Una madre experimenta modificaciones
durante el embarazo de modo permanente por la presencia del hijo, del
que "hereda", en cierto modo, algunas características
y, a través del hijo, también del padre del niño.
Son algunos de los sorprendentes descubrimientos que serán presentados
en el Congreso "En los albores de la vida humana", organizado
por el Instituto de Ginecología y Obstetricia de la Universidad
Católica de Roma, dirigido por el profesor Salvatore Mancuso,
y que se realizó en el año 2000 en el Vaticano, en el
marco del Jubileo de los profesores universitarios.
Que el hijo herede el 50 % de su patrimonio genético de la madre,
y que en su vida uterina "oiga" el mundo exterior a través
del cuerpo materno -que condiciona de modo sustancial la vida del feto-
eran datos ya conocidos. Sorprende, en cambio, saber que también
la madre sufre algunas modificaciones a largo plazo a causa del embarazo
justamente de la "persona" del hijo e, indirectamente, también
del marido.
"Tenemos las pruebas -explica el profesor Mancuso- de que, desde
la quinta semana de gestación, es decir, cuando la mujer se da
cuenta que está embarazada, pasan del embrión a la madre
una infinidad de mensajes, a través de sustancias químicas
como hormonas, neurotransmisores, etc. Tales informaciones sirven para
adaptar el organismo de la madre a la presencia del nuevo ser. Además
se ha descubierto que el embrión manda también células
estaminales que, gracias a la tolerancia inmunitaria de la madre hacia
los hijos, colonizan la médula materna, de la que ya no se separan.
Es más, de aquí nacen linfocitos para todo el resto de
la vida de la mujer".
Usted habla de quinta semana ¿Y antes?
"Desde la quinta semana hay seguramente un paso de células,
pero desde la concepción salen mensajes. Incluso durante la primera
fase de subdivisión celular, cuando el embrión transita
a través de las trompas, se producen transmisiones por contacto
con los tejidos en los que el embrión se mueve. Luego, tras la
implantación en el útero, el diálogo se hace más
intenso por vía sanguínea y celular y entran sustancias
químicas en el torrente sanguíneo de la madre. Por último,
las células estaminales del hijo pasan a la madre en gran cantidad,
tanto en el momento del parto, espontáneo o cesáreo, como
en caso de aborto, espontáneo o voluntario. Estas células
se implantan en la médula de la madre y producen linfocitos,
que tienen un origen común con las células del sistema
nervioso central, tienen receptores para los neurotransmisores y pueden
hacer pasar mensajes que el sistema nervioso materno capta. Se abre
un territorio de investigación sorprendente: son informaciones
de enorme importancia sobre las primeras fases de la vida."
Por tanto, es difícil hacer rígidas divisiones
de las fases de desarrollo del embrión.
"Cuando se hacen distinciones entre embrión y pre-embrión
se comete un gran error En una fase tan inicial, no se puede ciertamente
hablar de sistema nervioso central, pero los mensajes que manda el embrión
a la madre expresan manifestaciones propias de la especie humana. Y
se usan instrumentos que son sustancias químicas muy especializadas
y células como las estaminales. Hay que recordar que si faltase
la comunicación, el organismo materno rechazaría al embrión.
El diálogo permite la acogida perfecta de un organismo extraño
al 50 % del patrimonio genético de la madre. De hecho estas sustancias
químicas que expresan las exigencias nutricionales y metabólicas
del embrión de la madre provocan en ella una depresión
inmunitaria que facilita la acogida del nuevo ser."
¿Cuánto tiempo dura esta influencia del feto sobre
la madre?
"Las células estaminales han sido encontradas en la madre
incluso treinta años después del parto. Se puede decir
por tanto que el embarazo no dura las 40 semanas canónicas sino
toda la vida de la mujer. Y debe hacer reflexionar también acerca
de las hipótesis de un útero "de alquiler":
en este caso, la madre que alberga al embrión acoge a un ser
que tiene el patrimonio genético extraño al 100% y que
la "modificará" para el resto de la vida. No tenemos
idea de las consecuencias a distancia de tales operaciones. Y se presentan
nuevos interrogantes también para las técnicas de fecundación
artificial de tipo heterólogo."
Sorprende también la idea de que algo del padre se transfiera
a la madre.
Son territorios todavía por explorar. Ciertamente se impone
una reflexión sobre un nuevo modo de entender el embarazo. Se
crea indudablemente un lazo estrecho también entre mujer y hombre,
porque el hijo tiene en un 50% las características genéticas
del padre. Y las células estaminales hematopoiéticas (que
han sido encontradas incluso en el hígado de la madre como hepatocitos)
van a la médula y producen células hijas, linfocitos y
neurotransmisores con la capacidad de dialogar con el sistema nervioso
central materno. Es un poco como si los "pensamientos" del
hijo pasasen a la madre incluso muchos años después de
su nacimiento.