julio-agosto. año VI. No. 32. 1999


PATRIMONIO

CULTURAL

 

ARQUITECTURA VERNÁCULA

UNA ARQUITECTURA EN EXTINCIÓN

por Nelson Melero Lazo

 

 

El pasado mes de abril se cumplió el primer aniversario del Encuentro Cubano-Mexicano de Arquitectura Vernácula, organizado por el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología y el Comité Mexicano de Arquitectura Vernácula y Patrimonio, en el que participó una representación de 17 personas de este hermano país, integrada por arquitectos, ingenieros, economistas y estudiantes de arquitectura.

Participé por la parte cubana en el intercambio de experiencias desarrollado en la sede del Convento de Santa Clara en La Habana Vieja y posteriormente como anfitrión de los visitantes en un recorrido que incluyó a Matanzas, Sancti Spíritus, Trinidad, Cienfuegos y La Habana, que les permitió a nuestros colegas conocer centros históricos, poblaciones del interior del país y ejemplos de nuestra arquitectura vernácula rural y urbana.

México es sin lugar a dudas uno de los países de nuestro continente americano con una variada y rica tradición cultural, de manifestaciones locales características con expresiones propias.

Sus culturas milenarias han aportado interesantes ejemplos y formas de hacer en el terreno de la construcción, que se muestran en un amplio catálogo de arquitectura vernácula.

Nuestro contacto con dicho grupo fue enriquecedor, permitiéndonos conocer su vasto patrimonio cultural vernáculo, así como el trabajo realizado en la inventarización y catalogación de los valores de esta arquitectura que, por el desarrollo de nuevas tecnologías y materiales, así como por la difusión de supuestos patrones de modernidad -muchas veces ajenos y que nada tienen que ver con nuestras realidades climáticas, socioeconómicas y culturales-, amenazan con destruir estas manifestaciones autóctonas de nuestra arquitectura y de nuestro patrimonio latinoamericano.

 

 

 

 

 

 

Foto 1

 

Foto 2

 

Gráfico 1 (arriba), y 2 (abajo)

 

 

Foto 3

 

Foto 4

 

Foto 5

 

Foto 6

 

Foto 7

 

Foto 8

 

Antecedentes Generales en Cuba

La madera ha resultado desde los inicios, uno de los componentes básicos en nuestras construcciones y podemos encontrarla como material único de toda la edificación, asociada a otros materiales de origen vegetal tales como: paredes de caña, yagua y bejucos, cubierta con hojas de palma (guano), etc., y también junto a otros componentes naturales como la tierra y la piedra.

Algunos de los sistemas constructivos primarios empleados por nuestros aborígenes, han trascendido hasta nuestros días en nuestro medio rural. De modo particular el bohío se ha mantenido en uso durante cientos de años, formando parte del paisaje cubano rural, fundamentalmente por su adecuación a las condiciones climáticas del país y por la facilidad que brinda la obtención de los materiales a emplear del propio entorno inmediato, sin grandes inversiones económicas. (Foto 1)

Una tipología particular en la que puede constatarse claramente la influencia de los modelos indígenas lo constituye el llamado bohío de culata, con paredes laterales semicirculares, una combinación de la planta circular del primitivo caney, y el trazado rectangular del tradicional bohío.(Gráfico 1)

Este modelo particular de vivienda campesina, sólo se tienen referencias de haberlo encontrado en la región oriental del país, donde se estuvieron construyendo hasta la década del veinte del presente siglo. Ya resulta bastante difícil hallar alguno de ellos en la actualidad.(Gráfico 2)

Otras técnicas tradicionales de construcción muy antiguas y aún presentes en nuestra arquitectura vernácula, lo constituyen los muros de embarrado o también llamado en otros países de bahareque. (Foto 2)

De tradición ancestral en nuestro continente y aún muy empleado en muchos países, consiste en una estructura interna o entramado de troncos y ramas, que sirven de soporte a una capa exterior de barro que la recubre, dándole una apariencia de un muro continuo, cuya terminación con un mortero de cal le otorga una excelente expresión de enlucido. (Foto 3)

Muchas veces esa estructura se coloca doble para obtener espesores mayores en los muros, que interiormente pueden quedar vacíos o rellenos con tierra. Esta técnica fue empleada sobre todo en la región oriental de nuestro país, por su efectividad ante los movimientos de tierra, al comportarse como una estructura articulada, a la cual resulta muy fácil restituirle las capas de barro que puedan desprenderse de las paredes, quedando en pie la estructura portante.

Muy curioso resulta que el adobe(1), material tan ampliamente empleado en todo nuestro ámbito latinoamericano, no se haya encontrado nunca utilizado en nuestras construcciones coloniales.

La persistencia de estas tradiciones constructivas se muestra de manera muy extendida en las estructuras de las tres principales agroindustrias del país; la azucarera, la cafetalera y la tabacalera.

En las dos primeras, durante los siglos XVIII y XIX, las instalaciones productivas de estos procesos se construyeron básicamente con materiales de este tipo. Los trapiches y tahonas (2) (Foto 4 y 5) barracones, depósitos, casas de máquinas y muchas viviendas fueron edificadas con estructuras de madera y de otros elementos vegetales, empleando además otras técnicas y materiales tradicionales y el desarrollo tecnológico de estas industrias introdujo en el presente siglo cambios notables en las estructuras constructivas y el uso de nuevos materiales, quedando las antiguas construcciones coloniales como referencias arqueológicas de estas tipologías.

