"Estimular las iniciativas que puedan configurar
una nueva sociedad.
Esto significa que la Iglesia, que por razón de su misión
no puede afiliarse a ninguna opción política, debe sin
embargo animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo
u opción social, a dar su aporte cívico de modo que,
en el concierto de las diversas opiniones y contribuciones éticamente
aceptables, seamos 'capaces de crear un ambiente de mayor libertad
y pluralismo, con la certeza de que Dios los ama intensamente y permanece
fiel a sus promesas' (Juan Pablo II, discurso de despedida).
58. Ayudar a crear ese clima de nuevos valores, de una espiritualidad
profunda y de compromiso social, no está en contradicción
ni con la misión de la Iglesia ni con el carácter laico
del Estado sino que, más bien, está en coherencia con
la 'búsqueda del Reino de Dios y su justicia'(Mt. 6,33) con
lo que se irá configurando una nueva sociedad."
Un cielo nuevo y una tierra nueva, 21 de Enero de 2000.
En la continuación de la
reflexión a que nos exhortaron nuestros obispos durante el Año
del Jubileo llegamos al cuarto aspecto que señalaba Juan Pablo
II, en el primer aniversario de su visita a Cuba: "Estimular las
iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad". Al detenernos
en él encontramos una abundante cantidad de enseñanzas
pontificias, conciliares, reflexiones eclesiales, palabras de nuestros
pastores, análisis en las Semanas Sociales, que nos conducen
a una explícita interpretación de lo que significa ser
protagonistas de nuestra historia personal y social. Es como si fuéramos
acumulando razones y convicciones sin encontrar el vínculo necesario
para vivirlas en nuestras vidas cotidianas.
Tratemos de recorrer sucintamente este camino y tal vez lleguemos a
actitudes sencillas y a la vez valientes; transparentes, pero que a
veces envolvemos en la neblina de nuestros falsos intereses; actitudes
que "nos ayuden a encontrar un sentido renovado y trascendente
para nuestras vidas, acogiendo el amor divino y viendo cómo se
nos abren tantas posibilidades de realización personal y social"
(cf. Discurso de Juan Pablo II a los obispos cubanos, 6 de julio de
2001.
1. La Iglesia por razón de su misión no puede
afiliarse a ninguna opción política |
1.1 Opción política
La Iglesia no puede afiliarse a una opción política determinada,
porque una opción política, es política en su sentido
estricto, relacionada directamente con la búsqueda, ejercicio
y distribución del poder para organizar la sociedad con la finalidad
de la realización del bien común, "vínculo
natural y necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social,"
(Octogésima adveniens, 46).
Si la Iglesia se afilia a una opción política deja de
ser fiel al compromiso político de su misión, porque en
su sentido amplio, política, como realidad global, es todo lo
que condiciona que en una sociedad haya justicia y libertad, que tiene
que ver con la felicidad o desgracia de los ciudadanos. Y esto sí
es misión de la Iglesia.
1.2 Misión política de la Iglesia
La fe cristiana no da recetas para gobernar o para administrar la economía
pero sí orienta para actuar con justicia, defender la paz, respetar
las personas, ponerse del lado de los pobres, conservar la naturaleza,
es decir, convoca a participar en la construcción del Reino de
Dios desde aquí y desde ya.
A través de toda la Biblia se encuentra esta enseñanza.
El Antiguo Testamento desde el primer libro y su primer capítulo
da la clave de la dignidad de todo hombre y de toda mujer al revelar
que han sido creados a imagen y semejanza de Dios. (Génesis 1,
27). El Éxodo narra la liberación del pueblo oprimido
de Israel. Muchos salmos cantan el especial amor de Dios por los pobres
y oprimidos (Salmos 34, 72, 82, 146). Los profetas claman por la justicia
y denuncian a gobernantes y jerarcas religiosos que abusan de los pobres
o los olvidan (Isaías 1, 10-17; Amós 8,4). En el Evangelio
la Virgen María proclama la revolución histórica
ya iniciada con la encarnación del Salvador (Lucas 1,46). Jesús
anuncia por primera vez su misión como la de traer la Buena Nueva
para los pobres y proclama la liberación de los oprimidos (Lucas
4, 14-21). En el Juicio de las Naciones Jesús enseña el
gran sacramento: que El está en los que tienen hambre, los que
tienen sed, los emigrantes, los desposeídos, los que sufren enfermedades
y los que no tienen libertad (Mateo 25, 31-46). La pasión por
la justicia social está presente en las cartas de los Apóstoles
(Santiago 5, por ejemplo).
