Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002


JUSTICIA Y PAZ

 

VIVIR LA CARIDAD DE FORMA PERSONAL Y SOCIAL

R.P. JUAN PEDRO BORDERÓN, h.c.

 

 

 

 

Cuando de Caridad se habla, ¿de qué hablamos? Del amor de Dios- Trinidad, porque " Dios es Amor" 1 Jn 4, 8 y deberíamos releer toda esta carta primera de Juan para recordar que Él nos ha amado primero 1 Jn 4, 10, que el Amor procede de Dios 1 Jn 4, 7 y que el que dice " yo amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso" 1 Jn 4, 20. Y este amor, en nosotros, pero también en todo hombre o mujer que ama de verdad, es fruto del Espíritu. Pudiéramos hacer un pequeño comentario sobre la Primera a los Corintios con su famoso capítulo 13. Voy a citar otro texto, más corto y tal vez un poco menos conocido y utilizado: Ga 5, 22-23 que reza así: El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, bondad, amabilidad, fe, dulzura, dominio de sí mismo.
Este pequeño pasaje viene en oposición a una serie de males que son frutos de la carne o sea de lo que sería puramente humano opuesto a lo que viene de Dios y que son males como: "fornicación, impureza, desenfreno, idolatría, hechicería, enemistades, discordias, rivalidad, ira, egoísmo, divisiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes" Ga 5, 19- 21. Esta descripción pudiera parecer de nuestro mundo de hoy.
El apóstol subraya que el fruto del Espíritu es amor, el fruto, artículo definido singular, en el texto griego por supuesto, lo que puede permitirnos interpretar la frase diciendo que si el fruto es amor, los signos de este amor son alegría y paz. Quien ama " respira y propone" alegría y paz. Que las manifestaciones del amor son paciencia, bondad y amabilidad. Quien ama actúa con paciencia, es profundamente bueno y amable, atento al otro, a la manera de Dios que es paciente con nosotros, bueno hasta perdonar todo y no sólo en espera permanente sino buscando a la oveja descarriada. Y las condiciones de nacimiento y de desarrollo de este amor en nosotros son la fe o la fidelidad, el amor es fiel, la dulzura y el dominio de sí mismo: conocerse bien para hacerse conocer y poner esta gota de ternura o cariño que cambia la calidad de las relaciones.
No se preocupen, termino aquí esta pequeña introducción " exegética" para pasar a un momento mucho más peligroso pero indispensable porque el amor no se vive en las nubes donde Dios no está sino en la tierra donde quiso Dios venir y vivir. Pero recuerden que cuando hablamos de amor-caridad, hablamos de alegría y paz, de paciencia y bondad, de fidelidad, de cariño, todo esto vivido por personas que asumen sus limitaciones pero que reconocen y ponen al servicio de los demás los dones recibidos y desarrollados.
El amor se vive en el "hic et nunc", aquí y ahora. Entonces debemos intentar caracterizar o por lo menos anotar algunos elementos importantes de este mundo en el cual buscamos " vivir el amor". Y nuestro mundo está viviendo momentos difíciles. Ya hace 35 años la Gaudium et Spes en sus primeros pasos ( nº 5-9) advertía sobre los cambios del mundo. Desde entonces las cosas se aceleraron y todo el mundo habla de mundialización o de globalización, aprobando o gritando a los cielos. En estos últimos tiempos, el Papa ha hablado sobre el tema en primer lugar para recordar que la mundialización no es ni buena ni mala, es y será lo que los hombres quieren que sea, y que debemos aprovechar todo lo positivo de esta gran apertura a los demás a través de los nuevos medios que permiten " comulgar" las penas y alegrías de nuestros hermanos de todo el planeta. En un discurso a la Academia Pontificia de ciencias sociales, en abril de este año, Juan Pablo II, reflexionando sobre las consecuencias de la globalización, hace la advertencia siguiente: esta mundialización es ante todo la mundialización del comercio y de los intercambios económicos entre los pueblos. Pero esta relativa nueva realidad conlleva algo verdaderamente nuevo.
El consejo pontificio para la cultura en un texto de mayo de 1999 subraya que esta cultura emergente está marcada por la primacía del tener, la obsesión por la satisfacción inmediata, el afán de lucro y la búsqueda del beneficio sin preocuparse en lo mínimo del otro. Llegamos a una cultura de élites, los que tienen y los que pueden, despreciando totalmente los " perdedores" ( el " loser" como dicen los norteamericanos). Y sin darnos cuenta, entramos en esta nueva mentalidad, que no tiene un " ideal" de sociedad. No hay más ciudadanos, hay sólo consumidores y la obsesión de las empresas es la rentabilidad o sea el lucro sin seguir reglas de ética alguna. Las ideologías "fracasaron" como dice el cardenal Martini en un pequeño pero muy instructivo librito que debemos tener todos en las bibliotecas diocesanas " educar para el servicio". Unos meses atrás, Vladimir Putín, llamó la atención de sus compatriotas, lanzando un plan quinquenal diciéndoles que la sociedad rusa debe luchar contra el egoísmo, el cinismo y la agresividad. Este mundo comercializado es un mundo de agresión: "tengo que ganar y por eso eliminar al otro". En unas salas climatizadas de algún banco, de un plumazo, un " consejo ejecutivo" "ejecuta" a centenares de personas, cerrando un centro de trabajo no rentable. Y en este contexto, se pierden valores que ayer eran los puntos de apoyo de nuestras civilizaciones. ¿ Cómo vivir la paz en un mundo en guerra comercial? Cómo vivir el amor al prójimo que es pura gratuidad, cuando lo que importa es la ganancia, el placer y el poder, viejas tentaciones que aparecen nuevas porque llevan nuevo ropaje.
Podemos notar también que el mundo tiende a urbanizarse, los campesinos dejan sus cultivos y sus culturas para entrar en el anonimato de grandes metrópolis donde el tejido social del terruño se diluye en un cada uno por su cuenta, dejando a los ancianos morirse solos y abandonados en asilos pagados por el seguro social. Hablo de los países dicho ricos. El mundo vive también grandes migraciones de millones de personas en busca de trabajo y alimento, el sur invadiendo el norte más próspero. Todo esto lleva a un cierto intercambio de culturas donde la caridad predicada por los que se dicen cristianos no aparece con tanta claridad.
No sigo más sobre el paisaje mundial del cual somos parte, a pesar de ser también diferentes por varias razones. Que estos apuntes nos despiertan sobre lo bueno y lo malo de estas nuevas relaciones basadas sobre nuevas mentalidades que son ya nuestras y en las cuales nos movemos no raras veces inconscientemente.
¿Y nosotros, aquí en Cuba? Participamos en parte de estos cambios y vivimos los nuestros bien propios. En nuestro contexto, ¿ cómo vivir la caridad? El período especial con sus transformaciones y sobre todo el acceso al dólar, una cierta economía mixta y las nuevas relaciones a través del turismo, la diferencia que se aumenta entre cubano y cubano ( el que tiene una parte de su salario en " verdes" y con módulo, y el otro con su salario en pesos y que no alcanza), etc. han modificado la vida de todos los cubanos y sus relaciones. Sin olvidar que el cubano que tiene FE es todo aquel que tiene Familia en el Extranjero. No se necesita seguir describiendo nuestra realidad que conocemos de sobra pero propongo que tengamos la caridad de mirarla y mirarnos con ojos cariñosos porque al fin y al cabo es sobre lo positivo que podemos intentar construir relaciones humanas o sea basadas en el amor. Si las estructuras de la sociedad cambian, algo cambia en las personas pero para nosotros el cambio radical no viene de las estructuras sino del corazón. Jesús no vino a predicar un cambio de estructuras hecho por un pequeño grupo que toma el poder, él vivió y murió predicando en obras y palabras el reino de justicia, de amor y de paz que implica una transformación radical, o sea en las raíces del corazón humano, para establecer nuevas relaciones entre nosotros y entre los grupos a los cuales pertenecemos. Para un cristiano los cambios de estructuras necesitan estar acompañados por estos cambios más profundos sino cambiamos de amo pero sin mejorar mucho las relaciones humanas dentro de la sociedad.
Levo más de 18 años compartiendo la vida de los cubanos y algunos aspectos desde siempre me llamaron la atención, tal vez con más fuerza desde algún tiempo atrás. Un párrafo de la reflexión de Monseñor Meurice, en el recibimiento del Titulo Doctor Honoris Causa,que le confirió la Universidad de Georgetown en Washington viene abrir mi apetito sobre el tema que nos preocupa.
"Cuando el estado o las iglesias u otras instituciones intentan invadir, manipular, o restringir el sagrario de la conciencia humana dictándole, desde afuera, un dogma y una moral absolutamente heterónoma e impuesta, no solamente se violan los derechos de la persona humana, sino que se provoca un deterioro ético y cívico que puede llevar a las personas al vacío existencial, a la despersonalización y a todo el tejido social a un proceso de desintegración por corrupción interna.
Reconstruir esta subjetividad social y restablecer la autonomía de la persona humana cuesta mucho más tiempo y trabajo que reconstruir la economía o las estructuras políticas de un país. Deseo llamar la atención sobre este punto porque considero que está poco estudiado, forma parte esencial de las relaciones sociales e internacionales y no puede ser importado, ni exportado, sin tener un gran respeto a la identidad de las culturas." ( el subrayado es mío)
