Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002


ECUMENISMO Y MISIONES

 

JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN ASÍS

CRÓNICA SOBRE LA ESPERANZA

P. OSCAR FRANCISCO GALCERÁN

DECLARACIÓN FINAL DE LOS LÍDERES RELIGIOSOS EN ASÍS

Compromiso común a favor de la PAZ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


"Que todos sean uno,
como tú, Padre,
estás en mí
y yo en ti"
(Jn 17, 21)

En días pasados se detuvo -por unos momentos el latir de este mundo tan convulso; el chasquido de la violencia, el zumbido del terrorismo se contuvieron; las voces de las armas enmudecieron para dejar oír un clamor unánime desde Asís y para el mundo: "¡Nunca más la violencia! ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más el terrorismo!. En nombre de Dios, que toda la religión traiga justicia y paz, perdón y vida, ¡Amor!", dijeron a una sola voz 250 lideres de otras tantas religiones e Iglesias cristianas -representando a todos los creyentes del mundo- mientras portaban una lámpara encendida, la "luz de la esperanza", la cual depositaron en un trípode, en la basílica de San Francisco, como signo de la oración compartida y permanente por la paz.
No es la primera vez. Sí es la más representativa. Desde el 27 de octubre de 1986, en que la ciudad de Asís acogió dentro de sus murallas a unos 160 representantes de las religiones del mundo, los cuales se reunían por primera vez para elevar al cielo una ferviente plegaria por la paz; hasta esta 3a Jornada de oración por la paz en el mundo -la 2a ocurrió en 1993- convocadas por el Papa Juan Pablo II; la humanidad ha escuchado-perpleja e ilusionada- un coro de voces, acompañadas de hechos concretos a favor de la tolerancia y el respeto mutuo, que proclamaron: la paz no se impone, la paz no es fruto de la guerra; la paz es don de Dios, es regalo divino que ha de ser conquistado, cultivado y compartido.
En esta ocasión se dieron cita representantes de doce patriarcados e Iglesias ortodoxas, de seis patriarcados e Iglesias antiguas de Oriente, de todas las Iglesias y denominaciones cristianas nacidas de la Reforma; asimismo representantes de los sijs, confucionistas, budistas, hindúes, judíos, musulmanes, animistas y creyentes en otros credos en un "Compromiso común por la paz".
Ese jueves, día 24 de enero del 2002, a las 8:30 a.m. un tren partió desde la estación ferroviaria de la Ciudad del Vaticano en dirección a Asís, llevando al Papa junto con los representantes de las diversas Iglesias y religiones. A las 11:00 a.m., en la plaza inferior delante de la basílica de san Francisco, diversas personalidades comenzaron a compartir sus testimonios a favor de la paz, mientras les escuchaban varios miles de peregrinos de las diferentes religiones, abrigados por una estructura de acero construida para esta ocasión. Como miles de personas -era particularmente significativo el número de jóvenes- no cabían en el recinto, siguieron el evento desde varias iglesias de Asís, en las que se habían colocado pantallas gigantes que transmitían en directo el encuentro.
A continuación los participantes, en grupos diversos -según su fe, su lengua y su tradición propia1 -se encaminaron a distintos lugares de la ciudad, espacios habilitados al efecto, para invocar al único Dios según su propio rito, suplicándole el precioso don de la paz. Los cristianos, encabezados por Juan Pablo II, celebraron una paraliturgia unidos en torno a su fe común en Jesucristo, único Señor y Redentor universal. El elemento de unidad de esta Jornada no pretendía ser una oración común -hubiera sido muy folclórico, pero irreal y algo así como un show- sino una acción conjunta por la paz; acción en la que todos juntos, en el pleno respeto por "el otro", daban testimonio de que la paz es regalo de Dios -a quien se la pedimos- y es tarea nuestra -por lo que nos unimos.
Tras el momento de oración, los líderes religiosos comieron juntos y después, a las 3:30 p.m. se congregaron nuevamente en la basílica de san Francisco, donde diez lideres religiosos, en idiomas diferentes, pronunciaron una solemne declaración conjunta contra el uso de la violencia, mientras todos tenían encendidas la "luz de la esperanza", que simbolizaban la oración de la humanidad por la paz.
Seguidamente el Santo Padre, haciendo uso de su autoridad de anfitrión, se puso a saludar sin prisa a los líderes religiosos. Esto causó un retraso en el regreso del "tren de la paz" que había traído desde el Vaticano a los 250 representantes de las doce religiones presentes.
