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julio-agosto. año VI. No. 32. 1999 |
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JUSTICIA Y PAZ |
UN SALARIO JUSTO CLAVE ÉTICA PARA VALORAR LA JUSTEZA DE UN PROYECTO SOCIO-ECONÓMICO
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Recientemente escuché una conversación entre dos personas cuya temática versaba sobre el cobro o salario que habían recibido por su trabajo. Una señora le decía a otra: "no sé qué nos vamos a hacer este mes en mi casa, porque nos hemos visto obligados a reponer un par de zapatos para mi hijo, que costó $180 y el dinero realmente no nos alcanza ni para llegar a mitad de mes." La otra señora como si le hubieran dado un "pié forzado" expresó: "si, mi amiga, la verdad es que cualquier imprevisto que surja fuera de la planificación que hace uno del dinero para el mes nos provoca una angustia casi imposible de sostener, yo te comprendo porque he estado en esa situación en no pocas ocasiones y sé lo difícil que resulta enfrentarla, si necesitas mi ayuda, cuenta conmigo. A fin de cuentas para eso son los amigos y más vale compartir en lo poco que dar de lo que a uno le sobra." Les confieso, amigos lectores, que me llamó la atención esta conversación, no por lo novedoso del tema que es muy frecuente en las personas y familias cubanas de hoy, sino porque tomé conciencia de cómo a veces se nos embota la mente y el corazón ante realidades tan drásticas. Estas situaciones no siempre contribuyen a establecer entre los hombres actitudes fundamentadas más en necesidades vitales que en una jerarquización de valores que van socavando la integridad de la persona convirtiéndola en "cosa" porque pierde la sensibilidad ante su entorno o va deteriorándose hasta el extremo de caer en un inmovilismo masificante, que les imposibilita asumir una actitud que genere alternativas de solución ante los problemas. El artículo 23, inciso c, de la Declaración Universal de D.D.H.H. reconoce que "toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social." Si analizamos la realidad cubana podemos constatar que los productos como el arroz, los frijoles y las viandas conforman la dieta más frecuente en las familias. No es interés de este artículo valorar si la dieta es balanceada o no, que no lo es en mi opinión, sólo pretendo ilustrar esta reflexión con una estimación del costo que implica la adquisición de estos tres productos básicos. El salario promedio de los trabajadores cubanos es de, aproximadamente, $220 pesos en moneda nacional y adquirir estos productos, ya sean normados, en el mercado agropecuario, estatal o privado, para el consumo de un mes, equivale a gastar muchas veces más que este salario. Todos lo sabemos y podemos comprobarlo. Juan Pablo II, en su encíclica Laborem Exercens expresa: "El problema clave de la ética social es el de la justa remuneración por el trabajo realizado. No existe en el contexto actual otro modo mejor para cumplir la justicia en las relaciones trabajador-empresario que el constituido precisamente por la remuneración del trabajo"(19a). De esta reflexión se desprende que necesitamos tener unos parámetros para juzgar si un salario es justo o no. Como puedo comprobar a mi alrededor que muchos se quejan de la insuficiencia de su salario pero no conocen los instrumentos para medirlo y argumentarlo convincentemente, quisiera recordar a continuación algunos de esos criterios que podemos encontrar de manera más amplia en el Ciclo "Somos trabajadores" del Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río:
CRITERIOS PARA VALORAR LA JUSTICIA DE UN SALARIO 1-Humano: Una remuneración justa es aquella que se establece, en primer lugar, según un criterio humano. Es decir, el salario debe tener en cuenta, ante todo, a la persona que trabaja y debe permitirle a ella, como a su familia, mantener un nivel de vida digno y elevarlo gradualmente, satisfacer sus necesidades sin despilfarro ni lucro y disponer de medios para la recreación y el disfrute del tiempo libre. Además, debe permitirle asegurar su futuro acumulando, a través del ahorro, un capital disponible para cualquier imprevisto o incluso para una inversión que haga crecer este capital. 