En días pasados pudimos
ver y escuchar por la televisión cubana un acto público
en ocasión de la inauguración de un convento de las Hermanas
de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida en
La Habana.
Las imágenes, los gestos, las condecoraciones y las palabras
que llegaron a través de la televisión y la prensa escrita
provocaron una gran confusión en no pocos cubanos, en especial
en no pocos cristianos.
La confusión es una situación de información incompleta,
de falta de comunicación real, de desorientación, de contradicciones
y de ausencia de posibilidad de guiar, orientar, iluminar con los mismos
medios con los que se ha provocado la confusión.
Los medios de comunicación, lo dice la palabra, están
para facilitar la información, para transmitir informaciones
completas, transparentes y veraces. La prensa, la radio y la televisión
están para transmitir todos los elementos, y no sólo,
y no sobre todo, una parte manipulada y manipuladora de la opinión
pública.
En esta ocasión, no se cubrió por parte de la prensa todo
lo sucedido; por ejemplo no hubo una sola imagen, ni una sola palabra
de la Misa presidida por el Cardenal Crescenzio Sepe en la Catedral
de La Habana con la cual la Iglesia Arquidiocesana le daba la más
fraterna y cordial bienvenida a las hermanas Brigidinas. No se transmitieron
las esclarecedoras palabras del Sr. Cardenal Arzobispo de La Habana,
ni la Homilía del Cardenal Sepe, venido desde Roma, «invitado
por la Madre Tekla con la anuencia del Santo Padre, portador de un mensaje
al Cardenal Ortega para la Iglesia en Cuba, y no (propiamente) como
Legado Pontificio.
No se ha publicado nada de la Nota Aclaratoria de la Conferencia de
Obispos Católicos de Cuba con la que queda todo esclarecido de
la forma más serena y equilibrada que es posible.
Nos remitimos a esa Nota de los Obispos cubanos. Ella nos aclara varios
puntos que queremos destacar:
-La Iglesia cubana se alegra de que se pueda fundar en Cuba un convento
de monjas y le dio la más fraterna bienvenida a las Hermanas
de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida.
-La Iglesia en Cuba necesita grandemente , desde hace más
de cuarenta años, que puedan entrar más monjas y sacerdotes
para trabajar en Cuba. Existe una lista de más de 15 congregaciones
de religiosas católicas que están esperando por el permiso
del Gobierno cubano para poder entrar.
-Todo lo que se refiere a la fundación de este convento y su
hospedería en la Habana Vieja, así como todo lo referido
al acto de inauguración estuvieron exclusivamente a cargo
de la Abadesa, colaboradores mexicanos y las autoridades del Gobierno
cubano.
-La Iglesia Católica que está en Cuba no tuvo participación
alguna en esos acontecimientos ni en su preparación ni coordinación.
-Ni el Cardenal de La Habana, ni ningún otro Obispo de la Iglesia
Católica en Cuba tuvieron nada que ver con ese acto y otros relacionados
con él. Ningún sacerdote o religiosa fue allí representando
a la Iglesia cubana.
-En cuanto al Santo Padre Juan Pablo II debemos aclarar: El Papa envió
dos mensajes con el Cardenal Sepe. El texto íntegro de esos dos
mensajes son publicados en nuestra Revista. Esas son las palabras textuales
del Papa. Eso fue exclusivamente lo que él dijo a la Iglesia
cubana y al Sr. Presidente del Consejo de Estado.
-No debemos vincular al Papa con los excesos en las palabras y
en los gestos que hemos constatado en esos actos por parte de algunas
personalidades de la Iglesia como resultado de la improvisación
y del talante personal de cada uno. No son palabras del Santo
Padre.
A partir de estas aclaraciones deseamos compartir algunas reflexiones:
-Son los Obispos cubanos los guías y pastores de la Iglesia Católica
que vive en Cuba. Ellos están en inconmovible y afectuosa comunión
con el Papa Juan Pablo II. Son los Obispos cubanos los que mejor conocen,
valoran profundamente, viven y comparten la realidad del pueblo cubano.
Ellos deben ser la referencia obligada para decidir cualquier obra eclesial
o social de la Iglesia en Cuba. Ellos han mantenido siempre y especialmente
en estos últimos cuarenta años una unidad y comunión
entre ellos que al mismo tiempo que respeta y asume la diversidad, sabe
en qué materias y en qué momentos es imprescindible expresar
y vivir, en la más inquebrantable unidad de magisterio, de gestos
y palabras, esa comunión eclesial. Esto ha quedado patente, una
vez más, en ocasión de la inauguración de este
convento y la manipulación que de él han hecho los medios
de comunicación.
