Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001


CENTENARIO DE LA REPÚBLICA

 

EL TRATADO DE RECIPROCIDAD COMERCIAL DE 1903

PEDRO PABLO ARENCIBIA CARDOSO

 

 

TRC, ENMIENDA PLATT Y REPÚBLICA

DIFERENTES VALORACIONES SOBRE EL TRC

DIFERENTES VALORACIONES DE SANGUILY SOBRE EL TRC

CUBA Y SUS HERMANAS EN AQUELLOS LEJANOS TIEMPOS

CIERTOS ASPECTOS DE LA ECONOMÍA EN EL PRIMER CUARTO DE SIGLO

SITUACIÓN ANTES DEL TRATADO

BENEFICIOS QUE PROPORCIONÓ EL TRC A LOS EE.UU.

IMPORTANCIA Y EFECTOS DEL TRC EN EL DESARROLLO ECONÓMICO DE CUBA

PRODUCTOS NORTEAMERICANOS QUE NO PUDIERON DESPLAZAR DEL GUSTO CUBANO A LOS DE OTRAS PROCEDENCIAS

EL TRC Y EL CRECIMIENTO EXTENSIVO DE LA ECONOMÍA EN ESTOS AÑOS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Manuel Sanguily

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La palabra "dependencia" es, en cierto modo,
impropia. La dependencia de cada país respecto de los otros significa la interdependencia de todos.
Colección Moderna de Conocimientos
Universales, Comercio, 1928

En memoria de las víctimas del abominable crimen del World Trade Center.



El Tratado de Reciprocidad entre Cuba y Estados Unidos (TRC) de 1903 desempeñó, durante aproximadamente veinticinco años un importante papel, no pocas veces exagerado, en la economía y las relaciones comerciales de la primera república cubana. Sobre este importante tratado, sus características y consecuencias tratará este artículo. Deseo aclarar antes de comenzar, que no considero, en general, la dependencia y la independencia económica de un estado como la existencia o no de una subordinación económica de un estado con respecto a otro, sino diferentes estrategias para alcanzar su desarrollo. En el siglo XIX Inglaterra y Alemania utilizaron respectivamente la dependencia y la independencia económica como modelos económicos para alcanzar un mayor desarrollo; ambas lo alcanzaron pese a que, por ejemplo, Inglaterra pasó de ser un productor de los alimentos que consumía a principios de ese siglo, a un país importador de los mismos. La independencia económica es muy difícil, por no decir imposible, que se presente de manera ortodoxa en los tiempos actuales.
En el presente trabajo y pese al exergo que lo encabeza y el hecho que la debatida teoría de la dependencia e independencia económica es algo ya superado, el significado del concepto de dependencia económica utilizado en él, es el que usualmente se ha empleado en Cuba, el cual está asociado a cierta subordinación e inferioridad en las relaciones comerciales.

TRC, Enmienda Platt y República


La aceptación de la Enmienda Platt por la Asamblea Constituyente el 12 de junio de 1901, la instauración de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902 y el Tratado de Reciprocidad Comercial (TRC) en 1903, fueron, según criterios de diferentes historiadores, las premisas jurídicas, económicas y políticas sobre las cuales se establecieron y desarrollaron las nuevas inversiones norteamericanas, pues proporcionaron la garantía de un clima estable y favorable para las inversiones.
El TRC presentó ciertas diferencias con respecto a la Enmienda Platt:
-Fue posterior a la instauración de la República y no fue impuesto, ya que fue inicialmente discutido y firmado por los Gobiernos de ambos países y posteriormente aceptado. Este tratado fue firmado el 11 de diciembre de 1902 y aprobado por el Senado de los Estados Unidos el 19 de marzo y por el Senado de Cuba el 11 y 28 de marzo de 1903; posteriormente, el 19 de noviembre, el Congreso de los Estados Unidos de América aprobó el mencionado Tratado por 335 votos contra 21.
-No tenía un carácter permanente ni de largo plazo, inicialmente estaría vigente durante cinco años, y después, se consideraría prorrogado de año en año, mientras que no lo denunciara alguna de las partes contratantes, pues así aparecía explícitamente estipulado en los artículos X y XI de ese tratado:
Artículo X
" ......... Y asimismo, ha de entenderse y por el presente se conviene, que si en cualquier tiempo, mientras rija el presente Tratado, siempre que haya transcurrido un (1) año de estar en vigor, la protección que se concede a los productos y mercancías de los Estados Unidos, basada en los actuales tipos de adeudo del Arancel hoy vigente en la República de Cuba, resultase excesivos, a juicio del Gobierno de la República de Cuba, por haberse adoptado en éste un nuevo arancel, después de estar en vigor este Tratado, la expresada República de Cuba podrá iniciar negociaciones, con el propósito de que se hagan aquellas modificaciones que se estimen justas y equitativas por ambas partes contratantes. "
Artículo XI
" El presente Tratado será ratificado por las autoridades competentes de los respectivos países, y las ratificaciones serán canjeadas en Washington, Distrito de Columbia, Estados Unidos de América, tan pronto como sea posible, antes del treinta y uno de enero de mil novecientos tres; empezando a regir el décimo día después del canje de las ratificaciones y continuará vigente por el término de cinco (5) años a contar desde el día que empiece a regir, y después de año en año hasta que una de las partes contratantes notifique a la otra su propósito de darlo por terminado; en este caso el Tratado sólo estará vigente hasta que haya transcurrido un año desde la fecha de dicha notificación.
Esta Convención no empezará a regir hasta que no haya sido aprobada por el Congreso." ( Pichardo, 216)
El Tratado, y esto es muy importante, no prohibía las inversiones de otros países en Cuba ni el establecimiento de otros tratados de reciprocidad con otros países.
José Miguel Gómez en su gobierno, 1909-1913, dio facilidades de inversión al capital español y al capital británico entre otros. El capital británico, por ejemplo, ascendió de 60 millones en 1909 a 216 millones en 1913. En una carta de José Miguel Gómez a Gonzalo de Quesada del 9 de febrero de 1909, éste le pidió a Gonzalo de Quesada que realizara una misión especial para promover relaciones comerciales con los países europeos. En 1906 las inversiones norteamericanas ascendían aproximadamente a 160 millones.
No es ocioso señalar que la robustez de la economía de un país radica más que en su comercio exterior, en la fortaleza de su mercado interno; y que si bien las inversiones extranjeras no han provocado por sí solas el crecimiento económico adecuado de un país (Pino, 16), sí han servido en ocasiones de catalizador que ha favorecido el desarrollo de la economía interna nacional. Las inversiones extranjeras en los primeros años de la República fueron el catalizador del posterior desarrollo económico nacional que tuvo el país y el impulso que hizo resurgir, por segunda vez después de una devastadora guerra, al empresariado nacional y con ello mostrar al mundo las dotes y las iniciativas del oriundo de esta tierra para crear riquezas mediante el esfuerzo perseverante y el estímulo de sentir tangiblemente el fruto de su trabajo.

