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septiembre-octubre. año V. No. 27. 1998 |
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NOTICIAS |
¡NO TENGÁIS MIEDO! Palabras de Mons. José Siro González Bacallao en la Clausura de la Cátedra "Juan Pablo II"
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Queridos hermanos todos:
A últimas horas de la tarde del 16 de Octubre de 1978, la chimenea de la Capilla Sixtina dejó escapar finalmente una humareda blanca, pero nadie sabía aún que aquel humo era el de un cañonazo: la ruptura de la tradición de los papas italianos y la elección del primer papa eslavo de la historia presentado por el cónclave del otro lado del telón de acero; inesperada audacia. Los que se hallaban cerca del recién elegido, dicen que permaneció un instante inmóvil, lívido, como muerto. Más tarde, después de que hubiera dado su consentimiento y anunciado que tomaría el nombre de Juan Pablo II, fue conducido a la sacristía de la Capilla Sixtina, allí se le revistió con la sotana blanca, y fue Papa como si lo hubiera sido siempre. Con esta breve reseña, tan interesante y cargada de tanta verdad, comienza su libro "Retrato de Juan Pablo II", André Frossard, uno de los tantos que han escrito sobre el Papa Wojtyla. Un testigo de la primera entrada de este Papa en San Pedro nos cuenta: "La multitud, cuyas olas multicolores llegaban casi hasta el Tíber, esperaba apretujada entre las tenazas de la plaza de San Pedro a un Papa, y vio aparecer de pronto a un pescador de hombres, parecido en todo a uno de aquellos a los que Cristo había llamado a su lado en las orillas del Tiberiades. Diríase que el recién llegado no provenía de Polonia, sino de Galilea, con una red al hombro y el Evangelio bajo el brazo, y que entre él y la tumba de Pedro, secretamente presente bajo la Basílica se había abolido el tiempo. El hombre vestido de blanco que teníamos ante nosotros, tenía la estatura de los apóstoles, y sus primeras palabras "¡No tengáis miedo!", lanzadas con una voz que parecía hacer resonar las campanas de Roma, nos hacía dar fe de ello. Han transcurrido los años con su carga de historia, de alegrías y penas, de dolores y esperanzas, de triunfos y sinsabores, de acontecimientos que han parecido detenerla o precipitarla. Hemos sido testigos de ello. Aquel humo blanco de la famosa chimenea, hizo realidad para nosotros, los cubanos, el encuentro con aquel Papa venido de lejos, que llegó a esta tierra para besarla con emoción y decirnos, como Mensajero de la esperanza y la verdad, "¡No tengan miedo!". La Comisión Católica para la Cultura, durante una larga jornada nos ha ido presentando la figura y personalidad de este Magno Pastor de la Iglesia Universal, que construye día tras día el edificio de la fe y la moral cristiana, que el mundo se empeña en desmantelar al día siguiente. Con esta X sesión de la que hemos llamado Cátedra Juan Pablo II concluimos una serie de encuentros con este extraordinario hombre, prodigiosamente atento a la voluntad de Dios, preocupado por la justicia hasta el crepúsculo, enemigo de la discordia, que perdona al enemigo que le agrede, que habla con ternura a los niños y con respeto y autoridad a los que gobiernan, que tiene para con los enfermos y para todos aquellos que sufren un respeto infinito, porque su misma debilidad les confiere a sus ojos un inmenso poder espiritual, que él lo ha experimentado así en estos últimos tiempos. Aún saboreamos con intenso e inexplicable placer aquella visita inolvidable realizada hace apenas seis meses. No podemos ni debemos olvidar sus sabias y proféticas palabras en el Aula Magna de la Universidad de La Habana: "La Iglesia que acompaña al hombre en su camino, que se abre a la vida social, que busca los espacios para su acción evangelizadora, se acerca, con su palabra y su acción a la cultura". Los restos del padre Varela, que con tanto afecto y devoción se guardan en aquel venerable recinto del Aula Magna, son testigos de las palabras finales del Papa en aquella histórica y única ocasión: "Peregrino en una nación como la suya, con la riqueza de una herencia mestiza y cristiana, confío que en el porvenir los cubanos alcancen una civilización de la justicia y de la solidaridad, de la libertad y de la verdad, una civilización del amor y de la paz, que como decía el Padre Varela "son la base del gran edificio de nuestra felicidad". Ojalá esta Cátedra de Juan Pablo II, motivada y realizada con tanto empeño y devoción, sirva para afincarnos en la certeza de que Dios nos ama intensamente y permanece fiel a sus promesas. Y para que tengamos siempre muy presentes las palabras de San Pablo: "Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres". Muchas Gracias. |
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CON LOS PIES EN LAS NUBES