1.3 Magisterio social de la Iglesia.
El Magisterio social de la Iglesia se encuentra hoy en la Doctrina Social
de la Iglesia. Su origen es el encuentro del mensaje de Jesucristo y
sus exigencias éticas con los problemas que surgen en la vida
de la sociedad.
Aunque es a partir de la Rerum Novarum de León XIII, en 1891,
donde se forma un cuerpo doctrinal propiamente dicho; sus fuentes se
remontan al Antiguo Testamento; se centra en el Evangelio y se va enriqueciendo
durante toda la historia de la Iglesia; con los Santos Padres; los grandes
teólogos de los siglos XIII, XV y XVI; y el Magisterio de los
Papas del siglo XX.
Es decir, es una Doctrina milenaria y universal para ser interpretada
en las circunstancias de cada lugar y tiempo, que contiene principios
éticos para vivir en sociedad.
Se apoya en las ciencias modernas y se enriquece mutuamente con la experiencia
de la humanidad. Si realmente hubo momentos en la historia en que muchas
de las ideas sociales más avanzadas fueron proclamadas fuera
de la Iglesia, hoy vivimos en un mundo en el que, aunque con muchas
injusticias aún, se va conformando en consenso una creciente
riqueza de principios éticos, como por ejemplo la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre, la necesidad de un nuevo orden
económico, la democracia participativa, la defensa de la ecología.
2. La Iglesia debe animar a todos los ciudadanos a dar su aporte
cívico |
2.1 Los laicos en la Doctrina Social de la Iglesia
Sobre el aporte cívico, el compromiso social y político
de los laicos, la enseñanza de la Iglesia es precisa y abundante,
por sólo citar tres ejemplos en tres voces significativas y en
tres tiempos relativamente recientes, acudimos al Concilio Vaticano
II, a Juan Pablo II y al Comité Permanente de los Obispos Católicos
de Cuba:
Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia y el mundo
de hoy. Concilio Vaticano II, 1965:
(75) "Es menester procurar celosamente la educación cívica
y política que en nuestros días es particularmente necesaria,
ya para el conjunto del pueblo, ya, ante todo para los jóvenes,
a fin de que todos los ciudadanos puedan desempeñar su papel
en la vida de la comunidad política. Los que son, o puedan llegar
a ser, capaces de ejercer un arte tan difícil, pero a la vez
tan noble, cual es la política, prepárense para ella y
no rehusen dedicarse a la misma sin buscar el propio interés
ni ventajas materiales. Luchen contra la injusticia y la opresión,
contra la intolerancia y el absolutismo, sea de un hombre o de un partido,
obren con integridad y prudencia y conságrense al servicio de
todos con sinceridad y rectitud; más aún, con amor y fortaleza
política."
Exhortación Apostólica Post-sinodal Christifideles Laici
sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y
en el Mundo. Juan Pablo II, 1988:
(42) "...Las acusaciones de arribismo, de idolatría del
poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son
dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante,
del partido político, como también la difundida opinión
de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no
justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo
de los cristianos en relación con la cosa pública."
De la Declaración del Comité Permanente de la Conferencia
de Obispos Católicos de Cuba. 16 de Mayo de 1995:
"No propone la Iglesia un proyecto económico o político,
aunque hay laicos católicos que se adhieren a algún proyecto
y lo proponen personalmente, con todo derecho, mirando al futuro."
"Queridos católicos: si alguien puede contribuir a salvar
el alma de la Patria es el creyente en Jesucristo. Los valores del espíritu
tienen para nosotros la primacía. Si es necesario que se forje
un proyecto de vida que anime al cubano y lo haga mirar con esperanza
al futuro, nosotros debemos ser profetas y partícipes en la gestación
y puesta en práctica de ese proyecto que no se escribe en códigos,
sino en los corazones de nuestros hermanos."
