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septiembre-octubreo. año VI. No. 33. 1999 |
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EDUCACIÓN CÍVICA |
¿POR QUÉ SOMOS EXCLUÍDOS EN NUESTRO PROPIO PAÍS?
por Dagoberto Valdés
"Es fácil caer en un relativismo moral y en una falta de identidad... víctimas de esquemas culturales vacíos de sentido o de algún tipo de ideología que no ofrece normas morales altas y precisas. Ese relativismo moral genera egoísmo, división, marginación, discriminación, miedo y desconfianza hacia los otros." (Juan Pablo II, Camagüey, 23 de Enero de 1998) Hace unos días unos amigos míos que se habían marchado al extranjero hace más de 20 años invitaron a la parte de su familia que había quedado en Cuba a comer a un centro turístico campestre. Al llegar a la puerta del motel, el custodio, con mucha pena, pues era también cubano de los que permanecemos en Cuba, explicó: "Sólo pueden entrar los extranjeros o los cubanos que vivan fuera y tengan su pasaporte, pero los nacionales, los cubanos que viven aquí, no pueden entrar." Allí, frente a la puerta, aquella familia quedó dividida, no podían compartir juntos en su propia patria. Y lo que es peor, la causa no eran los que habían abandonado la Isla sino los que habían permanecido aquí. Cuba es el único país dónde, por razones de ser un "nacional" y vivir aquí, no se puede entrar a un centro turístico abierto. Ya sabemos que hay mucha discriminación en el mundo entero por causa de la raza, del sexo, de ser extranjero, de no tener dinero, de lugares selectos para ciertas clases sociales, y todo lo demás... pero no poder entrar a un centro turístico "por ser del propio país" es algo verdaderamente inconcebible. Durante décadas habíamos logrado que esto no fuera así. Realmente, exceptuando reducidísimos recintos hechos y concebidos para instituciones, todas las instalaciones de recreo y turismo, todos los hoteles, todas las zonas de todas las playas y todo lo demás en Cuba podíamos disfrutarlo todos los cubanos. Al comenzar a circular otra moneda que no es la "nacional" y que no es la que recibimos en nuestro salario, sino la de un país extranjero, entonces se agudizaron y se hicieron visibles y ofensivas las divisiones, las discriminaciones y las exclusiones de los cubanos que no tienen acceso al dólar norteamericano, que ha venido a ser la llave que abre todas las puertas. Tal medida que intentaba salvar una economía en quiebra, ponía el saneamiento de las finanzas internas por encima del derecho de cada cubano a vivir como un ciudadano normal en su propio país, pues en él comenzarían a aparecer no solo lugares "por dólares" y lugares "en moneda nacional", sino que irían apareciendo dos tipos de ciudadanos, dos clases de personas, dos categorías de cubanos: los que tienen acceso al dólar y la inmensa mayoría que no lo tiene o si se los mandan es en pequeñas remesas para la supervivencia. De esta realidad, una de las partes más dolorosas es precisamente la discriminación por motivos económicos, y aún más, por "ser un nacional". Averiguando el por qué de estas exclusiones, supe que era una medida que abarca a algunos centros turísticos, hoteles, playas y otros servicios, durante todo el año, pero que se había generalizado por una circular durante el verano a todos los lugares donde se operaba con moneda convertible: Es verdaderamente increíble. Las leyes del mercado, de las capacidades, de las prioridades, determinan si los cubanos podemos o no podemos entrar a los lugares de recreo de nuestra propia patria. La prioridad no es la persona, no es el cubano, el derecho a la recreación en igualdad de condiciones, sino la economía, el dólar, el que viene, sea quien fuere, siempre que tenga moneda dura. Tan sencillo: cuando los intereses económicos se ponen por encima de los derechos y de la dignidad de las personas, estas son aplastadas por las "medidas" que las excluyen de los lugares y oportunidades por donde fluye la vida normal y las colocan al margen de la sociedad, convirtiendo a los que resultan excluidos en mendigos de "lo que queda", del "si no vienen turistas extranjeros", de "si el gerente te resuelve", de «si sobra alguna capacidad", o de un número simbólico de plazas "para vanguardias nacionales", hoja de parra que no puede tapar la realidad con un dedo. Esto es humillante y debe cesar. Conozca a Cuba primero y al extranjero después Me he referido mayormente a los lugares turísticos, no a los más grandes sino aún a los más sencillos y recónditos. Todavía recuerdo hace dos o tres años que al llegar a uno de los centros campestres de Viñales, un señor muy gentil, nos preguntó qué deseábamos, cuando intentaba entrar con unos amigos cubanos a ese lugar, le dijimos que estar allí, disfrutar del paisaje, apreciar la ampliación que habían hecho... nos dijo textualmente: perdonen pero no pueden pasar si no van a consumir en divisas. Esto es para turistas. Para los nacionales es en el campismo. He aquí otra categoría establecida por la desigualdad: turistas equivale generalmente en Cuba hoy a los extranjeros, los de aquí no hacemos turismo en nuestro país, somos "nacionales". Aclaremos también la nomenclatura. Dice el diccionario: turista: "persona que hace un tour, en francés: un viaje. Dícese de la persona que recorre un país por distracción y recreo." Como se ve no dice si la persona es extranjera o si el viaje es fuera de su país de origen. Turista es el que desea distraerse y recrearse. En Cuba, los "nacionales" son los otros. Según la lógica de esta diferencia, aquel dicho que se hizo tan popular en la década de los cincuenta y que me traspasaron mis padres como señal de cubanía no sería posible llevarlo a la práctica hoy: ¡Conozca a Cuba primero y al extranjero después! Otra de las zonas donde los cubanos somos excluidos es el sector empresarial: los extranjeros pueden invertir en Cuba y crear empresas con el Estado o solos, o con otros extranjeros... menos con cubanos. Los nacionales no podemos invertir, si tuviéramos con qué, ni podemos formar empresas mixtas en nuestro propio país, ni siquiera podemos emplear en un pequeño negocio a personas que no sean las de la familia. Ninguna justificación política o ideológica debe esconder estas y otras exclusiones en que los cubanos de aquí somos colocados en una zona de segregación social y económica. El doble rasero moral que disimula aquí el irrespeto de derechos del hombre que allá en su país provocarían una revuelta popular, es por lo menos, un infamante oportunismo mercantilista. Pero nos toca a nosotros, los nacionales, asumir esta responsabilidad cívica para que en la Cuba que llega a las puertas del año 2000 pueda declamarse, con la frente en alto y sin vergonzosas excepciones, aquel poema de Nicolás Guillén que ha sido también excluido del escenario público, a lo mejor, por ser considerado "muy nacional": TENGO Cuando me veo y toco yo, Juan sin Nada no más ayer, y hoy Juan con Todo, y hoy con todo, vuelvo los ojos, miro, me veo y toco y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver, tengo el gusto de andar por mi país, dueño de cuanto hay en él, mirando bien de cerca lo que antes no tuve ni podía tener. Zafra pudo decir, monte puedo decir, ciudad puedo decir, ejército decir, ya míos para siempre y tuyos, nuestros, y un ancho resplandor de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver, tengo el gusto de ir yo, campesino, obrero, gente simple, tengo el gusto de ir (es un ejemplo) a un banco y hablar con el administrador, no en inglés, no en señor, sino decirle compañero como se dice en español.
Tengo, vamos a ver, que siendo un negro nadie me puede detener a la puerta de un dancing o de un bar. O bien en la carpeta de un hotel gritarme que no hay pieza, una mínima pieza y no una pieza colosal, una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver, que no hay guardia rural que me agarre y me encierre en un cuartel, ni me arranque y me arroje de mi tierra al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar, no country, no jailáif, no tennis y no yacht, sino de playa en playa y ola en ola, gigante azul abierto democrático: en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver, que ya aprendí a leer, a contar, tengo que ya aprendí a escribir y a pensar y a reír.
Tengo que ya tengo donde trabajar y ganar lo que me tengo que comer. Tengo vamos a ver, tengo lo que tenía que tener. |
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