Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003


CENTENARIO DE LA DIÓCESIS

 

LA IGLESIA DE LA CARIDAD DEL COBRE DE PINAR DEL RÍO:
UN MONUMENTO A LA MADRE DE TODOS LOS CUBANOS

FELISCINDO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Imagen de la Virgen de La Caridad del Cobre, situada a la entrada de su Parroquia en Pinar del Río.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vista de la Ermita de la Caridad en la ciudad de Pinar del Río después de restaurada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recién comenzado el siglo. XVII, allá por los años de 1604 a 1605, en el extremo norteoriental de nuestra querida Isla, en aguas de la anchurosa Bahía de Nipe y siendo tiempo de tormenta, era fuertemente batida por las encrespadas olas una débil canoa de remos, a bordo de la cual se encontraba un jovenzuelo de 12 años llamado Juan Moreno, mulato, y otros dos mayores que él, indios, hermanos, que se nombraban Juan Rodrigo uno, y el otro Juan Diego, de apellido Hoyos y que por coincidencia, al nombrarse Juan los tres marinos, han pasado a la historia con el nombre de los “Tres Juanes”. Iban en busca de tres tercios de sal para el Hato de Barajagua, que era propiedad de S.M. Felipe III de España, Real Señor de Minas de Santiago del Prado, y distante unas 15 millas de la Villa del Cobre.
Los jóvenes pescadores descubrieron flotando entre las olas un bulto, sorprendidos quedaron al comprobar que no era una víctima de la tormenta, tenían entre sus manos a una imagen, a la que acompañaba, entre las olas, una tabla que en caracteres mayúsculos decía: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
La virgencita medía 43 centímetros de alto, vestía una túnica hasta los pies y un manto que a partes iguales caía desde sus hombros; de ojos vivos, el color de su piel era moreno claro. De rostro dulce, como de madre la mirada, envuelta en un halo de luz de reina, de serena autoridad.
Recogieron la imagen con mezcla de amor, asombro, regocijo y una veneración que rayaba en lo supersticioso. Se dieron a la tarea de recoger la sal y rápidamente llegaron al hato de destino con la preciosa carga. Unidos los vecinos de Barajagua y los de las Minas de El Cobre, en las faldas de la Sierra Maestra, le hicieron una rústica cabaña a la que llamaban “su virgen”, hasta que fue trasladada a la Iglesia parroquial del Cobre donde por tres años se quedó en ese lugar. Más tarde se levantó el hermoso Santuario Nacional de la Virgen del Cobre, a la que el Papa Benedicto XV consagró como “Patrona de Cuba” el 24 de Septiembre de 1915 quedando establecido como día conmemorativo el 8 de Septiembre de cada año.
Con el decursar de los años crecía la devoción de los cubanos a La Virgen Morena, que bajo la advocación de la “Virgen de la Caridad” será Madre y Patrona de todo nuestro pueblo, que le reza y se postra ante su altar lleno de fe y cariño, como fiel compañera de sus luchas. Primero, se extendió el amor hacia ella en toda aquella agreste región y poco a poco fue ganando devotos de oriente a occidente, y no hay que dudar, que con la venida de los mambises hasta nuestras tierras, que realizaron la hazaña de la Invasión en 1895, éste creció. Ellos, con su amor proverbial a la Madre de Dios, la trajeron en sus mentes y en sus corazones como una mambisa más, que les acompañara por la manigua irredenta en la sagrada misión por la independencia de Cuba.
Lo cierto es que a mediados de la primera mitad del siglo XX, entre 1921 y 1922 contaba la querida Virgen con un sinnúmero de devotos en esta occidental provincia de Pinar del Río. En su ciudad capital precisamente, un grupo de pinareños, que a ella la tenían como amparo de sus penas y como feliz bienhechora de sus alegrías, acordaron, por diversas razones, pero todos guiados por un amor entrañable hacia la Madre del Cielo, levantar en la “Loma del Cuartel”, (aún hoy se le conoce por ese nombre, dado que allí existió un cuartel español nombrado “Cuartel Ravena”) una casa a la Virgen de la Caridad, que diera noble cobija a la Santa y a sus fieles, que ya eran numerosos por estos lares.