Resulta evidente que el Magisterio de la Iglesia contempla como dimensión
fundamental en la vocación del laico su participación
en la vida social y política.
2.2 La Iglesia en Cuba
En los últimos quince años han existido tres hitos que
revelan la madurez de la Iglesia cubana y lo hacen de forma convincente:
-El ENEC, (1986). Que culmina la Reflexión Eclesial Cubana llevada
a cabo en todas las comunidades católicas de Cuba, marca definitivamente
una etapa en la historia de la Iglesia en Cuba.
-El amor todo lo espera, (1993). Palabras de nuestros obispos que han
sido comprendidas por una parte importante de nuestro pueblo como la
voz de los que no tienen voz y de quienes conocen los problemas del
cubano y lo expresan con valentía.
-Un cielo nuevo y una tierra nueva, (2000). Un mensaje que recoge las
enseñanzas de Juan Pablo II en su visita a Cuba y contiene un
proyecto profético. Consideramos que este mensaje después
de más de un año es poco conocido y mucho menos ha sido
interiorizado por todos sus destinatarios.
2.3 Los no laicos
Sin entrar en definiciones teóricas, nos referimos en la práctica
a los sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos y hasta otros
hermanos que por su trabajo y responsabilidades intraeclesiales están
más estrechamente vinculados a la expresión jerárquica
de la Iglesia.
No podemos criticar el trabajo tan abnegado que realizan esos nuestros
hermanos cubanos y extranjeros en la construcción del Reino de
Dios en nuestra patria. Pero es necesario exponer en este aspecto nuestra
apreciación de que en muchos casos la enseñanza de Jesucristo,
de la Iglesia Universal, de nuestros obispos, en su especifidad sociopolítica,
o no ha sido comprendida, o no ha sido interiorizada, o no han encontrado
los espacios para llevarla a la práctica. El Evangelio social
no es una parte factible de ser separada del único Evangelio
de Jesucristo ni corresponde a una vocación específica,
es para todos. Debe estar presente en la pastoral bautismal, la catequesis,
el catecumenado, los grupos de oración, el culto, las obras de
misericordia.
Aquí influye también una reflexión que todos tenemos
pendiente: la teología latinoamericana se encuentra en la avanzada
del pensamiento social cristiano, así como el compromiso social
en gran parte de la Iglesia en América Latina; los cubanos somos
latinoamericanos, pero por nuestro devenir histórico, desde la
conquista, nuestra realidad social es atípica dentro de nuestra
Patria Grande. Esto ha provocado por una parte que nuestros hermanos
del resto del continente nos vean desde su óptica global sin
comprender nuestras circunstancias particulares y que muchos de nosotros
no comprendamos bien la verdadera riqueza de esta teología y
su práctica; es necesario y urgente que conociéndola y
apreciándola en toda su riqueza, inspirados en ella analicemos
nuestra propia realidad. Consideramos que esto debe tenerse en cuenta
en la elaboración de una "teología de la liberación
y reconciliación" para Cuba que propone el Plan Global 2001-2005.
2.4 Los laicos
El interés por la Doctrina Social de la Iglesia, por la política
analizada seriamente, por un compromiso social consecuente no está
suficientemente desarrollado en los laicos en Cuba; es más, se
percibe la apatía y hasta cierto rechazo; entre los jóvenes
es posible que esta reacción se observe más intensamente.
Hemos notado cómo se repiten dos situaciones paradójicas:
una, que en la medida que aumenta el compromiso intraeclesial del laico
disminuye el compromiso político; otra, que los que no aceptan
estos compromisos tienen una visión de la realidad mucho más
negativa y desesperanzadora que aquellos más comprometidos políticamente.
El deseo de escapar al que se refiere el Mensaje "Un cielo nuevo..."
en el punto 16, está presente en forma importante en el laicado
católico, siendo sus manifestaciones más visibles la emigración
y la prioridad de las actividades intraeclesiales.
3. Debe animar a todos los ciudadanos, independientemente de
su credo u opción política |
3.1 Nuestra realidad pluralista
Lo que se puede determinar por leyes o decretos es la libertad para
la expresión pluralista, pero no el pluralismo de una sociedad
que es simplemente una realidad.
