noviembre-diciembre. año V. No. 28. 1998


NOTICIAS


 

 

TEMPLO

DEDICADO A

SAN

MARTÍN

DE PORRES

 

 

En el poblado de Taco Taco, a unos 70 kilómetros al este de Pinar del Río, el Sr. Obispo y el pueblo creyente de la zona han dedicado un bello y sencillo templo a San Martín de Porres; santo negro peruano, que tiene gran devoción entre los fieles.

Bendijo el nuevo templo S. E. Mons. Beniamino Stella, Nuncio Apostólico de Su Santidad en Cuba.

En esta ocasión se inauguró el primer Vitral en una Iglesia después del año 1959. Está dedicado a la figura del Santo y fue creado por la artista habanera Rosa María de la Terga.


 

NUEVAS PARROQUIAS

EN PINAR DEL RÍO

 

- San Francisco de Asís, en el Reparto Hnos. Cruz. 4 de octubre de 1998.

- Nuestra Señora de los Remedios, en el Barrio de El Cangre. 10 de octubre de 1998.

- Sagrada Familia, en el Reparto Mayca. 27 de Diciembre de 1998.

 

Parroquia San Francisco de AsísEl Sr. Obispo de Pinar del Río, en consecuencia con lo expresado por el Santo Padre Juan Pablo II en Cuba cuando dijo: «restáurese al hombre como persona en sus valores humanos, éticos, cívicos y religiosos y lo capacite para realizar su misión en la Iglesia y en la sociedad» (II ENEC, Memoria, p. 38), para lo cual es necesaria «la creación y renovación de las diócesis, parroquias y pequeñas comunidades que propicien la participación y la corresponsabilidad y vivan, en la solidaridad y el servicio, su misión evangelizadora».

Y teniendo en cuenta la creciente necesidad de los fieles católicos de esos barrios, ha erigido durante el último trimestre de este año 3 nuevas parroquias, dos de ellas tienen como sede pequeñas capillas construidas antes de 1959 y la de San Francisco de Asís tiene como sede una casa de familia que, generosamente, han brindado su hogar hasta que el Rpto. Hnos. Cruz tenga un templo, para ello los vecinos católicos entregaron al Sr. Obispo el día de la fundación de la Parroquia, cientos de firmas solicitando a las autoridades correspondientes los permisos para comenzar la construcción del Templo Parroquial de San Francisco de Asís. 


PLURALIDAD DE RAÍCES

por Ernesto Ortiz

 

La Comisión Católica para la Cultura, en una suerte de rosario cultural, desgranó durante tres quincenas seguidas el resto de los cuadernos premiados en el Concurso Literario Vitral 1998, correspondientes a los géneros de Poesía, Décima y Ensayo, y que forman parte de su colección MÁS LUZ.

El poemario de Esteban Menéndez, «Grito a dos voces», fue presentado por el periodista Oscar Llánes, quien destacó las virtudes de un libro singular, insertado en la corriente generacional de su autor pero sin mojarse demasiado: conjugando el munchiano grito de los ochenta con la renovada voz de los noventa. Esa noche -del viernes 9 de octubre- disfrutamos, además, de la actuación del barítono Osvaldo Medina Cruz, acompañado al piano por el maestro José Antonio Martínez de Osaba.

También en La Casa de Las Hijas de La Caridad, el viernes 23, se presentó el Premio en Décimas, correspondiente al cuaderno «Como de bronce candente», en que José Raúl Fraguela glosa octosílabos martianos. Un interesante criterio sobre este libro ofreció Ibrahim F. La Rosa, Asesor de Literatura del Centro Provincial de Cultura Comunitaria y uno de nuestros más convincentes martianos. Además, Fraguela tuvo el alegrón de que, en Mantua, varios días después, en una actividad donde estuvo presente el Sr. Sigifredo Álvarez Conesa, Asesor Nacional de los Talleres Literarios, y los especialistas del equipo nacional y provincial de trabajo comunitario, se presentara su libro y los poetas campesinos cantaran sus décimas.

