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septiembre-octubre. año VII. No. 39. 2000 |
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NUESTRA HISTORIA |
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IGLESIA DE LA CARIDAD PINAR DEL RÍO por Rosario González Álvarez |
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En América Latina se tiene una especial devoción a la Virgen María: la Virgen de Guadalupe, la Aparecida, la de Coromoto, etc. son vivos ejemplos de ello y es que para nosotros es realidad lo que leemos en la Biblia, desde un principio es proclamada como la madre del Hijo del Altísimo, escogida por Él en divino misterio. Después de la Encarnación va María a casa de su prima Isabel y ésta al verla exclama gozosa "y con voz fuerte: "¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor?" (Lucas 1,45) Cuando los padres de Jesús lo llevan al Templo para consagrarlo como primogénito, al Señor, según rito sagrado de su pueblo y de su tiempo, Simeón, hombre justo que vivía en Jerusalén esperando la liberación de Israel, al ver al niño en brazos de su madre dice en voz alta: "Ya he visto la salvación que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos" (Lucas 2,30-31). ¡Y siempre María sonriendo, asombrada por aquellas palabras reiterativas de las que humildemente aceptó en la anunciación, y de sus labios brotó el más hermoso himno de alabanza al Señor: el "Magnificat"! ¡Cómo no amarla! ¡Cómo no tenerla como madre nuestra y madre de la Iglesia! ¡Cómo no tenerla como la más cercana mediadora entre su Hijo, y los hombres! Los cubanos tenemos el regalo precioso de haber sido escogidos por Ella como Madre y Patrona. Desde su hallazgo (intocada por las olas sobre las que flotaba) en Nipe, hasta su traslado al Cobre siempre nos dice ¡Aquí estoy! Y la vemos con el Hijo y la Cruz en brazos, principio y fin de nuestra salvación. Y como en Caná la obedecemos: "Hagan lo que Él les diga". Dicen los obispos cubanos en un mensaje al pueblo de Cuba : "Al amor de Jesús y al amor de María, debe la gran familia cubana muchas cosas bellas y buenas. Pensar en el Corazón de Jesús, creer en Él, es rendir culto al amor. Confiar, esperar en la Virgen de la Caridad es confiar, esperar en el amor". Y a ella, a la Virgen de la Caridad del Cobre, allá por los años 1921 o 1922 invoca Edelmira Fors, piadosa pinareña que por imperativos de la profesión de su esposo militar, Antonio Méndez, se encuentra lejos de su ciudad, Pinar del Río... Imaginemos su oración: ¡Ayúdame, Virgen de la Caridad! ¡Cuánto ansío estar junto a los míos! ¡Mira!... Si me concedes lo que te pido te prometo hacer todo lo posible para ayudar a hacer una capilla a tu nombre. Llévale esta oración al Padre, Virgencita ¡te lo ruego! Y en poco tiempo se le otorga lo pedido. ¿Casualidad? ¿Milagro de fe? No somos nosotros los capacitados para juzgarlo, lo cierto es que volvió Edelmira a su querido Pinar del Río. Alegre como castañuela y llena de deseos de poner manos a la obra, lo primero que hace a su regreso es comunicarle a sus amigas Josefa Méndez y Emilia y Concha Velazco (muy devotas a la Caridad), que sabían sus deseos. Se entera que ya se han hecho también gestiones por ellas, con igual idea, pero infructuosas. ¡No se amilana Edelmira! ¡Lleva en su corazón el impulso necesario que falta al proyecto y cree en su triunfo! ¡El Señor las ayudará! Se dirigen a Monseñor Manuel Ruiz y éste, con júbilo, aprueba la idea pero les aclara que la Iglesia no cuenta con los fondos necesarios para ello. Sin embargo, emprenden la tarea pues su fe las llena de valor. Se forma un Patronato. A quienes he preguntado no recuerdan muchos nombres, pero sí a Panchito Pereira como Tesorero, a Pedro García Valdés, a Celia Muñoz, su esposa, a las Velazco, Tomasita Obregón, Esabelita Méndez, las Fors y Docal. De ellas Mercedes Fors, "Cheché" fue nombrada Camarera de la Virgen, cuidando del Templo durante años. Sólo la enfermedad le impidió tan bella tarea. Se organizan verbenas, bailes, tómbolas, rifas. Se aceptan donaciones. ¡Con qué agrado vería la Madre, al lado de un aporte monetario copioso de un próspero comerciante, el humilde aporte de tantos devotos, pobres, sencillos trabajadores, que