Según testimonio de la señora Mery Pereira, Vda. De Tiburcio Lorenzo, hija de un matrimonio muy devoto de la santísima Virgen, los señores Francisco Pereira Simón y Josefa Méndez, simultáneamente surge en varias personas la hermosa idea. Entre las pioneras se encontraba la señora Edelmira Fors, que por hallarse su esposo, el señor Antonio Méndez, alejado de la ciudad en cumplimiento de una misión militar, en Santiago de Cuba, ofrece a la Virgen de la Caridad la promesa de hacerle una iglesia en esta zona. En poco tiempo el señor Méndez volvió a Pinar del Río. Motivo más que suficiente para que rápidamente se diera a las tareas preliminares de crear un Patronato para comenzar la recaudación de fondos. Otras damas de la época, pensaron hacer lo mismo, dada la distancia que mediaba entre sus casas y la Iglesia Catedral, pero ellas no habían obtenido respuestas satisfactorias.
Entre todos los interesados, unidos y convocados por el inmenso cariño a la Madre Mayor, se dieron a la tarea de hablar con Monseñor Manuel Ruiz, el Obispo de entonces en esta Diócesis. Él les da su aprobación, pero diciéndoles también que la Iglesia no contaba con los fondos que tal empeño necesitaba.
Ellas, ni cortas ni perezosas, acometen la formación de un Patronato de laicos para costear los gastos de tan meritoria obra de fe y devoción.
Desde los primeros instantes se pudo contar con el inquieto entusiasmo de varias personas de la localidad, que formaban la directiva del mencionado Patronato: señora Edelmira Fors, Directora; señora Celia Muñoz de García Valdés, Presidenta; Berta Muñoz, Secretaria; señor Francisco (Panchito) Pereira, Tesorero.
Numerosos fueron los contribuyentes, tales como Isabelita Fors, Pedro Behety, la familia Pereira, las hermanas Fors, la familia Huerta, Tula de la Torre Rendón, María Luisa Cuervo de Legorburu, la señorita María Cabada, María González de Huerta y su esposo, el concejal Ricardo Huerta, las Docal, Tomasita Obregón y cientos de contribuyentes rendían una meritoria labor para tan importante tarea. Mercedes (Cheché) Fors fue nombrada desde un inicio Camarera de la Virgen y cuidó del templo mientras su salud se lo permitió, casi hasta su muerte.
Las iniciativas para obtener fondos suficientes fueron muchas y diversas: se hicieron rifas, tómbolas, verbenas, bailes... sin menospreciar las donaciones de personas que veían con buenos ojos la erección del templo a la Virgen del Cobre. Los que promovieron la idea de la construcción de la capilla procedían de la conocida “Loma del Cuartel”, por lo que se desechó la idea de hacerla cerca del Obispado en un terreno que se proporcionaba con tal fin, por ser éste un lugar muy distante del ya mencionado y no del objeto de su interés.
Triunfó el sueño acariciado, siempre bien acogido, de construirla en lo alto de la calle San Juan, actualmente Rafael Morales y González, entre Retiro y Solano Ramos, donde hoy se localiza en el número 100G.
Para ello fue necesario hacer el traspaso de la propiedad del terreno a nombre del señor Máximo Díaz, su dueño, al Sr. Obispo de Pinar del Río, Mons. Ruiz. El contratista designado fue el señor Antonio Sordo Cuervo y rápidamente se emprendió la obra que todos apoyaron plenos de júbilo y gozo en el corazón.
Se fue avizorando, con gran entusiasmo, como crecía de las manos llenas de amor de sus constructores un templo sencillo, pero digno de María de la Caridad del Cobre. Consta de una nave rectangular, en cuyas paredes laterales se encuentran dos puertas y nueve ventanas que abren sobre los jardines que flanquean dicha nave de 9 metros de ancho por 17 de largo.
