septiembre-octubreo. año VI. No. 33. 1999 |
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EDITORIAL | |
CUBA Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Se acerca la celebración de la IX Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar este año, del 15 al 16 de noviembre, en La Habana. Nuestro País volverá a estar en el centro de las noticias y hacia él se dirigirán muchas miradas. Cuba será un diligente anfitrión para los Jefes de Estado y Gobierno de este grupo de países deseosos de conformar una comunidad de naciones que han compartido raíces culturales, lenguas, religión e historias y que quieren compartir proyectos futuros, suerte y destino. Es buena ocasión para reflexionar sobre Cuba y sus relaciones internacionales. Comencemos recordando que la acción de establecer relaciones significa "hacer conexiones, correspondencia, trato, comunicación de una persona, institución o país con otros", y que son de diverso carácter: "económicas, militares, políticas, culturales, diplomáticas, comerciales..."-hasta aquí una definición de Enciclopedia. Pudiera parecer que esta reflexión ha empezado con una verdad de Perogrullo, pero en la actual situación de las relaciones internacionales no es baldío recordar su etimología y su origen. Son bastantes los ejemplos en que estas relaciones se convierten en confrontaciones, en que la comunicación se convierte en aislamiento, en que la correspondencia se convierte en desconocimiento y lo que debía ser trato se traduce en atropello. Luego, el primer requerimiento ético de las relaciones internacionales es que sean verdaderamente eso: lazos de apertura y comunicación, trato de respeto y colaboración, sin ingerencias violadoras de la soberanía de las naciones pero sin usar ese principio para consentir en abusos de la soberanía de los ciudadanos que es, a fin de cuentas, el origen de toda soberanía. Las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno, así como todas las iniciativas que contribuyen a acercar a las naciones, deben ser promovidas sin exclusiones y sin ingenuidades. La credibilidad de estas cumbres depende de su seriedad y eficacia. Los consensos y acuerdos, aún cuando no sean vinculantes según el derecho, ponen en tela de juicio la eticidad de los gobiernos y de los mismos Estados. Hay quienes cuestionan, no sin alguna razón, el hecho mismo de participar en estas cumbres cuando sus declaraciones son letra muerta o cuando se convierten en reuniones de sociedad sin ningún efecto en la vida cotidiana de los pueblos. Creemos que cuestionar la efectividad de las cumbres es bueno, pero retirarse de ellas sin agotar todos los recursos para que sus acuerdos y declaraciones sean respetados y cumplidos por el vínculo de la eticidad y no sólo de la ley, o por lo menos no sean violados patentemente entre una cumbre y otra, es éticamente inaceptable. Los valles entre las cumbres deben ser fértil terreno para cultivar lo tratado, no desierto inhóspito o caos salvaje en que la realidad viole impúdicamente a las intenciones expresadas. Está en juego la credibilidad de los mismos Jefes de Estado. Y está en juego algo más serio y trascendente, la credibilidad en los métodos del entendimiento, de las relaciones civilizadas, del diálogo y la concertación. Quienes desconocen olímpicamente lo que han firmado y quienes consienten en que las naciones desconfíen en este tipo de reuniones, no solo pierden la confianza de sus pueblos sino que, aún sin buscarlo intencionadamente, abren el camino a la confrontación, el aislamiento y las medidas violentas, antítesis de las relaciones internacionales y salida expedita por la ineficacia de los métodos diplomáticos y negociadores. Deseamos sugerir algunos umbrales éticos que pudieran servir de pórtico para que las relaciones internacionales, y estos signos magníficos de ellas que son las cumbres regionales y mundiales, puedan entrar en una etapa de mayor credibilidad y eficacia al iniciar un nuevo siglo:
