La inusual y abundante información
aparecida en los medios masivos de comunicación social de Cuba
el pasado fin de semana con motivo de la apertura de un convento de
la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida y los
interrogantes que ha generado, requieren al menos algunas aclaraciones:
1. La Iglesia en Cuba necesita grandemente incrementar el número
de personas consagradas a la misión evangelizadora. La Abadesa
General de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida,
deseando que la Orden se hiciera presente en Cuba, obtuvo el beneplácito
del Santo Padre Juan Pablo II para este propósito y la aceptación
personal del Presidente Fidel Castro en una carta del mismo a su Santidad
mediante gestiones relacionadas con personalidades eclesiásticas,
empresariales y políticas de México. La Abadesa solicitó
luego al Sr. Cardenal Arzobispo de la Habana Jaime Ortega la aprobación
canónica para poder fundar en esta Arquidiócesis, la cual
después de las diligencias pertinentes del caso le fue concedida.
2. Todo lo referente a la ubicación, ejecución
constructiva y reparación de los locales del convento y de la
hospedería así como los actos de inauguración y
bendición y los otros eventos relacionados con esta instalación
de las religiosas de Santa Brígida en la Habana, corrieron a
cargo de la Abadesa, sus colaboradores mexicanos y las autoridades del
Gobierno cubano. La Iglesia Católica que está en Cuba
no tuvo participación alguna en esos acontecimientos ni en su
preparación ni coordinación. En ellos no estuvo presente
el Cardenal Jaime Ortega ni ningún Obispo de Cuba, así
como no hubo ningún eclesiástico designado para representar
oficialmente allí la Arquidiócesis de la Habana ni a la
Iglesia Cubana.
3. La acogida de la Orden del Santísimo Salvador de Santa
Brígida por parte de la Arquidiócesis habanera tuvo lugar
en horas de la mañana del día 8 de marzo en la SMI Catedral
de la Habana; pero esto no fue dado a conocer por los medios de comunicación
de Cuba. Allí, en presencia de una numerosa representación
de las religiosas y de algunos religiosos de las diversas Congregaciones
y Ordenes que trabajan en la Habana, de representantes del clero habanero
y de un buen número de fieles de la Arquidiócesis, el
Emmo. Sr. Cardenal Ortega, Arzobispo de la Habana les dio una afectuosa
y cordial bienvenida. Presidió la Eucaristía el Emmo.
Sr. Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para
la Evangelización de los pueblos, invitado por la Abadesa General
de la Orden para esta ocasión con la aceptación del Santo
Padre Juan Pablo II. Allí se dio lectura al mensaje de saludo
que enviara el Papa al Cardenal Ortega y al pueblo de Cuba con motivo
de estas celebraciones. Estaba presente el Emmo. Sr. Cardenal Juan Sandoval,
Arzobispo de Guadalajara, vinculado a la parte mexicana implicada en
estos eventos, así como un cierto número de personas relacionadas
con la Orden de diversos países, predominantemente mexicanos.
4. Con respecto a las cosas insólitas vistas, oídas
o leídas en los medios de comunicación es necesario saber
distinguir claramente la persona del Santo Padre Juan Pablo II a quien
todos vimos y oímos personalmente durante su inolvidable visita
pastoral a nuestra patria, con su proceder evangélico caracterizado
por la dignidad, el respeto, la serenidad y la moderación que
le son habituales y no vincular al mismo con los excesos en las palabras
y en los gestos que hemos constatado en estos actos por parte de algunas
personalidades de la Iglesia como resultado de la improvisación
y del talante personal de cada uno.
5. La Iglesia en Cuba ha solicitado desde hace mucho tiempo la
autorización del Gobierno para la entrada de algo más
de 15 congregaciones religiosas católicas que desean venir a
trabajar aquí, así como varios sacerdotes, también
numerosas religiosas de congregaciones ya presentes en nuestra patria
esperan por tal permiso de entrada que no ha sido otorgado. Es deseo
del Santo Padre Juan Pablo II que también estas solicitudes encuentren
una respuesta positiva, como lo ha expresado en sus mensajes a la Iglesia,
al Gobierno y al pueblo de Cuba.
La Habana, 11 de Marzo del 2003
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba