Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003


RELIGIÓN

 

ESPIRITUALIDAD ENCARNADA, LIBERADORA E INCULTURADA

INÉS LLERANDI HERNÁNDEZ

 

 

 

 

Cuando me preguntaron si podía hacer una motivación en esta reunión del Consejo de Pastoral Diocesano acerca de ESPIRITUALIDAD ENCARNADA, E INCULTURADA… y me di el permiso de añadirle LIBERADORA…, me dio mucha alegría porque, además de ser una de las prioridades que se incluyeron en el Plan de Pastoral Nacional en su última actualización, es una de las líneas inspiradoras de la Vida Religiosa de América Latina y el Caribe desde 1997 en camino de refundación… y deseaba hace mucho tiempo poder profundizar, junto con un grupo como éste, los compromisos que de ella surgen para una mejor respuesta a nuestra vocación y servicio a nuestro pueblo.
Por otro lado nos damos cuenta de que el hambre de espiritualidad es como un gemido en nuestro pueblo. Al constatar que los grandes ideales y sueños prometidos y buscados se han derrumbado se genera un anhelo de “algo más” que va más allá de la satisfacción incluso de necesidades. (El otro día un amigo muy integrado al sistema, un hombre lleno de buenas y nobles intenciones y búsquedas leales a su conciencia, pero ahora decepcionado como muchos otros, nos pedía con urgencia el libro de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido)
Pero esta búsqueda se va caracterizando por una alergia a lo moralizante, en sentido peyorativo, a la rigidez y a los estereotipos. “La nueva espiritualidad se presenta como amante de las experiencias intensas que mezclen sentimiento y racionalidad en una nueva síntesis. El libre juego del sentimiento y la psicología nos está planteando la necesidad de esta espiritualidad encarnada, liberadora e inculturada” 1.
Vamos a partir por tanto de una visión de ESPIRITUALIDAD CRISTIANA… sabemos que la espiritualidad abarca otras dimensiones y modos de proceder que no necesariamente son religiosos aunque sí trascendentes (hace poco salió una película muy bien hecha y muy cruda también, SUITE HABANA, donde podemos muy bien apreciar este deseo de ir más allá, de trascender, de elevarse en medio de la cruel y dura realidad; de pronto aparecen los mismos personajes después de haber pasado un día sobreviviendo en esa cruel y dura realidad: la abuela de un niño Down pintando, un negro tocando trombón, bailarín… trascienden, se elevan… les recomiendo la película por cierto)

ESPIRITUALIDAD ENCARNADA, LIBERADORA E INCULTURADA

¿Cómo imagino esta espiritualidad?
Una ESPIRITUALIDAD
¨ que nace de la intervención de Dios en nuestra vida, de SU iniciativa: “me sedujiste” y nuestra respuesta personal y comunitaria: “y me dejé seducir”… Dios que irrumpe en nuestra vida DEJÁNDOSE experimentar por nosotras/os y nuestra respuesta, nos retira al desierto de la ORACIÓN y la CONTEMPLACIÓN donde Dios nos quiere hablar al corazón (Os 2, 16). Pero el Señor no nos manda al desierto para “sacarnos del mundo malo”, sino para enviarnos a él, como desde la experiencia del Horeb, envió a Elías a intervenir en la historia de su pueblo (1 R 19,9-18).
¨ Es vivir dejándonos conducir por el Espíritu; entrar dentro del movimiento del Espíritu para detectar su presencia en nuestra vida y actuar según su voluntad…
¨ Es encontrarlo a Él en todas las cosas (San Ignacio de Loyola)

Espiritualidad encarnada
Es una nueva búsqueda de vivir la encarnación como presencia de Dios en el mundo, en la vida cotidiana de las personas y en la historia de los pueblos.
Encarnada quiere decir contraria a falsos espiritualismos o a “espíritus“ que no se soporten en la carne, es decir en la condición humana, con todo lo que ella conlleva de fragilidad y de grandeza.
Una espiritualidad que maneja lo cotidiano, como lugar de encuentro con Dios, que habla al Padre del drama de sus hijos y habla a los hijos-hermanos, de las propuestas de Vida de Dios.
Se trata de cultivar una espiritualidad que se alimente de la lectura de los dos libros a través de los cuales Dios nos habla: el libro de la VIDA y el libro de la Biblia. Leer el uno a la luz del otro. Es decir, nos invita tanto a aprender a discernir los signos de los tiempos y dejarnos interpelar por ellos a la luz de la Palabra del Señor como a leer la Biblia desde nuestra historia y situación.
Esta lectura de la Palabra de Dios es siempre eclesial, se da en una comunidad de fe y desde una comunidad de fe. La santidad no puede ser un hecho privado y la vida espiritual debe ser vivida en estrecha relación con los demás en un continuo intercambio vital, que hace verdadera y concreta nuestra búsqueda. Por eso es necesario tener una “comunidad de vida”, comunidad de referencia que impulse y estimule nuestro crecimiento humano y espiritual y que nos lleve a comprometernos en la transformación de nuestra sociedad.
La espiritualidad encarnada es una continua invitación a ir a ver dónde reposa el Niño que nace en la periferia porque los poderes imperiales le persiguen. “La espiritualidad encarnada es constitutiva de la opción por los excluidos, de ellos bebe como manantial de aguas frescas capaz de devolver a la vida entusiasmo y alegría para glorificar y alabar al Dios de lo pequeño”. 2

