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noviembre-diciembre. año VII. No. 40. 2000 |
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ECONOMÍA |
LA EQUIDAD MEDIDA PARA UNA JUSTICIA ECONÓMICA
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El problema de "¿para quién?" es esencial en la vida económica del país, tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista social, para aquellos que prefieren separar lo social de lo económico. Desde el punto de vista económico (entre otras razones), porque si cada uno no recibe lo que cree que le corresponde por su trabajo, no trabajará en correspondencia con lo que puede hacer sino con lo que le pagan y lógicamente, esto afectará el proceso económico. Y desde el punto de vista social, porque uno de los problemas a que somos más sensibles es la diferenciación entre unos y otros a la hora de repartir algo. Fácilmente protestamos cuando nos dan menos que a los demás. En esto casi siempre reconocemos la injusticia. Tampoco es verdad que repartir siempre deja la mejor parte al que reparte pues muchas veces le deja inconformidades, reclamaciones, incomprensiones, discusiones; repartir es una gran responsabilidad. Uno de los principales desafíos de esta época y del futuro para los economistas es la conjugación de la eficiencia y de la distribución justa. Los actuales modelos económicos adolecen de la falta de esta combinación: uno por poner todo su empeño en la eficiencia económica dejando en un segundo plano la distribución justa, y otro por pensar que lo importante es distribuir lo que se tenga aunque esto sea muy poco. Una de las principales y primeras cosas que aprendimos de la "mano invisible" es que puede ser eficiente, pero ciega a la justicia y la equidad. El mercado resuelve el problema de la eficiencia, pero no garantiza la justicia en la distribución. La posición económica de una persona puede depender de la riqueza o inteligencia que haya heredado de sus padres, de las habilidades que tenga para cantar, de los precios de los productos servicios que pueda ofrecer o de su suerte para perforar un pozo de petróleo. Y siempre habrá menos "favorecidos por la suerte", que serían los pobres. En las economías centralizadas en el intento de distribuir según un criterio de igualdad, a veces se distribuye igualitariamente. Hace tiempo que, en Cuba, donde se proclama como prioridad la justicia en la distribución a pesar de los momentos difíciles que atravesemos, cada vez crece el número de personas inconformes con las diferencias que se están estableciendo en la sociedad. La posición económica es mejor o peor según tres cuestiones fundamentales: · Tenencia de familia en el extranjero, que envíe remesas que alivien la situación de la familia en Cuba. Mientras más dividida esté la familia, tendrá acceso a más bienes. · Lugar de residencia (capital, provincias, campo), si usted reside en Ciudad de la Habana recibirá mayor y más variada cantidad de productos por la cuota mensual. · Actitud política, que le permite a usted obtener los mejores puestos de trabajo en corporaciones, empresas mixtas o empresas estatales. Esto se traduce en personas favorecidas por la "suerte" de tener familia en el extranjero que ostentan un digno nivel de vida, en personas que viven en el campo que nunca reciben lo que las personas de la ciudad, en personas que tienen los mejores puestos de trabajo por pensar igual a la línea oficial. Toda una "cultura" de lo que me toca, de lo que me dan, como si todo lo que yo debo tener dependiera de la misericordia de otro.
