Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001


JUSTICIA Y PAZ

 

VIAJAR: FUENTE DE RIQUEZA PARA NUESTRA CULTURA

VIRGILIO TOLEDO LÓPEZ

 

 

Hace unos días, conversando con un amigo, constatamos que prácticamente no habíamos podido visitar casi ningún lugar de Cuba. Al pasar al tema de visitar y conocer otros países, aunque coincidimos con el canta-autor cuando decía "conozca a Cuba primero y al extranjero después", no tuvimos, lamentablemente, ninguna experiencia que contar. Como esta es una situación nada puntual sino más bien generalizada en nuestro país, me motivó a reflexionar al respecto.
La Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 13 dice:
"Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado y a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país".
Yo me pregunto, ¿por qué entonces la mayoría de los cubanos no tiene posibilidades reales de viajar y conocer a su patria e incluso a otros países?, ¿es acaso que los cubanos no tenemos derecho a ello?, ¿obedece esto a una política de aislamiento entre los mismos cubanos y Cuba o entre los cubanos y el resto del mundo?
El Papa en su visita al país nos dijo "que Cuba se abra al mundo". Esta apertura para que sea real y efectiva, tiene que pasar necesariamente por el intercambio y la complementación de culturas. Una forma de ir lográndolo, es que los cubanos sencillos, y no sólo un grupo selecto de personas, podamos confrontar estilos de vida diferentes y vayamos siendo protagonistas en ese proceso de diálogo entre culturas que, a la larga, enriquece y desarrolla a las Naciones, cuando se hace sobre bases de respeto y solidaridad.
Las motivaciones profundas de los que desean viajar no necesariamente tienen que ser con ánimo de lucro o de consumo o las de hacer turismo sano, que no está mal y que hace falta para que la persona descanse y se recree. Se trata prioritariamente de ejercer un derecho, de elevar nuestra cultura, de alcanzar mayores grados de responsabilidad común por el progreso de la humanidad.
Hoy día, cada vez más, se derrumban los muros y fronteras que aislan a los hombres. Al decir de un amigo, uno de los principales aportes de la "globalización es que ha contribuido para que el mundo sea una aldea, pero también ha revertido el proceso y las aldeas se han convertido, de cierta forma, en un mundo de relaciones". Para que este proceso de diálogo entre las culturas se dé sin que nuestra Nación quede al margen, se necesita que los cubanos entren en contacto con otros pueblos. Nuestro país debe de recorrer un largo trayecto al respecto.
No hay que tener miedo a contaminar nuestra cultura con los males de otra, este criterio es muy paternalista. Por ejemplo, si los responsables de la educación de sus hijos los aíslan del resto del mundo, están frenando el proceso de personalización-socializacióm de ellos y a la postre obtendrán casi seguro un hombre incapaz de relacionarse libre y responsablemente con su entorno. Para que no suceda esto con nuestro país debemos ser fieles a nuestras tradiciones. "Los períodos que hemos sufrido de influencias foráneas o advenedizas comprueban el gran poder de recuperación de nuestra cultura, de algunas de ellas hemos salido y estamos saliendo, aún siendo cubanos" (cf. Ciclo 2 del C.F.C.R. Tema 5)
La cultura cubana, definida en cubanísima síntesis por Don Fernando Ortiz, "es un ajiaco", "ante todo, una cazuela abierta. Eso es Cuba, la isla, la olla puesta al fuego de los trópicos. Cazuela singular la de nuestra tierra, que ha de ser de barro muy abierta. Luego fuego de llama ardiente y fuego de ascua y lento, para dividir en dos la cocedura tal como ocurre en Cuba, siempre a fuego de sol pero con ritmo de dos estaciones: lluvia y seca, calidez y templanza. Y ahí van las sustancias de los más diversos géneros y procedencias. La indiana nos dio el maíz, la papa, la malanga, el boniato, la yuca y el ají picante... con carne de jutía, de iguana, de cocodrilo, de majáes, de tortugas. Los castellanos desecharon esas carnes indias y pusieron las suyas. Ellos trajeron con sus calabazas y sus nabos, las carnes frescas de res, los tasajos, las cecinas y el lacón. Y todo ello fue a dar sustancias al nuevo ajiaco de Cuba. Con los blancos de Europa llegaron los negros de África y estos nos aportaron guineas, plátanos, ñames y su técnica cocinera. Y luego los asiáticos, con sus misteriosas especies de oriente, luego los franceses con su ponderación de sabores que amortiguó la causticidad del pimiento salvaje y los angloamericanos con sus mecánicas domésticas que simplificaron las cocinas y quieren metalizar y convertir en caldera de su "Stándar" el cacharro de tierra que nos fuera dado por la naturaleza junto con el fogaje del trópico para calentarlo, el agua de sus cielos para el caldo y el agua de sus mares para la salpicadura del salero. Con todo ello se ha hecho nuestro nacional ajiaco".
"Y en todo momento el pueblo nuestro ha tenido, como el ajiaco, elementos nuevos y crudos acabados de entrar en la cazuela para cocerse... y allá en lo hondo del puchero, una masa nueva ya posada, producida por los elementos que al desintegrarse en el hervor histórico han ido sedimentando sus más tenaces esencias en una mistura rica y sabrosamente aderezada, que ya tiene un carácter propio de creación. Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje de culturas. Caldo denso de civilizacion que borbotea en el fogón del Caribe
Acaso se piense que la cubanidad haya que buscarla en esa salsa de nueva y sintética suculencia formada por la fusión de los linajes humanos desleídos en Cuba, pero no, la cubanidad no está solamente en el resultado sino también en el mismo proceso complejo de su formación, desintegrativo e integrativo, en los elementos substanciales entrados en acción, en el ambiente en que se opera y en las vicisitudes de su transcurso".
Conocer a Cuba y al mundo es algo que los cubanos debemos hacer gradualmente. Es hora de ir cambiando esta realidad negativa. En la inmensa mayoría de los países no se necesita más que el pasaporte, el dinero y la visa de la nación que se desea visitar. Los gobiernos no tienen que otorgar ninguna otra autorización. En áreas cada vez más extendidas como la Unión Europea ya no se necesitan ni visados para facilitar el libre acceso a los miembros de esa comunidad de naciones. Y así existen otros ejemplos más de la voluntad de libre tránsito e intercambio entre los pueblos. Los responsables de estos menesteres deben ir facilitando paulatinamente el ejercicio de este derecho de viajar que tenemos todos. La necesidad de existir como Nación solidaria es algo que exige posturas abiertas; la cerrazón no favorece este proceso.


Bibliografía consultada:

Fernando Ortiz. Factores Humanos de la cubanidad. Revista Minestre Cubana. No. 2, Vol. XLV. Marzo-Abril
Ciclo del Centro de Formación Cívica Religiosa No. 2 "Vivimos en Sociedad" Tema No. 5.


 

 

Revista Vitral No. 44 * año VIII * julio-agosto 2001
Virgilio Toledo
(Pinar del Río, 1966) Ingeniero Electrónico. Animador del CFCR de P. del Río. Responsable de la Consultoría Cívica.