Revista Vitral No. 60 * año X * marzo-abril de 2004


TESTIMONIO

 

IDENTIFICADOS EN EL AMOR A LA IGLESIA Y A LA PATRIA
REFLEXIÓN ENTRE CUBANOS DE LA ISLA Y DE LA DIÁSPORA

GERMÁN J. MIRET

 

 

A través de los años he sido un convencido de que, a pesar de la separación que por motivos políticos ha sufrido nuestro pueblo, siempre hemos podido considerarnos como uno solo, identificados en el amor a la Patria. Así también he creído que, como pueblo de Dios, aquellos que marchamos al exilio y los hermanos que permanecieron en la Isla, unidos en el amor a Dios y a su Santísima Madre, nuestra Virgen de la Caridad del Cobre, hemos sido siempre una sola Iglesia.
Cuando en noviembre de 1994 coincidí en Roma con 250 católicos cubanos llegados de la Isla para acompañar a su Eminencia Jaime Ortega y Alamino en su consagración cardenalicia, comprobé que aquel sentimiento de que éramos un solo pueblo, una sola Iglesia, era real y no una utopía fraguada en el deseo y la añoranza. Aquellos hermanos pensaban y sentían igual que yo, y me sentí contento, seguro y parte de ellos. Allí estábamos, lejos de la Patria, un grupo de cubanos exiliados que habían llegado desde distintas partes para, junto a un numeroso grupo de hermanos y hermanas llegados de Cuba, celebrar a nuestro nuevo cardenal.
En el año 2000 comenzaron los encuentros entre laicos cubanos en la Florida y tuve la suerte de ser invitado para participar. La experiencia la considero un regalo de Dios porque a través de compartir, uno a uno o en grupo; a través de las discusiones (y las ha habido) y de los testimonios, he podido apreciar mejor la enorme labor de evangelización y formación que en un ambiente difícil de carestía y hostilidad, viene desarrollando la Iglesia.
He conocido del trabajo callado pero efectivo que se realiza, del progreso lento algunas veces, pero constante de ayuda a los necesitados, he conocido sobre los programas con los jóvenes, con los ancianos y con los niños –sanos y retrasados mentales- he conocido detalles sobre los comedores, la distribución de medicinas y tantos otros trabajos llenos de sacrificio y ...¿por qué no decirlo? de heroicidad. Y he podido constatar la unidad y el apoyo mutuo que existe entre todos los miembros de la Iglesia en Cuba, basados en el trabajo común y el amor cristiano.

Grupo de cubanos católicos que han participado en alguno de los encuentros
para facilitar el diálogo y la reconciliación entre los cubanos de la Isla y
la Diáspora. Señalado, Germán J. Miret autor del artículo.


Todo ese caudal de información ha aumentado en nosotros la admiración por los sacerdotes y laicos que en Cuba desarrollan su trabajo en tantos y tan diversos campos de apostolado. Para mi propio crecimiento y aquel de los que compartimos con ellos unos pocos días al año, estos hermanos y hermanas son un gran ejemplo y es obligación nuestra dar a conocer su labor y cooperar con ellos según nuestros medios.
Por otra parte, los encuentros nos han dado la oportunidad de compartir el sentir del exilio, el sentir de aquellos que no vivimos ajenos o inconscientes al acontecer de nuestra amada isla; de los que, con frecuencia, recorremos mentalmente las calles de nuestros pueblos y barrios para no olvidarlos a pesar del tiempo y la distancia. Hemos podido compartir lo que se siente cuando se vive en tierra extraña, que podrá ser generosa y acogedora, pero que es siempre extraña. Tierras donde nuestros hijos y nietos han nacido y que para ellos es su patria pero en las que nosotros, sus mayores, nunca hemos dejado de sentirnos desterrados de la nuestra.
Pero no todo ha quedado en la añoranza de la Patria, la “morriña”, dirían los gallegos. También compartimos con los hermanos llegados de Cuba nuestras experiencias en el trabajo de la Iglesia, como el celo apostólico que nos ha llevado a la creación o constitución de grupos y movimientos que sirven a distintas necesidades, tanto de formación, como espirituales o incluso de solución a necesidades materiales. Algunos de estos son: los Cursillos de Cristiandad, los Encuentros Juveniles, los Impactos, Encuentros Familiares, Encuentros Matrimoniales, la Acción Católica, los Caballeros de Colón, los Caballeros Católicos, las Conferencias San Vicente de Paul, Amor en Acción y tantos otros que haría interminable la lista.
En estos encuentros de seglares cubanos hemos compartido también los sueños de una Cuba futura, dichosa y cristiana, con paz y progreso, donde reinen la verdad, la justicia, el amor y la libertad, para que nunca más un cubano los busque en tierras extrañas.

 

Revista Vitral No. 60 * año X * marzo-abril de 2004
Germán J. Miret
Editor de la revista «Ideal» Animador de los Cursillos de Cristiandad Participante en los encuentros de reflexión entre laicos católicos de Cuba y la Diáspora. Exiliado desde el 16 de mayo de 1962.