Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001


OPINIÓN

 

ESTIMULAR LAS INICIATIVAS QUE PUEDAN CONFIGURAR UNA NUEVA SOCIEDAD

RAÚL TORRALBAS

 

 

La Iglesia por razón de su misión no puede afiliarse a ninguna opción política

La Iglesia debe animar a todos los ciudadanos a dar su aporte cívico

Debe animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción política

El Magisterio de Juan Pablo II en Cuba

Semanas Sociales Católicas

Un proyecto cívico de participación ciudadana, común, pacífico, legal, reconciliador, inspirado en el Evangelio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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"Estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad.
Esto significa que la Iglesia, que por razón de su misión no puede afiliarse a ninguna opción política, debe sin embargo animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción social, a dar su aporte cívico de modo que, en el concierto de las diversas opiniones y contribuciones éticamente aceptables, seamos 'capaces de crear un ambiente de mayor libertad y pluralismo, con la certeza de que Dios los ama intensamente y permanece fiel a sus promesas' (Juan Pablo II, discurso de despedida).
58. Ayudar a crear ese clima de nuevos valores, de una espiritualidad profunda y de compromiso social, no está en contradicción ni con la misión de la Iglesia ni con el carácter laico del Estado sino que, más bien, está en coherencia con la 'búsqueda del Reino de Dios y su justicia'(Mt. 6,33) con lo que se irá configurando una nueva sociedad."
Un cielo nuevo y una tierra nueva, 21 de Enero de 2000.


En la continuación de la reflexión a que nos exhortaron nuestros obispos durante el Año del Jubileo llegamos al cuarto aspecto que señalaba Juan Pablo II, en el primer aniversario de su visita a Cuba: "Estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad". Al detenernos en él encontramos una abundante cantidad de enseñanzas pontificias, conciliares, reflexiones eclesiales, palabras de nuestros pastores, análisis en las Semanas Sociales, que nos conducen a una explícita interpretación de lo que significa ser protagonistas de nuestra historia personal y social. Es como si fuéramos acumulando razones y convicciones sin encontrar el vínculo necesario para vivirlas en nuestras vidas cotidianas.
Tratemos de recorrer sucintamente este camino y tal vez lleguemos a actitudes sencillas y a la vez valientes; transparentes, pero que a veces envolvemos en la neblina de nuestros falsos intereses; actitudes que "nos ayuden a encontrar un sentido renovado y trascendente para nuestras vidas, acogiendo el amor divino y viendo cómo se nos abren tantas posibilidades de realización personal y social" (cf. Discurso de Juan Pablo II a los obispos cubanos, 6 de julio de 2001.


1. La Iglesia por razón de su misión no puede afiliarse a ninguna opción política

1.1 Opción política
La Iglesia no puede afiliarse a una opción política determinada, porque una opción política, es política en su sentido estricto, relacionada directamente con la búsqueda, ejercicio y distribución del poder para organizar la sociedad con la finalidad de la realización del bien común, "vínculo natural y necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social," (Octogésima adveniens, 46).
Si la Iglesia se afilia a una opción política deja de ser fiel al compromiso político de su misión, porque en su sentido amplio, política, como realidad global, es todo lo que condiciona que en una sociedad haya justicia y libertad, que tiene que ver con la felicidad o desgracia de los ciudadanos. Y esto sí es misión de la Iglesia.

