mayo-junio. año VI. No. 31. 1999


ECONOMÍA
 

 

LA MODERNIZACIÓN NEOLIBERAL DEL ESTADO

VS. ESTADO GARANTISTA DEL BIENESTAR:

UNA VISIÓN DESDE LA ECONOMÍA SOCIAL

 

por Eurípides Valdés Loban

                  

 

INTRODUCCIÓN

Dentro de la teoría política burguesa se ha debatido mucho acerca de los "fines del Estado", siempre desde posiciones que han fluctuado entre el liberalismo y el intervencionismo. Para los defensores del liberalismo, desde Adam Smith y David Ricardo, debe permitirse la más amplia libertad del mercado y debe limitarse el Estado a lo estrictamente necesario para mantener el orden y la seguridad.

En contraposición a estas doctrinas liberales, han surgido las denominadas intervencionistas o garantistas, que propugnan la necesaria intervención del Estado en la vida económica y la obligación del mismo de garantizar y atender las necesidades humanas esenciales como mínimo.

La actualización de este debate en la década de los años setenta del presente siglo originó la conceptualización de lo que hoy ha trascendido con la denominación de Neoliberalismo, como expresión de contraposición a los modelos de bienestar de carácter intervencionistas y garantistas estructurados sobre la teoría fordista keynesiana.

Paralelamente a esta polémica hacia el interior de la teoría política y económica burguesa, surgió toda la doctrina referida a lo que en la actualidad se denomina en forma genérica con la denominación de Economía Social, que abarca un amplio espectro político-económico que incluye teorías social demócratas, socialistas, comunistas y de economía solidaria, entre otras.

El presente trabajo pretende abordar, con una visión integradora, el último capítulo escrito hasta hoy referido a la contraposición entre el modelo de desarrollo capitalista fordista-keynesiano y el modelo neoliberal de modernización del Estado. Además de ofrecer un panorama de la visión que desde la óptica de la economía social se tiene sobre la necesidad y posibilidad de construir y hacer viable un modelo alternativo a los paradigmas anteriormente enunciados, elaborado y concebido desde la visión de los desposeídos y preteridos por los modelos desarrollistas burgueses.

 

MODELO FORDISTA-KEYNESIANO DE DESARROLLO CAPITALISTA

Durante el período posterior a la segunda guerra mundial, se produjo un peculiar e interesante proceso en los países capitalistas desarrollados, caracterizados por el establecimiento y predominio de los llamados "estados de bienestar", que propiciaron una distribución más amplia y equitativa, aunque con carácter relativo, del producto social global generado por estas economías. Esto se produce como resultado de la conjugación de un conjunto de factores históricos, entre los que amerita destacar: el avance de las conquistas de la clase trabajadora; la presión del campo socialista como expresión concreta de una alternativa viable al capitalismo; y el resultado del desarrollo de propuestas de política económica cuyo principal autor fue John M. Keynes, sustentadas en resolver la crisis capitalista de inicios de siglo con una propuesta tendiente a dinamizar la economía mediante la expansión de la demanda y el consumo a través del gasto estatal.

Este modelo, denominado fordista-keynesiano, fue un extraordinario esfuerzo de reorganización y reacomodo capitalista contrario al liberalismo económico clásico burgués, orientado a conjugar con la mayor armonía posible, la esfera de la producción con formas de circulación de la mercancía, de consumo social y de reproducción de la fuerza de trabajo.

En este contexto histórico, como resultado de los efectos de la guerra mundial que rompe la sincronía del ciclo de la economía internacional, entre otra variada serie de factores económicos, el capitalismo logra mantener durante una cantidad de años sin atravesar crisis cíclicas profundas, lo que permitió la existencia y viabilidad de los estados que dieron en denominarse de "bienestar", en los que se logró el apoyo, o al menos el concurso consensual, de sectores importantes de la clase trabajadora de estos países.