por Ernesto Ortiz |
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Con los pies encharcados, o la figura ensombrillada, fueron llegando como otros tantos goterones las personas que capearon el inclemente temporal para asistir a dos iniciaciones. La primera, personal: Gleyvis Coro estrenaba el primer libro de su vida; la segunda, colectiva: el Centro de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) comenzaba a cumplimentar el compromiso que en la convocatoria del Concurso Literario Vitral 1998- contrajo con los ganadores. Esta era la causa inmediata de aquella pérdida de la doncellez editorial de Gleyvis: la publicación de un cuadernillo semi-artesanal, modesto, pero que no desentonaba en el ambiente familiar, íntimo, que se fue haciendo círculo de amigos y camada alrededor de esta muchacha equilibrista de palimpsestos, esta "poeta que saca muelas o estomatóloga que escribe versos" según el buen decir de Mons. José Siro, Obispo de Pinar del Río, con cuya alentadora presencia contamos. Y el ánima que se fue induciendo era así de rumorosa, de anecdótica: José Raúl Fraguela leyó unas palabras como de novio; algunos miembros del Jurado que otorgó el Gran Premio comentaron la calidad de las obras concursantes - en general- y las cualidades en particular- de los cuentos que integran "Con los pies en las nubes", para pasar prestos a la gozosa delectación que su lectura les provocó, por el dominio técnico y los matices de una compleja sencillez; habló Jorge Félix como regodeando una gran cacería; hablaron otros... Un fervor compartido que hizo su epicentro silencioso cuando Gleyvis comenzó la etiquetada lectura de rigor; para reanimarse luego, y alargarse más allá de la escampada propicia.
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LECTOR ante el espejo |
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Ocupo esta noche la posición en que hasta justo ayer, ya avanzada la tarde, me aseguraba nunca estaría: frente a un grupo de personas (gracias a Dios amigos), con un libro ajeno entre las manos -debo confesar que en este caso, no tan ajeno-, tratando de decir algo que lo haga más atractivo de lo que su magnífico ropaje editorial y las historias que nos trae -que por supuesto, Uds. aún no conocen- ya lo han hecho. Me lo llevé ayer a casa dispuesto a descubrir sus novedades, y para mi sorpresa, había leído ya casi todos sus cuentos, la autora me los fue pasando a cuentagotas, sin título la mayor parte de las veces, en la medida en que los escribía, a pesar de haberle demostrado con creces que soy un mal censor -¿o quizás por eso?-, a Gleyvis debe serle grato que, salvo algunas pequeñeces, siempre me parezcan bien sus textos. Y es que el talento, sustentado en una poderosa imaginación de esta, mi amiga, rezuma de su prosa tal como lo hace de sus décimas, de su poesía en general. Páginas inquietantes, busconas, lúcidas, trallantes de sugerencias, que tienen el raro, escurridizo hálito de lo trascendente y que, por si fuera poco, poseen el don de conmover... me apunta Galiano, y sus palabras me llevan a pensar que no ando tan errado. Desde ese hombre aferrado a su pared, en quien me place reconocerme hoy en mayor medida que la primera vez que supe de él por Vitral, o ese Terento donde a pesar de la autora, no logro ya encontrarme, porque lejos de tapiar mi ventana, trataré de quitar las tablas con que otros intenten hacerlo (aunque sepa que por ella puede caer al abismo todo cuanto amo, o yo mismo), hasta llegar a Aurora y Vladimiro, cuya locura pretende calmar el carcelero asegurándole que el tiempo de las revoluciones ha terminado, y no sabemos si con éste termina la esperanza porque revolución es cambio -y los necesitamos cada vez más- o comienza, porque no todos los cambios tienen que enmarcarse en una revolución y al futuro se llega también de manera progresiva, ¿dónde el costo mayor?. Lo cierto es que Gleyvis nos atrapa en esa red de aparente transparencia y nos adentramos en la fábula de su mundo, confiados, para a la vuelta de cualquier letra tropezarnos con la realidad, siempre acechante, agresiva y nuestra, que ella no enmascara, sino sencillamente describe a su modo, poniendo en cada rasgo su singular aliento, que es lo que imprime esa nota de inquietud, de búsqueda de que habla el prologador, que trasciende y conmueve. Les invito a correr de la mano de la autora esta aventura con los pies en las nubes, pero con la cabeza bien puesta sobre los hombros, de modo que al llegar al final, no tengan que decir: nada entiendo, sin percatarse de que Gleyvis no habla más que de nosotros mismos, de este acontecer en que nos disolvemos, para emerger luego enriquecidos o empobrecidos por la cotidianidad, en dependencia, solamente, del modo en que nos enfrentemos a ella.