Desde la REC y el ENEC, y hasta antes, la Iglesia cubana ha insistido sobre unos puntos como el diálogo o la solidaridad opuesto al individualismo, la codicia, el egoísmo, la corrupción. En la proclamación final del ENEC se reconocen aspectos positivos, que tal vez hoy deberíamos matizar, como el hecho de que no hay miseria extrema en Cuba, que no hay discriminación racial, anafalbetismo, mendicidad, no se muere de hambre o por falta de atención médica pero se reconoce la disolución familiar, el poco tiempo en el hogar, la nupcialidad prematura, los divorcios, el aborto, el sexualismo, el abuso del alcohol, la mentira, la simulación, el hecho de actuar por conveniencias, el fraude, el daño a la propiedad privada o social, el maltrato y el despilfarro de los bienes del Estado, la falta de orientación de los jóvenes, la agresividad, la falta de respeto o consideración a mayores, ancianos, maestros, agentes del orden público.
En 1989, una carta pastoral alerta sobre el desaliento, la frustración, las tensiones sociales. En la famosa " encíclica" el Amor todo lo espera, en 1993, se nota un deterioro moral con incremento de la delincuencia, robos, asaltos, prostitución, violencia, carencias materiales en cuanto a alimentos, medicinas, transporte, fluido eléctrico, el fuerte índice de suicidio. Tocando aspectos políticos, los obispos cubanos alertan sobre el carácter excluyente de un partido único, las limitaciones y el excesivo control, el número elevado de personas encarceladas, los medios de comunicación controlados por una sola mano, etc.
Debemos recordar también o buscar elementos positivos en esta sociedad o cultura en la cual vivimos: el nuevo estatuto de la mujer, los cambios de mentalidad sobre racismo, un mejor diálogo social si pensamos que no estamos en una sociedad de " clases", un mejor nivel cultural, el hecho de que a pesar de tantas dificuldades el núcleo familiar y la familia grande siguen existiendo ( basta ver la movilización de los parientes, cuando uno se enferma) etc. Todo esto debe ser matizado desde luego. Pero globalmente, a pesar de todo lo positivo, la sociedad cubana debe ser considerada como enferma, en su alma, y se habla de doble moral o de llevar máscaras, de desinterés por el bien social, de falta de responsabilidad, de la familia desarticulada, etc. Hace 15 años atrás, para ocupar un puesto de responsabilidad se buscaba, recuerden, un verdadero comunista o un verdadero cristiano. Hace tiempo que no se habla más de eso como si no existiera más el verdadero comunista pero que no existiera tampoco el verdadero cristiano.
Fernando Ortiz ha caracterizado la cultura cubana como un ajiaco, lo que quiere decir por lo menos algo complejo pero sabroso. La " cultura" de tipo soviético que no llegó a tomar raíz en tierra cubana ha llevado elementos que sí se quedaron y que debemos reconocer, como el sentido de una cierta igualdad que aumenta la frustración de los que ven a unos con bienes a los cuales no tienen acceso ( una compañera de trabajo diciendo, un día después de la liberalización del dólar: ahora, no somos iguales), el sentido de que la salud es derecho daría muchos matizes y análisis bastante fino, quisiera proponer unos elementos de reflexión sobre la relación entre individuos y grupos, forma natural de " vivir la caridad" en lo cotidiano. Recuerden a Monseñor Meurice: se trata de Reconstruir esta subjetividad social y restablecer la autonomía de la persona humana.
Cuando se habla de persona, los sicólogos nos dicen que toda persona tiene dos necesidades fundamentales: la relación y la comunicación. En Cuba, un cierto número de personas viven con "caretas", lo que se llama la doble moral, etc. Esto quiere decir que no saben o no pueden comunicar y relacionarse correctamente. Una relación correcta se establece a través de intercambios afectivos, concientes o no, que corresponden a deseos, deseos personales que se resumen en ser uno mismo en relación los demás, llegar al yo auténtico, eliminar lo que " parezco", lo que pienso que los otros esperan de mí, o sea retirar la o las " máscaras" para relacionarme tal como soy en realidad. Lo que me llama la atención en Cuba es que un cierto número de personas, jóvenes sobre todo, no saben lo que son. Un pequeño ejemplo me parece significativo: unos años atrás, compartiendo con unas monjas, la más jóven del grupo, que acababa de regresar del exterior después de dos años de noviciado, nos dijo: lo que más me costó durante este noviciado es cuando la maestra de novicias me decía: haz lo que tu quieras, porque no sabía lo que quería. Desde niños, un cierto número de cubanos fueron acostumbrados a " adaptarse" en función de la persona o del grupo con el cual se encuentran y viven sin saber muy bien lo que son. Son como camaleones que para sobrevivir toman el color del ambiente en el cual están.

