![]() |
julio-agosto. año VI. No. 32. 1999 |
![]() |
NOTICIAS | ||
|
||
XXII ASAMBLEA PASTORAL DIOCESANA por María del C. Gort
Durante los pasados días 23 y 24 de julio tuvo lugar en La Catedral de Pinar del Río la XXII Asamblea Pastoral Diocesana, en la cual el Sr. Obispo se reúne con todos los sacerdotes, religiosas, laicos responsables de las diferentes comisiones y los delegados de las parroquias o comunidades. Con canciones y la alegría que brindó un grupo de jóvenes se inició el encuentro, después de pedirle al Sr. y a la Virgen María de la Caridad que guiara nuestras reflexiones. La Primera Sesión fue para evaluar el trabajo del año pastoral que termina, durante el cual se notó una mayor comprensión del proceso de planeación pastoral, profundización en el trabajo de los programas de formación integral, comunidades vivas y dinámicas y promoción humana, así como la creatividad en las actividades realizadas. La siguiente sesión de trabajo estuvo destinada al estudio del discurso de Mons. Adolfo Rodríguez en la apertura a la Interamericana de Obispos y una reflexión sobre la Eucaristía con vistas a buscar pistas para el trabajo pastoral de este año que comienza, las cuales surgieron de un rico compartir en equipos. El trabajo de la tarde del sábado 24 fue para hacer sugerencias acerca de los diferentes aspectos que guiarán nuestro trabajo durante este año que nos prepara al jubileo del 2000: como sacramento a potencializar, la eucaristía; el evangelio que nos ilumina, el de Juan; tema importante, la ecología; tiempo litúrgico, Navidad; valor a promover, la defensa de la vida; como figura importante, la Santísima Trinidad y el lema que iluminará nuestro año pastoral es: «Yo soy el Pan de Vida» (Jn 6,35). Todo el encuentro se desarrolló en un ambiente de alegría, confianza, respeto, sano pluralismo y amor a la Iglesia y a la Patria cubanas. En la Eucaristía, presidida por el Sr. Obispo y el presbiterio diocesano presente, todos los participantes de la Asamblea y fieles de las parroquias de la ciudad, presentamos no sólo el trabajo realizado sino también los esfuerzos para continuar la marcha y seguir haciendo presente aquí y ahora el Evangelio, en esta porción del pueblo cubano que es Pinar del Río. Que San Rosendo, bendiga nuestros pasos. Ir a lista de Noticias
DOS TÍTULOS DE EDICIONES LOYNAZ
Los lectores pinareños estamos de plácemes con la entrega por parte de Ediciones Loynaz de dos nuevos títulos, donde autores de casa nos hacen llegar su quehacer, esta vez en los campos de la cuentística y la poesía. El pasado día 7, el patio del centro Hnos Loynaz sirvió de escenario para el lanzamiento de «Los Condenados», de Orlando Valdés Camacho, que pone en nuestras manos un conjunto de relatos que, aunque de variedad temática, «están compuestos -al decir de su prologador y presentador Juan Ramón de la Portilla- con ribetes existenciales», y el hecho de encontrar a sus personajes en los umbrales de la alienación en cada una de sus disímiles situaciones, garantiza la coherencia a este conjunto, que recomendaría hoy a usted, sólo con el indiscutible argumento del disfrute que su lectura me proporcionara, pero al que podemos agregar el incentivo a la reflexión sobre las interioridades del hombre y el ambiente en que se desenvuelve su vida en nuestro tiempo. Cultores de las letras, editores y directores de nuestras principales publicaciones estuvieron junto al autor. Esta vez, acompañaron a la literatura y sus adeptos, además, la voz y la guitarra de Miriela Mijares, trovadora de cálido registro, cuya actuación todos agradecimos. Otra cosa y la misma, el poemario de Gleyvis Coro Montanet «Cantares de Novo-hem», un libro marcado por el signo del amor en toda la riqueza de sus matices, donde la autora hace gala de su dominio de la clásica espinela para hacernos partícipes de un singular mundo, lirismo sin edulcoraciones, donde la ensoñación conduce a la realidad por los caminos más inopinados. Designado para hacer su presentación por la gracia del más claro de los sentimientos humanos, la amistad, propuse a los lectores estas décimas la tarde del pasado día 24, durante la reapertura al público de la librería Viet Nam Heroico, en presencia de Sixto Saavedra, director provincial de Cultura, Omar González, presidente del Instituto Cubano del Libro; Edel Morales, quien atiende la sección de literatura en el mismo, Dagoberto Valdés, director del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa y de la revista Vitral, Ernesto Ortiz, director de la revista literaria deLIRAS y Juan R. de la Portilla, directores del Centro Provincial del Libro y la Literatura en Pinar del Río y de la casa «Hermanos Loynaz» respectivamente, trabajadores de dichas instituciones, así como una importante representación de los escritores pinareños y público en general. Varios de los fundadores del C.P.L.L. recibieron esa tarde el homenaje de éste y de todos los allí reunidos
