Como tributo a dos grandes que
recientemente nos han dejado: Dr. Manuel Moreno Fraginals y Dra.
Hortensia Pichardo.
En el año 1900 se convocó
por el gobierno norteamericano a la Asamblea Constituyente, la cual
comenzó a sesionar en La Habana el 5 de noviembre de 1900.
En la Asamblea Constituyente se mostraron los diferentes intereses existentes
en la población del país, los cuales en cierta medida
ya se habían reflejado en la génesis, conformación,
intereses y objetivos de los diferentes partidos políticos existentes.
El núcleo del partido Unión Democrática
estaba formado por muchos cubanos que tenían al menos una de
las siguientes características: 1) inversionistas a quienes convenía
que los E.U. no abandonaran la isla, pues tenían el temor de
que el caos imperara en el país después de la partida
del contingente interventor; contingente que estaba integrado aproximadamente
por 34 000 soldados norteamericanos; 2) conservadores y antiguos autonomistas
que transigieron con el gobierno autonomista (realmente semiautonomista)
que impuso España el primero de enero de 1898.
El Partido Nacional estaba formado en su gran mayoría
por los cubanos que veían con disgusto toda injerencia de los
E.U. en Cuba; una gran parte de estos cubanos fueron independentistas
que se levantaron en armas contra el gobierno español.
Finalmente, el Partido Republicano (fundado por Juan Gualberto
Gómez y en cuya organización desempeñó un
activo papel Manuel Sanguily) presentaba entre algunos de sus más
caracterizados integrantes, a personas con ideas muy compatibles con
las del partido Unión Democrática.
La Asamblea Constituyente tenía dos tareas fundamentales a cumplir:
*La confección de una Constitución
para la república que se instauraría próximamente
en Cuba.
*La presentación dentro
del texto constitucional del carácter que tendrían las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Estas relaciones, como es lógico
en toda relación bilateral, se tomarían de acuerdo con
los Estados Unidos.
En el artículo "A un siglo de la imposición de la
Enmienda Platt", abordaré, algunos hechos concernientes
a la segunda tarea de la Asamblea Constituyente; aquí solamente
señalaré, que no se contó con los cubanos para
la confección de la Enmienda Platt y que ese documento fundamental
sobre el carácter que tendrían las relaciones entre ambos
países, le fue impuesto a los cubanos después de haber
sido aprobada la Constitución Cubana por la Asamblea Constituyente,
el 21 de febrero de 1901. La Enmienda Platt fue finalmente aprobada
por la Asamblea Constituyente el 12 de junio de 1901.
Sobre la Constitución cubana de 1901 diré que de sus artículos
se infiere:
*La soberanía e independencia
del pueblo cubano bajo un gobierno de carácter republicano. El
territorio de la República de Cuba incluía además
de la isla de Cuba, las otras y cayos adyacentes que estaban bajo la
jurisdicción y mando del gobierno general cuando era posesión
española.
*La existencia de un Senado compuesto
por 24 miembros, elegidos por las seis provincias antiguas mediante
compromisarios designados por los ayuntamientos. Se renovaría
por terceras partes cada dos años. Las provincias serían
seis que corresponderían a las que había en los tiempos
de la soberanía española sobre Cuba. La de Puerto Príncipe
recibiría el nombre de Camagüey y la de Santiago de Cuba,
el de Oriente.
*La elección por voto directo
y por un período de cuatro años de los miembros de la
Cámara de Representantes. La Cámara de Representantes
se renovaría por mitad cada dos años. El número
de representantes se fijaría según la población:
uno por cada 25000 habitantes.
*Que el Poder ejecutivo sería
ejercido por el presidente de la República el cual sería
elegido por un colegio especial (compromisarios) para un período
de cuatro años; se prohibía su segunda reelección.
El vicepresidente sería elegido por el mismo procedimiento, el
cual estaba presidido por el Senado. El vicepresidente podía
reemplazar en caso de muerte o de incapacidad al presidente.
*La creación de un Tribunal
Supremo con facultades para decidir la nconstitucionalidad de las leyes.
*Que en cada provincia habría
un gobernador electivo, el cual sería nombrado por sufragio directo
para tres años, y una asamblea departamental igualmente electiva
que se renovaría cada tres años.
