noviembre-diciembre. año V. No. 28. 1998


JUSTICIA

Y PAZ

 

LOS SUEÑOS MILENARIOS

DE LA HUMANIDAD


 

Pon todas las cosas que te he dicho en un libro,

y las anunciarás a tus hijos de generación en generación.

Hab 2,1.

 

Desde tiempos inmemoriales los hombres han escrito lo que les parece que deben conocer sus sucesores, muchas de estas cosas son grandes aportes a la humanidad. Luego de terminada la Segunda Guerra Mundial el mundo, como nunca antes, comenzó a andar el camino de la paz. Fue así como surgió la Organización de Naciones Unidas con el objetivo de procurar el desarrollo pacífico de las naciones. Esta Organización ha sido la protagonista de la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyos 50 años celebramos en diciembre, y de otros pactos que sirven de referencia y compromiso para los estados, la sociedad civil y las personas de las naciones firmantes.

En la letra y el espíritu de estos pactos están reflejados los sueños milenarios de la humanidad, y expresan lo que en la mayoría de las culturas se tiene por bueno y noble. No es sensato entonces considerar unos y menospreciar otros por razón de coyunturas o estrategias políticas. Los pueblos que no se han tomado en serio el llevar a la práctica el contenido de estos pactos adaptándolos a su propia realidad, han tenido serias dificultades o no han podido acceder a mayores grados de progreso humano integral. Los colaboradores de la sección Justicia y Paz de esta revista hemos tratado de hacer un pequeño aporte en ese sentido durante todo este año, en el que la humanidad entera celebra el 50 aniversario del inicio de un camino tan fecundo.

El Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales fue firmado el 16 de diciembre de 1966, y constituye un compromiso para las naciones firmantes con el resto de la Comunidad Internacional. El Pacto tiene 31 artículos en los que se tratan los deberes de los Estados conjuntamente con los derechos de los ciudadanos y de la Sociedad Civil, su estudio no es solamente un aporte a la formación cívica de todo ciudadano, sino también una invitación permanente al compromiso por el bien común.

 


PACTO INTERNACIONAL

DE DERECHOS

ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES

 


50

ANIVERSARIO

 

Al cumplirse medio siglo de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos , «Vitral» ha querido reeditar las Palabras del Embajador cubano ante la ONU a quien le correspondió presentar a la Asamblea General el proyecto de Declaración para su votación aquel 10 de Diciembre de 1948.

Cuba estaba abierta al mundo y el mundo acogía a Cuba en el concierto de las naciones, y aún más, era reconocida por su protagonismo en materia de Derechos Humanos al ser designada para poner a consideración de todos los países miembros la proclamación de este documento histórico.

Recordamos, asimismo, los 9 aportes de Cuba en la gestación y redacción de la Declaración Universal:

1. Cuba fue el país que encomendó al Consejo Económico y Social de las Naciones unidas elaborar una Declaración Universal de los Derechos del Hombre desde las primeras sesiones de la Asamblea General celebradas en Londres.

2. Cuba presentó el primer borrador para el proyecto de Declaración Universal . El autor de este anteproyecto fue el Dr. Ernesto Dihigo, profesor de la Universidad de La Habana.

3. Cuba propuso designar como relator para la Comisión de Derechos Humanos al Sr. Saint Leau, representante de Haití.

4. Cuba fue ponente de la primera Declaración de los Derechos del hombre aprobada por los países de América en Bogotá el 2 de Mayo de 1948 y presentó y defendió ante la ONU dicho documento para que sirviera de base a la Declaración Universal.

5. El tercer «Considerando» del Preámbulo de la Declaración Universal es copia de uno de los artículos de la Constitución de la República de Cuba aprobada en 1940.

6. Cuba presentó y fue aceptada, una primera Enmienda al proyecto de Declaración Universal en la que se garantizaba el derecho a elegir libremente la vocación de preferencia, es decir, a elegir su trabajo libremente. (Art. 23.1)

7. Cuba presentó una segunda Enmienda que fue también aceptada: El derecho de todo trabajador a recibir una remuneración equitativa y satisfactoria en salario justo y que pueda ser completada con otros medios de seguridad social.(Art.23.3)

8. Cuba tuvo la iniciativa de incluir en la Declaración Universal el derecho de todo hombre y mujer a la honra y a la reputación, así como a la protección contra injerencias arbitrarias en la vida privada de las personas. (Art. 12)

9. Cuba, conjuntamente con Francia y Méjico, introdujo el derecho a la protección de los intereses morales y materiales que corresponde a los autores por sus obras científicas, literarias o artísticas.

