Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001


NARRATIVA

 

SUEÑOS DE POETAS

ALONSO EXPÓSITO ÁLVAREZ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ángel Santos bajó del cielo, lleno de buenas intensiones, al universo de los hombres.Vino a probar suerte, con un buen corazón en ristre y el don de esculpir.
Tocó a las puertas del mundo. Alguien abrió:
¿Qué desea?
He llegado para quedarme - contestó Ángel Santos.
Y mostró una imagen construida por sus propias manos, una pieza escultórica de inaudita belleza. Era un corazón de oro, inmenso, gigantesco, sobre un precioso mosaico tallado en mármol; una verdadera obra de arte. Con una particularidad adicional: el corazón latía cual si estuviese vivo, al compás de los movimientos diastólicos y sistólicos. Por la arteria aorta salían al espacio las notas delicadas de la "Oda a la alegría", de la novena sinfonía de Beethoven; en cambio, por la vena cava, un hermoso flujo de iris diseminaba el espectro de la luz refractada que se envolvía en el cuello del tronco venoso, como si fuera una bufanda de colores.
El centinela hizo un gesto de autodefensa "in situ", en la suspicacia de que se encontraba en presencia de un artefacto subversivo.
Nunca había visto una escultura así, comentó el centinela en la antesala del mundo, sobrecogido por la enorme fuerza que aquel artificio ejercía sobre él.
Cierto - contestó Ángel Santos. Y sonrió satisfecho de su trabajo, con gran fe en la humanidad. -Entonces, ¿estoy autorizado a entrar?
¡No! ¡Usted está bajo arresto! - declaró el centinela apuntándole con un arma. - ¡Si trata de escapar, le aplicaré la "ley de fuga"
¿Bajo arresto? - se extraño Ángel Santos -, ¿ley de fuga? Espero que usted sepa lo que está haciendo.
¡A callar! - gritó el guardián, intransigente.
De súbito, el corazón comenzó a padecer desarreglos. Se desvaneció su musicalidad; desapareció su luz. Una ligera taquicardia lo fue invadiendo y, al compás de la arritmia, el mundo se fue saturando de nubes y sombras, subieron las mareas, callaron las aves, dejaron de silbar los vientos, se ensancharon los desiertos...
-En nombre de la esperanza...-comenzó a decir Ángel Santos.
-¡Silencio, en nombre del ejército! - atajó el centínela.
Ahora la taquicardia era más severa. Las personas reñían y morían, las naciones entraron en guerra, los océanos se secaron, la tierra se abrió en profundas grietas y de sus entrañas brotaba lava encendida; la capa de ozono palidecía infinitamente...
-En nombre del futuro... intentó mediar Ángel Santos.
-¡Silencio, en nombre del poder!- Conminó el centinela.
Finalmente, el corazón sufrió un infarto masivo. Por su arteria aorta fluía un lamento triste, semejante al de una madre que ha perdido a su criatura; por la vena cava despedía vapor de humo industrial, del color de una noche sin luna y sin estrellas....
Entonces, cuando el planeta dejó de girar y el mundo se detuvo, el poeta despertó, intranquilo y sudoroso, de su horrible sueño de realidades. Y pensando en sus quimeras de "ángel", en sus "santos" amores, escribió un soneto que tituló: "Por favor, pase usted".


 

 

Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001
Alonso Expósito
(Morón 1957) Graduado en Derecho en la Universidad de La Habana en 1981. Narrador, investigador y poeta. Desde 1989 trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores como especialista en Derecho Internacional.