![]() CRÓNICA PARA LOS AUSENTES PRESENTES por Mons. Juan García Obispo Auxiliar Puntualmente, a las 9.30 de una mañana soleada, en la majestuosa Basílica construida sobre la tumba de Pedro, el 29 de junio, comenzaba la Misa en la que sería bendecido e impuesto el palio a los nuevos Arzobispos de los cuatro puntos cardinales. El coro cantaba el salmo 18 y el pueblo entonaba la antífona «Envió el Señor a su ángel y me libró de las manos de Herodes, Aleluya». Mientras avanzaban en procesión los Arzobispos (algunos fuertes y erguidos, otros doblados y cansados), todo el pueblo los aplaudía. No entraban al templo y se dirigían al altar sólo los 36 Arzobispos, entraban sus largas horas de oración, su cansancio misionero, sus catequesis a todo el rebaño confiado, su caridad y su misericordia nunca agotadas. Ellos no entraban solos; entraban también sus sacerdotes, quienes, según un Arzobispo, «valen por dos», sus servidores diáconos, sus disponibles monjas, sus infatigables misioneros, sus perseverantes catequistas, sus estudiosos formadores, las personas de la caridad, sus fieles laicos. Cerraba la marcha el titán de la fe, el émulo de Pablo, el maestro del Evangelio, el enfermo imbatible, el arquitecto de puentes con el diálogo, el hombre apasionado por la unidad de todos los cristianos y de todos los creyentes, el baleado por predicar a Cristo. Entonces la asamblea aplaudía más fuertemente. Esta Iglesia, reunida en alegría y gozo, también pedía perdón, misericordia y piedad porque se reconocía pecadora y segura también de que, por parte de Dios, el pacto y la alianza sellada por la muerte de Jesús en la cruz, jamás se podrá romper. Y a continuación daba glorias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como la asamblea reunida provenía de diferentes partes del mundo, la primera lectura se proclamó en español, el salmo se cantó en italiano, la segunda lectura se leyó en inglés y el Evangelio, en latín. Lo mismo ocurriría con la oración de los fieles: las seis peticiones fueron rezadas en portugués, francés, hindú, polaco, kiswahili y español. La bendición e imposición del palio es muy sencilla. Después del Evangelio y antes del Credo el Cardenal Protodiácono presentó al Papa los nuevos Arzobispos que recibirían el Palio. El Palio consiste en una cinta de lana blanca a manera de círculo o collar, con dos extremidades pendientes, una sobre el pecho y otra sobre las espaldas; tiene seis cruces de seda negra, cuatro de las cuales están sobre el collar y una en cada apéndice. Antes de recibir el palio, cada Arzobispo manifestó su fidelidad y obediencia a la Santa Iglesia, a Pedro y a sus legítimos sucesores. A continuación el Papa bendijo los palios y los impuso a cada Arzobispo, diciendo: «Sea para ti este palio símbolo de unidad y señal de comunión con la sede Apostólica. Sea vínculo de caridad y aliciente de fortaleza, para que el día de la venida y revelación del gran Dios, y cabeza de los Pastores, Jesucristo, poseas con las ovejas a ti confiadas, el vestido de la inmortalidad y de la gloria». Eran exactamente las 10 y 51 minutos cuando nuestro Arzobispo recibía el palio de las manos del Papa, quien lo reconoció perfectamente y le repitió: «Camagüey, Camagüey». Monseñor Adolfo le pidió, entonces, una bendición para toda Cuba. Los tres seminaristas camagüeyanos en Roma: Pino, Castor e Iván, ayudaron en esta Santa Misa y ofició como Diácono el habanero Ariel Suárez que será ordenado sacerdote el próximo 7 de Agosto. Los cubanos presentes eran alrededor de 75 laicos, 6 sacerdotes, 2 obispos y el Cardenal Jaime Ortega. El Embajador de Cuba ante la Santa sede y su esposa también estaban en esta ceremonia. Como todos los años, primó en esta celebración un gran deseo por la unidad de todos los cristianos, de manera especial esta vez con la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla (a cuyo representante dio el Santo Padre el gesto de la paz), con la Iglesia Ortodoxa Rumana y todas las Iglesias ortodoxas del mundo. Hubo una oración por todas y por el Supremo Patriarca y Catholicos de todos los Armenios, muy enfermo ese día y que moriría esa misma tarde. Fue una celebración ecuménica de la fe. Fue una nueva bendición para estos fieles Arzobispos y sus pueblos. Fue un nuevo envío para estos 36 nuevos Arzobispos. Lo tendrán siempre presente al recordar las palabras de Jesús con las que el coro los despedía: «Vayan por el mundo entero, aleluya, y prediquen el Evangelio a toda criatura». Ir a lista de NoticiasEVANGELIZAR, SANTIFICAR Y APACENTAR
