"Érase una vez, hace
al menos dos siglos, una época optimista y esperanzada que recibió
el nombre de Ilustración, Iluminación, la Era de las Luces".
Así comienza Adela Cortina, catedrática de Ética
y Filosofía Política en la Universidad de Valencia España,
su último libro titulado "Hasta un pueblo de demonios",
donde hace un ensayo sobre ética pública y sociedad.
Ese optimismo esperanzado estaba basado en el diseño de una nueva
sociedad, bajo cinco nuevas claves:
1) La autonomía de las personas, la capacidad que cada una de
ellas tiene para regirse por sus propias leyes, rechazando leyes impuestas;
2) La civilidad de los ciudadanos, la virtud por la que se hacen responsables
de la vida pública;
3) La legitimidad de un sistema de leyes que tiene en cuenta el bien
común de todos y cada uno de los ciudadanos;
4) La justicia de las instituciones, atentas al principio de imparcialidad,
que no hace acepción de personas;
5) La tolerancia de las religiones, dispuestas a descubrir aquellos
valores en que coinciden, a respetar a aquellos en los que discrepan,
sin hacer dejación de ellos.
Se creía, con un optimismo razonable, que, confiando en la sensatez
de los seres humanos, esos parámetros se harían, poco
a poco, realidad. Sin embargo, dos siglos después, el Siglo de
las Luces se nos convirtió en Siglos de Sombras.
Francis Fukuyama comienza diciendo en "El fin de la historia y
el último hombre" que "puede decirse sin riesgo que
el siglo XX nos ha convertido a todos en hondos pesimistas históricos".
Esto nos ha pasado un poco también con la democracia, que está
implicada en los presupuestos anteriores.
1. Situación de la democracia |
1.1. Un poco de historia
Una de las escenas más interesantes sobre las tipologías
de las formas de gobierno fue escrita por Heródoto en el siglo
III a.C. Tres personajes, en su obra "Historias" participan
en un debate sobre la mejor forma de gobierno que debe ser instaurada
en Persia después de la muerte de Cambises.
Veamos su desarrollo.
"Cinco días después de que los ánimos se habían
calmado, los que se habían sublevado contra los magos deliberaron
acerca de los acontecimientos todos; y fueron pronunciados discursos,
ciertamente increíbles para algunos de los griegos, y sin embargo,
fueron pronunciados.
Otanes propuso entregar el poder al pueblo persa y argumentó
su propuesta de la siguiente manera:
Me parece que ninguno de nosotros debe ser hecho monarca: sería
una cosa desagradable e injusta; pues vísteis la insolencia de
Cambises, hasta dónde se levantó y también habéis
participado de la insolencia del mago.
Pero cómo podría ser cosa ordenada un gobierno monárquico,
si al monarca le está permitido hacer lo que quiera sin responder
ante nadie? La monarquía haría salir incluso al mejor
de los hombres de su norma natural, cuando tuviese tal poder. La posesión
de grandes riquezas genera en él la prepotencia, y desde el inicio
la envidia le es connatural; y teniendo esas dos cosas, tiene toda la
maldad: en efecto, realiza las acciones más reprobables, unas
dictadas por la prepotencia, otras por la envidia.
Parecería razonable que el monarca-tirano fuese un hombre sin
envidia, desde el momento en que tiene todo. Pero se ha hecho al contrario
de esto para con los súbditos, pues odia a los pocos buenos que
han quedado, se complace con los peores, presta gran atención
a las calumnias.
Y lo más absurdo de todo: si en efecto lo admiras mesuradamente,
está apesadumbrado, porque no es muy bien honrado; y si alguno
lo honra mucho, está molesto como con un adulador. Pero ahora
diré lo que es más grave: trastorna las leyes patrias,
viola mujeres y mata por capricho.
En cambio el gobierno del pueblo lleva en primer lugar el más
bello de los nombres, isonomía (igualdad de derechos políticos);
y, en segundo lugar, nada hace de aquellas cosas que un monarca hace.
Pues por sorteo se ejercen los cargos públicos, los magistrados
son obligados a rendir cuentas del ejercicio del poder, toda decisión
es sometida al voto popular. Propongo, pues, que nosotros rechacemos
la monarquía para dar poder al pueblo; pues todo es posible para
el mayor número.
Esta fue la opinión de Otanes.
Pero Megabyso exhortaba a entregarse a la oligarquía, diciendo
esto:
Lo que Otanes dijo para abolir la monarquía, eso también
queda dicho por mí; pero lo que aconsejaba, conferir el poder
al pueblo, se ha apartado de la mejor opinión, pues nada hay
más obtuso y prepotente que una multitud inepta.
Y, ciertamente, de ninguna manera es aceptable que unos hombres, huyendo
de la insolencia de un tirano, caigan en la insolencia de un irresponsable
populacho. Pues si aquél hace algo, lo hace dándose cuenta;
pero a éste ni siquiera le es posible darse cuenta. Pues, cómo
podría darse cuenta quien no ha sido instruido, ni ha visto ningún
bien, y se precipita, lanzándose sin inteligencia sobre los acontecimientos,
semejante a un tormentoso río?
Así pues, válganse de la democracia aquellos que piensan
hacer daño a los persas; pero, nosotros, habiendo elegido a un
grupo de los mejores hombres, invistamos a éstos con el poder,
ya que en ellos estaremos nosotros mismos y es natural que de los mejores
hombres sean las mejores decisiones.
Así pues, Megabyzo aportaba esa opinión.
Y Darío exponía el tercero su opinión diciendo:
Lo que dijo Megabyzo acerca del gobierno popular me parece haberlo dicho
correctamente, no así lo concerniente a la oligarquía.
