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Cuando este número
de la revista llegue a sus manos estaremos en Navidad, o quizás
ya pasó; o tal vez esta llegue a usted el año entrante,
o el próximo fin de año, y sin embargo no habrá llegado
atrasado este artículo porque la Navidad palabra que se
deriva de la Natividad es noticia siempre actual y siempre viva;
ocurrió hace 2003 años y continúa ocurriendo cada
año y cada día; como dicen unas canciones villancicos
que en este tiempo se cantan: Navidad no tiene días,
como no los tiene el sol, permanece iluminando y ofreciéndonos
calor[1] y cuando el mundo se hace humano es Navidad[2]
La Navidad es este tiempo de fin de año, en el cual ahora tenemos
la moda antes fue pecado por lo que significaba de
debilidad ideológica de poner arbolitos adornados
con guirnaldas y demás gangarrias[3]. Incluso en las shopping
cubanas ya es habitual encontrar estos adornos en venta desde noviembre
- como en cualquier país capitalista - en una moneda que no es
la nuestra, lo cual no me preocuparía - pues los arbolitos no son
esenciales - sino fuera porque en esa misma moneda hemos de comprar los
productos básicos de la alimentación, el aseo y el vestido.
Esto así, hemos de reconocer que ha quedado como algo folclórico
o que se usa» y eso significa que hay que entrar en la onda;
o dicho de otra manera más popular: ¿Adónde
va Vicente? Adonde va la gente[4]
Tenemos ya las salas de nuestras casas adornadas, pero la Navidad no es
cuestión de adornos y bombillitas, esa es la cáscara[5].
Más aún, como gesto de benevolencia con el Papa Juan Pablo
II a raíz de su visita a Cuba, tenemos feriado, por decreto, el
día 25 de diciembre, día de Navidad; y sigue siendo cáscara.
Tenemos día de asueto, tenemos arbolito y guirnaldas, puede que
dentro de poco tengamos villancicos en los medios de comunicación
del Estado - los únicos que existen -; pero aún así
no tenemos la razón de todo eso.
¿QUÉ ES LA NAVIDAD?
Para los cristianos - católicos y de cualquier otra denominación
cristiana - la Navidad es el día en que celebramos el nacimiento
de Jesucristo, el Hijo de Dios, en carne humana. El hecho y las circunstancias,
en la ciudad de Belén en tiempos del rey Herodes, en la pobreza
de un establo, acostado en un pesebre y rodeado de animales; su madre
se llamó María y su padre adoptivo se llamó José;
fue anunciado por un ángel a unos pastores y por una estrella a
unos magos del Oriente, quienes fueron a adorarle en diversas
circunstancias - nos lo cuentan los Evangelios de Lucas, capítulo
2, y de Mateo, capítulo 1.
En dichos Evangelios no se dice nada del día en que nació
Jesús porque nadie se acordaba, ni siquiera María, su madre[6],
y fue hacia el año 345 d. C. cuando se determinó escoger
oficialmente esta fecha. La iglesia primitiva, con ese afán de
inculturar el Evangelio - recordemos el discurso de Pablo en el areópago
ateniense estableciendo la relación entre el Dios desconocido
que adoraban los griegos y Jesús a quien él anunciaba; (Cf.
Libro de los Hechos de los Apóstoles 17, 22-34) - lejos de rechazar
en bloque los ritos paganos existentes, los asumía y cristianizaba.
De esa manera tomó una fiesta religiosa que desde los
primeros tiempos habían celebrado los romanos - la fiesta del Sol
vencedor[7] - y la cristianizó: este niño, cuyo nacimiento
celebramos, es el verdadero Sol invicto, fuente inagotable de luz y de
vida.
Y no hemos dicho nada del arbolito. Ese árbol es un pino y se está
haciendo de nuevo tradición en Cuba. La tradición arranca
de los pueblos germanos y es significativo su sentido: así como
el pino conserva su verdor cuando todos los demás árboles
aparentemente se secan en lo más crudo del invierno, así
la esperanza cristiana, verde, se conserva viva cuando llegan los tiempos
duros en que muchos desesperan. Las luces - guirnaldas -, el brillo y
los adornos reafirman ese sentido de esperanza. Si nos decidimos a plantar
un pinito y lo adornamos, no dejemos de vivir en esperanza.
Los católicos añadimos unas figuras - el Belén
como se le llama a menudo - que nos recuerdan a los personajes presentes:
el niño Jesús recién nacido, José y María,
los pastores, los Reyes Magos e incluso unas ovejas, una vaca
y un mulo. Los demás cristianos, por su conocido rechazo a las
imágenes, no incorporan el Belén a sus celebraciones, lo
cual es lógico teniendo en cuenta su interpretación de los
textos del Antiguo Testamento.
Los villancicos es otro elemento común a todos los cristianos.
Su origen es muy antiguo, pero parece que su mayor desarrollo data del
siglo XIX. Cantan al niño Dios, a María y José, a
aquel pueblecito de Belén y hasta a la vaquita y al mulito; cantan
en fin la alegría de saber a Dios entre los hombres.