Y nos sorprendió gratamente la presentación -el viernes 6 de noviembre- del último cuaderno: «La resistencia esclava en las plantaciones cubanas», de Miguel Barcia Paz, habanero, en un género que no tiene demasiados adeptos ni cultivadores. Y quisiera destacar no tanto -y no sólo- la urdimbre que tejió el presentador, Rafael A. Bernal Castellanos, para entregarnos una visión actualísima de este ensayo histórico; y no tanto -no sólo- la especie de conferencia complementaria que el autor nos regaló, y que muy interesantes intercambios suscitó con el amplio público asistente. Lo que ahora quisiera destacar es el innegable hecho cultural que significó la Danza «Arokó Ayé», interpretada por Gilberto de La Rosa, María Isabel, Jurisleivis Rodríguez, Clara Amador, Yamilé Mesa y José Miguel Castillo -coreógrafo: bailó un Changó insuperable-. Lo que más me emocionó no fue la calidad del espectáculo, que en su principio resultó algo agresivo -quizás porque el reducido espacio escénico amplificaba en demasía al tambor y la potencia vocal-, y después fue enredando la atención en los giros danzarios y metiéndonos en la concepción de la obra. Lo que más me emocionó fue un gesto que está cargado de un gran simbolismo: Yamilé, la sensual Ochún, sincretizada como la Virgen de La Caridad del Cobre, repartía su agua dulce por el público, de pronto se decide, su vestido amarillo gira, queda ante el Obispo de Pinar del Río, moja en la jícara los dedos y los ofrece, respetuosa, la mano le tiembla, el Obispo duda, ella dice quedamente: miel..., y él acepta. Fueron décimas de segundo, fue como un paso más de la danza ininterrumpida, pero yo me quedé clavado en la fuerza de aquella imagen, de aquellos dos seres que se vencieron a sí mismos y dieron una gran lección de humildad a todos. Ustedes dirán, qué tiene que ver una cosa con la otra, pero sentí que gestos como estos son los que levantan -de entre sus ruinas- a un país. Este diálogo, este ecumenismo, esta aceptación. Y admiro igualmente a las Hermanas de esta Casa de Las Hijas de La Caridad, por su valentía evangélica, que sin dudas dará de qué hablar (recuerdo ahora aquel concierto de rock que se hizo en esta misma sala). No hizo falta que José Miguel aclarara que: no pretendemos dar un baile de santos en una casa de monjas, sino mostrar la veta africana -bastante incomprendida y trivializada- en nuestra raíz; esto no es un hecho religioso sino cultural. Hermoso colofón para el vitral que pretendemos construir.

"Grito a dos voces"

"Como de Bronce Candente""La resistencia esclava"

 

 

 

 

 

 

 

Los escritores Esteban Menéndez, José Raúl Fraguela y Manuel Barcía, durante la presentación de sus libros. Debajo: La danza Arokó Ayé.

Aroko Ayé


INAUGURADO CENTRO DE DOCUMENTACIÓN

CASA-TALLER PEDRO PABLO OLIVA

por José Raúl Fraguela

 

Un nuevo Centro de Documentación, especializado en Artes Plásticas, Literatura y Crítica artística abrió sus puertas a la prensa el pasado miércoles 2 de diciembre en la Casa-Taller Pedro Pablo Oliva, en esta ciudad. La Institución ofrece sus servicios a artistas, periodistas, críticos, profesores y estudiantes de las escuelas de arte y de nivel superior, y al público en general, para lo cual cuenta con más de 700 títulos catalogados por autor y materia de forma automatizada, con lo que garantiza la obtención con rapidez de la información que se desee.

Diccionarios y enciclopedias modernos para todas las búsquedas encontrará aquí el investigador, con acceso, además de a los servicios de consulta, a los de impresión y traducción de artículos de las enciclopedias multimedias Grolier y SALVAT, servicio este último que en un futuro debe ampliarse a otras enciclopedias.

Las materias mejor dotadas por el momento son Literatura, con 150 títulos, y Pintura, que posee 140 catálogos y pinacotecas del arte universal y cubano, entre ellos, catálogos de las subastas Gary Nader, Christie´s y Sotheby´s en arte contemporáneo, latinoamericano, joyería, porcelana, ebanistería, platería, etc.; así como los precios en Remate de más de 50 000 artistas en todo el mundo.

En el diálogo con la prensa y el público asistente, el periodista Oscar Llanes, representante de Oliva, explicó que el Centro prepara un apartado con información especializada sobre artistas pinareños y específicamente sobre este reconocido pintor.

Significativa también es la oferta de 30 clásicos de la Filosofía, 18 biografías de personalidades relacionadas con el 7mo. arte; y ensayos, con 27 títulos importantes.

El propio Oliva explicó que el Centro puede utilizarse para conferencias, charlas y mesas redondas sobre temas culturales, a cuyos fines se brindan servicios de proyección de diapositivas y videos VHS, Show de diapositivas en computadoras, grabación de audio y video para teleconferencias, entre otras facilidades. Así mismo, los interesados pueden inscribirse en la Lista de Correos de la casa, para recibir información regular sobre nuevas adquisiciones y los eventos de ésta.