1.2 Misión política de la Iglesia
La fe cristiana no da recetas para gobernar o para administrar la economía pero sí orienta para actuar con justicia, defender la paz, respetar las personas, ponerse del lado de los pobres, conservar la naturaleza, es decir, convoca a participar en la construcción del Reino de Dios desde aquí y desde ya.
A través de toda la Biblia se encuentra esta enseñanza. El Antiguo Testamento desde el primer libro y su primer capítulo da la clave de la dignidad de todo hombre y de toda mujer al revelar que han sido creados a imagen y semejanza de Dios. (Génesis 1, 27). El Éxodo narra la liberación del pueblo oprimido de Israel. Muchos salmos cantan el especial amor de Dios por los pobres y oprimidos (Salmos 34, 72, 82, 146). Los profetas claman por la justicia y denuncian a gobernantes y jerarcas religiosos que abusan de los pobres o los olvidan (Isaías 1, 10-17; Amós 8,4). En el Evangelio la Virgen María proclama la revolución histórica ya iniciada con la encarnación del Salvador (Lucas 1,46). Jesús anuncia por primera vez su misión como la de traer la Buena Nueva para los pobres y proclama la liberación de los oprimidos (Lucas 4, 14-21). En el Juicio de las Naciones Jesús enseña el gran sacramento: que El está en los que tienen hambre, los que tienen sed, los emigrantes, los desposeídos, los que sufren enfermedades y los que no tienen libertad (Mateo 25, 31-46). La pasión por la justicia social está presente en las cartas de los Apóstoles (Santiago 5, por ejemplo).

1.3 Magisterio social de la Iglesia.
El Magisterio social de la Iglesia se encuentra hoy en la Doctrina Social de la Iglesia. Su origen es el encuentro del mensaje de Jesucristo y sus exigencias éticas con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.
Aunque es a partir de la Rerum Novarum de León XIII, en 1891, donde se forma un cuerpo doctrinal propiamente dicho; sus fuentes se remontan al Antiguo Testamento; se centra en el Evangelio y se va enriqueciendo durante toda la historia de la Iglesia; con los Santos Padres; los grandes teólogos de los siglos XIII, XV y XVI; y el Magisterio de los Papas del siglo XX.
Es decir, es una Doctrina milenaria y universal para ser interpretada en las circunstancias de cada lugar y tiempo, que contiene principios éticos para vivir en sociedad.
Se apoya en las ciencias modernas y se enriquece mutuamente con la experiencia de la humanidad. Si realmente hubo momentos en la historia en que muchas de las ideas sociales más avanzadas fueron proclamadas fuera de la Iglesia, hoy vivimos en un mundo en el que, aunque con muchas injusticias aún, se va conformando en consenso una creciente riqueza de principios éticos, como por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, la necesidad de un nuevo orden económico, la democracia participativa, la defensa de la ecología.


2. La Iglesia debe animar a todos los ciudadanos a dar su aporte cívico

2.1 Los laicos en la Doctrina Social de la Iglesia
Sobre el aporte cívico, el compromiso social y político de los laicos, la enseñanza de la Iglesia es precisa y abundante, por sólo citar tres ejemplos en tres voces significativas y en tres tiempos relativamente recientes, acudimos al Concilio Vaticano II, a Juan Pablo II y al Comité Permanente de los Obispos Católicos de Cuba:
Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia y el mundo de hoy. Concilio Vaticano II, 1965:
(75) "Es menester procurar celosamente la educación cívica y política que en nuestros días es particularmente necesaria, ya para el conjunto del pueblo, ya, ante todo para los jóvenes, a fin de que todos los ciudadanos puedan desempeñar su papel en la vida de la comunidad política. Los que son, o puedan llegar a ser, capaces de ejercer un arte tan difícil, pero a la vez tan noble, cual es la política, prepárense para ella y no rehusen dedicarse a la misma sin buscar el propio interés ni ventajas materiales. Luchen contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo, sea de un hombre o de un partido, obren con integridad y prudencia y conságrense al servicio de todos con sinceridad y rectitud; más aún, con amor y fortaleza política."
Exhortación Apostólica Post-sinodal Christifideles Laici sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el Mundo. Juan Pablo II, 1988:
(42) "...Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública."
De la Declaración del Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. 16 de Mayo de 1995:
"No propone la Iglesia un proyecto económico o político, aunque hay laicos católicos que se adhieren a algún proyecto y lo proponen personalmente, con todo derecho, mirando al futuro."
"Queridos católicos: si alguien puede contribuir a salvar el alma de la Patria es el creyente en Jesucristo. Los valores del espíritu tienen para nosotros la primacía. Si es necesario que se forje un proyecto de vida que anime al cubano y lo haga mirar con esperanza al futuro, nosotros debemos ser profetas y partícipes en la gestación y puesta en práctica de ese proyecto que no se escribe en códigos, sino en los corazones de nuestros hermanos."
Resulta evidente que el Magisterio de la Iglesia contempla como dimensión fundamental en la vocación del laico su participación en la vida social y política.

