marzo-abril. año V. No. 24. 1998


EDUCACIÓN

CÍVICA

 

MÁS VALE

PRECAVER

QUE TENER

QUE LAMENTAR

Dagoberto Valdés

 

Comenzamos una nueva etapa en la vida de la Iglesia y de la nación después de la visita del Papa a Cuba.

Si me preguntaran qué es lo que podemos comenzar a hacer ya. ¿Qué cambios podemos ir favoreciendo para que la visita no sea un paréntesis en la vida de la Iglesia y del País que quedó cerrado el 25 de enero al despegar el avión papal?

Si me preguntaran ¿qué se puede hacer sin esperar a que los espacios que el Papa reclamó una vez más para la Iglesia y para toda la sociedad civil estén plenamente abiertos?

Respondería, sin lugar a dudas: educar, formar personas, enseñar a vivir en democracia. Promover a la persona como protagonista de su propia historia y como ciudadano consciente, activo y capaz de abrir esos espacios de participación.

El Papa nos ha recordado que el Padre Varela consideraba la democracia "como el proyecto político más armónico con la naturaleza humana", resaltando dos exigencias que se derivan de ella: "que haya personas educadas para la libertad y la responsabilidad, con un proyecto ético forjado en su interior..." y, en segundo lugar, "que las relaciones humanas, así como el estilo de convivencia social, favorezcan los debidos espacios donde cada persona pueda... desempeñar el papel histórico que le corresponde para dinamizar el estado de Derecho". (Discurso en la Universidad, nº.4).

Para llegar a alcanzar estas dos exigencias básicas de la democracia lo primero es la educación, la formación ética y cívica. Es posible, es necesaria y es urgente.

Desde hace cinco años nuestra diócesis de Pinar del Río cuenta con este servicio de educación para la libertad y la democracia, inspirados en la doctrina social de la Iglesia, aplicando estas enseñanzas a los diversos ambientes sociales.

El Papa ha confirmado estas urgencias y posibilidad. Abordó cinco veces en sus discursos el tema de la educación cívica como una de las tareas de la Iglesia en Cuba y especialmente del laicado. La formación debe ser integral, por eso a la tradicional enseñanza catequética debe agregarse la formación cívica y ética.

En los discursos y homilías del Santo Padre encontramos la reafirmación de una de las Líneas de acción que el laicado católico había acordado unánimemente en su Asamblea Interdiocesana de noviembre de 1997: "Priorizar la formación ética, religiosa y cívica que favorezcan la reconciliación y la construcción de un proyecto de vida". (Memorias, pág.69).

Recordemos, ahora, las cinco exhortaciones del Papa con relación a este tipo de formación:

- "Los padres, sin esperar que otros le reemplacen en lo que es su responsabilidad, deben poder escoger para sus hijos el estilo pedagógico, los contenidos éticos y cívicos y la inspiración religiosa en las que desean formarlos integralmente". (Homilía a la familia en Santa Clara. Nº.6).

- "La Iglesia tiene el deber de dar una formación moral, cívica y religiosa, que ayude a los jóvenes cubanos a crecer en los valores humanos y cristianos, sin miedo y con la perseverancia de una obra educativa que necesita el tiempo, los medios y las instituciones que son propios de esa siembra de virtud y espiritualidad para el bien de la Iglesia y de la Nación". (Homilía a los jóvenes en Camagüey. Nº.3).

- "El mejor legado que se puede hacer a las generaciones futuras es la transmisión de los valores superiores del espíritu. No se trata sólo de salvar algunos de ellos, sino de favorecer una educación ética y cívica que ayude a asumir nuevos valores, a reconstruir el propio carácter y el alma social sobre la base de la educación para la libertad, la justicia social y la responsabilidad. En este camino, la Iglesia, que es "experta en humanidad", se ofrece para acompañar a los jóvenes..." (Mensaje a los jóvenes cubanos, Nº.4).

- "El estado, lejos de todo fanatismo o secularismo extremo, debe promover un sereno clima social y una legislación adecuada que permita a cada persona y a cada confesión religiosa vivir libremente su fe, expresarla en los ámbitos de la vida pública y contar con los medios y espacios suficientes para aportar a la vida nacional sus riquezas espirituales, morales y cívicas". (Homilía en la Habana, Nº.4).

- "A este sector de la población hay que cuidarlo con esmero, facilitándole una adecuada formación catequética, moral y cívica que complete en los jóvenes el necesario "suplemento de alma" que les permita remediar la pérdida de valores y de sentido en sus vidas con una sólida formación humana y cristiana". (Mensaje a los Obispos cubanos. Nº.5).

 

Al reunir así estas enseñanzas del Santo Padre podremos valorar mejor la importancia que el papa atribuye a este tipo de enseñanza. Además,  destaca los protagonistas de esta tarea educativa: Los padres, la Iglesia, el estado, los jóvenes.

Dice, además, que el mejor legado que todos podemos hacer a las    generaciones futuras es transmitir los valores del espíritu a través de la educación ética y cívica.

Ahora nos toca a nosotros, los cubanos todos, la familia, los jóvenes, la      Iglesia, y el Estado, responder a este desafío que nos ha planteado el Papa   Juan Pablo II.

Creo que está claro que buena parte del futuro de Cuba depende de este esfuerzo de educación para la libertad, la responsabilidad y la democracia, y para esto no hay que esperar que cambie nada, ni que venga nadie, ni que el mundo se abra... lo único necesario es tomar conciencia de esta urgente necesidad y ponerla en práctica.

