Revista Vitral No. 48 * año VIII * marzo-abril 2002


JUSTICIA Y PAZ

 

LA GLOBALIZACIÓN DE LA JUSTICIA

RAÚL LEÓN PÉREZ

 

 

 

En este proceso posmodernista en que está inmerso nuestro mundo, nos encontramos con que se va teniendo una visión del entorno en que vivimos más amplio, más universal, más cósmico. Esto se ve facilitado y acelerado por los grandes avances en las comunicaciones tal es el caso de que en este momento puedo, tal vez, estar mirando en vivo y en directo cualquier suceso que esté ocurriendo en el hemisferio opuesto al mío. O tal vez me esté comunicando por Internet con algún esquimal del Polo Norte desde la sala de mi casa. Puntualizando el tema, los conceptos de país, frontera, nacionalidad, etc., no se han perdido pero se habla de ellos enmarcados en un concepto de universalidad que no teníamos hace 10 años atrás. En Europa ya es una realidad la unidad continental en la que participan hasta los países excomunistas, ya el euro es la moneda única en todo el continente y no son necesarios los trámites de visa para entrar de un país europeo a otro. Los seres humanos hemos aprendido a sabernos, si no compañeros, por lo menos acompañados por otros hombres que, gracias a los Massmedia, se nos hacen cada día más cercanos aunque nos separen miles de kilómetros.
Este hecho ha tenido sus variantes en el mundo de la economía cada vez más globalizada, con sus pro y sus contra, pero hoy quiero referirme a lo que algunos llaman: internacionalización de la justicia.
Cada vez más se ha ganado terreno en el campo de los derechos humanos y en hacer efectivo su cumplimiento por parte de los gobiernos e instituciones nacionales desde la proclamación de la Declaración en 1945. Las Naciones Unidas han pasado de ser una Organización pasiva en este tema que sólo se conformaba con escuchar los informes de los representantes oficiales y ONGs, a ser una instancia que busca con medios efectivos hacer que estos derechos sean de obligatorio cumplimiento.

Corte Internacional de Justicia de La Haya, Holanda


Asuntos tales como los derechos humanos, la validez de unas elecciones, el trato dado a las minorías étnicas y religiosas, el trato a los prisioneros de conciencia, el pluralismo político en una nación que hasta hace algunos años eran temas a los que se les daba un trato formal y académico en los foros internacionales por considerarse una intromisión en los asuntos internos de cada país; lo que trajo como consecuencia que cada gobernante podía hacer con su pueblo lo que éste quisiera sin que ninguna autoridad superior en rango pudiera intervenir. Lo más que le sucedía a los genocidas era asilarse en otro país y así salvar el pellejo y vivir como reyes de lo que habían extorsionado a sus pueblos. Tal es el caso de Ferdinan Marcos, los dictadores militares en América del Sur, Fulgencio Batista, y una lista interminable de nombres que gozaron de la impunidad judicial a costa de la inmunidad diplomática o el derecho de asilo.
Con el caso Pinochet y su detención en Inglaterra, reclamado por la justicia española, este tema toma actualidad aunque con visos sensacionalistas, pues sólo en 24 horas la lista de posibles reclamados se incrementó considerablemente. Aunque el caso no pasó a NN UU se puede vislumbrar de él este deseo universal de hacer valer el derecho incluso más allá de las fronteras nacionales. Con el reciente anuncio de la creación de una fuerza de acción rápida en Europa que se encargaría de entrar en acción en caso de conflictos en la región se ve que va en aumento este proceso en los países del viejo continente.
El Santo padre ha hecho un llamado para que este proceso de internacionalización o globalización también se logre en el campo de la solidaridad entre los pueblos. No sólo se logra justicia en los casos anteriores, sino que es necesario que haya un sentimiento de solidaridad entre los países del Norte hacia los del Sur y si queremos que todas las cosas sean para todos, que no se olviden de los pobres y marginados de América Latina y África.
Una solidaridad bien entendida, no la del rico que tira migajas, sino la de quien es capaz de ayudar para que sigan adelante los países más atrasados y se les perdone una deuda impagable.
Aunque se ven algunos frutos en este largo proceso creo que quedan muchas cuestiones por resolver como es la cuestión de la imparcialidad de todas estas gestiones, o sea, que lo que hagamos, esté motivado sólo por la justicia y no por la revancha política. Queda por pulir fronteras,. Con el establecimiento por resolución del Consejo de Seguridad en Mayo de 1993 del Tribunal Penal Internacional, con sede en La Haya, con el fin de juzgar a los responsables de violaciones graves del derecho internacional en la exYugoslavia se puede observar que esta idea va tomando cada vez más fuerza. Han sido juzgadas más de 90 personas entre las que se encuentra el depuesto presidente Slobodan Milosevic. Se creó un TPI para el caso de Rwanda en Noviembre de 1994, el cual es competente para juzgar crímenes de genocidio en ese país y en países vecinos.