 

Diferentes Valoraciones sobre el TRC

 


El saldo de las consecuencias del TRC sobre la entonces flamante República de Cuba ha sido valorado con signos diferentes por determinados especialistas.
El TRC reafirmaba, según algunos historiadores y economistas cubanos de nuestros días, la condición de país monocultor para Cuba y establecía una negativa dependencia económica con Estados Unidos que se reflejaba en contra de su desarrollo económico. Tampoco es ocioso señalar que fue una decisión libre de la oligarquía criolla habanera de finales del siglo XVIII la iniciativa de incrementar de manera sustancial la producción azucarera, decisión que en pocos años deformó estructuralmente la economía del país; aunque ya desde el mismo año 1792, año en que se presentó la iniciativa por Francisco de Arango y Parreño, había criollos opuestos a la misma. Esa temprana oposición se debió tanto a razones económicas como a posiciones antiesclavistas procedentes del Iluminismo francés.
La necesidad y la importancia que se tenía de obtener la independencia económica de Cuba podemos plasmarlas mediante las siguientes palabras de Enrique José Varona, escritas en 1915:
" ... Hemos asegurado la independencia política de la patria. Es un gran deber que hemos cumplido. Nos falta otro. Asegurar por el trabajo bien dirigido la independencia económica del cubano; con ésta, y sólo con ésta, se afianza la otra. Y cuando se cimenta con sangre una obra, hay que poner además todos los medios para que perdure." (Pichardo, 390 y 391 )
La doctora Hortensia Pichardo en su introducción a la transcripción fiel e íntegra del TRC plantea y argumenta su valoración negativa con respecto al mencionado Tratado:
"El propósito fundamental del gobierno de los Estados Unidos al intervenir en la guerra de Cuba, era el dominar la economía del país, por lo cual uno de sus primeros actos, después de instaurada la República, fue la imposición de un Tratado Comercial entre ambos países.
Claramente expuso los fines del Tratado el Presidente Roosevelt en su mensaje al Congreso, en diciembre de 1902:
´ Insisto en aconsejar el planteamiento de la reciprocidad con Cuba, no sólo por favorecer eficacísimamente nuestros intereses, dominar el mercado cubano, e imponer nuestra supremacía en todas las tierras y mares tropicales que se hallan al sur de nosotros...´
El Tratado favorecía muy poco a Cuba, pues sólo estipulaba la rebaja del 20% al azúcar y a algunos otros productos cubanos al entrar en los Estados Unidos.
En cambio, los productos norteamericanos se veían favorecidos en las aduanas cubanas con una rebaja de un 20, 25, 30 y hasta un 40% en muchísimos artículos, como puede apreciarse en el cuadro que se ofrece después del Tratado. " ( Pichardo, 212)
Por otra parte, Julián Alienes - economista que encabezó la escuela del pensamiento económico cubano de los años cuarenta y cincuenta - opinaba de manera diferente, pues planteaba que los efectos negativos del TRC y de los mecanismos económicos de apropiación del excedente cubano, tendrían a desvanecerse ante los saldos favorables de nuestra balanza comercial con Estados Unidos y el precio del azúcar en los años que corren entre 1900 y 1920. Alienes planteaba además que el TRC presentó efectos estimulantes para la producción azucarera y la economía cubana en general hasta bien entrada la década de 1920. Según Alienes la posibilidad de encontrar un mercado seguro para el azúcar y el tabaco era algo muy atractivo a los intereses generales del país.
El efecto favorable de los saldos de nuestra balanza comercial radicaba, entre otros aspectos, en que dado el volumen muy superior de las importaciones procedentes de Cuba por parte de los E.U., las pérdidas en las recaudaciones de la Aduana cubana por los aranceles especificados en el Tratado, sería solamente el 25% de las pérdidas sufridas por la Aduana norteamericana por ese mismo concepto, aunque, según O.Zanetti, esas pérdidas vistas desde un punto de vista proporcional con relación al ingreso total de cada país, Cuba se vería afectada con unas pérdidas que triplicaban las norteamericanas (Zanetti,.49). Esta última parte del análisis no tiene en cuenta que en febrero de 1904, como bien aparece en ese mismo artículo, el gobierno de Don Tomás Estrada Palma aplicó recargos en casi todos los adeudos del arancel para compensar en cierta medida las pérdidas de los ingresos aduanales por el TRC con los Estados Unidos; también en agosto de 1904 mediante el decreto 44 se tomaron medidas similares (Marqués, 57). No debemos tampoco perder de vista que la naciente república cubana carecía de la liquidez necesarias para desarrollar su gestión económica.
El Dr. Jorge Ibarra en contra de la apreciación de Alienes y citando un trabajo de John Dumoulin de la revista cubana "Economía y Desarrollo", plantea en su obra citada en la bibliografía, que el ingreso real percápita hasta 1918 no fue del 2.5% sino del 1% pues, según Dumoulin, Alienes no había tenido en cuenta las llamadas exportaciones invisibles del capital. También Ibarra plantea que Germán Walter del Río, Secretario de Hacienda en 1937, se había percatado de que el saldo favorable de la balanza comercial era absorbido completamente por las llamadas exportaciones invisibles del capital.
Dadas las discrepancias de carácter teórico, retornemos a los primeros años de la República para analizar con más elementos prácticos de aquella época, los efectos del TRC.