¿Por qué esta Jornada?
Pienso que es muy simple: existen diversidad de religiones -es un hecho- y la paz nos es muy necesaria -es un anhelo- ; esto es más que suficiente para que la humanidad - que es una sola - busque caminos de encuentro y se comprometa en acciones concretas.
Pero dejemos que hablen algunos participantes en la Jornada:
Bartolomé I, patriarca de Constantinopla, desde hace once años es el líder espiritual de 270 millones de ortodoxos que lo consideran "primus inter pares" entre los varios patriarcas:
"Como primer obispo de la Iglesia ortodoxa, primado del Trono ecuménico, he respondido con alegría a la invitación fraterna del Papa de Roma Juan Pablo II, en sintonía con el imperativo más urgente de nuestra época: todos aquellos que respetan a Dios y aman al hombre deben estar dispuestos a dar el propio testimonio a favor de la paz y a luchar juntos para obtenerla. Por nuestra parte, hemos emprendido este camino desde hace tiempo. Lo consideramos nuestro deber y lo cumplimos con gusto también aquí, en Asís, donde queremos testimoniar la fe y la esperanza de la Iglesia ortodoxa"2 .
Rabino Ron Kronish, director del Interreligious Coordinating Council in Israel (ICCI) -Consejo Interreligioso de Israel-, asociación fundada en 1991 que reúne a unos sesenta movimientos del judaísmo, cristianismo e Islam, comprometidos en la convivencia y la paz.
En el bolsillo ha llevado a Asís una de sus oraciones preferidas, la cual tiene dos estrofas, una en árabe y una en hebreo, y se concluye con una invocación y un versículo del Salmo 150. Dice así:
"Señor nuestro Dios, fuente de la paz y rey de la paz/ da la paz a tu pueblo Israel/ extiende tu paz a todas las criaturas./ Que desaparezca toda forma de odio y de celos/ de competición y de victoria del uno contra el otro./ Que reinen entre todos nosotros sólo amor y gran paz./ Que cada uno tome conciencia del amor que hay en su prójimo./ Así un día podremos conocernos y reunirnos/ hablarnos mutuamente y comunicarnos el uno al otro la verdad"3 .
Kamel al-Sharif, secretario general del "International Islamic Council for Da´wa and Relief" (Consejo Islámico Internacional para la da´wa y la ayuda), uno de los mayores organismos islámicos del mundo con sede en Ammán y El Cairo.
"Apreciamos la iniciativa del Santo Padre de reunir a los representantes de las varias religiones con el objetivo de poner de relieve su común tensión hacia la solidaridad y la disponibilidad al servicio de la humanidad entera. Nos damos cuenta en efecto de la gravedad de la continuación de las guerras y de los conflictos militares en el mundo, especialmente después de que los últimos hechos internacionales demostraran que un suceso acontecido a miles de kilómetros puede provocar destrucciones de las que no se libra nadie. El único remedio es, por tanto, la purificación de los corazones y las conciencias para concentrarse en el objetivo de la paz y eliminar las raíces de la injusticia, derrotando la tentación de la violencia. En este campo, el papel de las religiones es esencial, dado que invitan a inspirarse en la vida de los profetas y los santos. Desde aquí, nuestra participación quiere expresar nuestra adhesión a estos valores y lo hacemos con entusiasmo y gran deseo de colaboración"4 .
Cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de Cristianos:
"Tiene un gran significado para la opinión pública mundial. Los creyentes, de cualquier creencia religiosa, se deben sentir interpelados directamente y también quien no cree debe confrontarse con el gesto de Asís. Es un compromiso solemne y formal que se confía a la oración y puede cambiar el curso de los acontecimientos. Porque, no lo olvidemos, la paz empieza en el corazón del hombre, cuando se deja tocar por Dios"5 .
Cardenal François Nguyen Van Thuan, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz: "Yo creo que habrá una gran eficacia, sobre todo a nivel de educación. Es lo que el Santo Padre llama la pedagogía del perdón. El gesto de Asís tiene la fuerza del ejemplo. Es como si todos los líderes religiosos dijeran al mundo: mirad cómo se puede caminar todos juntos por el camino de la paz, aún respetando las diferencias de cada uno"6 .
Después de ellos lo mejor es mi silencio. La esperanza se ha hecho visible.