*La decisión de que los
ayuntamientos administrarían las municipalidades y que éstas,
estarían presididas por alcaldes elegidos directamente.
*La adopción del sufragio
universal y el principio de la separación entre la Iglesia y
el Estado.

Ejército Mambí en
una carga al machete
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Don Tomás Estrada Palma
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Mapa sobre la guerra hispano-cubano-norteamericana
(MS Encarta)
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El contenido de la Constitución de 1901 está muy asociado
con las circunstancias existentes en esos momentos de nuestra historia
patria; no obstante este hecho, sus antecedentes ideológicos
se encuentran en la Revolución Americana de 1776 y la Revolución
Francesa de 1789. Esta Constitución puso su atención en
los derechos individuales de los cubanos y en un régimen democrático
presidencialista con ciertas características autoritarias que
se vería interrumpido por el régimen semiparlamentario
aprobado por la Constitución de 1940 ( el cual fue propuesto
por José Manuel Cortina) y llevado a la práctica por el
gobierno de Fulgencio Batista y Zaldívar en el período
1940-1944.
Sobre la base de la Constitución aprobada, el derecho al voto
en las elecciones de 1902 se ejerció sin tener en cuenta limitaciones
alguna (en el sentido de aquellos tiempos, pues por ejemplo, las mujeres
no votaron) y el presidente cubano no fue elegido por votación
directa de la población votante, pues la elección del
presidente se llevó a cabo a través de los compromisarios
o miembros de un colegio especial, siguiendo el modelo electoral norteamericano.
El 31 de diciembre de 1901 fueron elegidos los compromisarios que en
febrero de 1902 tuvieron la tarea de elegir la presidencia de la República
de Cuba.
Las primeras elecciones celebradas en nuestro país no fueron
ejemplares: la coalición de partidarios de Bartolomé Masó
concertó irse al retraimiento y producto de ello triunfaron fácilmente
los partidarios de Estrada Palma, cual si fuera una carrera de un solo
caballo. Este retraimiento se produjo, según la versión
más difundida y pública en aquel entonces, porque los
partidarios de Estrada Palma obtuvieron todas las posiciones en la Junta
Electoral con el consentimiento de Leonardo Wood, gobernador militar
de Cuba en esos momentos.
El futuro primer presidente cubano, Don Tomás Estrada Palma llegó
al país en el propio mes de mayo. Estrada Palma era una figura
vista con beneplácito por el gobierno interventor, y que por
los méritos revolucionarios y por las virtudes ciudadanas que
había manifestado hasta ese momento, era digno de tan alta responsabilidad,
aunque después se vio, que no era el hombre para gobernar en
un país con esa situación política.
La candidatura de Don Tomás Estrada Palma fue apoyada por prestigiosas
personalidades de nuestras guerras independentistas: Máximo Gómez,
Manuel Sanguily, Gonzalo de Quesada, José Miró Argenter,
Alfredo Zayas, Martín Morúa Delgado, etc. Es justo y necesario
decir que Estrada Palma en un primer momento, había rechazado
la proposición que le había hecho Máximo Gómez
para que fuera candidato presidencial. Como una disgresión diré,
que el Marqués de Santa Lucía, Enrique Collazo y García
Vélez acusaron públicamente a Estrada Palma en la campaña
electoral de 1901 de ser un "americanizado", pero no pudieron
probarlo.
La imagen pública y la trayectoria de Don Tomás eran la
de un patriota que había luchado durante 30 años por la
independencia de Cuba. En la Guerra de los Diez Años había
sido Vicepresidente de la Cámara de Representantes, Secretario
de Relaciones Exteriores y Presidente de la República en Armas.
Fue la segunda figura del Partido Revolucionario Cubano (PRC) al ser
éste fundado por José Martí. Después de
la muerte del Apóstol de la Independencia cubana, Don Tomás
ocupó la primera posición, o sea, la de Delegado, la cual
fue desempeñada con honestidad y dedicación según
se puede leer en " Apuntes de la Guerra" del General Enrique
Loynaz del Castillo, y tal es así, que pese a que existieron
ciertos roces entre él y Manuel Sanguily cuando Don Tomás
era Delegado del PRC, Sanguily supo distinguir entre la persona y el
cargo y como ya mencionamos, lo propuso como Presidente.