 

Diferentes valoraciones de Sanguily sobre el TRC

 


El 25 de octubre de 1911, Manuel Sanguily, Secretario de Estado de Cuba, le comunicó al Embajador norteamericano en Cuba el interés de Cuba de que se prolongase por otros cinco años el Tratado y en " entrar en negociaciones con vista a la modificación del Tratado en el sentido de promover mayores ventajas a algunos productos americanos y para nuestros azúcares y tabacos". Esta solicitud era producto de la reclamación de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cuba ante el presidente José Miguel Gómez por el temor de que E.U. renunciara en cualquier momento al Tratado y el objetivo cubano de obtener "ventajas adicionales de ser posible para la parte cubana"; aunque esa solicitud también se debía, según plantea el Dr. Ibarra, al temor de una reducción de la cuota azucarera cubana. Esa solicitud de prorrogar el TRC se realizó sobre la base de los ya citados artículos X y XI de dicho tratado.
La anterior petición de Sanguily, en época tan temprana de nuestra historia republicana, muestra que el Tratado presentaba pingües beneficios para las clases que con sus pequeñas o grandes inversiones creaban y desarrollaban nuestra economía. A las palabras de petición de prórroga del TRC por parte de Sanguily se les puede añadir las que pronunció, también como ministro de Estado, en el teatro Polyteama:
" Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya sólo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los imcomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía" (Ibarra, 312)
Sanguily había sido en su momento el más destacado de los muy escasos opositores al TRC en el Senado Cubano. En aquel entonces Sanguily planteó, en esencia, que rechazaba al TRC porque en el orden de la justicia no había verdadera reciprocidad, en el orden económico no había inspiración científica y, sobre todo, porque en el orden moral, en el social y en el de la conciencia patriótica, el Tratado no era equitativo y estaba lleno de peligros (Costa, 107). En aquel entonces el mayor defensor que tuvo el TRC en el Senado cubano fue el elocuente Antonio Sánchez Bustamante. Bustamante planteaba que el TRC reafirmaba a Cuba como república desde un punto de vista internacional, así como a su estabilidad mercantil; también planteó que el TRC reafirmaba la riqueza y el bienestar de las clases populares y el fomento de la inmigración tan necesaria para el país.
Algunas personas podrían pensar que Sanguily había traicionado o perdido parte de sus capacidades intelectuales al solicitar la renovación del TRC, pero lo que realmente había sucedido era que los hechos le mostraban palmariamente a Sanguily, que en esos momentos el TRC era beneficioso para desarrollar nuestro país.


Cuba y sus hermanas en aquellos tiempos lejanos

 


En el artículo "Cuba y sus hermanas" de Don Fernando Ortiz, publicado por primera vez en 1913 y presente en su libro "Psicología Tropical", en el cual se analiza la economía en Cuba entre 1909-1910 (a escasos 12 años de finalizada una devastadora guerra), se muestra que entre las 20 repúblicas latinoamericanas de aquel entonces, Cuba ocupaba el primer lugar en importación por habitante con 47.95 dólares y el primer lugar en exportación por habitante con 70.30 dólares, para un saldo positivo de 22.35 dólares por habitante. Por esta razón el sabio cubano escribió en ese artículo:
" El cuadro número tres es consolador y digno de nota, como lo es el siguiente número cuatro. Ellos bastan, para echar por tierra la ruin leyenda de la haraganería cubana, cuando Cuba es la que demuestra, entre todas las naciones hermanas, mayor capacidad comercial"
Ya desde el comienzo del siglo XX, Cuba presentaba saldos positivos entre las exportaciones y las importaciones (balanza comercial); esto puede observarse en la página 410 del Anuario Estadístico de Cuba de 1988 publicado por el Comité Estatal de Estadísticas de Cuba.
La balanza comercial con Estados Unidos durante los años fiscales de 1905 a 1913, aparece en la tabla.
Para valorar, en cierto sentido, el efecto resultante que tuvieron el TRC y las otras disposiciones legales de carácter arancelario que se tomaron para incrementar las entradas aduanales por parte del gobierno cubano en ese período inicial de la República, es bueno conocer los siguientes datos:
En el año 1900 (o sea, antes del TRC), Cuba tenía una población de 1 572 797 habitantes, una importación de 66 623 845 $/oro, superior a la exportación de 49 015 815 $/oro. En el cuatrienio 1900-1904 la importación promedio fue de 67 357 400 pesos anuales y la exportación promedio de 72 811 500 anuales; en particular en el año fiscal de 1904-1905 el valor de las importaciones ascendió a 92 957 000 y las exportaciones a 101 166 000. Los ingresos de la República en el año fiscal de 1903-1904 habían sido de $ 23 080 930, y de ellos $18 299 470 (79%) correspondían a las recaudaciones aduanales ( el Estado antes de 1959 no era dueño de los medios de producción). La situación financiera de la República ( o sea, del Estado cubano ) en el año fiscal 1905-1906 fue la siguiente: ingreso de 19 699 850 dólares, de los cuales 17 862 000 (91%) se obtuvieron de la recaudación de aduanas, y un gasto de 19 138 104 dólares; de los gastos, 9 millones (47%) se invirtieron en instrucción ( educación ) y obras públicas y aproximadamente 8 millones (42%) en administración y hacienda. En el año fiscal 1906-1907 los ingresos y egresos fueron aproximadamente de 24 y 21.7 millones respectivamente. En 1910 Cuba tenía una población de 2 028 282 habitantes, una importación de 107 959 200 $/oro y una exportación de 151 270 555 $/oro. Los ingresos y gastos durante el año de 1910 fueron respectivamente de 41 614 694 y 40 593 392 dólares; la recaudación de Aduanas fue de 24 838 030. En 1916 Cuba tenía una población de 2 627 536 habitantes, una importación de 155 448 233 $/oro y una exportación de 254 291 763 $/oro. (DEHA Tomo XXVI, 748-749 y Apéndice: Estos últimos años, 408).

