Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001


ECONOMÍA

 

LOS IMPUESTOS INJUSTOS: MECANISMO DE FRENO PARA EL TRABAJO POR CUENTA PROPIA

MARÍA CARIDAD GÁLVEZ CHIÚ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los impuestos: Su importancia y su justicia

Los impuestos son un tipo de tributo, es la principal fuente de ingreso al presupuesto en una economía sana. El gobierno establece una política de impuestos de acuerdo con sus necesidades para realizar sus funciones (estabilidad, equidad y eficiencia). Sin una correcta política de impuestos el gobierno no puede administrar con eficiencia, no tiene los recursos que necesita para hacerlo. A través de los impuestos se puede contribuir a la estabilidad del país, la eficiencia y la distribución equitativa, pues es un medio para recoger el exceso de circulante, de estimular producciones y las inversiones, de equilibrar ingresos, de paliar los efectos del desempleo, etc. De ahí que cualquier gobierno se preocupe y se ocupe de manera especial por el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Por otra parte, los impuestos son un dinero que la nación aporta al desarrollo del país. Suponiendo que se trate de un gobierno democrático, elegido por el pueblo, los impuestos serán establecidos de acuerdo también con las opiniones y las posibilidades de los contribuyentes y darán a éstos derechos, de los cuales deben estar bien conscientes, pues de lo contrario, la política de impuestos estaría al margen de los contribuyentes lo que significaría un mal para su funcionamiento y un irrespeto a los contribuyentes.
En algún lugar he leído que los impuestos son justos o no son impuestos, son atracos, extorsiones. El gobierno no tiene derecho a gravar con cargas muy pesadas a los contribuyentes, de manera que no les deje oportunidad de cumplir con ellas sin caer en la trampa. La política de impuestos puede ser un instrumento muy efectivo en manos de un gobierno democrático que además sepa administrar los recursos que le pone en sus manos la nación; pero será un instrumento de efecto negativo en manos de un gobierno ineficiente o corrupto, que pretenda explotar a la nación con el pago de impuestos muy altos y no acorde con sus posibilidades reales de pago. Normalmente la gente rechaza el pago de impuestos, pero comprende que es necesario pagarlos, siempre que los impuestos sean considerados justos, o sea que estén establecidos de acuerdo con su capacidad de pago y que se utilicen verdaderamente para el bien común.

 

