Para casi todos
parece ser un requisito indispensable de cualquier sistema económico en la actualidad, la
sostenibilidad. El desarrollo sostenible se ha convertido, gracias a Dios, en un tema
obligado en todo el mundo cuando de discutir alternativas se trata, y en una imperiosa
necesidad. Por eso nos parece importante que cada vez más personas puedan opinar,
criticar y proponer en relación con el tema.
Sostenibilidad significa permanecer en el tiempo, adelantando. Una sociedad
sostenible es aquella que puede persistir a través de generaciones, que es capaz de mirar
hacia el futuro con la suficiente flexibilidad y sabiduría como para no minar su sistema
físico o social de apoyo.
La sostenibilidad no puede limitarse al aspecto físico sino que debe contemplar
el aspecto social.
Para que una sociedad sea socialmente sostenible la combinación de
población, capital y tecnología debe ser configurada de forma tal que cada persona pueda
crear sus propios medios para lograr alcanzar el nivel material de vida adecuado y seguro
para cada uno, ocupándose la sociedad de atender a aquellas personas que están
imposibilitadas de resolverse sus problemas.
Para que una sociedad sea físicamente sostenible, los insumos
globales materiales y energéticos deben cumplir tres condiciones:
. Que sus tasas de utilización de recursos no excedan sus tasas de
regeneración.
. Que sus tasas de utilización de recursos no renovables no excedan la tasa a la
cual los sustitutos renovables se desarrollan.
. Que sus tasas de emisión de agentes contaminantes no excedan la capacidad de
asimilación del medio ambiente.
Una sociedad sostenible no es una sociedad sin crecimiento: es una
sociedad que crece para desarrollarse
No tiene sentido hablar de una sociedad sin necesidad de verdadero crecimiento
económico. Aunque algunos consideren que la sostenibilidad frena el crecimiento, lo
cierto es que una sociedad sostenible considera el crecimiento como un medio y no como un
fin en sí mismo. Para un desarrollo sostenible es necesario preguntarse, no sólo cómo
crecer, sino a quién beneficia ese crecimiento, cuánto cuesta, a quién le cuesta, a
quién afecta, en qué medida puede ser encajado por las fuentes y sumideros del planeta.
No contribuimos a la sostenibilidad de ninguna economía si consideramos que lo principal
es crecer, pero tampoco lo hacemos considerando que no es importante crecer. En una
sociedad sostenible el desarrollo se produce a un ritmo que permite que las personas se
reajusten y encuentren su sitio en la nueva sociedad, por lo que no se trata de frenar el
crecimiento provocando desaliento sino de encauzarlo y controlar su ritmo.
Una sociedad sostenible no tiene que sostener la pobreza
La sociedad debe crear los mecanismos que permitan que a todos
llegue una parte de la riqueza creada, eliminando la desigualdad en la distribución. Esto
no debe confundirse con el paternalismo ni con el igualitarismo, porque es indispensable
estimular la iniciativa personal y respetar la diversidad de las personas, si queremos
lograr un desarrollo humano integral.
Aunque algunos piensan que el no tener el crecimiento como meta afectaría el
desarrollo de las personas, (que entonces no tendrían aspiraciones, ni retos que los
impulsen a utilizar su imaginación), si logramos cambiar la meta del crecimiento por la
meta del desarrollo y se garantiza el espacio para ello, la sociedad no dejará de tener
aspiraciones, solo que serán distintas y más humanas.
Verdaderamente, para no sostener la pobreza, no basta con las buenas intenciones:
hacen falta acciones. Y en una sociedad que pretenda un desarrollo sostenible, la caridad
no puede ser el único ni el principal medio de lograr la justicia en la distribución. El
sistema económico debe implantar un tejido de relaciones y estructuras que ofrezca
igualdad de oportunidades a todos para desarrollarse y estimular aquellas iniciativas que
contribuyan a que los pobres no se queden fuera de la economía.
Una sociedad sostenible no debe hipotecar el presente por el
futuro
Claro que para sostenerse hay que pensar en el futuro, pero no se trata, como
piensan algunos, de sacrificar el presente para garantizar el futuro ni de pensar primero
en el futuro. Se trata de preocuparse también por el futuro, de manera que atendiendo las
necesidades del presente no se impida que las generaciones futuras también puedan atender
sus necesidades. La Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo concretó la
definición de sostenibilidad con estas palabras:
«Una sociedad sostenible es aquella que atiende las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para hacerse cargo de sus propias
necesidades»
Una sociedad sostenible tiene que ser sustentable
A pesar de que muchos consideran que estos dos conceptos deben usarse
indistintamente, sin discrepar esencialmente, prefiero usar el término sustentabilidad
como condición indispensable para la sostenibilidad. Sustentabilidad significa tener
condiciones para desarrollarse con los propios recursos, con la energía que genera el
propio proyecto, a fin de no depender de fuentes externas. Por supuesto, no depender de
fuentes externas no significa no utilizarlas. La sustentabilidad no significa aislamiento,
por el contrario, implica una mayor libertad para establecer relaciones que la hacen
crecer. Cualquier país debe establecer relaciones de cooperación con el exterior, pero
debe cuidarse la naturaleza de estas relaciones. Para que no entorpezcan su desarrollo
autónomo las relaciones deben ser de interdependencia, que beneficien a todos los que
intervengan en ellas.
¿Cómo contribuir a la sostenibilidad del mundo?
Como quiera que la sostenibilidad es una idea nueva para mucha gente, resulta
provechoso reflexionar sobre ella. No sólo para informar, sino sobre todo para que cada
persona vea cómo puede implantar elementos que ayuden a la sostenibilidad de su propia
vida, de su familia, de la cultura, de un sistema económico o político.
Para lograr tender hacia la sostenibiblidad de una sociedad se necesitan muchos
mecanismos que funcionen de una manera eficiente, pero creo que podemos hablar de tres
pilares fundamentales:
- La eficiencia en la gestión económica.
- Una educación para la flexibilidad y la creatividad.
- Un sistema de leyes que lejos de frenar, garantice el ejercicio de las
libertades.
Cada uno de nosotros puede contribuir a la sostenibilidad de nuestras propias
vidas o de los ambientes en que nos desarrollamos, si estamos conscientes de su
posibilidad e importancia.
De hecho hay mucha gente que se ha entregado al ejercicio de imaginar un mundo
sostenible, que aunque no fuera muy diferente del mundo en que vivimos, podría ser mejor.
«...cómo materializar un mundo sostenible que no sea solo funcional sino
deseable, es una cuestión de liderazgo y ética, así como de visión y de coraje. Esas
son propiedades no de tecnologías, mercados, gobiernos, corporaciones o modelos de
ordenadores, sino del corazón y el alma humanos.»
Bibliografía:
Donella H. Meadows, Dennis L Meadows, Jorgen Randers, «Más allá de los
límites del crecimiento». |