La economía, como la democracia,
los derechos humanos o la ecología, se ha convertido en un elemento
constitutivo de la cultura contemporánea. La economía
ha existido siempre, me atrevo a decir que desde los orígenes
de las relaciones sociales, pero nunca con la trascendencia actual y
nunca, ciertamente, como uno de los ingredientes esenciales y característicos
de la cultura mundial. Además, a mi juicio, teniendo en cuenta
la complejidad creciente de las interrelaciones sociales y de la tecnología,
un ingrediente que no va a disminuir en importancia.
La economía es un producto lógico de las relaciones sociales,
un invento humano, genuina muestra de la misión que el hombre
ha recibido de su Creador de "llenar y someter la tierra"(cfr.
Gen 7, 28). La economía como tal es un valor, esto es, algo positivo;
sin embargo, como toda cosa creada por el ser humano, su aplicación
resulta ambivalente. Por tanto, la existencia de la economía
como fenómeno social, al igual que la existencia de un ordenamiento
jurídico o de las instituciones de gobierno, no resiste el cuestionamiento
pues son soluciones racionales, las mejores posibles, a necesidades
insoslayables de convivencia. Otra cosa son las luces y sombras que
inevitablemente acompañan la aplicación de estas soluciones.
Una característica de la economía como fenómeno
cultural es su omnipresencia así como lo exigente de sus principios
operacionales, universalmente aceptados.
Hechas estas aclaraciones conversaremos acerca de algunas tendencias
actuales sociales, políticas y económicas, ya que la situación
económica de cualquier país no se comprende a cabalidad
si no se la sitúa dentro de un marco mundial, y en el caso particular
de Cuba, dentro del contexto y las tendencias de nuestro continente
americano (norte, centro y sur, Caribe incluido).
Hay diversas grandes tendencias en la evolución de la humanidad
que se aprecian para el futuro mediato, y que aunque de índole
más bien cultural guardan mucha relación y ayudan a comprender
mejor los procesos socio-económicos a los que pretendemos asomarnos.
Entre ellos, a modo de marco, he escogido las siguientes:
-La comunicación
electrónica y la globalización con su secuela de homogenismo
cultural
-Como consecuencia,
el uso del inglés como idioma universal (fenómeno comparable
con el uso del latín en su momento); una cultura de símbolos,
en la que la homogenización ya mencionada tiene como marco de
referencia la concepción norteamericana del mundo y en particular
la lógica de la ganancia y la competencia.
-Crisis y cuestionamiento
de instituciones tradicionales: familia, escuela, partidos políticos;
individualismo apático que no asume los problemas de los demás.
Ya en lo específicamente económico, como es sabido, desde
finales de la década de los ochenta la economía internacional
está marcada y determinada por el neoliberalismo como modelo
indiscutible, y por ende, por la confianza en las bondades del libre
juego de la oferta y la demanda, regulador automático del mercado
y promotor de riqueza y bienestar. Tanto que, una vez más, para
amplios e influyentes sectores de la política y la economía
esta versión actualizada del liberalismo capitalista en boga
durante el siblo XIX constituye como una "fe" o una "ideología"
que debe resolver los problemas.
Consecuentemente, el plano económico actual presente y perspectivo,
a nivel mundial, se caracteriza por los siguientes conceptos:
-Preeminencia
y eficacia de la empresa privada como factor de desarrollo, atribuyéndole
un rol incluso en el ámbito de los servicios públicos.
-Importancia determinante
del financiamiento internacional como elemento de desarrollo
-Tecnologización,
comunicación, descentralización, eficiencia, como elementos
claves en la competencia empresarial; liberalización del mercado
de trabajo.
-Fuertes presiones
para el libre comercio particularmente en el comercio exterior. Estas
presiones se concentran sobre todo en la reducción o eliminación
de aranceles y de los subsidios a los productos nacionales y en facilidades
a la inversión extranjera.
-Concertación
de bloques comerciales mediante convenios entre empresas y consorcios
y tratados entre países y regiones; fusiones de consorcios.
-Restricción
de la acción estatal, exigiéndole al Estado eficacia y
transparencia, especialmente en el manejo de los impuestos y en particular,
la privatización no solo de empresas estatales sino también
de servicios.
-Aplicación
del concepto de "desarrollo sostenible"...
Las economías nacionales en desarrollo que tratan de desviarse
de estos principios son "estigmatizadas".
Creo que no es difícil darse cuenta que estas tendencias y presiones
favorecen sobre todo a los países desarrollados.
El impacto de toda esta realidad en el mundo del trabajo amerita párrafo
aparte, por su incidencia en el hombre concreto, en las familias, en
la situación social.