El pueblo cubano también conocía los grandes esfuerzos
de cabildeo que había realizado para obtener del gobierno norteamericano
el reconocimiento de la independencia cubana en la Resolución
Conjunta. Tal es así que en el segmento de la población
al que la revista El Fígaro le hizo una encuesta1 para conocer
la opinión de quién debía ser el presidente de
la república que se instauraría, los resultados fueron:
Máximo Gómez (798 votos), Tomás Estrada Palma (234
votos) y Bartolomé Masó (156 votos). Máximo Gómez,
como muchos sabemos, declinó la proposición como aspirante
a esa alta responsabilidad, alegando su condición de dominicano.
No está de más enfatizar, sobre la base de estas cifras,
en el gran espaldarazo que significó para Estrada Palma el apoyo
que Máximo Gómez le dio a su candidatura; además
del hecho, que Máximo Gómez al apoyar a Estrada Palma,
apoyaba en esas elecciones al adversario de Bartolomé Masó,
Presidente del Consejo de Gobierno con el cual Gómez tuvo serias
desavenencias en el transcurso de la Guerra de Independencia de 1895
y el cual se había adherido con la decisión de la Asamblea
del Cerro (decisión tomada después de concluida la Guerra
Hispano Cubana Norteamericana) de destituir a Máximo Gómez
como Generalísimo del Ejército Libertador, y eso, el pueblo
admirador del Generalísimo que había producido ante aquella
decisión multitudinarias y espontáneas manifestaciones
en contra de esa decisión, no lo había olvidado.
Algunos historiadores le dan, a mi entender, una desmedida valoración
histórica a la figura de Masó y consideran que hubiera
sido muy diferente la historia de esa etapa si él hubiera triunfado,
pues Bartolomé Masó era portador de una notable actitud
antiplattista. Esos historiadores se olvidan que el futuro presidente
de la República iba a gobernar un país regido en cierto
grado por instituciones, y sobre todo, por una Constitución a
la cual se debía; además, Bartolomé Masó
fue el último presidente del Consejo de Gobierno; su elección
había sido el 29 de octubre de 1897 y bajo su gobierno en armas
se había aprobado la proposición del delegado plenipotenciario
de ese gobierno en el extranjero, Don Tomás Estrada Palma, de
supeditar las fuerzas cubanas al mando norteamericano; dicha aprobación
se efectuó el 10 de mayo de 1898, cuando aún no habían
desembarcado las tropas norteamericanas. Esa decisión fue tomada
sobre la base que los insurgentes cubanos debían hacer causa
común con Estados Unidos, país valorado como...nación
justa, poderosa y fuerte, dispuesta a coadyuvar con nosotros2. Deseo
señalar también, que el mando militar cubano, representado
por el Generalísimo Máximo Gómez, aprobó
también la intervención norteamericana; la mencionada
aprobación se encuentra en el último párrafo de
una carta de respuesta (de fecha discutida: 20 de marzo de 1898 o principios
de mayo de ese año) al gobernante español en Cuba, Capitán
General Ramón Blanco:
"Así son para mí las naciones, y hasta el presente,
sólo he tenido motivos de admiración hacia los Estados
Unidos. He escrito al Presidente Mc Kinley y al general Miles, dándoles
gracias por la intervención americana en Cuba. No veo el peligro
de nuestro exterminio por los Estados Unidos, a que usted se refiere
en su carta. Si así fuese, la historia los juzgará."3
Después de esta carta vendrían los fundados recelos del
Generalísimo por la dilatada permanencia de las tropas norteamericanas
en el país después de concluida la guerra.
Un argumento que en más de una ocasión se ha utilizado
en contra de Estrada Palma es que en su exilio se acogió a la
ciudadanía americana; argumento utilizado para demostrar su pro-norteamericanismo,
ese argumento no tiene realmente ningún valor, pues, realmente
a lo que había renunciado Don Tomás con esa ciudadanía,
era a ser ciudadano español, pues en esos momentos no existía
la ciudadanía cubana. Muchos otros patriotas cubanos que vivían
en los E.U. se hicieron también ciudadanos americanos. La ciudadanía
norteamericana era un privilegio que le proporcionaba ventajas personales
a la persona en particular; pero, esas ventajas en no pocas ocasiones
fueron usadas para beneficio de la causa cubana.
