De niño muy a menudo le
escuchaba decir a mi abuela: "A mis padres los casó el Padre
Dobal y también bautizó a la Nena, mi hermana mayor".
Entre la gente vieja del barrio oía muy continuamente mencionar
el nombre del Padre Dobal. El Sr. Aniceto Arrastía (Mandinga
el Naranjero) y Serapia Martínez, con sus rostros llenos de arrugas,
ojos y voz cansados por los años vividos, hablaban de él
como algo celestial. Exponían en sus relatos la bondad infinita
que acompañaba a este Siervo de Dios, sus consejos útiles,
su buena voluntad y disposición para ayudar al prójimo
y también hablaban de su profesión de abogado que ejercitaba
al servicio de los pobres e indefensos ante las injusticias y abusos
de los poderosos.
Le llamaban el "Abogado de los Pobres" y contaban infinidad
de anécdotas, todas en el campo de la grandeza espiritual de
este sacerdote de la Parroquia de Los Palacios que hizo de su vida al
servicio de la Iglesia un digno ejemplo de amor a la humanidad, abnegación
y sacrificio en su hermosa labor de redención humana y su amor
por Cuba.
El Padre Dobal es un ejemplo de sacrificio y heroísmo, de quien
lamentablemente la historia no se ocupa. En múltiples oportunidades
se incurre en omisiones injustas y no se le reconocen los méritos
ni se mencionan a hombres que hicieron de su existencia una total dedicación
y entrega a los nobles ideales de emancipación y mejoramiento
de la sociedad humana. Causas por las cuales luchan sin cesar, aunque
sufran de encierros, vejaciones, persecuciones y a veces hasta la muerte.
Siempre se menciona a los destacados y se olvidan los más modestos.
El 12 de Octubre de 1842 nació en Santiago de las Vegas, Provincia
Habana, Manuel de Jesús Dobal y García quien sería
el Padre, Dobal. Su padre, el Dr. José Zacarías Dobal,
médico de la localidad, y su madre la Sra. Dolores García.
Sus primeros estudios los realizó en su terruño natal.
En 1855 ingresó en el Seminario San Carlos donde se graduó
de Bachiller en Filosofía y Letras. Podría pensarse, como
era costumbre en aquella época, que se inclinara por la medicina
atendiendo a la profesión de su padre, pero su verdadera vocación
estaba en servir a Dios como sacerdote de la Iglesia Católica.
Terminó sus estudios eclesiásticos y cantó su primera
misa, ya presbítero, el 30 de junio de 1867, faltando unos meses
para cumplir los 25 años.
Desde muy joven se apasionó por la literatura y la oratoria,
llegando a ser con el transcurso de los años un conceptuoso orador
sagrado. Fue también un estudioso infatigable sobre temas históricos
y sociales. Caracterizándose, además, por la libertad
de criterios y su mente abierta a nuevas ideas. Interesándose
vivamente por el progreso social de su país, lo que lo llevó
a considerar la independencia como la necesidad más apremiante
de la Isla de Cuba.
Por lo inflamado de su oratoria en el púlpito se hizo sospechoso
a la autoridades españolas que lo vigilaban y obstaculizaban
para impedirle la exposición de sus ideas.
Primeramente, lo destinaron a ejercer su ministerio a la Parroquia de
Casilda y unos meses antes del Estallido Revolucionario de 1868 lo nombraron
Cura Párroco de la Iglesia de Jesús María, barrio
habanero.
El Padre Dobal, desde el mismo comienzo de la Guerra de los Diez Años
se identificó plenamente con los ideales independentistas de
la contienda revolucionaria y contribuyó a los mismos de diversas
formas, entre ellas, a través del ejercicio de su ministerio.
Sus feligreses recibían e interpretaban sus mensajes, comprendiendo
cabalmente la situación del país a través de sus
parábolas, en que hábilmente les trasmitía la situación
de Cuba y la necesidad de independizarse de España.
Las persecuciones contra su persona no se hicieron esperar y en febrero
de 1877, cuando pronunciaba una elocuente oración en la Capilla
de San Lázaro, es bajado del púlpito entre bayonetas y
conducido detenido. Posteriormente es deportado a la península
en compañía de los padres Arteaga, Reyes, Fuentes y Santos,
quienes eran también partidarios de la Independencia de Cuba.