Pues propuestas tres cosas y siendo todas muy buenas en principio, es
decir, la mejor democracia, la mejor oligarquía y la mejor monarquía,
afirmo que ésta es muy superior. Pues nada mejor podría
aparecer que un solo hombre, el mejor; ya que, utilizando tal criterio,
administraría intachablemente al pueblo; así también
se mantendrían más en silencio los planes políticos
contra los hombres malévolos.
En una oligarquía, entre quienes practican la virtud para el
bien público, es fácil que nazcan grandes enemistades
personales: cada uno de ellos quiere ser el jefe y hacer prevalecer
su opinión; por eso, ellos llegan a odiarse recíprocamente;
de aquí brotan las facciones, y de las facciones el delito. Del
delito se llega a la monarquía, que por ello se muestra como
el mejor gobierno.
Y a la vez, cuando el pueblo gobierna, es imposible que no se origine
la corrupción en la esfera pública; la corrupción
no genera enemistades, sino sólidas amistades entre malvados:
los que actúan contra el bien común lo hacen conspirando;
y tal cosa existe hasta que alguno, habiéndose puesto al frente
del pueblo, calma a los tales. Y de entre ellos, éste es entonces
admirado por el pueblo; y, siendo admirado, aparece siendo monarca.
Y también por esto es claro que la monarquía es la mejor
forma de gobierno.
Y para, resumiendo todo, decirlo en pocas palabras: de dónde
ha habido libertad para nosotros y habiéndola otorgado quién?
Acaso de parte del pueblo o de la oligarquía o del monarca? Tengo,
por tanto, la opinión de que nosotros, habiendo sido liberados
por un solo hombre, debemos mantener el régimen monárquico
y conservar nuestras buenas instituciones patrias. Pues no hay cosa
mejor.
En esta escena tan antigua está reflejada, en el fondo, la situación
actual de nuestros pueblos.
1.2. Evolución del significado del concepto "Democracia"
Clístenes (, año 508 a. de C.) es considerado como el
iniciador de la democracia griega, aunque el término "democracia"
se usara hasta más tarde con diferente significado. Fue Heródoto
quien comenzó a emplear la palabra "democracia" para
designar una forma de gobierno, en la que el poder residía en
el pueblo, en todos los ciudadanos de la comunidad y no en un determinado
sector.
Platón, en La República, hace un análisis de las
formas de gobierno, de sus principios y también de las causas
de los cambios. Al referirse a la democracia afirma que cuando se abusa
de la libertad, pierde las bases sociales, degenera en corrupción
y aparece la tiranía. Platón destaca la importancia de
la virtud y la filosofía para los gobernantes; su gobierno es
un gobierno de filósofos.
Aristóteles profundiza más en la organización y
ejercicio del poder; planteó la célebre teoría
de las seis formas de gobierno: la monarquía como gobierno unipersonal
que atiende al interés general; la aristocracia como gobierno
de unos pocos que se propone el bien común; la politeia como
gobierno de la mayoría (excluyendo, eso sí, a los esclavos).
Las degeneraciones de estas formas de gobierno son: la tiranía
(orientada hacia el interés del monarca) de la monarquía,
la oligarquía (centrada en el interés de los ricos y poderosos)
de la aristocracia, y la democracia (centrada en el interés de
los pobres) de la politeia. Pero ninguna de ellas atiende al provecho
de toda la comunidad. (Aristóteles, Libro 3 No. 7).
El siguiente cuadro, basado en el que gobierna y en la forma de gobernar,
esquematiza el planteamiento de Aristóteles:
QUIÉN GOBIERNA?
|
Como Gobierno BUENO
|
Gobierno MALO
|
Uno solo
|
Monarquía
|
Tiranía
|
Pocas personas
|
Aristocracia
|
Oligarquía
|
Muchas
|
Politeia o Poliarquía, o Timocracia (basada
en el consenso)
|
Democracia
|
Cicerón (106 - 43 a.C.), en su libro La República, hace
una defensa entusiasta de la vida del hombre consagrado a la política.
Para Cicerón, la óptima forma de gobierno es la que combina,
en forma adecuada, justa y armoniosa, los mejores elementos de la monarquía,
de la aristocracia y de la democracia.
Tanto Platón como Aristóteles, Cicerón y Séneca
consideraban la democracia como la peor forma de gobierno. Sin embargo,
los rasgos de la politeia aristotélica corresponden a las características
de lo que más tarde se entendió por democracia.
En la Edad Media podemos destacar dos elementos básicos: la teocracia
y la secularización política. La Teocracia con San Agustín
y Santo Tomás; la secularización política con Guillermo
de Occam.
San Agustín, siguiendo las teorías políticas teocráticas
de la época, trata en La Ciudad de Dios el problema de la organización
política en esta tierra y sus relaciones con la ciudad espiritual.
En este contexto, los gobernantes deben ser servidores de los gobernados
para lograr la Ciudad de Dios; el buen gobierno es aquel que se preocupa
por la salvación de las personas.
Santo Tomás (1226-1274) parte del presupuesto de que el hombre
es un ser social y político; y de que el gobierno tiene origen
humano, pero debe depender de la divina providencia. Santo Tomás,
aunque plantea la idea de soberanía y representatividad popular,
destaca más la utilidad de un gobierno monárquico, ya
que se acerca más a la idea de unidad.
Pero también plantea que, así como el gobierno del rey
es el mejor, el del tirano es el peor. Con relación a la pregunta
sobre si el pueblo tiene derecho a deponer al gobernante tirano o injusto,
Santo Tomás dice que el pueblo, ante todo, debe evitar ofrecer
al gobernante ocasión para tiranizar. Incluso afirma que, si
la tiranía no es excesiva, es más útil tolerarla
por algún tiempo que levantarse contra el tirano, a fin de evitar
varios peligros que pueden ser más graves que la misma tiranía.