 

Ciertos aspectos de la Economía en el primer cuarto de siglo

 


El economista e historiador Oscar Pino Santos en su obra "El Imperialismo Norteamericano en la Economía Cubana", publicada en 1957, al analizar la economía del casi primer cuarto de siglo republicano, planteó:
" El incremento en el ingreso nacional que de todas maneras debió experimentar Cuba entre 1902 y 1925, determinado por el auge en las inversiones azucareras, dio lugar a la creación de algunos ahorros en ciertas clases de la población, independientemente de los ahorros que emigraban al exterior por la vía de las remisiones de las compañías extranjeras que controlaban el azúcar, los servicios públicos y otras empresas."(Pino, 45)
Y agregó más adelante:
" Fue surgiendo así un empresario nacional incipiente, que hacía extraordinarios esfuerzos por arrebatar a las mercancías importadas algunos fragmentos del mercado nacional."(Pino, 45)


AÑOS FISCALES IMPORTACIÓN ($) EXPORTACIÓN ($)
1905-1906 47 763 688 84 979 831
1906-1907 49 305 274 97 441 690
1907-1908 47 161 306 83 284 692
1908-1909 43 913 356 96 722 193
1909-1910 52 858 758 122 528 037
1910-1911 60 709 062 110 309 468
1911-1912 62 203 051 120 154 326
1912-1913 70 581 154 126 088 173

 

