S.E. Mons. Pedro Claro Meurice Estiú
Arzobispo de Santiago de Cuba y Presidente de la
Comisión Episcopal Justicia y Paz
C U B A
Señor Arzobispo:
1. Su Santidad Juan Pablo II que guarda en su corazón un recuerdo
imborrable de su Visita pastoral a esa querida Isla, desea enviar a
los organizadores y participantes en la VIII Semana Social Católica
de Cuba, su cordial saludo junto con los mejores augurios de un feliz
desarrollo y una fructuosa aplicación de los estudios que, a
la luz de la enseñanza social de la Iglesia, realizarán
en la diócesis de Cienfuegos, del 10 al 13 del presente mes.
Al inicio de aquel inolvidable Viaje apostólico, el Santo Padre
lanzó un mensaje que anticipaba lo que sería el eje primordial
de sus enseñanzas en Cuba, sintiéndose muy solidario y
cercano a sus aspiraciones y legítimos deseos. "Quiera Dios
-decía- que esta Visita sirva para animarlos a todos en el empeño
de poner su propio esfuerzo para alcanzar esas expectativas con el concurso
de cada cubano y la ayuda del Espíritu Santo. Ustedes son y deben
ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional"
(Saludo en el Aeropuerto, 2).
Estas palabras han sido escogidas por la Comisión Nacional de
Justicia y Paz de Cuba como tema central de la VIII Semana Social, la
cual se inscribe en la tradición de esa amada Iglesia local que
comenzó estos encuentros de estudio y reflexión social,
precisamente en esa diócesis cuando, hace 63 años, unos
fieles laicos muy comprometidos con la Iglesia y la Patria, con la bendición
y el apoyo de la jerarquía católica, celebraron la I Semana
Social en Sagua La Grande.
2. Con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, el Episcopado
cubano, haciendo suyas las enseñanzas del Papa, publicó
el Mensaje pastoral Un cielo nuevo y una tierra nueva con el que exhortaba
a los laicos católicos a llevar a la práctica cotidiana,
y a traducir en un compromiso vital, aquel llamado del Santo Padre a
"ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional".
Este protagonismo, cuando se inspira en el Evangelio, tiene como raíz
profunda el misterio de la Encarnación, acontecimiento central
de la historia y cuyo bimilenario hemos celebrado el año pasado.
La grave responsabilidad cristiana de asumir dicho protagonismo histórico
no es excluyente, sino que convoca a la cooperación y a la solidaridad
entre los hijos de un mismo pueblo, sin discriminaciones por las creencias,
las opciones políticas o ideológicas. Por eso los cristianos
intentan vivir un protagonismo que es, al mismo tiempo, personal y comunitario;
que libera de las ataduras y opresiones al mismo tiempo que reconcilia
y establece lazos de fraternidad.
3. Las Semanas Sociales Católicas deben ser, "laboratorios
culturales" donde se elabore y aplique un pensamiento cristiano
que "sea adecuado a la complejidad de los actuales problemas sociales
y a la dificultad implícita en la obra de discernimiento de los
mismos. Por tanto, un perfil cultural "alto", alcanzado por
una fecunda referencia a !as ciencias sociales, tendrá una influencia
positiva sobre esta obra y sobre las actividades formativas y de orientación
socio-politica de los cristianos." (I Encuentro de Responsables
de Semanas Sociales, Roma 1995, n. 4, a).
En dichas Semanas los laicos católicos deben encontrar no sólo
la ocasión para expresar su pensamiento y traducir a su propia
cultura el permanente mensaje del Evangelio, sino que deben elaborar,
en espíritu de comunión y con el debido respeto a la diversidad
de opiniones y de opciones, inherentes a las cuestiones sociales y políticas,
aquellas "iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad,
tal como lo propuso el Papa en su Mensaje al Episcopado cubano en el
primer aniversario de su Visita a Cuba. De esta forma, dichas Semanas
contribuirán tanto a la evangelización de la cultura como
a una adecuada inculturación del Evangelio, para que éste
pueda "alcanzar y transformar los criterios de juicio, los valores
determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento,
las fuentes inspiradoras y los modelos de vida" de la nación
en la que los cristianos están llamados a ser "luz, sal
y fermento" (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 19).