Los impuestos al trabajo por cuenta propia: mecanismo de freno

En Cuba siempre ha existido el trabajo por cuenta propia. Unas veces de manera legal (antes de 1959), otras parcialmente legalizado (hasta 1992). En este período existió mucho trabajo por cuenta propia prohibido por el gobierno cubano, (pero aun así los cubanos garantizaron su existencia en la ilegalidad), y a partir de 1993, de una manera especial.
En este año el gobierno cubano emite la Resolución Conjunta Número 1 CETSS-CEF acerca del ejercicio del trabajo por cuenta propia. Esta resolución causó un poco de desconcierto: por una parte los que siempre habían estado en la ilegalidad se preguntaban si era conveniente pasar a la legalidad; por otra parte los que siempre habían considerado el trabajo por cuenta propia como un germen de capitalismo, se preguntaban qué estrategia era aquella. Sin embargo, la falta de entrenamiento no fue un freno para que los cubanos inmediatamente después de pasar los primeros momentos de estupor, la emprendieran decididamente y colmaran las calles de talleres pequeños y timbiriches que hicieron más llevaderos los peores años del período especial.
A mi modo de ver, el gobierno se vio entonces entre la disyuntiva de abrir las puertas al trabajo por cuenta propia como un paliativo a la situación corriendo los riesgos que tiene para una economía centralizada, dar riendas sueltas a la iniciativa privada, o enfrentar la grave situación de los años noventa sin la ayuda del trabajo por cuenta propia. La decisión fue una resolución ambigua que autorizaba la realización de trabajo por cuenta propia, pero con una limitada lista de oficios y trabajos que podían legalizarse.
No obstante, todo esto no fue freno para que los cubanos intentaran legalizar sus trabajos por cuenta propia y se animaran a buscar su "negocito". Durante unos años creció el número de trabajadores por cuenta propia. Pasando por las dificultades de la materia prima y los instrumentos de trabajo, el trabajo por cuenta propia llegó a ser un sector más eficiente que el estatal, que garantizó a muchos su subsistencia diaria y a otros, servicios que jamás se habían prestado estatalmente con tanta calidad. Los precios subían y bajaban en esos años con mucha velocidad, no se garantizó un mecanismo que permitiera al pequeño empresario asegurar sus insumos, pero nada de esto lo hizo desistir.
Pero lo que sí yo diría que resultó ser un freno objetivo al desarrollo del trabajo por cuenta propia fue la política de impuestos.
Se estableció pagar un impuesto mensual acordado con al oficina tributaria territorial y un impuesto al final del año aplicando una escala progresiva. Se consideraba como base del impuesto el resultado de rebajar al total de ingresos el 10% que se calculaba como gasto. Teniendo en cuenta que ninguna empresa estatal había obtenido en todos los años de revolución una eficiencia tal, esta política no estimuló para nada la realización de trabajo por cuenta propia
Es una política de impuestos con serias dificultades, pues cada trabajador por cuenta propia se obliga a hacer trampas si quiere permanecer en "la legalidad". Esto parece una paradoja pero es la realidad. De hecho, la cantidad de trabajadores por cuenta propia disminuyó considerablemente.
La política de impuestos, según mi criterio, incumple los principales principios que harían de un sistema impositivo algo bueno y justo, digno de una sociedad con un sistema de valores consolidado:
La equidad: Es el principio que afirma que las cargas fiscales que se paguen han de ser proporcionales a la capacidad de pago del individuo, o de los servicios que se obtienen del gobierno. Ningún trabajador por cuenta propia podía, en la realidad, ganar el 90% de lo que ingresaba, dada la situación económica del país y los negocios autorizados.
La claridad y la certidumbre: La aplicación del sistema dado debe ser clara y constante, si este principio no se cumple y los impuestos se modifican de año en año, no podrá existir confianza sobre el funcionamiento del sistema económico. El impuesto al trabajo por cuenta propia tuvo muchas modificaciones en poco tiempo, lo que daba lugar a que el trabajador no se sintiera seguro ni confiara en sus planes o éstos se vieran de pronto tronchados.
Aplicabilidad: La aplicación práctica de un sistema tributario debe ser fácil. Esto implica que debe ser ágil el establecimiento y el pago de los impuestos. Al no ser muy clara la legislación al respecto, el trabajador no sabía bien cómo debía calcular sus impuestos y además, al tener que buscar la manera de poderlos pagar (pues resultaba difícil hacerlo sin violar la verdad sobre sus ingresos), se demoraba mucho tiempo en "inventar" su declaración sobre ingresos.

 

¿Por qué esta política de impuestos?

El Ministerio de Finanzas y Precios explicó de alguna manera estas dificultades, diciendo que era la primera política de impuestos que se hacía desde hacía mucho tiempo y prometió buscar los mecanismos adecuados. Entonces comenzó una política muy flexible, que permitía al gobierno provincial determinar la cuantía de los impuestos a pagar por cada contribuyente.
No se estableció tampoco un adecuado mecanismo de determinación de los ingresos de los contribuyentes, por lo que no era procedente la determinación de la base imponible correctamente.
A mi modo de ver, la política de impuestos frenó el desarrollo del trabajo por cuenta propia.
El gobierno explicó que la autorización del trabajo por cuenta propia había sido una medida coyuntural y solo se mantendría mientras el gobierno no pudiera asumir todas las actividades económicas de que se encargaban los trabajadores por cuenta propia. Esta afirmación hizo que muchos interpretaran la política de impuesto como una manera de ir reduciendo la cantidad de pequeños empresarios que habían ido formándose.

 

¿Qué ha pasado con el trabajo por cuenta propia?

Realmente ha disminuido. No tengo cifras, pero lo veo, lo siento, lo padezco. Y creo que va desapareciendo lo que verdaderamente podría ser una apertura de la economía cubana, no al mundo, sino a los cubanos; una apertura que desbloqueara la economía interna de nuestro país. Sin embargo, su disminución no es lo que más me preocupa. Lo que más me preocupa es la falta de conciencia en nuestro gobierno y de nosotros mismos (he escuchado a personas decir: "menos mal que el Estado va a ocuparse de eso") de que estamos acabando con algo más que con los trabajadores por cuenta propia, podríamos estar contribuyendo a acabar con la iniciativa personal de cada cubano, esa que nos enorgullece y de la que nos hemos valido por varios siglos para superar etapa tras etapa difícil que nos ha tocado vivir. También me preocupa que exista una concepción del trabajo por cuenta propia como algo coyuntural y transitorio cuando, en realidad, es un derecho de cada persona tener la oportunidad de concretar su iniciativa personal en un trabajo que le proporcione los medios que necesita para vivir con dignidad. Además me preocupa que creamos que cerrar un negocio por cuenta propia sólo afecta al propietario, sin considerar que los que nos servimos de él también nos afectamos. Me preocupa que cada trabajador por cuenta propia ignore el papel que desempeña en una sociedad como la nuestra y se rinda fácilmente, creyendo que el problema es de su eficiencia o de su incapacidad solamente, cuando en realidad, existe todo un conjunto de circunstancias que se unen para desanimarlo o aplastarlo.