-El Santo Padre ha estado siempre en continua y paterna comunicación
y cercanía con todo el pueblo cubano. No sólo con los
hijos de la Iglesia Católica, sino con todos los demás
compatriotas, incluidas las autoridades del Gobierno cubano con el que
las relaciones del Papa han sido siempre respetuosas, francas y expresando
las verdades en las que creemos y las esperanzas en las que nos confiamos,
de forma serena y directa. No hay referencia mejor, ni mayor, para comprobar
esto que la misma inolvidable Visita Pastoral del Papa a Cuba hace cinco
años. Todos los cubanos pudimos ver, escuchar, sentir y palpar
en las palabras y los gestos del Papa lo que Juan Pablo II piensa, quiere
y espera de Cuba, de la Iglesia que vive en Cuba y de las autoridades
cubanas. Eso está claro. Quedó escrito y registrado en
videos que han recorrido nuestras comunidades. Debemos volver a estudiar
aquellos discursos y homilías del Papa en Cuba. Hoy mantienen
toda su vigencia. Debemos volver a disfrutar de las imágenes
que han quedado imborrables en nuestros corazones.
-La representación permanente, normal y oficial del Papa en Cuba
es la Nunciatura Apostólica que está en La Habana. Es
ella la referencia autorizada para todo lo referido al Santo Padre.
La Nunciatura no emitió ningún mensaje con relación
a la representación oficial de ningún eclesiástico
a nombre del Santo Padre.
-Los católicos cubanos no debemos dejarnos confundir ni manipular
por palabras excesivas e imprudentes o por gestos equívocos e
inútiles. Gracias a Dios, los católicos cubanos tenemos
los puntos de referencia imprescindibles para orientarnos en nuestra
vida de fe y en nuestros discernimientos sobre los acontecimientos nacionales
e internacionales. Los católicos cubanos tenemos, gracias a Dios,
la enseñanza segura, veraz y transparente para cuando tengamos
que buscar orientación en eventos puntuales como este. Esas enseñanzas
son, entre muchas otras:
*Las enseñanzas de la Reflexión Eclesial Cubana (REC,
1982-1985)
*El Documento final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC,1986).
*El Mensaje de los Obispos Cubanos El Amor todo lo espera(1993)
*Las enseñanzas del Encuentro Nacional Conmemorativo (ECO,1996)
*Los mensajes y discursos de Juan Pablo II en Cuba.(1998)
*El mensaje del Papa a un año de su Visita (1999)
*El Mensaje de los Obispos cubanos Un cielo nuevo y una tierra
nueva en ocasión del Jubileo del año 2000.
*El Plan Global de Pastoral de la Iglesia cubana (2001-2005)
Y más de cien mensajes y numerosos eventos que mantienen la orientación
y la vida de la Iglesia cubana.
Casi coincidiendo con este lamentable evento de manipulación
y confusión ha sido presentado otro de los documentos orientadores
de uno de nuestros Obispos. Se trata de la Carta Pastoral No hay
Patria sin Virtud del Cardenal Arzobispo de La Habana en ocasión
del 150 aniversario de la muerte del Padre Félix Varela. Preclaro
documento cuyo magisterio está en perfecta sintonía con
ese itinerario de las enseñanzas pastorales de la Iglesia cubana
y cuya vigencia y proyección son incuestionables.
La Iglesia que está en Cuba no debe distraerse con hechos aislados
como la instrumentalización imprudente de la inauguración
de un convento. Eso no refleja la rica experiencia de la Iglesia cubana.
Ese evento no debe distraernos ni confundirnos de los grandes desafíos
que la Iglesia en Cuba tiene para servir a su pueblo. Es muy alta y
urgente la misión de la Iglesia en Cuba y son muchas y perentorias
las necesidades de los que continuamente acuden a ella en busca de orientación,
de alimento espiritual y material, de luz para sus vidas, de acompañamiento
para sus sufrimientos y de ánimo para sus esperanzas, para que
nos distraigamos con un hecho aislado.
Aclarado el hecho, hecha la distinción y recordados los verdaderos
puntos de referencia que tenemos los católicos cubanos, volvamos
la página, no sin antes sacar de esos penosos borrones las lecciones
que los prevengan en el futuro.