Coloca un simpático caso de una anciana que, cuando todos en
Siracusa estaban deseando la muerte del tirano Dionisio, solo ella rogaba
por su salud. Cuando el tirano supo esto la mandó llamar para
preguntarle el por qué; y la anciana le dijo: cuando yo estaba
joven, teníamos un tirano muy molesto y yo le deseaba la muerte;
y después de haber sido muerto, llegó un tirano peor que
el primero y yo también le deseaba la muerte; después
llegaste tú, el tercero y peor que ellos, y así entiendo
que si te quitasen el gobierno, sucedería en tu lugar otro peor
que tú.
Guillermo de Occam (1280 - 1350), escritor inglés, franciscano,
defendió los derechos del poder temporal contra las pretensiones
del Papado, ya que el imperio es anterior al papado.
En la Edad Moderna se pasa del absolutismo al liberalismo.
Varios de los escoláticos medievales como Santo Tomás
de Aquino, Juan de París y Marsilio de Padua, avanzaron la soberanía
y la representatividad popular, las cuales fueron reafirmadas por escolásticos
y humanistas modernos como Vitoria, Suárez y Santo Tomás
Moro; estos últimos iniciaron también la formulación
y sistematización de los derechos humanos e internacionales.
Maquiavelo (1469-1527) defiende la autoridad del Príncipe con
el fin de lograr la creación de un Estado-nacional para Italia;
y plantea que el gobernante debe ser como el centauro Chirón,
mitad hombre y mitad bestia, ya que debe usar ambas naturalezas. Debe
ser zorro para conocer las trampas que le puedan colocar sus enemigos;
y león para asustar a los lobos que quieren devorar el rebaño.
Finalmente, coloca tres bases para un estado moderno: buenos gobernantes,
buenas leyes y buenas armas.
Tomás Hobbes (1588 - 1679), en sus obras "Leviatán",
"El Ciudadano" y "El Cuerpo Político" plantea
la tesis de un Estado fuerte para la regulación y el orden social,
ya que la naturaleza del ser humano es vivir en un estado de guerra
permanente, como consecuencia del egoísmo.
John Locke (1632 - 1704), en su "Ensayo sobre el Gobierno Civil",
propugna por un gobierno de hombres libres e iguales; a diferencia de
los gobiernos absolutistas, habla de un gobierno civil, no para súbditos,
sino para ciudadanos iguales y libres. En el contrato social está
el origen del Estado y del gobierno por consenso, porque son los ciudadanos
los que delegan al Estado para que les de protección y seguridad;
pero, los ciudadanos siguen siendo titulares de sus derechos naturales
(derecho a la vida, libertad...), de tal manera que si los gobernantes
se apartan de su misión, pueden revocar su mandato y fundar un
nuevo gobierno. Finalmente, Locke desarrolla la teoría de la
organización tripartita del poder: ejecutivo para los asuntos
internos; ejecutivo para los asuntos internacionales y legislativo como
supremo poder del Estado.
Montesquieu (1689 - 1755), en la concepción tripartita de poderes,
hablaba del poder ejecutivo, legislativo y judicial como forma de control
entre los poderes; describe las tres formas habituales de gobierno (republicano,
monárquico y aristocrático), y tipificó a la república
democrática por la virtud de los ciudadanos, igualitarios, sencillos
en costumbres y sacrificados por el bien común.
Alexis De Tocqueville (1805 - 1859) fue un entusiasta de la democracia
norteamericana, pero también se preocupó por identificar
los peligros que corría la libertad en las diversas formas de
gobierno, incluida la democracia.
En la época contemporánea, se vivió el socialismo
utópico con Tomás Moro (1478 - 1535), especialmente en
su obra "Utopía"; con Tomás de Campanella en
su obra "La ciudad del sol"; y el socialismo científico
con Carlos Marx y Federico Engels.
De otra parte, surgió el neoliberalismo con John Keynes y Galbraith;
e hicieron su aparición nuevas corrientes del marxismo con Marcuse,
Althusser, Gramsci, y las corrientes políticas del fascismo y
del nacional-socialismo.
1.3. La democracia en América Latina y el Caribe
A partir de la Independencia, la democracia pasó a ser el sistema
político dominante en América Latina y el Caribe, no exento
de grandes y graves problemas en su desarrollo. Siempre se ha mantenido
en muchos de nuestros países un movimiento pendular entre democracia
y autoritarismos de diversos signos.
En los últimos años, la convivencia democrática
se ha venido deteriorando, entre otros factores por la corrupción
administrativa, por los distanciamientos de los liderazgos partidistas
con relación a los intereses de las bases y las reales necesidades
de la comunidad, por los vacíos programáticos de los diversos
partidos políticos, por el clientelismo político, por
el populismo, por la poca participación de la ciudadanía.
En definitiva, son gobiernos elegidos por el pueblo, pero no orientados
eficazmente al bien común. (Cfr. SD 192)
Un fenómeno nuevo, la globalización, ha estimulado la
expansión de la democracia y la promoción y defensa de
los derechos humanos. "En el ámbito civil, pero con implicaciones
morales inmediatas, debe señalarse entre los aspectos positivos
de la América actual la creciente implantación en todo
el Continente de sistemas políticos democráticos y la
progresiva reducción de regímenes dictatoriales"
(EAm, 19). La Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993)
exhorta a la comunidad internacional a "apoyar el fortalecimiento
y la promoción de la democracia, el desarrollo y el respeto de
los derechos humanos y de las libertades fundamentales en el mundo entero"
(No.8).
En el campo específico de los derechos humanos, la globalización
ha ayudado a entender que éstos son universales, indivisibles
e interdependientes. En la Declaración y Programa de Acción
de Viena, con motivo de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en
1993, se dice explícitamente que "la comunidad internacional
debe tratar los derechos humanos en forma global y de manera justa y
equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo peso"
(No.5).
