Escribir sobre la mujer a quien
dedico estas cuartillas constituye una exigencia de mis alumnos, un
deber que me imponen mediante cartas no pocos lectores, pero, sobre
todo, un reclamo de mi fibra de cubana.
Nació esta habanera -figura emblemática de la música
cubana- el 5 de diciembre de 1913 en la casa de la calle Corrales no.
80 entre Ángeles y Águila, pero por determinadas circunstancias
de la vida la inscribieron en Santiago de las Vegas. Humilde el hogar
que Dios le proporcionó -ama de casa, de fe católica,
la madre a quien ella recuerda como "un ser muy especial",
y el padre tabaquero, ateo, que como sus compañeros de labor
"cuando no estaban en huelga la estaban buscando"- devino
cuna propicia para la formación de una ética existencial
que no ha cesado de acompañarla. A los 14 años, ella decidió
su camino de fe al empinarse delante del amado padre para decirle que
quería bautizarse en la Iglesia católica . . . y él,
respetuoso, lo aceptó sin remilgos porque ella ya tenía
edad de "escoger" . . .
Es indiscutible que su elevado profesionalismo y amplísimo repertorio,
así como una larga e importante trayectoria, la convirtieron
en la intérprete por excelencia de los compositores líricos
de su patria. Y como erróneamente ha sido calificada en no pocas
ocasiones como mezzosoprano, vale la pena aclarar que en realidad "es
una soprano que expone características muy peculiares" 1).
No es posible soslayar su diáfana e impecable dicción
y la fácil capacidad para abordar, sin dramatismo, las notas
más bajas del registro grave. "Sus abundantes fonogramas,
pertenecientes a distintas épocas - desde los años treinta
hasta los producidos cinco décadas después, - muestran
una amplia tesitura, con reluciente uniformidad tímbrica..."
que le permitió hacer virtuosas y antológicas grabaciones
a dos, tres y cuatro voces respectivamente. 2). En los inicios de su
carrera ejecutó obras en las que explotó el registro sobreagudo,
entre ellas: fragmentos de Marina de Arrieta, y de arias de óperas
italianas . . . pero ella optó por cantar para el pueblo preferencialmente.
Según su testimonio personal, después de una intervención
quirúrgica de amígdalas (efectuada en la ciudad de Buenos
Aires, en 1942), su tesitura descendió, incorporándole
una emisión más cálida y orgánica que, además,
le hizo ganar en voluminosidad. Su estilo interpretativo - bien definido
y estable - se caracteriza por una original concepción del fraseo,
tanto en el sentido musical como en el literario; expone "una brillante
explotación de la dinámica, así como sabios manejos
del portimento, mordente, ritardando, pero sobre todo la incorporación
y uso del tempo lento para interpretar obras, aún aquellas que
eran populares antes de su debut... "la guaracha, el bolero, la
habanera, el son, la clave, la guajira, la criolla y la rumba, expresiones
genéricas que intervienen en las zarzuelas criollas "adquirieron
en su voz una particular galanura y especial matiz concertístico".
Se afirma que es la soprano cubana que mayor número de obras
ha grabado y, sin duda, la de labor discográfica más extensa.
La más fiel intérprete de la música de Ernesto
Lecuona.
Estudió piano, a partir de 1924, en el Centro Gallego de La Habana,
graduándose de Profesora de Solfeo y teoría cinco años
después. Tomó clases de ballet clásico en la Academia
de la bailarina húngara Dania D'esko (1932 - 1934). Fue a partir
de 1932 que, por orientación de Ernesto Lecuona, comenzó
a recibir clases de canto con el renombrado Lalo Elózegui (1886
. 1947), su único maestro en esa disciplina y con quien mantuvo
vínculo de alumna hasta el fallecimiento del profesor.
Para complacer a la madre - quien deseaba prepararla para la vida -
se graduó con excelentes notas en la Escuela Normal para Maestros
de La Habana, mas nunca ejerció esta profesión. Pero fue
- y es - maestra en un sentido más amplio porque influyó
con su arte en varias generaciones de cantantes y músicos, manteniendo
a pesar del tiempo un carácter paradigmático.
El 13 de septiembre de 1935 hizo su debut profesional en el teatro Auditorium
en el estreno de Lola Cruz, una de las mayores e importantes producciones
del maestro Lecuona. Ese fue un día trascendental en su vida
artística porque en dicha obra encarnó un personaje incidental
que canta una pieza escrita especialmente para ella: Damisela Encantadora.
Su magistral interpretación de ese vals le fue abriendo las puertas
de la popularidad, primero en Cuba y después en el ámbito
universal... Revelado este dato ya mis amigos saben que les hablo de
Esther Borja que, para mí, es igual que decir Esther de Cuba...
Acerca de esta figura estelar de nuestra cultura, expuso el maestro
Gonzalo Roig: "Representa para Cuba, lo que Raquel Meller para
España, lo que Rosita Quiroga para Argentina, lo que Toña
la negra para México... pero existe una diferencia entre ellas
y Esther Borja, y es que esas grandes figuras han tenido imitadores,
y la Borja no; no porque no hayan querido imitarla, sino, sencillamente,
porque no han podido..." Los escenarios más codiciados del
mundo conocieron su arte. De 1943 a 1948 fue contratada como primera
solista de la compañía del notable compositor Sigmund
Rombert (1867 - 1951), con la cual recorrió los escenarios estadounidenses
de mayor fama. Desde 1961 hasta 1986 visitó cada domingo -mediante
la pequeña pantalla- los hogares cubanos con el inolvidable programa
Album de Cuba en el cual fungió como cantante, comentarista y
anfitriona.
