En este proceso posmodernista en
que está inmerso nuestro mundo, nos encontramos con que se va
teniendo una visión del entorno en que vivimos más amplio,
más universal, más cósmico. Esto se ve facilitado
y acelerado por los grandes avances en las comunicaciones tal es el
caso de que en este momento puedo, tal vez, estar mirando en vivo y
en directo cualquier suceso que esté ocurriendo en el hemisferio
opuesto al mío. O tal vez me esté comunicando por Internet
con algún esquimal del Polo Norte desde la sala de mi casa. Puntualizando
el tema, los conceptos de país, frontera, nacionalidad, etc.,
no se han perdido pero se habla de ellos enmarcados en un concepto de
universalidad que no teníamos hace 10 años atrás.
En Europa ya es una realidad la unidad continental en la que participan
hasta los países excomunistas, ya el euro es la moneda única
en todo el continente y no son necesarios los trámites de visa
para entrar de un país europeo a otro. Los seres humanos hemos
aprendido a sabernos, si no compañeros, por lo menos acompañados
por otros hombres que, gracias a los Massmedia, se nos hacen cada día
más cercanos aunque nos separen miles de kilómetros.
Este hecho ha tenido sus variantes en el mundo de la economía
cada vez más globalizada, con sus pro y sus contra, pero hoy
quiero referirme a lo que algunos llaman: internacionalización
de la justicia.
Cada vez más se ha ganado terreno en el campo de los derechos
humanos y en hacer efectivo su cumplimiento por parte de los gobiernos
e instituciones nacionales desde la proclamación de la Declaración
en 1945. Las Naciones Unidas han pasado de ser una Organización
pasiva en este tema que sólo se conformaba con escuchar los informes
de los representantes oficiales y ONGs, a ser una instancia que busca
con medios efectivos hacer que estos derechos sean de obligatorio cumplimiento.
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Corte Internacional
de Justicia de La Haya, Holanda
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Asuntos tales como los derechos humanos, la validez de unas elecciones,
el trato dado a las minorías étnicas y religiosas, el
trato a los prisioneros de conciencia, el pluralismo político
en una nación que hasta hace algunos años eran temas a
los que se les daba un trato formal y académico en los foros
internacionales por considerarse una intromisión en los asuntos
internos de cada país; lo que trajo como consecuencia que cada
gobernante podía hacer con su pueblo lo que éste quisiera
sin que ninguna autoridad superior en rango pudiera intervenir. Lo más
que le sucedía a los genocidas era asilarse en otro país
y así salvar el pellejo y vivir como reyes de lo que habían
extorsionado a sus pueblos. Tal es el caso de Ferdinan Marcos, los dictadores
militares en América del Sur, Fulgencio Batista, y una lista
interminable de nombres que gozaron de la impunidad judicial a costa
de la inmunidad diplomática o el derecho de asilo.
Con el caso Pinochet y su detención en Inglaterra, reclamado
por la justicia española, este tema toma actualidad aunque con
visos sensacionalistas, pues sólo en 24 horas la lista de posibles
reclamados se incrementó considerablemente. Aunque el caso no
pasó a NN UU se puede vislumbrar de él este deseo universal
de hacer valer el derecho incluso más allá de las fronteras
nacionales. Con el reciente anuncio de la creación de una fuerza
de acción rápida en Europa que se encargaría de
entrar en acción en caso de conflictos en la región se
ve que va en aumento este proceso en los países del viejo continente.
El Santo padre ha hecho un llamado para que este proceso de internacionalización
o globalización también se logre en el campo de la solidaridad
entre los pueblos. No sólo se logra justicia en los casos anteriores,
sino que es necesario que haya un sentimiento de solidaridad entre los
países del Norte hacia los del Sur y si queremos que todas las
cosas sean para todos, que no se olviden de los pobres y marginados
de América Latina y África.
Una solidaridad bien entendida, no la del rico que tira migajas, sino
la de quien es capaz de ayudar para que sigan adelante los países
más atrasados y se les perdone una deuda impagable.
