
"Que todos sean uno,
como tú, Padre,
estás en mí
y yo en ti"
(Jn 17, 21)
En días pasados se detuvo
-por unos momentos el latir de este mundo tan convulso; el chasquido
de la violencia, el zumbido del terrorismo se contuvieron; las voces
de las armas enmudecieron para dejar oír un clamor unánime
desde Asís y para el mundo: "¡Nunca más la
violencia! ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más
el terrorismo!. En nombre de Dios, que toda la religión traiga
justicia y paz, perdón y vida, ¡Amor!", dijeron a
una sola voz 250 lideres de otras tantas religiones e Iglesias cristianas
-representando a todos los creyentes del mundo- mientras portaban una
lámpara encendida, la "luz de la esperanza", la cual
depositaron en un trípode, en la basílica de San Francisco,
como signo de la oración compartida y permanente por la paz.
No es la primera vez. Sí es la más representativa. Desde
el 27 de octubre de 1986, en que la ciudad de Asís acogió
dentro de sus murallas a unos 160 representantes de las religiones del
mundo, los cuales se reunían por primera vez para elevar al cielo
una ferviente plegaria por la paz; hasta esta 3a Jornada de oración
por la paz en el mundo -la 2a ocurrió en 1993- convocadas por
el Papa Juan Pablo II; la humanidad ha escuchado-perpleja e ilusionada-
un coro de voces, acompañadas de hechos concretos a favor de
la tolerancia y el respeto mutuo, que proclamaron: la paz no se impone,
la paz no es fruto de la guerra; la paz es don de Dios, es regalo divino
que ha de ser conquistado, cultivado y compartido.
En esta ocasión se dieron cita representantes de doce patriarcados
e Iglesias ortodoxas, de seis patriarcados e Iglesias antiguas de Oriente,
de todas las Iglesias y denominaciones cristianas nacidas de la Reforma;
asimismo representantes de los sijs, confucionistas, budistas, hindúes,
judíos, musulmanes, animistas y creyentes en otros credos en
un "Compromiso común por la paz".
Ese jueves, día 24 de enero del 2002, a las 8:30 a.m. un tren
partió desde la estación ferroviaria de la Ciudad del
Vaticano en dirección a Asís, llevando al Papa junto con
los representantes de las diversas Iglesias y religiones. A las 11:00
a.m., en la plaza inferior delante de la basílica de san Francisco,
diversas personalidades comenzaron a compartir sus testimonios a favor
de la paz, mientras les escuchaban varios miles de peregrinos de las
diferentes religiones, abrigados por una estructura de acero construida
para esta ocasión. Como miles de personas -era particularmente
significativo el número de jóvenes- no cabían en
el recinto, siguieron el evento desde varias iglesias de Asís,
en las que se habían colocado pantallas gigantes que transmitían
en directo el encuentro.
A continuación los participantes, en grupos diversos -según
su fe, su lengua y su tradición propia1 -se encaminaron a distintos
lugares de la ciudad, espacios habilitados al efecto, para invocar al
único Dios según su propio rito, suplicándole el
precioso don de la paz. Los cristianos, encabezados por Juan Pablo II,
celebraron una paraliturgia unidos en torno a su fe común en
Jesucristo, único Señor y Redentor universal. El elemento
de unidad de esta Jornada no pretendía ser una oración
común -hubiera sido muy folclórico, pero irreal y algo
así como un show- sino una acción conjunta por la paz;
acción en la que todos juntos, en el pleno respeto por "el
otro", daban testimonio de que la paz es regalo de Dios -a quien
se la pedimos- y es tarea nuestra -por lo que nos unimos.
Tras el momento de oración, los líderes religiosos comieron
juntos y después, a las 3:30 p.m. se congregaron nuevamente en
la basílica de san Francisco, donde diez lideres religiosos,
en idiomas diferentes, pronunciaron una solemne declaración conjunta
contra el uso de la violencia, mientras todos tenían encendidas
la "luz de la esperanza", que simbolizaban la oración
de la humanidad por la paz.
Seguidamente el Santo Padre, haciendo uso de su autoridad de anfitrión,
se puso a saludar sin prisa a los líderes religiosos. Esto causó
un retraso en el regreso del "tren de la paz" que había
traído desde el Vaticano a los 250 representantes de las doce
religiones presentes.
¿Por qué esta Jornada?
Pienso que es muy simple: existen diversidad de religiones -es un hecho-
y la paz nos es muy necesaria -es un anhelo- ; esto es más que
suficiente para que la humanidad - que es una sola - busque caminos
de encuentro y se comprometa en acciones concretas.
Pero dejemos que hablen algunos participantes en la Jornada:
Bartolomé I, patriarca de Constantinopla, desde hace once años
es el líder espiritual de 270 millones de ortodoxos que lo consideran
"primus inter pares" entre los varios patriarcas:
"Como primer obispo de la Iglesia ortodoxa, primado del Trono ecuménico,
he respondido con alegría a la invitación fraterna del
Papa de Roma Juan Pablo II, en sintonía con el imperativo más
urgente de nuestra época: todos aquellos que respetan a Dios
y aman al hombre deben estar dispuestos a dar el propio testimonio a
favor de la paz y a luchar juntos para obtenerla. Por nuestra parte,
hemos emprendido este camino desde hace tiempo. Lo consideramos nuestro
deber y lo cumplimos con gusto también aquí, en Asís,
donde queremos testimoniar la fe y la esperanza de la Iglesia ortodoxa"2
.
Rabino Ron Kronish, director del Interreligious Coordinating Council
in Israel (ICCI) -Consejo Interreligioso de Israel-, asociación
fundada en 1991 que reúne a unos sesenta movimientos del judaísmo,
cristianismo e Islam, comprometidos en la convivencia y la paz.
En el bolsillo ha llevado a Asís una de sus oraciones preferidas,
la cual tiene dos estrofas, una en árabe y una en hebreo, y se
concluye con una invocación y un versículo del Salmo 150.
Dice así:
"Señor nuestro Dios, fuente de la paz y rey de la paz/ da
la paz a tu pueblo Israel/ extiende tu paz a todas las criaturas./ Que
desaparezca toda forma de odio y de celos/ de competición y de
victoria del uno contra el otro./ Que reinen entre todos nosotros sólo
amor y gran paz./ Que cada uno tome conciencia del amor que hay en su
prójimo./ Así un día podremos conocernos y reunirnos/
hablarnos mutuamente y comunicarnos el uno al otro la verdad"3
.
Kamel al-Sharif, secretario general del "International Islamic
Council for Da´wa and Relief" (Consejo Islámico Internacional
para la da´wa y la ayuda), uno de los mayores organismos islámicos
del mundo con sede en Ammán y El Cairo.
"Apreciamos la iniciativa del Santo Padre de reunir a los representantes
de las varias religiones con el objetivo de poner de relieve su común
tensión hacia la solidaridad y la disponibilidad al servicio
de la humanidad entera. Nos damos cuenta en efecto de la gravedad de
la continuación de las guerras y de los conflictos militares
en el mundo, especialmente después de que los últimos
hechos internacionales demostraran que un suceso acontecido a miles
de kilómetros puede provocar destrucciones de las que no se libra
nadie. El único remedio es, por tanto, la purificación
de los corazones y las conciencias para concentrarse en el objetivo
de la paz y eliminar las raíces de la injusticia, derrotando
la tentación de la violencia. En este campo, el papel de las
religiones es esencial, dado que invitan a inspirarse en la vida de
los profetas y los santos. Desde aquí, nuestra participación
quiere expresar nuestra adhesión a estos valores y lo hacemos
con entusiasmo y gran deseo de colaboración"4 .
Cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad
de Cristianos:
"Tiene un gran significado para la opinión pública
mundial. Los creyentes, de cualquier creencia religiosa, se deben sentir
interpelados directamente y también quien no cree debe confrontarse
con el gesto de Asís. Es un compromiso solemne y formal que se
confía a la oración y puede cambiar el curso de los acontecimientos.
Porque, no lo olvidemos, la paz empieza en el corazón del hombre,
cuando se deja tocar por Dios"5 .
Cardenal François Nguyen Van Thuan, presidente del Pontificio
Consejo Justicia y Paz: "Yo creo que habrá una gran eficacia,
sobre todo a nivel de educación. Es lo que el Santo Padre llama
la pedagogía del perdón. El gesto de Asís tiene
la fuerza del ejemplo. Es como si todos los líderes religiosos
dijeran al mundo: mirad cómo se puede caminar todos juntos por
el camino de la paz, aún respetando las diferencias de cada uno"6
.
Después de ellos lo mejor es mi silencio. La esperanza se ha
hecho visible.
Referencias
1 Juan Pablo II explicó que el encuentro no pretende "de
ningún modo inducir al relativismo ni al sincretismo, es más,
hace más viva la conciencia del deber de testimonio y anuncio".
2 ZENIT, 25 de Enero de 2002. El mundo visto desde Roma
3 Idem
4 Idem.
5 Idem.
6 ZENIT, 25 de Enero de 2002. El mundo visto desde Roma.