Referencias
1 Juan Pablo II explicó que el encuentro no pretende "de ningún modo inducir al relativismo ni al sincretismo, es más, hace más viva la conciencia del deber de testimonio y anuncio".
2 ZENIT, 25 de Enero de 2002. El mundo visto desde Roma
3 Idem
4 Idem.
5 Idem.
6 ZENIT, 25 de Enero de 2002. El mundo visto desde Roma.

DECLARACIÓN FINAL DE LOS LÍDERES RELIGIOSOS EN ASÍS

EL 24 DE ENERO DE 2002

COMPROMISO COMÚN A FAVOR DE LA PAZ

 

Patriarca ecuménico Bartolomé I
de Constantinopla

Reunidos aquí, en Asís, hemos reflexionado juntos sobre la paz, un don de Dios y un bien común de toda la humanidad. Si bien pertenecemos a diferentes tradiciones religiosas, afirmamos que la construcción de la paz requiere amar al prójimo en obediencia a la "ley de oro": "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan".
Con esta convicción, trabajaremos sin descanso en la gran empresa de construir la paz.

Por ello:

Reverendo Konrad Raiser (Consejo Ecuménico de las Iglesias)
1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo son incompatibles con el auténtico espíritu de la religión y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo que nos sea posible para desarraigar las causas del terrorismo.

Bhai Sahibji Mohinder Singh (sij)
2. Nos comprometemos a educar a la gente en el respeto y la estima mutuos para favorecer una convivencia fraterna y pacífica entre personas de diferentes grupos étnicos, culturas y religiones.

Metropolita Pitirim (del patriarcado ortodoxo de Moscú)
3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo para que crezcan la comprensión y la confianza recíproca entre individuos y pueblos, siendo éstas las premisas de la paz auténtica.


Metropolita Jovan (del patriarcado ortodoxo de Serbia)
4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna, según la propia identidad cultural y a formar libremente una familia.

Jeque Abdel Salam Abushukhadaem (musulmán)
5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro imposible a superar, sino por el contrario reconociendo que el encuentro con la diversidad de los demás puede convertirse en una oportunidad para mejorar la comprensión recíproca.

Obispo Vasilios (de la Iglesia ortodoxa de Chipre)
6. Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y prejuicios del pasado y del presente, y a apoyarnos en el común esfuerzo por derrotar el egoísmo y la prepotencia, el odio y la violencia, así como a aprender del pasado que la paz sin la justicia no es una auténtica paz.

Señor Chang-Gyou Choi (confuciano)
7. Nos comprometemos a estar de la parte de los que sufren a causa de la miseria y el abandono, haciéndonos portavoces de quien no tiene voz y trabajando concretamente para superar tales situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.

Hojjatoleslam Ghomi (musulmán)
8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quien no se resigna a la violencia y al mal y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.

Reverendo Nichiko Niwano (budista)
9. Nos comprometemos a alentar toda iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento solidario entre los pueblos, expone al mundo a crecientes riesgos de destrucción y muerte.

Rabino Samuel-René Sirat (judaísmo)
10. Nos comprometemos a pedir a los líderes de las naciones que hagan todos los esfuerzos posibles para crear y consolidar, a nivel nacional e internacional, un mundo de solidaridad y paz, basado en la justicia.

Doctor Mesach Krisetya (Conferencia Menonita Mundial)
Como personas de diferentes tradiciones religiosas, proclamaremos sin descanso que la paz y la justicia son inseparables y que la paz y la justicia son el único camino por el que la humanidad puede avanzar hacia un futuro de esperanza. En un mundo en el que sus fronteras cada vez están más abiertas, y las distancias son más breves a causa de una amplia red de comunicaciones, estamos convencidos de que la seguridad, la libertad y la paz nunca serán garantizadas por la fuerza, sino por el entendimiento mutuo. Que Dios bendiga estas resoluciones y dé justicia y paz al mundo.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II
¡Nunca más la violencia!
¡Nunca más la guerra!
¡Nunca más el terrorismo!
En nombre de Dios, que toda la religión traiga justicia
y paz, perdón y vida, ¡amor!

 

Revista Vitral No. 47 * año VIII * enero-febrero 2002
P. Oscar Francisco Galcerán Díaz
(La Habana, 1956) Sacerdote, Pinar del Río, 1987.Párroco de Nuestra Señora de las Nieves en Mantua.