Nada debe dejarse a la improvisación o a la ingenuidad. Nada
debe dejarse en manos de personas desinformadas sobre la realidad de
Cuba y su Iglesia. No deben nunca confundirse los papeles y los espacios
de la Iglesia y del Estado. La política no se hace con métodos
de sacristía. La sacristía no se organiza con métodos
políticos. Lo que no significa que no pueda haber y promoverse
un respetuoso diálogo entre la Iglesia y el Estado, pero hecho
por aquellas personas autorizadas y sobre todo cualificadas para hacerlo.
Nunca sin la anuencia de los Obispos del lugar. Esa relación
Iglesia-Estado tiene un espacio propio, unos métodos precisos,
unos protagonistas debidamente autorizados. Lo demás puede ser
iniciativa privada, puede ayudar a crear relaciones pero puede también
ser manipulado por los medios, instrumentalizado por intereses espurios
o provocar, lo peor, una lamentable confusión.
Nuestro pueblo es sabio y conoce a la Iglesia y conoce al Gobierno.
Al pueblo le llamó poderosamente la atención la ausencia
del Cardenal de La Habana y de los demás Obispos. Eso fue una
señal y una luz. Es muy bueno que eso haya sido así. Eso
debe ser valorado y sopesado por todos los que han participado en este
evento.
Las religiosas y religiosos que trabajan en Cuba ya conocen la realidad
de este país y de su Iglesia. Ellos han hecho, en comunión
con los Obispos cubanos, y con el acompañamiento de sacerdotes,
otras religiosas y laicos comprometidos con esta realidad, reiterados
discernimientos sobre la vocación y la misión de la vida
consagrada en las circunstancias especiales de Cuba. Todos debemos acoger,
acompañar y animar a las nuevas Hermanas Brigidinas que, con
la mejor buena voluntad y espíritu de servicio, han dejado sus
lugares de origen para venir a servir y acompañar a este pueblo.
Todos sabemos que es en el pueblo cubano, en el Barrio de La Habana
Vieja, en los más necesitados, en los que las Brigidinas, como
todas las demás religiosas de Cuba, tienen puestos sus ojos,
su corazón y sus manos. Sean bienvenidas, queridas hermanas,
y cuenten con la compañía y la solidaridad de toda la
Iglesia en Cuba. Tal como lo expresó en nuestro nombre el Sr.
Cardenal Arzobispo de la Habana. En Cuba todos debemos vivir y anunciar
que nuestra única esperanza es Cristo y que esa esperanza está
sólidamente fundada en la virtud de las bienaventuranzas.
De su señera Carta Pastoral, cuyo estudio y aplicación
recomendamos vivamente, deseamos recordar este fragmento central sobre
La esperanza que anuncia la Iglesia: El Sermón
de la Montaña es una invitación de Jesús dirigida
a lo mejor del ser humano. Es un llamado a sobrepasarnos, pero no con
gestos o realizaciones grandiosas, sino con sencillez, en humildad.
La acogida a esta propuesta requiere de parte nuestra un esfuerzo incesante
por la virtud. Es así como toma cuerpo la ética cristiana,
la misma que Félix Varela nos propone. (Carta Pastoral
No Hay Patria sin Virtud no. 43)
Ante esta lamentable confusión, pero sobre todo, ante los retos
que se avecinan para la Iglesia que vive en Cuba y para todo el pueblo
cubano, es necesario buscar siempre y en todo momento la verdad.
Uno de esos retos es el establecimiento de un genuino Estado Laico donde
se reconozca, no sólo la libertad de culto, sino una auténtica
libertad religiosa que incluye siempre la dimensión social de
la fe. En este sentido debemos recordar los requerimientos que debe
tener el Estado Laico expresados por Su Excelencia Mons. Jean Louis
Tauran en el Simposium de La Habana en diciembre de 1999:
El Estado debe garantizar que los creyentes y los no creyentes
sean iguales ante la ley, sin discriminación alguna;
- dotar a las iglesias y comunidades religiosas, que practican su fe
en el marco constitucional de su Estado, del reconocimiento de un estatuto
acorde a sus propias intenciones;
- respetar el derecho a:
- establecer y mantener lugares de culto;
- organizarse de acuerdo con su propia estructura jerárquica
o institucional;
- elegir, nombrar y sustituir libremente su personal según sus
necesidades y reglas propias y, si fuere el caso, de conformidad con
los acuerdos libremente establecidos entre ellas y el Estado;
- solicitar y recibir contribuciones voluntarias, financieras u otras;
- respetar el derecho de cada uno a impartir o recibir una educación
religiosa a titulo individual o asociándose a otros; respetar,
a este propósito, la libertad de los padres de asegurar la educación
religiosas de sus hijos en conformidad con sus propias convicciones;
- facilitar la existencia de establecimientos escolares universitarios
de inspiración religiosa, como expresión de la contribución
de los creyentes al diálogo público cultural;
- poder gestionar establecimientos de sanidad y de obras sociales al
servicio de todos, como expresión de la contribución de
los creyentes a la solidaridad nacional;
- autorizar a las organizaciones religiosas a producir, importar y difundir
publicaciones y objetos religiosos;
- considerar favorablemente el interés de los cristianos a participar
en el diálogo público, incluido el realizado a través
de los medios de información.