Fijémonos bien, cuando el Padre Varela no pudo hacer nada más por la libertad de Cuba... "se dedicó a formar personas, hombres de conciencia, que no fueran soberbios con los débiles, ni débiles con los poderosos". (Discurso del Papa al mundo de la cultura en la Universidad de La Habana, Nº.4).

Ahora podemos decir nosotros:

Si queremos que Cuba cambie y se abra al mundo, hay que formarse y contribuir a la formación moral y cívica de los demás.

Aunque el refrán popular dice que " nadie escarmienta por cabeza ajena", y que "cada cabeza es un mundo" y que "todo el mundo es diferente" y que "Cuba no se parece a nadie", por lo menos, escuchemos las lecciones de la historia y luego... "que cada cual haga con su cabeza lo que le parezcan mejor ".

En los países de Europa del Este y la antigua Unión Soviética, al caer el sistema socialista pareció como que comenzaba a surgir la corrupción, la violencia, la mafia y la indiferencia cívica... Todo el que tenga dos dedos de frente sabe que estos males sociales no surgen de un día para otro.

Lo que pasó fue que al destaparse la verdad, al encender la luz de la transparencia de la información, al tener libertad de expresión y de prensa... todo lo que estaba en el sótano se gritó desde las azoteas, y todo un mundo subterráneo de negocios ilícitos, corrupción, dobles ciudadana y aburrimiento de todo lo político por exceso de propaganda repetitiva y vacía de realidad, todo lo que se venía haciendo y "resolviendo" en la ilegalidad, emergió a la superficie... como el cadáver de un ahogado que flota al poco tiempo... y el desorden de la transición favoreció el espectáculo macabro y la organización de la delincuencia que ya existía en el traspatio del anterior sistema. Por otro lado, el nuevo sistema sociopolítico que allí surgió favorece, de alguna manera, esa misma corrupción y violencia por su carácter individualista y su falso concepto de la libertad.

Algo parecido puede pasar en Cuba. Estamos a punto de evitarlo o disminuir sus efectos. Ahora todavía hay tiempo para la formación ética y cívica y no sólo lamentarnos de la pérdida de valores y de las motivaciones profundas.

Miremos la cara de la gente que participa por obligación, para que lo apunten en una lista, en alguna actividad, estos pueden ser los que después no querrán saber nada de participación libre en la política. En sus ojos encontramos la semilla de la indiferencia y el abstencionismo de mañana.

Miremos a la cara de los que hoy "resuelven" de todo en un país donde falta de todo y están viviendo del negocio ilícito que todo el mundo sabe y la autoridad conoce, estos pueden ser después los que organizarán la corrupción a gran escala y sobornarán al país.

Miremos a la cara de los que hoy fomentan la violencia entre ciudadanos, y miremos también a otros que hacen del crimen la única salida para sus problemas familiares o sociales, estos pueden ser los que después harán del crimen una mafia organizada.

Estoy seguro que la mayoría de los cubanos, entre los que me cuento, no queremos que esto suceda jamás. Eso mismo querían muchos hermanos del campo socialista, pero no actuaron a tiempo.

Estoy seguro que muchos cubanos, entre los que me cuento, sabemos que en Cuba la cosa será distinta, que somos un pueblo noble y pacífico. Pero la realidad de lo que estamos viendo y viviendo se empecina en demostrarnos lo contrario.

Estoy seguro que muchos cubanos, entre los que me cuento, están haciendo algo para evitar este desastre social y no escondemos la cabeza como el avestruz ante la posibilidad que ocurra. Estos serán los que más trabajo tengan en el mañana.

Pero hay otros cubanos que esconden la cabeza pretextando que eso nunca sucederá. Estos serán los más sorprendidos.

Otros vacían sus cabezas con alcohol o sexo para gozar hoy lo que se pueda y dejar el mañana que venga solo. Otros ponen su cabeza a pensar como reprimir, controlar, vigilar, castigar, disciplinar sin comprender que aunque su servicio social es indispensable en toda sociedad, lo más importante es prevenir, educar, encontrar la raíz del crimen y sacarlo de cuajo. Estos tendrán que cambiar de métodos.

... Otros montan sus cabezas en una balsa, en un avión o lo colocan en un bombo para huir de lo que hay y de lo que viene... Estos serán los más olvidadizos con respecto a Cuba. Otros arreglan sus cabezas por dentro y por fuera, cortar el pelo y las ideas, afeitan la barba y los sueños, cambian de uniforme y se montan en una reluciente "furgoneta" –que así llaman en las firmas a las güagüitas- y se exilian en los oasis que, en el interior del país, permiten a algunos tranquilizar y asegurar sus cabezas, su futuro y sus estómagos. Estos serán los primeros que llegarán al futuro... y ya sabemos con qué criterios y estilo llegarán.

Todos necesitamos empezar ahora. Para evitar aquello que casi nadie quiere para un pueblo tan noble y digno. Estoy seguro que lo podremos hacer juntos, y que «Más vale precaver que tener que lamentar». El futuro ya no será igual pero ¿cómo será?; eso depende de nosotros.

Por este camino se decide el futuro de Cuba. Sin educación ética y cívica, nuevos autoritarismos y corrupciones saldrán a flote y los lamentos de entonces no harán regresar el tiempo que perdamos ahora.

En serio: ¡Cuba lo necesita ya!