Es evidente, sin el transporte
de pasajeros y de mercancías no puede concebirse el comercio
para el ulterior desarrollo del país, sea este terrestre, marítimo
o aéreo por ser una característica esencial, hasta tal
punto de que la historia del comercio se confunde en cierto modo con
el desarrollo de las comunicaciones. En la actualidad ha adquirido tanta
importancia que muchos lo consideran como una industria especial en
armonía con el movimiento de las mercancías y el personal
que en todas las instancias es creadora de riquezas. Los medios de que
se ha valido el hombre, desde tiempos remotos fueron muy rudimentarios,
desde los animales para monturas hasta el descubrimiento de la rueda
que dio lugar a la aparición de la primera locomotora movida
a través de raíles de hierro que trataremos en un próximo
artículo.
En los tiempos modernos en que el mundo se desarrolla, el país
que no cuente con los suficientes medios de transporte está condenado
al fracaso de su economía para caer en una incontrolable involución
difícil de pronosticar sus consecuencias.
Tomando como punto de partida este análisis sobre la importancia
del transporte para el traslado de mercancías y del movimiento
del personal que intervienen directamente en la producción de
los bienes materiales de nuestro territorio, hasta los niveles nacionales,
queremos dedicar este espacio, a comentar el comportamiento del transporte
de pasajeros desde los tiempos lejanos hasta las postrimerías
del año 1958.
Siguiendo el orden cronológico a partir de 1554 que es cuando
comienza a poblarse por gente castellana el territorio de Vuelta Abajo,
aunque con extrema dificultad. Las comunicaciones se realizaban por
intransitables caminos polvorientos en tiempos de seca y fangosos en
tiempos de lluvias que no eran más que infernales vericuetos.
Solamente circulaban carretas tiradas por bueyes y posteriormente por
volantas y coches conducidos por buenos caballos alazanes.
El viaje entre La Habana y algunas partes distantes de Vuelta Abajo
duraba por lo general en tiempos de seca, más de 20 horas.
Vapor
"Antolín del Collado". Realizaba viajes por
la costa norte desde La Habana hata Malas Aguas, con escala
en Bahía Honda, Río Blanco y Punta de Cartas (1880).
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Es importante se conozca que antes de formarse el primer núcleo
poblacional, a orillas del Río Guamá en 1688, con el nombre
de partido de "San Rosendo", ya se habían asentado
pobladores, en su mayoría ganaderos, en los alrededores del reparto
conocido por "10 de Octubre" en alturas de la Central.
Ya en 1675 se había situado allí una cochera propiedad
de Francisco Peñarredonda y Santa Lucía por lo que a partir
de esa fecha se le comenzó a llamar a ese lugar "Loma de
los Coches". Aclaramos que por la forma aislada de convivencia
de sus moradores, este asentamiento estaba muy lejos de ser considerado
como una población organizada como la surgida posteriormente
en las convergencias de las calles Marañones y Recreo.
Años después se comenzó a perfeccionar este vehículo.
Había varios tipos de coches, entre los que podemos mencionar
la "calesa" y la "duquesa" que eran los más
lujosos importados de Francia. Estos coches contaban con cuatro caballos
y su calesero vestido elegantemente con chaleco y bombín. También
se puso de moda la "volanta" pero con ruedas más pronunciadas,
especialmente para realizar viajes por caminos menos transitables, así
como el "carromato", tirado por tres parejas de mulos, destinados
a cargar mercancías de todo tipo.
Entre las cocheras más famosas podemos mencionar la de Tomás
Junco, fundada en 1860 en la Alameda del Hospital; y la de Serafina
García y José Expósito en la calle Mayor (Martí),
donde se encuentra actualmente el Museo Polivalente.
En 1873 se pone en servicio la cochera de Nicolás Saíz
en la Calzada de la Coloma entre Maceo y Máximo Gómez,
la nombrada "La Fama", de Manuel Moreno en la calle Mayor;
y en 1912 la de Diego Valdés en la Alameda. También se
destacó la cochera de Nicolás Vega en el lugar donde estuvo
ubicada la bodega "La Giralda" en V. Caviedes esquina a Recreo,
la de Pascual Cruz en la calle Polvorín casi esquina a Adela
Azcuy; la de Patricio Estrada; la del "Colorao"Fernández;
la de Alejo Cedeño y la de los Portillas, entre otras.
Omnibus
especiales "Camberra". Sentado al timón aparece
Israel García Casañas (1950). |
Automóviles
Ford "La Justa Legal" de Pinar del Río a Guane,
haciendo paradas en los distintos pueblos (1929) |
Pinar
del Río-Sumidero-Guane. |
Las piqueras más significativas estuvieron situadas en los hoteles
Ricardo, Comercio, El Globo y en el ferrocarril del Oeste.