2.2 La Iglesia en Cuba
En los últimos quince años han existido tres hitos que revelan la madurez de la Iglesia cubana y lo hacen de forma convincente:
-El ENEC, (1986). Que culmina la Reflexión Eclesial Cubana llevada a cabo en todas las comunidades católicas de Cuba, marca definitivamente una etapa en la historia de la Iglesia en Cuba.
-El amor todo lo espera, (1993). Palabras de nuestros obispos que han sido comprendidas por una parte importante de nuestro pueblo como la voz de los que no tienen voz y de quienes conocen los problemas del cubano y lo expresan con valentía.
-Un cielo nuevo y una tierra nueva, (2000). Un mensaje que recoge las enseñanzas de Juan Pablo II en su visita a Cuba y contiene un proyecto profético. Consideramos que este mensaje después de más de un año es poco conocido y mucho menos ha sido interiorizado por todos sus destinatarios.

2.3 Los no laicos
Sin entrar en definiciones teóricas, nos referimos en la práctica a los sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos y hasta otros hermanos que por su trabajo y responsabilidades intraeclesiales están más estrechamente vinculados a la expresión jerárquica de la Iglesia.
No podemos criticar el trabajo tan abnegado que realizan esos nuestros hermanos cubanos y extranjeros en la construcción del Reino de Dios en nuestra patria. Pero es necesario exponer en este aspecto nuestra apreciación de que en muchos casos la enseñanza de Jesucristo, de la Iglesia Universal, de nuestros obispos, en su especifidad sociopolítica, o no ha sido comprendida, o no ha sido interiorizada, o no han encontrado los espacios para llevarla a la práctica. El Evangelio social no es una parte factible de ser separada del único Evangelio de Jesucristo ni corresponde a una vocación específica, es para todos. Debe estar presente en la pastoral bautismal, la catequesis, el catecumenado, los grupos de oración, el culto, las obras de misericordia.
Aquí influye también una reflexión que todos tenemos pendiente: la teología latinoamericana se encuentra en la avanzada del pensamiento social cristiano, así como el compromiso social en gran parte de la Iglesia en América Latina; los cubanos somos latinoamericanos, pero por nuestro devenir histórico, desde la conquista, nuestra realidad social es atípica dentro de nuestra Patria Grande. Esto ha provocado por una parte que nuestros hermanos del resto del continente nos vean desde su óptica global sin comprender nuestras circunstancias particulares y que muchos de nosotros no comprendamos bien la verdadera riqueza de esta teología y su práctica; es necesario y urgente que conociéndola y apreciándola en toda su riqueza, inspirados en ella analicemos nuestra propia realidad. Consideramos que esto debe tenerse en cuenta en la elaboración de una "teología de la liberación y reconciliación" para Cuba que propone el Plan Global 2001-2005.

2.4 Los laicos
El interés por la Doctrina Social de la Iglesia, por la política analizada seriamente, por un compromiso social consecuente no está suficientemente desarrollado en los laicos en Cuba; es más, se percibe la apatía y hasta cierto rechazo; entre los jóvenes es posible que esta reacción se observe más intensamente.
Hemos notado cómo se repiten dos situaciones paradójicas: una, que en la medida que aumenta el compromiso intraeclesial del laico disminuye el compromiso político; otra, que los que no aceptan estos compromisos tienen una visión de la realidad mucho más negativa y desesperanzadora que aquellos más comprometidos políticamente.
El deseo de escapar al que se refiere el Mensaje "Un cielo nuevo..." en el punto 16, está presente en forma importante en el laicado católico, siendo sus manifestaciones más visibles la emigración y la prioridad de las actividades intraeclesiales.


