noviembre-diciembre. año V. No. 28. 1998


MEMORIA

CULTURAL

 

Y parece que fue AYER

por Adalberto Cabrera Espinosa

 

Qué bello tiempo, la juventud. Pasan los años y apenas lo advertimos, sólo en determinadas ocasiones vuelve la carga de recuerdos, épocas en que los centros estudiantiles donde cursábamos distintas materias para asegurar un futuro, nos deparaban la oportunidad de convivir, de estrechar vínculos, de ir tejiendo una gama de inolvidables momentos en que sólo nos ocupaban preocupaciones ante las pruebas o exámenes de rigor y medir conocimientos, aquello lo hacíamos por equipos ante la carencia en las más de las oportunidades de los textos necesarios con que nutrir nuestro intelecto, y mientras, la práctica de algún deporte, alternando con las fiestas de algunos centros o sociedades en que solíamos compartir con afectos y amistades.

Cuando no había eso, la película del Milanés, visitas, y alguna que otra reunión con quienes compartían idénticos o parecidos gustos y aficiones. Corría la década del 30, uno de estos grupos integrado por aficionados a la música, lleno de buenos deseos y teniendo como marco la sociedad "Liceo", sin instrumentos, pero con muy buena voluntad, iniciaron ensayos y comenzaron apenas sin repertorio a tocar por las tardes, con muy buenas asistencias, que también se divertían, e hicieron posible el surgimiento del conjunto "Vanguardista". Todo esto ocurrió en el año 1932, y fueron partícipes de la idea que se hacía realidad el Dr. Julito Hernández Arias, el cantante Rogelio Salazar Jordán -Lilo-, Carlucho Callaba, Carlitos Barnet, que llegó a ser un virtuoso del piano, sentando cátedra como tal, en tierras norteamericanas con muy aplaudidas agrupaciones. Sandalio Pérez Betancourt -Chucho-, Reynaldo Baylina, Andrés Oliva, Augusto Pimentel, vocalista, Luís Lamar y Francisco Martínez Malo.

En una oportunidad en que amenizaban una fiesta en la sociedad referida y ante la presencia de un músico que insistentemente deseaba hablar con Reynaldo Baylina, los asistentes preocupados le instaron para que contactara con el citado músico, éste lo único que deseaba era cobrar cincuenta centavos de alquiler del contrabajo que el día anterior habían acordado, por la carencia en el grupo del citado instrumento.

Por mucho tiempo, aquellos jóvenes amenizaron las fiestas en distintas épocas del año, y en especial en el período de vacaciones, donde era frecuente que la juventud se reuniera, y compartir aquellos momentos inolvidables, que son parte de nuestras vidas.

Luís Lamar, que tocaba la guitarra, una vez graduado de arquitecto, falleció; Julito Hernández Arias se desempeñó durante muchos años como dentista y gustaba de pasear por las tardes en su caballo por las calles pinareñas y asistir a las "peñas" del cierre del café Labiada en Martí y Colón. Reynaldo Baylina también falleció, así como Andrés Oliva. Francisco Martínez-Malo tocaba las maracas y a Augusto Pimentel -cantante- se le ve por las mañanas en el Parque Roberto Amarán compartiendo las tertulias con los asiduos a las mismas. Lilo Salazar, jubilado, sienta sus predios en la calle Alfredo Porta en unión de su familia.

Había que escuchar aquella agrupación, un actualizado repertorio y Lilo en sus mejores tiempos en la vocalización, trabajo que un tiempo después le llevara a integrar en Ciudad de La Habana muy populares agrupaciones de entonces como la orquesta de los Hermanos Le’Batard, Hnos. Castro y con la del maestro Rolando Lluis Espinel de gran popularidad y muy seguida por la juventud de entonces.

Hoy, la práctica del aforismo «recordar es volver a vivir», nos trae las figuras de aquellos jóvenes que sentaron pautas en la interpretación de nuestra mejor música popular.....EL CONJUNTO VANGUARDISTA.