Sin embargo, algo diferente ha ocurrido con la agroindustria tabacalera cuyas casas de escogida, curado, y depósitos de las hojas continúan edificándose con los materiales tradicionales locales. Todo parece indicar que aunque se ha intentado emplear otras soluciones constructivas; las estructuras convencionales logran mantener mejores condiciones de temperatura y humedad, que garantizan una mejor calidad durante el proceso de secado y curado de las hojas de tabaco. (Foto 6)

En los últimos treinta años el paisaje rural ha experimentado grandes cambios provocados por las transformaciones sociales ocurridas en nuestro país, pero aún se conservan un número considerable de construcciones tanto de vivienda como de actividades agrícolas, que forman parte de la historia de nuestra arquitectura tradicional, popular o vernácula(3), no importa qué término se quiera emplear para designarla.

Se han realizado proyectos que han extrapolado al medio rural soluciones y tipologías que nada tienen que ver con la manera de vida del campesino, y sus programas de usos, los que han devenido en conjuntos que además de no integrarse con su entorno natural, no son debidamente utilizados por sus ocupantes, quienes intentan adecuar espacios interiores y exteriores para actividades con las que no son compatibles. Estos, además de polémicos, han sido cuestionados por sus moradores y en casos extremos abandonados por ellos.

A propósito de esto, la arquitecta Valeria Prieto, presidenta del Comité Mexicano de Arquitectura Vernácula y Patrimnonio, expresaba en sus notas introductorias al interesante libro Vivienda Campesina en México:

"Los modelos tradicionales son susceptibles de mejorarse en algunos aspectos, aprovechando la tecnología adecuada. Higiene, estabilidad estructural, impermeabilización, son algunos de los cambios que pueden incorporarse a la casa rural. Las mejoras deben realizarse gradualmente, ya que no es válido, con el pretexto de mejorarla, intentar cambiar violentamente la forma o la solución arquitectónica de una casa, del mismo modo que no es posible modificar bruscamente una cultura. La evolución de la casa, en su intento por mejorar, debe conservar todos los aspectos positivos y su sentido de la belleza expresados en la solución popular ."

Las restricciones económicas y las limitaciones materiales por las que atraviesa nuestro país en la última década, y no una reflexión inteligente o una reconsideración sensata, nos han obligado a echar una mirada hacia atrás y retomar muchas de esas técnicas y materiales desestimados y olvidados desde hace mucho tiempo.

Ensayos y experimentos encaminados a dar una alternativa que permita mantener la construcción de viviendas han recuperado parcialmente el uso del barro en técnicas y materiales como el adobe, el suelo mejorado, —algo tan parecido al tapial con que se construyeron nuestros mejores exponentes coloniales—, las bóvedas catalanas y los arcos de ladrillos, los muros de mampuestos entre otras soluciones constructivas que han recibido la aprobación otorgada por el tiempo, en los centenares de miles de construcciones en nuestro país realizadas con estos medios tradicionales, con cientos de años de existencia.

Esta arquitectura espontánea, de carácter modesto, no sólo la encontramos en el medio rural.(Foto 8) En los orígenes de la gran mayoría de nuestras poblaciones cubanas están presentes y aún hoy podemos hallarlas, amenazadas por los constantes cambios y las transformaciones incontroladas que las convierten en elementos anodinos, carentes de identidad y de todo valor intrínseco. (Foto 7)

Otros conjuntos de viviendas de este tipo persisten en los caseríos de las áreas costeras, tanto de poblados de pescadores como en zonas residenciales que tuvieron un uso inicial temporal veraniego y que han devenido en asentamientos definitivos.

 

Conclusiones

En general, tanto éstas como las construcciones suburbanas y rurales constituyen una parte importante de nuestra tradición constructiva de todas las épocas. Resulta imprescindible como se recoge en la Carta de Cuba, -en sus recomendaciones y conclusiones de este primer encuentro-, publicada en el diario Novedades de Ciudad de México el 8 de mayo del pasado año:

"10.-Proponer a los diseñadores, en lo que se refiere a la concepción de la arquitectura culta, que partan del estudio y análisis de los valores de las raíces arquitectónicas vernáculas.

11.- Partir del estudio de la filosofía de la vida de los creadores de la arquitectura tradicional en el caso de intervenciones en poblados vernáculos, localidades rurales o barrios tradicionales."

La arquitectura vernácula, de un marcado carácter popular, que a la vez nos identifica, espera por recibir una mayor comprensión, atención y reconocimiento.

Por su naturaleza, menos resistente y perdurable, un reclamo a su conservación y valoración se torna cada vez más urgente ante la amenaza que con pasos agigantados parece convertirse en una cercana realidad: LA PÉRDIDA TOTAL.

 

Referencias

(1)-Ladrillos de arcilla secados al sol, a los que se le adiciona paja o heces de ganado para lograr una mejor compactación de la mezcla componente.

(2)-Palabra de origen árabe cuyo significado es molino de harina movido por una caballería. Panadería. (Diccionario Pequeño Larrouse. Ediciones R. La Habana.1968 ). Construcción circular muy similar al trapiche del ingenio azucarero colonial, donde mediante el uso de tracción animal se producía el despulpe del grano de café.

(3)-Propio del país.( Diccionario Pequeño Larrouse. Ediciones R. La Habana, 1968 )