como la viuda de la parábola daban parte de sus exiguas entradas para la casa de la Caridad del Cobre en Pinar del Río! Se ofrece la posibilidad de construirla en terreno anexo al Obispado, pero se deshecha la idea. Casi todos sus propulsores son "de la Loma del Cuartel", zona alta de la ciudad, así llamada por encontrarse ubicado en ella el Cuartel Militar y por allí deseaban verla. Al fin se compra el terreno en que actualmente la vemos, en la calle San Juan (hoy Rafael Morales) acera este, entre Retiro y Solano Ramos que es traspasado de su legítimo dueño, Máximo Díaz, a la Iglesia, firmando como representante de ella Mons. Manuel Ruiz, Obispo de Pinar del Río. A veces en fulgurantes agrupamientos se unen los hombres, para en pequeña unidad de tiempo, como gran familia, por un mismo fin, llevar a cabo obra necesaria. Ya está todo presto para comenzar: dinero, el contratista Antonio Sordo Cuervo, planos, obreros... ¡Manos a la obra! Pero antes recordemos detalles interesantes de los templos cristianos. La arquitectura cristiana empezó en el siglo III y con Constantino se desarrolla con rapidez. En un principio los cristianos se reunían en casas particulares y los primeros edificios fueron probablemente casas legadas a la congregación por algunos de sus miembros. "Los desarrollos especiales que crearon la Iglesia cristiana como estilo arquitectónico ocurrieron en Siria, Persia y Armenia. Probablemente donde primero existió una arquitectura eclesiástica cristiana fue en Siria. Los primitivos cristianos repudiaban la pura prosecución de los valores estéticos, para ellos no existía el arte por el arte, sino tan sólo el arte para la glorificación a Dios y la edificación de los fieles. (1)" Cada ladrillo, cada paletada de mezcla con que la Ermita se erigió llevaban el amor de los pinareños a la Virgen de la Caridad, como aquellos primitivos cristianos al levantar sus templos en honor del Señor. No tiene nuestra Ermita las cuarenta ventanas que dan luz al interior en la base de la cúpula de la hermosísima Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla, ni bellos vitrales, como por ejemplo los de la Iglesia del Ángel de la Habana Vieja y los de nuestra Catedral Pinareña, pero tiene doce sencillas ventanas que se abren y dejan pasar la luz de nuestro ardiente sol y retazos de nuestro cielo. ¡Cuántas veces un pícaro y vivaz gorrión (los alados amigos del Poverello y de San Martín de Porres) penetra en el templo durante la celebración de la misa como un ejemplo más de la hermosa creación de Dios! La Iglesia latina desde un principio se proyectó alargada, con techo de dos aguas y es el oriente quien le imprime el estilo caracterizado por una nave central separada de las paredes maestras por columnas, arcos y naves laterales, como nuestra Iglesia Catedral. Esta Parroquia es una modesta nave de 9 X 17 metros rodeada de un jardín frontal y a su izquierda hace poco se le anexó un espacio con césped, rodeado todo por hermosas rejas. Tiene sencilla torre cuadrada a la derecha, que remata un campanario desde donde campanas de alegre timbre, no las que nacen con graves voces (porque las campanas no se "terminan, nacen" según tradición de sus constructores), que llaman a los fieles a acudir al Templo. Presenta una alta puerta central al frente, más dos a su lado más pequeñas. En sus laterales también hay una por cada lado, al fondo, la Sacristía hoy ampliada con otras habitaciones. Cuando penetramos en esta sencilla Ermita (hoy Parroquia) así sentimos a la Virgen muy a nuestro lado. Esto es lo que durante siglos se vuelca también en versos y tradiciones populares a ella. Así en el romancero español, en versos de Viernes santo leemos, por ejemplo: "La Virgen cuando oyó esto, de prisa se ha desmayado, Juan y la Magdalena, al punto la levantaron. ¡Vamos, vamos, mi Señora, para llegar al Calvario, que por pronto que lleguemos lo estarán crucificando! O en los hermosos versos navideños de Gabriela Mistral: "El establo". La Virgen entre pañales y vellones blanquecinos atareada iba y venía sin poder cargar al Niño. San José llegó sonriendo a ayudar a la sin tino ¡Y era como bosque al viento el establo estremecido! ¡Cuánta décima se le canta en Cuba!