¿QUÉ SIGNIFICA LA NAVIDAD?
Recientemente tuve la oportunidad de darle botella a un pastor
evangélico y, como estaba cocinando en mi cabeza este
artículo, le hice esa pregunta. Con premura, porque estábamos
llegando a su casa y porque su temperamento así se mostró,
me respondió: Recordamos el nacimiento de Jesucristo, el
Salvador.
Por ahí anda la clave de la Navidad.
Los cuatro evangelistas nos presentan a Jesús de Nazaret como el
Hijo de Dios, el Mesías que anunciaban los profetas y que vino
a este mundo no a condenarlo sino a salvarlo (Cf. Juan 3,
17)[8]. La experiencia pascual, el haber visto a Jesús muerto en
la cruz y haberle descubierto resucitado - vivido como experiencia de
fe comunitaria - hizo que comprendieran que toda la vida de Cristo había
sido obra salvadora de Dios. De ellos, como ya les comenté, sólo
dos tuvieron la bendita idea de contarnos algo de su nacimiento e infancia.
Los cuatro nos dicen que Jesús es el Salvador (Cf. Mateo 20, 28
y 26, 28; Marcos 10, 45; Lucas 19, 10; Juan 17, 3); es el Señor
para la gloria de Dios Padre (Cf. Carta a los Filipenses 2, 11)[9]
El hecho de que toda la Humanidad ponga un arbolito en este tiempo no
es signo de que esté celebrando la Navidad, pero sí es consecuencia
de aquella primera Navidad. El hecho de que toda la Humanidad esté
comprando regalos - intercambio de regalos, Día de Reyes o Santa
Claus, como queramos llamarle - no es necesariamente signo de alegría
y paz, pero sí es consecuencia de aquella noche santa en que los
ángeles cantaron: Gloria a Dios en lo más alto del
cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres (Lucas 2, 14)[10].
El hecho de que en este tiempo nos felicitemos - aunque en Cuba tristemente
se perdió la tradición de felicitar por la Navidad y sólo
quedó la felicitación de Año Nuevo - no es signo
de fraternidad universal, tan maltratada en nuestros tiempos, pero sí
es consecuencia de que Aquel que es la Palabra se hizo hombre y
vivió entre nosotros (Juan 1, 14)[11].
La Navidad es la actualización en la Historia de la profecía
de Isaías: La joven está encinta y va a tener un hijo,
al que pondrá por nombre Emmanuel (7, 14)[12] que significa
Dios está con nosotros. Más allá de la Historia de
la Humanidad, se entreteje la Historia de la Salvación Humana,
que se hace realidad en un momento histórico concreto: cuando
se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, que nació
de una mujer, sometido a la ley de Moisés, para dar libertad a
los que estábamos bajo esa ley, para que Dios nos recibiera como
a hijos (Gálatas 4, 4 -5)[13][13]. Litúrgicamente
la Navidad concluye con la fiesta de la Epifanía (que popularmente
llamamos el Día de Reyes) la cual resalta la revelación,
la manifestación de Dios al mundo representado en aquellos Magos
venidos de Oriente (Cf. Mateo 2, 1)
Dios se hizo hombre y vive en medio de los hombres. Es el gran acontecimiento
que marca la Historia de la Humanidad, aún para los que no lo conocen.
Como dice bellamente el canto: Dios ha nacido, y en la carne humana
está escondido[14]. La vida de Jesús nos muestra que
Dios y su Palabra no son realidades de otro mundo lejano, sino presencia
y compañía entre los hombres; que no es un hecho histórico
pasado, sino historia actual, vida compartida con nosotros, por obra
del Espíritu Santo (Cf. Mateo 1, 20)[15] Cristo se ha encarnado
históricamente para hacernos nacer de nuevo; nace realmente como
hombre perfecto, pero cargado de trascendencia divina.
La Navidad es punto de encuentro para todos los hombres sin distinciones
y, mucho menos, sin exclusiones. Todos tenemos un sitio en aquel establo
desde donde hemos sido convocados a vivir como hermanos:
· Los cristianos todos descubrimos en aquel niño recién
nacido, envuelto en pañales y acostado en una pesebrera (Lucas
2, 12)[16] al Hijo de Dios, Cristo el Señor, a quien adoramos postrados
de rodillas y ante quien ponemos nuestra vida entera para que nos transforme
a su imagen.
· Los creyentes de otras religiones judíos, musulmanes,
budistas y las demás religiones pueden reconocer la bondad
del Absoluto que se manifestó abundantemente en la vida de aquel
niño que nació en Belén de Judá (Cf. Lucas
2, 6) y que enseñó una nueva manera de relacionarse con
el Creador de todo, con los demás y consigo mismo.
