Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003


ENCUENTRO CON...

 

CUBA Y SU IGLESIA NUNCA HAN ESTADO FUERA DE MI CORAZÓN
ENTREVISTA A MONS. AGUSTÍN ROMÁN,
OBISPO AUXILIAR EMÉRITO DE MIAMI


DAGOBERTO VALDÉS HERNÁNDEZ

Mons. Agustín Román, Obispo auxiliar emérito de Miami.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi origen campesino me ha enseñado que siempre que llueve escampa. Román con sus padres a la edad de 6 años en el campo de San Antonio de los Baños lugar donde nació, de fondo puede apreciarse el bohío donde vivia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si un día despertara en Cuba, abriría la Liturgia de las Horas y rezaría Laudes por poder morir donde nací.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Querido Monseñor Román:

Desde hace mucho tiempo Vitral deseaba tener esta entrevista con Ud. y ahora que la Providencia le ha permitido arribar a los 75 años de su edad y habrá un cambio de trabajo, consideramos que sería bueno que nuestros lectores conocieran más al primer Obispo cubano ordenado en los Estados Unidos desde hace más de 200 años.

D. V. Comenzaremos esta conversación rogándole que, haciendo un esfuerzo de síntesis y de memoria, trace para nuestros lectores los hitos fundamentales de su vida.

M. A. R. Nací el 5 de mayo de 1928 en el seno de una familia campesina, en el lindo campo cubano de San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. Mi enseñanza primaria fue en una escuela pública muy cerca de mi casa. Recibí enseñanza primaria superior en San Antonio de los Baños y el Bachillerato en Letras en el Instituto Nº 1 de La Habana.
Me preparé al sacerdocio estudiando la Filosofía en el Seminario San Alberto Magno de la diócesis de Matanzas, en la ciudad de Colón, y la Teología en el Seminario de Misiones Extranjeras de la provincia de Québec, Canadá.
Todos mis estudios eclesiásticos los recibí con los misioneros canadienses, que misionaban en aquellos tiempos en las diócesis de La Habana y Matanzas. Fui ordenado sacerdote en Colón el 5 de julio de 1959 y nombrado párroco de Coliseo y Lagunilla y, al final del segundo año, de Pedro Betancourt. Mis dos años con mi pueblo cubano, en Cuba, han sido inolvidables. Nunca soñé abandonar mi pueblo en Cuba. He estado consciente que el sacerdote como pastor no debe abandonar las ovejas que el Señor les ha confiado en su Iglesia.
Desgraciadamente caí en la expulsión, éste año se cumple el trigésimo aniversario de aquel recordado día.
En el año 1979 fui llamado a servir en la Iglesia como Obispo Auxiliar de esta Arquidiócesis de Miami y fui ordenado el 24 de marzo de 1979, fiesta de la Anunciación aquel año. El año próximo cumpliré 25 años en el episcopado.

D. V. Deseamos que nos relate aquellos tiempos en que Mons. Coleman Carrol donó aquel terreno junto al mar para erigir una Ermita a la Patrona de Cuba. ¿Cuáles son sus remembranzas de los inicios y de la actualidad de este Santuario de cubanidad en tierra extraña?

M. A. R. La devoción de la Virgen de la Caridad, nuestra patrona, se manifestó públicamente desde la llegada de su imagen desde Cuba el 8 de septiembre de 1961. Cada año continúa manifestándose de la misma forma porque las primeras generaciones han podido pasarla a las generaciones de hoy. Por esta razón siempre ha sido necesario celebrarla en un stadium. Impresiona a todos los residentes en Miami la manifestación de amor del pueblo cubano a Cuba y a la Madre de Cristo, la Virgen de la Caridad. Este espectáculo anual hizo al Arzobispo Coleman F. Carrol, el 8 de septiembre de 1966, invitar a construir un santuario donando él el terreno junto a los mares que bañan las costas de Cuba y la Florida. Fui nombrado Capellán en 1967 y comencé una actividad nueva para mí, que era la pastoral de santuarios.
Preparado en la Acción Católica Cubana con su método de ver, juzgar y actuar, pude observar desde el principio que la devoción a la Virgen movía permanentemente a nuestro pueblo a peregrinar en grupos de municipios y provincias hacia éste lugar.
En enero de 1968 se organizaron las peregrinaciones desde Oriente hasta Occidente, comenzando por El Cobre, la sede de la Virgen. Este año estamos celebrando treinta y cinco años de peregrinaciones.
La devoción de los cubanos contagió a los otros pueblos de América y en los años ochenta, con motivo de la preparación del V Centenario de la evangelización del continente, comenzó a peregrinar cada nación, durante el mes de octubre, con sus tradiciones propias. Se celebran tres romerías cada año. Dos dedicadas a Cuba y una a todo el continente. A los pies de la Virgen vivimos el amor a la Madre del Señor con distintas advocaciones. Se estima que el número de personas que visita el Santuario anualmente es de medio millón, de los cuales pertenecen a la Archicofradía de la Virgen de la Caridad cincuenta mil devotos.

D. V. Ahora un tema que sabemos le apasiona: ¿Qué significa para Usted, Cuba, la nación compuesta por sus gentes e historia y la Isla con sus paisajes y colores?