3. Debe animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción política

3.1 Nuestra realidad pluralista
Lo que se puede determinar por leyes o decretos es la libertad para la expresión pluralista, pero no el pluralismo de una sociedad que es simplemente una realidad.
En ésta, nuestra realidad pluralista, animan nuestros obispos en su mensaje: "...a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción social,...". Y nosotros debemos estar conscientes de que los católicos practicantes dentro de esa realidad somos una pequeña parte y dentro de ésta existen diferentes niveles de compromiso.
Por otra parte no se puede valorar la influencia cristiana en nuestra sociedad por el número de practicantes porque encontramos esta influencia en las instituciones fraternales, espiritistas, creencias de origen africano y agnósticos y ateos que reconocen o simpatizan con los valores humanos del cristianismo.
Además está la fuerza propia del Evangelio y del pensamiento social cristiano.

3.2 Respeto a la pluralidad
Como se plantea en el punto 1.1, la Iglesia no puede afiliarse a ninguna opción política, más aún, la Iglesia, al estimular las iniciativas, debe evitar siempre favorecer determinadas opciones, proyectos o personas en menoscabo de los otros que también tienen todos sus derechos, siempre que sean "éticamente aceptables".



4. El Magisterio de Juan Pablo II en Cuba


El "exigente y esperanzador programa de vida", que el Papa nos enviara en su mensaje al cumplirse el primer aniversario de su visita y que estamos estudiando, está presente desde sus primeras palabras al llegar a nuestra Patria:
"Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional." (Discurso a su llegada al Aeropuerto José Martí. N.2. 21 de enero de 1998).
En el mensaje a los jóvenes, entregado en Camagüey les precisaba que "nadie debe eludir el reto de la época en la que le ha tocado vivir", reto que para nosotros no es ni el único, ni el más difícil que han asumido los cubanos desde 1868.
"Debemos ocupar el lugar que nos corresponde con pleno derecho, con nuestra tradición rica y grande, cuyos orígenes están en el cristianismo" (Cf. Mensaje escrito. Camagüey, N. 4, 23 de enero de 1998). Tenemos que estar conscientes de esta realidad a pesar de los sentimientos que pueda generar la insistencia constante del medio en lo contrario. Esas son nuestras raíces como pueblo y ninguna novedad extraña a ellas ha calado en su alma.
El Papa habla del "compromiso como la respuesta valiente de los que desean ser protagonistas de su historia personal y social" (Idem). Es insistente el llamado de Juan Pablo a ser protagonistas de nuestra historia, es el lema de esta Semana Social y es importante que no quede en eso, un lema, por tanto es fundamental convencernos de la justeza de este imperativo y asumirlo no en abstracto, sino en nuestras vidas cotidianas y nuestra realidad local, como un "compromiso responsable en el seno de nuestras familias, en la vida de nuestras comunidades, en el entramado de la sociedad civil" (Idem), sin metas irrealizables, pero tampoco renunciando a las utopías que iluminan el camino a una vida de plenitud.
Con "gran confianza en el futuro de nuestra patria, contruyámoslo con ilusión, guiados por la luz de la fe, con el vigor de la esperanza y la generosidad del amor fraterno, capaces de crear un ambiente de mayor libertad y pluralismo, con la certeza de que Dios nos ama intensamente y permanece fiel a sus promesas" (Cf. Discurso de despedida, N. 5, 25 de enero de 1998), nos decía el Papa en el aeropuerto a la hora de partir.
Así deben conformarse nuestros ideales sociales para darle calor y vida a los conocimientos que vamos adquiriendo en el estudio de la doctrina Social de la Iglesia.
Por eso el Papa recordaba, en la visita del Episcopado Cubano al Vaticano el 9 de junio de 1998:
"En mi visita a Cuba tuve la oportunidad de recordar algunos aspectos del 'evangelio social'. Los fieles laicos deben responder con madurez, perseverancia y audacia a los desafíos de la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia a la vida económica, política y cultural de la Nación."
El Papa sabe que este camino puede ser difícil, y en su más reciente discurso a los obispos cubanos el pasado 6 de julio, les recuerda: "que la cruz forma parte del camino de Cristo y del que recorren sus discípulos." Párrafos antes había manifestado que "no hay que dejarse vencer por el desánimo ante esa ardua tarea, aún cuando su voz (la de los Pastores) sea la única o sean 'signos de contradicción' (Cf Lc 2, 34). Aunque no se desean enfrentamientos, la Iglesia es consciente de que los proyectos del Señor no siempre coinciden con los criterios del mundo sino que, a veces, incluso los contradicen."



