Ayudar no
siempre es
tan fácil como parece. A lo mejor por eso es que muchas veces
los necesitados se resisten a la ayuda. En ocasiones, afecta la dignidad
del que la recibe; otras veces crea una dependencia nada sana para nadie;
y otras, sencillamente, se ofrece con un fin nada ético, sólo
para hacer sentir bien o servir de utilidad al que "ayuda".
En economía, donde todo parece ser una cuenta, las ayudas son
un tema muy polémico. Se inserta en la eterna discusión
entre la ética y la economía; pero, no obstante, llegado
el momento, unos tienen el deber de ayudar y lo cumplen, y otros necesitan
ser ayudados y aceptan la ayuda. De cualquier forma unos somos complemento
de los otros y nadie puede vivir solo dignamente, y la solidaridad es
un valor humano que llega hasta donde no llega la justicia.
En los momentos que está viviendo Cuba la solidaridad se ha convertido
en noticia de primera: solidaridad de... solidaridad con...
Ayudar a alguien favorece, por lo que no debemos dificultarle la acción
al que viene con buena voluntad a ayudar, es su oportunidad de darse,
de hacer algo por los demás. Por otra parte, es falta de humildad
pensar que no podemos aceptar la ayuda de nadie; si necesitamos ayuda
debemos reconocerlo y aceptar lo que se nos ofrece. Tampoco podemos
pensar que no tenemos obligación de ayudar solo porque no está
establecido por decreto; la solidaridad es una obligación moral
que nos humaniza; pero es importante que sepamos reconocer aquellas
ayudas que crean dependencia o mal educan. Tanto los que ayudan como
los que reciben el efecto de la misma deben sensibilizarse con la necesidad
que tenemos todos de hacer las cosas por nosotros mismos.
Las situaciones difíciles, como la que vive nuestro país,
hacen a veces aceptar cualquier tipo de ayuda, y otras se convierten
en algo enfermizo al sospechar de sus intenciones. En el mundo de hoy
las relaciones entre los países son cada vez más de interdependencia,
de reciprocidad. Los que ayudan comprenden que necesitan de los ayudados,
entre otras cosas, porque los efectos de la globalización hacen
que lo que ocurre en cada país repercuta en los demás
directa o indirectamente.
En esta etapa del proceso que vive nuestro país muy pocos discuten
la necesidad de un cambio socioeconómico esencial en Cuba. Cuando
leí la noticia de que la UNIÓN EUROPEA (UE) cambiaría
su estilo para ayudar a Cuba, de una ayuda humanitaria a una cooperación
que facilite la transición, me sentí verdaderamente esperanzada.
En 1996 la ayuda humanitaria alcanzó el monto de 8,6 millones
de euros de los 14,4 que representó la ayuda total destinada
a Cuba procedente de la UE; 10,3 millones en 1997; 9,8 en 1998 y 11,4
en 1999. Sin embargo, en el año 2000, se preveía que esta
ayuda bajara considerablemente: que no superara los 2 millones de euros,
de un total de 15,8 millones en que se calculaba la aportación
total a Cuba.
Me pareció interesante reflexionar acerca de cómo debería
ser para mí una ayuda que favoreciera la transición en
Cuba y producto de esa reflexión pude concretar las siguientes
ideas que me gustaría compartir, sobre todo porque puede estimular
a otras personas a hacer lo mismo.
1.
La ayuda para que contribuya a la transición debe ser para desarrollar
la sociedad más que para paliar la situación.
Lo primero que me satisfizo fue el cambio de palabra cooperación
por ayuda, porque la palabra cooperación tiene una carga comprometedora,
es decir, no se trata de ayudar sino de "operar con", lo que
significa que la ayuda solo será una parte de lo necesario para
cualquier obra o proyecto, el que la recibe debe poner lo demás,
debe comprometerse a trabajar para poder prescindir de ella alguna vez.
La ayuda que necesita la economía de Cuba no es asistencial,
no es de "más pescado", sino de "más pescadores".
Necesitamos ayuda para fomentar el protagonismo de la persona en la
economía, para que los cubanos tengamos la oportunidad de ser
sujetos y no solo objetos de una estrategia económica que ni
conocemos. No se trata entonces de ayudar a mantenerse a una sociedad
excluyente y paternalista, se trata de desarrollar una sociedad sobre
la base de la libertad y la responsabilidad. Para facilitar la transición
en Cuba, según mi criterio, es necesario estimular la iniciativa
privada, lo que pudiera hacerse a través de la promoción
del trabajo por cuenta propia y de las organizaciones verdaderamente
no gubernamentales que han logrado, en medio del bloqueo interno, existir.
Es importante también promover el compromiso personal y social,
exigiendo la conveniente utilización de esta ayuda, de manera
que en determinado momento pueda prescindirse de ella; es decir, apoyar
proyectos que sean realmente liberadores y que contribuyan al desarrollo
humano integral, condición indispensable para la prosperidad
de cualquier sociedad.
2.
La cooperación debe contrarrestar los efectos del mercado en
la inversión en Cuba con ayuda de otro tipo.