por Emilio Barreto«Debo y quiero dedicar todo mi cuerpo y mis energías a enseñar, es decir, evangelizar, santificar y apacentar.» Dijo Monseñor Salvador Emilio Riverón Cortina, el pasado sábado 12 de junio en la S.M.I. Catedral de La Habana, durante la gran Concelebración Eucarística en la que fue ordenado Obispo Auxiliar de La Habana, de manos de Su Eminencia el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, Arzobispo de esta Arquidiócesis. QUERIDO MONSEÑOR, ejercerás tu ministerio en esta Arquidiócesis de La Habana, para la cual has sido nombrado Obispo Auxiliar, pero abarcando, con una mirada amplia de Pastor, a toda una Iglesia Universal, en primer término a todas las Diócesis de Cuba, que a través de la Conferencia Episcopal, servimos colegiadamente pues, por ser Sucesor de los Apóstoles, el obispo es enviado por Cristo al mundo entero y su responsabilidad rebasa el ámbito local. Esto se manifiesta tradicionalmente en una fuerte conciencia de que la Iglesia es la misma y única Iglesia siempre y en todos los lugares...» Fueron éstas, palabras muy sentidas que pronunció el Cardenal Jaime Ortega Alamino en la homilía de la Santa Misa del sábado 12 de junio. Era un día plomizo, en extremo lluvioso, con demasiado calor, pero la majestuosa Catedral del Casco Histórico de la Ciudad ofrecía un panorama de gran contraste: elegancia, música, abrazos y la alegría de llevar a feliz término un nombramiento hecho por el Papa algún sábado del pasado marzo: el Padre Salvador Emilio Riverón Cortina (Camagüey, 1948), quien hacía diecisiete años se había acercado al mismo Arzobispo con la intención de ser incorporado al Orden de los Presbíteros, se convertía esa mañana en Sucesor de los Apóstoles, Pastor del pueblo de Dios, Padre de los fieles. En la gran Concelebración que, pese al mal tiempo reunió a más de un millar de personas, estuvieron casi todos los Obispos de Cuba, el Nuncio Apostólico de Su Santidad, el clero de La Habana, sacerdotes de otras Diócesis, Obispos de otros países y Diáconos de la Arquidiócesis habanera. Se hallaban presentes también los seminaristas, -a quienes tanto tiempo ha dedicado como profesor y antes como Vicerrector, Monseñor Salvador-, y un apreciable número de religiosas. Entre las personalidades invitadas se encontraban autoridades de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, así como miembros de otras confesiones cristianas. Antes de iniciarse la Santa Misa, el Arzobispo de La Habana, entró al Templo en compañía de sus dos Obispos Auxiliares: Monseñor Alfredo Petit y Monseñor Salvador Riverón. El purpurado y los prelados saludaron. El Cardenal Ortega anunció el motivo de la Celebración y se retiraron para dar comienzo a la procesión de Entrada, animada por los cantos de la Schola Cantorum Coralina y la Coral Juan Pablo II, ambas dirigidas por la profesora Alina Orraca. Además, la liturgia fue conformada también con la interpretación de la Misa de Angelis y el Venis Creator (en latín) a cargo del Coro del Seminario San Carlos y San Ambrosio. Luego de la Liturgia de la Palabra, el Presbiterio Diocesano, en la persona del Padre José Félix Riera, pidió incorporar al Orden Episcopal al entonces Presbítero Salvador Emilio Riverón Cortina. Ante la petición, el Arzobispo Jaime Ortega preguntó si tenían el Mandato Apostólico. Acto seguido, la Bula Papal fue leída por Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal. Luego, Su Eminencia pronunció una homilía en la que abordó el carácter del obispo como figura de la jerarquía eclesial. En tal sentido categorizó que el obispo, de hecho, está comprometido a un servicio mayor. Más adelante enfatizó: «...el obispo es el anillo de enlace de la catolicidad... él encarna el elemento apostólico y el católico de la Iglesia. En suma, la figura del obispo aparece como elemento central de la estructura eclesial. Siendo esencialmente el obispo Sucesor de los Apóstoles debemos buscar entonces lo que dice el Evangelio sobre el querer de Jesús respecto a sus apóstoles. Leemos en San Marcos que `él los constituyó para que estuviesen con él, para enviarlos y para que tuviesen autoridad´. Condición fundamental del ministerio episcopal