¡Y qué decir de la preciosa querencia del poeta Emilio Ballagas a la Virgen de la Caridad del que Lezama dice: "Los caminos de Dios hacia el hombre los esperó profundizando su palabra". ¡Y cómo siente a su Virgencita cercana a él! Déjame tomar asiento en tu preciosa canoa y poner al cielo proa impulsado por el viento...
A esa María cercana, amada, en la que se espera y confía siempre, aquel 8 de septiembre del año 1923, el pueblo pinareño le inauguró su templo. ¡Que hermoso día! Como el último salmo de la Biblia, compendio de todos, hubiera cantado el pueblo pinareño. ¡Alaben a Dios en su santuario alábenlo en el firmamento de su gloria alábenlo por sus hazañas alábenlo por toda su grandeza! Alábenlo con el toque de los cornos alábenlo con arpas y con cítaras alábenlo con danzas y tambores alábenlo con mandolinas y flautas alábenlo con platillos sonoros alábenlo con platillos triunfales alaben al Señor todo el que vive. ¡Aleluya!
¡Así estaban todos. Exultantes de alegría! Ese día 8 de septiembre fue inolvidable para los pinareños en su propia sencillez histórica. ¡Cuántos corazones alegres, cuántas casas un poco trastornadas en su cotidiana rutina! ¡Qué día tan hermoso! Los chicos (muchos preocupados para su primera comunión), encantados con el feliz momento y ¿por qué no? pensando también en el vestidito o pantalón largo ( muy a gusto de los chicos) que estrenarían ese día. ¡Sí! ¡Porque era día de estreno! El feliz encuentro con Jesús les adornaba con las mejores galas las modestas vestimentas, mejor que la mejor modista y el más costoso género. Las mamás ¡Ay! Amén de la diaria preocupación porque todo ande bien en casa, como la Virgen en los versos de Gabriela, iban y venían un poco trastornadas por el feliz suceso. Los papás, benévolos y pacientes, todo lo veían con paciencia. ¡Y qué decir de los que promovieron la idea, los que de una u otra forma tomaron parte en la construcción de la Ermita. La inigualable satisfacción de la obra soñada hecha ya realidad, ver el templo sencillo, pero señero en la "loma" les hacía sentir felices, y para todos aquel era un día inolvidable. ¿Y el Señor Obispo? ¿Y otros sacerdotes y religiosas? Como el salmista tenían deseos de cantar. ¡Eleven sus manos al santuario y bendigan al Señor! ¿Y del Padre Cayetano? ¿Qué palabras buscar para expresar sus sentimientos en aquel día? ¡Su primera Misa, en la inauguración de un templo mariano! Sí, aquel día fue un día especial. El chocolate con pan y mantequilla que se sirvió a los muchachos bajo improvisada enramada que llegaba hasta la calle Retiro era especial: ¡sabía a gloria! La presencia de fieles, autoridades eclesiásticas y locales no dieron espectacularidad al hecho. Lo más hermoso fue la dulce vibración de las manos elevadas al Señor, los corazones latiendo aceleradamente, los ojos cuajados en lágrimas de gozo y nostalgia, las piernas temblorosas de los que ya, en el final del camino terrenal, penetraban en el templo buscando fuerzas en la propia Madre que contemplaban. Allí, sencilla, airosa, sola en el paisaje como paloma dispuesta al vuelo alba, estaba la Ermita de la Caridad del Cobre, que a todos, desde el altar, esperaba con amor infinito. ¡Y esperar y confiar en Ella, es esperar y confiar en el amor!
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