Los sicólogos insisten sobre tres deseos básicos:
1) deseo de " ser aceptado", ser reconocido de parte del otro o del grupo con su verdadera identidad. Este deseo es también portador del miedo de no ser reconocido, ser manipulado, sentirse objeto, llevando la persona que se siente así, aunque sea inconcientemente, a un sentido de inferioridad, de culpabilidad, de susceptibilidad, de irritabilidad, etc.
2) deseo de seguridad, sentirse bien, vivir su vocación, compartir, participar. Y al inverso, miedo a la diferencia, que es amenaza, miedo a ser marginalizado, etc. lo que lleva a las personas a representar la imagen que esperan los demás, a pesar de que no es la suya, y viven frustrados.
3) deseo de certeza, deseo de ser confirmado en estas certezas que me hacen ser lo que soy, a través del diálogo, del intercambio, de la sana crítica, etc. Y miedo al cambio, a la novedad.
Todo esto puede conducir al individualismo, a la pasividad, a la resignación, a aceptar ser sólo ejecutante, a la dimisión, al infantilismo que es búsqueda de protección ( y en Cuba, el hecho bastante común de ser educado sólo por mujeres con falta de afectividad cree una superprotección), al adolescentismo que hace que uno se opone a cualquier cosa, etc.
Los sicólogos dicen también que cada persona necesita sentirse bien en la sociedad en la cual vive. Hoy día, en Cuba, ¿cuántas personas se sienten bien? Se habla de exilio interior, muchas veces inconciente, lo que no impide que exteriormente parecen participar. Cuántas personas " integradas" como se dice, se fueron cuando les llegó la oportunidad, entonces, ¿de qué integración se está hablando? Y no quiero situarme a un nivel político, sino plantear el problema a nivel sicológico. Una persona necesita tener un sentido de pertenencia al grupo. Hoy día, en Cuba, ¿cuántas personas piden la nacionalidad de sus padres? Yo no digo que al mismo tiempo no se sienten cubanos, pero podemos por lo menos interrogarnos sobre qué pasa en la cabeza de estas personas. No se trata aquí de " dar la vuelta" a todos los problemas de nuestra sociedad cubana pero debemos constatar que algo anda mal en el cuerpo social.
Son solamente unos apuntes y no soy especialista pero tal vez esto puede abrir pistas para descubrir mejor lo que soy y lo que son los demás en la perspectiva nuestra que es de vivir el amor o sea aprender a relacionarnos, a dialogar, revelarme y dejar a los otros revelarse en plena confianza para poder construir juntos una sociedad donde realmente todos pudieran vivir felices.
Todo este " trabajo" de " rehacer" su personalidad es un reto nunca terminado pero , tal vez, tiene más importancia en las circunstancias en las cuales vivimos tanto a nivel mundial como a nivel cubano. Leyendo la "Centesimus Annus", me llamó la atención la afirmación del Papa polaco que vivió bajo un régimen de tipo socialista afirmando que en estos países que pasaron por esto, para rehacer el país, se necesita tres factores indispensables. Primero, restablecer la verdad, punto de partida indispensable para que una sociedad pueda vivir "de verdad". Esta verdad permite recuperar la confianza, confianza en los otros, confianza en lo que se dice y se hace, confianza en las instituciones, etc. Y para completar el Papa insiste sobre el hecho de redescubrir el valor y el sentido del trabajo. En Cuba, se dice " voy al trabajo" pero hace rato que no oigo decir " voy a trabajar". Pienso que estos tres factores, verdad, confianza y sentido del trabajo, valen desde ya para nosotros