Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003


NUESTRA HISTORIA

 

LAS MODAS:
TINTORERÍAS Y LAVANDERÍAS

WILFREDO DENIE VALDÉS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


La moda es el uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, en determinado país, en especial en los trajes, telas y adornos. En algunos lugares todavía perduran, porque están en consonancia con el modo de vida de sus pobladores.
Por idiosincrasia el cubano siempre tuvo fama de ser pulcro en su modo de vestir. Según el clima, bien definido en las estaciones de invierno y verano, se usaba el traje y la corbata con sus relucientes alfileres y la camisa de cuello duro con yugos dorados de piedras preciosas que todavía se mantienen a través del tiempo. También se utilizaba la típica guayabera de bramante de hilo, las chaquetas, el ensemble y otros modelos.
Había distintas variedades de telas, como el petronio, casimir inglés, muselina, gabardina, franela, frescolana, dril crudo y dril 100, etc. Éstas se adquirían en los establecimientos comerciales que contaban con un variado surtido en telas y piezas hechas, que estaban al alcance de cualquier ciudadano. Otros clientes preferían que expertos sastres confeccionaran a gusto y medida su ropa, principalmente los trajes.
Las mujeres con destacada exquisitez usaban atractivos trajes de nylon, muselina, olán de hilo, chantú, crepé, encaje, raso, warandol, faya, algodón, tul, tafetán y otras variedades. Muchas preferían confeccionar sus trajes con reconocidas costureras que combinaban la hechura con el bordado. Éstas se vestían con predilecta atracción matizadas con el calzado, la cartera, el cinto, los cosméticos y perfumes de su gusto.
El pantalón, conocido actualmente como “pitusa” sólo era utilizado por los mecánicos que se dedicaban a este oficio. Actualmente con una mejor confección se ha convertido en una prenda de vestir. Hasta el año 1958, el pantalón confeccionado con cualquier tipo de tela no era usado por las mujeres por considerar que perdían su feminidad.
El calzado fabricado en Cuba gozaba de fama internacional por su confección. Se utilizaban pieles escogidas: de ganado vacuno, especialmente la del becerro; de ganado caballar y porcino; pieles de cocodrilo, majaes y otras tantas, que se elaboraban por eficientes trabajadores en las curtiembres existentes en el territorio nacional.
Los cueros del ganado vacuno, entre ellos el becerro o añojo eran “curados” en casetas construidas por los empresarios por esfuerzos propios. Para ello utilizaban la salmuera (sales especiales). Después de curadas, las vendían en su mayoría a la “Curtiembre del Caribe”, situada en el municipio de Guanajay, donde se procesaban las pieles con los tintes preferidos por la industria del calzado para su confección. También en estas casetas se curaban la piel del carnero y la del chivo. La piel del equino se importaba de otros países, ya que en Cuba no se sacrificaba este animal, se empleaba para la monta y la tracción. .
A partir de 1961 se ilegalizó la matanza de ganado, desapareciendo totalmente este tipo de caseta para la cura del cuero. A partir de esta medida por la administración del Estado comenzó a escasear el calzado en nuestro país, y que hoy se adquiere a precios exhorbitantes que no están al alcance de la población.

Tintorerías y lavanderías

En la ciudad de Pinar del Río existían antes de 1958 decenas de tintorerías y lavanderías, con una población que frisaba en menos de una tercera parte de la población actual. Este necesario giro comercial brindaba un esmerado servicio a sus clientes, complaciendo con la debida calidad a los más exigentes por su presentación, su rapidez necesaria y precios sumamente bajos.
Según fuentes consultadas, aunque con anterioridad existían otras que prestaban servicio en este giro, fue en el año 1909, para ser más exacto, el 11 de enero de 1909, que apareció el tren de lavado de Francisco Carranza y Silvera en la calle Vélez Caviedes número 4, entre Yagruma y Retiro; siguiéndole en orden la tintorería y venta de ropa hecha “La Elegancia”, de Marcelo Granda en Vélez Caviedes número 116 en la manzana de los Delgado. En 1914 surge la tintorería de Águedo Ortiz, donde posteriormente se construyó la sociedad “Liceo” en la calle Martí, trasladándose luego para Máximo Gómez número 63. En ese mismo período se ubica en Rosario número 4 la de Antonio García como tren de lavado y después tintorería; la de Manuel Mayo, la de Ricardo Roselló en Maceo 83 y la de Carmelo González en Rosario entre Sol y Virtudes.