El frente es de estilo ecléctico con predominio del neoclásico, con cuatro columnas compuestas, que sostienen el arquitrabe, donde lleva una antigua frase latina a relieve: “ARSE VERSE”, que significa: ¡Aléjate Fuego!, a la usanza de los viejos templos... el tiempo y sus inclemencias, lejos de borrar la frase, nos la ha devuelto a la actualidad, donde aún no ha perdido vigencia, y al restaurarse y pintarse, en fecha muy reciente la capilla, ha vuelto a presidir su fachada exterior, y sobre éste un frontón triangular al estilo griego sirve de base a una cruz y detrás un asta, en cuyo espacio se halla un bajo relieve: el cáliz con las iniciales: JHS (Jesús Hombre Salvador), dos ramas, una de olivo y otra de encino lo adornan. En la parte superior de la copa aparece una hostia de la que se desprenden rayos de luz.
Las puertas que dan acceso al templo son tres: la central, mayor que las dos que se encuentran a sus lados. Sobre ellas hay tres claraboyas, la del centro es una elipse y las otras dos restantes, son circulares.
Para iluminar en las noches, se hayan situadas dos elegantes bombas de cristal que están escoltando la puerta principal, en cuyo dintel aparece con grandes caracteres sobre fondo blanco esta frase escrita en latín: “Mater Charitatis”, es decir, “Madre de la Caridad”.
Al portal se asciende por dos escalones que lo rodean. En el ala izquierda del templo y desde el piso exterior se levanta airosa, culminando en una pirámide enchapada de losas de barro rojizo, su torre cuadrada, de unos 15 metros de altura, caracterizándola, haciéndola visible desde muchos puntos de la ciudad, coronada con una cruz y en su interior se encuentran las tres campanas, que con su alegre y ritmático tañir convocan a los feligreses a rendir culto a la Patrona de todos los cubanos. La misma torre-campanario, alberga en su base una pequeña y ventilada oficina, que posee tres ventanas, una de ellas es la única que se ve desde la fachada, sobre la cual existe una gran tarja apaisada, que en duro mármol expresa: “Testimonio de agradecimiento al Sr. Adalberto Cabrera Amézaga que proyectó y construyó esta iglesia, bendita el 7 y abierta al culto el día 8 de septiembre de 1923”. Esto se refiere, no a quien sufragó o propuso la idea, que fueron las personas del mencionado Patronato, sino se refiere al Sr. que dirigió las obras de la construcción. Desde el interior de esta oficina parte una escalera de caracol que va al coro, y otra desde ahí a la azotea, desde donde se aprecia una espléndida vista panorámica de nuestra querida ciudad: los tradicionales techos de rojas tejas, posiblemente centenarios.
La modesta torre, no ha dejado de ser motivo de inspiración de varios pintores, que queriendo reflejar un típico rincón, cargado de tradición religiosa, la han plasmado en sus lienzos, proporcionándoles a sus obras indiscutible autenticidad pinareña.
Un pequeño cantero rodea al muro frontal y los laterales, y al mismo lado que la torre, es decir, sirviéndole de fondo, se encuentra una columna rectangular, de moderada altura, que se yergue desde el piso, rematada por una fina escultura de níveo mármol, de la Santísima Virgen de la Caridad, con su inseparable y distintiva embarcación que le da sello, llevando a los “Tres Juanes” a bordo, que fue donada a nuestra Iglesia por los Padres Franciscanos de San Antonio de Padua, de Miramar, en gesto de reconocimiento a la devoción pinareña por la querida Madre nuestra. En la medianía de dicha base de sostén se nos muestra una inscripción con una bella dedicatoria, que dice así: “Virgen de la Caridad, Madre de los cubanos, ruega por nosotros”, 8-IX-1988, fecha en que fue erigida, por iniciativa del Consejo Parroquial.