Para finalmente citar a economistas y personalidades de la época :
Daniel Compte:
" En el curso de los 26 años que lleva de vigencia este Arancel ha habido tiempo sobrado para medir y pesar toda la resistencia que ha sido capaz de ofrecer a los más entusiastas empeños de la industria, y provoca una legítima admiración al observar en algunos casos cómo, a pesar de las enormidades que le han cerrado el paso, han logrado establecerse, arraigar y consolidarse determinadas empresas industriales"(Pino, 46)
Comandante Enrique Recio Agüero:
" No se explica cómo nuestro país ha podido desenvolver su propia riqueza, resistiendo a las grandes crisis económicas mundiales que han sobrevenido a todos los países, teniendo en cada una de sus Aduanas, en cada uno de sus puertos, en vez de una salvaguardia a sus propios intereses nacionales los preceptos de un código estrangulador de la agricultura y de la industria cubana" (Pino, 46)
En un artículo recientemente publicado y al hacer un estudio comparativo sobre la situación empresarial cubana en esa época, la profesora María Antonia Marqués Dolz plantea algo sumamente interesante si tenemos en cuenta los años que llevaba cada país como república independiente:
" Tampoco la situación empresarial cubana difería de la vivida por los restantes países de América Latina, receptores de la ´emigración europea en masa´. Hacia 1927, el 45% de la industria en Cuba estaba en manos de ciudadanos españoles; pero en 1908 los inmigrantes poseían el 60% de las industrias establecidas en Uruguay, y en 1914, dos tercios de los empresarios industriales en Argentina habían nacido en el extranjero." (Marqués, 61)
Y anteriormente, al hacer una perspectiva comparada con algunos países latinoamericanos, había señalado:
"... Si tenemos en cuenta que en 1913 Cuba era el país de América Latina con un mayor consumo per cápita de alimentos importados y que todavía en 1927 los bienes de consumo abarcaban el 65% de sus importaciones, nos inclinaríamos a comparar la situación de la industria cubana con la de Honduras o Guatemala, pero el desarrollo de la manufactura en esos países era más incipiente que en la Isla.
Tampoco podemos parangonar la situación industrial de Cuba con la del cono sur, pues en la Isla la contribución industrial a la renta nacional, estimada de forma preliminar entre 11 y 13% para inicios de la década de 1920, era inferior a la de Argentina, con un 18%, o la que alcanzaba Chile, ligeramente por encima del 20%. Sin embargo, la cubana no era una contribución desdeñable si tomamos en consideración que en México la industria representaba un 14% del ingreso en 1925, y que Colombia tuvo que esperar a 1941 para que esta llegara a un 12,3% ..." (Marqués, 58 y 59)
Con respecto al peso particular de las inversiones y del capital norteamericano en la economía cubana podemos decir que las cifras difieren en dependencia del autor. Oscar Pino Santos en su ya citada obra plantea que en 1928 el capital norteamericano alcanzó su cifra máxima con 1 505 millones. Rubén Martínez Villena citando como fuente a Carlos M. Trelles plantea que en 1925 el capital norteamericano en Cuba era de 1 400 millones de dólares y que correspondía al 17.5% de la riqueza de Cuba. Por su parte el destacado economista cubano Felipe Pazos en un artículo de 1957 publicado en el Diario de la Marina y citando como fuente el Departamento de Comercio de los E.U. plantea, que en 1929 era solamente de 919 millones (otros autores plantean que en el año 1929 el capital norteamericano en Cuba era de poco más de 1200 millones). Durante la república anterior, el capital cubano fue incrementando su peso en la economía de Cuba hasta que alcanzó a ser en 1958 más del 85% de la misma. Como dato curioso deseo señalar que contrariamente a las ideas expuestas muchos años atrás por Martínez Villena en Cuba, factoría yanqui, Blas Roca ( Secretario General del partido comunista) propuso en abril de 1945 en su artículo, Algunos problemas de las relaciones cubano-americanas en la postguerra un plan a favor de la inversión generalizada y directa del sector privado norteamericano en Cuba (Domínguez, 244). Esa proposición era compatible con la tesis del marxismo clásico que consideraba, que mientras más desarrollado estuviera el capitalismo más cerca se encontraba la nación del socialismo.
El TRC no debemos nunca valorarlo de otra manera que no sea como un tratado comercial donde ambas partes se ven beneficiadas en determinados aspectos, no en todos, y en el que el mayor beneficio de una de las partes en determinado renglón no implica el perjuicio de la otra. No debemos ver el TRC como un convenio generoso y desinteresado de un filantrópico país (Estados Unidos) hacia la naciente república cubana, pero tampoco debemos verlo como un instrumento diabólico que nos obligó a tener una deformada y desbalanceada economía, pues ambas puntos de vistas son errados.
El historiador Pedro Pablo Rodríguez al hablar del modelo, no sólo económico, que la naciente república puso en práctica nos da luz sobre las causas que dieron origen al TRC.
" El modelo dependiente se puso en práctica por la combinación de dos grandes grupos de intereses: los de aquellos sectores que dentro de Cuba lo habían elaborado desde los años 80, y los que desde Estados Unidos encontraban muy favorable ese tipo de relación con la Isla. No obstante, para los sectores internos beneficiarios, su implantación fue deseada y se vio prestigiada por asociarse con lo venido del vecino del Norte como modelo, cuyos aspectos fundamentales -mercaderías, sistema republicano democrático, calidad de vida y organización empresarial- eran considerados superiores a los de España y, más de uno, también superiores a los europeos en su conjunto. " ( Rodríguez, 18)
Sobre lo anterior deseo señalar que el modelo económico norteamericano al ser mucho más dinámico que los modelos europeos más avanzados, garantizaba que en un período relativamente breve ( una generación), la nación saliera del estado en que se encontraba y alcanzara promedios decorosos en ciertos índices del desarrollo socioeconómico y cultural. Otra observación es que el autor al nombrar (y con ello calificar) a ese sistema de dependiente agotó ese adjetivo para caracterizar adecuadamente, al menos desde el punto de vista económico, otros modelos muy posteriores de la historia nacional que se caracterizaron también por una muy significativa dependencia.
Utilizando la información, muy en particular los datos, que aparecen en el valioso artículo ya citado del Dr. O. Zanetti, podemos valorar más objetivamente la incidencia real que tuvo el TRC en el desarrollo de la economía de la naciente república; para ello he confeccionado el siguiente resumen, el cual está dividido en cuatro diferentes aspectos.

 

Situación antes del Tratado

 


-El TRC no influyó significativamente en el destino de las exportaciones cubanas, las cuales se mantuvieron en el rango de la tendencia histórica.
El Tratado Foster-Cánovas había logrado que en 1894 más del 90% de las exportaciones cubanas fueran hacia los Estados Unidos. Durante el período de intervención norteamericano las exportaciones cubanas hacia E.U. estuvieron alrededor del 75%. En 1909, seis años después del TRC, las exportaciones cubanas hacia E.U. fueron el 87.7%. (Zanetti, 50)
-Los Estados Unidos eran el principal suministrador de alimentos y maderas para Cuba desde los tiempos coloniales.
" Los Estados unidos eran ya el principal abastecedor del mercado cubano de alimentos desde los tiempos coloniales, y nada indica que la reciprocidad diese un impulso significativo a sus ventas en este rubro" (Zanetti, 52 y 58)
" Es cierto que, gracias a las rebajas concedidas por el Tratado de 1902, los Estados Unidos consiguieron colocar en Cuba algún que otro renglón - como el arroz - que hasta entonces no figuraba entre sus ventas. Sin embargo, el incremento de las importaciones parece haber descansado más bien en el aumento natural - por razones demográficas y económicas - de la demanda de productos como la harina de trigo, el maíz, las carnes empacadas, jamones, grasas y otras; que desde antaño eran casi monopolizados por proveedores norteños " (Zanetti, 58)
-Los Estados Unidos eran desde los tiempos de España, el principal y casi único abastecedor de equipos de transporte (Zanetti, 56).
-Desde antes del TRC los Estados Unidos eran ya desde finales del siglo XIX el primer abastecedor del mercado cubano en lo concerniente a maquinarias, herramientas, manufacturas de metal y aparatos de diferente índole.
" El gran vecino norteño era el primer abastecedor del mercado cubano en los renglones de maquinarias, herramientas y manufacturas de metal, desde la época previa a la concertación del Tratado de Reciprocidad." (Zanetti, 55)
Fueron los avances tecnológicos de la industria mecánica de Estados Unidos de finales del siglo XIX conjuntamente con la disminución de los precios de los equipos de ese renglón los que desplazaron a Inglaterra y Francia como suministradores para Cuba de buena parte del equipamiento industrial. Las ventajas arancelarias que les proporcionó a esos equipos el TRC solamente redujeron aún más el margen a la competencia europea en ese renglón de la industria azucarera (Zanetti, 55 y 56)
Es interesante el hecho que pese a ya existir un gran comercio entre Cuba y Estados Unidos y una destacada inversión norteamericana en la Isla durante la segunda mitad del siglo XIX, José Martí dijo:
" Plenamente conocedor de sus obligaciones con América y con el mundo, el pueblo de Cuba sangra hoy a la bala española, por la empresa de abrir a los tres continentes en una tierra de hombres, la república independiente que ha de ofrecer casa amiga y comercio libre al género humano.
A los pueblos de la América española no pedimos aquí ayuda, porque firmará su deshonra aquel que nos la niegue. Al pueblo de los Estados Unidos mostramos en silencio, para que haga lo que deba, estas legiones de hombres que pelean por lo que pelearon ellos ayer, y marchan sin ayuda a la conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados unidos la Isla que hoy le cierra el interés español ..." ( Martí, 160)
El doctor Zanetti además escribe:
-Cuba poseía antes del TRC franquicias en los renglones de plátano fruta, mineral de cobre y otros renglones de menor importancia comercial en los Estados Unidos; a su vez, los E.U. tenían franquicias para el carbón mineral, madera de pino e implementos agrícolas en Cuba, los cuales eran fundamentales para la reconstrucción del país después de la guerra.