La Corte Penal internacional

Desde 1948, la Convención sobre el genocidio había aceptado la idea de crear una jurisdicción penal internacional. Hubo que esperar hasta Julio de 1998 para que 128 países se entendieran en Roma sobre los estatutos de una Corte Penal Internacional con sede en La Haya encargada de juzgar los crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y el genocidio. (1).
De estos tres cabría definir dos de ellos:

Crimen de lesa humanidad: "Atrocidades y delitos, comprendidos, aunque no exclusivamente, el asesinato, el extermino, el sometimiento a la esclavitud, la deportación y cualquier acto inhumano cometido contra la población civil... o bien las persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos, aunque éstos no constituyan una violación del derecho interno de los países en donde haya sido cometido ... también contempla la expulsión por ataque armado y los actos inhumanos debidos a las políticas de aparthei. (2).
Genocidio: "Tres requisitos son indispensables para que se configure:
1)Que las víctimas formen parte de un grupo nacional étnico, racial o religioso. Por consiguiente, quedarán al margen los grupos políticos y otros...
2)Que los miembros de dichos grupos sean asesinados o perseguidos por pertenecer a dichos grupos, cualquiera que sean los medios para lograr ese fin.
3)El genocidio debe ser planificado y cometido por quienes ejercen el poder del Estado, en su nombre o con su consentimiento tácito.
Los crímenes de lesa humanidad y el genocidio pueden tener que ver con conflictos internos de los Estados. (3).
Hay muchas cosas que se le puede señalar a los Tribunales Penales Especiales y a las Cortes de La Haya pero creo que por ahí va el camino. Los genocidas y dictadores ya saben que sus crímenes no quedarán impunes cual si nada hubiera pasado. No se trata de que una nación se autoproclame gendarme de la justicia internacional y sólo considerar justo lo que le acomode, pues esto sería caer en el mismo error. Nos tendríamos que cuidar de todos los errores que toda obra humana pudiera tener, además siempre sería mejorable en el trayecto.
A los que temen a esta globalización de la justicia les interesa mucho meter esos miedos pues pone en peligro sus intereses y sólo hacen énfasis en los aspectos defectuosos o peligrosos de esta nueva visión. Un aspecto que habría que revisar es el hecho de que para que la ONU interviniera en Yugoslavia esperaron, por así decirlo, a que hubiera unos cuantos miles de muertos; para que reconquistaran los derechos de los kurdos en Iraq, se esperó a que fueran masacrados otros tantos miles. En Rwanda otro tanto. Además no se puede pasar por este rasero a unos sí y a otros no, por miedo a represalias o porque aportan grandes sumas a todas esas Organizaciones. Mi idea es que sea valorada la vida de una persona tanto como la de millones, que no se espere a quienes cometen esas atrocidades contra su pueblo u otra nación pasen por las armas a X número de personas. Se necesita un equilibrio y justeza mayor. Que actuemos no cuando nuestros intereses se vean amenazados, sino que veamos en los demás como el único y supremos interés como persona, como nación, pues todos somos hijos de un solo Dios y Padre.

 

 

Revista Vitral No. 48 * año VIII * marzo-abril 2002
Raúl León Pérez
(Habana 1964)
Graduado de Economía. Cursó 5 años de estudios en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana.