Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002


HECHOS Y OPINIONES

 

AMISTADES DE ORO

INGEBOR PORTALES MARINOS

 

 

 

a mis amigos, a los que se reconocerán y a los que debo una segunda lista de prefiero...


Dice Tamara que alguien dijo: "Cuando estamos con un amigo, ni estamos solos, ni estamos dos."
Por estos tiempos que corren parece que la epidemia del oro se ha puesto de moda, y va convirtiéndose en signo de status social, poder adquisitivo o buen gusto el llevarlo encima. Ya sea en forma de cadenas en el cuello como enredaderas de madreselva, con alguna de las cuales hasta se podría asegurar la reja de una cárcel (una su dedo índice con su pulgar y obtendrá un diámetro aproximado de dos eslabones), medallones del tamaño de un fondo de un tanque de 55 galones, brazaletes de cobras, gigantescos anillos como el de Arabella quizás hasta con los mismos poderes mágicos, tobilleras ¿ o grilletes?, dientes amarillos, uña de oro en el meñique que se une a una pulsera en el puño por un tramo de cadena, en este caso además de llevarlo puesto, debe entrenarse en su uso hasta que deje de resultar incómodo y aparezca "el estilo".
Hace unos días escuché una disertación sobre la verdadera y gran amistad que existía entre dos amigos, pues uno de ellos le había regalado al otro todos los anillos de oro que llevaba en sus dedos. Según esta persona, seguramente contagiada de la epidemia del oro más que de amigos eran hermanos porque ningún amigo le regala a otro tanto dineral en joyas. Probablemente usted como yo, si no ha tenido "la suerte" de tener un amigo que le llene sus dedos de anillos de oro, que le regale tanto dineral en joyas, se hubiera sentido muy decepcionado de su capacidad de hacer y tener amigos y hubiera mal simulado con una sonrisa irónica su desacuerdo con la pobre valoración sobre la amistad que acababa de oír.
En ese momento recordando aquello de que la palabra es de plata y el silencio de oro , pues no hice más que regalarle un silencio de oro a esa persona que tanto valoraba ese metal, pero desde entonces no ha dejado de rondar en mi cabeza aquella disertación y hoy me he animado a reflexionar con usted sobre la amistad. Intentando romper aquel silencio y apoyada en una de mis malas costumbres que consiste en dejar marcado para siempre en los libros que leo temas de mi interés como son ( la muerte, el dolor, el exilio, y la amistad entre muchos otros), encontré sobradas palabras de plata escritas sobre el tema. Pero la búsqueda debió haber empezado por donde terminó, La Biblia, donde encontré palabras de oro escritas sobre la amistad y los amigos. Eclesiástico 6, 5-17, Eclesiástico 37, y los tantos milagros que regalaba Jesús a sus amigos, bodas de Caná, Resurrección de Lázaro, etc.
Creo pertenecer a una generación cubana que ha visto muy afectada desde su infancia las relaciones de amistad, marcadas siempre por el exilio, por un inmenso e incomprensible mar azul, en el que de repente se nos perdía el mejor amigo para quedarse en la otra orilla. Pero a pesar de esto doy gracias a Dios porque...
Mis amigos no me regalan anillos de oro, ni tanto dineral en joyas, pero Personalmente...
Prefiero tener una amiga con una voz muy simpática que un día, hace muchos años, me regaló un papel con un poema de Borges y unas gracias escritas: "Porque me has hecho sentir menos sola". Y que hoy cuando yo la llamo y le pregunto si tiene vacaciones acumuladas y cuando va a cogerlas para irme a su casa, me responda: dime cuando quieres que las coja.
Prefiero tener un amigo pintor, que un día, hace muchos años, me regaló una Virgen de papel maché, y que cuando a su número de teléfono que siempre recuerdo de memoria, y no lo encuentro en su casa, le pido a su madre que le diga que me devuelva la llamada sin necesidad de dejarle el número del teléfono a donde hace cuatro años me llamaba, porque se que él también lo recuerda de memoria y no me dejará esperando.
Prefiero tener un amigo en el corazón de Jesús María que me pidió un día, hace muchos años, le copiara la letra de Mediterráneo y hoy cada vez que la canta siempre me la regala.
Prefiero tener una amiga muy flaca que por muchos años me ha regalado su té y que hoy me dice: en la vejez seguiremos preparándonos nuestros tecitos, escuchando a los Beatles y con una lupa contándonos las arrugas y las canas mientras conversamos.
Prefiero tener una amiga-comadre que me regala siempre las cosas que quiero y necesito oír y también aquellas que no quiero y necesito oír, consejos sin parecer consejos de la manera más fuerte y dulce.
Prefiero tener un amigo-compadre que me regala siempre su optimismo, su alegría, que me contagia con sus ganas de vivir.
Prefiero tener una pareja de amigos que me regalan su presencia práctica, necesaria, justa, y sobre todo cierta, ella diciéndome un simple-mujeeer, y él - recuerda que el karaoke es siempre una alternativa para ser felices.
Prefiero tener un amigo oreja, casi mudo, que está siempre regalándome su silencio aunque por momentos llegue a ignorar su presencia y prefiero tener una miga loca, casi sorda, que está siempre regalándome su voz, aunque por momentos llegue a atolondrarme.
Prefiero tener un amigo que me regaló un juego de llaves de su casa, para que nunca tenga que avisar que voy, para que nunca tenga que tocar, para que nunca tenga que esperar. Prefiero tener una amiga que me regala en calidad de confesión su secreto que no la deja dormir y que a mi también me desvela.
Prefiero los amigos que tengo que me aventajan en muchos años de experiencia y que me regalan unas voces de mi edad y sus oraciones.
Prefiero tener un amigo que intuye y descubre acertadamente siempre lo que necesito que me regala sin necesidad de decírselo, si un abrazo, si caminar en silencio, si un beso en la frente, si una sacudida de hombros, si su mano o su ausencia
Personalmente prefiero tener los amigos que tengo, los que me prefieren y que como los de Serrat, "son gente cumplidora, que acuden cuando saben que yo espero, si les rozan a muerte disimulan, pues para ellos la amistad es lo primero".
Mis amigos no me regalan anillos de oro ni tanto dineral en joyas, me regalan milagros y como los que propone el Eclesiástico 6, 14...son refugios seguros, son tesoros.

Verano 2001.

Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002
(Tomado de la revista "El pensador" No. 23)