Ya sabemos que la inversión extranjera ha producido grandes diferencias
sociales entre los que tienen acceso a los beneficios de esta apertura
y la mayoría que no lo tiene. Si alguien quiere ayudar a Cuba
debe hacerlo pensando en contrarrestar estos efectos negativos. Con
la introducción de elementos de mercado en medio de un sistema
excesivamente centralizado, en esta última década, los
cubanos hemos sentido los efectos negativos de las fuerzas del mercado,
sin la libertad de iniciativa que conlleva éste en los países
de economía de mercado. Pero después de tantos años
de economía centralizada podríamos caer en una sobrevaloración
del mercado como solución a los problemas económicos,
lo que nos llevaría irremediablemente a un liberalismo que ya
ahora estamos viviendo en algunos sectores y lugares donde, por supuesto,
se manifiestan signos de prosperidad económica; pero también
de despersonalización y degradación moral. Una ayuda económica
para Cuba que facilite la transición debe estar en el orden de
contrarrestar los efectos del mercado; pudiera ser una ayuda para promover
la honestidad en las personas, la solidaridad, la participación
real en el proceso que vive el país sin caer en el exilio interno,
la preocupación por algo más que su situación personal.
Pudiera ser una ayuda que beneficiara a aquellos que por una u otra
razón no pueden acceder al ambiente de la inversión extranjera
ni del turismo.
3.
Los intereses de los privados no tienen por qué ser los de los
gobiernos.
Los inversionistas privados extranjeros pueden tener intenciones que
no se corresponden con el bien de la sociedad cubana, sino sólo
con su propio beneficio; pero los intereses de los gobiernos no tienen
por qué ser los de los privados. No se trata de controlar las
inversiones privadas, se trata de que las acciones de los gobiernos,
al ayudar a Cuba, sin entorpecer los intereses de los privados, sean
en otro orden, en otro sentido, de manera que equilibre el beneficio
de los cubanos y el beneficio de los inversionistas. Actuando como agentes
económicos o como reguladores de las relaciones internacionales,
los gobiernos del mundo pueden cambiar poco a poco el estilo de cooperación
con Cuba de manera que promuevan aquí lo mismo que quieren promover
en sus países. Una de las maneras de facilitar la transición
en Cuba, por parte de los gobiernos del mundo, sería condicionar
su cooperación a una actuación ética y justa del
gobierno cubano, en cualquier esfera social o económica.
4.
Se necesita identificar bien las organizaciones no gubernamentales.
En Cuba hay una situación especial con respecto a las organizaciones
no gubernamentales. Algunas sólo aparentan serlo; pero en realidad
responden a los intereses estatales. Por eso me parece imprescindible
para que la ayuda en realidad cumpla su objetivo, que se identifique
bien a quién va a encargársele la administración
de esta ayuda. Si ya se plantea que a través de las ONG es una
vía, es importante que los que ayudan no se confundan con falsas
apariencias, deben investigar y estar verdaderamente seguros de que
una organización no es gubernamental, porque solo esto asegurará
que los cubanos seamos sujetos de la ayuda y no solo objetos que se
dejan ayudar a través de un gobierno que cree saber lo que es
mejor para nosotros.
5.
Considerar que no solo el gobierno es interlocutor sino también
el pueblo.
Depende de a quién queremos ayudar. Hasta ahora solo el gobierno
ha decidido dónde y como utilizar los recursos recibidos. Comoquiera
que se pretende cambiar el estilo de ayuda, también hay que cambiar
el modo de administrarla o usarla. Promover el protagonismo personal
en la vida económica y social del país debe pasar necesariamente
porque seamos los cubanos y no solo el gobierno quien determine la ayuda
que necesitamos, en qué términos la aceptamos, cómo
la vamos a utilizar, etc. Los cubanos somos también interlocutores,
con quienes se puede negociar la ayuda y las colaboraciones. Además,
también tenemos para aportar: nuestro compromiso, nuestro talento,
nuestra disposición a servir a Cuba y al mundo.
6.
Fortalecer la sociedad civil debe ser un objetivo de la ayuda.
La situación de Cuba cambiará en la misma medida en que
seamos capaces de cambiarla los cubanos; pero cada cubano solo no puede
hacer nada por cambiar la situación. Necesitamos espacios donde
poner en común nuestras ideas, necesitamos asociarnos. La exigua
sociedad civil que existe en Cuba debe desarrollarse y no continuar
ahogándose. La ayuda a Cuba debe tratar de fortalecer la sociedad
civil como espacio para el protagonismo personal y como tejido social
que ampare al ciudadano ante el Estado.
Uno de los principales impedimentos, aunque no el único para
asociarse, es la falta de formación cívica; las personas
no saben la importancia de asociarse, no conocen su derecho a hacerlo,
etc. También la falta de fondos monetarios afecta la independencia
de las organizaciones que han intentado convivir en Cuba. En estas dos
líneas podría comenzar a cambiar la cooperación
para facilitar la transición en Cuba.
Después de la visita del Papa a nuestro país el mundo
dio un gran gesto abriéndose a las relaciones con Cuba; atendiendo
a una exhortación que hiciera el Santo Padre. Agradezco mucho
y es para mí una gran satisfacción y una gran esperanza
que, en estos momentos, además de pensar en abrirse la UE esté
pensando en cómo y hasta dónde abrirse para que esta apertura
contribuya a la apertura de Cuba, a los cubanos y al mundo.