La hemeroteca posee colecciones del diario El País y de su suplemento cultural Babelia, de las publicaciones especializadas Art News y Art in América, de las revistas Encuentro, Opus Habana, Habanera, Cauce, Vitral, deLIRAS y de otras publicaciones nacionales y provinciales.

Entre los asistentes a la apertura de este nuevo centro de cultura en Pinar del Río estuvieron Mons. José Siro González, Obispo de la diócesis, el P. Manuel H. de Céspedes, párroco de la iglesia La Caridad, Noelvis Relova, Presidenta de la A.H.S., Francisco Alonso, Presidente de la UNEAC provincial, Dagoberto Valdés, Director del CFCR y la Revista Vitral, Amalina Bomnín, Directora del centro provincial de Artes Visuales, y otros directivos de cultura, escritores, editores, artistas plásticos, profesores, etc.

Luego de terminada la presentación, los asistentes pudimos apreciar una muestra de los materiales que brinda el Centro e intercambiar impresiones con el resto de los invitados en el patio interior de la casona.

El Centro abre al público los Miercoles, Jueves y Viernes, de 9:00 a.m a 2:00 p.m.


 

 

 

"SIN AMOR NO HAY SIEMBRA"

DÍA DE LA DIGNIDAD PINAREÑA

por Ernesto Ortiz

 

 

 

 

Me pregunto si hemos perdido la capacidad de emocionarnos. Hastiados por mega-eventos (al decir de un amigo) en que los pliegos de cifras y dobleces te acostumbran a la separación de la realidad, de forma tal que en la alucinación del escamoteo o la comodidad de las conveniencias se encuentra un modo seguro de no salir al rescate de lo cierto. Me pregunto si hemos dejado de emocionarnos ante la historia, a cambio de inventarnos una Historia con mayúsculas, vociferada por la voz potente de aquel gigante bíblico que se alzaba –falsa imponencia- sobre pies de barro. Esa cáscara de grandilocuencia impide acercarnos al corazón de lo cultural, que es, a fin de cuentas, el motor de la historia. Si les digo que esto es tan simple como ver a tres viejecitas, que se les nota lo gallardo aún, y la altivez de cabellos blanquísimos, y se le escapan gestos o mudeces que denotan carácteres diferentes y de algún modo complementarios; y escuchar las anécdotas que sobre ellas rememoran otros, con emoción que sale del corazón antes que del intelecto. Nos enteramos así que ejercieron un magisterio distintivo, que responden al nombre -más que sobrenombre- de Yoya, Tula y Margot, que viven en la calle Retiro –imagino una casona de amplio portal, tejas umbrías, patio interior con columnas cantoras-, y que se les rinde un homenaje en la velada por el día de la Dignidad Pinareña, en la Casa de Las Hijas de La Caridad, el 26 de noviembre.

Hace unos años atrás, cuando leí aquel poema que decía "yo no tengo país", y lo sentí mío, porque era un grito común de quienes nos criamos en una visión monopartidista de la historia, en una familia rota o dividida, en una tradición (esto es, etimológicamente: una mores, una moralidad) que no existía, pude haber llegado a esta Velada y, visto que no auguraba una exaltación mediata, marcharme. Aquella actitud era un símbolo: el exilio se explica mayormente por esa falta de raíz, por ese desasosiego que impide detenerse en el nombre de una calle –no el institucionalizado, sino el de barrio, el vecinal-; o en las historias sobre ciertas tertulias domingueras en que una señora –dícese que atea- reavivaba el espíritu; o en la receta de un refresco secreteada de una generación a otra hasta perderse en algún recodo, y es hoy remembranza gustativa... Irse del país es un problema cultural más que económico. Y hay que hundirse en esa realidad inmediata, hay que buscar la dignidad de las cosas –de las breves, las comunes- entre el mucho fango que intenta ocultarlas, para descubrir que, ciertamente, nacer aquí "es una fiesta innombrable". Es una fiesta, y una suerte, encontrar aún personas o lugares o sucesos que restituyan en nosotros el sentido de pertenencia, el sosiego de sabernos parte de una historia digna de contarse.

En estos días he escuchado hablar mucho de -quiera Dios que no sea la palabrita de turno- identidad nacional. Yo agradezco a Toste, Delfina, Feliscindo, Aldo... que nos hayan mostrado sin rubor la fuerza de sus emociones cuando se referían a las hermanas Fernández Riquer, homenajeadas por la Comisión Católica para la Cultura en nombre de todos los pinareños. Porque el principio de la identidad es la emoción más íntima y positiva.

