cuando alcanzaremos a valorar mejor su alcance,
profundidad y carácter profético. El tiempo lo dirá.
Vitral solamente ha querido dejar la huella. Nadie podrá decir
que no se dijo antes, nadie podrá decir que nadie escuchaba.
Este libro es palabra y corazón.
Permítanme, decir con toda claridad que estamos orgullosos de
tener un Padre y un Pastor como José Siro., cuyo caminar junto
a nosotros nos ha hecho más humanos, más personas, más
libres, menos temerosos, más coherentes, en una palabra, más
cercanos al Jesucristo. Doy gracias a Dios por este don a la Iglesia
cubana y doy gracias por haber nacido en Cuba y en la Diócesis
de Pinar del Río precisamente, en este tiempo de paso por el
Mar Rojo, de peregrinación por el desierto en busca de la liberación.
Ahora que nos acercamos a la otra orilla, ahora que vislumbramos la
tierra de promisión, que se nos pegue la lengua al paladar si
no nos acordamos de que nuestra Iglesia y nuestros pastores fueron para
nosotros columna de fuego en la noche y vara que sacó agua del
pedernal.
Tengo el gusto y el honor de presentarles a uno de esos pastores que
alzando su mano y su voz sobre el mar ha abierto caminos de esperanza.
Amigo y hermano de Monseñor Siro, obispo de la Arquidiócesis
que guarda dos de los tesoros más preciados de nuestro pueblo:
La Virgen de la Caridad y la Cruz de la Parra, Obispo que habló
por nosotros, frente al Santo Padre, haciéndole honor a su segundo
nombre, aquella luminosa mañana del 24 de enero de 1998 que jamás
los cubanos podremos olvidar. Doy la palabra a Monseñor Pedro
Claro Meurice Estiú, arzobispo primado de Santiago de Cuba.
Muchas gracias.
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