Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003


ECLESIALES

 

EDUARDO BOZA MASVIDAL

P. MANUEL H. DE CÉSPEDES

 

 

El domingo 16 de marzo a eso de las once de la noche falleció en una clínica de la ciudad de Los Teques, Venezuela, Mons. Eduardo Boza Masvidal, quien siendo Obispo Auxiliar de La Habana en septiembre de 1961 fue sacado a la fuerza de su residencia en la habanera parroquia de La Caridad y colocado a bordo del trasatlántico “Covadonga”, surto en la bahía de La Habana, y enviado al exilio. Poco tiempo después de su expulsión, Mons. Boza se estableció en Caracas donde el entonces arzobispo de esa sede, el Cardenal José Humberto Quintero, le encargó la parroquia personal de Ntra. Sra. de la Caridad para la atención de los cubanos residentes allí. Varios años más tarde, el entonces obispo de Los Teques, Mons. Juan José Bernal, le pidió que sirviera como Vicario General de esa diócesis cercana a la capital venezolana, servicio que prestó hasta el día de su fallecimiento.
En dos ocasiones, Mons. Boza visitó Cuba después de su expulsión. La última de ellas durante la visita del Papa Juan Pablo II. En esa ocasión participó en todas las celebraciones junto con los miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
Siendo yo un adolescente militante de la JEC, conocí a Mons. Boza, quien era ya obispo auxiliar, y desde entonces fue para mí una figura sacerdotal iluminadora. Más tarde durante mi estancia de dieciocho años en Venezuela, primero como seminarista y luego como sacerdote, tuve el privilegio de tratarlo más de cerca. Durante ese tiempo constaté la veneración y el respeto que en la Iglesia venezolana se le tenía al obispo cubano: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos trataban a Mons. Boza con un cariño especial. Es que el obispo cubano exilado fue una de esas personas junto a las cuales se sienten deseos de ser mejor. Él fue un sacerdote de la estirpe del P. Varela: los grandes amores de Mons. Boza fueron Cuba y la Iglesia.

El Papa Juan XXIII recibe a Monseñor Eduardo Boza Masvidal tras
su expulsión de Cuba. Roma 1961.


Recuerdo que Mons. Boza decía que ante los problemas sociales no se debe tener la actitud de los brazos cruzados ni la del puño en alto, sino la actitud de los brazos abiertos que es la actitud de Cristo en la cruz. Él decía que esta es la actitud del amor y del servicio, de la entrega generosa y fecunda; es la actitud de recibirlos a todos para abarcar las miserias y necesidades de todos; y decía también que con los brazos abiertos es como se obra la transformación del mundo. Es la actitud del sacrificio. Con esa actitud vivió él. Mons. Boza fue un cubano congregante.
El cuerpo de Mons. Boza fue depositado cn la Catedral de Los Teques en la cripta de los obispos de esa diócesis. Esto es signo de la alta estima de la Iglesia venezolana por este cubano que también amó y sirvió a esa buena gente que lo acogió con generosidad.
Venezolanos y cubanos tenemos ya un nuevo intercesor en el cielo. Ambas naciones están pasando por un momento dificil de su historia. Mons. Boza está ya orando por ambas naciones e Iglesias. Quizá esta sea su forma actual de vivir su lema episcopal: “No he venido a ser servido, sino a servir”
A través de personas así todos recibimos un baño de luz, de la luz de Cristo Jesús.

 

 

Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003