Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003


MEMORIA CULTURAL

 

RITA LONGA,
METAMORFOSIS DE IMÁGENES


NATALIA BOLIVAR

 

 

 

 

Rita Longa

 

 

 

 

 

 

Escultura de Santa Rita de Casia en Miramar.

 

 

 

 

 

 

Virgen del Camino en San Miguel del Padrón. La Habana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rita Longa, más bien elegante que fuerte, muestra una delicadeza acaso demasiado frágil que salva a veces con la gracia que imprime a algunas figuras.(1)
Yeso, madera, piedra y bronce, es el rango cubierto por la diversidad de materiales, obligados a la obediencia por la indomable fuerza de sus manos, y no sin luchar por afilar la sensibilidad estética, hecho de expresión y relieve en la forma, con el que más de una vez se lanzó a conquistar el espacio, ese dominio intermedio entre el cosmos y el caos, región de posibilidades infinitas en sus propiedades situacionales; capaz de proyectar la jerarquía de un momento a la luz, a lo que después de lo presagiado se magnifica en un esfuerzo de manos que van ensamblando una ortografía de la forma, con el sólido sentido de un juego de resonancias polifónicas.
Rita intimiza su espiritualidad, donde gana y traduce su espacio interno, sin límites ni restricciones, ordenando con diversos materiales su vasta creatividad. Es la eterna poetisa en busca de su alma, aferrándose con fuerzas imaginarias a su mundo íntimo. Ella y su obra, expresan la especialidad poética de su confianza profunda, desplegando la metamorfosis en el espacio de su reino de imágenes, de una intensidad luminosa de la energía de su fuerza creadora.
Rita traslada su poesía de reminiscencia y en 1943, esculpe para el altar mayor de la iglesia recién construida, ubicada en el barrio de Miramar (5ta y 26), la imagen de Santa Rita de Casia, “abogada de lo imposible”.
Santa Rita nació en Rocco Porrena, región Italiana de Umbría en mayo de 1381. Es modelo en todas las situaciones de la vida: como joven, llena de pureza e ideales; como esposa y viuda, maltratada y torturada; como madre sufrida por la muerte de sus hijos gemelos; y finalmente, como religiosa en el Convento de las Agustinas de Casia, donde pronuncia votos de humildad, pobreza, caridad, ayuno y oración. Vivió 40 años enclaustrada y se vio privilegiada con uno de los estigmas de la Pasión: una espina en la frente, la cual despedía un desagradable olor. Fue canonizada en 1900 por León XIII.
Por su parte, Rita Longa se concentra y une la sensibilidad, dejándose conquistar por este espíritu que toma, poco a poco, conciencia de su claridad en este reino de lo imaginario, de lo abstracto y concreto, reanimando la historia con la imagen, etérea y sensual de una pieza de excepcional cubanía que se imbrica con un culto popular en el pueblo. El yeso se mezcla en sus poderosas manos imprimiéndole su impronta del espacio, la luz y la forma, plasmándole un movimiento sutil y a la vez humano, convirtiéndola en una experiencia onírica real, transformando toda contemplación del universo en una afirmación de su espiritualidad.
Santa Rita, escultura indestructible de yeso, que por el olvido no fue llevada al bronce, pero sí fue bajada del altar mayor para el que fue esculpida por nuestra artista, dejando el privilegio de sus valores a este pueblo, al que envuelve con la dulzura de su sonrisa enigmática, permaneciendo hoy, con dignidad alianzadora, en los espacios ilimitados de una pequeña capilla, en el lateral de esta iglesia.
A Santa Rita, en muchas provincias cubanas, el pueblo la identificó con Obba, deidad guerrera, dueña de lagos y lagunas, eterna enamorada de Changó; su amor por él, le hizo cortarse una oreja, y al ser repudiada por este acto, se retiró a la soledad, al cementerio, convirtiéndose en la guardiana de las tumbas. Obba es el símbolo de la fidelidad conyugal y se le representa como una mujer joven y sensual.
En África, Obba vivió en la tierra Takua y se dice que sus hijas son valerosas e incomprendidas y frecuentemente pasan por experiencias sentimentales amargas, cuyas raíces se encuentran en los celos que sienten por ellas sus esposos; en el orden material, los hijos de esta orisha, suelen triunfar y son generalmente feministas. Su sincretización parece tener como referencia su carácter de casada y el de haber perdido a su esposo, así como el que ambas consiguieron poderes excepcionales.
El altar de Santa Rita en Miramar, siempre nos ofrece la oportunidad de contemplar múltiples ramos de flores multicolores, como símbolo de la fugacidad de las cosas materiales, de la primavera y la belleza; flores que rodean a la imagen en su pequeño espacio de exiliada católica.
Rita Longa, inmersa en su reino fecundo, esculpe por encargo varias obras religiosas y en 1948 surge la Virgen del Camino, obra monumental fundida en bronce ubicada en el populoso barrio de San Miguel del Padrón, consagrada el día 7 de junio por el Cardenal Arteaga, quién la coronó con un halo de estrellas. Según el calendario festivo religioso, esta virgen católica celebra su fiesta el 2 de abril.
Una vez más, la artista se entrega a los juegos de su impaciencia y crea con sus manos aladas, la figura de movimientos ondulantes en la copa de nuestra ciudadanía: la palma real, donde sus olas batidas por el viento invisible, la elevan evocando la eternidad, con la intensidad del tiempo infinito, independiente de toda contingencia limitativa, superando los conflictos de las contradicciones espirituales en la intensidad absoluta y permanente de la vida; escapando a las vicisitudes de los cambios y del tiempo. En sus manos, que denotan la potencia del dominio de una concentración mística, símbolo de supremacía y poderío, nos presenta una Rosa de los Vientos señalándole al caminante la senda de su intensa sabiduría, los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, donde nuevamente se reencuentra con su creadora irradiando, obteniendo y ocupando la luz, la forma y el espacio.
El pueblo cubano la hace suya y comienza el culto popular hacia esta imagen de la Virgen del Camino que crece en esta barriada donde existe la simbiosis de las culturas religiosas de origen africano. Monedas y flores se integran al paisaje de su majestuosidad y ya es identificada como un camino de la orisha Yemayá, por la espuma enredándose en su túnica de lino; viajera intemporal que con su brújula mística muestra el camino a los navegantes y viajeros. Su nombre completo es Yemayá Konlá, que camina, flota, sobre las cúpulas de los árboles, en especial la palma real, atemperando el realismo del reflejo de su propia imagen en las aguas quietas de su fuente.
Para finalizar robaremos a la arquitecta y escritora, Emma Álvarez Tabío, su nieta Tuini, un reclamo de amor plasmado:
“... Rita Longa sigue sonriendo, sin prestar atención. Sabe que, después de la tormenta, sus manos apretarán un puñado de tierra, y todo volverá a comenzar”(2)

1 Emilio Ballagas, 1937. Tomado de La obra escultórica de Rita Longa. Alejandro G. Alonso. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1998. Pág. 39.
2 En Revista Archipiélago, 1996.

 

 

Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003

Natalia Bolívar
Escritora cubana.
Reside en La Habana. Especialista en Etnología y temas de religiones afrocubanas.