Este fenómeno de desarrollo capitalista, aunque con otras especificidades, se manifestó también en la realidad de nuestra América Latina subdesarrollada. Al respecto es oportuno recordar el período de los gobiernos populistas, y de los proyectos desarrollistas que trataron de buscar, aunque fuera en función de los intereses de los sectores dominantes de estos países, una alternativa de desarrollo de menor subordinación a los centros hegemónicos de poder y que respondiera de alguna manera a intereses más autóctonos y populares. Este modelo tuvo su apogeo a nivel mundial desde la conclusión o final de la segunda guerra mundial hasta la crisis capitalista del año 1973.

El modelo fordista-keynesiano entre sus postulados principistas rescató el papel del Estado, preterido por el liberalismo clásico, como ente clave de la regulación económica, social y política. En consecuencia propugnó el derecho del Estado a intervenir activamente en el trazado de políticas económicas tendientes a garantizar una mejor distribución de la riqueza social. Es por ello que a este modelo de desarrollo capitalista se le ha denominado con calificativos tales como "intervencionista" y/o "garantista".

Es justo reconocer que durante las décadas de existencia y aplicación práctica del modelo de desarrollo capitalista del Estado intervencionista, o Estado garantista, o Estado de bienestar, el capitalismo se manifestó en forma más humana y justa que durante la etapa anterior de predominio del Estado liberal clásico.

Sin embargo, estas formas de desarrollo del capitalismo de postguerra entran en crisis durante la década de los años setenta de este siglo, al darse las condiciones objetivas necesarias y suficientes que originaron que se produjera un proceso de cambio en la dinámica de la acumulación capitalista a nivel internacional. Consecuentemente se pasó a la crítica concienzuda y consecuente de las debilidades, fallas e inconsecuencias del modelo económico fordista-keynesiano, centrándose el ataque en propugnar la disminución del papel del Estado y el incremento de las funciones del mercado a escala insospechada hasta para los propios propugnadores del modelo liberal burgués clásico.

Es así como irrumpe en la polémica liberalismo vs. intervencionismo estatal, con fuerza e ímpetu avasallador, la doctrina económica y política denominada neoliberalismo, en clara alusión a su origen ancestral liberal y a sus aires presuntamente novedosos y actualizadores de esta vieja y clásica teoría burguesa.

 

EL PARADIGMA NEOLIBERALY SU PROPUESTA DE MODERNIZACIÓN DEL ESTADO

El neoliberalismo o neoconservadurismo, como otros atinadamente le llaman, es esencialmente la teorización, conceptualización y explicitación paradigmática del requerimiento y exigencia de reacomodo del capitalismo de finales de siglo.

El neoliberalismo, además, no es simplemente un paquete de políticas económicas, sino que constituye también una propuesta integral e integradora, que tiende a erigirse como un paradigma que trata de articular una refundación del capitalismo sobre nuevas - viejas bases liberales. Es, resumiendo en forma maniquea, un paradigma que postula como núcleo central y esencial de su discurso teórico el supuesto del mercado en competencia perfecta e ideal, y que considera a la vez que la acción del Estado para corregir fallas en el funcionamiento del mercado genera mayores perjuicios que beneficios, en consecuencia, en el límite idílico del neoliberalismo se llega a hablar y defender a ultranza el denominado "Estado mínimo", que traslada sus responsabilidades fines y funciones al sacrosanto campo del mercado, panacea, principio y fin de todo modelo de desarrollo económico de corte neoliberal.

La nueva concepción neoliberal parte de una crítica a fondo, con el objetivo de desacreditar, al viejo Estado de bienestar de tendencia fordista-keynesiana, a todos aquellos modelos que defendieron una redistribución más amplia y relativamente más equitativa del producto social global, dentro del propio modelo de desarrollo capitalista.