5. Semanas Sociales Católicas

Repasemos un poco sobre lo que hemos venido reflexionando en las Semanas Sociales en los últimos diez años.
En las Semanas Sociales, desde 1991, se expresa como una constante la necesidad de la participación cívica y política del laico.
En la Semana social del Cobre, en 1997, en la conferencia "Libertad y Responsabilidad en Cuba", el ingeniero Dagoberto Valdés hacía referencia a la profunda vinculación que tenía la misma con las presentadas en las dos Semanas anteriores, de 1991 recordaba cuatro necesidades que mantenían toda su vigencia, citamos la tercera: "la necesidad de una participación cívica y política más libre y responsable". (Memorias pág. 47).
De la siguiente recordaba: "... presentamos otra dimensión del problema: que cada ciudadano debe encontrar aquellos espacios organizados, y autónomos con relación al Estado, donde puedan experimentar el pluralismo y la participación cívica y política en el entramado de la sociedad civil que debemos reconstruir para asegurar que en el futuro de Cuba aparezca una democracia verdaderamente participativa." (ídem).
En la conferencia citada, en el punto 7, del aspecto III, reflexionando sobre los derechos humanos, entre otros exponía: "A los derechos económicos corresponden las libertades de autogestión, de libre empleo, de participación en la organización de empresas en sus ganancias y en su administración." "...A los derechos de reunión y asociación corresponden las libertades civiles de organizarse con independencia del Estado y de los partidos;" . "Al derecho de intervenir en la vida pública corresponden las libertades políticas de elecciones libres".
En la pasada Semana Social en Matanzas, Dagoberto en su ponencia "Participación ciudadana y reconciliación nacional", reafirmaba y ampliaba esta línea de pensamientos y en Sugerencias para el Estado señalaba: "Conceder la amnistía política y reincorporación de desplazados por razones políticas, religiosas, económicas, etc." (Memorias pág. 77). Plenamente insertada en la línea de acción 3 de Promoción Humana del Plan Global.
En este contexto de las Semanas Sociales Católicas de Cuba queremos recordar el mensaje presentado por la Comisión Justicia y Paz de Cienfuegos, en la Semana del Cobre en 1997, Una inquietud y en el cual, reflexionando sobre algunas de nuestras realidades, se manifiesta la convicción de que existen otras posibilidades en la actuación cívica como:
"Renunciar a la simulación sin traspasar los marcos de la Constitución y las leyes vigentes, estudiar el pensamiento social cristiano, ir elaborando proyectos que ofrezcan soluciones a los problemas actuales, proponer vías para realizar las transformaciones necesarias a fin de alcanzar esos proyectos y trabajar porque las mismas ocurran."
A cuatro años de estas reflexiones creemos que aún rebasan las aspiraciones de participación cívica de muchos de nuestros laicos comprometidos. El renunciar a la simulación, que es vivir en la verdad, todavía parece una decisión demasiado difícil.
Tanto es así que en ocasiones, actitudes cívicas, que nos encaminan a ser protagonistas de nuestra historia contribuyendo a la restauración del tejido de la sociedad civil, y que están respaldadas por la Constitución y las Leyes, actitudes que las autoridades no han condenado, encuentran la censura de algunos hermanos que presuponen que esas leyes y Constitución no serán respetadas. Incluso les cuesta percibir cuando esas actitudes o iniciativas rebasan el marco de la política en su sentido estricto para abrirse a la política en su sentido más amplio convirtiéndose en proyecto alternativo consensual que reclama derechos fundamentales universalmente reconocidos.



