Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001


MEMORIA CULTURAL

 

A PROPÓSITO DE POLO MONTAÑÉZ

BELISARIO CARLOS PI LAGO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



¿Quién no ha tarareado por estos días, en el baño al menos, un fragmentico de Polo Montañez, ya sea rítmico o melódico? Guajiro Natural, por citar sólo un ejemplo, ha pasado de título de una canción popular a vocablo estereotipado de la jerga pueblerina de parques y cuatroesquinas, con el sello indiscutible de lo que llegó para quedarse. No todas las generaciones han gozado esta circunstancia de ser testigos del estallido de una popularidad espontánea que se impone así, sin saber cómo y a pesar de todo.
Es raro, a estas alturas, pasar por un hogar pinareño donde no haya un cassette de Polo Montañez, o pasar un día en que su voz no nos llegue a los tímpanos diez o doce veces. No caben dudas de que estamos ante un verdadero fenómeno de popularidad. No de popularidad impuesta, ni de popularidad fabricada, ni de popularidad favorecida por circunstancias. De popularidad contagiada sí, porque esa es la verdadera popularidad; la que se adquiere por contagio, y lo cierto es que Polo Montañez se ha propagado como un virus, resistente a todo tipo de medicamento, curativo o preventivo.
Por mera asociación de ideas, ahora nos vienen a la mente un sinnúmero de popularidades fabricadas, que no podemos menos que comparar con aquellas casi tres décadas de películas soviéticas que no dejaron en el recuerdo de nadie ni siquiera el nombre de un personaje, un actor o un director. Sí, porque, a decir verdad, nuestras retinas y nuestros tímpanos están impregnados de celebridades que todavía no nos han hecho mover los labios ni siquiera una vez para cantar o silbar uno de sus éxitos. Sin embargo, este guajiro natural, impregnado de tizne de carbón y narigón de bueyes logró conquistar el gusto de todo un pueblo mucha antes de que los medios de difusión se percataran de su existencia, ¿no es verdad que se trata de un fenómeno sui generis en nuestro país?
No es lo mismo caer desde arriba, que llegar desde abajo, y esto último es precisamente lo que ha logrado este humilde tractorista de San Cristóbal; y no somos pocos los que aún nos preguntamos cómo logró hacerlo, pues, aunque nadie duda de su indiscutible calidad como creador e intérprete, todos sabemos que esto no representa más que un número en la lista para coger el tren, y que de ahí a tener el billete en la mano va un gran trecho. Sin embargo Polo Montañez está en estos momentos cómodamente sentado en asiento de primera en el tren de la fama, y todo parece indicar que su viaje es largo. Y, ¿saben quién le resolvió el pasaje? Su identidad. Sí, esa señora tan tirada a menos últimamente y de la que tantos guajiros hemos tratado inútilmente de escapar una y otra vez. Y lo fácil que resulta tener contenta a la identidad; basta con hacer lo que hace Polo Montañez, es decir, asumirnos tal cual somos. Estoy seguro de que este gran compositor e intérprete, disfrazado de pepillo de bulevar nunca hubiera pasado de ser una insignificante mediocridad; ha sido su apego al surco y la guataca, pura devoción y orgullo de su origen campesino, o, lo que es lo mismo, su elevado sentido de la identidad, aquello que le ha granjeado tal reconocimiento y respeto a lo largo y ancho de todo el país. Semejante ejemplo de personalidad propia quizás a muchos nos resulta más envidiable que su reconocida talla extra de cantante.
No han sido pocas las veces que me he preguntado como es posible que en un país exclusivamente agrícola como el nuestro, la palabra guajiro pueda significar una ofensa. Es cierto que, a veces, el hombre refinado de las ciudades siente cierto menosprecio por la educación rústica del hombre de campo, pero lo verdaderamente digno de desprecio es la evasión de este último. ¿Quién ha dicho que el hecho de nacer en uno u otro lugar determina los verdaderos valores de una persona...? ¿a qué otra cosa puede aspirar una comedia que a hacer reír?
Ya lecciones de este tipo han dado Brindis de Salas, Miguelito Cuní y el insigne Beny Moré a aquellos negros que han pasado sus vidas inútilmente tratando de parecer blancos, lo cual ha sido otro de los males caricaturescos que ha padecido nuestra sociedad. El cubano que intente huir de ser guajiro y negro no es otra cosa que un pájaro tratando de lucir escamas en vez de plumas.
Confiemos en que todos podamos apreciar en Polo Montañez el valioso mensaje de identidad que vibra más allá de su hermosa voz y sus maravillosas composiciones. En hora buena, Guajiro Natural.

 

 

 

Revista Vitral No. 46 * año VIII * noviembre-diciembre 2001
Belisario Carlos Pi Lago
(La Palma, 1950)
Licenciado en Inglés. Su libro "De caña, tabaco y ron", obtuvo una mención en el Concurso Literario VITRAL, en su primera edición.