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Para ANDAR con la cabeza en las NUBES |
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A ella la vi por primera vez, hace tres o cuatro años, una tarde de charlas y té en la Casa Loynaz. Estaba en una mesa vecina, asistida por uno de los tantos «maestros de la metáfora»: esos que suelen surgir apenas una muchacha bonita comienza en estos menesteres. Alguien me dijo que escribía versos y no la volví a ver. A principio de este año volvió a aparecer en el mismo lugar. Pero entonces ya yo no recordaba aquella tarde cualquiera en que la vi con su uniforme de la Escuela de Medicina y su rostro de muchacha decimonónica. Me resultó extraño verla entre los narradores. No tenía cara de esas que se suman a la farándula por simple esnobismo. ¿La novia de alguien?, me pregunté. Pero nosotros, a fuerza de ser tan pocos nos conocemos hasta la novia de turno, y no corría la noticia de ninguna nueva conquista de alguno de mis compañeros de armas; fue por eso, o porque me pareció bella; o tal vez por ambas cosas que le pregunté a la salida: Y tú, ¿quién eres? casi seguro de que ella sí me conocía. Nadie, no he escrito nada que valga la pena me contestó con una sonrisa sarcástica, dejándome plantado con diez o doce preguntas por hacerle. Entonces supe que algún día lo escribiría; que su respuesta fue una bofetada a mi petulancia; que su aparente inocencia era una trampa. El penúltimo encuentro fue en igualdad de condiciones: ambos éramos jurados en el Encuentro Municipal de Talleres Literarios de Pinar del Río. Como estábamos en comisiones diferentes, sólo pudimos vernos en el almuerzo. Allí, sentado en su mesa, fascinado por sus encantos, pero sobre todo, por su fino y punzante humor, -que a veces se torna mordaz, y nunca agresivo-, supe que no vivía en una casona colonial con patios interiores húmedos, sombríos y silenciosos como lo había imaginado; que ningún «maestro de la metáfora» (hasta ese momento) logró descifrar sus versos; que monta bicicleta; que saca muelas... Lo que nunca me dijo fue que también escribía prosa. El último encuentro fue con Paula: un seudónimo que me hizo recordar la hija perdida de Isabel Allende. Con el presentimiento de toparme con su fantasma abrí el libro y leí la primera página. Lo hago siempre, no sé si por mala o buena costumbre. Difícilmente el juicio de una primera página sea diferente al resto del libro; no para alguien que puede hacer un magnífico pórtico como el de «Con los pies en las nubes». Felizmente no rondaba en las entrelíneas ningún fantasma, sino una auténtica voz de mujer, sin feminismos a ultranza, pero con esa sensibilidad especial que suelen tener para transformar, para fabular la realidad desde los misteriosos mecanismos de la poesía, sin que se pierda por ello la anécdota. Si, yo soy uno de los responsables de que este libro hoy sea; de que de ahora en adelante cuando algún despistado le pregunte: Y tú, ¿quién eres? Ella conteste: Gleyvis Coro, porque ya escribió algo que vale la pena.
