El famoso dibujante nació el 5 de diciembre de
1901 en Northside, Chicago. Cuando era aún pequeño, su
padre decidió mudarse a una granja en Missouri y luego viajar
a Kansas. La jornada diaria comienza para Walt a las tres de la madrugada,
primero reparte periódicos y luego asiste al colegio. Los sábados
frecuenta la academia de Bellas Artes.
En 1917, su padre regresa a Chicago, pero el joven Disney se queda en
Kansas y se emplea como vendedor ambulante en el ferrocarril de Santa
Fe, de esos viajes nacería su amor por los trenes.
Durante la Primera Guerra Mundial es empleado; primero como chofer del
servicio de ambulancias y luego como plaza de un Cuartel en Connecticut.
Finalizada la contienda, viaja a Francia. De vuelta a Estados Unidos,
logra ingresar en la industria que sería su gran pasión:
el Cine. Sus primeros pasos encuentran en Ub Iwerks la solidaridad necesaria
como para decidirse a fundar una Empresa en conjunto y comenzar a labrarse
un camino propio. La naciente compañía se inicia produciendo
una serie de cuentos animados: Caperucita Roja, Los Cuatro Músicos
de Bremen y El Gato con Botas. Su gran trabajo, "Alicia en el país
de las maravillas", donde combina animación con personajes
reales, resulta tan costoso que lo obliga a cerrar el estudio.
En 1923, decide tentar nuevamente la suerte, esta vez en California.
Instala un pequeño estudio en el garaje de su casa y recomienda
la producción de "Alicia..."
En esta época, crea el conejo Blas, aunque hasta el momento su
trabajo puede considerarse apreciado por su gran creación. En
colaboración con Ub Iwerks, le da vida al Ratón Mickey.
Junto con su hermano Roy, logra producir el primer animado de Mickey
que comercializa sin necesidad de un distribuidor. El tercer episodio
de la serie "Illi y el Vapor" estrenado en 1928, cuenta con
lo último en avances técnicos: sonido sincronizado. A
partir de ese momento todo iría sobre ruedas. El mundo se llamaría
Disney, pues ya nada le pone freno a su imaginación.
Nuevas producciones aparecen bajo el título de "Sinfonías
tontas", los temas pertenecen al mundo de los cuentos de fábulas:
"Los tres cerditos", "La danza macabra", "Árboles
y flores" y "La Gallinita Sabia". Paralelamente, la serie
de Mickey se enriquece con nuevos personajes: Minnie, Pluto, el Pato
Donald y Goofy. Poco a poco los estudios Disney se desarrollan como
empresa. Los procesos técnicos son cada vez más complejos.
Sus dueños no dejan de experimentar. Sus gastos son cada vez
más altos y por ende la compañía es poco rentable.
Sin embargo, el ánimo no decae y un proyecto sucede a otro. En
1934 Walt Disney está listo para producir su propio largometraje:
"Blancanieves"(1937). En su realización invierte más
de un millón y medio de dólares. La película se
estrena en Hollywood cuatro días antes de la Navidad de 1937,
logrando un éxito total. A "Blancanieves" siguen "Pinocho"
(1939), "Fantasía" (1940), "Dumbo" (1941"
y "Bambi" (1942).
El estallido de la Segunda Guerra Mundial plantea un nuevo reto para
los hermanos Disney. En 1941 la empresa aloja en sus instalaciones a
más de setecientos militares, miembros de una unidad antiaérea.
El mismo Walt se convierte en "embajador de buena fe" de los
Estados Unidos en gira por América Latina. Durante todo el conflicto,
la compañía pudo mantenerse a flote produciendo material
didáctico. Finalizada la guerra, la producción se orienta
básicamente hacia los largometrajes. En 1950, se estrena "La
Cenicienta", luego "Alicia en el País de las Maravillas",
"Peter Pan", "La Dama y el Vagabundo" y "La
Bella Durmiente".
En 1959, Ub Iwerks introduce una técnica que garantiza la espontaneidad
de los dibujos originales. A partir de ese entonces los largometrajes
Disney tendrían un sello distintivo, lo que explicaba el éxito
sin precedentes de "101 Dálmatas", "Merlín
y el Encantador" y "El Libro de la Selva".
El 15 de diciembre de 1966 el hacedor de sueños emprende su última
producción. En un viaje sin regreso parte a la tierra de nunca
jamás. Con él marchan las ilusiones de todos aquellos
que crecieron con su mundo fantasioso.
Walt Disney quería demostrar en sus filmes que el bien triunfaría
sobre el mal, que los niños y los animales son amables y que
el humor puede ser sano sin dejar de ser divertido. A él no le
interesaba crear personajes capaces de despertar emociones profundas.
Sólo tenía en mente dos ideas más bien dispares.
Quería que los personajes de sus cintas fueran bonitos y amables
y que parecieran reales. Logró lo primero basando sus principales
personajes en forma de líneas curvas - conejos rollizos, niños,
pájaros - o incluyendo a animales diminutos en sus historias.
Lo segundo era más difícil de conseguir, puesto que el
dibujo animado se presta más a
las cosas irreales o distorsionadas, pero trabajó en ellos con
obstinación. Indujo a sus animadores a estudiar el movimiento
real y a buscar inventos ( como el multiplano) para dar una ilusión
de profundidad. Aunque sus historias fuesen cuentos de magias y misterios,
y sus personajes animales parlantes, siempre acentuó su normalidad.
Así mismo, creó un mundo pulcro, sin asperezas, ni problemas,
ni suciedad. Insistir en las limitaciones de su obra, que las hay, no
quiere decir negar su éxito o su influencia. Para los animadores
modernos - aún aquellos cuyo trabajo está bien alejado
del confortable mundo infantil de Blancanieves - la pericia y habilidad
siguen siendo un logro impresionante y una advertencia de que, a pesar
de la situación por métodos de producción más
modernos, los mayores logros del desaparecido dibujante siguen siendo
insuperables en sus propios términos.