De nuevo dentro de la nave y a mano derecha se encuentra un nicho empotrado en la pared, que guarda los restos del que fuera su primer párroco, y donde ofreció su primera Misa aquel memorable día de la inauguración, el sábado 8 de septiembre de 1923, nos referimos al querido e inolvidable Padre Cayetano Martínez Sánchez. Una tapia de mármol gris recuerda su fecha de nacimiento: 23 de noviembre de 1899, en la provincia de León, Galicia, España y falleció en esta ciudad de Pinar del Río, el 5 de febrero de 1986. Fue develada por Monseñor José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar, el día en que se cumplían 10 años de su fallecimiento, en que recibió cristiana sepultura en el Cementerio Católico de la ciudad. Guarda sus restos celosamente, como fue su vida y su obra, celosa por el estricto cumplimiento del deber y llena de amor a Dios. Estuvo él tan ligado a esta iglesia en su desmedido afán de servicio, como están aún sus palabras, su espíritu y su vida toda consagrada al sacerdocio dentro de este templo que ayudó a fundar, fue tanto lo que lo quiso que hoy, sus restos mortales, reliquia de inestimable valor, se funden con sus paredes, inspirándonos y guiándonos por los caminos de la fe y el amor al prójimo que nos inculcó con su vertical ejemplo. Su sepelio fue la más grande demostración de cariño del pueblo pinareño al que sirvió como sacerdote durante 63 años consecutivos.
La Iglesia de la Caridad fue convertida en parroquia en mayo de 1977 y en ella se efectuó el primer bautizo, inscrito en el libro parroquial: fue el 13 de mayo del mismo año: Sandra Delgado Luis.
El primer matrimonio fue el de Juan José Godoy Quintana con Juana María Godoy Breijo, celebrado el 23 de noviembre de 1981.
Seguimos describiendo el interior de la Iglesia. Observamos que existe un parabán de tres cuerpos, de madera y cristal que separa la nave de la entrada directa de la calle. Seguidamente, vemos que sosteniendo el entrepiso del coro (hoy en desuso para tal fin) se levantan cuatro columnas cuadradas, en una de ellas, a nuestra derecha, está adosada la pequeña pila de agua bendita.
La imagen del Cristo crucificado está muy cerca del nicho mencionado, y a la izquierda y al frente se halla el confesionario.
Dos hileras de bancos se extienden hasta casi el presbiterio, enmarcando tres pasillos: el central y dos laterales. En el presbiterio, dos escalones más alto que el piso del salón, a la izquierda se ha situado el ambón desde donde se dirige el sacerdote a la asamblea congregada y a la derecha, la pila bautismal.
La mesa o altar, de blanco mármol, es lugar sagrado, desde allí se oficia la Santa Misa. El retablo es de mármol gris y madera de igual color, ornamentado con bellos relieves de madera pintados de brillante dorado, al centro y en lugar prominente, lo preside la imagen venerada de la Reina y Señora del templo: la Virgen de la Caridad, nuestra querida “Cachita”. A ambos lados, dos ángeles portadores de sendos candelabros la iluminan y cortejan con serena quietud. Exactamente en este orden, al centro y debajo de la Virgen está colocado un pequeño crucifijo, por último, el Sagrario.
A la derecha del retablo se halla, pendiendo del asta, nuestra bandera nacional, diciendo de la cubanía que se respira y honra en dicha Iglesia mariana y cubana.
A ambos lados de la nave se han colocado en sus respectivas hornacinas, las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devoto el P. Cayetano y que estaba en el altar del Sagrario de la Catedral, de donde la trajo el Padre al ser nombrado su primer párroco, esto es a la izquierda, a la derecha podemos apreciar la imagen de San José, ambas bellamente restauradas.
Alternos, entre puertas y ventanas se han colocado varios “apliqués”, que unidos a la araña que pende del centro del techo, dan lucidez al templo. Es bueno señalar que para disfrute de los fieles, se han dispuesto ventiladores adosados a las paredes convenientemente.