M. A. R. He tenido que vivir como sacerdote cuarenta y dos años fuera de Cuba, pero Cuba nunca ha estado fuera de mi corazón. He celebrado la Misa y he rezado la Liturgia de las Horas diariamente y Cuba con su pueblo siempre ha estado presente. He sentido el dolor del destierro como cualquier otro desterrado pero nunca he perdido la esperanza en el buen Dios que todo lo puede. Mi origen campesino me ha enseñado que siempre que llueve escampa. También en el campo me enseñaron a vivir sólo con lo necesario, nada me ha faltado y nada me ha sobrado, pues aprendí a compartir desde muy niño. Leo la Historia de mi tierra constantemente y leo el presente en las noticias de cada día. Me duele el dolor de todos los pueblos como católico y me duele el dolor de Cuba doblemente como cubano. Disfruto el humor del cubano con sus chistes. Me río con los viejos programas de “Tres Patines” y siempre me parecen nuevos. Disfruto la música y el canto de Celia Cruz. Aunque no me gusta viajar, porque aún no he perdido lo de campesino, siempre que tengo que hacerlo, voy comparando todo lo hermoso que encuentro en la creación con lo vivido en mi infancia y juventud, pensando que si no fuera cubano pagaría por serlo.

Obispos cubanos en la Diáspora. De izquierda a derecha: Mons. Román,
Eduardo Boza Masvidal, Enrique Sanpedro y Gilberto Fernández.i.

 

D. V. ¿Cómo sueña y espera que sea el futuro de nuestra Patria?

M. A. R. No sólo sueño y espero cada día, oro porque el futuro de nuestra patria sea vivir en paz, pero no cualquier paz, sino a la que nos invita Juan XXIII a construir en su Carta Encíclica “Paz en la Tierra” del año 1963. La paz se funda, dice el Papa, sobre cuatro pilares, estos son: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Si faltara uno de estos pilares, la paz se derrumba.
Estoy seguro con la Iglesia que no habrá paz con la mentira, la injusticia, el odio o la opresión en ningún pueblo del mundo.

Monseñor Román con el Papa Juan Pablo II.

 

D. V. ¿Qué papel cree que debe desempeñar la Iglesia, y especialmente los laicos, en la construcción de ese futuro?

M. A. R. La Iglesia ha estado presente desde el nacer del pueblo cubano. Ha sido la institución que ha acompañado al pueblo cubano, dentro y fuera de la Isla, durante cinco siglos de existencia. Nadie podrá pensar que no juegue el papel de servicio que siempre ha aportado en la construcción de la sociedad del amor que todos necesitamos y los que vienen necesitarán. La Iglesia con los cristianos será un instrumento de paz verdadera. Así, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias orientará las voluntades para que se dispongan a la reconciliación. Al iluminar los hombres con el Evangelio y descubrirles que el Padre de los cielos es el Padre de todos, que nos ama en Jesucristo, Su Hijo y nos invita a amarnos como hermanos que somos, crea la fraternidad. Así los enemigos volverán a la amistad, los adversarios se darán la mano, venciendo el perdón al odio y la indulgencia a la venganza. Así las luchas se apaciguarán, desapareciendo los obstáculos en el camino de la concordia y crecerá el deseo de la paz.

D. V. El Padre Varela fue un sacerdote que, como Usted, vivió en Cuba y sirvió pastoralmente en Estados Unidos: ¿Qué aspecto de la vida y de la espiritualidad del Padre Varela le han servido de inspiración y acicate en su vida de sacerdote y de obispo?
¿Qué significarían concretamente para usted estos dos anhelos que se acunan en el corazón y el alma de muchos cubanos:
-vivir en la verdad y en la libertad.
-tender puentes entre la parte de la única nación cubana que vive en la Isla y la parte que vive en la diáspora?

M. A. R. Cada año peregrino a San Agustín de la Florida para visitar el lugar donde el Padre Varela terminó su destierro con la muerte y visitar su tumba, donde reposaron sus restos por más de medio siglo hasta llevarlos a la Universidad de La Habana. Allí oro cada año pidiendo que interceda ante el Señor para que nuestro pueblo pueda vivir en la verdad y en la libertad tendiendo puentes entre los que estamos adentro y afuera de la única nación cubana.

D. V. Una palabra a sus hermanos Obispos de Cuba...

M. A. R. Cada semana leo los documentos de los distintos Obispos de América en el L´Osservatore Romano donde nos hablan de la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre, descubriéndose como signos y constructores de la unidad y más aún, como defensores y promotores de la dignidad humana en sus hermanos los hombres. Admiro entre el espiscopado de nuestro continente el trabajo evangelizador de los Obispos Católicos de Cuba en estos pasados años en una situación no fácil. He encontrado maravillosos los distintos mensajes: “El amor todo lo espera” en 1993, “Un cielo nuevo en una tierra nueva” en el año 2000, y en este año 2003, “La presencia Social de la Iglesia”.

Monseñor Agustín Román, Monseñor John Clement Favarola, Monseñor Octavio Cisneros muestran la Positio
(documento aprobado por Roma sobre la vida y virtudes del Padre Varela).

 

D. V. Una palabra a los lectores de Vitral y a su equipo de realización...

M. A. R. Felicito a los escritores de Vitral y por supuesto a todos los lectores. Leo Vitral y leo distintas publicaciones de otros cristianos en otros países. Estoy seguro que Vitral nada tiene que envidiar a otras publicaciones en la línea cívico, cristiana-patriótica.

D. V. Por último, por ahora..., si mañana, al amanecer, la Providencia divina lo despertara en Cuba... ¿Cuál sería la primera cosa que haría?

M. A. R. Si un día despertara en Cuba, abriría la Liturgia de las Horas y rezaría Laudes por poder morir donde nací.

Muchas gracias, querido Obispo y nunca deje de encomendarnos en sus oraciones cercanas al Señor y a su santísima Madre. Su Bendición.

Román al centro con sus padres y hermanos.

 

 

 

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