Como podemos comprobar con facilidad, Cuba tenía ya en 1948 un desarrollo en el ámbito del derecho nacional e internacional que la colocaba en la primera línea de creación e iniciativas al servicio de la familia humana y de la «dignidad plena del hombre», tal como lo deseó José Martí.

Nos unimos a la celebración universal de estos 50 años de la Declaración de Derechos Humanos recordando esta parte de la historia que hace crecer nuestra esperanza en un futuro mejor, en el que avancemos hacia el siempre mejorable respeto y promoción de estos y todos los derechos de la persona, para ello se necesita mucha confianza en la capacidad de todo ser humano para ser mejor, en la sed de verdad, de belleza y de bondad que no puede ser borrada ni coartada en el corazón de todo hombre, en fin habría que hacer nuestras cotidianamente aquellas otras certezas de Martí: «Creo en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud y en ti».

 


Discurso del Dr. GUY PÉREZ CISNEROS,

Embajador de Cuba ante la ONU,

al proponer a votación

LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

en la Tercera Asamblea General de la ONU

10 de diciembre de 1984

 

Sr. Presidente, Sres. Delegados.

Cuba no podía dejar de figurar en el coro de países que en esta Tercera Asamblea General de las Naciones Unidas desea celebrar, desde la más importante tribuna del mundo, la realización, ya muy próxima, de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

En efecto, fue por iniciativa cubana que, desde las primerísimas sesiones de la Asamblea General en Londres, se le encomendó al Consejo Económico y Social la ardua tarea de elaborar un documento de tan larga trascendencia. Y en esta oportunidad, sentimos verdadero orgullo al recordar que el primer proyecto, muy modesto, depositado oficialmente para servir de base a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, lo fue por el Dr. Ernesto Dihigo, eminente profesor de la Universidad de la Habana, y miembro de la delegación de Cuba.

Hoy, aquella iniciativa, madurada gracias a los brillantes trabajos de la Comisión de los Derechos del Hombre, alcanza su resultado definitivo, que fue presentado con tanto talento por el ilustre Relator de la Tercera Comisión, el senador haitiano, señor Saint Leau, y por su presidente el señor Laar, ministro del Líbano en La Habana, por quien sentimos tanta admiración y tanto afecto. Séame permitido añadir que ha sido para Cuba una honda satisfacción este hecho de ser un haitiano el portador frente a la humanidad del más valioso mensaje de las Naciones Unidas, porque no puede dejarse de reconocer que Haití es precisamente de aquellas tierras privilegiadas cuya historia entera se caracteriza por un esfuerzo heroico y constante por defender y dar vigencia a los derechos del hombre.

La delegación de Cuba agradece a la Tercera Asamblea haber acogido con calor su propuesta de designar como Relator para la Comisión de los Derechos Humanos al señor Saint Leau. Como pueblo de la América de habla española, Cuba se siente orgullosa de haber delegado para el informe de la Tercera Comisión en un destacada hijo de un país americano de lengua francesa, de Haití, tierra en la cual el gran Bolívar, halló a la vez estímulos morales y ayuda material para lograr su gran obra de liberación y de libertad.

Mi delegación, en estos momentos de alegría en que a cada uno debe dársele lo suyo, tiene el deber de reconocer la labor de gran mérito de la Comisión de los Derechos del Hombre, que trabajó incansablemente durante dos años bajo la inspiradora presidencia de Mrs. Roosevelt y que redactó en verdad un valioso proyecto de documento que expresaba con belleza y con fuerza la aspiración más elevada del hombre del siglo XX: el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencia.

