julio-agosto. año V. No. 26. 1998


NOTICIAS
   Mons. Siro y el Santo Padre

Visita de los Obispos cubanos al Santo Padre en Roma

MEMORIAS DE UN ENCUENTRO INOLVIDABLE

por Mons. José Siro González Bacallao

 

 

El domingo siete de junio embarcamos a la Urbe, invitados por el Santo Padre, los obispos cubanos, que saboreando aún la inolvidable visita del Papa a nuestra Patria, nos disponíamos a vivir un nuevo encuentro con el Sucesor de Pedro. El martes 9 cuando las campanas de la Basílica lanzaban al aire el anuncio del Angelus, atravesábamos las estancias vaticanas los doce Obispos que, presididos por nuestro Cardenal Ortega, seríamos recibidos por Juan Pablo II.

Emoción en los corazones, alegría en los semblantes; precedidos por el Responsable de la Casa Pontificia, avanzamos al encuentro del Obispo de Roma, que salía sonriente, aunque cansado por la faena de la mañana, a saludar a sus hermanos los obispos cubanos. Besamos su anillo, nos dio los buenos días y a continuación nos sentamos a escuchar atentos el cordial saludo del Presidente de la Conferencia Episcopal Cubana al Santo Padre, e inmediatamente el fraterno y profundo discurso del Papa que continuaba la línea y el espíritu de sus mensajes en Cuba y ratificaba con sus palabras las fraternas relaciones entre la Santa Sede y la Iglesia Cubana, para darle seguimiento a la visita de Juan Pablo II a la perla de las Antillas. Terminado su mensaje, nos dio de nuevo la bienvenida y nos invitó a un encuentro a la 1:30 para el almuerzo. Sonriente nos repitió «tengan buen apetito». Descansamos un rato contemplando la logia de Rafael y después acudimos presurosos y un tanto inquietos a un nuevo encuentro, en esta ocasión, compartiendo el almuerzo y escuchando atentos las preguntas y respuestas del Papa. Pedí permiso en voz baja al Cardenal Jaime, para hacerle el último cuento cubano al Papa, que lo escuchó con atención y lo rió con gusto. Terminado el almuerzo, al servir el café nos dijo con pausa y empeño «Mañana se encontrarán con la Curia Romana, para dar seguimiento a mi visita a Cuba, y el jueves, fiesta del Corpus, concelebrarán la Eucaristía conmigo, para que el mundo vea a los Obispos Cubanos junto al Papa».

El miércoles 10 a la hora señalada, cuando un antiguo y solemne reloj de columna daba las nueve campanadas éramos saludados por los Sres. Cardenales y Arzobispos que compartirían con nosotros aquella memorable e inusitada reunión en la Sala Bolonia, reservada por la Secretaría de Estado vaticana para muy especiales ocasiones.

Presididos por el Emmo Cardenal Sodano, Secretario de Estado, conformamos aquel solemnísimo foro, trece miembros de la Curia Romana y los doce Obispos Cubanos. Abrió la sesión con una plegaria y una presentación, el Emmo. Sr. Cardenal Sodano que fue dando la palabra, primero a los Obispos Cubanos, comenzando por el Presidente de la COCC el Sr. Cardenal Ortega y así sucesivamente todos los obispos de la Iglesia en Cuba. Tomaban nota los representantes de la Curia Vaticana, que a su vez fueron exponiendo por tuno su parecer e indicaciones, intercalando preguntas y aclaraciones. Duró la sesión cuatro horas, interrumpida por un café y un animoso compartir. Terminado el respetuoso, franco y positivo encuentro, el Sr. Cardenal Sodano dio las gracias y anunció que nos encontraríamos en Santa Marta para compartir un almuerzo. Pocos minutos antes de las 2 de la tarde nos encontramos en el Comedor de la nueva residencia y conversando sonrientes y amistosos compartimos unos y otros en distintas mesas. Tuve la dicha de verme acompañado por el Cardenal Martínez Somalo, a quien conocía del Sínodo de los Religiosos; el Card. Pío Laghi; el Card. Stafford, responsable del Consejo Pontificio para los laicos; y el Arzobispo Cordes, presidente de Cor Unum. Un almuerzo amistoso e interesante, cerraba aquella inolvidable jornada que había programado el Santo padre y que significaba un nuevo hito en el seguimiento de la Visita del Papa a Cuba. Cuánto recordaba yo las palabras pronunciadas en el discurso de bienvenida: «Pueden estar seguros de que la Santa Sede y el Sucesor de San Pedro proseguirán en todo lo que esté a su alcance para que la atención suscitada con ocasión de mi visita no se apague, sino que alcance los frutos esperados por el pueblo cubano»,.