Me pregunto si terminaremos por no comprometernos en nada. El compromiso es la consecuencia más humana de la emoción. Y del compromiso se deriva el comprender. Usted y yo conocemos a muchos cubanos que ya no se emocionan, aunque siguen repitiendo los mismos rituales –que hay una forma de simular los sentimientos-, porque han dejado de comprender la realidad, porque se sienten juguetes de la Historia y no partícipes de la historia viva, con minúsculas, la que hacen personas comunes y corrientes. No hablo de la masa, del pueblo, hablo de un ser concreto. Esa viejita, por ejemplo, Yoya, que dijo: sin amor no hay siembra...

Sería bueno preguntarnos qué hemos sembrado, y de qué manera lo hemos sembrado. Si el cultivo -que de aquí viene cultura- está regado con odios, con enfrentamientos de toda índole, tendremos no sólo una justificación –esto es: una causa- para la violencia cívica, que no deseamos, sino que nuestros frutos serán débiles, estéril el futuro. Si se intenta ignorar el aporte de lo distinto, del otro, si se intenta no ver lo que está ante los ojos, se perpetúa una manera de "vivir en la mentira", que es causa segura de una crisis de identidad o –como mínimo mal- una identidad incompleta, inalterable. Si se establece un discurso de la identidad a partir de enfrentar los valores o contravalores de otros, estaremos anexando nuestra identidad a otra cultura, estaremos creando una dependencia sicológica, de comportamientos, que pronto se hará palpable. Un poeta lo explicará mejor que yo:

Tenía tan presente a mi enemigo,

ante mi espada siempre

o en la fingida paz del aire salitroso.

Tenía a mi enemigo hasta en el baño,

en la cocina

-él con su menú tan floreciente-,

en mi alcoba lo tenía,

entre mis generales o sirvientes,

en mi gloria y mi fracaso...

tenía tan presente a mi enemigo,

casi siempre

tan conMIGO

que me confundí -al final- con él.

 

Mons. José Siro concluyó la velada con unas palabras de agradecimiento

a todos los presentes, y a las hermanas Fernández Riquer.

 

Sin amor no hay siembra. Y la identidad que irá conformándose con nuestros cultivos, nuestra obra, será reconocible -con raíces perdurables- sólo si el amor la señorea. Porque a nada ni a nadie, más que a nosotros mismos, deberemos nada: el amor no pide nada a cambio: ni obediencias, ni débitos, ni agradecimientos. El que siente el amor, da. Esa es la razón de su dignidad. Gracias Tula, Margot y Yoya.

Y disculpa, lector, que te abrume con estas disquisisiones que son casi apuntes, y que piden un espacio más amplio y reflexivo. Disculpa tanta disgresión. Creo que me emocioné.


¡última edición vitral!

CUBILLAS: SU APORTE

A LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XX

EN PINAR DEL RÍO

por Arq. Mariolis Reyes

 

«La arquitectura es un arte del cual no puede prescindir el hombre y por tanto, presuntamente bien conocido por él mismo; sin embargo, sus finalidades y procedimientos acaso sean los más difíciles de inteligir, debido a su naturaleza compleja y hasta cierto punto contradictoria».

 

La adecuación de un espacio físico a las necesidades tanto espirituales como materiales del hombre es un acto de suprema creación donde se combinan utilidad y belleza, lo cual establece desde su génesis y durante el desarrollo histórico social una relación de identidad donde las personas hacen suya la obra, y los valores que ella genera trascienden a través del tiempo.

El reconocimiento y la conservación de la arquitectura vernácula representativa de formas de vida de distintas etapas y regiones, es algo imprescindible para salvar y mantener viva la memoria histórica de un pueblo; es por ello, que como cancerberos de este legado, nos reunimos hoy aquí para adentrarnos en las peculiaridades de nuestra ciudad a través de las páginas de este interesante libro: «Rogelio Pérez Cubillas, su aporte a la Arquitectura del Siglo XX en Pinar del Río», de los autores Nelson Melero Lazo y Lázaro Rodríguez Corrales; obra enriquecida además, por los bellos e ingeniosos trazos de Fausto y un diseño sobrio y elegante.

Nelson, por muchos de ustedes conocido por medio de la Sección «Patrimonio Arquitectónico», de la revista Vitral, es un arquitecto que ha dedicado 11 años a la conservación del patrimonio cultural, desde el CENCREM , de los que ha concedido gran parte a investigar sobre Pinar del Río. Graduado además de Máster en Conservación y Rehabilitación del Patrimonio Construido, ha cursado estudios de especialista en varios países de Europa e impartido conferencias sobre el tema en Latinoamérica.

Tiene publicados artículos en revistas nacionales y en el exterior, así como el libro «La Documentación Arquitectónica», en Venezuela y Ecuador, y es miembro del ICOMOS.

