Señor Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino
Arzobispo de San Cristóbal de La Habana
Con ocasión del V aniversario
de mi inolvidable Visita pastoral a Cuba, manteniendo viva memoria de
las intensas jornadas de fe que dejaron honda huella en el corazón
de los Pastores y fieles de esa Iglesia local, deseo hacer llegar mi
afectuoso saludo a Usted, a sus Obispos auxiliares, sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos de esa Arquidiócesis que con tanta cordialidad
me acogieron durante mi permanencia en esa Nación. Este saludo
complacido deseo hacerlo llegar también a los demás Pastores
y fieles de toda la Isla, presentes siempre en mi oración y en
mi recuerdo.
Me complace que precisamente en estos días, el Cardenal Crescenzio
Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización
de los Pueblos, portador de mi saludo y bendición, vaya a presidir
la inauguración de una nueva casa religiosa, que viene a sumarse
a las que desde hace tiempo están abiertas en Cuba y a las que
se puedan abrir en el futuro, contribuyendo así al dinamismo
de esa Comunidad católica que cuenta con la colaboración
de los consagrados en su tarea, siempre apasionante y activa, de hacer
presente el Evangelio a los hombres y mujeres de esa noble tierra.
Al inicio de este nuevo siglo, reiterando la exhortación del
Señor «Duc in altum» (Le 5,4), he invitado a toda
la Iglesia a caminar sin desfallecer por los caminos del Evangelio.
Hoy, recordando el mensaje que en mi Visita dejé a esa Iglesia
local y que tiene plena vigencia, deseo repetir a cada uno de los católicos
cubanos: «Rema mar adentro», para que la fe y los valores
que se apoyan en la Buena Nueva de Jesucristo estén siempre presentes
en su mente y en su corazón, guíen sus pasos y sus actuaciones
en las diversas actividades que llevan a cabo en todos los ámbitos,
y Cuba pueda así expresar plenamente su alma cristiana.
Al invocar sobre las diócesis, parroquias, comunidades religiosas,
familias y fieles la materna protección de la Virgen de la Caridad
del Cobre, cuya imagen lleva grabada cada cubano en su corazón,
me es grato impartir a Usted, Señor Cardenal, a los demás
Obispos, sacerdotes y fieles de Cuba la Bendición Apostólica,
como signo de afecto y prenda de toda clase de gracias divinas.
Vaticano, 1 de marzo de 2003
Joannes Paulus II