Otro de los argumentos4 en contra de Estrada Palma (pero usado menos
frecuentemente que el anterior) fue la participación que tuvo
en la Guerra de los Diez Años en la destitución, justa
o no, de Carlos Manuel de Céspedes como Presidente de la República
en Armas, su vecino de Bayamo, cuando realmente la figura clave en ese
hecho fue Calixto García Íñiguez al poner sus tropas
a disposición de los impugnadores de Céspedes, entre los
que se encontraba hasta un primo del Padre de la Patria. Deseo señalar
que después de concluida la Guerra Cubano Hispano Norteamericana,
la figura de Calixto García era la que más frecuentemente
se manejaba con aprobatorio interés por parte de militares y
políticos norteamericanos para el manejo de los futuros destinos
de Cuba, pero Calixto García murió repentinamente en un
viaje a E.U. como integrante de una importante delegación cubana.
El programa de gobierno de Estrada Palma aparece, por primera vez y
de manera extraoficial (según expone el Dr. Ibarra en su libro
citado), en una carta de éste al general Rius Rivera de fecha
7 de septiembre de 1901. Ese plan consistía fundamentalmente
en:
1) La necesidad de pagar al Ejército Libertador los haberes
que la nueva República le adeudaba.
2) La conveniencia de establecer relaciones estables entre los Estados
Unidos y Cuba desde los puntos de vista político y comercial.
3) El empleo honesto y eficaz de los exiguos fondos que Cuba podría
allegar para compensar el gran desastre producido por la guerra.
Este elemental plan de gobierno se cumplió en la primera etapa
de su gobierno, la cual se caracterizó por la prudencia y la
austeridad, El gobierno de esta etapa fue desempeñado con una
concepción paternalista.
Para cumplir la primera tarea de ese plan, Estrada Palma solicitó,
y le fue otorgado, un empréstito de 35 millones que se hizo con
la casa Speyer y Cia. de Nueva York al interés del 5% para el
pago del Ejército Libertador y para impulsar la industria y la
agricultura del país. En la tabla de la página 466 del
libro de Ibarra aparece el resumen de la Comisión Liquidadora
de Haberes del Ejército Libertador.
En la segunda mitad de su primer mandato, Don Tomás dio muestras
de un carácter obstinado y terco, pero a la vez, fácil
al halago. Esto último lo llevó a creerse una persona
indispensable para el bien de la patria (el mesianismo de tantos políticos),
llegando incluso a darle un matiz autoritario a su gobierno. Don Tomás
no se acordaba de ese viejo refrán español: "el cementerio
esta lleno de indispensables".
El presidente norteamericano Teodoro Roosevelt en su carta a Gonzalo
de Quesada del 14 de septiembre de 1906 - en la que le muestra su preocupación
por la posibilidad de tener que tomar la decisión, como presidente
de los E.U., de intervenir en Cuba - hace indirectamente una evaluación
del período de gobierno de Estrada Palma:
" Durante siete años Cuba ha disfrutado de un estado de
paz absoluta y su prosperidad se ha desarrollado de una manera lenta,
pero segura. Cuatro años también han transcurrido durante
los cuales esa paz y esa prosperidad se consolidaban bajo su gobierno
propio e independiente."5
Esa paz se vio rota por los deseos de reelección de Estrada Palma
en 1906 y la acusación de fraude en esas elecciones. Los sublevados
no acusaban de fraude en la reelección particular del presidente
sino en la elección de cargos intermedios. El general Freyre
de Andrade posteriormente le confesó a una comisión norteamericana
que efectivamene se había cometido fraude en esas elecciones.
El 20 de mayo de 1906 comenzó Estrada Palma su segundo período
y en agosto estalló "la guerrita de agosto" en las
que estuvieron implicados José Miguel Gómez, general de
nuestra última guerra, y otros antiguos y destacados luchadores
independentistas.
Estrada Palma insistió en que los norteamericanos intervinieran
pese a que el embajador norteamericano Steinhard le había dado
a conocer la renuencia del Presidente Teodoro Roosevelt a intervenir.