Ahora, y en el futuro cuando la libertad de expresión y la auténtica
libertad religiosa abran una nueva época en Cuba, y muy probablemente
otros hechos y otras actitudes generen iguales o mayores confusiones,
debemos ser incasables buscadores de la verdad.
La verdad os hará libres dijo Jesucristo. Pero una
libertad que vaya inseparablemente unida a la responsabilidad. Por falta
de responsabilidad la verdad puede ser dañada o confundida o
sometida a instrumentalizaciones devastadoras. Es necesario ejercitarnos
en buscar la verdad donde quiera que esté. Es necesario educarnos
para leer y escuchar los medios de comunicación como la radio,
la televisión y la prensa. Ellos no siempre dicen toda la verdad
y no siempre la dicen bien dicha. Aquí y en todos los países
del mundo.
En cuanto a esta actitud de buscar la verdad por encima de las apariencias
y entre renglones torcidos, todos los cubanos debemos aprender. Es una
forma de evitar los condicionamientos y manipulaciones venidas de cualquier
parte.
En la mencionada Carta Pastoral No hay Patria sin virtud
el Sr. Arzobispo de La Habana nos recuerda: ...el Padre Varela
es un apasionado de la libertad del hombre.(...)¿Qué otra
cosa es, pues, enseñar a pensar?(...)Su método pedagógico
consistía en hacer que el hombre, libre de todo condicionamiento,
encontrara la verdad que lleva dentro de sí mismo y con libertad
de espíritu se decidiera adherir a ella».
No debemos permanecer pasivos en la queja cuando ocurran hechos de instrumentalización,
es necesario educar para la libertad y la responsabilidad.
La misma Carta Pastoral nos dice: «En la educación de nuestros
adolescentes y jóvenes cubanos es necesario volver al método
de Varela. Hay que educar a los jóvenes para la libertad, ellos
deben aprender a pensar. Hay demasiada memorización de hechos,
de textos históricos, de frases sacadas de contexto, y aún
de consignas, pero falta interiorización y capacidad de decisión
para comprender y asumir lo que las palabras dicen. Repetición
y aceptación pasiva de lo memorizado es ideología, descubrir
y ejercitar la facultad reflexiva para tomar decisiones es pensar. La
posibilidad de asumir una postura ética depende de la libertad
primordial de cada ser humano, que nosotros tenemos el deber de educar,
pues se trata del don más preciado de Dios al hombre, el que
lo constituye como tal, el que lo hace diferente a todos los seres vivos
condicionados por leyes biológicas e instintos. Las leyes civiles
deben garantizar la libertad, pero no proviene la libertad de las leyes
civiles: el hombre es libre porque así lo ha creado Dios. Por
esto el respeto a la libertad es sagrado. La independencia y libertad
nacional son hijas de la libertad individual21.
(...)Estamos conmemorando los 150 años de la muerte del Padre
Varela, que encuentra en su partida un relevo en José Martí,
nacido el mismo año de su muerte. Los recordamos juntos porque
ambos fueron luchadores no sólo por la libertad de Cuba, sino
por la libertad del hombre. Sólo hombres libres pueden construir
la Patria libre que uno y otro soñaron. Rindamos al Padre Varela
en este aniversario de su muerte el homenaje de un corazón libre,
que busque incesantemente la verdad en el amor para obrar el bien en
favor de nuestros hermanos, de la familia y de la Patria. (Carta
Pastoral No hay Patria sin virtudno.44-47)
En el quinto aniversario de la Visita del Papa, en el décimo
del Mensaje El Amor Todo lo Espera y con esta Carta Pastoral
No hay Patria sin virtud los católicos cubanos tenemos
la necesaria orientación y esperanzas para servir a Cuba y servirla
bien.
Pinar del Río, 14 de Marzo de 2003
111 Aniversario del Periódico Patria
Día de la Prensa Cubana.