6. Un proyecto cívico de participación ciudadana, común, pacífico, legal, reconciliador, inspirado en el Evangelio

6.1 Las enseñanzas y reflexiones son abundantes.
El Papa y los obispos cubanos nos han dado pautas suficientes para nuestro quehacer como laicos. Que el silencio u otras actitudes no confundan a los laicos activos en su deber de participación cívica.
Los sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos, seminaristas deben interiorizar este Magisterio y llevar a todos sus ámbitos de trabajo: la pastoral bautismal, matrimonial, catequesis, catecumenado, publicaciones, obras de misericordia, oración, este sentido social del evangelio.
Los laicos no tenemos que esperar por nuevas enseñanzas para poder asumir nuestras responsabilidades, lo que conocemos de la Biblia, del Evangelio de Jesucristo, de la Iglesia universal y de nuestra Iglesia cubana, es decir, de nuestra fe, nos urge a comprometernos en la Construcción del Reino de Dios ya y aquí.
Mencionábamos anteriormente que vivir en la verdad renunciando a la simulación, aunque no cuestionable desde el punto de vista ético, puede implicar sacrificios realmente heroicos al que quizá no todos estamos llamados, pero, ¿puede haber un primer paso en la participación cívica más sencillo y justo que pedir por los medios que la Ley permite derechos tan elementales como la libertad de expresión y asociación, libertad para desarrollar las iniciativas en la economía, la liberación de presos por causas de sus opiniones, una ley electoral más participativa y elecciones libres como propone el Proyecto Varela?

6.2 El camino de la cruz y la liberación
No todos los laicos están llamado a "ejercer un arte tan difícil, pero a la vez tan noble, cual es la política" (GS 75), en su sentido estricto, pero todos estamos llamados a participar en la política en su sentido amplio, porque en ella tenemos que actuar cada día como seres sociales que somos y ese actuar tiene que ser coherente con la fe que profesamos.
Tenemos el derecho de conocer la verdad y el deber de transmitirla y eso se aplica también al deber de preocuparnos por la sociedad en que vivimos, conocer lo que acontece realmente y asumir las actitudes que consideremos más justas.
Como nos recordaba Juan Pablo II, el camino de Jesucristo y el de sus discípulos es el camino de la cruz, siempre tenemos que cargar alguna cruz, algunos son llamados a cargar con una gran cruz y a otros les corresponde una cruz más pequeña. Cierto que no es lo mismo cuando la cruz se nos presenta sin esperarla que cuando hay que discernir una actitud que conlleva el riesgo de encontrarnos con la cruz, pero pensando en esto, encontramos curiosas algunas actitudes que temen de forma desproporcionada una de estas crucecitas sin tener en cuenta que la vida, por muchas circunstancias, nos depara a veces cruces grandes que no nos queda más remedio que asumir y para lo cual el Señor siempre nos da la fuerza necesaria.
Pensamos que ya no nos basta con conocer la Doctrina Social y el Magisterio de nuestros pastores, ni las reflexiones teóricas, es necesario conversarlo con Jesucristo en el interior de nuestros corazones.
Necesitamos la oración en toda nuestra vida y para vivir según el Evangelio nuestro compromiso con la sociedad necesitamos mucho de la oración verdadera.
Queremos terminar esta reflexión con las palabras sobre la oración que dijera en París, el 6 de febrero de 1944, el Cardenal Jules Geraud Saliege:

"...Hay un milagro que Ustedes esperan y que no se hará jamás,el milagro del restablecimiento de la patria,sin que nos cueste mucho,sin nuestro restablecimiento personal.
La religión no es magia.
La oración no es truco.
Somos responsables de nuestras acciones.
Nuestra acciones nos siguen:
Hay que cambiar hermanos,hay que cambiar.
Todo está en eso.
Que cada uno ponga orden en sí mismo."
(Temoignages 1939-1944. Nov. 1944, ed. du Tem. Chr. París).

 

 

Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001
Raúl Torralbas
(Cienfuegos) Miembro de la Comisión Justicia y Paz de la Diócesis de Cienfuegos.