El jueves 11, día de fiesta en el Vaticano por la celebración del Corpus, teníamos nuestro tercer encuentro con el Papa. A las 6:45 pm nos encontramos todos en la Sacristía de la Basílica de San Juan de Letrán, revestidos con los ornamentos para la solemne Eucaristía Papal, aguardamos que llegara el Santo Padre, que minutos antes de las 7 llegaba con paso corto pero firme para revestirse con los sagrados ornamentos. Los ceremonieros dispusieron la procesión y salimos al atrio de la Basílica donde se levantaba un hermoso altar, al que llegamos a besar acompañando al Sumo Pontífice. ¡Qué cosas tienes Señor, decía yo en mis adentros, el Obispo de Pinar del Río concelebrando con el Papa, a quien aplaudía y saludaba delirante una multitud allí congregada para participar en la solemne fiesta. Concluyó la Eucaristía, amenazada todo el tiempo por la lluvia y animada por el fervor popular.

Fuimos de nuevo colocados en lugar de precedencia, cerca de la carroza que transportaba el Stmo Sacramento, llevado por el tembloroso y ya cansado Pastor Universal. Comenzó la bellísima procesión, para mí, la primera procesión de Corpus en que participaba después de casi cuarenta años. Seminaristas, religiosas, clérigos, Obispos, Cardenales e innumerable porción del pueblo de Dios, acompañaban al Señor Sacramentado, al Rey a cuyo honor y gloria se ofrecía este magnífico homenaje. Ya en la plaza de Santa María la Mayor, el Papa bajó del carro preparado al efecto, subió despacio y agotado los escalones que lo separaban del improvisado altar, a donde un diácono transportó la dorada custodia que guardaba la Santísima Hostia.

Emoción en los rostros, rápido latir de los corazones, al ver al Papa llegar casi sin fuerzas, pero con coraje, a los pies del Señor de Señores, al Rey de Reyes, y que ahora bendecía a la muchedumbre arrodillada, empuñando fuerte y reverentemente la bendita custodia.

Brotaron de mis ojos las inevitables lágrimas, latió más rápido mi corazón y contemplé con temblor en los labios y dolor en el alma, aquel Pan Sagrado, Carne y Sangre del Señor que desde acá en la Urbe del Orbe me recordaba los sufrimientos y penas, las traiciones y pecados de mi pueblo, pero que al mismo tiempo me llenaba de esperanzas y consuelo, seguro de que un día no lejano, también este mismo Rey y Señor, recorrería de nuevo las calles de mi Cuba, entre el reír candoroso de los niños, la plegaria callada de los ancianos y las miradas reverentes de los jóvenes. ¡Viva el Papa! Gritó una voz fuerte entre la multitud que coreó el saludo con vivas y aplausos clamorosos y delirantes.

Despacio y con paso inseguro se volvió el Papa hacia la multitud, a la que saludó levantando el brazo y moviendo la mano. Roma es el Papa, pensé para mis adentros, volviendo a la realidad y convencido una vez más que el anciano que conduce la nave de la Iglesia al final del milenio, sabe lo que busca y pretende, la gloria de Dios y la verdadera libertad de los hombres.

 

«Dominus consevet eum et vivificet eum et beatum faciat eum in terra».


 

 

UNA SEGUNDA EDICIÓN

Para que la memoria crezca y se haga renuevo, Ediciones "Vitral" presenta esta segunda edición de la recopilación facsimilar de todos los artículos, críticas, entrevistas, opiniones y reproducción de obras de artistas pinareños de las Artes Plásticas, publicados en la Revista VITRAL desde Junio de 1994 a Junio de 1998, en que celebramos el IV aniversario de la Revista. Ponemos en manos de los estudiosos, promotores culturales y demás interesados en el tema, este Vitral de vitrales en el que se expresan, como el primer día, las intenciones, los sentidos y las formas de los artistas y de sus contemporáneos.

La sección "Galería" ha sido fiel a la intención de nuestra Revista de promover e inscribir en la memoria impresa lo inmarcesible y lo que sólo se puede encontrar en relación directa con la obra en el lienzo y en el alma del autor. Por eso es y será siempre poco, pero la constancia acerca a lo bello y hace bueno el esfuerzo. Sigue abierto este espacio y la acogida para los que aún no se han asomado a esta ventana.

 

Redacción:

Obispado de Pinar del Río. Calle Máximo Gómez No. 160

e/ Ave. Rafael Ferro y Comandante Pinares

Pinar del Río / Cuba Código Postal 20 100

Tel. 23-59 Fax (53-7) 33-53-68


 

 

"El amor del pueblo me ha reedificado"

1859

 

La Iglesia Parroquial de San Hilarión de Guanajay inauguró su Altar Mayor luego de una restauración en la que se destaca una nueva perspectiva del Calvario y la Ciudad de Jerusalem.

El Sr. Obispo Diocesano, Mons. José Siro González, develó una tarja colocada en el pórtico del templo y que rememora la preocupación del pueblo por reedificar su templo en 1859.

Remembranza actualizada y motivada por una Conferencia que dictó el Ing. Dagoberto Valdés sobre el Mensaje del Santo Padre al mundo de la cultura en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

Un inspirado y muy profesional grupo vocal de la Parroquia selló con una joya de cubanísima entraña esta bella e histórica noche de recuerdos y compromisos.

