Los impuestos: Su importancia y su
justicia
Los impuestos son un tipo de tributo, es la principal fuente de ingreso
al presupuesto en una economía sana. El gobierno establece una
política de impuestos de acuerdo con sus necesidades para realizar
sus funciones (estabilidad, equidad y eficiencia). Sin una correcta
política de impuestos el gobierno no puede administrar con eficiencia,
no tiene los recursos que necesita para hacerlo. A través de
los impuestos se puede contribuir a la estabilidad del país,
la eficiencia y la distribución equitativa, pues es un medio
para recoger el exceso de circulante, de estimular producciones y las
inversiones, de equilibrar ingresos, de paliar los efectos del desempleo,
etc. De ahí que cualquier gobierno se preocupe y se ocupe de
manera especial por el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Por otra parte, los impuestos son un dinero que la nación aporta
al desarrollo del país. Suponiendo que se trate de un gobierno
democrático, elegido por el pueblo, los impuestos serán
establecidos de acuerdo también con las opiniones y las posibilidades
de los contribuyentes y darán a éstos derechos, de los
cuales deben estar bien conscientes, pues de lo contrario, la política
de impuestos estaría al margen de los contribuyentes lo que significaría
un mal para su funcionamiento y un irrespeto a los contribuyentes.
En algún lugar he leído que los impuestos son justos o
no son impuestos, son atracos, extorsiones. El gobierno no tiene derecho
a gravar con cargas muy pesadas a los contribuyentes, de manera que
no les deje oportunidad de cumplir con ellas sin caer en la trampa.
La política de impuestos puede ser un instrumento muy efectivo
en manos de un gobierno democrático que además sepa administrar
los recursos que le pone en sus manos la nación; pero será
un instrumento de efecto negativo en manos de un gobierno ineficiente
o corrupto, que pretenda explotar a la nación con el pago de
impuestos muy altos y no acorde con sus posibilidades reales de pago.
Normalmente la gente rechaza el pago de impuestos, pero comprende que
es necesario pagarlos, siempre que los impuestos sean considerados justos,
o sea que estén establecidos de acuerdo con su capacidad de pago
y que se utilicen verdaderamente para el bien común.
Los impuestos al trabajo por cuenta
propia: mecanismo de freno
En Cuba siempre ha existido el trabajo por cuenta propia. Unas veces
de manera legal (antes de 1959), otras parcialmente legalizado (hasta
1992). En este período existió mucho trabajo por cuenta
propia prohibido por el gobierno cubano, (pero aun así los cubanos
garantizaron su existencia en la ilegalidad), y a partir de 1993, de
una manera especial.
En este año el gobierno cubano emite la Resolución Conjunta
Número 1 CETSS-CEF acerca del ejercicio del trabajo por cuenta
propia. Esta resolución causó un poco de desconcierto:
por una parte los que siempre habían estado en la ilegalidad
se preguntaban si era conveniente pasar a la legalidad; por otra parte
los que siempre habían considerado el trabajo por cuenta propia
como un germen de capitalismo, se preguntaban qué estrategia
era aquella. Sin embargo, la falta de entrenamiento no fue un freno
para que los cubanos inmediatamente después de pasar los primeros
momentos de estupor, la emprendieran decididamente y colmaran las calles
de talleres pequeños y timbiriches que hicieron más llevaderos
los peores años del período especial.
A mi modo de ver, el gobierno se vio entonces entre la disyuntiva de
abrir las puertas al trabajo por cuenta propia como un paliativo a la
situación corriendo los riesgos que tiene para una economía
centralizada, dar riendas sueltas a la iniciativa privada, o enfrentar
la grave situación de los años noventa sin la ayuda del
trabajo por cuenta propia. La decisión fue una resolución
ambigua que autorizaba la realización de trabajo por cuenta propia,
pero con una limitada lista de oficios y trabajos que podían
legalizarse.
No obstante, todo esto no fue freno para que los cubanos intentaran
legalizar sus trabajos por cuenta propia y se animaran a buscar su "negocito".
Durante unos años creció el número de trabajadores
por cuenta propia. Pasando por las dificultades de la materia prima
y los instrumentos de trabajo, el trabajo por cuenta propia llegó
a ser un sector más eficiente que el estatal, que garantizó
a muchos su subsistencia diaria y a otros, servicios que jamás
se habían prestado estatalmente con tanta calidad. Los precios
subían y bajaban en esos años con mucha velocidad, no
se garantizó un mecanismo que permitiera al pequeño empresario
asegurar sus insumos, pero nada de esto lo hizo desistir.