Al fondo del templo le siguen la sacristía y otros locales que por necesidad de amplitud se han ido adicionando, siendo esta parte la única que tiene altos.
A todo este conjunto arquitectónico, que muy bien contrasta con el ambiente urbanístico del lugar, lo circundan austeras rejas de hierro entre columnas macisas, rematadas por severos copones, que dan belleza y seguridad al sagrado recinto.
Otros sacerdotes han pasado por ella: el Padre Nicanor Valdés Álvarez de la Campa y el Padre Manuel Hilario de Céspedes y García Menocal, que es actualmente el párroco de esta bendita casa desde abril de 1986.
No sería válido dejar de decir que la inauguración de la Ermita de la Caridad fue toda alegría y bendiciones recíprocas de los hijos a la Madre, por haberles dado la voluntad, la fuerza y la fe con que lucharon denodadamente hasta ver coronados con los más resonantes éxitos la construcción del templo dedicado a la Virgen Mambisa. Y que fue un logro resonante de las gestiones honradas y perseverantes del Patronato o Asociación de Nuestra Señora de la Caridad, tampoco puede acallarse, que cumplió a cabalidad el fin con el que fue creado, acompañados desde el cielo por la Virgen, que veía en ellos su fe y grande admiración por ella, bendiciéndolos.
Estuvieron presididos, la bendición, la Misa y los festejos religiosos que le siguieron por el Padre Cayetano Martínez Sánchez y por el Alcalde de la ciudad, Dr. Juan María Cabada.
Como nota curiosa se reseña que la primera boda celebrada en la capilla de la Caridad fue la de la señorita Aurelia Torres Crespo con el joven Damián Fernández Duque, el día 3 de julio de 1923.
Desde los primeros años de existencia de la Iglesia se llevaron a cabo toda clase de festividades religiosas, tales como: Semana Santa, la novena y procesión de la Virgen del Cobre en su día, la Navidad, la primera Misa del Padre Oscar Galcerán el día 2 de mayo de 1990. Distintas personalidades de la Iglesia y la cultura cubanas y extranjeras la han visitado.
Es necesario agregar que después de muchos años de construído el templo, una restauración capital se llevó a efecto en los meses de julio y agosto del año 2003, y que fue reinaugurada con una solemne Misa presidida por Mons. José Siro González el 29 de agosto de este mismo año, llevándose a cabo seguidamente la novena dedicada a la Patrona de Cuba exitosamente.
Ha servido como sede a los más diversos grupos parroquiales que se ocupan del catecismo, de los enfermos, los jóvenes, los matrimonios, diversos barrios de la ciudad cuentan con la asesoría del párroco, las religiosas y los laicos.
Pienso que pocas deben ser las iglesias que sean conocidas por tan diversos nombres dentro de los fieles de nuestra Diócesis, cariñosamente le llamamos: “la Ermita”, “ la Capilla”, “la Parroquia”, “la Iglesia de la Caridad”, y por todos es conocida y querida, visitada y respetada como morada de la dulce Virgen María de la Caridad, que entre nosotros, sus hijos, afortunadamente, halló sitio seguro y amoroso donde prodigar sus bendiciones desde los albores del siglo pasado hasta nuestros días.

Bibliografía

1.- Revista “Vitral”, Nº. 39, año 2000. Artículo: “Origen e Inauguración de la Iglesia de la Caridad, Pinar del Río, por Rosario González Álvarez.
2.- Revista “Vitral”, Nº. 51, año 2002.Homilía de Mons. José Siro González Bacallao, “Fiesta de reconciliación y diálogo”.
3.- Testimonios de la señora Mery Pereira, Vda. De Lorenzo.
4.- Notas de los periódicos de la época, entre ellos: “La Tarde”, en la edición del 10 de octubre de 1923.
5.- ¡Así es Cuba! Por Alberto Boix Comas.
6.- Testimonio del P. Manuel H. de Céspedes, Párroco de la Iglesia.
7.- Testimonios del Sr. Dagoberto Valdés Hernández.

 

 

Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003
Feliscindo González González
(Pinar del Río , 1940)
Maestro Normalista y Dibujante. Trabaja en el CFCR.