El crecimiento económico, que según estos nuevos rumbos
pone su énfasis en la tecnología y la eficiencia, ya no
necesita generar empleos.
La reconversión de tecnologías en sectores estratégicos
de la economía nacional, paso necesario para hacer frente a la
competencia, implica la recalificación, pero al mismo tiempo,
la selección y racionalización de la fuerza laboral. Si
la economía, como es habitual en estos casos, sobre todo en países
en desarrollo, no tiene la suficiente pujanza como para reabsorber el
trabajo excedente, se produce desempleo.
Por otro lado, la liberalización del mercado laboral como condición
para las inversiones y el cuestionamiento de la acción estatal
conduce a la reducción de la legislación social y a la
desprotección laboral
No es de extrañar que, como sucede en América Latina,
una consecuencia concreta de las políticas neoliberales sea el
incremento del subempleo y de la economía informal como forma
de subsistencia de la mayoría, así como la elevación
de los niveles de pobreza.
Sin embargo, el impacto del neoliberalismo continúa siendo tan
actual que se habla de una "democracia de mercado" como modelo
socio-políitico-económico viable con fuertes defensores
entre sectores empresariales y políticos.
Otro factor que gravita seriamente en el desarrollo global, particularmente
en el de África y Latinoamérica, es la deuda externa.
Si bien esta tuvo su origen en errores cometidos en la política
económica de nuestros países con anterioridad a los años
noventa, se mantiene gravitando onerosa e injustamente sobre la economía
de los países más pobres debido a la dureza persistente
por parte de las financieras internacionales en cuanto a los criterios
de condonación de la deuda y de concesión de nuevos préstamos.
Una puntualización para concluir con esta sintética proyección
de realidades y tendencias económicas. Por descontado que hay
otros planos de la existencia humana, individual y social, igualmente
importantes: el político, el cultural, el ecológico...
Pero el económico es de particular trascendencia pues es la "herramienta
del Poder", que se ejerce sobre todo a través del dominio
financiero de las transnacionales, los consorcios bancarios... y de
las mafias, realidad esta última que golpea con fuerza creciente.
Quede claro que todo este poder, que de un modo u otro también
controla la mayoría de los grandes medios de comunicación,
continúa imponiendo
políticas y eliminando opositores y persiste en implantar modelos
de comportamiento.
Concentrándonos ya en Latinoamérica, aunque todo lo dicho
hasta aquí tiene incidencia decisiva en la vida de nuestras sociedades,
hay otras realidades y tendencias fuertemente relacionadas con el campo
de la economía que es importante resaltar.
Un fenómeno a mencionar, muy relacionado con la situación
descrita, es el incremento de la corrupción administrativa a
todos los niveles. En algunos países de nuestra región
este fenómeno se ha convertido en una auténtica amenaza
para el desarrollo.
Como contrapartida, se aprecia una exigencia creciente por parte de
la opinión pública en lo relativo a transparencia y rendición
de cuentas. Son notables los casos recientes, fuera de Cuba, de altos
funcionarios de gobierno procesados judicialmente por corrupción,
cuestión esta impensada hace pocos años.
Pero quizás, y no obstante situaciones de retroceso cuya raíz
con frecuencia está en la pobreza, el desencanto y la ignorancia,
las tres tendencias sociopolíticas más llamativas sean:
-la creciente
importancia que se concede a los derechos de la persona, a los de la
mujer en particular, a los derechos de las minorías
-la consolidación
del régimen democrático y su evolución, lenta pero
perceptible, de una democracia representativa a una participativa, y
-el incremento
paulatino del protagonismo de la sociedad civil, como fenómeno
paralelo directamente relacionado con los anteriores.
Conviene recordar que se ha dado en llamar "sociedad civil"
a la comunidad organizada en términos de poder para la satisfacción
de necesidades compartidas y comunes en el ámbito local1, que
se manifiesta a través de la acción de grupos ciudadanos,
minorías, agrupaciones profesionales, instituciones privadas,
entre ellas las ONG, Iglesias, etc., como medios efectivos de concienticiación
y presión.
En cierto sentido se puede decir que, desaparecidas las contradicciones
entre socialismo real y capitalismo, y como reacción a las secuelas
ya evidentes del neoliberalismo, que pretende erigirse como síntesis
del pensar y el sentir capaz de superar las crisis actuales, se constata
el surgimiento de una como tendencia ideológica que plantea las
soluciones sociales en términos de humanidad y de la democracia
como escenario de humanización, en contraposición a la
democracia de mercado a que hemos aludido1.
Por ello los procesos económicos y políticos latinoamericanos,
analizados en su conjunto parecen incluir también1:
-El apego creciente
a los métodos democráticos y participativos.