En cuanto a la IX Cumbre Iberoamericana de La Habana, además de estos umbrales más generales pudiera ser recomendable tener en cuenta estos otros: 1. El costo de participar debía consistir en ser coherente con los propios principios: defender en Cuba los principios y derechos que defienden y quieren para sus propios países. 2. Establecer comunicación con toda la nación, su sociedad civil, y no sólo con el Estado. 3. Establecer una relación intrínseca entre el rechazo a la violación del derecho internacional con leyes políticas y económicas reductivas y el rechazo a la violación de los derechos humanos con leyes políticas y económicas reductivas al interior del país. 4. Pasar de los gestos y las palabras a los hechos concretos que den coherencia, credibilidad y solidez a las políticas con nuestro país, de modo que el pueblo cubano pueda creer que los gobiernos lo consideran de verdad el protagonista y principal destinatario de sus relaciones con Cuba. 5. Que Cuba no sea utilizada por ningún país como: -Factor electoral y presa de sus políticas internas. -Vitrina de lo que "no debe ser" para América Latina. -Oportunidad de mercado para Europa frente a Estados Unidos. -Sueño de un proyecto de justicia social que muchos en América Latina y otros lugares del mundo no se han enterado que ha terminado y que, para mantener los sueños, habría que reinventarlo por auténticos caminos de libertad y solidaridad. No duden nuestros insignes visitantes de venir a Cuba si se van a encontrar con lo mejor de esta Isla. La visita del Papa es un precedente que hay que tener muy en cuenta, si no se quiere correr el riesgo de errar en el intento. El Santo Padre cambió el aislamiento por la comunicación, cambió el derecho a la fuerza por la fuerza del derecho y de la verdad, y, a nuestro modo de ver, trazó algunas coordenadas de orientación para que el visitante no se pierda ni en la comtemplación de la belleza natural ni en la ingenuidad de una visita por la superficie: ¿Cuál es la verdadera identidad de Cuba?: "Cuba tiene un alma cristiana y eso la ha llevado a tener una vocación universal."(Homilía en la Plaza de la Revolución. No.7) ¿Cuál es la esencia de las relaciones internacionales?: "En nuestros días ninguna nación puede vivir sola. Por eso, el pueblo cubano no puede verse privado de los vínculos con los otros pueblos, que son necesarios para el desarrollo económico, social y cultural, especialmente cuando el aislamiento provocado repercute de manera indiscriminada en la población, acrecentando las dificultades de los más débiles en aspectos básicos como la alimentación, la sanidad o la educación. Todos pueden y deben dar pasos concretos para un cambio en este sentido. Que las Naciones, y especialmente las que comparten el mismo patrimonio cristiano y la misma lengua, trabajen eficazmente por extender los beneficios de la unidad y la concordia, por aunar esfuerzos y superar obstáculos..." (Palabras de despedida en el Aeropuerto. no. 4b) ¿Para qué estas relaciones?: "para que el pueblo cubano, protagonista de su historia, mantenga relaciones internacionales que favorezcan siempre el bien común. De este modo se contribuirá a superar la angustia causada por la pobreza, material y moral..."(ibídem) ¿Cuáles son las causas de la pobreza material y moral en Cuba?: "...pueden ser, entre otras, las desigualdades injustas, las limitaciones de las libertades fundamentales, la despersonalización y el desaliento de los individuos y las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del País, injustas y éticamente inaceptables."(ibídem) ¿Quiénes deben ser los destinatarios de esta Cumbre y cuál es la mayor riqueza de Cuba?: "El mundo debe acercarse a Cuba, a su pueblo, a sus hijos, que son sin duda su mayor riqueza." (Homilía en la Plaza de la Revolución. No.7) Los ciudadanos de a pie podemos tener en estas reflexiones algunos elementos para poder opinar y evaluar un asunto tan complejo como las relaciones internacionales, con frecuencia bastante alejadas de nuestra vida cotidiana. La antiquísima y probada experiencia de la diplomacia vaticana pudiera ser tenida en cuenta tanto por los responsables de estas relaciones como por los cubanos que sufrimos o nos enriquecemos de sus resultados. Estas palabras y otras, y también los gestos que hiciera el Papa antes, durante y después de la visita a Cuba constituyen un mensaje enviado no sólo al gobierno, sino, y sobre todo, al pueblo cubano. He aquí, a nuestro modo de ver, el meollo de las relaciones internacionales y específicamente de esta IX Cumbre Iberomericana: Tener como destinatario al pueblo, a la nación, a la sociedad civil, a las personas concretas, aunque los primeros y más inmediatos interlocutores sean los gobiernos. Pero recuérdese que los interlocutores pasan y los destinatarios permanecen... Quedan esperando a que las relaciones internacionales adquieran la normalización y la estabilidad que sólo se logran cuando se respeta a los pueblos como protagonistas de su historia.
Pinar del Río, 8 de septiembre de 1999 Fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre Patrona de Cuba. |
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