Los alzados, en particular el mayor contingente de alzados: el comandado
por Pino Guerra en Pinar del Río, deseaban también la
intervención norteamericana. El embajador cubano en Washington,
Gonzalo de Quesada, se dirigió en una misiva a Teodoro Roosevelt
describiendo la situación y solicitando la ayuda norteamericana
al gobierno de Estrada Palma. En este escenario es cuando se escribe
la ya citada carta de Roosevelt a Quesada del 14 de septiembre. Esa
importante carta así como un esclarecedor telegrama de Roosevelt
a Estrada Palma, se encuentran de manera íntegra en las páginas
que van desde la 282 hasta la 285 del segundo tomo de "Documentos
para la Historia de Cuba" de la doctora Hortensia Pichardo y en
ambos se pueden observar los esfuerzos que hizo el Presidente Teodoro
Roosevelt para no intervenir en Cuba.
Fernando Ortiz escribió el 6 de enero de 1919 en El Heraldo de
Cuba y a raíz del deceso de Roosevelt: " Encarnó
como ningún otro, el espíritu generoso de la Unión
por la prosperidad de Cuba libre". En ese mismo diario, pero al
día siguiente, Enrique José Varona expresó sobre
Roosevelt: "Nos dio su consejo sano y desapasionado en momentos
de prueba para la nación".
La actitud terca y egoísta de algunos cubanos y la posible afectación
de los intereses económicos norteamericanos en Cuba fueron, entre
otras, las causas fundamentales que dieron lugar a que los norteamericanos,
amparados por la Enmienda Platt, intervinieran en nuestro país
por segunda ocasión.
Para valorar justamente el desempeño y la persona de Estrada
Palma debemos hablar de la gran honestidad que siempre mostró
en todas sus responsabilidades; de su honradez, de su austeridad; del
noble propósito de darle cierta remuneración a los veteranos
mambises mediante la solicitud de un empréstito de varias decenas
de millones (la mencionada remuneración había sido prometida
por varios altos jefes de la Guerra en el transcurso de la misma); de
la ley del 9 de enero de 1904 que ordenaba distribuir las tierras baldías
entre los veteranos, iniciando así, el proceso de protección
al campesinado; del aumento extraordinario del número de escuelas
públicas; del incremento que tuvo bajo su gobierno la emigración
española; debemos hablar de la expulsión como persona
non grata del Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en La Habana,
Mr. Hebert G. Squiers, por hacer declaraciones a favor de los norteamericanos
residentes en Isla de Pinos que en 1903 iniciaron un movimiento con
el objetivo que la mencionada isla fuera anexada a los Estados Unidos
(leer página 257 de la obra citada de H. Pichardo), lo cual nos
habla claramente en contra de la adjudicación a Estrada Palma
de un papel de hombre fácilmente manipulable, el cual nunca tuvo;
también debemos hablar sobre sus discusiones con respecto al
número de bases carboneras norteamericanas en Cuba y con respecto
a las gestiones que realizó, a inicios de 1904, para concertar
un Tratado de Reciprocidad con Inglaterra. Hortensia Pichardo opina
lo siguiente sobre las negociaciones que se llevaron a cabo con los
E.U. con relación a las carboneras o estaciones navales:
"Un triunfo diplomático se anotó Cuba al conseguir
que las bases fueran arrendadas, no vendidas o concedidas y que La Habana
de ningún modo figurara entre ellas.
Otro triunfo se anotó Cuba con respecto al número de las
bases, pues los Estados Unidos pretendían cuatro, incluidas en
ellas algunas de las mejores bahías de Cuba, Guantánamo,
Nipe, Bahía Honda y Cienfuegos, pero al fin quedaron reducidas
a dos: Guantánamo y Bahía Honda, y más tarde a
Guantánamo solamente.
De acuerdo con el Tratado, los Estados Unidos ejercerían jurisdicción
sobre las tierras arrendadas mientras las ocuparan, pero reconocían
la soberanía de Cuba sobre dichas tierras."
Es importante señalar que esas negociaciones con relación
a las carboneras así como las gestiones que se llevaron a cabo
para concertar el Tratado de Reciprocidad con Inglaterra hicieron posible
el Tratado Hay-Quesada del 2 de marzo de 1904 por el cual los Estados
Unidos renunciaban a favor de la República de Cuba toda reclamación
del derecho a Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.