· Los creyentes espontáneos, los que buscan a Dios y no
saben dónde ni cómo encontrarle, que no han tenido la oportunidad
de conocer alguna doctrina, podrán maravillarse junto con los pastores
al contemplar lo que ha sucedido (Cf. Lucas 2, 15) y que Dios
quiere comunicarle también a ellos: Tanto amó Dios
al mundo que le dio su Hijo Único, para que todo el que crea en
Él no se pierda, sino que tenga Vida Eterna (Juan 3, 16)[17]
· Los ateos sinceros, los que han recibido una falsa imagen del
Dios de la Vida y, con razón, no pueden creer en Él, o los
que nunca han tenido la oportunidad de conocerle, podrán preguntarse
¿qué tiene ese niño que a tantos adultos cautiva
después que marcó la historia hace 2003 años? ¿qué
tiene, pues ante él los reyes han depuesto sus coronas, los sabios
han reconocido su ignorancia y los humildes lo han tuteado?
En un mundo que valora el tener por encima del ser,
Dios se acerca tanto al hombre que se hace uno más para decirnos
a cada uno en particular, con su Encarnación: eres precioso
a mis ojos, eres estimado y yo te amo (Cf. Isaías 43, 4)[18];
nos dice que el valor de la persona está dado exclusivamente por
su ser de persona y que vale mucho para Él; tanto vale
que murió en la cruz para salvarlo. En un mundo atenazado por las
guerras y los conflictos Dios viene a nosotros como príncipe
de la Paz (Isaías 9, 6) en la figura de un niño indefenso
para decirnos que somos hermanos, que tenemos un origen común y
hemos sido llamados a un mismo destino glorioso, que la paz no se alcanza
con las guerras, las armas ni la represión, sino que es fruto de
la justicia y el amor.
Celebrar la Navidad es creer en el valor de lo pequeño, en la riqueza
de los pobres, en la unidad de lo diverso; es creer en el triunfo de la
justicia y la paz. Si es así, pongamos muchos arbolitos, de todos
los tamaños, con muchas luces y adornos; estaremos anunciando que
la esperanza es posible, que la última palabra la tiene el hombre
porque Dios nos entregó el amor. Y el amor dignifica al hombre.
Entonces, ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
[1] Siempre es Navidad. Villancico
[2] Navidad es todo el año. Villancico
[3] Recuerdo en mi infancia la fiesta que significaba ir a
las afueras del pueblo en que vivía a buscar un gajo de pino, o
de quién sabe qué, para plantarlo, adornado con cualquier
cosa que brillara, como signo de la Navidad, lo que significaba un signo
de mi condición de cristiano.
[4] Del refranero popular
[5] Nadie compra un plátano porque la cáscara sea apetitosa.
[6] En aquellos tiempos no se encontraba ningún almanaque al lado
del platero, en la cocina, o detrás de cualquier puerta. Y a eso
se le suma que María y José estaban muy contentos con el
nacimiento de su chiquillo, pero aquel niño pobre no llamó
la atención de ningún periodista que recogiera la fecha.
De manera contraria, sí se sabe la fecha de su pasión, muerte
y resurrección - la primera luna llena después del equinoccio
de primavera - porque ya había muchos ojos puestos en aquel hombre
y en ello se apoyó la fe de la Iglesia.
[7] Luego del solsticio de invierno, 21 de diciembre, los días
empiezan a ser más largos. De ahí esa fiesta del sol vencedor.
[8] Tomado de DIOS HABLA HOY; II edición; Ediciones SOCIEDADES
BÍBLICAS UNIDAS
[9] Tomado de la BIBLIA LATINOAMERICANA; LXXIV edición; Ediciones
PAULINAS - VERBO DIVINO
[10] Ídem.
[11] Tomado de DIOS HABLA HOY; II edición; Ediciones SOCIEDADES
BÍBLICAS UNIDAS
[12] Ídem. Según todo parece indicar el primer texto de
los libros bíblicos no existe pues ya se destruyó o, al
menos, no se ha encontrado todavía, porque no existían bibliotecas
o almacenes donde se guardaban los manuscritos. Eso sí, se han
encontrado textos muy antiguos que se han conservado de manera providencial
pues los guardaron en lugares con las condiciones óptimas para
su conservación. Esos textos más antiguos son copias de
copias, por lo que sucede que, a veces, hay detalles distintos entre un
texto antiguo y otro tan antiguo como el primero. Este es un caso: un
texto antiguo en hebreo dice joven; otro escrito en griego dice virgen.
Muchos exégetas católicos se inclinan por la versión
en griego. Para evitar confrontaciones estériles con los hermanos
evangélicos he querido tomar el texto de esta Editorial, pues quiero
mirar a Jesucristo, punto de encuentro de los cristianos todos.
[13] Ídem.
[14] Porque Dios ha nacido. Villancico
[15] Tomado de la BIBLIA LATINOAMERICANA; LXXIV edición; Ediciones
PAULINAS - VERBO DIVINO
[16] Ídem.
[17] Ídem.
[18] Tomado de la Biblia de Jerusalén; Ediciones DESCLEE DE BROUWER
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