Pinar del Río, 18 de septiembre de 1998. |
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CINISMO Y POÉTICA EXISTENCIAL
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Antístenes El Tracio (ca 450/366 a.C.)
Hace algunos años, por razones del "azar recurrente" de los viajes, la misma colina, el mismo techo que impone una Universidad; conocí de vista a Ernesto Ortiz, que un juguetón y tropofórico grupo de amigos bautizó como el "físico loco" (clara alusión a su carrera y su leptosomía). Tiempo después, en Pinar del Río, tuve un leve reencuentro con él en una tertulia nocturna sobre astros y astrología que el maestro Regueiro animó en algún lugar. Otra vez el "físico loco" volvió a mi léxico y otra vez, por su postura de aquella noche, lució genial a su (nuestro) seudónimo. Ya entonces Ortiz armaba el cuaderno que les presento esta noche y, sin saberlo (ni él ni yo), el azar nos uniría otra vez en una competencia. Tengo que confesar que no supe hasta hace muy poco, que el libro que yo presentaba era el mismo que ganó, me ganó, en el concurso literario de esta institución en 1995. Yo también era un concursante junto a José Félix León (otro "físico iniciático" devenido en "loco"), Joaquín Badajoz, Jesús Borges, Pedro de Jesús, Yamil Díaz G., entre muchos otros que no he descubierto aún; pero todos ellos cercanos a mí antes o después de ese año 1995. ¿Debía renunciar a la presentación de este libro? ¿Tenía que decirle a Ortiz que su petición era absurda porque yo no podía ser mal juez y mala parte al mismo tiempo? En fin, aquí estoy con un cuaderno, cuyo prólogo (de otro amigo: Fabio Murrieta) ya dice lo suficiente en palabras de un conocedor y teórico de la lengua, y del cual Uds. esperan que yo hable (del cuaderno, no de Fabio). Hablaré de los muchos motivos que tiene un poeta joven como Ortiz para dedicarle un poema a la ciudad. No a la ciudad geográfica, no a la urbe, sino al símbolo del lugar de recogimiento, de descanso y a la vez lugar fecundo que inspira cosas como esta: quisiera elevarme sobre la ciudad como un pájaro, un chamán, o la leve pareja que Chagall conoció.
La visión que sigue deja ver la envoltura y la magia que una ciudad, como La Habana1 , deja en quienes, como Ortiz, la vivieron desde lo alto, aunque el poema se titule ciudad que podría ser cualquier ciudad. ¿Y es que estoy presentándoles un poemario de una ciudad inexistente o la existencia de una ciudad en/de la poesía? ¿Es a esta ciudad a la que van los poetas cuando en su geografía no encuentran razones para escapar? ¿Es nocturnal la ciudad? ¿Es interior en lo insular o en lo íntimo esta ciudad? Pero al margen de connotaciones citadinas, NOCHE interior noche ciudad es un poemario de personajes e historias, más que un lamento a la desolación que provoca cualquier intento de urbe. A mí, que he recordado cientos de historias en cada verso, que casi me he reconocido en un parque donde caen las hojas en otoño, en una pareja que enamora en un banco, que me he mojado los pies en la tormenta que asola este siglo; repito, a mí Ortiz me regala una vuelta a ese mundo que fue, no en el tiempo, sino en el espacio. Estoy convencido, y es una advertencia, que para muchas personas estos versos serán fríos, alargados, cerebrales. No tendrán ni pies ni cabeza y resaltarán como ejercicios de una mano culta, inteligente, más que asaltos del espíritu en los momentos de abandono. La causa de esta evaluación será no conocer o no poseer una referencia de una ciudad que todo lo tiene y nada ofrece. Sí, están muy bien terminados, son casi perfectos los poemas, es difícil encontrar remilgos de otras lecturas. Ortiz no ha dejado nada al azar y eso en poesía suele ser mal visto: salvando las excepciones Elliot, Borges, Alexaindre, Lezama. Si bien aparece un e.e. cummingns formal y un simbolismo francés camuflado, este cuaderno es bastante libre como para atreverse, y lograr, el Premio de Poesía que ostenta en esta Colección Laurel de Ediciones Loynaz. Ortiz ha publicado otros poemarios posteriores2 , allí tendrán motivos para extirpar y hacer taller, no en este. Pasan por Ortiz, además de historias cotidianas, aquellos sucesos que marcaron el inicio de los 90: la decadencia económica que trajo a la par caída social y cultural, el desarraigo, los naufragios de las partidas improvisadas, la soledad de la juventud sin fines ni proyectos concretos. Hay un trasfondo místico en la manera de encarar estas problemáticas, pero el poeta habla en primera persona, ya sin miedos a establecer que es él, y no un supuesto, quien adolece de las penurias y martirios. El poeta es atrevido: yo voy a construirme una nación. no pido una mesa espléndida. yo pido alas.3
Otras veces es insolente: yo veo el banquete del Señor y encuentro mi mesa pobre. qué hay digno del sacrificio entre tanta rapiña ávida, ajena a la hoguera que ansía mi ser...
