Biografía breve
Nació el 12 de Diciembre
de 1933. Paso Real de Quemado. Los Palacios. Pinar del Río.
Graduado en San Alejandro en 1961.
EXPOSICIONES PERSONALES:
-Exposición Personal Centro Provincial de Artes Visuales,
Pinar del Río, Marzo 2001
-Exposición Colectiva de Pintores Cubanos. Centro Masónico
de La Habana.
-Exposición con pintores Camagüeyanos y en otras provincias
de Oriente.
-Participación en diferentes Salones provinciales en Pinar
del Río, y en más de 30 muestras en diferentes regiones
de Cuba, muchas de ellas con carácter personal sobre temas
florales con sentido didáctico y copias de la pintura impresionista
y española.
PREMIOS (SELECCIÓN):
1960 - 2do Premio Nacional en el 1ero y 2do Festival de Artes Plásticas.
1967- 2do Premio en Evento realizado en San Cristóbal. Pinar
del Río.
1994- Mención en el Concurso Enrique Hart Dávalos
del Sindicato de la Administración Pública.Obras de
este creador se encuentran en colecciones privadas y estatales de
España, Estados Unidos, Canada, Bulgaria, Italia, y Alemania.
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Cuando tuvimos el placer de conocer
por la década del 80 a aquel hombre menudo con sus ojos expresivos
y su vitalidad sin límites en el pueblo de los Palacios y
de nombre LIDUVINO ECHEVARRÍA, no nos imaginamos que después
de casi dos décadas tendríamos la oportunidad de ver
sus obras en el CENTRO DE ARTE DE PINAR DEL RÍO, haciéndole
sobre todo un merecido reconocimiento a uno de los más fecundos
creadores de la región Palaceña y un colorista atrevido
con gran dominio de la figura humana y el paisaje.
Este hombre sencillo siempre
ha estado vinculado a su pueblo y a su gente, dejando en sus obras
la atmósfera de su terruño del que nunca ha querido
salir. Graduado en San Alejandro en una importante época
(1961), este artista se ha mantenido fiel a la academia con gran
diginidad, incursionando en temas diversos como: la familia, la
naturaleza muerta y el retrato, asimismo como la re-interpretación
de pintores clásicos correspondientes a diferentes períodos
históricos; todos con gran dominio técnico.
Sirva esta exposición como reconocimiento a un creador incansable
y el ejemplo para las futuras generaciones.
Miguel Ángel Couret
Curador del Catálogo de la exposición
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Una cosa que me alentó para
el gusto de la pintura fue una libreta de dibujos coloreados que dejó
mi tía Edelmira cuando era niña. Me encantaba revisar
aquella cantidad de pinturas donde había gatos, perros, grupos
de flores, casas, paisajes, en fin cosas interesantes, todas hechas
con su agilidosa mano; recuerdo fue aquella libreta la que me inspiró
a tratar de dedicarme a tan bella profesión.
Desde 1947 mi padre Luciano se preocupaba porque yo estudiara la pintura
puesto que daba señales de afición a ella. No pudo resolver
ese deseo y pasaron unos cuantos años más, pero seguía
pensando lo mismo y creo se puso de acuerdo con el maestro Radamés
para que me preparara con la idea de ingresar en la Escuela de Pintura
de La Habana.
En la mitad de la década del 50 ingresé en La Escuela
Anexa a San Alejandro donde se cursaban los dos primeros años;
ésta era una exploración para ver cómo estaba el
alumno en conocimiento de dibujo elemental. Pasado ese tiempo, mediante
exámenes, se daban cuenta los profesores quién tenía
posibilidad de ingresar en la Academia o la superior. Allí conocí
a un profesor que se llamaba Armando Maribona, muy atento y honesto,
muy inquieto y conservador. De su obra me gustan algunos de sus retratos,
su Virgen de las Palomas y varias caricaturas. Menciono a Florencio
Gelabert, buen profesor y gran escultor; dictaba la cátedra de
Dibujo Geométrico. Isabel Chappotín, profesora de modelado
en barro (bajo relieve). Muchas veces escapaba cuando ella venía
revisando los trabajos, porque acababa con ellos, pues siempre veía
defectos. Era muy buena. Otro profesor de ese plantel fue Gumersindo
Barea, que era muy rígido en sus enseñanzas. Carmen de
Pazos, profesora muy comercial, atendía el repujado.
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Esta Escuela quedaba en la calle Reina No. 362 entre Escobar y Lealtad.