De 1920 a 1930 aparece la lavandería “Gui Luang”, de Joaquín Chang, en Retiro 11.Aparece la “Gap Woo” de José Chang, como taller de lavado en 1923 en Martí 129, ese mismo año “La Joven China”, de Lorenzo Wong en Martí 125. La tintorería “La Elegancia”, de Atilano Achang, en Vélez Caviedes 104. Ese mismo año, Águedo Ortiz traslada el tren de lavado pero con el nombre de “El Francés”, a Máximo Gómez 53. Julián Woon funda el tren de lavado “El Hah Lee”, en Máximo Gómez número 12.
Por otra parte, Joaquín Wong abre otro tren de lavado nombrado “La Yvón”, en la calle Retiro. También Delfín Chalbonier inaugura la tintorería “Los Dos Hermanos” en Maceo número 41. Ese mismo año Nicanor Félix Alcalde funda la tintorería y venta de ropa hecha “La Elegancia” en Vélez Caviedes 104, donde funcionaría después el establecimiento de venta de aves “La Favorita”, de Roberto Prieto. Francisco Álvarez de la Campa abre la tintorería “La Americana” en Recreo 85, posteriormente esta fue trasladada para la calle “Yagruma” (manzana de los Delgado). Nace el tren de lavado “San Cay”, de Manuel Yi en Maceo y Colón. En 1928 se traslada para Máximo Gómez 69 “La Joven China”, de José Luang.
Con el nombre de “La Cubana” surge el tren de planchar en Maceo 15, propiedad de Francisco Álvarez de la Campa. Se abre otro tren de lavado por Lorenzo Wong en Isabel Rubio número 99. En 1931, el tren de lavado “El Francés” pasa a Luis Díaz González, en Recreo 40 por compraventa a Águedo Ortiz; en Máximo Gómez 63 se instala el tren de lavado propiedad de Ramón Quiñones, con el nombre de “El Espejo”. Es abierta la lavandería en Maceo y San Juan, de José Eng, Julio Wuhg y Andrés Chio. Los hermanos Fernando, Francisco y Alfredo Wong inauguran una lavandería en Vélez Caviedes 35, casi esquina a Isabel la Católica; otra tintorería se inaugura en la calle San Juan, nombrada “El Sol”, de Mariano Naranjo Gort (1939).
La tintorería “Americana” en Antonio Rubio 11, de Santiago Felipe Naranjo; Manuel Cuesta abre otra tintorería en Máximo Gómez 113; la tintorería “Bernal”, en Recreo casi esquina a Labra, de Luis Bernal Díaz; la tintorería “Americana” en Antonio Rubio 11 vuelve nuevamente a Francisco Álvarez de la Campa en 1954. Y por último, José del Pino Blanco instala una tintorería en Máximo Gómez 175, casi frente al Obispado. Le siguen otras tintorerías como “Los Dos Hermanos”, de Manuel y José Hernández, detrás del Bazar Cubano; Inés Escobar, en Sol y San Juan; Roberto Castillo, Retiro entre Polvorín y Rosario; Matuto Montesino, calle Alfredo Porta; “El Gallo” de Manuel Díaz en la calle Coronel Pozo; la de Santiago Naranjo, San Juan entre Maceo y Máximo Gómez; Tata y Hermano, en el reparto Vélez; Reinaldo Montesino, en San Juan, entre Sol y Virtudes; Juan Curbelo, Retiro y 20 de Mayo; “El Troy”, de Kike en Máximo Gómez; Miguel Montesino, Calle Julián Alemán; Cuco, reparto Carlos Manuel; Pedro Naranjo Lorenzo, Luz Zaldívar y Santa Rosa; Nieves Hernández, Coloma entre Maceo y Máximo Gómez; Juanito Tarzán, Colón entre Delicias y Mariana Grajales; Mongo Pla, Vandama y Colón, reparto La Flora; Antonio González, Sol y Coloma; Juanito Chang, Yagruma entre Volcán y Cuarteles.
La mayoría de las tintorerías perduraron hasta el año 1959, con un aproximado de 42 que se dedicaban a este giro. Actualmente en la ciudad de Pinar del Río brinda servicio a la población una sola tintorería, nombrada “La Cubana” que fue reabierta recientemente en la calle Retiro entre Vélez Caviedes y 20 de Mayo. “El Lavatín”, en la calle Vélez Caviedes entre Adela Azcuy y Retiro se encuentra en fase de remozamiento hace cerca de un año. Tengamos presente que ya la ciudad pinareña cuenta con más de 160 000 habitantes.
El 24-6-2003 aparece publicado un reportaje en el periódico “Juventud Rebelde”. Bajo el título “PARA NO LAVAR EN CASA”, y con el subtítulo: “Aunque maltratadas y con falta de recursos, las tintorerías y lavatines cuentan con un público que reclama de este servicio para resolver el acuciante problema de lavar y planchar la ropa”. Los autores se refieren a la problemática en este giro comercial en la ciudad de La Habana. Entre otros aspectos exponen que “las condiciones de trabajo son difíciles y el deterioro del local es más que evidente. Lavan con agua fría y usan planchas domésticas, porque no cuentan con petróleo para echar a andar las calderas de vapor. Los planchadores se quejan de que la iluminación es poca para trabajar, no cuentan con posibilidades de almuerzo y no tienen agua para tomar”.
Sería interesante que este reportaje fuera leído por la población en la página 5 de la fecha indicada. Si esto sucede en la capital de la República, ¿qué podemos esperar de este necesario servicio en nuestra ciudad pinareña?


 

 

Revista Vitral No. 57 * año X * septiembre-octubre 2003
Wilfredo Denie Valdés
(San Luis. Pinar del Río) Licenciado en Historia. Fue Historiador de la ciudad de Pinar del Río durante muchos años.