 

Beneficios que proporcionó el TRC a los E.U.

 


-Estados Unidos consolidó su posición en aquellos rubros en los cuales era ya el primer proveedor para la Isla; en algunos renglones como el hierro, el acero y el maíz, el TRC ayudó a que la presencia de ellos aumentara aún más en el comercio importador cubano. (Zanetti, 52). La industria metal-mecánica norteamericana fue altamente beneficiada por la recuperación y crecimiento azucarero que tuvo el país como resultado de los ventajosos aranceles que le proporcionó el TRC al azúcar cubano(Zanetti, 54). Es importante señalar que la recuperación y el crecimiento azucarero de Cuba se hubiera producido de todas maneras por la posición privilegiada ( en sentido geográfico) que tiene Cuba con respecto a los Estados Unidos y las históricas relaciones comerciales que ya desde muchos años antes tenían ambos países entre sí. El TRC lo que hizo, fue acelerar los procesos de recuperación y de crecimiento de la agricultura y la industria azucarera del país.
-Estados Unidos se introdujo en el comercio importador cubano como abastecedor de arroz, convirtiéndose rápidamente en el segundo proveedor. En los tejidos de algodón y de calzado, de baja calidad, la presencia norteamericana avanzó ostensiblemente. Gran Bretaña siguió siendo el principal abastecedor de tejidos de algodón de calidad; en los tejidos, el gran perdedor fue España; España en lo relativo al calzado de pieles finas y de acabado de calidad siguió siendo, pese a las ventajas arancelarias que proporcionaba el TRC a los tejidos de algodón y a los zapatos norteamericanos, el principal suministrador de Cuba. Estados Unidos antes del TRC solamente suministraba menos del 20% de los zapatos importados por la Isla. (Zanetti, 52 y 60). En el calzado de baja calidad, España fue también la perdedora ante el avance norteamericano.
-Las ventajas del preferencial arancelario al azúcar cubano no sólo beneficiaron a los productores cubanos (en el sentido más amplio de ese concepto), sino también a los refinadores norteamericanos y al consumidor norteamericano. O. Zanetti plantea lo siguiente con respecto a la ventaja del preferencial arancelario azucarero:
" ... surtió a la larga, efectos más favorables en los Estados Unidos que en la mayor de las Antillas"(Zanetti, 51)
"... no es exagerado concluir que una buena parte de los beneficios otorgados a la economía cubana por el régimen de reciprocidad comercial, revirtieron hacia el lado norteamericano por concepto de ´rendimiento de capitales´ " (Zanetti, 54)
-El avance de los Estados Unidos en las importaciones en Cuba no puede solamente achacarse al TRC: al Cuba independizarse de España, ésta tomó represalias comerciales en contra de la Isla alterando la balanza comercial existente entre ambos países. España provocó un déficit comercial desfavorable a Cuba al elevar los aranceles al azúcar cubana en un grado tal que eliminó prácticamente el azúcar cubano de la península, limitándose a adquirir casi exclusivamente el tabaco cubano.
" El gran problema del intercambio cubano-español era su enorme desproporción, pues el valor de las ventas de Cuba a España apenas representaba una décima parte del de sus compras."(Zanetti, 53)
Al ponerse en vigor el TRC, España aportaba el 12%, lo cual contrasta notablemente con el 50 % que aportaba pocos años antes (Zanetti, 53). En 1903 las importaciones cubanas procedentes de Estados Unidos fue el 40% del total de las importaciones cubanas. En 1908 y 1913 alcanzaron respectivamente el 50% y el 53,7% respectivamente. Gran Bretaña en esos primeros años después de la firma del TRC era el segundo abastecedor con el 14% (Zanetti, 52-53).
Cuando en 1911 el gobierno cubano de José Miguel Gómez estaba estudiando la posibilidad de hacer un convenio comercial con España ( en ese año se estaba revisando el TRC ) el gobierno español no se mostró muy entusiasta y ( ¡ para colmo! ) se sacó nuevamente a relucir en el debate público español, el problema de la Deuda de Cuba, el cual consistía básicamente que Cuba tenía que pagarle a España los gastos que España tuvo que enfrentar durante décadas en las guerras que tuvo contra Cuba y otros países ( la deuda ascendía a más de 500 millones de pesos). El convenio comercial, como era de esperarse, no se llevó a cabo.(Zanetti, 53).