Sin embargo, en otros aspectos, la globalización, como se está
presentando en la actualidad, afecta la vida política de los
pueblos. Tomemos como ejemplo, el papel del Estado que resulta gravemente
afectado por la globalización de la mayor parte de las actividades
económicas, culturales, comunicacionales e, incluso, por la globalización
de la delincuencia (Castells, p. 272, 1998). El Estado-nación
se enfrenta a tres grandes retos relacionados con la globalización:
la globalización y el entrecruzamiento de la propiedad; la flexibilidad
y penetración de la tecnología; y la autonomía
y la diversidad de los medios de comunicación. (Castells, 1998,
p. 282).
2. Fundamentos de la Democracia |
2.1. Fundamento antropológico
Cada sistema de gobierno lleva implícita una concepción
antropológica.
La democracia exige un prototipo de persona como ser único, irrepetible,
original y con un proyecto propio de vida. Esto exige de un sistema
democrático el respeto por la singularidad de las personas y
de los grupos, aceptándolos y promoviéndolos hacia su
realización plena, evitando todo tipo de manipulación.
Por otra parte, cada persona y, por consiguiente cada comunidad, es
agente responsable de su propio crecimiento y formación. El sistema
democrático debe crear un ambiente de apertura y aceptación
para que cada persona y cada comunidad descubran su vocación
a un desarrollo pleno.
Otro de los fundamentos antropológicos de la democracia es la
dimensión social de la persona, ser-en-relación, que solo
puede desarrollar todas sus potencialidades en solidaridad con los demás.
Esta dimensión social de la persona exige de la democracia el
rescate y promoción de valores como la solidaridad y de actitudes
como la apertura a los otros, la ayuda mutua, la comprensión;
y el empleo de métodos sociales y pedagógicos que fomenten
el espíritu cooperativo, no competitivo.
El ser humano se distingue también por su inteligencia creadora.
Es, en forma dialéctica, creador y creatura; es el único
que puede decidir cómo se organizará socialmente, qué
tipo de instituciones lo regirán, qué valores orientará
su comportamiento y también las creencias que fortalecerán
sus utopías.
La libertad y la autonomía son otras características antropológicas
claves de la democracia. El ser humano es capaz de tomar sus propias
decisiones con responsabilidad, guiado por unos valores que le dan sentido
a su estar-en-el-mundo. La dignidad humana exige que cada ser humano
y cada comunidad actúe según su conciencia y libre elección,
movidos por una convicción interna, y no por mera coacción
externa.
La democracia entiende que la persona es un ser inacabado, que siempre
va de camino y está llamado a trascenderse todos los días
por su capacidad de conocer, yendo más allá de las simples
apariencias, por su capacidad de amar, saliendo de sí para comprometerse
en una acción solidaria, y por su acción histórica
sobre el mundo. Aún más, la apertura a la trascendencia
lleva al ser humano a buscar una relación con el Trascendente,
con el Tú absoluto, Dios.
2.2. Fundamento axiológico
Hay unos valores previos que toda forma de gobierno debe tener en cuenta
como son: a) la vida, esfera que envuelve todos los demás valores;
b) la identidad, la autoconciencia y la autoestima, tanto a nivel persona
como familiar y social; c) la búsqueda de la paz, el estado armónico
general que condiciona el poder aprovechar la vida y la propia identidad;
d) el trabajo, aspecto clave de la cuestión social.
En lo que se refiere a la democracia, los valores que podríamos
considerar determinantes son los siguientes:
2.2.1. Solidaridad
La solidaridad es uno de los principios básicos de la organización
social y política. Juan Pablo II define la solidaridad como "la
determinación firme y perseverante de empeñarse por el
bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que
todos seamos verdaderamente responsables de todos" (SRS 38f).
León XIII la llamó "amistad", que encontramos
ya en la filosofía griega; Pío XI, "caridad social";
Pablo VI, "civilización del amor"; Juan Pablo II, "solidaridad"
o "cultura de la solidaridad". (CA 10c).
Un valor antecedente de la solidaridad es el diálogo, fundamentado
en la humildad, en el respeto al otro y en la verdad.
Algunos valores consecuentes de la solidaridad son: a) La opción
preferencial por los pobres y marginados, como consecuencia del sentido
de igualdad y de la dignidad de la persona; b) La capacidad de asociación
comunitaria y autogestionaria, generadora de tejido social (contraria
al estatismo paralizante y a la privatización piramidal de la
sociedad); c) La dimensión celebrativa de la existencia, que
nos lleva a disfrutar el gozo gratuito de estar vivos, de estar con
personas que amamos y de simplemente vivir plenamente la vida.
2.2.2. Participación
La construcción de una sociedad democrática exige la participación
de todos. "Un mundo de justicia y de paz no puede ser creado sólo
con palabras y no puede ser impuesto por fuerzas externas. Debe ser
deseado y debe llegar como fruto de la participación de todos.
Es esencial que todo hombre tenga un sentido de participación,
de tomar parte en las decisiones y en los esfuerzos que forjan el destino
del mundo", decía Juan Pablo II en la Jornada Mundial por
la Paz dedicada a los jóvenes en 1985.
Por su parte, Juan XXIII había dicho que "todos los individuos
y grupos intermedios tienen el deber de prestar su colaboración
personal al bien común" (PT 53).
Y el Concilio decía: "Merece alabanza la conducta de aquellas
naciones en las que la mayor parte de los ciudadanos participa con verdadera
libertad en la vida pública" (GSp 31).
Algunos valores consecuentes de la participación son: a) La construcción
de ciudadanía, que hace al ser humano sentirse ciudadano responsable
del mundo y de la historia, y de defender la democracia como forma de
vida y como forma de organización política para todos
y cada uno de los pueblos de la tierra; b) La expresión creativa
de la belleza, de la bondad y del amor.
