Al cumplirse, el pasado mes de enero,
el V aniversario de mi inolvidable Visita a Cuba, que dejó profunda
huella en mí y recordando con emoción aquellas intensas
jornadas que me permitieron conocer más de cerca a ese amado
pueblo, envío a Vuestra Excelencia, por medio del Señor
Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos, mi deferente y cordial saludo,
y a todos los cubanos les renuevo mi afecto y mi entrañable cercanía.
Muchas fueron las atenciones que recibí por parte de Vuestra
Excelencia, de las demás autoridades y de tantos cubanos, por
lo que, una vez más, quiero renovarles mi gratitud, a la vez
que hago votos para que esa Nación camine siempre por verdaderas
sendas de reconciliación y de paz, de desarrollo espiritual y
material, de justicia, libertad y solidaridad, trabajando con empeño
por una meta común, que es el auténtico bienestar de la
Nación y de sus habitantes.
Mientras invoco sobre todos los cubanos, por intercesión de la
Virgen de la Caridad del Cobre, Madre amantísima de ese noble
pueblo, abundantes bendiciones divinas que le sean de ayuda en su vida,
le expreso, Señor Presidente, los sentimientos de mis más
alta y distinguida consideración.
Vaticano. 1 de marzo de 2003.
Joannes Paulus II