julio-agosto. año V. No. 26. 1998


POESÍA

DÉCIMAS de

Alberto Peraza Ceballos

 

 

 

DISCURSO DEL ESPÍA ANTE UNA MULTITUD CONGREGADA A LAS PUERTAS DEL PARAÍSO

"Van a ser expulsados

del paraíso que les tocó vivir;

y sienten que pueden en cada mañana

ver su árbol,

su parque,

su sol;

como tú y como yo.

No somos Dios.

No nos equivoquemos otra vez".

                                                          Pablo Milanés.

 

 

¿Quién inventó el paraíso?

¿Quién se jugó cara y cruz?

 

Los escombros de la luz

van por un rumbo huidizo.

 

¿Qué furia de andar se hizo

mientras los ojos herían?

 

Tantas manos que querían

Ponerle un traspié a la sombra.

 

Paraíso, ¿quién te nombra?

 

¿Qué locos te absorberían?

¿Quién puso el dedo?

¿Quién puso

la piedra?

¿Quién el camino?

¿A dónde lleva el destino

de los hombres?

¡Qué confuso

se vuelve el orden!

¿Qué intruso

pasó sin dejar las huellas?

 

Hombres

árboles

estrellas...

(Las huellas del caminante

se van haciendo al instante

para regresar por ellas.)

 

Tú yo un parque...

¿cuántas vueltas

se le habrá negado al mundo?

 

Pozo de un miedo profundo

Que nos traga si lo sueltas.

Mundo abajo las resueltas

eternidades del hombre.

(Malos augurios que el hombre

a sí mismo se ha inventado)

El hombre es un rey violado,

el hombre es un rey sin nombre.

 

 

AÚN ME CUESTA CREER EN EL TIEMPO PERO VAS A SER NADA

 

(los hombres siempre sin poder

quitarse la culpa de amar)

a R.A.S.

 

I

Cuánto tendré que callarme

ebrio de acoso en tu olvido.

 

En qué sitio, en qué sentido

pondré el tiempo a vigilarme.

 

Ya no sé si conquistarme

para mí tanta derrota;

 

me llueve el pecho una gota

de un líquido diferente.

 

Mi agua se quedó sin fuente,

y qué es una fuente rota.

 

 

                   II

 

Los pasos quieren oírme

pero me he quedado mudo.

 

Yo soy un hombre desnudo

después de volver sin irme.

 

Me esperabas para herirme

con un descuido en los labios.

 

Los inviernos son más sabios

que toda mi soledad;

 

ellos son la otra mitad

que fueron tú y tus agravios.

 

 

                    III

 

Cuántos inviernos me faltan

para que vuelva el invierno

con sus rayos sin gobierno

que mi soledad asaltan.

 

Cuántos inviernos me faltan

para acercar el futuro,

para derribar el muro

en que dejé de ser yo.

Mis barcos dicen que no

encuentran puerto seguro.

 

 

                     IV

 

Voy a morir de no verme

por los caminos que anduve:

yo estaba en ti pero tuve

mucho miedo de caerme.

Me dio el tiempo y detenerme

se hizo fiebre en mi costado.

Ahora estoy todo mareado

por una silueta extraña.

 

(¿Quién dice que la ola baña

la arena, si se ha marchado

tan pronto que no ha dejado

en la orilla alguna seña?)

 

 

                  V

 

Pero tú,

como quien sueña

haberse sobresaltado;

fuiste amor precipitado

con curvas en la mirada:

un relámpago escapada

del río por sobre el puente.

 

Y de tanto estar ausente

algún día serás nada.

 

 

SOLEDADES QUE ME DI...

 

 

"Soledades que me di,

soledades que me dieron"

Gabriela Mistral.

 

Soledades que me di

Huyendo fiebre y desmayo.

Dulce oscuridad del rayo,

eterna llovizna en mí.

Así me hicieron;

así

las memorias se me fueron,

y aquellos que no pudieron

agujerearme los ojos

deambulan ebrios de hinojos.

(Soledades que me dieron).

 

 

 

ME VOY Y ACASO ESTOY TRISTE...

 

"Me voy y acaso estoy triste

con la soledad que tengo".

Adolfo Martí.

 

Me voy...

y acaso estoy triste

si el tiempo llora mi pena.

Falta miel a la colmena,

a los pichones, alpiste.

Me voy...

y acaso estoy triste

sin saber si voy o vengo.

Entre las manos sostengo

la palabra

-mi destino–

Me voy a hacer un camino

con la soledad que tengo.