aquí. Y todo este largo proceso de reconstrucción empieza por amarse a sí mismo. Como creyentes decimos, Dios que es Amor me ama, con mis defectos y limitaciones pero sobre todo con estos dones que hacen que sea imagen de este Padre Bueno, Dios me valora. ¿Qué valor tengo a mis propios ojos? Toda sociedad propone un cuadro de valores. Se pusieron los valores de moda después del paso del Papa en nuestro país. ¿Cuáles son los valores que propone la sociedad cubana de hoy? ¿cuáles son los valores propuestos por nuestras comunidades cristianas? Desde luego, no se trata de analizar discursos o textos. Si queremos vivir en la verdad, debemos verla al desnudo.
Debemos reconocer que en Cuba vivimos en "ambiente de guerra", lo que conlleva a buscar enemigos o por lo menos opositores, lo que a su vez conduce a presiones, agresividad, enfrentamientos, y hasta odios, venganza y rencores desde el seno de la familia, hasta cualquier grupo de jugadores de dominó en la esquina de la calle. La desconfianza hacia los demás hace que la autoridad, cual sea, se ejerce con poder y no a base de diálogo y explicaciones. Y un cierto número de personas que no encuentran en la calle el lugar para imponerse toman, a los grupos de iglesia como el espacio donde uno puede " ser jefe", cuando muchos otros, más bien, huyen de las responsabilidades, las iniciativas y ciertas formas de creatividad. El cubano, de naturaleza alegre y " buena gente" se ha transformado, en parte por lo menos, en persona irritable, agresiva, desconfiada, egoísta.
Vivir la caridad es analizar con cariño y realismo dónde estoy y quién soy para poder rehacer este tejido social que aparece herido, no sólo a través de mis relaciones personales sino también en la familia, en mi centro de estudio o de trabajo, con mis amigos, con los vecinos, en todas las actividades en las cuales participo y desde luego en la o las comunidades de iglesia a las cuales pertenezco. Ojalá que la iglesia pudiera ser un lugar de reestructuración de la personalidad dañada, que las familias cristianas sean lugares de aprendizaje de una verdadera vida en sociedad, y cuando digo familia, no pienso en la familia ideal, tipo la de Nazaret, con papá, mamá y uno o dos niños. De manera muy realista, debemos definir la familia cubana como el grupo de personas que viven bajo el mismo techo, definición más exacta que la libreta de la oficoda, primer grupo humano, no raras veces totalmente femenino, que " educa" a los chiquillos en sus primeros e importantísimos pasos por esta vida. Debemos también tomar en cuenta el poquito tiempo que los niños de edad escolar tienen para dialogar con calma y cariño con sus papás, el poco tiempo que tienen los propios esposos para aprender a dialogar ( el dialogo está siempre a reanudar), etc. Y en los centros de trabajo donde uno pasa tanto tiempo, ¿cuál es el valor de nuestros diálogos?
Vivir la caridad personalmente y en comunidad es un inmenso reto que no se realiza con seminarios, conferencias o cursos con o sin diploma. Es una labor educativa de cada instante, empezando por uno mismo y ayudando a personas y grupos a vivir en la verdad y la confianza. No se trata de encontrar recetas aplicables mecánicamente y que darían resultados automáticos. Vivimos en un mundo marcado por las máquinas, los resultados obtenidos y medidos a velocidad de la,luz. Pero debemos proclamar bien alto que no es el hombre el que está hecho por y para las máquinas, son todos los elementos de nuestro mundo moderno que deben estar al servicio