Pero el poeta también es muy terrenal y se tira por el suelo componiendo versos de muchísima pasión que lo descubren joven y frustrado: el telón no baja nunca. Cultura es resumir porcientos, blasfemar del prójimo...
O que traslucen manidas intenciones frente al desarraigo o la identidad: si el ave que planea me acepta quién seré.
O inexperto en el tratamiento de metáforas más sutiles: estoy confundido, divinizado. fue mejor abrir las fronteras del agua?
Con un libro así, que va colmando expectativas y pronósticos y al mismo tiempo resulta un primer intento poético que atisba la luz del túnel editorial; Ortiz tuvo suerte de que salga ahora, pasados tres años, teniendo otros libros publicados; para que el ingenuo lector acepte la propuesta de leer versos "çonstruidos" justamente para hacer catarsis a la manera aristotélica. Es la poesía de este cuaderno una agresión que, desde la descarga emocional del poeta, se puede mezclar fácilmente con las penurias y frustraciones propias y provocar el nacimiento del diábolo, ese elemento cismático que tanto aborrecen los concursos de literatura y que en esta ocasión, estoy seguro, premió a la más cauta de las proposiciones4 , al margen de la mala poesía que pudo presentarse al certámen. Lean pues estos poemas de NOCHE interior noche CIUDAD y recuerden esa ciudad ideal5 que se busca en cada viaje y que cada ciudad nos ayuda a componer con una suma de retazos. Esos retazos coleccionados y soñados, suyos, íntimos y sociales nos los propone, a manera de guiso, Ernesto Ortiz.
NOTAS 1 Y es que no se me escapa el detalle de sus estudios en La Habana, la experiencia de vivir en un rascacielos que domina la ciudad, de contemplar desde lo alto como el Supremo Arquitecto y no a la altura de un ordinario transeúnte. Quien haya tenido esta experiencia y lea estos versos revivirá esos momentos. 2 Cf. Obelisco del Hereje, Colección Pinos Nuevos, Edt. Letras Cubanas, 1996 y Fragmentos del Ojo, Colección Cortalaire, Fundación Jorge Guillén, 1998. 3 La idea de la ciudad vista desde lo alto está reforzada por incontables alusiones al vuelo, las alas, lo elevado, el viaje sobre algo o al cielo, las subidas, las escaleras, los vértigos. 4 Comparados con los poemas del resto de los autores que participaron en esa edición del concurso, y que se han conocido posteriormente; los versos de Ortiz, por su lógica y pensada elaboración, pueden pasar inadvertidos ante las políticas editoriales nuestras. Esta idea justifica también las explicaciones y soportes que construye el Prólogo de Fabio Murrieta. 5 Y no virtual como asegura el título del prólogo, puesto que lo virtual supone algo de existencia aparente; en tanto que lo ideal perdura en la existencia propia de quien lo construye como modelo de perfección. |
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LOS JÓVENES POR LA CULTURA |
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La Asamblea juvenil de Compromiso apostólico, celebrada el pasado mes de agosto en la parroquia de la Caridad, fue ambiente propicio para la creación de un nuevo proyecto. Reflexionando acerca de la desmotivación de nuestros jóvenes, el desarraigo, la falta de un proyecto coherente de vida, surgió la propuesta de crear el Centro Juvenil de Promoción Cultural "P. Félix Varela", que se propone abrir espacios de participación, donde se promuevan las diferentes manifestaciones de la cultura. Seis jóvenes y dos asesores conforman un equipo coordinador, cuyo principal rol es conseguir aglutinar a los jóvenes en torno a proyectos surgidos de entre ellos mismos, además de desbrozar, en esta primera etapa, el camino, para lo cual ha sugerido la