2.2.3. Libertad
El concepto de libertad es mucho más amplio que el concepto de
democracia. La democracia contribuye al ejercicio de la libertad en
algunos aspectos específicos, particularmente en el fomento de
la participación de los ciudadanos en la formación de
la voluntad política, lo cual ya está contenido en el
concepto de soberanía del pueblo.
En el fondo, la libertad sintetiza la solidaridad y la participación,
ya que tiene en cuenta la autorrealización de la persona como
miembro de una comunidad, lo cual es justamente el valor central de
la democracia.
Algunos valores consecuentes de la libertad son los siguientes: a) La
libertad de conciencia y de manifestación, que nos permite, por
una parte, la formación de una recta conciencia; y, por otra,
el dar y recibir dignamente toda clase de información; b) El
uso adecuado de la técnica, que libera tiempo y energía
para el cultivo espiritual; c) El desprendimiento de todo lo que impide
nuestro crecimiento personal y comunitario; d) La valentía y
el coraje, que nos permite dar el paso que nos conduce a una verdadera
libertad; e) La apertura a la trascendencia, como aspiración
a vivenciar y seguir la verdad última sobre sí(1) .
2.3. Fundamento socio-político
Los parámetros fundamentales de una sociedad democrática
podrían estar caracterizados por los siguientes elementos:
2.3.1. Una sociedad ecológica
La defensa, conservación y promoción de los recursos naturales
y del medio ambiente social es una exigencia prioritaria de cualquier
tipo de sociedad, especialmente una sociedad democrática, "que
debe transmitirlos como herencia enriquecedora a las generaciones futuras"
(DP 1236).
2.3.2. Una sociedad comunitaria
La dimensión comunitaria de la sociedad debe expresarse tanto
a nivel local como nacional e internacional. A nivel local, reconstruyendo
el tejido social, de tal manera que los miembros de la comunidad puedan
dar satisfacción a las exigencias justas de su personalidad (Cfr.
OA 14). A nivel nacional, propiciando un cambio de estructuras que genere
una distribución justa y equitativa de los bienes. A nivel internacional,
haciendo efectivo el principio del destino universal de los bienes,
promoviendo una justa distribución e impidiendo que las naciones
en vías de desarrollo sean explotadas por los países desarrollados.
2.3.3. Una sociedad participativa
Una sociedad democrática es, por esencia, participativa. La participación
del ciudadano en la vida pública no debe ser mera teoría;
se debe concretar especialmente en cuatro ámbitos: en lo económico,
en lo social, en lo cultural y en lo político.
Esta participación efectiva de todos los ciudadanos y de todos
los sectores sociales debe ir acompañada de un respeto al pluralismo
de opiniones políticas y de un permanente estimulo a la creación
de organizaciones intermedias (campesinas, obreras, estudiantiles, profesionales)
en un ambiente de verdadera libertad y autonomía.
2.3.4. Una sociedad abierta a lo trascendente
Una sociedad democrática debe estar abierta a las diversas expresiones
de los valores del espíritu, incluida la expresión religiosa.
3. El ser y el quehacer de la Democracia |
La democracia es, a la vez, una sistema de gobierno y una forma de
vida.
La democracia como forma de vida es más antigua que la democracia
como sistema de gobierno. De otra parte, la democracia, entendida como
participación directa de todos los miembros de la comunidad,
y fundamentada en los valores de la solidaridad y la fraternidad, se
puede vivir con más propiedad en la comunidad familiar o en las
comunidades locales que en las instancias políticas creadas por
el sistema de gobierno para la toma de decisiones tendientes al bien
común.
Como sistema de gobierno, la democracia es el orden político
que mejor se corresponde con la dignidad de las personas y la finalidad
de la sociedad. Fue Pío XII el primer Papa que aceptó
el término "democracia" como forma privilegiada de
gobierno: "Bajo el siniestro resplandor de la guerra que les envuelve
en el ardor quemante del horno en que se ven aprisionados, los pueblos
parece como si despertaran de un prolongado letargo. Frente al Estado,
frente a los gobernantes, los pueblos han tomado una actitud nueva,
interrogante, crítica, desconfiada. Aleccionados por una amarga
experiencia, se oponen con mayor energía al monopolio de un poder
dictatorial incontrolable e intangible y exigen un sistema de gobierno
que sea más compatible con la dignidad y la libertad de los ciudadanos...
Siendo ésta la disposición de los ánimos, es de
extrañar que la tendencia democrática se apodere de los
pueblos y obtenga por todas partes la aprobación y el consentimiento
de quienes aspiran a colaborar con mayor eficacia en los destinos de
los individuos y de la sociedad?... La forma democrática de gobierno
aparece a muchos como un postulado natural impuesto por la misma razón"
(Pío XII, Radiomensaje navideño de 1944).
Juan Pablo II fue más cauto en este tema cuando afirmaba que
"la Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en
que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones
políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir
y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente
de manera pacífica" (CA 46).
"Democracia", etimológicamente, significa soberanía
del pueblo, gobierno del pueblo. Sin embargo, no hay una definición
de democracia aceptada por todos. La fórmula que más se
acercó a una definición fue la expresión del presidente
A. Lincoln en la inauguración del cementerio nacional de Gettysburg
el 19 de noviembre de 1863: "...that the government of the people,
by the people, and for the people shall not perish from the earth"(2)
, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo(3).
Las constantes que se vinculan a la democracia como sistema de gobierno
son las siguientes:
a) la igualdad de todos los ciudadanos;
b) la soberanía del pueblo (expresada en el derecho del pueblo
a darse una constitución y a nombrar, en elecciones periódicas,
los representantes del pueblo);
c) el consenso democrático como aceptación voluntaria
del sistema.
d) la satisfacción de las exigencias esenciales del constitucionalismo
moderno: salvaguardia del Estado de Derecho, conservación del
sistema representativo, garantía de los derechos fundamentales;
en cierta medida también de la división de poderes, predominio
de la mayoría.
