Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001


MEMORIA CULTURAL

 

ESTHER DE CUBA: DIGNA DE ADMIRAR

PERLA CARTAYA COTTA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escribir sobre la mujer a quien dedico estas cuartillas constituye una exigencia de mis alumnos, un deber que me imponen mediante cartas no pocos lectores, pero, sobre todo, un reclamo de mi fibra de cubana.
Nació esta habanera -figura emblemática de la música cubana- el 5 de diciembre de 1913 en la casa de la calle Corrales no. 80 entre Ángeles y Águila, pero por determinadas circunstancias de la vida la inscribieron en Santiago de las Vegas. Humilde el hogar que Dios le proporcionó -ama de casa, de fe católica, la madre a quien ella recuerda como "un ser muy especial", y el padre tabaquero, ateo, que como sus compañeros de labor "cuando no estaban en huelga la estaban buscando"- devino cuna propicia para la formación de una ética existencial que no ha cesado de acompañarla. A los 14 años, ella decidió su camino de fe al empinarse delante del amado padre para decirle que quería bautizarse en la Iglesia católica . . . y él, respetuoso, lo aceptó sin remilgos porque ella ya tenía edad de "escoger" . . .
Es indiscutible que su elevado profesionalismo y amplísimo repertorio, así como una larga e importante trayectoria, la convirtieron en la intérprete por excelencia de los compositores líricos de su patria. Y como erróneamente ha sido calificada en no pocas ocasiones como mezzosoprano, vale la pena aclarar que en realidad "es una soprano que expone características muy peculiares" 1). No es posible soslayar su diáfana e impecable dicción y la fácil capacidad para abordar, sin dramatismo, las notas más bajas del registro grave. "Sus abundantes fonogramas, pertenecientes a distintas épocas - desde los años treinta hasta los producidos cinco décadas después, - muestran una amplia tesitura, con reluciente uniformidad tímbrica..." que le permitió hacer virtuosas y antológicas grabaciones a dos, tres y cuatro voces respectivamente. 2). En los inicios de su carrera ejecutó obras en las que explotó el registro sobreagudo, entre ellas: fragmentos de Marina de Arrieta, y de arias de óperas italianas . . . pero ella optó por cantar para el pueblo preferencialmente. Según su testimonio personal, después de una intervención quirúrgica de amígdalas (efectuada en la ciudad de Buenos Aires, en 1942), su tesitura descendió, incorporándole una emisión más cálida y orgánica que, además, le hizo ganar en voluminosidad. Su estilo interpretativo - bien definido y estable - se caracteriza por una original concepción del fraseo, tanto en el sentido musical como en el literario; expone "una brillante explotación de la dinámica, así como sabios manejos del portimento, mordente, ritardando, pero sobre todo la incorporación y uso del tempo lento para interpretar obras, aún aquellas que eran populares antes de su debut... "la guaracha, el bolero, la habanera, el son, la clave, la guajira, la criolla y la rumba, expresiones genéricas que intervienen en las zarzuelas criollas "adquirieron en su voz una particular galanura y especial matiz concertístico". Se afirma que es la soprano cubana que mayor número de obras ha grabado y, sin duda, la de labor discográfica más extensa. La más fiel intérprete de la música de Ernesto Lecuona.
Estudió piano, a partir de 1924, en el Centro Gallego de La Habana, graduándose de Profesora de Solfeo y teoría cinco años después. Tomó clases de ballet clásico en la Academia de la bailarina húngara Dania D'esko (1932 - 1934). Fue a partir de 1932 que, por orientación de Ernesto Lecuona, comenzó a recibir clases de canto con el renombrado Lalo Elózegui (1886 . 1947), su único maestro en esa disciplina y con quien mantuvo vínculo de alumna hasta el fallecimiento del profesor.
Para complacer a la madre - quien deseaba prepararla para la vida - se graduó con excelentes notas en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, mas nunca ejerció esta profesión. Pero fue - y es - maestra en un sentido más amplio porque influyó con su arte en varias generaciones de cantantes y músicos, manteniendo a pesar del tiempo un carácter paradigmático.
El 13 de septiembre de 1935 hizo su debut profesional en el teatro Auditorium en el estreno de Lola Cruz, una de las mayores e importantes producciones del maestro Lecuona. Ese fue un día trascendental en su vida artística porque en dicha obra encarnó un personaje incidental que canta una pieza escrita especialmente para ella: Damisela Encantadora. Su magistral interpretación de ese vals le fue abriendo las puertas de la popularidad, primero en Cuba y después en el ámbito universal... Revelado este dato ya mis amigos saben que les hablo de Esther Borja que, para mí, es igual que decir Esther de Cuba...
Acerca de esta figura estelar de nuestra cultura, expuso el maestro Gonzalo Roig: "Representa para Cuba, lo que Raquel Meller para España, lo que Rosita Quiroga para Argentina, lo que Toña la negra para México... pero existe una diferencia entre ellas y Esther Borja, y es que esas grandes figuras han tenido imitadores, y la Borja no; no porque no hayan querido imitarla, sino, sencillamente, porque no han podido..." Los escenarios más codiciados del mundo conocieron su arte. De 1943 a 1948 fue contratada como primera solista de la compañía del notable compositor Sigmund Rombert (1867 - 1951), con la cual recorrió los escenarios estadounidenses de mayor fama. Desde 1961 hasta 1986 visitó cada domingo -mediante la pequeña pantalla- los hogares cubanos con el inolvidable programa Album de Cuba en el cual fungió como cantante, comentarista y anfitriona.