Pasados mis dos años allí, con notas de sobresaliente,
pasé a la Superior, que así la llamábamos todos
nosotros, pero en realidad se llamaba Escuela Nacional de Bellas Artes
San Alejandro. Poses del natural a creyón o carboncillo, empieza
ya el color al pasar el tiempo. Frutas, flores, cacharros, naturalezas,
nuevas asignaturas, copias de estatuas griegas de distintas épocas,
de la Estática, que así se llamaba, con el profesor Ramón
Loy González; siempre quería usáramos el color
ocre y pintar con pinceles gruesos; buen profesor.
En Dibujo al natural, que se hacía con modelos vivos, hombres
o mujeres desnudos, teníamos a una magnífica profesora,
Luisa Fernández Morrell, muy noble y de buen corazón;
siemopre me decía: "a usted le quedan bien las manos".
La recuerdo mucho, porque en tiempo que se dejaban las clases o se hacían
huelgas, convocadas por otros planteles, y se secundaban, una vez que
suspendieron las clases vine para mi casa, aquí en Pinar del
Río, y a los pocos días me llegó un telegrama.
Que fuera rápido, que las clases continuaban. Cuando me enteré
que fue ella quien le pagó a un alumno para que me avisara, le
fui a agradecer y me dijo simplemente: "Como Usted está
todos los días aquí". Tenía un interés
extraordinario en que los alumnos aprendieran.
Son los años últimos de la década de los 50. El
día 13 de marzo de 1957, estábamos en el aula de Estática
(como a las tres de la tarde) haciendo una naturaleza muerta con panqué
y unas flores que la gente ha bautizado como la copa de Santa Bárbara,
son muy gruesas y parecen artificiales, medio verde-amarillas con tonos
rojizos, y florecen en esa época. Pues bien, algunos alumnos
que estaban en el balcón oyeron a lo lejos como un tiroteo y
al pasar varios minutos se escuchaban más; nos mandaron a bajar
porque estábamos en el último piso; luego se escuchaban
más cercanos y algunos que llegaron dijeron era cerca del Palacio
Presidencial.
Los tiros seguían y yo creo que otros hasta tiraban cerca de
la Escuela situada en Dragones 308 entre Rayo y San Nicolás;
nos hicieron sentar allí en la escalera al grupo y los profesores
que quedaban se ocupaban del teléfono; a algunas muchachas los
padres fueron a buscarlas y una que estaba con nosotros se desmayó.
Todo el mundo estaba muy alarmado. Al pasar el tiempo se fue normalizando
el tiroteo. Yo tuve suerte porque Luisa Fernández tenía
una maquinita y nos montó a un alumno y a mí (que vivíamos
en Marianao) y nos llevó hasta que ella se desviara para su casa
en Miramar.
Seguimos estudiando en la Academia. Una asignatura muy bonita e interesante
era la Historia del Arte que estaba a cargo de María Ariza, una
profesora bastante anciana, yo creo que tenía cerca de ochenta
años cuando fui su alumno; era simpática y muy bondadosa,
hablaba despacio y con entonación; siempre llevaba medios audiovisuales
a su clase. Había viajado mucho. Pero había otra clase
que no me agradaba, la Perspectiva, con Esteban Valderrama, (que era
el Director de la Escuela) que hablaba mucho en su clase y siempre comentaba
los programas con proyectos de vuelos cósmicos.
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El otro que también atendía a la clase era Florencio Gelabert,
buen profesor y algo familiar. Una clase interesante era Anatomía
Artística, que estudiábamos con esqueletos y láminas
pintadas indicando los músculos del cuerpo. Estas láminas
eran de tamaño natural. Su profesor era José Bencomo Mena;
él era un poco mayor, serio pero muy identificado con sus alumnos.
Decía que el paisaje debía tener algo de misterio. Otra
asignatura que para mí tenía mucha simpatía era
colorido. Su profesora fue Silvia Fernández Arrojo, maestra muy
apasionada por la pintura y las artes en general; estudió música
y se graduó de violinista.
En las vacaciones de Navidad del año 1958 (que se extendían
de mediados de diciembre según el viernes anterior a la Nochebuena
y duraban hasta después de los Reyes Magos que era el día
6 de enero), vino el triunfo de la Revolución. Yo me encontraba
aquí en casa, de vacaciones. Un tiempo más tarde, cuando
todo iba cogiendo su ritmo habitual, otra vez nos incorporamos a la
Escuela de Bellas Artes. Se "rumoreaban" muchas cosas: que
los títulos dados anteriormente no tenían valor, en fin,
se habló de muchas cosas pero yo prácticamente estaba
finalizando mi carrera. Con las pequeñas huelgas estudiantiles
teníamos que abandonar las clases y por eso a mí se me
quedaron dos asignaturas sin examinar: Decorativo y Grabado, pues las
otras, en tres días de la semana que se trabajó al suspender
las clases, estaban casi terminadas y pudieron calificarlas. En esta
situación se hallaba un grupo de mis compañeros. Después
fuimos una comisión de alumnos al Ministerio de Educación,
por una Resolución que salió, dando derecho a examinar
las asignaturas dejadas por el motivo explicado y nos autorizaron, se
nos examinó y aprobamos.