El quehacer de la democracia está orientado al desarrollo de
la identidad cultural, a la construcción del equilibrio del poder
económico (con pobreza de muchos no se crea estabilidad económica)
y a la práctica de la justicia social. Todo esto exige una cultura
democrática, cuyo corazón es la ética.
4. Agentes o líderes de la Democracia |
Los ciudadanos en una democracia, lo mismo que sus dirigentes, deben
hacer un aprendizaje de sus valores, de sus normas, de la ética
que la anima. Las principales tareas en este campo pueden ser las siguientes:
-Aprender a convivir con otros seres humanos.
-Aprender a actuar de modo responsable como ciudadano activo dentro
de la democracia.
-Manifestar su propio parecer sobre los deberes y sacrificios que le
son impuestos, lo mismo que sobre las decisiones que tienden al bien
común.
-Transmitir formas de comportamiento democrático.
-Aprender a adquirir conocimientos sobre la política y la democracia.
-Aprender auto-responsabilidad por la democracia.
La participación de los ciudadanos en la vida pública
en forma organizada y coherente es fundamental para la construcción
de la democracia. Pío XII hacía la distinción entre
"pueblo" y "masa" con miras a la consolidación
de una democracia sana. El pueblo vive y se mueve por sí mismo;
la masa es movida desde fuera, es fácil juguete en manos de cualquiera
que explote sus instintos e impresiones(4) .
5. Centros de vivencia y construcción de la Democracia
|
Familia
La familia es la instancia democrática más fundamental,
no porque en ella se apliquen algunos mecanismos técnicos del
sistema democrático, como la votación por mayoría,
sino porque se viven los valores propios de la democracia como la colaboración
respetuosa, la tolerancia, la solidaridad, el respeto a la dignidad
humana...
La familia está llamada a ser protagonista activa en la promoción
y desarrollo de la democracia como forma de vida, tanto ad intra (gracias
a los valores que vive y transmite hacia dentro), como ad extra (mediante
la participación de cada uno de sus miembros en la vida social).
La familia es la primera escuela de las virtudes sociales que necesitan
todas las demás sociedades
Encuentran en la familia los
hijos la primera experiencia de una sana sociedad humana
y se
introducen poco a poco en la sociedad civil y en la Iglesia (G.E. No.
3). Med, Fam. 7
La familia participa en la construcción de la convivencia comunitaria,
asumiendo en primer lugar, la responsabilidad primaria e ineludible
de educar a sus hijos, eligiendo el tipo de educación que, de
acuerdo con su conciencia, considere más adecuado para ellos
e integrándose a la comunidad educativa; exigiendo, en segundo
lugar, el apoyo del Estado en el cumplimiento de su misión; y
ayudando, en tercer lugar, a reconstruir el tejido social en su comunidad
local, especialmente por medio de la ayuda a las familias víctimas
de problemas de diversa índole.
Escuela
La escuela debe ofrecer un ambiente adecuado para el perfeccionamiento
de sus miembros, desde una visión integral de la persona humana,
que comprenda el respeto a su dignidad, la apertura a los valores comunitarios,
el desarrollo de su capacidad crítica y la preparación
para el ejercicio de sus derechos y deberes sociales y políticos.
La escuela, en sí misma, debe convertirse en un escenario donde
todos sus miembros vivan en una verdadera comunidad educativa donde
haya solidaridad, participación, justicia social y un ambiente
de paz y de concordia.
Mención especial merece la Universidad, particularmente la Universidad
católica y de inspiración cristiana, ya que su papel es
especialmente el de realizar un proyecto integral de persona y de sociedad.
Sólo así podrá apuntar soluciones para los complejos
problemas no resueltos de la cultura emergente y las nuevas estructuraciones
sociales, como la dignidad de la persona humana, los derechos inviolables
de la vida, la libertad religiosa, la familia como primer espacio para
el compromiso social, la solidaridad en sus distintos niveles, el compromiso
propio de una sociedad democrática
(Cfr. S.D. 268)
La parroquia
La parroquia tiene un papel importante que cumplir en la construcción
de la democracia, ya que es, de por sí, una comunidad de comunidades
y movimientos y acoge las angustias y esperanzas de los hombres y mujeres;
se constituye en un espacio de solidaridad, anima y orienta la comunión,
participación y misión. (Cfr. S.D. 58, 181)
La comunidad parroquial tiene el derecho y el deber de: a) anunciar
el Evangelio, raíz profunda de los derechos humanos (SD 165);
b) promover, de un modo más eficaz y valiente, los derechos humanos,
con la palabra, la acción y la colaboración, comprometiéndose
en la defensa de los derechos individuales y sociales, atendiendo especialmente
a los sectores más marginados; c) denunciar las injusticias y
todos los hechos violatorios de la dignidad humana; d) participar con
discernimiento en organismos de diálogo y mediación; e)
educar a los fieles en el respeto de los derechos humanos, en la participación
activa dentro de la misma vida parroquial y en los valores de la justicia
evangélica (Cfr. SD 168).
El mundo del trabajo
El trabajo, en palabras de Juan Pablo II, se ha convertido en la clave
de la cuestión social. La empresa no es solo un factor de producción
y de lucro, sino, ante todo, una comunidad de personas y elemento importante
dentro de una sociedad abierta, pluralista y democrática (Cfr.
DP 1246). Por este motivo, los derechos del trabajador son un patrimonio
moral de la sociedad, los cuales deben ser tutelados por una adecuada
legislación social (Cfr. SD 184).
