Hay actitudes que lesionan a las
personas y a su convivencia. Una de las más dañinas es
la desconfianza. En nuestra sociedad lamentablemente abunda mucho: pocas
personas confían en otras, los servicios públicos de la
mayoría de las instituciones estatales no ofrecen confianza por
su mal funcionamiento. Es muy común escuchar la queja de personas
que dicen: en Cuba no funciona nada. Cada vez, ofrece menos
confianza para todos el actual sistema político-económico-social,
debido a la falta de proyecto para el futuro, su cerrazón política
y escasa maniobrabilidad. Hastiados de vivir en condiciones infrahumanas,
sin perspectivas de mejorar, un gran porciento de cubanos se sienten
desconfiados y recelosos ante la incertidumbre del mañana.
¿A qué se debe esto? ¿cuáles son algunas
de las causas reales que provocan esta situación? ¿a quién
beneficia?
La génesis de la desconfianza tiene su razón de ser y
encuentra un terreno fértil cuando NO HAY LIBERTAD, NI POSIBILIDAD
PARA DECIR O HACER; entonces surge ésta, fundada en el miedo
a las consecuencias que puedan acarrearle unos actos o actitudes que
desobedezcan la voluntad del poder que reprime. Esto genera un círculo
vicioso: por un lado, los que limitan esa libertad se sienten amenazados
por quienes se rebelan ante esas restricciones impuestas, y por otro,
crece el fenómeno de personas que asumen posturas de doblez o
doble cara que optan por asumir un estilo de vivir en la
mentira o de la mentira, para protegerse o simplemente para evadir la
responsabilidad. El precio cívico y social que hay que pagar
por eso es muy alto, porque una sociedad donde existan muchas personas
que viven esa falta de transparencia (otra de las secuelas de la desconfianza)
está condenada al empobrecimiento y a la ruina.
CUANDO NO HAY CONVICCIÓN NI ARGUMENTOS QUE PERMITAN ESTABLECER
UN DIÁLOGO CON CRITERIOS PROPIOS se resquebraja la credibilidad
y el respeto. Imaginemos una persona, institución e incluso un
gobierno que no esté convencido de lo que defiende y se aferre
a unas posturas o conceptos negándose a entrar en la dinámica
de la búsqueda de la verdad que debe orientar el diálogo
a cualquier nivel, la más probable de sus reacciones ante los
cuestionamientos, disidencias o las dudas de sus interlocutores, sería
la inseguridad y el miedo, que los compulsará a atrincherarse
y reprimir cualquier manifestación de esta índole. Esto
sin lugar a dudas, provocará que surja la desconfianza hacia
ellos y se vea afectada seriamente su credibilidad.
LA FALTA DE ESPERANZA ante el fracaso del proyecto de hombre y sociedad
nuevos que se pretendía construir ha generado un gran desaliento.
Cuando no se tiene esperanza pudiéramos decir que la desconfianza
ha alcanzado tan altos grados que a la persona le va resultando indiferente
todo lo que le rodea, preocupándose sólo por su subsistencia,
aunque puede llegar al extremo de que ni siquiera le importe eso, entonces
surgen las posturas de alienación o suicidio.
LA FALTA DE JUSTICIA ante la violación sistemática de
los derechos a la libre expresión, asociación, derecho
a la honra y a la vida privada, etc., corrobora la indefensión
que vive el cubano ante los abusos de poder que pueden producirse por
parte de alguna persona, institución o medios de comunicación.
Esto provoca que surja una falta de confianza en los servicios y organización
de la sociedad.
Como todos sabemos, casi el 100 % de los cubanos vivimos de una forma
u otra infringiendo cotidianamente la legalidad, algo que favorecen
las leyes establecidas en nuestra Legislación por tratar de controlar
toda la vida de las personas. Debido a eso no pocas veces escuchamos
en boca de alguien: ten cuidado con fulano que puede
ser un agente. Esa cultura del policía que nos vigila siempre,
descrita tan magistralmente por George Orwell en su libro 1984
cuando dice el gran hermano te vigila, es algo que desgraciadamente
los cubanos hemos hecho patrimonio nuestro. El síndrome de la
desconfianza, además de ser para nuestra sociedad un pan cotidiano
muy ácido, demuestra cuánto daño pueden hacer para
la coexistencia pacífica los métodos que emplean el miedo
y la malicia como armas, o cuando no se educa para la confianza, sino
que, más bien, se siembra la duda y la cizaña para poder
alcanzar unos propósitos que siempre serán ruines y miserables.
