Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003


POESÍA

 

CON LOS PIES EN LO ALTO

MARÍA DE LA PAZ VINIEGRA MESA, R.J.M

 


Sin tregua

Su aire va rebanando uno a uno
los poros que cubren mi rostro
manchado de rojo
el candor de mi semblante.

Su espinada caricia asfixiante
va penetrando lo más oculto
de mis reflejos
dejando sin defensa
el arrullo de mis sueños.

Su sombra camina fatigante
en silencio triunfante
la corona de sus éxitos.

Como espuma crece
como huracán arranca
como enfermedad invade.

Su mejor escudo:
la costumbre de su presencia.

Esta lucha sin tregua
contra ti violencia
que por la paz de mi mundo
comprometo mis manos,
mis pies, mi cansancio,
mi mirada anhelante,
mis palabras amables,
mi espíritu abierto,
mi desnudo despojo,
mi paso ligero,
mis no ambiciones.

Te entrego mis armas
de egoísmos arraigados,
suelta mis cadenas
de burlas inhumanas,
libera mis trampas,
mis mentiras y pretextos
que hoy mismo me levanto
y con la mano en el corazón
de mi Cristo traspasado
te rezo:
“PAZ GANA ESTA BATALLA”.


Con los pies en lo alto

Parece como si la tierra
suplicara sentir mis pies
sobre su espalda fría y seca.

Parece como si el cielo
abrazara mi cabeza
susurrándome al oído
lo cerca que estoy del sol.

Pero lo cierto es
que mis pies tocan las nubes
y mi cabeza se hunde
en el fondo del abismo
convirtiendo así mis pasos
y confundiendo mis ideas
en oscuros laberintos.

¿Acaso es sabio caminar
con los pies en la tierra
y la cabeza bien erguida en las alturas
y descubrir
más altos pensamientos
cuanto más puestos
los pies en esta tierra?

Habiendo amado
a los suyos, los amó hasta
el extremo:

Hasta el extremo del perdón...y de sus asesinos.
Hasta el extremo del servicio...y convertirse en
siervo.
Hasta el extremo de la misericordia...y tocar al
leproso.
Hasta el extremo de la compasión... y resucitar a
Lázaro que ya apestaba.
Hasta el extremo de la bondad...y cargar con una
cruz.
Hasta el extremo de la humildad...y no responder
con violencia ante quienes le acusaban.
Hasta el extremo de la fidelidad... y dejarse
escupir, bofetear y clavar.
Hasta el extremo de la amistad...y quedarse en un
trozo de pan y un poco de vino.
Hasta el extremo del abandono...y poner en manos
de su Abbá su vida
en el momento más oscuro e injusto.
Este es Jesús,
hombre y Dios,
frágil y fuerte,
finito e infinito,
pobre y rico,
amante y amado...
Este Jesús sólo tuvo un único motivo de vida:
AMAR HASTA EL EXTREMO...


Dos mujeres

Una era joven y virgen,
la otra era vieja y estéril.
Una soñaba con su futuro
llena de ilusión.
La otra veía su pasado
avergonzada ante su pueblo.

María era como una cascada en primavera,
Isabel era como el árbol del invierno.

Con María empezó lo nuevo
con Isabel se cerró lo antiguo.
En estas dos mujeres
Dios se abrió camino.

¿Dónde estaba Isabel
cuando el ángel se le apareció a Zacarías?
No lo sabemos, la historia no lo cuenta.
¿Dónde estaba María
cuando el ángel la visitó?
No lo sabemos, la historia no lo narra,
porque no era necesario
Isabel y María
estaban en el corazón de su pueblo.
Un pueblo estéril y cansado
un pueblo fiel y esperanzado
ahí Dios quería nacer.

¿Cuál de las dos tenía razones
más fuertes para no dejarse tocar?

¿María?
¿Por ser joven, inexperta, vulnerable?
¿Isabel?
¿Por ser vieja, estéril y sometida a una ley?

Ninguna de las dos
cuando se trata de la vida de Dios.

En Isabel Dios transforma nuestra
esterilidad, nuestro cansancio,
nuestro pozo vacío
en profetismo.

En María Dios transforma nuestra
esperanza, nuestras búsquedas,
nuestra disponibilidad
en mesianismo.

Isabel la madre del Profeta.
María la madre del Mesías.
Dos mujeres que se abrieron a la vida,
gestaron la Palabra Nueva
y cambiaron el rostro de la Historia.

¿Tú lo conoces?

Lo hueles, pero no sabes si es dulce o salado.
Lo sientes, pero no sabes si quema o congela.
Lo oyes, pero no sabes si grita o murmulla.
Lo tienes, pero no es tuyo.
Lo construyes sin ladrillos.
Lo alumbras sin linterna.
Lo esperas sin reloj.
Te angustia porque no lo ves.
Lo riegas porque está en la tierra.
Lo imaginas porque es posible.
Lo llamas por su nombre,
por el único que se le ha podido dar...
porque cada día deja de ser lo que era,
y tú lo sigues nombrando...
¿Algún día podremos decirte: Bienvenido, Futuro?
Sin razones

Si yo te diera una razón
de por qué el agua es transparente,
las flores abren en primavera,
los pájaros cantan y vuelan...
Si yo te diera una razón
apagaría las estrellas y el sol.

Si yo te diera una razón
del brillo en tu mirar,
del sonido de tu voz,
de la sal en tu llorar...
Si yo te diera una razón
apagaría las estrellas y el sol.

Si yo te diera una razón
del lento caminar,
del silencio y del cantar,
de la alegría y la amistad...
Si yo te diera una razón
apagaría las estrellas y el sol.

Tú me pides una razón
¿Cómo te la daré
si el amor no tiene explicación?
¿Quieres una razón?
Te la daré:
“Soy yo, el amor de tu Dios”

Pueblo chico...

Pueblo chico...
rostros conocidos,
corazones escondidos,
risas sinceras
y llantos compartidos.

Pueblo chico...
saludos cotidianos,
abrazos amistosos,
habladurías de ficción,
pecados a la luz del sol.

Pueblo chico...
¿Infierno grande?

Pueblo chico...
sangre hermana,
manos solidarias
que sólo puedo amarte
si al verte de frente
te reconozco en mi rostro.

Que mi pueblo chico
recibe mis pasos
y espera mi voz.

Infierno será
si a la luna la dejo de amar,
si mi puerta cerrada está,
si el miedo de la gran ciudad
infecta a mi pueblo
de anonimato animal.

No esperes de la metrópoli
la razón de tu existir
que tan pronto como mires
de tu hermano olvidarás
sus ojos en tu pecho
y el sudor de su bailar.

Huele el aroma fresco
de tu pueblo pequeño
que de la semilla
nace la vida
y la hormiga
no es más que el elefante.

Recuerda sus nombres,
historias y sueños
mil habitantes camines
tu pueblo siempre será
lo suficientemente chico
para sentirte persona
de muy alta dignidad.

 

 

 

Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003
María de la Paz Viniegra Mesa, r.j.m
C. México D.F., 1974
Religiosa de Jesús María. Actualmente en la Comunidad de Mantua.