Las fuerzas armadas
Las mismas fuerzas armadas de un país deben convertirse en defensoras
y promotoras de la vida democrática, ya que tienen la misión
de garantizar las libertades políticas de los ciudadanos, en
lugar de ponerles obstáculos (Cfr. Medellín, Pastoral
de Élites, 20). En otras palabras, que tengan conciencia de su
misión de garantizar la paz y la seguridad de todos; que jamás
abusen de la fuerza; que sean, más bien, las defensoras de la
fuerza del Derecho; que propicien también una convivencia libre,
participativa y pluralista (Cfr. DP 1247).
Los medios de comunicación social
Los medios de comunicación deben tener como propósito
fundamental de su misión una información justa y veraz
y la promoción de la convivencia comunitaria, dentro de un marco
del respeto a la vida y a la dignidad humana.
Las organizaciones populares
Las organizaciones comunitarias y populares, lo mismo que los movimientos
políticos, tienen un rol importante en la vida social. Entre
las organizaciones populares, es urgente rescatar el papel del sindicalismo,
no solo en la búsqueda de reivindicaciones para sus afiliados,
sino también en la formación integral de sus cuadros y
en la presentación de propuestas creativas que contribuyan a
la convivencia democrática.
El Estado
La finalidad del Estado era, para Platón, la justicia; para Aristóteles,
el bien común; para Leibniz, la felicidad de sus súbditos;
para Kant, la libertad; para Hegel, la máxima expresión
del ethos de un pueblo. En la realidad, en muchos países, como
decía Marx, el Estado se ha convertido en instrumento de dominación,
que defiende el interés específico de quien gobierna y
de una parte de la sociedad que usufructúa de los beneficios
del gobierno.
Al Estado, entonces, le compete velar por el bien común, poniéndose
al servicio de todos los miembros de la sociedad, sin discriminación
de ninguna clase. Es importante desarrollar en los dirigentes el concepto
evangélico de la autoridad como un servicio a la comunidad, teniendo
como fundamento el respeto a los derechos humanos.
La comunidad
Además de los centros mencionados, no podemos dejar de nombrar
a la misma comunidad, llámese barrio, caserío, comunidad
local, municipio..., como espacio fundamental para la construcción
de la democracia. Todos los miembros de la comunidad son responsables
de la convivencia comunitaria y del crecimiento de las relaciones sociales,
en un ambiente de respeto y solidaridad.
6. Grandes tareas de la Democracia |
6.1. La promoción de una ética, fundada en el bien
común
Juan Pablo II afirma que "una democracia sin valores se convierte
con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra
la historia" (CA, 46).
Algunos de estos valores son más urgentes en esta época:
1) la dignidad de cada persona humana; 2) el papel central de la familia;
3) el legítimo puesto de la mujer en la sociedad; 4) la opción
por los pobres; 5) las oportunidades laborales y la defensa de los derechos
de los trabajadores; 6) la educación y el desarrollo humano;
7) los asuntos ecológicos; 8) la libertad religiosa.
6.2. La tarea de la inclusión
Actualmente la mayor parte de nuestros países son "democráticos",
pero, a la vez, toleran los más graves mecanismos de exclusión,
especialmente en lo económico y político. La economía
de mercado, por ejemplo, tiene una eficiencia excluyente: genera mucha
riqueza, pero es incapaz de distribuirla equitativamente.
El desafío de la inclusión está retando a los economistas
a ser sensibles y creativos, a fin de unir eficacia y justicia social;
y, de esta manera, facilitar la participación de todos en los
beneficios del desarrollo.
6.3. La satisfacción de las necesidades fundamentales
En la Cumbre del Desarrollo Social se estableció un marco para
la acción con miras a "poner al ser humano en el centro
del desarrollo y orientar la economía para satisfacer mas eficazmente
las necesidades humanas" (No. 26). Ese es el fin primario de la
economía.
El desafío que afrontamos es el de satisfacer las necesidades
básicas de los seres humanos; en otras palabras, se trata de
llegar a un consumo que tenga las siguientes características:
a) solidario, que garantice las necesidades básicas de todos.
Es necesario aumentar los niveles de consumo de mil millones de pobres
que han quedado excluidos de los beneficios de la globalización;
b) ecológico, que respete el medio ambiente, mejoren el uso de
los recursos y regeneren los recursos renovables; hay que desalentar
las pautas de consumo que contaminan el medio ambiente y que tienen
efectos negativos sobre la naturaleza y la sociedad y que comprometen
las opciones de las generaciones futuras.
c) humanizador, que mejore la calidad de la vida humana; en este sentido,
se debe proteger y fomentar el derecho a una información completa
y veraz, a la seguridad en los productos y al acceso a los productos
que realmente necesitan los consumidores;
d) responsable, de tal manera que el consumo de algunos no ponga en
peligro el bienestar de otros;
6.4. El reto de la opción preferencial por los pobres
La opción por los pobres y excluidos es una exigencia de la justicia
social. Ya el Papa León XIII (1891) lo decía en forma
taxativa: "Los derechos, sean de quienes fueren, habrán
de respetarse inviolablemente. Solo que en la protección de los
derechos individuales se habrá de mirar principalmente por los
débiles y los pobres. La gente rica, protegida por sus propios
recursos, necesita menos de la tutela pública; la clase humilde,
por el contrario, carente de todo recurso, se confía principalmente
al patrocinio del Estado" (RN 27).
6.5. El reto de la ecología
La riqueza ambiental no debe examinarse como un exclusivo patrimonio
nacional, del cual se puede hacer uso arbitrariamente, como desafortunadamente
está sucediendo, ya que el afán de lucro no respeta el
hábitat de las personas de hoy y del futuro.
La defensa de lo ecológico debe incluirse dentro de los intereses
sociales que exigen protección jurídica plena y que rebasa
los límites del derecho de una nación determinada porque
afecta a la comunidad internacional.