-El esfuerzo por
la verdad y la transparencia y su consiguiente lucha contra la corrupción.
-La integración
regional como etapa en el camino de la globalización.
-La descentralización
y municipalización como escenarios de participación y
desarrollo de la sociedad civil.
Para completar esta apretadísima visión, habría
que agregar el rol social de la mujer, cada vez mayor, y el desarrollo
de la conciencia ecológica, y como elementos negativos, el grave
problema de la educación, cuya solución es determinante
para afrontar estos retos, y la indefinición en cuanto al verdadero
papel del Estado, dentro de su tendencia a ser más pequeño
y eficiente.
Con relación a Cuba, la reanimación económica pasa
inevitablemente por la liberalización y la descentralización
internas y por la normalización de nuestras relaciones con el
gobierno norteamericano. Sin posibilidades efectivas para desarrollar
las iniciativas personales y sin el estímulo económico
adecuado, sin que volvamos a sentir que vale la pena trabajar, no hay
despegue. Sin los créditos de las grandes instituciones financieras
internacionales - Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano
de Desarrollo, consorcios bancarios privados, y otros-, que en general
no se conceden sin el "placet" norteamericano, y sin el acceso
normal a los mercados de nuestro continente, tampoco.
Habría que considerar, además, nuestra falta de competitividad
y la obsolescencia tecnológica.
Existe un riesgo, cierto y grande, que puede marcar negativamente nuestro
futuro durante décadas si Cuba no logra insertarse a tiempo en
las grandes líneas económicas y políticas, en apariencia
irreversibles, que marcan rumbos en el nuevo milenio: protagonismo del
sector privado, competitividad, integración regional, comunicación,
modernización del Estado, democracia, participación, descentralización,
sociedad civil. Pienso que podemos hacerlo sin perder identidad.
El desarrollo y sus soluciones, por tanto, se sitúan en primer
lugar y con urgencia, en el terreno de lo político. A partir
de la reacción interna y de la inversión de capitales
es posible intentar asumir lo demás.
En lo concerniente a los posibles caminos a emprender para el logro
de un futuro mejor para nuestra Patria como personas conscientes y de
buena voluntad, me circunscribo a esbozar algunos que creo están
a nuestro alcance.
Para describirlos, nada mejor que las palabras de Su Santidad Juan Pablo
II durante su discurso al mundo de la cultura en el Aula Magna de la
Universidad de La Habana, pronunciado el 27 de enero de 1998, al referirse
a la figura y la obra del Padre Félix Varela. "piedra fundacional
de la nacionalidad cubana". En aquella ocasión memorable,
Su Santidad señaló:
"Maestro de generaciones de cubanos, (el padre Varela) enseñó
que para asumir responsablemente la existencia, lo primero que se debe
aprender es el difícil arte de pensar correctamente y con cabeza
propia..."
"El padre Varela era consciente de que, en su tiempo, la independencia
era un ideal todavía inalcanzable, por ello, se decidió
a formar personas, hombre de conciencia, que no fueran soberbios con
los débiles ni débiles con los poderosos".
Toda su vida "estuvo inspirada en una profunda espiritualidad cristiana...
eso lo llevó a creen en la fuerza de lo pequeño, en la
eficacia de las semillas de la verdad, en la conveniencia de que los
cambios se dieran con la debida gradualidad hacia las grandes y auténticas
reformas."
Con anterioridad, en Santa Clara, Su Santidad había dicho: "No
esperen que todo les venga dado".
Para lograr, pues, el futuro mejor y la Patria "con todos y para
todos", soñada y sufrida por Martí y anhelo de tantos
buenos cubanos, busquemos y sembremos viviendo, ante todo, con coherencia,
coraje, responsabilidad cívica, espíritu de diálogo
y de solidaridad; con preocupación efectiva por nuestra formación
integral; con confianza en la "fuerza de lo pequeño",
probada a lo largo de la historia por tantos gigantes del espíritu.
Hacer todo lo que nos dicte nuestra conciencia, todo lo que esté
de nuestra mano en los ambientes en que el Señor nos ha situado.
Lo demás vendrá por añadidura.
Muchas gracias.
NOTAS
1 Cita de los párrafos 64 y 70 del "Informe CELAM 2000".
2 Recomendamos la lectura de los siguientes documentos para los que
deseen mayor iluminación en cuanto a los tópicos tratados:
-Para un análisis de la realidad latinoamericana y un fundamento
ético conforme con la dignidad humana para las posibles soluciones:
Exhortación Apostólica Postsinodal "Ecclessia in
América", 22 de enero de 1999.
-Para posibles caminos de solución a nuestros retos sociales:
los discursos de Su Santidad Juan Pablo II en Cuba, de enero de 1998.