Lazarito, técnico medio en economía y especialista en Contabilidad y Costo, es un magnífico e incansable investigador que ha cursado varios postgrados con relación a las labores de salvaguardar el patrimonio y ha logrado desentrañar valiosas informaciones referentes a la historia local convirtiéndose en un valioso colaborador de la Biblioteca, el Archivo Provincial y la revista Vitral.

Ellos han sacado a la luz, para orgullo de los pinareños, con el apoyo del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa, este maravilloso compendio de textos e imágenes; sin precedente alguno en la provincia, demostrando una gran tenacidad y pasión por el tema, el cual logran investigar en muy poco tiempo; compilando una información muy valiosa y de carácter patrimonial, constituida por los planos originales de muchas de las construcciones, unida a los testimonios de personas allegadas a Cubillas y a una admirable capacidad para detectar y discernir los códigos de una arquitectura singularísima, que responde a un hombre, reconocido profesionalmente, que supo dejar su impronta, y era en gran medida desconocido para los que hacen uso de su obra. Todo lo anterior le impone al libro una profunda veracidad.

Numerosos son los elementos que aporta al conocimiento, conduciéndonos a la reflexión frente a la posibilidad de que la ignorancia nos convierta algún día, en cómplices de la destrucción de valores de identidad, que se nos escape un pedazo de ciudad y con ello nuestra historia.

El reconocimiento a la arquitectura de Pérez Cubillas dignifica al pinareño, al contar con un legado con características tan distintivas, constituyendo la conservación de esta singularidad dentro de la arquitectura moderna, un nuevo reto, más aún en un lugar donde se ha perdido tanto.

Este libro indudablemente, es un aporte a la historia local y un detonador para estimular en el corazón del pinareño el afán por descubrir su ciudad y hacerla suya, a pesar de encontrar «... bosquesillos de carencias y mezquindades ardiendo en los segundos pisos...» como dijera nuestro poeta Nelson Simón.

Pinareños, el camino está abierto, solo falta que lo recorras.

Gracias, Nelson y Lázaro por tan preciado regalo.


 

EL PERFIL VISIBLE DE LO CUBANO

por Lázaro Rodríguez Corrales

 

Pinar del Río tiene mil rostros, y ningún retrato puede expresarla por entero. Ciudad con un estilo preciso, el ecléctico, tiene sin embargo, un carácter propio por esa suma de épocas y de modos de ser. Aunque le llamen la cenicienta, es un hito dentro de la historia y el tiempo, en el que su ayer es el hoy con otro significado.

Los investigadores hurgamos en los orígenes para interpretar el presente, y la ciudad como escenario de su actividad vital tiene en este sentido especial interés. Pinar del Río no es la ciudad que existió, la que ya pasó, es la ciudad de hoy: rica, contradictoria, expresiva, hospitalaria. Es esa ciudad que defendemos y queremos conservar, no por lo que fue sino por lo que todavía es, y sobre todo, por lo que puede llegar a ser.

En la noche de hoy la primera y necesaria puntualización acerca del libro que tienen en sus manos: «Rogelio Pérez Cubillas: su aporte a la arquitectura del siglo XX en Pinar del Río», es que se trata de una obra menor, un haz que pretende amarrar algún material disperso, fuera del gran cauce. En sus páginas encontrarán varias de las contribuciones principales del arquitecto Cubillas, junto con algunas investigaciones particulares significativas de los autores de esta monografía.

En nuestro criterio, es un volumen valioso que ofrece un juicio ideológico, social y panorámico de la arquitectura y el urbanismo en nuestra capital pinareña desde los años treinta a mil novecientos cincuenta, nacido todo de las manos de un arquitecto que realizó la obra más notable, extensa y sostenida durante tres décadas. La aparición de este proyecto contribuye a reconocer y discutir la labor de un notable representante de la arquitectura y el urbanismo cubano, el cual puso en práctica la ejecución de obras modernas, convirtiéndose con el decursar de los años y con las vivencias de sus realizaciones en un canto en sentido inverso, canto en el que se ennoblece la ciudad vieja, la moderna y la construida en el transcurso de todos estos casi cuarenta y ocho años, donde se ha visto decantado, sedimentado y solidificado el perfil visible de lo cubano.