formación de dos secciones: Literatura y Comunicaciones, que ya están en plena labor. La presentación se hará el próximo día 17 de octubre en la propia parroquia, donde se ofrecerá un conjunto de actividades para celebrar el Día de la Cultura cubana. La mañana se dedicará a los niños, mientras la sesión vespertina se prepara especialmente para hacer pasar un rato agradable a nuestros abuelos, matizada además, con una feria cultural. El Dr. Eduardo Torres Cuevas, Director de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, dictará una conferencia sobre aportes de la vida y la obra del Padre Félix Varela a la cultura cubana. La noche servirá de escenario a una gala, especie de paseo por el singular camino de nuestra cultura nacional, al que desde ya le invitamos, augurándole toda suerte de agradables momentos. |
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I Taller de Presnsa Escrita |
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La necesidad de comunicarse es inherente al hombre , constantemente intercambiamos mensajes con nuestros semejantes, y es muy fácil, en especial para el cubano medio, decir, de manera a veces irreflexiva, todo aquello que nos viene a la cabeza, incluso a alguien a quien se acaba de conocer. Sin embargo, cuando la intención comunicativa se hace más abarcadora y el hombre quiere compartir con muchas personas, incluso con quienes no conoce, cuando se vale para ello de medios que pueden alcanzar una amplísima difusión, no basta con el interés de decir y el conocimiento del tema; necesita dominar además, ciertas técnicas que hagan asequible, clara y atractiva la información que pretende dar, que sensibilicen a ese gran público a quien se dirige con el acontecimiento que se presenta. Proveernos de esas técnicas, medios y conocimientos sobre los procesos del acto comunicativo, quizás los más elementales, fue el objetivo del I Taller de Prensa Escrita, impartido los días 21 al 23 de agosto pasado en la casa de las Hijas de la Caridad de la ciudad de Pinar del Río, por el periodista Oscar Llanes a quienes, sin formación académica en este campo, intentamos hacer llegar opiniones, hechos, comentarios sobre el acontecer diario a los demás, a través de las publicaciones católicas de nuestra diócesis. Durante las sesiones se ofreció una visión teórica y práctica sobre los géneros de la prensa escrita. Así como nociones elementales de diagramación y diseño de publicaciones periódicas y algunas de las técnicas de obtención, manejo, distribución y consumo de información, entre otros aspectos. En la tarde del 21, los periodistas católicos se reunieron con el equipo coordinador de UCLAP-Cuba (Unión Católica de Prensa) para debatir aspectos relacionados con la labor de la organización en el territorio. Monseñor José Siro González, Obispo de la diócesis, quien dijera las palabras de bienvenida a los participantes en el taller, ofició la misa dominical en la que participamos todos. Fue una jornada intensa, provechosa, que sirvió además para confraternizar con colegas de otras publicaciones e intercambiar experiencias que permitirán, seguramente, mejorar nuestro trabajo. |
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1898-1998: Centenario de la DECLARACIÓN MAMBISA de la Independencia de Cuba
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ACTA DE LA PRIMERA MISA EN ACCIÓN DE GRACIAS, EN EL VIEJO SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD EN EL COBRE, OFRECIDA POR EL ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO LIBERTADOR DE CUBA, EL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1898, UN MES Y DÍAS ANTES DEL TRATADO DE PARÍS.