En el aula de Grabado, aunque el profesor Carmelo era muy austero, con
su traje de miliciano y el revolver a la cintura, se compraba café
y se hacía en el fogón eléctrico de calentar las
planchas de cobre del grabado. Allí me sentía bien y echaba
mis cantaítos; el profesor no decía nada, se hablaba de
ciertas cosas, pero el tema preferido del maestro era la Revolución
y los siquitrillados. Aunque me sentía bien por el compañerismo
que había, la clase no me gustaba mucho.
Hubo una convocatoria para un cartel de propaganda, creo que para un
libro, auspiciado por "El Arte", casa donde vendían
todo tipo de materiales para artistas plásticos y fotografías.
El título del cartel era "Los misterios del mar". Nos
pusimos a la ejecución del mismo porque fue encargado al aula
de Decorativo; resultó triunfador el de Benita Salón Company
por su simplicidad. El mío era con una sirena en lo profundo
del mar.
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Tuvimos en esta clase a dos maestros, Felipe González y José
Mijares (éste hace tiempo obtuvo un buen premio en los Estados
Unidos). Él era muy alto y demasiado delgado, por eso entre nosotros
le llamábamos el "flaquitico", pero muy amable con
todos, siempre elegante en su vestir. Estando de trabajo en esta aula
llegaron unos alumnos de colorido de primer año de la profesora
Silvia Fernández Arrojo en busca mía, querían proponerme
posar para esa clase encarnando la cabeza de un mejicano, tenía
según ellos la característica del personaje que buscaban:
el pelo muy negro con tonos azulosos o reflejos de ese color, pero yo
no acepté porque eso equivalía a no atender a mis clases;
creo pagaban bien las poses.
En Paisaje nuevamente tuvimos como profesor al maestro José Bencomo
Mena, era muy estricto en dar sus estudios; hablaba de tantas mezclas
y armonías de colores que atormentaban a uno. Tuve compañeros
muy buenos en paisajes, César Mazola tenía un colorido
muy bueno y Arturo Buergo hacía unos paisajes con unas neblinitas
al fondo que me agradaban, había una muchacha que en una solo
sesión terminaba un paisaje. En fin, había un entusiasmo
extraordinario. A principios de la Revolución, en segundo año
de paisaje, tuvimos a Félix Ramos de profesor, éste era
hijo de Domingo Ramos, el famoso y magnífico paisajista cubano,
de estilo muy parecido al de su padre, pero yo lo encuentro menos vigoroso,
sus pinceladas son más chicas y cortas. A él le gustaba
sentarse en la silla y pintarle un buen pedazo de paisaje al alumno.
A mí no tuvo oportunidad de hacerlo porque yo nunca le entregué
los pinceles; él era correcto y sentíamos el orgullo de
tenerlo como profesor.
Cuando empezamos el color necesitaba una caja que usaban los pintores
para echar las pinturas y pinceles y en mi casa mandaron a hacerla a
un señor de la localidad; cuando la vi hecha dije: esto no lo
quiero yo. Entonces mi tía Ana Gloria, que no era carpintera,
me hizo una bastante aceptable, de cedro, que es la que aún poseo.
¡Como se lo agradecí y cuántos maletazos le dí
a la gente en la guagua! Con la Revolución daban ciertos materiales.
Mi padre hizo un esfuerzo muy grande junto a toda mi familia para que
yo estudiase la pintura, por eso les estoy eternamente agradecido a
ellos y a Dios que me permitió satisfacer mis deseos. Como esta
Escuela no era internada, mi padre consiguió me hospedaran en
casa de mis primas mientras estudiaba; él les giraba dinero para
mi manutención y a cada rato mandaba paquetes con comestibles
en máquinas que venían de Los Palacios. Fueron seis años
de estudio y ellas siempre fueron muy buenas y solícitas. A Juanito,
Georgina, Rosita y Felicia les debo haber estudiado en la Capital. Siempre
recordaré su gesto, solamente los corazones que sienten amor
hacen tan grande obra.