Sería imposible hablar de las obras de Cubillas sin mencionar la labor creadora del genio popular. Nombres como Salvador León, Domingo del Haya y Mitjans, así como otros maestros y ayudantes que por muchos años dieron su aporte a la arquitectura del siglo XX pinareña. Gracias a ellos, volvemos mediante nuestro libro a reencontrarnos con las edificaciones que disfrutamos por ajeno. No olvidemos que retornar a lo viejo no significa rechazar lo nuevo, sino una nueva interpretación de lo viejo.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que la magna obra constructiva desarrollada por Cubillas durante los años treinta, cuarenta y cincuenta, constituye toda una expresión de calidad dentro de la arquitectura social pinareña y cubana, por ello estamos en deuda con él, lo que nos obliga a salvar la continuidad de nuestra ciudad con el objetivo de lograr un mundo mejor, donde la naturaleza y el hombre, vivan en armonía.


 

 

 

 

Mariolys Reyes, Lázaro y Melero, comparten con otros arquitectos pinareños.

 

 

CON TODA LA CLARIDAD Y LA LIBERTAD DE LA LUZ

por Arq. Nelson Melero Lazo

 

Hace ya poco más de dos años que comencé mi colaboración con VITRAL, de manera casual y animado por nuestra colega y amiga, la arquitecta Mariolys Reyes, que nos pidió que escribiéramos sobre algún tema para la sección Patrimonio Cultural.

En realidad, hasta aquel momento no conocíamos la revista, ni tampoco su contenido. Le entregué dos breves artículos sobre temas de la provincia, los que fueron publicados en los números 14 y 15 correspondientes a julio-agosto y septiembre-octubre de 1996. A partir de ese momento surgió una hermosa cooperación que se ha sostenido e incrementado provechosamente para todos.

En el plano personal me he visto enriquecido intelectualmente, por la posibilidad brindada por el colectivo de VITRAL de escribir sobre algunos aspectos que hasta ese momento no había estudiado, pero sobre todo espiritualmente, por la enorme satisfacción de haber podido conocer y compartir con un grupo de personas como las que componen ese colectivo. Un grupo que me abrió sus puertas y me recibió haciendo honor a la máxima de la revista, «con toda la claridad y la libertad de la luz», poniendo sus páginas a mi disposición, sin condición alguna.

No pretendo ni mucho menos hacer un discurso, ni parecer retórico, pero se impone la necesidad de expresar algunas palabras de agradecimiento y sobre todo de reconocimiento para quienes en realidad son los grandes protagonistas de los verdaderos logros y éxitos de todos estos años, a través de los cuales se ha visto la luz de VITRAL ininterrumpidamente.

Al conocer las condiciones e interioridades para la realización de esta revista nos resulta convincente que, sólo imbuidos de un gran entusiasmo y de un altísimo espíritu de trabajo y sacrificio y, sobre todo con el convencimiento y la fe en lo que se está haciendo, pueden lograrse resultados así.

Desde mis primeros contactos personales con su consejo de redacción pude darme cuenta que el espíritu que ronda en ese ambiente y en cada uno de sus incansables miembros, aprehende inmediatamente al recién llegado, permeándolo y haciéndolo cómplice de todo proyecto y toda propuesta que constantemente brotan como manantial inagotable de una fuente vital que los nutre perenne y siempre renovada.

Esto ocurrió inevitablemente aquel día 17 de abril de este año, al concluir la presentación de la charla en la casa de las Hermanas de la Caridad, sobre la obra del arquitecto Rogelio Pérez Cubillas en la ciudad de Pinar del Río, investigación que recién comenzábamos. Fuimos invitados en ese momento por Dagoberto Valdés a continuar ampliando nuestras indagaciones sobre ese autor y su obra y, presentarla en una publicación dentro de las actividades por la celebración tradicional del Día de la Dignidad Pinareña, instuído por la sociedad cívica «Todo por Pinar del Río».

Cómo poder amilanarse ante esta propuesta. Sólo nos quedaba una opción: ponerse a trabajar, y así lo hicimos.

Ante ustedes presentamos hoy el resultado de este esfuerzo mancomunado entre los autores y los hacedores encargados de convertir en realidad los sueños.

Como toda obra humana, la presente es susceptible de errores e insatisfacciones y de hecho podrán encontrarlos durante su lectura. No hemos pretendido presentar una obra terminada. El tiempo de que dispusimos no nos lo permitió. Es ante todo un acercamiento inicial, caracterizado por un enfoque sencillo, sin aspiraciones de erudición, a este hombre en su realidad histórica y social, de su trabajo profesional, a sus principales obras, que signaron esta capital, a una producción edilicia que constituye una referencia obligada para el reconocimiento de la identidad cultural pinareña.

Ofrecemos éste, nuestro modesto aporte en la necesaria tarea de la búsqueda y el rescate de los valores socio-culturales locales, en la cual se encuentra enfrascada VITRAL franca y abiertamente, desde el inicio de su publicación.