 

Importancia y efectos del TRC en el desarrollo económico de Cuba

 

 

-Fue durante 25 años el único instrumento legal de valor práctico en el sistema de relaciones comerciales entre Cuba y los Estados Unidos (Zanetti, 48). En 1927 durante el gobierno de Gerardo Machado y Morales se dictó una Ley Arancelaria que afectó el status quo comercial de la República. Los Estados Unidos y el gobierno cubano de ese entonces tuvieron sus desavenencias, pues la mencionada ley arancelaria de protección y fomento de la industria cubana afectó los intereses norteamericanos. En 1934 se firmó otro tratado comercial entre Cuba y Estados Unidos.
No obstante lo anterior, los efectos directos del TRC deben básicamente buscarse y analizarse durante los diez primeros años posteriores a la entrada en vigencia de ese tratado, pues con posterioridad a ese período intervinieron otros factores significativos ajenos a ese tratado, como por ejemplo, el escenario comercial que produjo la Primera Guerra Mundial (Zanetti, 50). La Primera Guerra Mundial fue un factor de notable significación en las relaciones comerciales Cuba-E.U. que no puede ser de ninguna manera obviado para analizar dichas relaciones y la estructuración que manifestó la economía cubana; al igual que otros significativos factores de la gestión comercial y empresarial, la Primera Guerra Mundial no puede ser dejada a un lado ni subvalorada cuando se hace el análisis de los efectos del TRC en la estructura de la economía cubana, pues puede caerse en el error de atribuirle solamente al TRC efectos que realmente poseen un origen multifactorial.
Durante la Primera Guerra Mundial ( 1914-1918) aumentaron considerablemente en Cuba las importaciones norteamericanas en detrimento de las europeas. En 1919 el mercado norteamericano aportó el 79% de las importaciones cubana (Zanetti, 59); luego, en la década de los años veinte, el nivel de las importaciones norteamericanas en Cuba disminuyó en cierta medida para oscilar alrededor del 65% como promedio, el cual reflejaba una proporción bastante superior a la que tenían antes de comenzar la mencionada conflagración. (Zanetti, 61)
-El efecto más inmediato del TRC fue el notable incremento que experimentaron las exportaciones cubanas; su principal beneficio consistió en el efecto económico directo del preferencial arancelario (Zanetti, 51).
Ese efecto beneficioso se produjo básicamente en el azúcar: el azúcar cubano se colocó inmediatamente con un rango de precios tal en el mercado norteamericano que desplazó a las otras azúcares importadas, y muy en particular a las de los proveedores europeos. En la década posterior a la firma del TRC, la Isla ubicó como promedio el 95% de sus ventas azucareras en territorio norteamericano. En otros renglones de la exportación cubana los efectos fueron mucho menores. Los beneficios en esos otros renglones fueron menos significativos debidos a diferentes razones según el renglón específico; por ejemplo, en el tabaco las cortapisas proteccionistas que aparecieron posteriormente en el mercado norteamericano limitaron grandemente las ventajas iniciales otorgadas por el TRC a ese renglón; solamente en el tabaco en rama se materializaron los beneficios del TRC, el cual en la primera década después de la entrada en vigor duplicó sus exportaciones . En lo concerniente a los minerales cubanos, los beneficios no fueron significativos por el monto tan pequeño al que ascendían las exportaciones de la Isla; aunque es bueno señalar, que en esa primera década después de la firma del TRC, las exportaciones minerales cubanas se vieron cuadruplicadas con respecto a las que existían con anterioridad a dicho tratado (Zanetti, 52).
-Gracias a los aranceles que le otorgaba el TRC al azúcar cubano, se produjo el empleo inmediato (generalmente de manera estacional) y con ello, el sustento de una gran masa de trabajadores y de sus familiares.
-" ... su crecimiento promovió la ampliación y estructuración del mercado interno; si bien ese proceso, en virtud del propio régimen comercial vigente, estimuló fundamentalmente la demanda de importaciones." (Zanetti, 54).
-El TRC conjuntamente con factores de la problemática internacional de la época; de la tradición productiva y comercial de la Isla y del desarrollo de la propaganda y las técnicas capitalistas de mercado ( Marketing) contribuyó a que se creara una modelación estructural de la economía de la joven república cubana que perduraría significativamente hasta casi los finales del pasado siglo XX, cuando ya no existían relaciones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos.
-El TRC afianzó y aceleró el proceso de modernización de la sociedad cubana iniciado en el siglo XIX, al promover e incrementar la asimilación de los patrones de la civilización capitalista en la sociedad cubana. (Zanetti, 55).

 

Productos norteamericanos que no pudieron desplazar del gusto cubano, a los de otras procedencias

 

 

Algunos de esos productos fueron:
Mosaicos, mobiliarios de madera de calidad, vajillas y cristalerías, productos textiles de calidad, calzado de calidad, sombreros, jabones (¡pese a que la rebaja en este renglón para los jabones norteamericanos era del 40% ! ), perfumes y joyería de calidad.
Esta situación cambiaría años después producto del estudio de las exigencias del mercado cubano y la coherente introducción de cambios en las industrias norteamericanas sobre la base de los resultados de ese estudio; además de lo anteriormente expuesto, también influyeron significativamente los cambios favorables en las condiciones de crédito de los exportadores norteamericanos y la mejora en las técnicas de mercado, en particular, la publicidad.
Después de finalizado el resumen sobre los precedentes y la incidencia del TRC, considero que es necesario abordar, a modo de conclusión, el siguiente aspecto .