de las personas y de los grupos, no para ganar más, o tener más, sino para vivir mejor. Y cuando hablamos de vivir mejor, esto quiere decir que importa más la calidad de las relaciones entre nosotros. Que éstas relaciones deben tener la sal de la sabiduría y el calor de la amistad que supone verdad y confianza mutua. El Papa insiste en construir la civilización de la solidaridad y del amor. Cuba tiene una rica tradición de convivencia que hace que a pesar de todo se mantienen estos lazos humanos y fraternales entre nosotros, en la familia, entre amigos, entre vecinos, y hasta en centros de trabajo. Estos son valores que debemos mantener y hacer crecer. Tener los ojos bien abiertos para reconocer y valorar todos estos gestos sencillos de cada día.
Al empezar del período especial, me llené de alegría cuando unas abuelas venían a confesarse y decían: Padre, he mentido a mi vecina. Ella vino a pedirme un vaso de leche y dije que no tenía. Pero me quedaba sólo uno para mi nietecito cuando volviera del círculo. Calidad de la atención al otro, de la ayuda que era un valor de nuestro pueblo. Y sentían este "pecado" como algo muy grande. Los años pasaron y este " pecado" ya no se confiesa, tal vez porque no haya más leche. pero podemos interrogarnos:¿ Nos hicimos más duros con los demás? ¿ Nuestro pueblo sigue dispuesto a compartir lo poco que tiene? ¿Nuestras comunidades cristianas son lugares de participación, de rico compartir, de descubrimiento de dones y cualidades a poner al servicio de todos? El primer paso es tener el valor de enfrentar la verdad tal cual es, ser realista y ser indulgente, hasta con uno mismo. Se trata de buscar las causas y no sólo las consecuencias. Tener la valentía de dar el paso que se puede dar y no exigir del otro lo que yo puedo hacer pero que él todavía no puede asumir, o peor, exigir de él lo que no hago. Se trata de encontrar o construir grupos donde la verdad y la confianza sean la base de relaciones verdaderamente humanas. El tejido social está herido y tenemos mucha tela que cortar. En la doctrina social, se insiste mucho sobre los grupos intermediarios, como eslabones indispensables para que una sociedad funcione y que cada uno se sienta representado por "delegados" que pueden dialogar entre grupos y con las autoridades que "sirvan" al pueblo. La tarea de " construir o reconstruir" la sociedad es obra nunca acabada y cada uno tiene su papel grande o pequeño en esta reconstrucción para que los ciudadanos sean sujetos sociales realmente activos. Y no se trata de idealizar una sociedad futura, sino hoy, sabiendo donde estamos, saber dar los pasos, o tal vez los pasecitos, posibles. ¿ Cómo puedo mejorar el camino hacia la verdad? sin imponer mi verdad, sino dejando al otro o los otros la posibilidad de " decirse" verdad y descubrir lo que son. Si hay caminos de diálogo que parecen cerrados, ¿ cómo busco o buscamos nuevos caminos con los que quieren dialogar de verdad?
Soy sacerdote, permítanme terminar al estilo de una predicación o de una plegaria.
Que Dios nos venga en ayuda con su Espíritu de Amor. Que el amor dé frutos de paz y alegría, de dulzura, de bondad y de comprensión. Que Cuba, bajo la tierna mirada de la Virgen de la Caridad, sea este lugar donde uno se siente a gusto para vivir en paz y armonía con sus " hermanos". Y que nuestra iglesia católica cubana sea servidora para emprender y seguir este camino.

 

Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002
R.P. Juan Pedro Borderón, h.c.
Diócesis de Holguín.