Pero lo que sí yo diría que resultó ser un freno
objetivo al desarrollo del trabajo por cuenta propia fue la política
de impuestos.
Se estableció pagar un impuesto mensual acordado con al oficina
tributaria territorial y un impuesto al final del año aplicando
una escala progresiva. Se consideraba como base del impuesto el resultado
de rebajar al total de ingresos el 10% que se calculaba como gasto.
Teniendo en cuenta que ninguna empresa estatal había obtenido
en todos los años de revolución una eficiencia tal, esta
política no estimuló para nada la realización de
trabajo por cuenta propia
Es una política de impuestos con serias dificultades, pues cada
trabajador por cuenta propia se obliga a hacer trampas si quiere permanecer
en "la legalidad". Esto parece una paradoja pero es la realidad.
De hecho, la cantidad de trabajadores por cuenta propia disminuyó
considerablemente.
La política de impuestos, según mi criterio, incumple
los principales principios que harían de un sistema impositivo
algo bueno y justo, digno de una sociedad con un sistema de valores
consolidado:
La equidad: Es el principio que afirma que las cargas fiscales
que se paguen han de ser proporcionales a la capacidad de pago del individuo,
o de los servicios que se obtienen del gobierno. Ningún trabajador
por cuenta propia podía, en la realidad, ganar el 90% de lo que
ingresaba, dada la situación económica del país
y los negocios autorizados.
La claridad y la certidumbre: La aplicación del sistema
dado debe ser clara y constante, si este principio no se cumple y los
impuestos se modifican de año en año, no podrá
existir confianza sobre el funcionamiento del sistema económico.
El impuesto al trabajo por cuenta propia tuvo muchas modificaciones
en poco tiempo, lo que daba lugar a que el trabajador no se sintiera
seguro ni confiara en sus planes o éstos se vieran de pronto
tronchados.
Aplicabilidad: La aplicación práctica de un sistema
tributario debe ser fácil. Esto implica que debe ser ágil
el establecimiento y el pago de los impuestos. Al no ser muy clara la
legislación al respecto, el trabajador no sabía bien cómo
debía calcular sus impuestos y además, al tener que buscar
la manera de poderlos pagar (pues resultaba difícil hacerlo sin
violar la verdad sobre sus ingresos), se demoraba mucho tiempo en "inventar"
su declaración sobre ingresos.
¿Por qué esta política
de impuestos?
El Ministerio de Finanzas y Precios explicó de alguna manera
estas dificultades, diciendo que era la primera política de impuestos
que se hacía desde hacía mucho tiempo y prometió
buscar los mecanismos adecuados. Entonces comenzó una política
muy flexible, que permitía al gobierno provincial determinar
la cuantía de los impuestos a pagar por cada contribuyente.
No se estableció tampoco un adecuado mecanismo de determinación
de los ingresos de los contribuyentes, por lo que no era procedente
la determinación de la base imponible correctamente.
A mi modo de ver, la política de impuestos frenó el desarrollo
del trabajo por cuenta propia.
El gobierno explicó que la autorización del trabajo por
cuenta propia había sido una medida coyuntural y solo se mantendría
mientras el gobierno no pudiera asumir todas las actividades económicas
de que se encargaban los trabajadores por cuenta propia. Esta afirmación
hizo que muchos interpretaran la política de impuesto como una
manera de ir reduciendo la cantidad de pequeños empresarios que
habían ido formándose.
¿Qué ha pasado con
el trabajo por cuenta propia?
Realmente ha disminuido. No tengo cifras, pero lo veo, lo siento, lo
padezco. Y creo que va desapareciendo lo que verdaderamente podría
ser una apertura de la economía cubana, no al mundo, sino a los
cubanos; una apertura que desbloqueara la economía interna de
nuestro país. Sin embargo, su disminución no es lo que
más me preocupa. Lo que más me preocupa es la falta de
conciencia en nuestro gobierno y de nosotros mismos (he escuchado a
personas decir: "menos mal que el Estado va a ocuparse de eso")
de que estamos acabando con algo más que con los trabajadores
por cuenta propia, podríamos estar contribuyendo a acabar con
la iniciativa personal de cada cubano, esa que nos enorgullece y de
la que nos hemos valido por varios siglos para superar etapa tras etapa
difícil que nos ha tocado vivir. También me preocupa que
exista una concepción del trabajo por cuenta propia como algo
coyuntural y transitorio cuando, en realidad, es un derecho de cada
persona tener la oportunidad de concretar su iniciativa personal en
un trabajo que le proporcione los medios que necesita para vivir con
dignidad. Además me preocupa que creamos que cerrar un negocio
por cuenta propia sólo afecta al propietario, sin considerar
que los que nos servimos de él también nos afectamos.
