LA PRENSA ES ALGO MUY SERIO
OSCAR LLANES
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El lic. Oscar LLanes pronunció la crítica
a la revista
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Palabras de Apertura de Dagoberto
Valdés, Director
de Vitral
Sr. Obispo de Pinar del Río
Queridos Padres Manolo y Oscar
Distinguidos miembros del Jurado
Señoras y Señores
Amigos todos:
Vitral cumple siete años. ¿Qué
son siete años en la bimilenaria vida de la Iglesia? Un
respiro, un resplandor. Una gota.
Pero en ocasiones basta con un destello de luz para orientarse,
para buscar, para descubrir. Vitral nació para eso, para
servir y se alegra con sus hermanas, llámense Cauce, Gaveta
o Arpón. Sean Meñique o Deliras.
Hoy sabemos que Pinar es más intranquilo, que los escritores
y artistas tienen más espacios, que el clima en ocasiones
se enrarece pero siempre mejora cuando hay más oportunidades.
Tengo el gusto de presentar para que haga la valoración
de este séptimo año de Vitral al amigo y competente
periodista, Oscar Llanes, vicepresidente de la Asociación
Hermanos Saíz en la Provincia.
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La penúltima vez que ofrecí
mi opinión sobre la revista VITRAL fue en el V aniversario, recuerdo
que la llamé una "revista adulta". También tengo
en la memoria mordidas violentas contra mi crítica de entonces,
por lo que vine preparado para el martirio de esta noche. La última
vez, fue en una entrevista con un estudiante de sociología. De
ellas he extraído casi todos los argumentos que hoy les traigo
por considerarlos vigentes todavía. Realmente vengo a señalar,
con toda franqueza, los puntos débiles que impiden hoy a VITRAL
continuar avanzando hacia la perfección y rescatar el protagonismo
que tuviera hace unos 5 años. Protagonismo que ha perdido por
"su culpa, su gran culpa".
Quiero comenzar con las felicitaciones que se merecen los diseñadores
porque la revista, los suplementos y los libros de la colección
Más Luz; demuestran la maestría que han alcanzado en ajustar
los gustos personales a la leyes del diseño para prensa plana.
Ya no se encuentran artículos mal cortados en las columnas, ni
titulares mal colocados. Y el equilibrio entre espacio e imágenes
no puede ser mejor. Si algún error tiene hoy el diseño
de VITRAL recae más sobre sus editores que no comprenden o no
quieren emprender la función de sensores que tiene ese cargo.
La revista VITRAL es, a mi juicio, el principio y el fin de toda la
creación del Centro de Formación Cívica y Religiosa
(C.F.C.R.). Es lógico que para la fundación del Centro,
el punto de vista principal era el debate social que pedía, además
de los encuentros cívicos, una publicación abierta y distanciada
de las oficiales. En esos momentos los editores adoptaron la posición
de no editar, solo corregir los textos con el objetivo de garantizar
una libertad de expresión auténtica. A lo sumo, le pedían
al escritor que valorara algunas críticas que el Consejo Editorial
hacía a su entrega, pero el cuerpo total del artículo
generalmente se mantenía en la publicación. Esa posición
sana y lógica en sus inicios ha terminado por minar la lectura,
el mensaje, los contenidos y hasta el segmento de mercado de la revista.
El punto débil de VITRAL hoy se resume en las palabras "excesos"
y "redundancias".
El editor en cualquier parte del mundo se encarga de pulir los trabajos
en función de sus lectores. A nadie se priva de su libertad de
expresión si un trabajo que decía algo en 10 cuartillas,
el editor lo convierte en uno de 5 sin perder su mensaje. VITRAL adolece
de ese editor voluntarioso y honrado que mejore los textos, pues nadie
tiene el don de la palabra con la exactitud que necesita el mensaje
mediático en el III Milenio de la Era Cristiana.