Creer es un acto de entendimiento de la razón que asiente a la
verdad por imperio de la voluntad del hombre y la gracia de Dios. La
desconfianza es falta de fe en el hombre, es pecar de soberbios, porque
no somos capaces de reconocer nuestra limitación humana y creemos
que los demás no tienen la capacidad de aportarnos nada, además,
no confiar en sus actos, es no aceptar que es capaz de trascender los
entornos y realidades que lo rodean aunque sean desfavorables para su
desarrollo humano. No es contrario a su libertad, ni a su dignidad,
o a su inteligencia confiar en otro, más bien podemos decir,
que se es más libre y digno mientras más se confía
en nuestros semejantes. No se pueden establecer relaciones humanas duraderas
si no creemos lo que las otras personas nos dicen sobre ellas mismas,
sobre sus intenciones o sobre sus promesas. Si los actos o actitudes
de las personas no son fieles a sus compromisos e intenciones es realmente
algo lamentable que puede provocar cierta frustración en quien
depositó su confianza en ellos, pero sin lugar a dudas, esta
incoherencia entre lo que ellos mismos se proponen y su actuación,
a quien más lesiona en su integridad personal es a aquellos que
no han cumplido con sus propósitos de ser fieles a sus opciones.
La confianza es una necesidad impostergable y perentoria para nuestra
sociedad, inherente a la convivencia entre los cubanos, pero necesita
de una respuesta voluntaria de todos, en primer lugar, porque es un
acto libre y personal, y en segundo, porque nadie debe estar obligado
a confiar en nadie, eso no se puede imponer. Sólo así
desaparecerá la desconfianza entre las personas, o hacia instituciones
y Estado, solamente así sabremos que los límites que establece
una convivencia pacífica no van a ser franqueados por nadie,
ya que la voluntad libre y soberana de los hombres lo ha decidido, sólo
así se respetarán las normas morales, y regulaciones legales
que garantizan el uso de la libertad. La confianza está dada
por la certeza de que en quien la depositas ni en las verdes ni
en las maduras te abandonará, y además porque sabes,
que es capaz de compartir con fidelidad todas las adversidades y sufrimientos
que se puedan presentar.
Entregarnos total y gratuitamente al servicio de los demás y
procurar juntos el desarrollo de nuestra patria es una manera muy efectiva
y viable para romper las cadenas de la desconfianza que se alimentan
del misterio y la duda. Seamos transparentes y sinceros, que ante ese
muro de gracia y virtud se estrellarán siempre los métodos
que pretendan sembrar la división. Lo clandestino, jugar el papel
de agentes encubiertos que se infiltran para conocer los planes del
enemigo, ya pasó de moda como método empleado para construir
una sociedad mejor; no desgastemos nuestras fuerzas preocupándonos
por eso, más bien, empleemos todos nuestros esfuerzos y nuestro
tiempo en trabajar juntos por crear un clima de distensión y
confianza recíproca favorable para que nunca más se fomente
entre los cubanos la desconfianza y el miedo, la falta de libertad y
esperanza; de todas formas Dios, Hace salir su sol sobre malos
y buenos, y llover sobre justos e injustos(Mt. 5, 45), todos los
días aunque alguien no quiera.
Todos conocemos la frase Divide y vencerás, y no
dudo que a los generales de un campo de batalla les sería muy
útil dividir a su enemigo para vencerlo, o quizás también
le sea conveniente a alguien que quiera alcanzar la mayoría de
votos en un parlamento o asamblea para lograr sus objetivos. Incluso
en estos casos o en cualquier otro, esto puede ser legítimo si
no se emplean métodos que lesionen la integridad y dignidad de
las personas, sus derechos o el bien común, pero de lo que sí
tengo plena certeza y estoy completamente seguro es de que promover
la desconfianza, sembrando cizaña, atacando o difamando a las
personas porque piensan o actúan distinto, sembrar el miedo para
mantener el poder no beneficia a ninguna Nación porque: ¿quién
será el vencido? ¿quiénes serán los perdedores?
¿quiénes serán los ganadores...?