Me preocupa que cada trabajador por cuenta propia ignore el papel que
desempeña en una sociedad como la nuestra y se rinda fácilmente,
creyendo que el problema es de su eficiencia o de su incapacidad solamente,
cuando en realidad, existe todo un conjunto de circunstancias que se
unen para desanimarlo o aplastarlo.
Efectos en la economía
A pesar de los incrementos de la economía cubana desde hace
algunos años y que no voy a discutir aquí ahora, yo, desde
mi humilde posición, preveo una muy difícil situación
para Cuba sin el trabajo por cuenta propia en desarrollo. Ya sé
que algunos dirán que exagero el papel del mismo en la economía,
pero realmente lo creo. Ningún Estado puede asumir solo una economía.
Los impuestos pueden ser al mismo tiempo un excelente y un macabro mecanismo
económico. Si bien es cierto que ha crecido el producto interno
bruto, según cifras oficiales, también es cierto y ha
sido reconocido que la población no percibe claramente este crecimiento,
lo que significa que está creciendo una economía que no
es la que está cerca de nosotros, una economía lejana,
ajena a las personas. El crecimiento de la economía no tiene,
desde el punto de vista ético, ninguna razón de ser si
no sirve al hombre para su formación como persona libre y responsable,
es decir, como protagonista del proceso social y económico que
le ha tocado vivir. A mi modo de ver, la economía, sin la iniciativa
creadora de la nación, se convierte en cifras frías que
nada tienen que ver con nosotros. El crecimiento de la economía
debe ir acompañado de un crecimiento humano y no de una pérdida
de valores éticos. Por tanto, los efectos en la economía
cubana, de la disminución del trabajo por cuenta propia, son
negativos. Las actitudes de personas que estaban dispuestas a trabajar
con tal de poder vivir más dignamente (posibilidad escasa en
las empresas estatales), se han ido transformando en actitudes dependientes,
ya sea de familiares en el extranjero, como de familiares con otras
posibilidades dentro del país; en actitudes egoístas que
los llevan hasta a dejar a su familia para emigrar y encontrar nuevas
posibilidades de vida; en actitudes que los llevan a dejar el trabajo
que les proporciona realización personal por el que les proporciona
una cuota de aseo personal, en actitudes que denotan falta de solidaridad
al hacer por interés lo que hacíamos gratuitamente por
solidaridad.
No podemos hablar de un crecimiento económico ético si
este tiene como consecuencia el freno a la iniciativa personal. El hecho
de que la economía cubana esté alcanzando mejores resultados
no debía provocar la desaparición del trabajo por cuenta
propia.
¿Qué hacer?
Es un deber de todo ciudadano cívico, estimular a los trabajadores
por cuenta propia, cambiar nuestra visión sobre ellos, de manera
que no sean para nosotros el "enemigo" que me hace sacar dinero
del bolsillo, sino el trabajador que me presta un servicio. También
debemos exigirle justicia y calidad, pues esto los ayudará.
Por otra parte los trabajadores por cuenta propia deben tomar conciencia
de que no son un mal necesario, sino un bien importante y de que están
ejerciendo un derecho. Deben tratar de perseverar exigiendo justicia
y trabajando honestamente y con calidad. Es mejor trabajar para vivir,
que depender de la familia en el exilio. Las circunstancias que frenen
el desarrollo de la iniciativa individual y su concreción en
el trabajo por cuenta propia, son injustas, siempre que no dependan
de su esfuerzo personal y su honestidad y respeto a las personas.
El Estado, sería más justo, facilitando la realización
de esta actividad, reconociendo el derecho a trabajar por cuenta propia
y estimulándolo, lo que contribuiría, como ya lo hizo
una vez, a mejorar las condiciones de vida de los cubanos y por tanto,
la economía del país.