2-Contractual: El trabajador debe ser remunerado también según la cantidad y calidad de lo que produce. Cuando el salario está por debajo o por encima de la productividad, es decir, cuando el salario no depende del trabajo que se realiza, se desestimula la labor del trabajador que, sabiendo que va a recibir el mismo salario sin importar lo que haga, no se esfuerza al máximo, contribuyendo a que se cree un clima de desaliento y despreocupación que perjudica al trabajador desde el punto de vista de su realización personal y que perjudica a la economía del país y a los intereses de la empresa. Es importante que no se mida solamente la cantidad que aporta el trabajador sino sobre todo la calidad. Pagarle a un trabajador por la cantidad que produce puede provocar que el trabajo que realice sea mucho pero su calidad poca, y esto perjudica a las personas a las que se destinan los resultados del trabajo. 3-De acuerdo con la gestión real de la empresa o microeconomía: Para esto es necesario que el trabajador participe realmente en la gestión de la empresa de modo que pueda defender sus intereses. En caso de prosperidad, el trabajador tiene derecho a participar de los frutos de la misma. Así como en caso de pérdidas debe ajustarse sin afectar al trabajador y su familia pues hay que tener en cuenta que el que vive de un salario no tiene la misma capacidad de recuperación que el dueño del capital para enfrentar una situación imprevista. 4-Por último, tener en cuenta la economía de la nación o macroeconomía: Obliga a tener en cuenta que los niveles salariales inciden en el bien común. No sería justo que unos salarios irracionalmente elevados, incrementaran de forma alarmante el nivel de paro o dificultaran la creación del empleo, o los niveles de dinero circulante. Esto también evitaría la inflación. He aquí cuatro elementos para que usted mismo, por su cuenta, aprenda a valorar la justeza de su salario y el de los demás. Por supuesto, que el orden en que se han presentado supone una escala de valores. Esto nos sugiere que cuando esta escala se invierte y los puntos 3 y 4 son los principales y primeros criterios para fijar el salario, entonces el trabajo se convierte en una mercancía y no se tiene en cuenta para nada el criterio primero y principal que es el elemento humano, personalista, del trabajo y el contrato tomado de común acuerdo entre las partes. En fin, una remuneración justa es aquella que le permite a la persona desarrollarse integralmente, promover su condición humana a un grado más alto de personalización y trascendencia.
EL SALARIO JUSTO SE CONVIERTE EN LA VERIFICACIÓN CONCRETA DE LA JUSTICIA DE TODO EL SISTEMA SOCIO-ECONÓMICO El Santo Padre en su magisterio sobre el trabajo nos dice. "Hay que subrayar también que la justicia de un sistema socio-económico y, en todo caso, su justo funcionamiento, merecen en definitiva ser valorados según el modo como se remunera justamente el trabajo humano dentro de tal sistema." "A este respecto volvemos de nuevo al primer principio del uso común de los bienes. En todo sistema que no tenga en cuenta las valoraciones fundamentales existentes entre el capital y el trabajo, el salario, es decir, la remuneración del trabajo sigue siendo una vía concreta, a través de la cual la gran mayoría de los hombres pueden acceder a los bienes que están destinados al uso común: tanto los bienes de la naturaleza como los que son fruto de la producción." "Los unos y los otros se hacen accesibles al hombre de trabajo gracias al salario que recibe como remuneración por su trabajo. De aquí que, precisamente, el salario justo se convierta en todo caso en la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y, de todos modos, de su justo funcionamiento. No es esta la única verificación, pero es particularmente importante y es en cierto sentido la verificación clave." (Laborem exercens 19b). Cuando no se remunera justamente un trabajo se esta violando uno de los derechos fundamentales de los hombres del trabajo. Ninguna persona, institución o estado debe contribuir o favorecer esta injusticia. Está en juego la justeza de la institución, el estado o el sistema, pues -como dice el Papa- la remuneración es hoy uno de los criterios principales para valorar esas estructuras sociales. Todos los cubanos de buena voluntad debemos exigir que se respete este derecho y procurar que la insuficiencia de los salario no embote nuestra sensibilidad y podamos asumir posturas de solidaridad que contrarresten el egoísmo y la cerrazón a los que tendemos los seres humanos producto del encarecimiento de la vida cotidiana. Ánimo, construyamos entre todos una sociedad más plena con una remuneración más a la medida de la persona humana y sus necesidades. |
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