Los "nuevos" teóricos neoliberales afirman que en ese período garantista no se tuvo en cuenta la viabilidad económica de las decisiones políticas que se tomaron; y consignan que una distribución más amplia del producto disponible, a través de las mediaciones de un Estado fuerte que intervengan en la economía, está agotada puesto que las condiciones económicas concretas del mundo de estos finales de milenio no permite que se mantenga esta tendencia garantista de redistribución con intervención del Estado.

Esta teoría neoliberal afirma que durante los años de construcción y vigencia de los estados de bienestar se produjo un sobredimensionamiento de las demandas sociales, lo que originó una modificación de las expectativas racionales en expectativas irracionales; de ahí que se manifieste por esta nueva concepción lo improcedente de centrar el debate en la existencia de individuos pobres y ricos, sino que el mismo debe concretarse a la existencia de individuos con expectativas racionales e individuos con expectativas irracionales como aquellos que aspiran a vivir por encima de lo que su condición económica le permite esto le provoca entonces una situación de "ansiedad" que los conduce a un comportamiento anormal en la sociedad que los convierte en causa de caos social y de ingobernabilidad.

En consecuencia, según esta concepción, para resolver esta deformación es necesario regresar a una economía donde se establezca un funcionamiento amplio y libre del mercado. Es indudable que el objetivo fundamental de este proceso es lograr que la clase dominante, concretamente la fracción dominante de la burguesía transnacional, recupere sus espacios que fueron invadidos irreverentemente por las expectativas irracionales que se crearon en las clases medias y amplios sectores de la clase trabajadora, durante la etapa de vigencia de los modelos de desarrollo capitalista fordista-keynesianos.

Es por ello que el capitalismo hoy se apoya para la construcción de su paradigma neoliberal en la ideología que sustenta un sistema de mercado apoyado en un conjunto de factores rectores del proceso de refundación, reorganización y reorientación capitalista (por cierto, uno más en la larga y triste historia del capitalismo mundial), que son, a saber: el realismo, la eficiencia, el pragmatismo, la productividad y al rentabilidad. Puede haber, reconoce esta concepción neoliberal, desde el punto de vista del deber ser, posibilidad de situaciones mejores que las que ofrece, pero en la medida que esas soluciones no son realistas, ni pragmáticas, ni eficientes, ni productivas, ni rentables, no tiene sentido considerarlas y por tanto quedan automáticamente excluidas como posibles formas de organización de la sociedad. En consecuencia, son el realismo, el pragmatismo, la eficiencia, la productividad, y la rentabilidad, los principios que deben ser el rasero para trazar y regir las decisiones de política económica interna y externa, educación, salud, seguridad social, etc., y este es hoy el punto distintivo que caracteriza al capitalismo en su nueva rearticulación a escala global, o sea, no solamente en los países del centro, sino también en los países periféricos o subdesarrollados, en los que el proceso de reacomodo capitalista transcurre con mucho más trauma y dramatismo.

Esta propuesta capitalista neoliberal de política económica se apoya en seis corolarios fundamentales y básicos:

1. Liberalización de los mercados financieros.

2. Liberalización sin limitaciones del comercio exterior.

3. Desregulación de los mercados internos.

4. Reducción del Estado.

5. Privatización de la empresa pública.

6. Privatización de los servicios públicos.

En América Latina, nuestro subcontinente, la consecuencia social de la implantación de este modelo es la desintegración de nuestra sociedades nacionales. Es verdad que hay sectores, aunque muy limitados, de trabajadores que han tenido la posibilidad de insertarse con los sectores transnacionales que rectorean la acumulación de capital, son los "privilegiados" de hoy día que tienen un nivel de vida relativamente aceptable; pero también es cierto que la inmensa mayoría de los trabajadores de América Latina han sufrido un proceso creciente de marginalidad social, como consecuencia de la aplicación de estas políticas neoliberales que han expuesto la región a una competencia desigual que ha liquidado sectores productivos completos incrementando el desempleo y los problemas estructurales, unido al desmantelamiento de políticas estatistas de protección y amparo social a los sectores vulnerables de nuestra sociedad.