es, pues, la íntima comunión con Jesús, estar con él. El obispo ha de permanecer en contacto con Cristo vivo. Sin este íntimo `estar con Cristo´, se convierte en un simple funcionario eclesiástico, porque no sería testigo y por lo tanto no actuaría como Sucesor de los Apóstoles. El estar con Cristo pide de nosotros interioridad, pero al mismo tiempo genera la participación en la dinámica de la misión. Cristo es el enviado, el que ha bajado del cielo. Él no cesará de repetir: ´el Padre me ha enviado´. Sólo estando con él, firmemente unidos a él, aprendemos nosotros, obispos, a actuar como enviados de Dios Padre a todos los hombres. (...) Nadie puede ejercer el ministerio episcopal sino es dentro del colegio episcopal y bajo la autoridad del Papa, Sucesor del príncipe de los Apóstoles». Concluída la homilía, el Ordenado fue examinado por el Consagrante sobre la fe católica y el ministerio episcopal. Después, un diácono invitó a la Asamblea a ponerse de rodillas para invocar a los Santos con el canto de las Letanías. Seguidamente se realizó la Imposición de Manos y la del Libro de los Evangelios al nuevo Obispo, al que también le fueron entregados inmediatamente, de manos del Cardenal Ortega, el anillo, el solideo y el báculo. A las 12:24 minutos del mediodía, Monseñor Salvador Riverón era ya un Obispo mitrado. De inmediato, el nuevo prelado subió al púlpito para pronunciar sus primeras palabras como Obispo: «El nuevo Obispo Auxiliar de La Habana -dijo- sabe muy bien que no es necesario ni tendría pleno sentido eclesial, presentarse ante ustedes con su proyecto original de pastoral o algo de ese estilo, sino que más bien apoyándose en lo que el Señor dejó a los Apóstoles el día de la Resurrección: la paz y el Espíritu Santo quiere estar atento a las necesidades espirituales y corporales de las personas para, en una muy estrecha colaboración con el muy querido Pastor Arquidiocesano, nuestro Cardenal, encontrar los caminos para continuar llevando adelante el Plan Pastoral Diocesano elaborado con la participación de todas las comunidades, y que se inscribe en el de la Conferencia de Obispos Católicos y a su vez se enmarca en la Nueva Evangelización y la preparación y celebración del Jubileo del Año 2000 de cara al Tercer Milenio de la Era Cristiana, según el deseo del Santo Padre Juan Pablo II. (...) Sí quisiera decirles, que de cara al futuro tengo muy presente la necesidad de formar y promover cada vez más a los laicos hasta lograr un laicado con una presencia activa y dinamizadora, que vayan impregnando de espíritu evangélico los diversos ambientes donde se desempeñan como profesionales, trabajadores, estudiantes y también en los barrios, en el vecindario y los hogares; no sólo con el testimonio de sus vidas, sino también con la palabra explícita que ilumina las conciencias, abre horizontes, descubre perspectivas y alienta la esperanza...» Acto seguido, báculo en mano, el nuevo Obispo Auxiliar de La Habana recorrió el Templo en compañía del también Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis, Monseñor Alfredo Petit, para impartir su primera bendición episcopal, y al concluir fue invitado a ocupar el primer sitio a la derecha del Arzobispo de La Habana. Después se realizó la Plegaria Eucarística. Al terminar la Santa Misa, Monseñor Salvador Riverón celebró su entrada al Orden Episcopal en compañía de sus hermanos Obispos, familiares, sacerdotes, seminaristas, religiosas y amigos. *Tomado de Palabra Nueva, junio de 1999. La Habana. Ir a lista de Noticias
TERMINAN SU SERVICIO EN CUBA: DENIS ROUSSEAU, CORINNE CUMERLATO Y HOMERO CAMPA En los últimos dos meses han terminado su trabajo en Cuba tres periodistas que marcaron estilos y servicios diferentes pero muy comprometidos con el presente y el futuro de nuestro País: Denis Rousseau, director de la Agencia de Noticias France-Press, su Señora Corinne Cumerlato, corresponsal del diario católico francés «La Croix», y el Sr. Homero Campa, corresponsal de la conocida revista mejicana «Proceso». Los tres tuvieron hacia Cuba un gran afecto y lograron entre sus colegas cubanos y de la prensa extranjera acreditada en La Habana un sólido prestigio profesional. La Sra. Corinne Cumerlato participó en un Panel sobre diferentes órganos de prensa, organizado por UCLAP-CUBA en ocasión de la Asamblea Anual de los periodistas católicos en La Habana del 25 al 28 de febrero de 1999. Vitral les agradece lo que pudieron hacer por servir a la verdad y les desea éxitos en sus nuevas responsabilidades. Ir a lista de Noticias |
||
![]() |