Me consta que la interpretación que ella ha hecho de la música
de Lecuona - y de otros grandes autores - pueden actuar, aún
hoy, como un detonante sentimental en quien la escucha...
Desde 1984 hasta en los momentos en que escribo sobre ella, ha dictado
conferencias en Cuba y en el extranjero sobre la música cubana
y sus compositores, las que han sido ilustradas con su propia voz; también
ha desarrollado clases magistrales de interpretación.
Por lo que ella representa para la cultura nacional, Esther acudió
al Seminario de San Carlos y San Ambrosio -por tercera vez- el 21 de
mayo del presente año en las primeras horas de la mañana.
Nunca dejaré de agradecer que, de nuevo, honrara con su presencia
mi aula de "Panorama de la Cultura Cubana" (estudiantes de
III año de Filosofía)... Dijo ese día a nuestros
alumnos -con los ojos brillantes por la emoción- que "les
hablaría de Ernesto Lecuona porque, como dice la canción,
lo lleva siempre en el corazón".
Su voz cálida, sincera, nos fue envolviendo a todos con una especie
de magia desgranada en la sobriedad de sus modales y la sencillez de
su alma, que se entregaba en sus expresiones, en la natural modestia
de esta mujer grande que lo es más, a mi modo de ver, por la
humildad que patentiza su palabra... ¡Cuántas vivencias
brotaron de sus labios durante aquellas dos horas de íntimo diálogo
en el Seminario!... Recuerda al Maestro Lecuona con descripciones tan
vibrantes que nos parecía tener ante nosotros a aquel "hombre
sencillo, extremadamente desinteresado, que decía no cobrar por
tocar el piano sino por vestirse, porque se sentía más
cómodo con sus anchas camisas con las que andaba por la casa...
devoto de la Patrona de Cuba... amante de la naturaleza y de cuidar
las plantas... Nunca golpeó el piano -continúa diciendo
Esther- siempre lo acarició... Sus manos eran como garras de
león envueltas en seda... Tocaba las octavas con diez teclas..."
Con cierto matiz de tristeza le oímos decir: "ahora todos
tocan a Lecuona, pero no se acercan a él"... Esther sonríe
orgullosa al contarnos que cuando el famoso compositor francés
Mauricio Ravel lo escuchó en un concierto exclamó: "¡Esto
es más que piano!", y que el pianista Arturo Rubinstein
expresó: "No sabría que admirar más; si al
compositor o al pianista..." y el compositor norteamericano George
Gershwin, al escucharlo interpretar Raphsody in Blue en Los Ángeles
aseveró que nadie la había tocado como Lecuona. Resalta
Esther la cubanía del hombre que murió lejos de la Patria:
su música es muy difícil de interpretar, pero él
no reducía su mundo a lo que creaba pues -sin dejar de deleitarse
y deleitarnos con la música universal- prefería, sobre
todo, a los músicos cubanos: Cervantes, Saumell... Recuerda,
con precisión, que los críticos europeos coincidieron
al considerarlo uno de los melodistas más grandes que ha dado
el mundo. El primer regalo que recibió del Maestro como compositor
-de regreso de un viaje de éste a México- fue un grupo
de seis canciones, con letra de José Martí: Una rosa blanca,
Un ramo de flores, La que se murió de amor, Sé que estuviste
llorando, De cara al sol y Tu cabellera, las cuales estrenó el
26 de febrero de 1935 en la antigua sociedad Lyceum femenino...
"Tuve la suerte -afirma Esther- de poder hacer lo que quería.
Nunca hice concesiones como artista..." Y tras una pausa: "Quiero
confesarles algo: el día 4 de enero de 1984 escuché dentro
de mí algo así como una voz que me decía: este
es el día... y yo comprendí que sería el último
día que cantaba... Fui al Palacio de los Capitanes Generales
porque me ofrecían un homenaje... Canté todo lo que quise,
complací las peticiones del público... y en respuesta
a mi pregunta expresa: "El jardinero y la rosa fue la última
obra que canté 3)... Al siguiente día ya no pudo impostar
la voz. Tras otra breve pausa, continúa hablando: "Nunca
he llorado por no poder seguir cantando. Dios me dio la voz y Él
me la quitó, ante su voluntad incliné mi frente"...
Después, mirando con ternura a mis muchachos, expresó
que la de hoy es una mañana inolvidable... Todos los presentes
coreamos Damisela Encantadora, y fiel como siempre a mi palabra y a
mis sentimientos, le trasmití a Esther un encargo del Padre Antonio
Rodríguez Díaz: "Dile que me hizo feliz con sus canciones,
yo le bendije la garganta cuando vino el Papa"... y mi propio mensaje:
"No sabes la alegría que, por razones sentimentales, tú
me proporcionas con tus interpretaciones..."
Creo que la valoración de nuestros alumnos la sintetizó
Vladimir al decir: Esto ha sido un privilegio... Que Dios te colme de
bendiciones, querida Esther, en tanto te acercas al 88 aniversario de
tu natalicio.
23-5-2001
NOTAS
1Los datos técnicos han sido tomados de un trabajo inédito
del musicólogo Lic. José Luis Elcoro, quien también
ha colaborado en nuestras clases. Los biográficos me los proporcionó
la propia artista y estimada amiga.
2Esas grabaciones las dedicó a la memoria de su papá,
que falleció el 12 de septiembre de 1955.
3La música es de Lecuona y la letra de los hermanos Álvarez
Quintero, pertenece a la obra Amores y amoríos.