El editor tiene que proponer trabajos, no esperar a que le lleguen a
su mano. El editor tiene que balancear la revista con varios géneros
y no llenarla con artículos y más artículos que,
incluso, asumen un estilo que he llamado "moralizante y catequista"
y que se ha esparcido entre las publicaciones cristianas, sin duda por
influencia de la liturgia.
No es un antojo de un periodista profesional, es la necesidad que tiene
el lector de esa diversidad que no es solo ideológica, sino ideoestética.
Cuando abro VITRAL y tengo que enfrentarme a esos bloques de textos
una y otra vez, con el mismo estilo, la misma construcción y
hasta las mismas palabras y conceptos; les confieso que dejo su lectura
para luego. Y al cabo de un mes ya la he leído casi toda, pero
por disciplina profesional más que por entusiasmo. Imaginen ahora
al lector promedio, ese que más necesita de las opiniones, enseñanzas
y temas que VITRAL propone.
Los excesos comienzan con el Editorial que ya pasa de 2 páginas
y los he visto de hasta 4 páginas, lo peor es que ya no es un
"edicto real" claro y sencillo. En su intento por poner el
dedo en llagas muy grandes, el editorialista ha iniciado un complicado
juego de ideas y conceptos universales que cuesta trabajo descifrar.
El editorial tiene que ser directo, pues no hay que dar muchas vueltas
para decir lo que se tiene que decir, si es verdadero (los remito a
los editoriales El agua y la luz, No solo de pan vive el hombre). La
sección Reflexiones, que se me antoja otro editorial, la mayoría
de las veces suele ser excesiva para un comienzo. No puedo criticar
el estilo y la extensión de los textos oficiales de la Iglesia
que se publican, pero sí las conferencias y artículos
que suelen usarse en esa sección. Lo mismo sucede con Educación
Cívica, Bioética, Justicia y Paz. Tampoco culpo a los
escritores de esas páginas porque han demostrado que pueden escribir
de otra manera y hacerlo muy bien. Insisto en la necesidad de sentarse
a pensar la revista.
VITRAL ha tenido un papel de catalizador dentro de la sociedad pinareña.
Ha generado debate, diálogo, nuevas publicaciones de todo tipo
y ha permitido que las mentes se abran en busca de soluciones a la aparente
competencia intelectual e ideológica que significó, en
sus primeros momentos, la revista. Pero el tiempo ha pasado, y también
ha sucedido (porque no solo transcurre el tiempo). En siete años
las mentes se han abierto un poco, los espacios han crecido, mejorado
y VITRAL tiene que trazarse nuevas estrategias. Casi todos los proyectos
humanos se componen de ciclos. Estos ciclos unas veces son muy elevados
y otras muy bajos. VITRAL es hoy, una revista decadente (en filosofía
no significa lo mismo que "en decadencia") y ha iniciado un
giro sobre sí misma, se repite una y otra vez. No ofrece nada
nuevo al lector y, por lo tanto, es extremadamente conservadora en el
sentido periodístico del término. Cuando eso le sucede
a una publicación, su valor social desaparece porque ¿quién
desea leerle lo mismo una y otra vez? En Cuba tenemos suficientes ejemplos
de ese tipo de prensa. VITRAL está abierta a todo tipo de lector,
pero una buena parte de sus subscriptores son católicos y otra
buena cantidad de ejemplares se distribuyen entre intelectuales. Para
mí es una revista destinada a un sector medio-alto con un marcado
interés por los temas socioculturales e históricos, que
a la vez es un grupo muy crítico y activo. Considero una utopía
pensar que VITRAL es una publicación con un segmento meta amplio,
dirigida a todo tipo de público; no es así. Esa es quizás
su limitación mayor, si tenemos en cuenta que los objetivos supuestos
de fomentar el diálogo, la educación cívica y la
cultura entre los lectores es más necesaria en aquellos sectores
sociales que hoy consumen muy poco la revista VITRAL. La otra redundancia
radica en los colaboradores, que suelen regodearse en ideas preconcebidas
tanto en las temáticas religiosas, como en aquellas temáticas
sociales y políticas en las que la Iglesia ha tomado una posición
más clara. Esto hace que redunden artículos sobre el mismo
asunto y que las argumentaciones o ejemplos siempre sean los mismos
una y otra vez. Los editores no han sabido buscar, fuera del contexto
de los colaboradores habituales, nuevas propuestas que ventilen las
páginas con ideas diferentes.