El problema, es justo reconocerlo, es realmente complejo porque no existe la crisis final de un modelo, de un sistema, de un régimen, en mi opinión, hasta tanto no exista una alternativa viable que esté en condiciones de sustituirlo o reemplazarlo, y este es el drama que hoy afronta el mundo. O sea, estamos sometidos a la globalización del capitalismo salvaje con una cruenta afectación de las condiciones de vida del planeta en general y de la mayoría de la población en particular, con situaciones verdaderamente dramáticas en algunas regiones del mundo, como en África por ejemplo, pero a su vez con las consecuencias también del impacto de la derrota del denominado socialismo real en Europa, unido a todos los problemas a los cuales ha estado sometida la izquierda.

 

VISIÓN DE DESARROLLO ECONÓMICO DESDE EL SECTOR DE LA ECONOMÍA SOCIAL LATINOAMERICANA

Todo enfoque de modelo de desarrollo económico desde la perspectiva de la economía social, en todo su espectro y amplitud, incluida la visión marxista de la misma, debe partir del presupuesto teórico, metodológico y doctrinal de la verdad evidente que representa la estrecha y determinante relación existente entre el tipo de propiedad dominante o predominante en un Estado y el contenido y naturaleza del mismo, en función de los intereses de clase que representa, protege, desarrolla y reproduce en el proceso de producción material y social.

Es oportuno recordar al respecto, que Carlos Marx postuló que del modo en que se unan los elementos fundamentales del proceso de producción, la fuerza de trabajo y los medios de producción, dependerá la base de todo el régimen económico y social; y no tengo dudas en afirmar que es la forma de propiedad la que une a la fuerza de trabajo (el hombre) y los medios de producción (medios e instrumentos de trabajo) en el proceso de producción.

Dicho de otro modo, es evidente que la propiedad sobre los medios de producción constituye el requisito indispensable y la condición más importante de cualquier actividad productiva, la que por su parte determinará el contenido del sistema político-social que sobre ella se constituye, al determinar a su vez las actividades de apropiación, distribución y consumo de la riqueza social.

El ajuste neoliberal impuesto a nuestros pueblos de América Latina ha introducido cambios sociales y políticos que se expresan en el surgimiento de nuevos sujetos o actores sociales. Los procesos sociales desencadenados por el ajuste neoliberal conllevan una mayor dualización de la economía con una mayor exclusión de amplios sectores sociales.

El sector de economía social se inscribe como nuevo sujeto o actor en nuestra realidad, en consecuencia, no puede sustraerse al debate que postula alternativas al neoliberalismo desde la izquierda latinoamericana.

Es por ello, que desde las perspectivas y percepción del sector de economía social en general, debemos visionar las causas de la necesidad de cambios que se nos demanda, las condiciones que propician la voluntad al cambio y, por último, los retos que nos depara el cercano advenimiento del tercer milenio cristiano de la existencia de la civilización humana. Opinamos que esta visualización a modo de ejercicio teórico-práctico nos permitirá saber, como sector alternativo, de dónde venimos, en qué estadío de desarrollo estamos, y lo más importante, hacia dónde vamos o iremos, en la medida que enfrentemos acertadamente los retos que tenemos.

Consignemos las causas que determinan la necesidad de cambios para la economía social de Latinoamérica:

1- La hegemonía del neoliberalismo, con sus secuelas para las masas trabajadoras y populares en general.

2. Las políticas de desregulación, reestructuración y "modernización" del Estado.

3. Pérdida creciente de espacios democráticos y participativos, desde el punto de vista legal, estructural y funcional del sistema.

4. La disminución y minimización de muchos actores sociales que integraron el tejido social en forma activa y combativa (sindicatos, partidos políticos, etc.

5. Reducción al mínimo de las formas de propiedad públicas o sociales (estatales o cooperativas).

6. Magnificación del papel del mercado y pérdida de la facultad reguladora económica del Estado, lo que propicia la exacerbación del individualismo en detrimento de lo colectivo, lo solidario y lo social en general.