En ésta, nuestra realidad pluralista, animan nuestros obispos
en su mensaje: "...a todos los ciudadanos, independientemente de
su credo u opción social,...". Y nosotros debemos estar
conscientes de que los católicos practicantes dentro de esa realidad
somos una pequeña parte y dentro de ésta existen diferentes
niveles de compromiso.
Por otra parte no se puede valorar la influencia cristiana en nuestra
sociedad por el número de practicantes porque encontramos esta
influencia en las instituciones fraternales, espiritistas, creencias
de origen africano y agnósticos y ateos que reconocen o simpatizan
con los valores humanos del cristianismo.
Además está la fuerza propia del Evangelio y del pensamiento
social cristiano.
3.2 Respeto a la pluralidad
Como se plantea en el punto 1.1, la Iglesia no puede afiliarse a ninguna
opción política, más aún, la Iglesia, al
estimular las iniciativas, debe evitar siempre favorecer determinadas
opciones, proyectos o personas en menoscabo de los otros que también
tienen todos sus derechos, siempre que sean "éticamente
aceptables".
4. El Magisterio de Juan Pablo II en Cuba |
El "exigente y esperanzador programa de vida", que el Papa
nos enviara en su mensaje al cumplirse el primer aniversario de su visita
y que estamos estudiando, está presente desde sus primeras palabras
al llegar a nuestra Patria:
"Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia
personal y nacional." (Discurso a su llegada al Aeropuerto José
Martí. N.2. 21 de enero de 1998).
En el mensaje a los jóvenes, entregado en Camagüey les precisaba
que "nadie debe eludir el reto de la época en la que le
ha tocado vivir", reto que para nosotros no es ni el único,
ni el más difícil que han asumido los cubanos desde 1868.
"Debemos ocupar el lugar que nos corresponde con pleno derecho,
con nuestra tradición rica y grande, cuyos orígenes están
en el cristianismo" (Cf. Mensaje escrito. Camagüey, N. 4,
23 de enero de 1998). Tenemos que estar conscientes de esta realidad
a pesar de los sentimientos que pueda generar la insistencia constante
del medio en lo contrario. Esas son nuestras raíces como pueblo
y ninguna novedad extraña a ellas ha calado en su alma.
El Papa habla del "compromiso como la respuesta valiente de los
que desean ser protagonistas de su historia personal y social"
(Idem). Es insistente el llamado de Juan Pablo a ser protagonistas de
nuestra historia, es el lema de esta Semana Social y es importante que
no quede en eso, un lema, por tanto es fundamental convencernos de la
justeza de este imperativo y asumirlo no en abstracto, sino en nuestras
vidas cotidianas y nuestra realidad local, como un "compromiso
responsable en el seno de nuestras familias, en la vida de nuestras
comunidades, en el entramado de la sociedad civil" (Idem), sin
metas irrealizables, pero tampoco renunciando a las utopías que
iluminan el camino a una vida de plenitud.
Con "gran confianza en el futuro de nuestra patria, contruyámoslo
con ilusión, guiados por la luz de la fe, con el vigor de la
esperanza y la generosidad del amor fraterno, capaces de crear un ambiente
de mayor libertad y pluralismo, con la certeza de que Dios nos ama intensamente
y permanece fiel a sus promesas" (Cf. Discurso de despedida, N.
5, 25 de enero de 1998), nos decía el Papa en el aeropuerto a
la hora de partir.
Así deben conformarse nuestros ideales sociales para darle calor
y vida a los conocimientos que vamos adquiriendo en el estudio de la
doctrina Social de la Iglesia.
Por eso el Papa recordaba, en la visita del Episcopado Cubano al Vaticano
el 9 de junio de 1998:
"En mi visita a Cuba tuve la oportunidad de recordar algunos aspectos
del 'evangelio social'. Los fieles laicos deben responder con madurez,
perseverancia y audacia a los desafíos de la aplicación
de la Doctrina Social de la Iglesia a la vida económica, política
y cultural de la Nación."
