Se aproxima el tercer aniversario
El pasado mes de noviembre celebramos el segundo aniversario de Escuela
del Hogar, y el próximo 15 del mismo mes nos reuniremos, Dios
mediante, para celebrar el tercero.
En esta oportunidad los participantes podrán elegir a los que
van a ser los responsables de este movimiento, además de elaborar
su plan de trabajo para el año 2004, que nos permitirá
mantener contactos periódicos y realizar actividades conjuntas.
¡No faltes!
Un consejo:
Pon a secar pétalos de rosas, ponlos en un pomo de cristal y
ciérralo herméticamente; verás como conservan su
aroma. Si los introduces en saquitos de gasa, puedes usarlos para perfumar
la ropa interior.
¿SABÍAS QUE... la miga de pan empapada en leche caliente
se aplica sobre las manos y las blanquea y suaviza? Prueba a hacerlo
y verás los resultados.
¿Cuándo empezamos a
envejecer?
Pues, nada más y nada menos que el día que nacemos. Si
esto lo sabemos desde la infancia, ¿por qué el temor?
A la vejez la componen muchas cosas, algunas desagradables, como las
arrugas, las canas y cierta pérdida de estatura, cosas meramente
físicas; pero otras agradables, pues hemos tenido mucho tiempo
para trabajar nuestra personalidad, nuestro espíritu, nuestro
intelecto, para entrar alegremente en la vejez.
El color de los ojos es decisivo a
la hora de escoger el color de nuestra ropa:
Si tus ojos son azules usa el color azul en todas sus tonalidades,
especialmente las más brillantes y evita los tonos rojos y amarillos
porque estos apagan el tono de tus ojos.
Si tienes los ojos verdes, utiliza este color en todas sus tonalidades,
especialmente los más brillantes y evita el carmelita y el negro,
pues te apagan el color de tus ojos.
Si tienes los ojos castaños, usa todos los tonos de carmelita,
los verdes claros y el blanco. Evita el negro.
Nuestra amiga y colaboradora Obdulia nos envió un trabajo el
que tituló:
Un llamado a la reflexión:
De siglos es conocido por todos, el uso de la sagrada mesa alrededor
de la cual nos sentamos para compartir el pan de cada día, desde
el más humilde hasta el más exquisito manjar y dar gracias
a Dios por permitirnos ese gozo.
He visto con profunda pena como se ha ido deteriorando lo que nuestros
antepasados cultivaron con tanto esmero. He llegado en ocasiones a hogares
donde se está comiendo: unos frente al televisor, otros sentados
en la cama y algunos en una silla fuera de lo que se llama mesa. Surge
la explicación de la dueña de casa: Estoy muy cansada,
no tengo tiempo de servir la mesa, es mejor así, una completa
para cada uno y en cualquier rincón se come. ¡Ay
amigos! Después de un día de trabajo y largo quehacer
¿ no es más bonito sentarse toda la familia alrededor
de la mesa e intercambiar las impresiones del día?
Aunque tengamos que trabajar un poco más: cada alimento en su
plato, vasos, cubiertos usados correctamente y no dejar morir la costumbre
tan hermosa de un bello compartir.
Plátanos en tentación:
3 plátanos bien maduros
la tercera parte de una taza de azúcar blanca
la tercera parte de una taza de azúcar turbinada
3 cucharadas de vino seco
2 pedacitos de canela en rama
1/8 cucharadita de canela molida
3 cucharadas de mantequilla
Pela los plátanos y colócalos en una cazuela llana. Entierra
los pedacitos de canela en los plátanos y polvoréalos
con canela molida, cúbrelos con el azúcar, vino seco y
pedacitos de mantequilla. Cocínalos a fuego lento bien tapados,
aproximadamente una hora o hasta que los plátanos estén
cocinados y el almíbar amelcochada.
No dejes de prepararlos, verás que postre más sabroso
y fácil de hacer.
¡Cómo inventa el cubano!
Sencillamente, permítanme comunicarles un invento cubano que
de seguro ustedes desconocen.
El no-no debe su nombre a un personaje de telenovela brasileña,
cuyo rasgo característico era el ahorro. Pues bien, resulta que
hace unos días, al visitar a Dulce, familiar cercano, recién
instalada en la capital, me invitó a tomar café, a lo
que accedí con gusto. Pasé tras ella a la cocina y luego
de preparar la cafetera, tomó una latica redonda de 5,3 cms de
diámetro y apenas 2 de alto; echó un poco de alcohol,
le encendió, le colocó encima la cafetera y me dijo que
enseguida probaríamos un buen café del Escambay.
Al fijar la atención en el pequeño utensilio, pregunté:
-¿Y eso qué es?, interrogué azorada.
-Pues un no-no, me respondió.
-Pero ¿qué es?, insistí.
Es una latica de comino vacía a la que le abrí nueve orificios
en la tapita y otros en toda la circunferencia lateral, le echo alcohol,
como viste, medio dedo, lo enciendo, coloco encima la cafetera y a los
7 u 8 minutos, ya coló el café
-Y ¿quién inventó eso?, indagué, ¿salió
del Amazonas?
- No, no hija. No es más que para ahorrar alcohol. Con poquita
cantidad puedes hacer café, una tortilla de dos huevos, hervir
un jarro de leche o freír un huevo.
¡Candela!, ese invento me dejó el cerebro vacío,
o mejor, se le quedó vacío al que lo inventó, exclamé.
Quedé asombrada por un buen rato, contemplando como colaba la
cafetera, como se apagaba el no-no, pensando que a cuanto empuja la
miseria. ¿Están ustedes de acuerdo conmigo? Inventar a
partir de lo ya inventado es luchar por sobrevivir. ¿Inventa
o no inventa el cubano?