 

Efectos en la economía

A pesar de los incrementos de la economía cubana desde hace algunos años y que no voy a discutir aquí ahora, yo, desde mi humilde posición, preveo una muy difícil situación para Cuba sin el trabajo por cuenta propia en desarrollo. Ya sé que algunos dirán que exagero el papel del mismo en la economía, pero realmente lo creo. Ningún Estado puede asumir solo una economía. Los impuestos pueden ser al mismo tiempo un excelente y un macabro mecanismo económico. Si bien es cierto que ha crecido el producto interno bruto, según cifras oficiales, también es cierto y ha sido reconocido que la población no percibe claramente este crecimiento, lo que significa que está creciendo una economía que no es la que está cerca de nosotros, una economía lejana, ajena a las personas. El crecimiento de la economía no tiene, desde el punto de vista ético, ninguna razón de ser si no sirve al hombre para su formación como persona libre y responsable, es decir, como protagonista del proceso social y económico que le ha tocado vivir. A mi modo de ver, la economía, sin la iniciativa creadora de la nación, se convierte en cifras frías que nada tienen que ver con nosotros. El crecimiento de la economía debe ir acompañado de un crecimiento humano y no de una pérdida de valores éticos. Por tanto, los efectos en la economía cubana, de la disminución del trabajo por cuenta propia, son negativos. Las actitudes de personas que estaban dispuestas a trabajar con tal de poder vivir más dignamente (posibilidad escasa en las empresas estatales), se han ido transformando en actitudes dependientes, ya sea de familiares en el extranjero, como de familiares con otras posibilidades dentro del país; en actitudes egoístas que los llevan hasta a dejar a su familia para emigrar y encontrar nuevas posibilidades de vida; en actitudes que los llevan a dejar el trabajo que les proporciona realización personal por el que les proporciona una cuota de aseo personal, en actitudes que denotan falta de solidaridad al hacer por interés lo que hacíamos gratuitamente por solidaridad.
No podemos hablar de un crecimiento económico ético si este tiene como consecuencia el freno a la iniciativa personal. El hecho de que la economía cubana esté alcanzando mejores resultados no debía provocar la desaparición del trabajo por cuenta propia.

 

¿Qué hacer?

Es un deber de todo ciudadano cívico, estimular a los trabajadores por cuenta propia, cambiar nuestra visión sobre ellos, de manera que no sean para nosotros el "enemigo" que me hace sacar dinero del bolsillo, sino el trabajador que me presta un servicio. También debemos exigirle justicia y calidad, pues esto los ayudará.
Por otra parte los trabajadores por cuenta propia deben tomar conciencia de que no son un mal necesario, sino un bien importante y de que están ejerciendo un derecho. Deben tratar de perseverar exigiendo justicia y trabajando honestamente y con calidad. Es mejor trabajar para vivir, que depender de la familia en el exilio. Las circunstancias que frenen el desarrollo de la iniciativa individual y su concreción en el trabajo por cuenta propia, son injustas, siempre que no dependan de su esfuerzo personal y su honestidad y respeto a las personas.
El Estado, sería más justo, facilitando la realización de esta actividad, reconociendo el derecho a trabajar por cuenta propia y estimulándolo, lo que contribuiría, como ya lo hizo una vez, a mejorar las condiciones de vida de los cubanos y por tanto, la economía del país.


 

 

Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001
Mería de La Caridad Gálvez Chiú
(Pinar del Río, 1968) Graduada de Licenciada en Economía en la Universidad de Pinar del Río, 1994. Profesora en el IPE "Rafael Ferro". Miembro del equipo diocesano del Centro de Formación Cívica y Religiosa.