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Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003
CUBA Y
SU IGLESIA NUNCA HAN ESTADO FUERA DE MI CORAZÓN
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Querido Monseñor Román: Desde hace mucho tiempo Vitral deseaba tener esta entrevista con Ud. y ahora que la Providencia le ha permitido arribar a los 75 años de su edad y habrá un cambio de trabajo, consideramos que sería bueno que nuestros lectores conocieran más al primer Obispo cubano ordenado en los Estados Unidos desde hace más de 200 años. D. V. Comenzaremos esta conversación rogándole que, haciendo un esfuerzo de síntesis y de memoria, trace para nuestros lectores los hitos fundamentales de su vida. M. A. R. Nací el 5 de mayo
de 1928 en el seno de una familia campesina, en el lindo campo cubano
de San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. Mi enseñanza
primaria fue en una escuela pública muy cerca de mi casa. Recibí
enseñanza primaria superior en San Antonio de los Baños
y el Bachillerato en Letras en el Instituto Nº 1 de La Habana. D. V. Deseamos que nos relate aquellos tiempos en que Mons. Coleman Carrol donó aquel terreno junto al mar para erigir una Ermita a la Patrona de Cuba. ¿Cuáles son sus remembranzas de los inicios y de la actualidad de este Santuario de cubanidad en tierra extraña? M. A. R. La devoción de la
Virgen de la Caridad, nuestra patrona, se manifestó públicamente
desde la llegada de su imagen desde Cuba el 8 de septiembre de 1961. Cada
año continúa manifestándose de la misma forma porque
las primeras generaciones han podido pasarla a las generaciones de hoy.
Por esta razón siempre ha sido necesario celebrarla en un stadium.
Impresiona a todos los residentes en Miami la manifestación de
amor del pueblo cubano a Cuba y a la Madre de Cristo, la Virgen de la
Caridad. Este espectáculo anual hizo al Arzobispo Coleman F. Carrol,
el 8 de septiembre de 1966, invitar a construir un santuario donando él
el terreno junto a los mares que bañan las costas de Cuba y la
Florida. Fui nombrado Capellán en 1967 y comencé una actividad
nueva para mí, que era la pastoral de santuarios. D. V. Ahora un tema que sabemos le apasiona: ¿Qué significa para Usted, Cuba, la nación compuesta por sus gentes e historia y la Isla con sus paisajes y colores? M. A. R. He tenido que vivir como sacerdote cuarenta y dos años fuera de Cuba, pero Cuba nunca ha estado fuera de mi corazón. He celebrado la Misa y he rezado la Liturgia de las Horas diariamente y Cuba con su pueblo siempre ha estado presente. He sentido el dolor del destierro como cualquier otro desterrado pero nunca he perdido la esperanza en el buen Dios que todo lo puede. Mi origen campesino me ha enseñado que siempre que llueve escampa. También en el campo me enseñaron a vivir sólo con lo necesario, nada me ha faltado y nada me ha sobrado, pues aprendí a compartir desde muy niño. Leo la Historia de mi tierra constantemente y leo el presente en las noticias de cada día. Me duele el dolor de todos los pueblos como católico y me duele el dolor de Cuba doblemente como cubano. Disfruto el humor del cubano con sus chistes. Me río con los viejos programas de Tres Patines y siempre me parecen nuevos. Disfruto la música y el canto de Celia Cruz. Aunque no me gusta viajar, porque aún no he perdido lo de campesino, siempre que tengo que hacerlo, voy comparando todo lo hermoso que encuentro en la creación con lo vivido en mi infancia y juventud, pensando que si no fuera cubano pagaría por serlo.
D. V. ¿Cómo sueña y espera que sea el futuro de nuestra Patria? M. A. R. No sólo sueño
y espero cada día, oro porque el futuro de nuestra patria sea vivir
en paz, pero no cualquier paz, sino a la que nos invita Juan XXIII a construir
en su Carta Encíclica Paz en la Tierra del año
1963. La paz se funda, dice el Papa, sobre cuatro pilares, estos son:
la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Si faltara uno de estos
pilares, la paz se derrumba.
D. V. ¿Qué papel cree que debe desempeñar la Iglesia, y especialmente los laicos, en la construcción de ese futuro? M. A. R. La Iglesia ha estado presente desde el nacer del pueblo cubano. Ha sido la institución que ha acompañado al pueblo cubano, dentro y fuera de la Isla, durante cinco siglos de existencia. Nadie podrá pensar que no juegue el papel de servicio que siempre ha aportado en la construcción de la sociedad del amor que todos necesitamos y los que vienen necesitarán. La Iglesia con los cristianos será un instrumento de paz verdadera. Así, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias orientará las voluntades para que se dispongan a la reconciliación. Al iluminar los hombres con el Evangelio y descubrirles que el Padre de los cielos es el Padre de todos, que nos ama en Jesucristo, Su Hijo y nos invita a amarnos como hermanos que somos, crea la fraternidad. Así los enemigos volverán a la amistad, los adversarios se darán la mano, venciendo el perdón al odio y la indulgencia a la venganza. Así las luchas se apaciguarán, desapareciendo los obstáculos en el camino de la concordia y crecerá el deseo de la paz. D. V. El Padre Varela fue un sacerdote
que, como Usted, vivió en Cuba y sirvió pastoralmente en
Estados Unidos: ¿Qué aspecto de la vida y de la espiritualidad
del Padre Varela le han servido de inspiración y acicate en su
vida de sacerdote y de obispo? M. A. R. Cada año peregrino a San Agustín de la Florida para visitar el lugar donde el Padre Varela terminó su destierro con la muerte y visitar su tumba, donde reposaron sus restos por más de medio siglo hasta llevarlos a la Universidad de La Habana. Allí oro cada año pidiendo que interceda ante el Señor para que nuestro pueblo pueda vivir en la verdad y en la libertad tendiendo puentes entre los que estamos adentro y afuera de la única nación cubana. D. V. Una palabra a sus hermanos Obispos de Cuba... M. A. R. Cada semana leo los documentos de los distintos Obispos de América en el L´Osservatore Romano donde nos hablan de la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre, descubriéndose como signos y constructores de la unidad y más aún, como defensores y promotores de la dignidad humana en sus hermanos los hombres. Admiro entre el espiscopado de nuestro continente el trabajo evangelizador de los Obispos Católicos de Cuba en estos pasados años en una situación no fácil. He encontrado maravillosos los distintos mensajes: El amor todo lo espera en 1993, Un cielo nuevo en una tierra nueva en el año 2000, y en este año 2003, La presencia Social de la Iglesia.
D. V. Una palabra a los lectores de Vitral y a su equipo de realización... M. A. R. Felicito a los escritores de Vitral y por supuesto a todos los lectores. Leo Vitral y leo distintas publicaciones de otros cristianos en otros países. Estoy seguro que Vitral nada tiene que envidiar a otras publicaciones en la línea cívico, cristiana-patriótica. D. V. Por último, por ahora..., si mañana, al amanecer, la Providencia divina lo despertara en Cuba... ¿Cuál sería la primera cosa que haría? M. A. R. Si un día despertara en Cuba, abriría la Liturgia de las Horas y rezaría Laudes por poder morir donde nací. Muchas gracias, querido Obispo y nunca deje de encomendarnos en sus oraciones cercanas al Señor y a su santísima Madre. Su Bendición.
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Vitral No. 58
* año X * noviembre - diciembre de
2003
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