El Papa sabe que este camino puede ser difícil, y en su más
reciente discurso a los obispos cubanos el pasado 6 de julio, les recuerda:
"que la cruz forma parte del camino de Cristo y del que recorren
sus discípulos." Párrafos antes había manifestado
que "no hay que dejarse vencer por el desánimo ante esa
ardua tarea, aún cuando su voz (la de los Pastores) sea la única
o sean 'signos de contradicción' (Cf Lc 2, 34). Aunque no se
desean enfrentamientos, la Iglesia es consciente de que los proyectos
del Señor no siempre coinciden con los criterios del mundo sino
que, a veces, incluso los contradicen."
5. Semanas Sociales Católicas |
Repasemos un poco sobre lo que hemos venido reflexionando en las Semanas
Sociales en los últimos diez años.
En las Semanas Sociales, desde 1991, se expresa como una constante la
necesidad de la participación cívica y política
del laico.
En la Semana social del Cobre, en 1997, en la conferencia "Libertad
y Responsabilidad en Cuba", el ingeniero Dagoberto Valdés
hacía referencia a la profunda vinculación que tenía
la misma con las presentadas en las dos Semanas anteriores, de 1991
recordaba cuatro necesidades que mantenían toda su vigencia,
citamos la tercera: "la necesidad de una participación cívica
y política más libre y responsable". (Memorias pág.
47).
De la siguiente recordaba: "... presentamos otra dimensión
del problema: que cada ciudadano debe encontrar aquellos espacios organizados,
y autónomos con relación al Estado, donde puedan experimentar
el pluralismo y la participación cívica y política
en el entramado de la sociedad civil que debemos reconstruir para asegurar
que en el futuro de Cuba aparezca una democracia verdaderamente participativa."
(ídem).
En la conferencia citada, en el punto 7, del aspecto III, reflexionando
sobre los derechos humanos, entre otros exponía: "A los
derechos económicos corresponden las libertades de autogestión,
de libre empleo, de participación en la organización de
empresas en sus ganancias y en su administración." "...A
los derechos de reunión y asociación corresponden las
libertades civiles de organizarse con independencia del Estado y de
los partidos;" . "Al derecho de intervenir en la vida pública
corresponden las libertades políticas de elecciones libres".
En la pasada Semana Social en Matanzas, Dagoberto en su ponencia "Participación
ciudadana y reconciliación nacional", reafirmaba y ampliaba
esta línea de pensamientos y en Sugerencias para el Estado señalaba:
"Conceder la amnistía política y reincorporación
de desplazados por razones políticas, religiosas, económicas,
etc." (Memorias pág. 77). Plenamente insertada en la línea
de acción 3 de Promoción Humana del Plan Global.
En este contexto de las Semanas Sociales Católicas de Cuba queremos
recordar el mensaje presentado por la Comisión Justicia y Paz
de Cienfuegos, en la Semana del Cobre en 1997, Una inquietud y en el
cual, reflexionando sobre algunas de nuestras realidades, se manifiesta
la convicción de que existen otras posibilidades en la actuación
cívica como:
"Renunciar a la simulación sin traspasar los marcos de la
Constitución y las leyes vigentes, estudiar el pensamiento social
cristiano, ir elaborando proyectos que ofrezcan soluciones a los problemas
actuales, proponer vías para realizar las transformaciones necesarias
a fin de alcanzar esos proyectos y trabajar porque las mismas ocurran."
A cuatro años de estas reflexiones creemos que aún rebasan
las aspiraciones de participación cívica de muchos de
nuestros laicos comprometidos. El renunciar a la simulación,
que es vivir en la verdad, todavía parece una decisión
demasiado difícil.
Tanto es así que en ocasiones, actitudes cívicas, que
nos encaminan a ser protagonistas de nuestra historia contribuyendo
a la restauración del tejido de la sociedad civil, y que están
respaldadas por la Constitución y las Leyes, actitudes que las
autoridades no han condenado, encuentran la censura de algunos hermanos
que presuponen que esas leyes y Constitución no serán
respetadas. Incluso les cuesta percibir cuando esas actitudes o iniciativas
rebasan el marco de la política en su sentido estricto para abrirse
a la política en su sentido más amplio convirtiéndose
en proyecto alternativo consensual que reclama derechos fundamentales
universalmente reconocidos.
