septiembre-octubre. año V. No. 27. 1998


EDUCACIÓN

CÍVICA

EN CULTURA

el que suma, multiplica

por Dagoberto Valdés

 

 

A la Comisión Católica para la Cultura

 

Hace unos días tuve la oportunidad de ser invitado a un Encuentro Juvenil de Compromiso Apostólico de mi Parroquia. Fui con esperanza y curiosidad. En las encuestas preparatorias la mayoría de los jóvenes expresaba que estaban "desmotivados" y se suponía que en este encuentro se hallaran causas y consecuencias de esa desmotivación, y su remedio.

Salí de la reunión juvenil entusiasmado y también dispuesto a escribir este artículo de educación cívica. Mi entusiasmo nacía de que había logrado descubrir que también desde la cruz de la desmotivación pueden nacer nuevos proyectos de vida. Que no hay que detenerse en los desalientos sino hacer de ellos causa de renovación. La misma asamblea juvenil de compromiso apostólico era ya, antes de empezar, una prueba de que en cristiano la desmotivación es semilla de proyectos y las crisis camino de resurrección.

Pero un detalle, casi insignificante, me levantó la sospecha de que algo faltaba en la base de la formación de estos jóvenes. Esa es la causa de este artículo.

Resulta que un joven, inteligente y aspirante a poeta, se me acerca en confianza y en voz tan baja como pendiente de un hilo me pregunta: "Si proponemos un proyecto juvenil de promoción cultural... ¿la Comisión Católica para la Cultura se opondría...?"

Sin poder dejar de expresar mi asombro le respondí casi atropellando su interrogante: "Pues claro que no,... al contrario." Y acto seguido le espeto la pregunta lógica y buscadora de razones más profundas...: "¿Por qué esta pregunta?" . El muchacho noble, y con una mezcla de alegría y desasosiego me dice como dando por terminada la consulta: "No es por nada... es que pensaba que como ese era su campo. Una cosa como esta se podría ver como una intromisión inadecuada..." Y comenzó a proponer su proyecto de promoción cultural.

Yo no me quedé tranquilo. Quiero compartir esta experiencia con los demás jóvenes que le interese este tema de la cultura y que encuentren que les nacen proyectos culturales ya sea en el ámbito eclesial como en el ámbito social.

Yo creo que parte de la formación cívica que necesitamos es aquella que nos enseña a participar en el mundo amplio, diverso y complejo de la cultura.

En ese mundo, como en muchos otros, la diversidad es signo de riqueza. Y las alternativas son garantía de la posibilidad de opciones. Mientras más iniciativas haya en el mundo de la cultura más se enriquecerá el espíritu humano. A fin de cuentas, la definición misma de cultura –"aquella forma peculiar con la que los hombres expresan y desarrollan sus relaciones con la creación, entre ellos mismos y con Dios"(Juan Pablo II en el Aula Magna)–, tiene en sí el germen y fundamento de la pluralidad de iniciativas.

 Los hombres se expresan de muy diversas maneras y cada grupo humano emite y recibe su mensaje en el código y el "lenguaje" que le es más propio y cercano, más inteligible y cordial. Luego, el cultivo del espíritu del hombre y de sus grupos de relación, que es la esencia de la cultura, puede llevarse a cabo desde diferentes ángulos, en diversos ambientes, desde distintas perspectivas, a partir de diferentes concepciones y edades de la vida. Es difícil que el espíritu humano pueda expresarse de una sola forma, en un único lenguaje, en un ámbito único.

Quien promueve cultura sabe que no lo puede hacer solo, ni exclusivamente, ni de modo intolerante.

Quien desea fortalecer la identidad cultural no puede excluir ninguna faceta de la persona humana. Quien hace capillismos en cultura mutila al hombre, amputa espacios al alma de la nación.

En cultura, tienen el alma más sana quienes perduran en el cultivo de las relaciones y en la apertura de los espacios diversos y complementarios. El vigor de la cultura es su capacidad para abrirse a los más novedosos desafíos. Fortalecer la cultura es abrirla para "encontrar una síntesis con la que todos los cubanos puedan identificarse; buscar el modo de consolidar una identidad cubana armónica que pueda integrar en su seno sus múltiples tradiciones nacionales. La cultura cubana, si está abierta a la Verdad, afianzará su identidad nacional y la hará crecer en humanidad." (Juan Pablo II en el Aula Magna)

Entonces, mi querido y joven amigo, comprendes ahora mi asombro y agobio por tu pregunta. Ya sé que no pensaste en nada de esto. Que lo hacías sólo por no molestar. Que estabas buscando quedar en paz con todos. Pero la paz que buscabas es falsa porque la buscabas eliminando alternativas en lugar de buscar síntesis, acompañamiento y complementariedad de iniciativas. Es más difícil alcanzar estos consensos, pero es más íntegro y leal. Es mejor para la cultura y para fortalecer la identidad personal y nacional.

Fíjate que las letras crecen cuando hay más concursos y escritores, más tertulias y talleres literarios. La música de un país crece cuando hay más grupos musicales, más festivales, más creadores y más diversidad en los géneros. Fíjate también que la cultura culinaria de un país crece y es más fuerte mientras más variedades de platos se inventen y más maestros de cocina presenten su creación de gustos y sabores más variados. ¡Qué aburrida sería la vida si todo fuera igual y único!.

Así fue desde la Creación: el mundo se hizo más habitable, más bello y mejor cuando Dios multiplicó las especies y dijo que no es bueno que el hombre esté solo. Y creó animales y plantas diversos, según sus especies, y aves del cielo y cetáceos del mar, según sus especies, y fieras del bosque y reptiles de la tierra, según sus especies... y Adán diferente a Eva, según su género... y "vio Dios que era muy bueno"(Génesis 1, 31)

Así fue también en el Arca de Noé: dos de cada especie y todas ellas navegaron durante el diluvio y salvaron aquella biodiversidad de la creación. (Génesis 6,9)

Así fue de plural y diversa la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés: "Partos, medos y elamitas, romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, y todos los oían hablar en sus propias lenguas" (Hechos 2, 9-11)

Así debe ser hoy, amigo joven, porque en cultura: quien suma buenas alternativas, multiplica alimentos al espíritu... contribuye al cultivo del alma de la gente con nuevos espacios, y hace crecer a los pueblos en humanidad.