MASANTÍN Y LA GUARACHA:

PEDRO LUIS FERRER

EN LA CATEDRAL DE PINAR DEL RÍO

por Gleyvis Coro Montanet

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cantautor con su hija Lena

 

Ellos abejeaban. La noche caía sobre el anfiteatro, sobre el fuste liso de las columnas, los globos amarillos y las cadenetas. La noche era grande, democrática, y yo dudaba: «No entiendo a estos cristianos. Son como cubos de Rubik, así de complejos», y perdone el lector un objeto tan foráneo, tan húngaro, para comparar, pero ¿quién gana con esos conciertos: la religión o la farándula?

Entonces apareció Ortiz, el poeta. El aviso le había llegado como un romance del medioevo: oral y anónimo.

Me pidió el programa.

-No hay programa. Ellos -me refería a los jóvenes de la Catedral- no son sofisticados.

-¿No «son» o no «somos»? -lo dijo entre comillas, ante la exclusión de mi yo católico.

Cual heraldo de Pedrito Junco, Ortiz me devolvía la palabra nosotros. El poeta sabe lo fácil que es desertar cuando las cosas se hacen a mano, cuando no estamos en Washington o París y puede que todo, por geografía política, se eche a perder de pronto. El poeta, pese a que analiza cada acto con frialdad estética, es leal a su grupo.

Miré la fachada de la Iglesia. ¿Debemos poner globos en las columnas neoclásicas? Con esta pregunta recordé lo consagrado y lo imberbe. Llamé a Pedro Luis Ferrer a lo consagrado, y jóvenes católicos a lo imberbe. Lamenté vivir en provincia, pero desde su nicho del portal, Juan Pablo me gritó con burla:

-Niña, el elitismo mata.

Por suerte Pedro Luis Ferrer no es elitista, vino y cantó sin pedir un quilo, a sabiendas de que no habría prensa ni televisión, sólo cámaras privadas y flashes por cuenta propia.

Habló claro porque es de aquí y porque lo oscuro -perdón Lezama lo dice cualquiera. Habló de paleros. Miré al Obispo. Pensé en Ortiz, el otro, Don Fernando -de apellidos integracionistas está lleno el mundo, y de cantautores humildes.

Así, de espaldas a Virtudes, de guitarra a Maceo, un tipo barbudo, feliz y quieto, como si todo él fuera una caja de música, nos arregló la existencia. Y nosotros, al fin vibrando, vacías las calles, despiertos los vecinos, los creyentes, los ateos, los intelectuales, los desempleados, los fanáticos, los profundos, los cursis, toda esa gente que se va a morir un día, hecha una masa por amor al arte, a lo distinto, a lo bueno.

«La Iglesia no es para guarachar», dirían mis antepasados protestantes si me vieran mover los pies en el umbral de un templo; mas bienvenida la quebradura de hueso o el orzuelo en el ojo, si a cambio vivo otra noche como la del veintinueve de noviembre, en la celebración del Día Jovén de la Diócesis, donde me importe un comino que Pinar no sea París.

ferrer2.jpg (43403 bytes)

El Obispo José Siro, con un apretón de manos, agradece la actuación.


EN EL JARDÍN...

MEMORIA DE DULCE MARÍA LOYNAZ

 

El 96 cumpleaños de la poetisa cubana fue recordado por sus familiares y amigos junto a estudiosos y admiradores de su obra.

La mañana del 10 de diciembre comenzó con la celebración de una Misa de Requiem por la Loynaz presidida por el P. Manuel Uña, o.p., en la Parroquia de San Juan de Letrán. «Vitral» publica la homilía pronunciada durante esa Eucaristía (Página siguiente).

Una peregrinación hasta su tumba en el Cementerio de Colón condujo a un grupo de cercanos a aquella cubana raigal hasta la memoria de sus restos donde la plegaria y las flores afianzaron la certeza de que «Amor es resucitar».

Al filo de las 10 de la mañana el edificio de la bicentenaria Sociedad Económica de Amigos del País acogía la celebración del II Coloquio «En el Jardín» en el que, sin muchas formalidades, y con cierto aire de desenfado, fueron sucediéndose varios trabajos sobre la autora de «Poemas sin nombre», algunos de los cuales alcanzaban la altura de verdadera creación.

No obstante, la reiteración de algunas temáticas y la falta de cierto «hilo de coherencia» no perturbaron ese ambiente fraterno, cordial y cubano que el amigo Marcelo, alma y vida, del proyecto supo impregnarle con la maestría de su empatía.


¡RESUCITO!

HOMILÍA EN EL CUMPLEAÑOS DE D.M. LOYNAZ

10 de diciembre de 1998

por P. Manuel Uña, O.P.