Tuve otros compañeros muy buenos, ya casi en el final de la carrera
se nos unió una señora mayor que estudiaba pintura y tenía
buena posición monetaria y nos invitaba al grupo a tomas refrescos
o alguna merienda; ésta era muy simpática, nos divertíamos
con ella porque tenía sentido del humor, estas visitas la hacíamos
cercanas a la Academia pues en esa época había establecimientos
por donde quiera; ¡Qué bella era esa Habana, cuántas
cosas sin extender la mano!
Por fin nos graduamos en abril del año 1961, nos despedimos y
nos deseamos suerte, pensando y haciendo planes porque en aquel tiempo
se habían fundado ya las Escuelas Secundarias Básicas
que decían iban a tener Cátedra de Artes Plásticas;
todo era interrogaciones por que, claro, habíamos acabado de
salir de la Academia y éramos novatos en ese giro, pero parece
que nos animamos. Por mi parte indagué enseguida, me puse al
habla con el profesor que estaba en Los Palacios, él quería
irse a Pinar del Río, donde vivía. Juan Ramón me
dijo que tratara de conseguir la Cátedra "F" de Artes
Plásticas de la Secundaria Básica Pedro Hernández
de Los Palacios.
Al principio, y antes de la Apreciación de las Artes Visuales,
se daba Historia del Arte, empezando por el arte de las cavernas o rupestre,
su pintura, arquitectura y su escultura. El profesor Juan Ramón
me ayudó pues ví como él tenía su laminario
y traté de hacerlo parecido. Luego se estudiaba civilizaciones
más avanzadas, como Egipto, Caldea, Asiria, el arte de la Mesopotamia,
Grecia, Roma, etc; pasando por los períodos románticos
y gótico hasta llegar al renacimiento Italiano; es después
de ésto que se cambió el programa para las biografías
de los pintores famosos. Tenía después el aula adornada
con reproducciones de pintura universal, láminas muy buenas y
grandes en colores. En una visita que hizo la inspectora Ana Rosa Gutiérrez
(primera esposa de Carmelo González, el grabador) a la cátedra
que yo atendía, dejó un escrito que agradecí porque
en él destacaba lo bien que se desarrollaba la clase. Esta artista
plástica es una gran pintora y grabadora, de una educación
excelente y sobre todo de buen corazón porque ella quería
ayudar siempre. No he conocido una persona más fina, sencilla
y más noble. Ella tenía encargada la revisión de
las Secundarias Básicas de La Habana y Pinar del Río.
Hubo después un rumor que las asignaturas vocacionales iban a
desaparecer, así nos dijo la inspectora; todos trataron de defenderse
pero no pudieron, le enfilaron los cañones, y todas cayeron,
para poner asignaturas que interesaban al gobierno; muchos años
después parece que se dieron cuenta de tal error y las pusieron
como vocacionales, porque el arte siempre está vigente en todo
el mundo. Es como el folklore español que desapareció
del radio y la televisión muchísimo tiempo, sabiendo que
al pueblo cubano siempre le gustó ese ritmo, pues orquestas como
los Chavales de España y sus canciones y pasodobles, para mencionar
uno, fueron éxitos en todas las emisoras del país, y eso
que había muchas cantantes como Lola Flores, Imperio Argentina,
Conchita Piquer, Niño de Utrera, Pedrito Rico, Pablo del Río,
Antonio Molina, etc. que se oían y sus canciones en el survey
eran casi de las primeras. Sin contar los cubanos que cultivaban ese
género como Matilde Camejo, la voz gitana de la radio, Obdulia
Breijo, la sevillanita, Fina de Villa, el Chaval, Adria Elena y el Chicuelo
eran de las muchas que había, destacándose una bailarina
solista, Marta Picanes. En el canal 4 de la televisión había
un programa, "Cabalgata Española", los miércoles
a las 8.30 de la noche con la compañía de Miguel Herrero.
Muchas veces caminaba hasta el canal televisivo a disfrutar en vivo
de estos artistas.
Al cesar estas asignaturas vocacionales que les contaba, nos reunieron
para ver si en otras se ubicaban los profesores, muchos cogieron asignaturas
que no sabían explicar porque no las dominaban, pero yo dije
la verdad, no me encontraba capacitado para una Cátedra de Matemática
ni de Español, no engañé a nadie y quedé
sin trabajo; y eso que había una Resolución que no podían
dejar a nadie sin trabajo. Mi inspectora me la dictó por teléfono
pero no se resolvió nada.
Pasé unos años en casa cosiendo camisas diseñadas
por mí a distintos clientes y haciendo láminas para maestros.