Las otras vías de comunicaciones eran muy limitadas como el ferrocarril,
que partiendo de La Habana solamente llegaba hasta Guanajay (1849) y
las líneas de vapores de cabotaje que servían a las comunicaciones
desde el surgidero de Batabanó a los embarcaderos de la Costa
Sur de Vuelta Abajo. Estos embarcaderos, en los cuales tocaban los vapores
"Cristóbal Colón" y "General Concha"
de la línea de la empresa de "Bustamante y Cajigal"
eran los de Dayanigua, Colón, La Coloma, Punta de Cartas y Baylén.
En lo que se relaciona al transporte de cabotaje por la Costa Norte
de la provincia, comienza a partir del año 1870 cuando una compañía
francesa se hizo cargo de la construcción de un ferrocarril de
vías estrechas que se desplazaba desde el pueblo de Viñales
hasta el de Puerto Esperanza. Esto dio lugar a que el Señor Antolín
del Collado bajo una Sociedad Comanditaria, con domicilio en el pueblo
de La Palma se aprestaran a atender la navegación para el traslado
de pasajeros y mercancías de estos intrincados lugares montañosos
por la vía marítima, es decir, desde La Habana hasta Malas
Aguas, con escala en Bahía Honda, Río Blanco y Surgidero
de Punta de Cartas que la unía con San Cayetano.
Es importante destacar que a mediados del siglo XIX las comunicaciones
terrestres tuvieron cierta mejoría al construirse el Camino del
Centro que partía desde Pinar del Río hasta la Habana,
casi paralelo con la actual Carretera Central inaugurada el 24 de febrero
de 1931, además de las carreteras ya construidas a Viñales,
Luis Lazo, San Juan y Martínez y La Coloma, incluyendo la construcción
del Camino de Hierro que entró a Pinar del Río en el año
1894.
Con la notable mejoría que ofrecían las vías de
comunicaciones para esa época, y con la aparición de vehículos
automotores, así como el natural crecimiento de la población
se hacía necesario mejorar los medios de comunicaciones.
Para que se tenga una idea del rápido crecimiento para el movimiento
de pasajeros vea los cuadros.
En el año 1949 la Ruta 35 de la "Cooperativa de ómnibus
Aliados" construyó una inmensa Nave en las calles Antonio
Rubio (Yagruma), Volcán y Este Hospital, con capacidad de parqueo
de no menos de 60 ómnibus interprovinciales y nacionales. Los
ómnibus especiales salían del costado del hotel "Comercio"
y las corrientes desde la Plaza del Mercado frente al restaurante "Vista
Alegre". Actualmente la referida Nave está ocupada por un
comedor escolar y la Empresa Poligráfica.
En el período a que nos estamos refiriendo, según podemos
observar, el transporte de pasajeros estaba garantizado a todos los
confines de la provincia, incluyendo los municipios de la Costa Norte
que se unían con Guanajay para proseguir hacia la capital del
país, así como la parte más occidental de nuestro
territorio hasta Mantua, Isabel Rubio, Base San Julián, Cayuco,
Las Martinas y Cortés. La construcción de la carretera
Panamericana contribuyó extraordinariamente a la mejoría
del transporte.
Otro aspecto que debemos tener presente es el horario sistemático
de salida del transporte de los lugares indicados que no oscilaba más
de media hora entre una y otra salida, ofreciendo máxima garantía
de llegada de los pasajeros a los lugares indicados..
Los precios del transporte de pasajeros eran muy económicos,
entre los que podemos mencionar, entre otros los que aparecen a la izquierda.
Asimismo queremos señalar, que de acuerdo con las medidas establecidas
por las autoridades competentes, las bicicletas, por no constituir un
vehículo de transporte, por el peligro que ocasionaba para las
vidas humanas, se les prohibía circular por la vía pública,
salvo algunas que pagaban su debida chapa con su correspondiente iluminación
y buen estado de mecanismo. Los menores de 18 años solo podían
circular por parques, paseos u otras zonas autorizadas por el orden
público.
Otras de las medidas que se pusieron en práctica como forma profiláctica
fue la de prohibir el acceso de carretas y carretones por dentro de
la ciudad para velar por la salud de sus habitantes y la limpieza de
la vía pública. Sus dueños estaban en la obligación
de circunvalar la ciudad por sendas, caminos abiertos desde la carretera
a Viñales, Luis Lazo, San Juan y la coloma o viceversa hasta
llegar al lugar de su destino.
A manera de conclusión queremos dejar bien sentado que el transporte
público de pasajeros, por lo que este representa como industria
especial para el desarrollo económico del país, necesita
con urgencia de una atención muy directa a corto o mediano plazo,
para lograr un mejoramiento sustancial en el mundo moderno en que vivimos.
Recordemos que ya no estamos en la época de las carretas y carretones,
ni de los coches y volantas, ni de los atrazados vehículos automotores.