Hace unos días, conversando
con un amigo, constatamos que prácticamente no habíamos
podido visitar casi ningún lugar de Cuba. Al pasar al tema de
visitar y conocer otros países, aunque coincidimos con el canta-autor
cuando decía "conozca a Cuba primero y al extranjero después",
no tuvimos, lamentablemente, ninguna experiencia que contar. Como esta
es una situación nada puntual sino más bien generalizada
en nuestro país, me motivó a reflexionar al respecto.
La Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo
13 dice:
"Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su
residencia en el territorio de un Estado y a salir de cualquier país,
incluso del propio y a regresar a su país".
Yo me pregunto, ¿por qué entonces la mayoría de
los cubanos no tiene posibilidades reales de viajar y conocer a su patria
e incluso a otros países?, ¿es acaso que los cubanos no
tenemos derecho a ello?, ¿obedece esto a una política
de aislamiento entre los mismos cubanos y Cuba o entre los cubanos y
el resto del mundo?
El Papa en su visita al país nos dijo "que Cuba se abra
al mundo". Esta apertura para que sea real y efectiva, tiene que
pasar necesariamente por el intercambio y la complementación
de culturas. Una forma de ir lográndolo, es que los cubanos sencillos,
y no sólo un grupo selecto de personas, podamos confrontar estilos
de vida diferentes y vayamos siendo protagonistas en ese proceso de
diálogo entre culturas que, a la larga, enriquece y desarrolla
a las Naciones, cuando se hace sobre bases de respeto y solidaridad.
Las motivaciones profundas de los que desean viajar no necesariamente
tienen que ser con ánimo de lucro o de consumo o las de hacer
turismo sano, que no está mal y que hace falta para que la persona
descanse y se recree. Se trata prioritariamente de ejercer un derecho,
de elevar nuestra cultura, de alcanzar mayores grados de responsabilidad
común por el progreso de la humanidad.
Hoy día, cada vez más, se derrumban los muros y fronteras
que aislan a los hombres. Al decir de un amigo, uno de los principales
aportes de la "globalización es que ha contribuido para
que el mundo sea una aldea, pero también ha revertido el proceso
y las aldeas se han convertido, de cierta forma, en un mundo de relaciones".
Para que este proceso de diálogo entre las culturas se dé
sin que nuestra Nación quede al margen, se necesita que los cubanos
entren en contacto con otros pueblos. Nuestro país debe de recorrer
un largo trayecto al respecto.
No hay que tener miedo a contaminar nuestra cultura con los males de
otra, este criterio es muy paternalista. Por ejemplo, si los responsables
de la educación de sus hijos los aíslan del resto del
mundo, están frenando el proceso de personalización-socializacióm
de ellos y a la postre obtendrán casi seguro un hombre incapaz
de relacionarse libre y responsablemente con su entorno. Para que no
suceda esto con nuestro país debemos ser fieles a nuestras tradiciones.
"Los períodos que hemos sufrido de influencias foráneas
o advenedizas comprueban el gran poder de recuperación de nuestra
cultura, de algunas de ellas hemos salido y estamos saliendo, aún
siendo cubanos" (cf. Ciclo 2 del C.F.C.R. Tema 5)
La cultura cubana, definida en cubanísima síntesis por
Don Fernando Ortiz, "es un ajiaco", "ante todo, una cazuela
abierta. Eso es Cuba, la isla, la olla puesta al fuego de los trópicos.
Cazuela singular la de nuestra tierra, que ha de ser de barro muy abierta.
Luego fuego de llama ardiente y fuego de ascua y lento, para dividir
en dos la cocedura tal como ocurre en Cuba, siempre a fuego de sol pero
con ritmo de dos estaciones: lluvia y seca, calidez y templanza. Y ahí
van las sustancias de los más diversos géneros y procedencias.
La indiana nos dio el maíz, la papa, la malanga, el boniato,
la yuca y el ají picante... con carne de jutía, de iguana,
de cocodrilo, de majáes, de tortugas. Los castellanos desecharon
esas carnes indias y pusieron las suyas. Ellos trajeron con sus calabazas
y sus nabos, las carnes frescas de res, los tasajos, las cecinas y el
lacón. Y todo ello fue a dar sustancias al nuevo ajiaco de Cuba.
Con los blancos de Europa llegaron los negros de África y estos
nos aportaron guineas, plátanos, ñames y su técnica
cocinera. Y luego los asiáticos, con sus misteriosas especies
de oriente, luego los franceses con su ponderación de sabores
que amortiguó la causticidad del pimiento salvaje y los angloamericanos
con sus mecánicas domésticas que simplificaron las cocinas
y quieren metalizar y convertir en caldera de su "Stándar"
el cacharro de tierra que nos fuera dado por la naturaleza junto con
el fogaje del trópico para calentarlo, el agua de sus cielos
para el caldo y el agua de sus mares para la salpicadura del salero.
Con todo ello se ha hecho nuestro nacional ajiaco".
"Y en todo momento el pueblo nuestro ha tenido, como el ajiaco,
elementos nuevos y crudos acabados de entrar en la cazuela para cocerse...
y allá en lo hondo del puchero, una masa nueva ya posada, producida
por los elementos que al desintegrarse en el hervor histórico
han ido sedimentando sus más tenaces esencias en una mistura
rica y sabrosamente aderezada, que ya tiene un carácter propio
de creación. Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje
de culturas. Caldo denso de civilizacion que borbotea en el fogón
del Caribe
Acaso se piense que la cubanidad haya que buscarla en esa salsa de nueva
y sintética suculencia formada por la fusión de los linajes
humanos desleídos en Cuba, pero no, la cubanidad no está
solamente en el resultado sino también en el mismo proceso complejo
de su formación, desintegrativo e integrativo, en los elementos
substanciales entrados en acción, en el ambiente en que se opera
y en las vicisitudes de su transcurso".
Conocer a Cuba y al mundo es algo que los cubanos debemos hacer gradualmente.
Es hora de ir cambiando esta realidad negativa. En la inmensa mayoría
de los países no se necesita más que el pasaporte, el
dinero y la visa de la nación que se desea visitar. Los gobiernos
no tienen que otorgar ninguna otra autorización. En áreas
cada vez más extendidas como la Unión Europea ya no se
necesitan ni visados para facilitar el libre acceso a los miembros de
esa comunidad de naciones. Y así existen otros ejemplos más
de la voluntad de libre tránsito e intercambio entre los pueblos.
Los responsables de estos menesteres deben ir facilitando paulatinamente
el ejercicio de este derecho de viajar que tenemos todos. La necesidad
de existir como Nación solidaria es algo que exige posturas abiertas;
la cerrazón no favorece este proceso.
Bibliografía consultada:
Fernando Ortiz. Factores Humanos de la cubanidad. Revista Minestre
Cubana. No. 2, Vol. XLV. Marzo-Abril
Ciclo del Centro de Formación Cívica Religiosa No. 2 "Vivimos
en Sociedad" Tema No. 5.