Cuando valoramos la persona de Don Tomás no debemos de quedarnos
en su ciudadanía norteamericana, en el ofrecimiento de la plaza
de cartero, o portero, al general Quintín Banderas, y en la solicitud
de la intervención norteamericana.
A Don Tomás Estrada Palma le correspondió ser el primero
en dirigir según sus palabras: "una república sin
ciudadanos". La herencia española de una política
antiliberal, en la que los derechos y libertades de la persona humana
eran cedidos frecuentemente a un caudillo, o arrebatados por éste,
y la también frecuente manipulación de apelar a ciertos
"supremos" ideales, a los cuales el pueblo le debe su total
e inobjetable subordinación no eran una buena base para edificar
la ciudadanía de un pueblo.
Podemos decir que Estrada Palma no era el hombre adecuado para llevar
a cabo la tarea de dirigir la naciente república en esos tiempos
difíciles; que era un idealista al querer dirigir una república
como un profesor su aula (esa era su profesión) o un director
su escuela. Podemos discrepar de su política de austeridad, al
no gastar más de lo que ingresaba a las arcas de la república,
envés de aumentar los gastos (mediante empréstitos) en
construcciones y servicios para que la población trabajadora
se viera remunerada en esos tiempos difíciles. Podemos criticarle
el haber dado oído y consentimiento a las lisonjas y adulonerías
de aquellos que le proponían que se reeligiera para indirectamente
verse ellos reelegidos en sus cargos y funciones, y como esas, podemos
señalarle otras cosas más. Pero más negativo que
todo lo anterior, fue la falta de fe en las capacidades del pueblo cubano
para salir adelante por sí mismo en la tarea de gobernarse; falta
de fe que se lee en estas palabras de desahogo íntimo, escritas
a su amigo Teodoro Pérez Tamayo en una carta fechada en Matanzas
el 10 de octubre de 1906:
"... Ha sido siempre mi sentir, desde que tomé parte activa
en la guerra de los diez años, que no era el término final
de nuestras nobles y patrióticas aspiraciones de Independencia,
sino el propósito firme de poseer un gobierno estable, capaz
de proteger vidas y haciendas y de garantizar el ejercicio de los derechos
naturales y civiles de cuantos residieran en la Isla ..."
"... que es preferible cien veces para nuestra amada Cuba una dependencia
política que nos asegure los dones fecundos de la libertad, antes
que la República independiente y soberana, pero desacreditada
y miserable por la acción funesta de periódicas guerras
civiles ..."6
¿ Qué es lo que más le debemos agradecer los cubanos
a Don Tomás con respecto a su actuar como Presidente de la República
instaurada en 1902?. Mi criterio es que le debemos agradecer el haber
dejado a un lado su tardío mesianismo y no haber arrastrado al
pueblo cubano a una larga y sangrienta guerra civil para mantenerse
en el poder; pero considero, que debió tomar otros caminos para
ello y no el de solicitar la intervención extranjera.
Al hacer el balance de la figura de Don Tomás, considero que
todo lo negativo que le hemos señalado no es suficiente para
que sea arrancado del libro de los cubanos buenos que lucharon por fundar
y hacer realidad una patria mejor. La personalidad y la labor de Estrada
Palma esperan todavía por una evaluación histórica
coherente con la verdad y la justicia.
Bibliografía
1 Andrés Rodríguez, ¿Quién fue usted don
Tomás?, revista Espacios 4to Trimestre, año 2 no 4, La
Habana, 1998
2 La intervención militar norteamericana en la contienda independentista:
1898, Oscar L. Abdala Pupo, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1998
3 Mons. Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, 20 de
Mayo:¿ Fiesta nacional o qué?, revista Palabra Nueva,
no 65 mayo, 1998
4 Documentos para la Historia de Cuba (Tomo II), Hortensia Pichardo,
La Habana, 1977
5 Cuba: 1898-1921. Partidos Políticos y Clases Sociales, Jorge
Ibarra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992.
Referencias bibliográficas
1. En 1 p. 13
2. En 2 p. 46
3. En 2 p. 45
4. En 3 p. 38
5. En 4 p. 283
6. En 4 pp. 289-290