7. La proliferación de políticas que subvierten el orden de los factores de toda producción social, al privilegiar al mercado en detrimento del ser humano, como objeto y sujeto de toda acción política, económica y social.

Enumeremos ahora las condiciones que propician la voluntad de cambios en beneficio del sector de economía social latinoamericano:

1- El desarrollo creciente, aunque incipiente aún, de teorías económicas, políticas y sociales alternativas al modelo neoliberal.

2. Desarrollo de proyectos alternativos que propicien espacios democráticos y participativos populares, como los promovidos por ONGs y demás elementos integrantes de la sociedad civil.

3. El surgimiento, desarrollo y consolidación de nuevos actores sociales representativos de amplios sectores populares, que reconstruyen y reproducen el tejido social ya deteriorado por el impacto del neoliberalismo. Por ejemplo: Las comunidades eclesiales de base, organizaciones comunitarias, etc.

4. Incremento desde la base social, y no desde el aparato estatal, de sectores de propiedad social, incipientes aún pero representativos al fin, como lo son todos los que se han dado en denominar sector de la economía solidaria en general y cooperativa en particular.

5. El desarrollo de tendencias económicas que se fundamentan en el colectivismo, la solidaridad y ayuda mutua, en contraposición creciente al modelo capitalista neoliberal de magnificación del mercado y el individualismo.

6. El incremento de organizaciones nacionales, regionales e internacionales que trazan políticas solidarias y participativas, en contraposición a la pérdida de facultad reguladora económica del Estado, como paliativo a su lamentable actuación de triste gendarme o policía del modelo neoliberal.

7. El fortalecimiento de teorías y prácticas económicas y jurídicas que revalorizan el papel del individuo y la persona humana como objeto y sujeto principalísimo de todo proyecto.

Una vez analizadas la necesidad y posibilidad de cambios a producirse en el sector económico social latinoamericano, relacionemos entonces los retos posibles a que se enfrenta el mismo:

1. Lograr insertarse como alternativa de propiedad social en un modelo neoliberal que lo desprecia y discrimina.

2. Participar en igualdad de condiciones con todas las demás formas de propiedad pero con rentabilidad y eficacia económico social.

3. Afianzarse como opción viable y alternativa capaz de construirse un espacio de propiedad social que pueda, al menos, influir en la transformación del mercado "mítico" neoliberal de propiedad privada.

4. Tratar de influir en las políticas estatales, de forma tal que propicie que el Estado, cada vez más intervenga en la regulación del funcionamiento del mercado en particular, y en la coordinación del proceso económico en general.

5. Propiciar el incremento de la cantidad y calidad de nuevos actores sociales solidarios, que sean representativos de la alternativa popular que en su momento será capaz de democratizar al Estado neoliberal burgués.

6. Construir una cultura, ética y valores solidarios democráticos y participativos, en sectores populares cada vez más amplios, capaces de constituir una real alternativa humanística a la ideología individualista neoliberal.

7. Propiciar el constituirse en un freno económico que establezca límites a la desenfrenada acumulación capitalista que genera el libre e incontrolado mercado neoliberal.

8. Constituir un sector que influya cada vez más en el logro de una mejor y más justa distribución de la riqueza social.

9. Llegar a constituir un límite al dominio neoliberal del aparato estatal, a través del desarrollo de mecanismos participativos y descentralizados del ejercicio del poder, ganados e instrumentados por el sector de economía social.

10. Lograr la integración a escala internacional del sector de economía social, con toda su instrumentación legal de rigor, en contraposición y como contrapartida a la globalización neoliberal de la economía mundial.