4. Es propio de estos eventos eclesiales su carácter eminentemente
laical, su dimensión antropológica y su adhesión
irrenunciable al magisterio de los Pastores. Su alto nivel académico
no debe ser obstáculo para que se ofrezca una presentación
clara del pensamiento cristiano y unas líneas de acción
eficaces, asequibles y viables, que sean comprensibles para todos, creyentes
o no, pastores y fieles, autoridades y sociedad civil.
En ese sentido, es de desear que los participantes tengan muy presentes
las enseñanzas del Santo Padre al pueblo cubano y, de manera
especial, las dirigidas a los Obispos en su reciente visita ad límina.
En ellas les recordaba que "los hombres y mujeres de Cuba han de
saber encontrar un sentido renovado y trascendente para sus vidas, acogiendo
el amor divino y viendo cómo se abren ante ellos posibilidades
de realización personal y social. La fe en Jesucristo, lo saben
bien, actúa en el ser humano de modo totalmente diferente a las
ideologías que son caducas y consumen las energías de
los hombres y de los pueblos con metas intrahumanas, muchas de ellas,
además, inalcanzables. Por eso es cada vez más urgente
presentar la riqueza insondable de la espiritualidad cristiana en estos
comienzos del nuevo milenio, ante un mundo cansado de las viejas ideologías,
las cuales, al perder su atractivo inicial, han dejado en muchos un
vacío profundo y una falta de sentido de la vida" (Discurso
a los Obispos cubanos, 6/7/2001, 4).
5. Los laicos católicos, en comunión con sus Pastores,
no deben temer hacerse presentes en la sociedad actual y en su contexto
histórico, para proponer sus propias iniciativas, inspiradas
en la enseñanza social de la Iglesia. Hacerlo así, aunque
difieran de otras opciones, no debe ser motivo para descalificarlos
o discriminarlos, ni tampoco obstáculo para ignorarlos en un
debate público plural y libre.
Esta VIII Semana Social Católica de Cuba ha de contribuir con
su reflexión y propuestas concretas a la educación de
las conciencias en la libertad y la responsabilidad, así como
a la defensa y promoción de los derechos humanos. Sobre este
aspecto el Papa decía en la mencionada visita ad limina: "Deseo
recordar que tales derechos deben ser considerados integralmente, desde
el derecho a la vida del niño aún no nacido, hasta la
muerte natural, sin que pueda excluirse ningún derecho individual
o social, ya sean los derechos a la alimentación, a la salud,
a la educación, ya sean los derechos a ejercer las libertades
de movimiento, de expresión o de asociación" (ibíd.,
6).
6. En estos momentos en los que la construcción de un futuro
más digno para las personas y los pueblos es cada día
más urgente, el Santo Padre exhorta a los fieles laicos de esa
Nación a no escatimar esfuerzos para que en ella prevalezca la
cultura de la vida, la salvaguardia de la libertad y un sentido de la
existencia humana rico de valores éticos y abierto a la transcendencia.
Asimismo, espera que Cuba, en las actuales circunstancias, pueda dar
al mundo un ejemplo de reconciliación, de justicia y de paz,
y que, al mismo tiempo, su Iglesia pueda mostrar también un signo
de esperanza creíble y concreta para la vida de su pueblo.
Como prenda de esta firme confianza, que brota de la Cruz de Cristo
y de su gloriosa Resurrección. Su Santidad otorga de corazón
a los organizadores, participantes y destinatarios de esta VIII Semana
Social Católica de Cuba, una especial Bendición Apostólica.
Al unir mi plegaria personal y desear los mejores frutos para todos,
aprovecho esta ocasión para reiterarle, Señor Arzobispo,
los sentimientos de mi fraterno afecto en Cristo.