Otro de los documentos históricos que inspiró las labores de la Tercera Comisión fue la Primera Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre aprobada internacionalmente por los pueblos americanos en Bogotá. Mi delegación, a quien le cupo el honor en la capital de la hermana República de Colombia de asumir la responsabilidad de la ponencia de aquel documento, se hizo un deber de presentar y defender ante las Naciones Unidas los más valiosos aspectos de aquel precioso texto y puede afirmar ahora, con toda sinceridad, que las Naciones Unidas han sabido recoger todos los puntos esenciales con los cuales el documento de Bogotá podía enriquecer el proyecto del Consejo Económico y Social.

Sobre este aspecto de nuestras labores, no podemos dejar de mencionar que fue gracias al tesonero esfuerzo y al gran poder de convicción del delegado de México, doctor Campos Ortiz, que la Tercera Comisión agregó a su texto original el importante artículo 9, inspirado en el derecho de amparo mexicano y que es el único texto de la Declaración que garantiza, en el campo nacional, el efectivo respeto de los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y por la ley.

Dentro de un mismo orden de ideas, le corresponde a mi delegación el honor de haber inspirado la forma definitiva de uno de los Considerandos, que reconoce esencial que los derechos del hombre sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión. Así queda inscrito, en esta Declaración, el espíritu de uno de los Artículos de la Constitución cubana que confiere el derecho de resistencia adecuada contra tales desmanes arbitrarios. Y este Considerando es, además, un homenaje a Francia, tributado por mi país, que tanto admiró y que siguió, como lucha propia, las etapas de su gloriosa ‘resistance’.

Nos es grato comprobar que, en la Declaración, los derechos sociales, que son el principal aporte del siglo XX en esta materia, así como los derechos jurídicos lo fueron del siglo XIX, quedaron tratados con toda la importancia que merecen, y le queremos expresar a las Naciones Unidas nuestro agradecimiento por haber acogido favorablemente textos inspirados por dos enmiendas cubanas que reconocen, en el campo del trabajo, el derecho de seguir libremente su vocación, y también el derecho que ha de tener todo trabajador de recibir una remuneración equitativa y satisfactoria que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, y que sea completada de ser necesario por cualesquiera otros medios de protección social.

No podrá tampoco olvidar mi delegación la acogida que recibió otra de sus iniciativas por parte de las Naciones Unidas: la de inscribir en la Declaración el derecho a la protección de la honra, elevadísimo concepto moral tan enraizado en toda alma de estirpe española. Y no nos es posible silenciar que gracias al esfuerzo conjunto de Francia, México y Cuba, se le reconoció de manera definitiva a aquellos que pertenecen a la única aristocracia legítima, me refiero a los creadores, ya sean artistas, literatos o bien científicos, el derecho a la protección de sus intereses morales y materiales, que les corresponden por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autor.

No nos corresponde por el momento subrayar otros aspectos importantes de la Declaración, que tanto valor le dan. Pero no silenciaré que mi país y mi pueblo están altamente satisfechos al ver de qué manera tan rotunda se ha condenado para siempre la odiosa discriminación racial y las injustas diferenciaciones entre hombres y mujeres.

La delegación de Cuba vaciló muchas veces antes de presentar sus numerosísimas enmiendas al proyecto de la Declaración de los Derechos del Hombre. Sin embargo, en definitiva entendió que ese afán de perfección y esa severidad crítica eran uno de sus deberes, ya que tenía el derecho de ser muy exigente en un asunto de esta índole una delegación que representa a un país que tiene el orgullo de haber producido el Manifiesto de Montecristi, una de las más generosas y humanas declaraciones de los derechos y deberes del hombre que haya presidido al nacimiento de una nación.

Y creo a bien, señor presidente y señores delegados, decir que los miembros de la delegación cubana se sienten hondamente conmovidos cuando, al reconocer los Artículos de la importante Declaración que vamos a aprobar dentro de unos minutos, pueden reconocer que todos sus pasajes podrían haber sido aceptados por aquel generoso espíritu que fue el Apóstol de nuestra independencia, José Martí, el héroe que al hacer de su patria una nación, le fijó para siempre esta generosa norma: "Con todos y para el bien de todos".

 

Muchas gracias.

 

Extraído de «Diccionario de la Literatura Cubana», Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, Editorial «Letras Cubanas», 1984.