Justicia distributiva: elemento de la ética social Hablar de ética social significa hablar de ciertos presupuestos que sirven como criterios de juicio para discernir entre el bien y el mal en la realidad social. La ética social tiene tres elementos que se consideran los más importantes: Igualdad, Justicia y Bien común. Y una de las modalidades de la justicia es la justicia distributiva. ¿De qué se ocupa la justicia distributiva? Es la encargada de repartir proporcionalmente los beneficios y las cargas de la sociedad entre sus miembros, es decir, distribuye con criterios de igualdad la riqueza de la sociedad. Se encarga de los derechos civiles, el trabajo, la asistencia social, los subsidios, etc. Tener criterios de igualdad, no implica que todos seamos iguales en todo. Somos iguales en dignidad y derechos, pero somos diferentes en vocación, en manera de pensar, en características físicas. Tener criterios de igualdad significa proporcionar a todos las mismas oportunidades de participar en la vida económica del país. Que no podamos obtener lo mismo que todos los demás no es justo porque todos somos iguales y nos merecemos las mismas oportunidades: unos cantando y otros haciendo publicidad, unos encontrando petróleo y otro tocando el violín, unos trabajando en una corporación y otros en un restaurante por cuenta propia, pero todos debemos tener la oportunidad de entrar en la vida económica y mejorar cada vez en la medida de nuestro esfuerzo y trabajo. Sí, todos somos iguales, pero no podemos olvidar que todos somos distintos. Tampoco es la solución para una justa distribución repartir a todos por igual. Una cosa es la igualdad y otra es el igualitarismo. La igualdad es justa, el igualitarismo es injusto. Teniendo asegurado un ambiente de igualdad de oportunidades no todos nos vamos a comportar y a desenvolver igual, por tanto no todos debemos recibir lo mismo. Los criterios para entrar en la vida económica y procurarnos un nivel de vida digno no pueden ser ajenos a nuestras posibilidades como personas. Nuestro nivel de vida no puede depender del comportamiento del mercado o de la "suerte que tengamos", tampoco de nuestras ideas políticas, de la ayuda de la familia o de si nacimos en el campo o en la ciudad. Nuestro nivel de vida debe depender de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo, de nuestros valores como personas. Es una manera de concretar la prioridad del ser sobre el tener. Es dejar de pensar en el "qué me toca", para empezar a pensar en el "qué me gano". Por otra parte, tengamos presente que la situación económica de un país puede empeorar en determinado momento y lo único que podremos distribuir son "cargas". En estos momentos todavía es más importante, la justicia distributiva. Las cargas o los costos también deben ser distribuidos equitativamente, de manera que no recaigan en los que menos tienen. Ya sabemos que todo cuesta, pero habría que ver a quién le cuesta más. Nos queda hablar de los que no pueden trabajar ni acceder al mercado por su edad o por sus condiciones físicas. La justicia distributiva implica un tratamiento especial hacia estas personas, que deben recibir lo que necesiten y tener la oportunidad de procurarse su sustento según sus capacidades y a pesar de sus limitaciones. Crear puestos de trabajo para minusválidos, ciegos y otros impedidos parcialmente es responsabilidad de la sociedad. No les alcanza con que se lo den todo, les hace falta ser y sentirse útiles, aportar lo que puedan a la sociedad, pero necesitan oportunidad y por supuesto condiciones especiales. Hay empresas privadas en el mundo que ya han empezado a ocuparse de esto creando oportunidades especiales para discapacitados físicos. Naturalmente, siempre habrá personas cuyas limitaciones no le permitan hacer nada y es responsabilidad de la sociedad su sustento.
¿Qué papel juega el Estado en la aplicación de la justicia distributiva? Una de las tres funciones económicas que tiene el Estado es lograr la equidad. Claro que esta función no puede sobreponerse a las demás que debe cumplir el Estado, pues es imposible lograr la equidad sin eficiencia y en medio de un clima de inestabilidad económica, sin embargo, la preocupación de un Estado por lograr la equidad dice mucho de su justicia. Un Estado que deje solo al mercado la distribución de los bienes, de ninguna manera logrará la equidad en la distribución, pero tampoco lo logrará el Estado que intente asumir todo el mecanismo de distribución, sin considerar los mecanismos y las leyes de la economía. Unos impuestos que estimulen la inversión en determinada esfera cuya producción actual no alcanza para todos, unas tasas de interés que estimulen al ahorro para reducir el dinero en circulación y ayudar a que bajen los precios, unas leyes que no permitan el monopolio individual ni estatal, el establecimiento de un salario mínimo, son mecanismos usados por los Estados para ir en pos de la justicia distributiva, aunque también tenemos estados que usan la fuerza, la confiscación de bienes, el freno total a la iniciativa personal, el racionamiento. Los métodos usados para distribuir son tan importantes como la distribución misma, porque en aras de una distribución justa no hay derecho a afectar los derechos de las personas, su libertad, su iniciativa creadora, su desarrollo integral. El Estado debe garantizar la justicia distributiva, pero no por encima de las personas, sino a su lado. También son importantes los criterios a tener en cuenta para diferenciar en la sociedad. El hombre siempre ambiciona un mejor nivel de vida. El Estado justo logra un ambiente en el cual el hombre, para tener más debe ser mejor, es decir hace depender de las características personales de cada uno, de su esfuerzo, de su trabajo, de su entrega, de su preparación profesional, de su honestidad, de su sentido del deber y de otros valores humanos, el bienestar de cada uno de sus miembros. La preocupación por la justicia distributiva no basta, es necesario ocuparse de ella. Los criterios tomados en cuenta para distribuir y los mecanismos que se utilizan para ello son un rasero importante para medir la justicia de una sociedad. Usted mismo puede usarlos.
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