Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003


HECHOS Y OPINIONES

 

LA DESCONFIANZA,
¿A QUIÉN SIRVE?

VIRGILIO TOLEDO LÓPEZ

 

 

 

Hay actitudes que lesionan a las personas y a su convivencia. Una de las más dañinas es la desconfianza. En nuestra sociedad lamentablemente abunda mucho: pocas personas confían en otras, los servicios públicos de la mayoría de las instituciones estatales no ofrecen confianza por su mal funcionamiento. Es muy común escuchar la queja de personas que dicen: “en Cuba no funciona nada”. Cada vez, ofrece menos confianza para todos el actual sistema político-económico-social, debido a la falta de proyecto para el futuro, su cerrazón política y escasa maniobrabilidad. Hastiados de vivir en condiciones infrahumanas, sin perspectivas de mejorar, un gran porciento de cubanos se sienten desconfiados y recelosos ante la incertidumbre del mañana.
¿A qué se debe esto? ¿cuáles son algunas de las causas reales que provocan esta situación? ¿a quién beneficia?
La génesis de la desconfianza tiene su razón de ser y encuentra un terreno fértil cuando NO HAY LIBERTAD, NI POSIBILIDAD PARA DECIR O HACER; entonces surge ésta, fundada en el miedo a las consecuencias que puedan acarrearle unos actos o actitudes que desobedezcan la voluntad del poder que reprime. Esto genera un círculo vicioso: por un lado, los que limitan esa libertad se sienten amenazados por quienes se rebelan ante esas restricciones impuestas, y por otro, crece el fenómeno de personas que asumen posturas de doblez o “doble cara” que optan por asumir un estilo de vivir en la mentira o de la mentira, para protegerse o simplemente para evadir la responsabilidad. El precio cívico y social que hay que pagar por eso es muy alto, porque una sociedad donde existan muchas personas que viven esa falta de transparencia (otra de las secuelas de la desconfianza) está condenada al empobrecimiento y a la ruina.
CUANDO NO HAY CONVICCIÓN NI ARGUMENTOS QUE PERMITAN ESTABLECER UN DIÁLOGO CON CRITERIOS PROPIOS se resquebraja la credibilidad y el respeto. Imaginemos una persona, institución e incluso un gobierno que no esté convencido de lo que defiende y se aferre a unas posturas o conceptos negándose a entrar en la dinámica de la búsqueda de la verdad que debe orientar el diálogo a cualquier nivel, la más probable de sus reacciones ante los cuestionamientos, disidencias o las dudas de sus interlocutores, sería la inseguridad y el miedo, que los compulsará a atrincherarse y reprimir cualquier manifestación de esta índole. Esto sin lugar a dudas, provocará que surja la desconfianza hacia ellos y se vea afectada seriamente su credibilidad.
LA FALTA DE ESPERANZA ante el fracaso del proyecto de hombre y sociedad nuevos que se pretendía construir ha generado un gran desaliento. Cuando no se tiene esperanza pudiéramos decir que la desconfianza ha alcanzado tan altos grados que a la persona le va resultando indiferente todo lo que le rodea, preocupándose sólo por su subsistencia, aunque puede llegar al extremo de que ni siquiera le importe eso, entonces surgen las posturas de alienación o suicidio.
LA FALTA DE JUSTICIA ante la violación sistemática de los derechos a la libre expresión, asociación, derecho a la honra y a la vida privada, etc., corrobora la indefensión que vive el cubano ante los abusos de poder que pueden producirse por parte de alguna persona, institución o medios de comunicación. Esto provoca que surja una falta de confianza en los servicios y organización de la sociedad.
Como todos sabemos, casi el 100 % de los cubanos vivimos de una forma u otra infringiendo cotidianamente la legalidad, algo que favorecen las leyes establecidas en nuestra Legislación por tratar de controlar toda la vida de las personas. Debido a eso no pocas veces escuchamos en boca de alguien: “ten cuidado con “fulano” que puede ser un agente”. Esa cultura del policía que nos vigila siempre, descrita tan magistralmente por George Orwell en su libro “1984” cuando dice “el gran hermano te vigila”, es algo que desgraciadamente los cubanos hemos hecho patrimonio nuestro. El síndrome de la desconfianza, además de ser para nuestra sociedad un pan cotidiano muy ácido, demuestra cuánto daño pueden hacer para la coexistencia pacífica los métodos que emplean el miedo y la malicia como armas, o cuando no se educa para la confianza, sino que, más bien, se siembra la duda y la cizaña para poder alcanzar unos propósitos que siempre serán ruines y miserables.
