Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003


LECTURAS

 

AQUÍ ESTÁ LA HISTORIA DE FE
DE LOS HOMBRES Y MUJERES HUMILDES


RAFAEL BERNAL CASTELLANOS

 

 

 

Padre Joaquín Gaiga (izquierda), y Rafael Bernal Castellanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Excmo. Mons. José Siro González Bacallao
Obispo de Pinar del Río.
Queridos Sacerdotes y Religiosas:
Amigos:


¿Qué es la religión más que historia?
José Martí

Hace la historia en su decursar que algunos años sean especialmente significativos y, por tal razón, revestidos de una luz que –como en el famoso poema- se ve en su sombra; este dos mil tres es uno de ellos y para mayor exclusividad ha concentrado en sus inicios tres celebraciones importantes para todo aquel que, muy cerca o muy lejos, lleve en los aromas del alma una mariposa, en el brillo de la sangre un tocororo o en el largo de los huesos una palma.
Nacido en el ocaso de enero el cubano con alma de fraile que echó su suerte con los pobres de la tierra y tuvo vida de Apóstol; supo, en medio de condenas, incomprensiones, discrepancias y simples ejercicios del criterio, advertir por encima de ellas que “Iglesia y Estado pueden ser poderes mutuamente respetuosos: el uno, juez de lo temporal; de lo incorpóreo el otro”. Aludiendo así a la doble pertenencia humana: a sus ansias y a las instancias, que lo suman cotidianamente en la solución de sus personales carencias donde más que un camino necesita un mapa y prefiere, una vez encontrado, que este señale oportunos lugares de descanso y reflexión antes que tribunales que juzguen su prisa en hallar un destino.
Esos juicios y esas actitudes llegaron hasta él desde la obra de otro cubano que, a pesar de habitar y morir en frías y distantes regiones, nos enseñó que primero se ha de pensar y hacerlo con dignidad, sencillez y servicio; extenderse en su obra, recrearse en su vida lleva un tiempo del cual no disponemos, pero el vínculo entre ambos es indiscutible y la preocupación ética por sus conciudadanos, permanente, ninguno dudó de los suyos, ambos supieron ir más a las esencias que a las divergencias y en ese afán de dignidad cívica ese Padre que vivió la beatitud y rechazó la beatería, advirtió que sólo “Un pueblo religioso y criminal es como un círculo cuadrado, que sólo tiene existencia en los labios que pronuncian las palabras”,
Quizá como un Supremo e impensado homenaje a la razón de sus juicios y al valor de sus obras, cincuenta años después de su nacimiento –ante los hombres y ante la Fe- la larga Isla de sus ensueños era honrada con la erección de dos nuevas Diócesis que pudieran atender mejor las penurias dejadas por una larga guerra y para que a la sombra de sus alas contaran, como un cuento en flor, la historia de aquellos Habaneros.
Hoy, a cien años de aquella Diócesis que nacía entre pinos y a la orilla de un río, un sacerdote italiano nos entrega un testimonio de fe de estas páginas que recogen tres siglos de compromiso evangelizador en estas tierras y donde no por sus nombres sino por su legado están presentes también José Martí y el Padre Félix Varela.
Puede que los severos jueces de la obra ajena discrepen de la organización de los capítulos, tal vez más de uno no esté de acuerdo con algunos juicios, es probable que otros opinen que hay cosas prescindibles y que algunos la tilden de elogiosa en exceso; puede ocurrir, pues es obra humana y a los hombres está destinada; mas nadie dirá que es innecesaria. Rica en datos, documentos, vivencias, hay en sus veinte capítulos esa historia sufrida que no se narra cuando se historiaban las batallas y sin la cual no es posible escribir de generales y gobiernos, aquí está la historia de los hombres humildes porque aquí está el devenir de sus motivaciones y de su fe, es decir: de sus casas y poblados.
Tiene este libro otros méritos: el primero, ser fruto de amor, pues llegado de otras tierras el Padre Gaiga –su autor- se identificó de tal modo con sus feligreses que se incorporó a sus vidas y dando de lado al frío estilo de quien revisa, compara, define y anota, ha escrito estas páginas con el placer y el gusto de quien sabe lo que vale estar a la orilla de un río y a la sombra de un mango cuando mayo calienta.
El otro mérito es ser obra optimista pues no hay en sus líneas desaliento ni duda; igual que describe el ruinoso estado de varios templos iniciales, la destrucción de muchos durante la contienda independentista o la clausura de otros en los enfrentamientos ideológicos del período revolucionario, ha sabido exaltar en todo momento la constancia y la fe de los simples feligreses que de una u otra manera sostuvieron la cruz y convirtieron sus corazones en campanas que llamaban otra vez a la Eucaristía, convencidos, sin saberlo, que años atrás un modelo de sacerdote cubano le enviaba a Elpidio una carta donde decía: “En los umbrales de estos sagrados asilos quedan detenidas las obras del orgullo y sólo entra la obra de Dios –el hombre”.
Mucho tiempo más atrás en la Epístola a los Hebreos quedaba dicho:
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe:”
Ahora, con este libro en las manos, cumplamos con ambos.

 

 

Revista Vitral No. 54 * año IX* marzo-abril 2003

Rafael A. Bernal Castellanos
(Pinar del Río, 1965)
Licenciado en Periodismo en Ciudad de La Habana y Profesor graduado en Español y Literatura en el I.S.P. de Pinar del Río.