Me consta que la interpretación que ella ha hecho de la música de Lecuona - y de otros grandes autores - pueden actuar, aún hoy, como un detonante sentimental en quien la escucha...
Desde 1984 hasta en los momentos en que escribo sobre ella, ha dictado conferencias en Cuba y en el extranjero sobre la música cubana y sus compositores, las que han sido ilustradas con su propia voz; también ha desarrollado clases magistrales de interpretación.
Por lo que ella representa para la cultura nacional, Esther acudió al Seminario de San Carlos y San Ambrosio -por tercera vez- el 21 de mayo del presente año en las primeras horas de la mañana. Nunca dejaré de agradecer que, de nuevo, honrara con su presencia mi aula de "Panorama de la Cultura Cubana" (estudiantes de III año de Filosofía)... Dijo ese día a nuestros alumnos -con los ojos brillantes por la emoción- que "les hablaría de Ernesto Lecuona porque, como dice la canción, lo lleva siempre en el corazón".
Su voz cálida, sincera, nos fue envolviendo a todos con una especie de magia desgranada en la sobriedad de sus modales y la sencillez de su alma, que se entregaba en sus expresiones, en la natural modestia de esta mujer grande que lo es más, a mi modo de ver, por la humildad que patentiza su palabra... ¡Cuántas vivencias brotaron de sus labios durante aquellas dos horas de íntimo diálogo en el Seminario!... Recuerda al Maestro Lecuona con descripciones tan vibrantes que nos parecía tener ante nosotros a aquel "hombre sencillo, extremadamente desinteresado, que decía no cobrar por tocar el piano sino por vestirse, porque se sentía más cómodo con sus anchas camisas con las que andaba por la casa... devoto de la Patrona de Cuba... amante de la naturaleza y de cuidar las plantas... Nunca golpeó el piano -continúa diciendo Esther- siempre lo acarició... Sus manos eran como garras de león envueltas en seda... Tocaba las octavas con diez teclas..." Con cierto matiz de tristeza le oímos decir: "ahora todos tocan a Lecuona, pero no se acercan a él"... Esther sonríe orgullosa al contarnos que cuando el famoso compositor francés Mauricio Ravel lo escuchó en un concierto exclamó: "¡Esto es más que piano!", y que el pianista Arturo Rubinstein expresó: "No sabría que admirar más; si al compositor o al pianista..." y el compositor norteamericano George Gershwin, al escucharlo interpretar Raphsody in Blue en Los Ángeles aseveró que nadie la había tocado como Lecuona. Resalta Esther la cubanía del hombre que murió lejos de la Patria: su música es muy difícil de interpretar, pero él no reducía su mundo a lo que creaba pues -sin dejar de deleitarse y deleitarnos con la música universal- prefería, sobre todo, a los músicos cubanos: Cervantes, Saumell... Recuerda, con precisión, que los críticos europeos coincidieron al considerarlo uno de los melodistas más grandes que ha dado el mundo. El primer regalo que recibió del Maestro como compositor -de regreso de un viaje de éste a México- fue un grupo de seis canciones, con letra de José Martí: Una rosa blanca, Un ramo de flores, La que se murió de amor, Sé que estuviste llorando, De cara al sol y Tu cabellera, las cuales estrenó el 26 de febrero de 1935 en la antigua sociedad Lyceum femenino...
"Tuve la suerte -afirma Esther- de poder hacer lo que quería. Nunca hice concesiones como artista..." Y tras una pausa: "Quiero confesarles algo: el día 4 de enero de 1984 escuché dentro de mí algo así como una voz que me decía: este es el día... y yo comprendí que sería el último día que cantaba... Fui al Palacio de los Capitanes Generales porque me ofrecían un homenaje... Canté todo lo que quise, complací las peticiones del público... y en respuesta a mi pregunta expresa: "El jardinero y la rosa fue la última obra que canté 3)... Al siguiente día ya no pudo impostar la voz. Tras otra breve pausa, continúa hablando: "Nunca he llorado por no poder seguir cantando. Dios me dio la voz y Él me la quitó, ante su voluntad incliné mi frente"... Después, mirando con ternura a mis muchachos, expresó que la de hoy es una mañana inolvidable... Todos los presentes coreamos Damisela Encantadora, y fiel como siempre a mi palabra y a mis sentimientos, le trasmití a Esther un encargo del Padre Antonio Rodríguez Díaz: "Dile que me hizo feliz con sus canciones, yo le bendije la garganta cuando vino el Papa"... y mi propio mensaje: "No sabes la alegría que, por razones sentimentales, tú me proporcionas con tus interpretaciones..."
Creo que la valoración de nuestros alumnos la sintetizó Vladimir al decir: Esto ha sido un privilegio... Que Dios te colme de bendiciones, querida Esther, en tanto te acercas al 88 aniversario de tu natalicio.
23-5-2001

 

NOTAS

1Los datos técnicos han sido tomados de un trabajo inédito del musicólogo Lic. José Luis Elcoro, quien también ha colaborado en nuestras clases. Los biográficos me los proporcionó la propia artista y estimada amiga.
2Esas grabaciones las dedicó a la memoria de su papá, que falleció el 12 de septiembre de 1955.
3La música es de Lecuona y la letra de los hermanos Álvarez Quintero, pertenece a la obra Amores y amoríos.


 

 

Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001
Perla Cartaya Cotta
Habanera. Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Católica "Palabra Nueva". Secretaria Ejecutiva de la Comisión Episcopal para la Cultura.