Creer es un acto de entendimiento de la razón que asiente a la verdad por imperio de la voluntad del hombre y la gracia de Dios. La desconfianza es falta de fe en el hombre, es pecar de soberbios, porque no somos capaces de reconocer nuestra limitación humana y creemos que los demás no tienen la capacidad de aportarnos nada, además, no confiar en sus actos, es no aceptar que es capaz de trascender los entornos y realidades que lo rodean aunque sean desfavorables para su desarrollo humano. No es contrario a su libertad, ni a su dignidad, o a su inteligencia confiar en otro, más bien podemos decir, que se es más libre y digno mientras más se confía en nuestros semejantes. No se pueden establecer relaciones humanas duraderas si no creemos lo que las otras personas nos dicen sobre ellas mismas, sobre sus intenciones o sobre sus promesas. Si los actos o actitudes de las personas no son fieles a sus compromisos e intenciones es realmente algo lamentable que puede provocar cierta frustración en quien depositó su confianza en ellos, pero sin lugar a dudas, esta incoherencia entre lo que ellos mismos se proponen y su actuación, a quien más lesiona en su integridad personal es a aquellos que no han cumplido con sus propósitos de ser fieles a sus opciones.
La confianza es una necesidad impostergable y perentoria para nuestra sociedad, inherente a la convivencia entre los cubanos, pero necesita de una respuesta voluntaria de todos, en primer lugar, porque es un acto libre y personal, y en segundo, porque nadie debe estar obligado a confiar en nadie, eso no se puede imponer. Sólo así desaparecerá la desconfianza entre las personas, o hacia instituciones y Estado, solamente así sabremos que los límites que establece una convivencia pacífica no van a ser franqueados por nadie, ya que la voluntad libre y soberana de los hombres lo ha decidido, sólo así se respetarán las normas morales, y regulaciones legales que garantizan el uso de la libertad. La confianza está dada por la certeza de que en quien la depositas “ni en las verdes ni en las maduras” te abandonará, y además porque sabes, que es capaz de compartir con fidelidad todas las adversidades y sufrimientos que se puedan presentar.
Entregarnos total y gratuitamente al servicio de los demás y procurar juntos el desarrollo de nuestra patria es una manera muy efectiva y viable para romper las cadenas de la desconfianza que se alimentan del misterio y la duda. Seamos transparentes y sinceros, que ante ese muro de gracia y virtud se estrellarán siempre los métodos que pretendan sembrar la división. Lo clandestino, jugar el papel de agentes encubiertos que se infiltran para conocer los planes del enemigo, ya pasó de moda como método empleado para construir una sociedad mejor; no desgastemos nuestras fuerzas preocupándonos por eso, más bien, empleemos todos nuestros esfuerzos y nuestro tiempo en trabajar juntos por crear un clima de distensión y confianza recíproca favorable para que nunca más se fomente entre los cubanos la desconfianza y el miedo, la falta de libertad y esperanza; de todas formas Dios, “Hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”(Mt. 5, 45), todos los días aunque alguien no quiera.
Todos conocemos la frase “Divide y vencerás”, y no dudo que a los generales de un campo de batalla les sería muy útil dividir a su enemigo para vencerlo, o quizás también le sea conveniente a alguien que quiera alcanzar la mayoría de votos en un parlamento o asamblea para lograr sus objetivos. Incluso en estos casos o en cualquier otro, esto puede ser legítimo si no se emplean métodos que lesionen la integridad y dignidad de las personas, sus derechos o el bien común, pero de lo que sí tengo plena certeza y estoy completamente seguro es de que promover la desconfianza, sembrando cizaña, atacando o difamando a las personas porque piensan o actúan distinto, sembrar el miedo para mantener el poder no beneficia a ninguna Nación porque: ¿quién será el vencido? ¿quiénes serán los perdedores? ¿quiénes serán los ganadores...?

 

 

Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003
Virgilio Toledo López
(Pinar del Río 1966)
Ing. Electrónico. Responsable de la Consultoría Cívica del Centro de Formación Cívica y Religiosa.