Aunque se ven algunos frutos en este largo proceso creo que quedan muchas
cuestiones por resolver como es la cuestión de la imparcialidad
de todas estas gestiones, o sea, que lo que hagamos, esté motivado
sólo por la justicia y no por la revancha política. Queda
por pulir fronteras,. Con el establecimiento por resolución del
Consejo de Seguridad en Mayo de 1993 del Tribunal Penal Internacional,
con sede en La Haya, con el fin de juzgar a los responsables de violaciones
graves del derecho internacional en la exYugoslavia se puede observar
que esta idea va tomando cada vez más fuerza. Han sido juzgadas
más de 90 personas entre las que se encuentra el depuesto presidente
Slobodan Milosevic. Se creó un TPI para el caso de Rwanda en
Noviembre de 1994, el cual es competente para juzgar crímenes
de genocidio en ese país y en países vecinos.
La Corte Penal internacional
Desde 1948, la Convención sobre el genocidio había aceptado
la idea de crear una jurisdicción penal internacional. Hubo que
esperar hasta Julio de 1998 para que 128 países se entendieran
en Roma sobre los estatutos de una Corte Penal Internacional con sede
en La Haya encargada de juzgar los crímenes de guerra, delitos
de lesa humanidad y el genocidio. (1).
De estos tres cabría definir dos de ellos:
Crimen de lesa humanidad: "Atrocidades
y delitos, comprendidos, aunque no exclusivamente, el asesinato, el
extermino, el sometimiento a la esclavitud, la deportación y
cualquier acto inhumano cometido contra la población civil...
o bien las persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos,
aunque éstos no constituyan una violación del derecho
interno de los países en donde haya sido cometido ... también
contempla la expulsión por ataque armado y los actos inhumanos
debidos a las políticas de aparthei. (2).
Genocidio: "Tres requisitos
son indispensables para que se configure:
1)Que las víctimas formen parte de un grupo nacional étnico,
racial o religioso. Por consiguiente, quedarán al margen los
grupos políticos y otros...
2)Que los miembros de dichos grupos sean asesinados o perseguidos por
pertenecer a dichos grupos, cualquiera que sean los medios para lograr
ese fin.
3)El genocidio debe ser planificado y cometido por quienes ejercen el
poder del Estado, en su nombre o con su consentimiento tácito.
Los crímenes de lesa humanidad y el genocidio pueden tener que
ver con conflictos internos de los Estados. (3).
Hay muchas cosas que se le puede señalar a los Tribunales Penales
Especiales y a las Cortes de La Haya pero creo que por ahí va
el camino. Los genocidas y dictadores ya saben que sus crímenes
no quedarán impunes cual si nada hubiera pasado. No se trata
de que una nación se autoproclame gendarme de la justicia internacional
y sólo considerar justo lo que le acomode, pues esto sería
caer en el mismo error. Nos tendríamos que cuidar de todos los
errores que toda obra humana pudiera tener, además siempre sería
mejorable en el trayecto.
A los que temen a esta globalización de la justicia les interesa
mucho meter esos miedos pues pone en peligro sus intereses y sólo
hacen énfasis en los aspectos defectuosos o peligrosos de esta
nueva visión. Un aspecto que habría que revisar es el
hecho de que para que la ONU interviniera en Yugoslavia esperaron, por
así decirlo, a que hubiera unos cuantos miles de muertos; para
que reconquistaran los derechos de los kurdos en Iraq, se esperó
a que fueran masacrados otros tantos miles. En Rwanda otro tanto. Además
no se puede pasar por este rasero a unos sí y a otros no, por
miedo a represalias o porque aportan grandes sumas a todas esas Organizaciones.
Mi idea es que sea valorada la vida de una persona tanto como la de
millones, que no se espere a quienes cometen esas atrocidades contra
su pueblo u otra nación pasen por las armas a X número
de personas. Se necesita un equilibrio y justeza mayor. Que actuemos
no cuando nuestros intereses se vean amenazados, sino que veamos en
los demás como el único y supremos interés como
persona, como nación, pues todos somos hijos de un solo Dios
y Padre.