Espiritualidad liberadora
Y porque es encarnada es liberadora, porque Ese que se contempla en el pesebre es “un Salvador, el Cristo, Señor” (Lc.2,11). Libera desde esta fuerza de Dios que emerge de la pequeñez de una cuna humilde y no desde los palacios de los reyes o de las mansiones de los nobles. Los procesos de un compromiso liberador tienen que pasar por la conciencia de la fuerza de lo pequeño.
Espiritualidad liberadora porque cree en la comunión y en la fuerza de la organización comunitaria como lugar privilegiado de presencia del Resucitado en la Historia. Desde aquí descubre su dimensión política, es decir, la necesidad como comunión de hermanos de incidir sobre el gobierno, sobre los mecanismos de poder y las orientaciones y objetivos que ellos tienen. No ha pasado ni puede pasar ese componente político unido al componente místico de la espiritualidad liberadora. Esta es una de sus características fundamentales porque la demonización de lo político ha sido y sigue siendo coartada que justifica los sistemas dominantes. Nuestro Obispo José Siro en la pasada Misa Crismal nos recuerda en este sentido que la Iglesia si bien “ha de mantener independencia respecto a los poderes que dirigen los ámbitos político, económico y social, ser independiente no se confunde con una mera neutralidad, como si la Iglesia quisiera y tuviese que permanecer indiferente en la organización socio-política que funcione en el país. En esta preocupación por la vida y dignidad de todo ser humano la Iglesia debe levantar su voz profética, denunciando los pecados y las injusticias, sin temor a los poderosos, pero siempre con misericordia”. ( Homilía de la Misa Crismal, 10 de abril 2003. Presencia pública de la Iglesia en la sociedad.)
Espiritualidad inculturada
Una espiritualidad que por ser liberadora, puede meterse, inculturarse sin prejuicios, a las distintas culturas. La espiritualidad no se incultura si no hay un reconocimiento y una valoración de la propia identidad cultural. En este sentido en nuestra patria tenemos todo un camino que recorrer.
Todas las culturas tienen sus sombras y sus luces, el criterio de discernimiento nunca puede ser una “cultura modelo” sino exclusivamente la vida y la muerte: ¿cuáles son la zonas de muerte y las zonas de vida de esta cultura?
La opción por la vida como referencia de inculturación implica a su vez la renuncia tanto al romanticismo culturalista: “todo es bueno en esta cultura” como el dogmatismo cultural: aprioris culturales conscientes o no de valoración en los interlocutores (etiquetas).
El objetivo de la vida espiritual es el crecimiento y la liberación y para conseguir esto es necesario conseguir un sólido enraizamiento. La inculturación espiritual consistirá, por lo tanto, en consolidar las raíces en su propio terruño; pero desde dichas raíces culturales, el objetivo es fomentar el crecimiento, la plenitud del ser, la reconciliación con todas las dimensiones de la existencia personal y colectiva. (Cfr. Simón Pedro Arnold, OSB. Espiritualidad, experiencia de Dios y acompañamiento espiritual).
Por último, y sin intentar agotar o concluir el tema, me gustaría decir que toda espiritualidad cristiana es, en el fondo, la espiritualidad de Jesús, según su Espíritu. Su opción deberá ser nuestra opción, sus actitudes nuestras actitudes, su praxis nuestra práxis. Para nosotras/os, como para Pablo, vivir es Cristo y morir con Él y por Él es la verdadera ganancia. (Cfr. Casaldáliga Pedro, CMF «Nuestra Espiritualidad»).
Con Ignacio de Loyola, maestro de espiritualidad, termino “pidiendo al Padre nos ponga con su Hijo” para vivir este modo de ser llevado: encarnado, liberador e inculturado.

Bibliografía
1. ARNOLD, Simón Pedro OSB
Espiritualidad, Experiencia de Dios y Espiritualidad. Revista CLAR año XXVII no. 1
2. CLAR XXX- Junta Directiva Honduras, 1997
3. CLAR XIII Asamblea General Lima, Perú, Junio 97
4. Mons. José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río, Misa Crismal, abril de 2003 Homilía: La presencia pública de la Iglesia en la sociedad. Publicado por revista Vitral mayo junio, año X no. 55
5. Casaldáliga, Pedro, CMF. Artículo: Nuestra Espiritualidad.

 

Revista Vitral No. 58 * año X * noviembre - diciembre de 2003
Inés Llerandi Hernández. r.j.m.
(Cienfuegos, 1936)
Religiosa de Jesús María desde 1964 luego de 30 años de servicio en México, regresó en 1991. Presidenta de la CONCUR de 1996 a 2002 Responsable de la Comunidad religiosa de Mantua, M.N.