Calixto García y su Estado Mayor. De pie, de izquierda a derecha: Comandante Federico Funston; Ttes. Coroneles José Portuondo Tamayo y Gonzalo García Vieta; General Calixto García Íñiguez, Comandante Armando Zayas Ochoa; Tte. Coronel. Juan M. Portuondo; Gral. Porfirio Valiente; Cmdte. Francisco Rosado. Sentados: Coronel Eduardo Salazar, Gral. Rafael Portuondo; Tte. Coronel R. Lorié. Delante: Cmdte. Joaquín Escalante; Coronel Martín Poey. /Foto de Raquel Toledano. Archivo de la Cancillería de Obispado de Holguín.
En la villa del Cobre a los ocho días del mes de Septiembre de mil ochocientos noventa y ocho, a las ocho de la mañana, siendo Capellán de este Santuario de Nuestra Señora de la Caridad el Señor Prebendado de la Santa Basílica Metropolitana Don Andrés Ramírez Cobos, se celebró la primera fiesta religiosa en Cuba Libre e Independiente. Asistieron el Señor General de División Agustín Cebreco y Sánchez, acompañado de su Jefe de Estado Mayor el Teniente Coronel Miguel Balanzó y Díaz, Jefe de Sanidad Militar Dr. Guillermo Fernández Mascaró, oficiales de Estado Mayor José L. Espino y Rodríguez, Faustino Lee y Francisco Bonne, Comandante Militar de la Plaza Bartolomé Falcón y General de Brigada Silverio Sánchez Figueras. También asistieron al acto el Coronel del Ejército Americano Henry Osgood, Comandante Gordon y Teniente Rooney. Ocupó la Cátedra Sagrada el Presbítero Desiderio Mesnier, desarrollando el siguiente tema: «El Pueblo Cristiano tiene en María una corredentora, los cubanos tienen en la Virgen de la Caridad una Madre que los enseñará a consolidar una República Cristiana». Y para constancia se firma la presente: Agustín Cebreco Sánchez, General de División /Silverio Sánchez Figuera, General de Brigada / Dr. Guillermo Fernández Mascaró, Coronel Jefe de Sanidad Militar / Miguel Balanzó Díaz, Teniente Coronel, Jefe de Estado Mayor / José L. Espino Rodríguez, Teniente del Estado Mayor / Bartolomé Falcón, Comandante Militar de la Plaza / Ledo Francisco Brioso, Auditor Accidental de la División / Faustino Lee, Sub-Teniente del Estado Mayor / José Francisco Gasso, Capitán del Ejército Cubano / Francisco Bonne, Ayudante de Estado Mayor / Rafael Inciarte, Músico Mayor de la Banda de Música / Desiderio Mesnier Cisneros, sacerdote católico a cuyo cargo estuvo la predicación / Bembenuto Rodríguez, Comandante del Ejército Cubano / Pacual (ilegible) del Ejército Cubano / Ricardo Núñez, Teniente del Ejército Libertador / Ricardo García. / Tomado de la Revista COCUYO (Holguín)
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PÉSAME DEL PAPA JUAN PABLO II por las víctimas del accidente aéreo ocurrido en Quito
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Más de ochenta personas murieron el sábado 29 de agosto en un accidente aéreo en Quito cuando un avión tupolev de la compañía Cubana de Aviación se estrelló e incendió al fallar su intento de despegue. Apenas tuvo conocimiento de la tragedia, el Santo Padre Juan Pablo II quiso expresar su pésame a los familiares de las víctimas. En un telegrama dirigido a monseñor Francesco Canalini, nuncio apostólico en Ecuador, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, dice: Su Santidad Juan Pablo II ha recibido con profundo pesar la triste noticia del accidente de un avión cubano ocurrido en el aeropuerto de Quito, que ha llenado de luto a numerosas familias. El Santo Padre ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos y eleva sus plegarias para que el Señor conceda consuelo y serenidad espiritual a quienes lloran la pérdida de sus seres queridos. Ruego a vuestra excelencia que transmita el sentido pésame de Su Santidad a los familiares de las víctimas y les exprese su paterna solidaridad y sus sentimientos de cercanía, a la vez que les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de esperanza en Cristo resucitado. Asimismo, el cardenal secretario de Estado, en un telegrama análogo, dirigido al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, presidente de la Conferencia episcopal de Cuba, expresó el pésame del Papa a las familias de los cubanos fallecidos. |
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