Al llegar a España, antes de ser trasladados a las prisiones
políticas de África, intervino a favor de ellos el Cardenal
Vives y por su mediación se les permitió residir en España,
pero sujetos a la más estrecha vigilancia de las autoridades
españolas.
En la Madre Patria supo utilizar su estancia para aumentar sus conocimientos
en materia religiosa, iniciando estudios superiores y graduándose
de Doctor en Teología en el Seminario Central de Toledo.
Al firmarse el Pacto del Zanjón en 1878 que puso fin a la Guerra
de los Diez Años, regresó a Cuba, se radicó en
La Habana y se dedicó a la enseñanza, actuando como profesor
en los colegios "La Empresa", "La Gran Antilla"
y en "Educación y Familia", este último fundado
por su amigo el Padre Arteaga. En La Habana vió aumentada su
superación cultural, ya que su sed intelectual era insaciable,
y terminó en la Universidad de La Habana las licenciaturas en
Derecho y Filosofía.
En Julio de 1880 fue designado para la Parroquia del Municipio de Los
Palacios, adonde llega en los primeros días del mes de Agosto
de 1880. Su primer acto religioso en la parroquia palaceña fue
el Domingo 8 de agosto donde bautiza al niño Pedro Secundino
de Jesús Cruz, hijo de Don Pedro Cruz y de Doña Valentina
López. Su último acto lo fue el 16 de Octubre de 1893
donde casa al Sr. José Rodolfo Ruiz con la señorita María
de los Ángeles Arencibia y Borges. En los más de trece
años que se desempeñó como cura de Los Palacios
supo ganarse el respeto, admiración y consideración de
la población por sus grandes dotes de humanista y mansedumbre
infinita. En los libros de la Iglesia de Los Palacios, de esa época
y certificados por él, se observa -"Don Manuel J. Dobal,
Pbro Doctor en Sagrada Teología, Abogado de los Tribunales de
la Nación"-
De Los Palacios, en Octubre de 1893, fue trasladado para el pueblo de
Santo Domingo, antigua provincia de Las Villas, de donde poco tiempo
después, y ante el inminente peligro de ser detenido en su parroquia,
huye a La Habana, marchando luego a Cayo Hueso oculto en la bodega de
un barco ganadero. De Cayo Hueso se dirigió a México y
en este país es ayudado por el clero y continuó su obra
religiosa y revolucionaria. Fundó y perteneció a varios
clubs independentistas, entre ellos: "Hijos de América",
"Bartolomé Masó" y "Morales y Maceo".
Ejerció como sacerdote en la jurisdicción de Cosamoloapán.
Terminada la Guerra de Independencia, el 27 de Agosto de 1899 regresa
a Cuba y en 1900 fue designado Párroco de la Iglesia de viñales,
Pinar del Río. Después de ejercer por un tiempo en la
Iglesia de Viñales es trasladado para su antigua parroquia de
Jesús María, siendo recibido con mucho entusiasmo y extraordinarias
demostraciones de júbilo por los feligreses de esta barriada
habanera.
El Padre Dobal también perteneció a la masonería.
En 1874 recibe su iniciación masónica en la Logia Constancia
de La Habana y adopta el nombre simbólico de Salomón.
Obteniendo el Grado 18 de la Masonería Filosófica en el
Soberano Capítulo "Verdadera Unión" de Regla,
La Habana.
El 7 de noviembre de 1914, a los 72 años de edad, después
de una hermosa e intensa vida cargada de penurias y sacrificios, falleció
el Padre Dobal, un legítimo ejemplo de sacerdote y ciudadano.
Siempre fue fiel a los dictados de su corazón, su fidelidad por
la Iglesia y su amor por Cuba. Sólo aspiró a ver libre
e independiente a su patria y obtenida la paz olvidó agravios
y concedió el perdón cristiano hasta con aquellos que
se erigieron en sus enemigos y lo persiguieron.
Su vida merece ser recordada y su edificante ejemplo, a más de
un siglo, nos debe llegar como un llamado al amor y la tolerancia tan
necesitados en estos momentos para redimir al pueblo cubano.