6. Un proyecto cívico de participación ciudadana,
común, pacífico, legal, reconciliador, inspirado en
el Evangelio |
6.1 Las enseñanzas y reflexiones son abundantes.
El Papa y los obispos cubanos nos han dado pautas suficientes para nuestro
quehacer como laicos. Que el silencio u otras actitudes no confundan
a los laicos activos en su deber de participación cívica.
Los sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos, seminaristas
deben interiorizar este Magisterio y llevar a todos sus ámbitos
de trabajo: la pastoral bautismal, matrimonial, catequesis, catecumenado,
publicaciones, obras de misericordia, oración, este sentido social
del evangelio.
Los laicos no tenemos que esperar por nuevas enseñanzas para
poder asumir nuestras responsabilidades, lo que conocemos de la Biblia,
del Evangelio de Jesucristo, de la Iglesia universal y de nuestra Iglesia
cubana, es decir, de nuestra fe, nos urge a comprometernos en la Construcción
del Reino de Dios ya y aquí.
Mencionábamos anteriormente que vivir en la verdad renunciando
a la simulación, aunque no cuestionable desde el punto de vista
ético, puede implicar sacrificios realmente heroicos al que quizá
no todos estamos llamados, pero, ¿puede haber un primer paso
en la participación cívica más sencillo y justo
que pedir por los medios que la Ley permite derechos tan elementales
como la libertad de expresión y asociación, libertad para
desarrollar las iniciativas en la economía, la liberación
de presos por causas de sus opiniones, una ley electoral más
participativa y elecciones libres como propone el Proyecto Varela?
6.2 El camino de la cruz y la liberación
No todos los laicos están llamado a "ejercer un arte tan
difícil, pero a la vez tan noble, cual es la política"
(GS 75), en su sentido estricto, pero todos estamos llamados a participar
en la política en su sentido amplio, porque en ella tenemos que
actuar cada día como seres sociales que somos y ese actuar tiene
que ser coherente con la fe que profesamos.
Tenemos el derecho de conocer la verdad y el deber de transmitirla y
eso se aplica también al deber de preocuparnos por la sociedad
en que vivimos, conocer lo que acontece realmente y asumir las actitudes
que consideremos más justas.
Como nos recordaba Juan Pablo II, el camino de Jesucristo y el de sus
discípulos es el camino de la cruz, siempre tenemos que cargar
alguna cruz, algunos son llamados a cargar con una gran cruz y a otros
les corresponde una cruz más pequeña. Cierto que no es
lo mismo cuando la cruz se nos presenta sin esperarla que cuando hay
que discernir una actitud que conlleva el riesgo de encontrarnos con
la cruz, pero pensando en esto, encontramos curiosas algunas actitudes
que temen de forma desproporcionada una de estas crucecitas sin tener
en cuenta que la vida, por muchas circunstancias, nos depara a veces
cruces grandes que no nos queda más remedio que asumir y para
lo cual el Señor siempre nos da la fuerza necesaria.
Pensamos que ya no nos basta con conocer la Doctrina Social y el Magisterio
de nuestros pastores, ni las reflexiones teóricas, es necesario
conversarlo con Jesucristo en el interior de nuestros corazones.
Necesitamos la oración en toda nuestra vida y para vivir según
el Evangelio nuestro compromiso con la sociedad necesitamos mucho de
la oración verdadera.
Queremos terminar esta reflexión con las palabras sobre la oración
que dijera en París, el 6 de febrero de 1944, el Cardenal Jules
Geraud Saliege:
"...Hay un milagro que Ustedes esperan y que no se hará jamás,el
milagro del restablecimiento de la patria,sin que nos cueste mucho,sin
nuestro restablecimiento personal.
La religión no es magia.
La oración no es truco.
Somos responsables de nuestras acciones.
Nuestra acciones nos siguen:
Hay que cambiar hermanos,hay que cambiar.
Todo está en eso.
Que cada uno ponga orden en sí mismo."
(Temoignages 1939-1944. Nov. 1944, ed. du Tem. Chr. París).