Evidentemente todos los temas que la revista suele proponer están
encaminados a demostrar primero, que Cuba no es homogénea ni
en pensamiento, ni en acción y que por ello, los espacios para
las personas que no profesan una ideología, religión,
sistema económico, político o ético similar al
establecido deben estructurarse para bien del desarrollo social que
hoy se priva de las capacidades, opiniones y acciones de esas personas
excluidas. En segundo lugar, la revista también propone una revisión
de la historia y la educación, las artes y la cultura, la filosofía
y la ética, la economía y la política; argumentando
que los últimos cuarenta años no han sido del todo justos,
sinceros o prolíficos en el tratamiento de estos temas con relación
a su desarrollo y permanencia en Cuba. Fundamentalmente la revista promueve
la resistencia cívica para hacer justicia ante los valores éticos
no cristianos, la imposición de sistemas políticos y económicos,
la coacción de las libertades de culto y de expresión
cultural. Es decir, la revista promueve que el individuo escoja sus
caminos y los defienda, sin que ello implique una actitud violenta o
totalitaria para imponer sus ideas.
Todo eso está muy bien y lo comparto, pero la realidad me dice
que el cuaderno de 80 páginas que hoy circula por nuestras manos
está en total contradicción con esos postulados. Las revistas
del último año son muy densas, poco atractivas y en algunos
mensajes se acerca peligrosamente a la prensa amarilla. Los editores
han olvidado la realidad cotidiana del pinareño y construyen
una revista que sucede en otro tiempo, en otro mundo. Lo que antes era
un suceso para VITRAL y para sus lectores, hoy no aparece en sus páginas.
Aquellos tiempos en que la revista pasaba de casa a casa para disfrutar
sus artículos, hoy se añoran.
Y es que VITRAL, en esencia, ha dejado de ser un producto cultural.
Ha olvidado que su cabezal reza Revista socio-cultural del C.F.C.R.
y para cumplirlo hay que dedicarse a la sociedad y a la cultura que
la nutre; no a la nación, ni al sistema con que se sueña.
La prensa es algo muy serio. La responsabilidad de quienes hacen y escriben
periodismo empieza por no utilizar un medio de comunicación para
difundir sus opiniones personales. Lo correcto es servir a las opiniones
de los grupos sociales. VITRAL tiene dos caminos: terminar por convertirse
en una revista para los miembros de la comunidad católica y entonces
cambiar su misión socio-cultural o volver a los espacios de tolerancia
y confrontación verdaderos, sumando a la intelectualidad. Conozco
que este último es el camino que quieren seguir sus gestores,
pero esa intelectualidad hoy se ha alejado mucho de la redacción
de VITRAL. Evidentemente algo ha cambiado en la revista y hay que mirarse
por dentro para descubrir qué nos desluce. Si promovemos la tolerancia
y la participación y no somos capaces de atraer la diversidad
que necesitamos, entonces estamos enfermos de totalitarismos, de extremismos
y de falsas promesas.
Ayer le dije a un amigo que lo único en que este ateo prácticamente
creía era en la cultura, porque es lo único verdaderamente
inmortal. Lo demás el hombre se encarga de matarlo. VITRAL está
muriendo y creo, sinceramente, que sus gestores y editores no tienen
ningún derecho a terminar con sus días.
Muchas Gracias.
Oscar LLanes
Periodista, promotor cultural. Actualmente Vicepresidente de la A.H.S
en Pinar del Río.
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