septiembre-octubre. año VII. No. 39. 2000

ÍNDICE

ESPECIAL

  

 

CONDECORA

LA SOBERANA

ORDEN DE MALTA

AL SR. OBISPO

DE PINAR DEL RÍO

 

     

 

El día 23 de septiembre en la Convención Anual de la Soberana y Militar Orden de Malta en Estados Unidos, con la participación de más de 300 delegados y delegadas, fue condecorado con la "Gran Cruz Pro Mérito Melitensi" del año 2000 el Sr. Obispo de Pinar del Río. Mons. José Siro González Bacallao.

A las 10 de la mañana, se celebró una solemne Eucaristía en la Catedral de Washintong, presidida por el Cardenal arzobispo de Baltimore, Su Eminencia Monseñor William Henry Keeler en la que un gran número de Damas y Caballeros fueron investidos como miembros de la Orden en bellísima y solemne ceremonia.

La Soberana Orden de Malta fue fundada en el año de 1048 cuando unos habitantes de Amalfi obtuvieron permiso del califa de Egipto para fundar un Hospital en Jerusalén en el que se atendería a los que peregrinaban para visitar los Santos Lugares donde vivió, trabajó, murió y resucitó Jesucristo. Al principio fu llamada Orden de San Juan.

En 1118 el Papa Pascual II establece oficialmente los Estatutos de la Orden en la que establecía que los Hospitalarios profesaran los tres votos de todas las ordenes religiosas: pobreza, castidad y obediencia. Fue en el año 1530 que cambiaron el nombre por el de Soberana y Militar Orden de Malta al asentarse en esa Isla cedida por Carlos V y que sería su sede definitiva por más de dos siglos hasta 1798 en que Napoleón Bonaparte conquistó la Isla de Malta y puso fin al estatuto político y territorial de la Orden. Que es desde entonces puramente religiosa pero con una soberanía casi estadual. Por último fijó su sede permanente en Roma en el año de 1834 donde actualmente reside el Príncipe Gran Maestro de la Orden, que hace pocos años estuvo en nuestro País en visita oficial invitado por el Gobierno cubano.

La Gran Cruz se confiere una vez al año a personalidades relevantes por su servicio a los más necesitados y por la defensa de la fe y de la paz.

 

 

Arriba: El Sr. Obispo pronuncia sus palabras de agradecimiento. Junto a él, como traductor, Stephen Díaz Gavin.

El Sr. Obispo lee la dedicatoria del óleo que regaló a la Asociación de Washington D.C. Un bello óleo del Valle de Viñales, obra de uno de nuestros jóvenes artistas plásticos.

A la izquierda: detalle de la Misa celebrada.


 

A continuación transcribimos las palabras de agradecimiento por esta alta distinción pronunciadas por Mons. José Siro luego de ser condecorado.

 

Emmo. Sr. Cardenal William Keeler, Arzobispo de Baltimore:

Excmo. Mons. William Edward Lori, Obispo auxiliar y Canciller de la Arquidiócesis de Washington. Excmo. Sr, Embajador Tuccillo y Sra:

Sr. William Pagé, Presidente de la Asociación Federal de la Orden:

Sr. James Belson, Presidente del Comité para Cuba de la Orden de Malta:

Caballeros y Damas de la Asociación Federal:

Representantes de las otras asociaciones:

Señoras y Señores:

Queridos hermanos todos.

 

Los Obispos, como todos los cristianos, somos portadores de la Cruz de Cristo, ese misterioso signo que recibimos en la frente el día del Bautismo y que nos une al Señor Crucificado escándalo para unos y necedad para otros.

Llevamos también exteriormente esa cruz que la Iglesia nos coloca un día sobre el pecho. De ahí el nombre de cruz pectoral que, pequeña, de metal precioso o simple, de madera o de cualquier otro elemento, va indicando a los hombres que nos la ven colgar del cuello, que hemos sido marcados también exteriormente con ese santo emblema.

Ambas cruces son signo y semejanza de esa que el Señor cargó sobre sus hombros, por nuestros pecados y por la remisión de los mismos.

Ambas pesan, causan dolor, sufrimiento y angustia, pero al mismo tiempo, son como dulce ofrenda que hacemos al Señor de lo poco que aportamos al valor preciosísimo de su Redención.

En esta memorable tarde, recibo esta condecoración, que cual otra cruz me recordará el compromiso de testimoniar mi condición de hombre de esperanza y, al mismo tiempo, luchador incansable por la paz, la justicia y la libertad, como lo requieren las bienaventuranzas.

¿Qué otro significado tendría para mí esta precea que ustedes me entregan hoy con tanto afecto y en un marco de tanta solemnidad?

Sepan que cuando me comunicaron la decisión de la Asociación de Washington y la aprobación del Gran Maestro de la Orden, lo pensé mucho y muy en serio. No me siento con méritos para éste honor, pero me siento, con suficiente respeto a la Orden y amor a la Santa Iglesia para recibirlo como un delicado signo de unión y gentileza para con la Iglesia que vive en Cuba, en éste difícil momento que nos ha tocado vivir.

Como Obispo cubano y como Presidente de Cáritas quiero manifestar públicamente a la Soberana y Militar Orden de Malta la gratitud de Cáritas y de la Iglesia que reconoce en la ilustre Orden una hermana atenta a nuestras necesidades y gentil en su ayuda para remediarlas.

Queridos hermanos y hermanas: Sobran las palabras. Que de ahora en adelante hablen por mí los hechos, para saberle agradecer siempre a la querida y venerable Orden su gesto de hoy y su cercana amistad de siempre.

Muchas gracias.

 

 


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