 

El TRC y el crecimiento extensivo de la economía en estos años

 

 

Es indiscutible que el TRC fue un factor, no fue el único, que favoreció el crecimiento extensivo de la economía de la naciente República al garantizar, mediante los favorables aranceles, un mercado de destino para el grueso de su exportación y para la importación de determinados recursos necesarios para el desarrollo de dicha economía. Ese crecimiento se logró casi exclusivamente a cuenta del crecimiento de los recursos y de los factores productivos en general, lo cual garantizó que una gran masa de habitantes, capacitados y no capacitados, del país encontrara, al menos estacionalmente, su sustento.
Ese crecimiento pese a ser extensivo no fue ineficiente, ya que presentó ciertos aumentos en la productividad del trabajo, en la efectividad del gasto material y en el incremento del rendimiento de los fondos básicos; lo anterior se puede ejemplificar con el azúcar, la cual pese a tener una agricultura con rendimientos bajos (comparativamente a la de otros países en esos tiempos, aunque hoy esos rendimientos serían un sueño a alcanzar) tenía una industria extremadamente eficiente que los compensaba con creces. Debo puntualizar que la eficiencia de ese crecimiento no fue lo suficientemente grande para que se considerara como un crecimiento intensivo.
Para el sostenimiento de ese modelo de crecimiento extensivo de la economía de la Isla no fueron necesarios notables, constantes y adicionales factores compensadores externos a través de la transferencia sostenida de recursos desde el exterior, pues dada su eficiencia era autosostenible. Esto contrasta de manera evidente con el crecimiento extensivo de la economía cubana que ocurrió más de seis décadas después ( Monreal P. y Carranza J., 34).
Ese crecimiento económico extensivo de la economía cubana se fue agotando durante los últimos años de la primera mitad del anterior siglo XX y ya en esos años era conocida por destacados políticos y economistas la necesidad de ir a la diversificación de la economía cubana ( desde finales de la década de los años veinte se dieron los primeros pasos concretos en ese sentido) y al cambio a un modelo intensivo de la economía donde no sólo su crecimiento se debiera al incremento de los recursos productivos sino también al resultado de una mayor eficiencia en su utilización. En la última década de esa primera mitad se llevaron a cabo algunas acciones y planes nacionales con ese objetivo. Aunque esos planes se vieron menguados por determinado grado de corrupción administrativa y gubernamental y los intereses particulares de influyentes empresarios, podemos decir concluyentemente que en ese período la industria no azucarera y los bienes de capital para la misma crecieron.
En los años finales de la década de los años cincuenta ya el turismo era la segunda entrada de ingresos del país y estaba al desplazar del primer lugar a la industria azucarera. En esos años ya se había construido una buena parte de toda la infraestructura turística: hoteles, carreteras, industrias abastecedoras, etc. que tuvo el país durante varias décadas posteriores.
Por último este autor se pregunta: ¿ qué otros productos podía exportar Cuba en ese momento inicial y particular de la historia nacional republicana si los productos priorizados por el TRC eran los que tradicionalmente Cuba había exportado?; además, eran productos cuyos cultivos eran de corta duración y en los cuales existía experiencia de años en su explotación y comercialización; Cuba, un país que había pasado por una devastadora guerra no podía darse el lujo de experimentar con nuevos productos e industrias en esos primeros años y tratar de abrirse paso con ellos en el mercado internacional. El error estuvo en prolongar en demasía ese status de país básicamente monoproductor y monoexportador, lo cual no puede ser cargado al TRC.

 

 

Bibliografía
Oscar Zanetti, 1898: comercio, reciprocidad, modernización, revista Temas no. 12-13 extraordinario, octubre1997-marzo 1998, La Habana, 1998
Pedro Monreal y Julio Carranza, Problemas del desarrollo en Cuba: realidades y conceptos, revista Temas no. 11, julio-septiembre de 1997, La Habana, 1997
María Antonia Marqués, Industrias menores y diversificación en Cuba (1880-1920), revista Temas no22-23, julio-diciembre 2000, La Habana , 2000
Documentos para la Historia de Cuba (tomo II), Hortensia Pichardo, La Habana, 1977
El Imperialismo norteamericano en la economía de Cuba, Oscar Pino Santos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973
Manuel Sanguily, Historia de un Ciudadano, Octavio R. Costa, Editorial Unidad, La Habana, 1950
Obras Completas (Tomo IV), José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975
Cuba, factoría yanqui, Rubén Martínez Villena, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999
Cuba: 1898-1921. Partidos Políticos y Clases Sociales, Jorge Ibarrra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992
Jorge I. Domínguez, La cultura: ¿clave de los problemas en las relaciones cubano-norteamericanas?, revista Encuentro de la cultura cubana, primavera de 2001, Madrid, 2001
Pedro P. Rodríguez, Modernidad y 98 en Cuba: alternativas y contradicciones, revista Temas no. 12-13 extraordinario, octubre1997-marzo 1998, La Habana, 1998
Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, Boston, 1928
Colección Moderna de Conocimientos Universales, Boston, 1928

(Cárdenas, 1949)

 

 

 

 

Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001
Pedro Pablo Arencibia Cardoso
Licenciado en Matemática Pura. Se graduó en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la Habana, en 1972. Profesor Titular universitario en las asignaturas de Matemática, Computación y Estadística; 24 años de experiencia como profesor universitario. Autor de múltiples trabajos investigativos de Antropología y Biodemografía.