 

«Ví un cielo nuevo y una tierra nueva...» (Ap. 21,1)

«He aquí que yo hago todas las cosas» (Ap. 21,5)

 

Buenos días, María del Carmen, sobrina de Dulce María, Marcelo, coordinador del proyecto Jardín, admiradores estudiosos y amigos del Dulce María, hermanos: Monseñor José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río, casi desde que me conoció quiso reconocerme como amigo. Esta mañana a Uds. les diré algo más. El amigo, además de confiar en el amigo, le confía el que presida esta Eucaristía que celebro con Uds. en el Aniversario del nacimiento de Dulce María Loynaz.

Abrió los ojos, y un 10 de diciembre entró en nuestra historia. Dios le regaló el tiempo y la vida... y los amigos. Ustedes son sus amigos, sus admiradores. Con ustedes conversaba, compartía lo que era y vivía...

La vida hay que celebrarla. Hoy celebramos el aniversario del nacimiento de Dulce María. Sin celebración ningún tipo de vida puede florecer. Ella hizo un gran recorrido en el tiempo... Cantó a la vida... Supo cuidar la tierra y plantas del jardín que era ella, y las del jardín de su casa. Lo hizo con ternura y delicadeza, bien enraizada en su Isla y amante de sus bellezas y personas. Mientras lo cuidaba conversaba y regalaba aliento, comprensión y sonrisas. Ustedes cuidadosamente estudian su obra y buscan recuperar la casa-jardín y mantienen viva su memoria.

La palabra de Dios nos relata cÓmo cuando comenzaba el alborear de la creación en el jardín había cosas y también un árbol, que era el árbol de la vida (Gn, 2,3 s). Dios creador y jardinero no pudo hacer mejor cosa que sembrar vida... El era la VIDA. Señor y dador de vida, derrochador de vida. Se gozaba dándola y compartiéndola.

Un día nació para que tuviéramos más vida. Resucitó para que nuestra vida fuera más plena. «Nadie me quita la vida, la doy yo, nos dijo Jesús».

Ella nos diría que se quedó fuera del tiempo... Esta mañana sí la recordamos fuera del tiempo, vive la vida de una manera más plena... «La vida que perdura...» Ya no es preciso que me quede aquí... y se fue con el que vive y es la VIDA.

Ya está en el mundo nuevo donde no hay dolor, ni guerras, ni llantos y disfruta de aquel que hace nuevas todas las cosas.

Cada día es nuevo; cada día es un regalo y cada día podemos cantar al Señor un cántico nuevo. Cada día es un alba, un amanecer con una nueva sorpresa.

Nosotros estamos en el tiempo y cada día nos trae su acontecer pero no podemos ser meros espectadores del acontecer de cada día.

Nos creó para que continuemos su obra.

Seamos capaces de recrear y recrearnos.

Continuamos la celebración de la Eucaristía. Que en ella encontremos la fuerza para realizar nuestra tarea.


LA IGLESIA Y LOS DERECHOS HUMANOS

CELEBRACIÓN DIOCESANA DEL 50 ANIVERSARIO

por Sergio Lázaro Cabarrouy

 

 

 

 

 

 

 

 

 

uña2.jpg (23834 bytes)

arriba: El P. Uña durante su conferencia.

debajo: Doctor Salvador Larrúa, Historiador de la Orden,

y el Padre, contestan preguntas de los asistentes.

derecha: Fotocopia (fragmento) gentileza del Sr. Alfredo Felipe Fuentes.

 

El 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue conmemorado el pasado día 10 de diciembre en la casa de las Hijas de la Caridad de esta ciudad. En esta ocasión el P. Manuel Uña, Superior de los Dominicos en Cuba y Prior del Convento de San Juan de Letrán de La Habana, dictó una conferencia sobre la enseñanza del Magisterio de la Iglesia sobre el tema de los Derechos Humanos, así como el papel que ésta ha desarrollado en su defensa a lo largo de la Historia. Al finalizar su exposición el P. Uña intercambió con algunos participantes, especialmente sobre el aporte de la Orden de los Padres dominicos a la defensa y promoción de los derechos del hombre en América y en Cuba al conmemorarse los 100 años del regreso de la Orden a la Isla.

El acto presidido por el Sr. Obispo. Mons. José Siro, comenzó con la reproducción de una grabación de la voz del embajador cubano ante Naciones Unidas, Guy Pérez de Cisneros, en el momento en que proponía a la Asamblea la votación de la Declaración, el 10 de diciembre de 1948. La propuesta de hacer la Declaración fue iniciativa cubana, y el primer borrador había sido elaborado por Ernesto Dihigo, entonces profesor de la Universidad de La Habana.