 


 

 

Palabras en la develación de la

TARJA CONMEMORATIVA DE LOS 275 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL SEMINARIO SAN BASILIO MAGNO

por Joan Rovira S.J.

 

Dentro del marco del II Encuentro de Historia, Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana, es para nosotros un gozo grande poder inaugurar esta tarja conmemorativa de los 275 años de la fundación del Seminario de San Basilio Magno.

Por las aulas de este recinto se forjaron desde el año 1722 hasta el 1908 innumerables jóvenes, muchos con la vista fija en el sacerdocio, otros muchos también con el ánimo de crecer humana, cultural y religiosamente en un mundo donde se iban poniendo los cimientos de una patria nueva y esperanzada.

Instituciones como el Seminario San Basilio Magno tienen en Cuba la solidez y la relevancia del fundamento. A la hora de contemplar el edificio ya levantado no nos podemos olvidar de aquello que lo sostiene de raíz y que lo ha configurado de un modo sustancial.

No obstante, el Seminario no es una realidad paralizada en este bronce artístico que nos habla de tiempos pasados, ni es sólo el recuerdo de unas piedras y de sus tejados coloniales, sino un ser vivo que continúa presente con las mismas aspiraciones de antaño, deseoso de colaborar en la formación de un clero cubano en plena sintonía con su pueblo y con una vocación de diálogo cultural en la ciudad y en la región, que lo vio nacer.

Parece mentira, pero Santiago hubiese sido distinto si no hubiese existido el Seminario San Basilio Magno. Y no porque en algún momento de su historia haya movido masas estudiantiles. Siempre el número de sus alumnos fue y continúa siendo escaso. Sino porque, aparte de ser el primer centro de enseñanza superior de la isla de Cuba, como reza nuestra tarja, cosa que sin dudas honra a nuestra ciudad, es y continúa siendo una institución con alma. Hay en ella, desde sus orígenes, la convicción nunca perdida del todo, de que su tarea es irrenunciable. La celebración de este aniversario ha dado pie para que los actuales responsables del Seminario hayan decidido ampliar el ciclo de estudios que hasta ahora impartía y crear el Aula San Basilio Magno, como oferta de diálogo cultural a nuestra ciudad de Santiago.

La tarja que hoy develamos no quiere ser en ningún momento un suspiro de nostalgia sino un hito en el camino que el Seminario se propuso desde su fundación.

Muchas gracias.

 

Viernes 12 de junio de 1998.

 


 

FRAGMENTOS DEL OJO

Publicado por la Editorial "Jorge Guillén", de Valladolid

                    El Editor, Sr. Antonio Piedra, y el autor

por José Raúl Fraguela

 

Refugio y tribuna de la cultura pinareña, la casa de las Hijas de la Caridad abrió sus puertas el pasado veintitrés de julio para lo que constituyó un verdadero acontecimiento de las letras vueltabajeras: la presentación de un nuevo poemario de Ernesto Ortíz.

El Sr. Dagoberto Valdés, Responsable de la Comisión Católica para la Cultura, dijo las palabras de bienvenida, dejando abierta la jornada, con un lirismo poco usual en él, para el disfrute del verbo, el regodeo de la palabra.

Corta resultó la noche para quienes nos reunimos en torno a la poesía de este bardo. Los que conocemos su obra anterior no pudimos evitar comparaciones. Del clamor de una intimidad lacerada por las circunstancias sociales en toda su abarcadora extensión, pasa Ortiz (en tránsito progresivo quizás, si tenemos en cuenta que existe un libro intermedio que, por dificultades de la casa editora, no ha visto aún la luz) a un tono más mesurado, más volcado en sí mismo, y con notables diferencias en lo formal respecto a su obra anterior, tanto, que algunos, incluído su presentador de esa noche, el también poeta y ensayista Esteban Menéndez, han dado ya en apellidar la poesía de "Fragmentos del Ojo" de experimental, y puede que así sea. Yo aseguro solamente que es Poesía. Quienes pudieron adquirir esa noche su libro lo habrán ya comprobado.

No quiero dejar de mencionar la interesante intervención del editor Sr. Antonio Piedra, que ha tendido la mano y desbrozado el camino a otros creadores del patio y que nos introdujo un poco en las motivaciones que lo hermanan a este pedazo de tierra cubana, así como algunos detalles formales (tal vez no tanto) de las publicaciones de la Fundación Jorge Guillén -que preside- relacionadas con Pinar del Río.

Otros amigos expresaron sus parabienes al poeta, y todos degustamos, dichos por él mismo, algunos de sus versos, antes de que terminara la velada en un brindis donde, de manera ya más informal, intercambiamos impresiones y criterios.

Felicidades Ernesto y que, como esperamos todos los amantes del buen verso, este sea sólo el comienzo.