6.6. El reto de la integración americana
El Documento de Santo Domingo decía que "la experiencia
nos ha demostrado que ninguna nación puede vivir y desarrollarse
con solidez de manera aislada. Todos sentimos la urgencia de integrar
lo disperso y de unir esfuerzos para que la interdependencia se haga
solidaridad y ésta pueda transformarse en fraternidad" (SD
204).
Juan XXIII, cuando habla de la dimensión mundial de los problemas
humanos más importantes, afirma que "las relaciones entre
los distintos países, por virtud de los adelantos científicos
y técnicos, en todos los aspectos de la convivencia humana, se
han estrechado mucho más en estos últimos años.
Por ello, necesariamente la interdependencia de los pueblos se hace
cada vez mayor" (MM 200). Los mismos problemas que padece un país
rebasa sus fronteras y afecta, en muchas ocasiones, a las naciones vecinas
e, incluso, a la comunidad internacional, como podemos constatar con
fenómenos como el narcotráfico o la violencia.
La interdependencia "percibida como sistema determinante de relaciones
en el mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político
y religioso" debe ser asumida como una "categoría moral",
cuya actitud social y moral es la solidaridad. (Cf. SRS 38). Porque,
so pretexto de interdependencia se pueden crear diversas formas de imperialismo
que, en lugar de la interdependencia y la solidaridad, van creando "estructuras
de pecado" que fomentan el individualismo, el afán de lucro
y la exclusión. (Cf SRS 36)
6.7. El reto de la promoción de la paz
La paz es un derecho fundamental, condición necesaria para disfrutar
de los demás derechos. Por eso, un reto para la democracia es,
por una parte, propugnar por un acuerdo mundial para la reducción
del armamentismo y apoyar a los organismos nacionales e internacionales
que promuevan iniciativas concretas para el desarme; y, por otra, educar
para la paz, formando a las personas en los principios y valores básicos
de la convivencia como son el respeto, la tolerancia, la justicia y
la solidaridad.
7. Estructuras e Instituciones |
Para que la democracia funcione se necesita una serie de estructuras
e instituciones básicas. Enumeramos algunas:
-Sistema Central o Federal
-Estado de Derecho
-Parlamento
-Partidos políticos (A los partidos políticos es necesario
darles una base financiera transparente y establecer legislaciones electorales
justas).
-Administración pública
-Medios de Comunicación Social
-Sociedad civil
-Órganos de control (la democracia vive del control permanente).
8. La savia del árbol de la Democracia: los Derechos
Humanos |
La promoción y defensa de los derechos humanos, tanto personales
como sociales, es la savia que alimenta el árbol de la democracia.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2000 del PNUD se ha dedicado al tema
de la democracia y los derechos humanos. Allí se habla de cuatro
características que definen una democracia basada en los derechos
humanos:
-La celebración de elecciones libres e imparciales, lo cual contribuye
a la realización del derecho a la participación política.
-La existencia de medios de difusión libres e independientes,
lo cual contribuye a la realización del derecho a la libertad
de expresión, pensamiento y conciencia.
-La separación de los poderes del Estado, lo cual ayuda a proteger
a los ciudadanos de la violación de sus derechos civiles y políticos.
-El fomento de una sociedad civil abierta, lo cual contribuye a la realización
del derecho de reunión y asociación pacíficas.
Una sociedad civil abierta añade una importante dimensión
participativa que, junto a la separación de poderes, contribuye
a la promoción de los derechos.
El documento afirma que la democracia no es homogénea y distingue
dos categorías amplias de democracia: mayoritarias e incluyentes.
"En una democracia mayoritaria, el gobierno es de la mayoría
y la función de las minorías es la oposición. El
peligro radica en que en las sociedades pluralistas, muchas minorías
pueden quedar permanentemente excluidas, discriminadas y marginadas,
ya que ello no afectaría las perspectivas electorales de los
partidos políticos de base mayoritaria. Eso puede conducir a
la violencia, lo que ocurre efectivamente en algunas democracias.
Una democracia incluyente basada en el principio de que el poder político
se distribuye y comparte de diversas formas, para proteger a las minorías
y para garantizar la participación y la libre expresión
de todos los ciudadanos, hace hincapié en la calidad de la representación,
tratando de lograr el consenso y la inclusión, no mediante la
fuerza electoral bruta de la mayoría.
Una democracia incluyente valora también la necesidad de promover
las organizaciones de la sociedad civil, los medios de difusión
abiertos, la política económica orientada hacia los derechos
y la separación de los poderes. De ese modo, crea los mecanismos
para la rendición de cuentas de la mayoría a las minorías.
Después de las primeras elecciones en una Sudáfrica libre,
el Presidente Nelson Mandela pidió a un destacado dirigente de
la oposición que se incorporara a su gabinete, aunque el Congreso
Nacional Africano tenía una amplia mayoría. Al dar cabida
a una minoría en peligro, y potencialmente violenta, Mandela
dio una importante lección a otras democracias"(5) .
La democracia es un derecho, pero también es un deber; es una
gran solución, pero tiene muchos problemas sin resolver; hace
madurar a los ciudadanos, pero también exige de ellos la máxima
madurez posible.
Tal vez, la tarea más difícil, al desarrollar el concepto
de democracia estriba en comprender el concepto de poder; algunos piensan
que un pueblo es poderoso cuando supera a otros en tecnología,
en crecimiento económico, en deportes.... Un pueblo es realmente
poderoso en la medida en que es dueño de sí, es él
mismo, en su humanidad y en un proyecto de vida propio.
Quiero concluir con la última frase, con visos de profecía,
de Ernesto Sábato en su libro testamento "Antes del fin":
"Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía
serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto
de humanidad hayamos perdido".
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