En ese tiempo empezaron a motivarse por las Artes Plásticas y
vinieron a mi casa unos señores relacionados con la pintura,
sabiendo que yo incursionaba en la profesión y me dicen que había
un concurso de pintura. Pinté un cuadrito a tempera con motivos
florales, al pasar un tiempo, me enteré que dicho cuadrito había
quedado en segundo lugar a nivel nacional. Después de esto se
llevaron unos cuantos cuadros de tempera con marco y cristal que no
regresaron. Indagué pero no supieron darme respuesta de donde
estaban. Más tarde se hizo un festival de Artes Plásticas
en Oriente y como yo había sido premiado llegó la invitación
para ir, pero no sé por qué motivo llegó la noticia
atrasada y perdí el viaje. Después en Camagüey me
enteré que allí entregaron los premios pero a mí
nunca llegó. En el siguiente festival (1967) volví a presentar
otro cuadrito, también con motivos florales, esta vez se hizo
por provincias la selección, resultado mi pintura el primer premio
de la Provincia de Pinar del Río.
Después de pasar algunos años haciendo las camisas y las
láminas, en el año 1969 empecé a trabajar en un
pequeño taller de propaganda que tenía el Poder Local
que dirigía el partido, hasta unos años más tarde
llegó el Poder popular. Como en Los Palacios no había
galería, me preocupaba eso y pedía aulas de escuelas en
vacaciones y se montaron varias exposiciones de esa manera.
También se hicieron en el Círculo Social Obrero. Dos o
tres veces adapté el tallercito donde trabajaba (hoy óptica)
en galería y fueron montadas las exposiciones; muchas veces abría
en horario nocturno cosa que el público agradecía según
los testimonios que dejaban escrito en el libro de visitas. Estuve situado
en distintos lados, pero donde agradecí mejor la estancia fue
en casa de Olga Chambombian, que pidió prestado mis servicios
de trabajo para una visita que esperaba y cuando los terminé
quiso me quedara en una de sus salas. La recuerdo y la quiero muchísimo.
Otro que me abrió sus puertas fue Rolando Cordero cuando Olga
se accidentó la cadera, para mí es como un hermano y lo
tengo como una cumbre en cuestiones de arte. Después volví
a un rinconcito de Olga, estando allí acompañándola
en su penosa enfermedad. Después de su muerte seguí trabajando
allí mismo y encontré a una hermana: Marta García,
que aguantó mis majaderías y me trato como a nadie. Tanto
a ella como a su esposo le debo haberme jubilado. El centro de trabajo
en que estaba era Servicios Comunales, ellos siempre me brindaron su
apoyo y me trataron muy bien, los compañeros eran magníficos,
y allí formamos un grupo de teatro que por ese tiempo (1982 o
1983) auspiciaba la Administración Pública. Ese grupo
se denominó Gitacubano, era de estilo andaluz con algunas estampas
de ese género, compuesto por Gisela Zayas, María García,
Aleida Reyna, Lucila Ruiz, Silvia, Virginia Maury y por supuesto el
que les escribe, con la colaboración de Victoria Ramos y Rolando
Cordero de la Casa de Cultura. Actuamos en distintos lados, club Juvenil,
Cabaret el Tornado, La Güira en Pinar del Río y en la Casa
de Cultura.
Admiro a todos los pintores, desde los más antiguos a los más
modernos, siempre hallo algo en cada una de sus obras, algunos detestan
a éstos pero no saben que aquellos fueron la base de lo que hoy
son. ¿Influencias? Pues quien dijo que no existen. Goya, por
ejemplo, que era un genio según expertos en la materia, tiene
por lo menos 2 o 3 influencias de distintos pintores y escuelas. También
se critica el paisajismo cubano de tendencia europea, en cada época
siempre se ha tenido influencias de la moda, tanto en música,
pintura, literatura, etc. algunos críticos no respetan el trabajo
ni el arte de cada cual pues no creo que siendo más modernos
se vaya a menospreciar las obras de los que no lo son.
Domingo Ramos es y será un gran paisajista, si él siguió
la tradición o influencia europea, la interpretó en el
campo cubano maravillosamente como él lo sentía, si alguna
personalidad lo elogió, otros más humildes lo han hecho
también porque se necesita ser un ciego resentido para no hacerle
honor a quien honor merece.
Hoy lo que más anhelo es pintar, pero hay que hacer otras tareas,
como ayudar a cuidar la hijita de mi sobrina, que cuenta un año
de edad y su madre tiene que trabajar, su abuela la tiene a su cuidado.
Con todo esto pienso continuar, si Dios quiere, en el bello arte de
la pintura que es mi verdadera vocación. Tal vez algún
día se den cuenta que acaso fui un pintor.
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