 

ACERCA DE LA CUESTIÓN CUBANA Y A MODO DE CONCLUSIÓN

Opino que existen dos conceptos que resumen e ilustran lo que ha caracterizado a la economía cubana en los últimos siete años. Uno de ellos es el concepto de crisis y el otro es el del cambio. Decimos esto porque la economía cubana ha estado pasando un proceso de profunda y fuerte crisis, con la caída sostenida y prolongada de sus principales indicadores económicos desde el propio año 1990, y frente a esta crisis y paralelamente a ella también ha habido un profundo proceso de cambio, que ha pretendido responder a los desafíos que la propia crisis ha impuesto, aportándose ya algunas respuestas, aunque parciales aún, a los disímiles retos establecidos por la crisis.

De manera que esta realidad de crisis lleva a Cuba a la necesidad de producir una reestructuración económica fundamental de la economía, lo que significa, significó y significará producir cambios importantes en los mecanismos con que funciona el modelo y sistema económico cubano de economía social, pero sin enajenar su esencia socialista.

Reconozco que este es un proceso extraordinariamente complejo y difícil, pues conduce a la recuperación de la eficiencia y el crecimiento económico por una parte, pero sin que se produzcan afectaciones a las conquistas sociales por otra.

Los modelos económicos sociales históricos conocidos, que serían referentes relevantes para el caso de Cuba no serían viables para la solución de este desafío. Ninguno de los modelos conocidos hasta hoy, han demostrado en su práctica histórica que puedan al unísono recuperar la eficiencia económica y mantener los niveles de las garantías sociales; tan es así que el capitalismo en sus diferentes modalidades ha permitido obtener altos niveles de eficiencia económica, en términos de rentabilidad al menos, pero a expensas de liquidar las conquistas sociales y sus niveles de garantías; y existen otros, como el denominado socialismo real, que permiten en un principio mantener o retener las conquistas sociales, pero en definitiva no recuperan la eficiencia económica, terminando entonces liquidando las conquistas, la economía y hasta la existencia de la propia nación.

En fin que el capitalismo neoliberal y dependiente de América Latina, antidemocrático e intolerante, al cual ya he hecho referencias, que conduciría a Cuba a una situación social crítica como la que existe hoy en esta región, no puede ser de ninguna manera el referente paradigmático en la búsqueda de nuestra propuesta alternativa. Pero el denominado socialismo real, o sea el socialismo clásico europeo del presente siglo, autoritario, antidemocrático e intolerante, tampoco nos permitirá a los cubanos resolver nuestros problemas de hoy día, porque ese paradigma no es alternativa para conducirnos a la eficiencia económica ni al ejercicio democrático del poder.

En consecuencia, el cambio que se produce en Cuba es de contenido inédito, expresión de un proceso de búsqueda y de creación autóctona, que debe ser capaz de instrumentar una reestructuración económica fundamental, que permita articular un modelo de desarrollo económico social suigéneris, en el que se fundan la eficiencia económica y la justicia social.

¿Estará Cuba a la altura de este desmesurado reto: mostrar al mundo de hoy que se puede ser muy eficiente económicamente y no excluir a nadie de las oportunidades de la vida, de la equidad social y de la felicidad humana?

Sin lugar a dudas es un desmesurado desafío. Pero recuerdo que todo lo cubano es exageradamente exagerado. La desmesura está en la raíz de la cultura cubana. Pequeño país desmesurado y radical, que enfrenta un desmesurado bloqueo impuesto por una desmesurada potencia imperialista que enfrenta la desmesurada resistencia de un pueblo valiente. Soy de los que creen que esta desmesura que está en las raíces de nuestra historia patria puede ayudar a Cuba a estar hoy a la altura de otro desmesurado reto.

Estoy convencido de que los "pobres de la tierra" echan su suerte en favor del triunfo cubano en este desafío, apuestan por Cuba, y creo que el pueblo cubano con su inteligencia y capacidad honrará el legado de nuestro Apóstol José Martí, cuando nos expresó: "Lo que tengo que decir antes que se me apague la voz y mi corazón deje de latir en este mundo, es que mi Patria posee todas las virtudes necesarias para la conquista y mantenimiento de la libertad".