marzo-abril. año V. No. 24. 1998


NOTICIAS

Afiche realizado por Yenia María


 

 

Premio de la Unión Católica Internacional de Prensa a PALABRA NUEVA

           La Habana, 30 de marzo de 1998.

 

A los Señores Obispos

y a los Directores de Publicaciones.

 

Estimados hermanos en Cristo:

 

Con gran alegría comparto con todos ustedes una noticia.

En el día de hoy, he recibido una carta del Señor Joseph Chittilappilly, Secretario General de la Unión Católica Internacional de Prensa (UCIP), en la cual me comunica que, en reunión celebrada en Luxemburgo la pasada semana, el Consejo de UCIP ha decidido, por acuerdo unánime, conceder a la revista Palabra Nueva el premio Medalla de Oro de la UCIP 1998.

Sé que hay muchas publicaciones católicas en el mundo, miembros también de UCIP y candidatas como nosotros a este premio, que podían haberlo merecido, tal vez mucho más que nuestra modesta publicación. Incluso de nuestro país, otras publicaciones pueden ser también merecedoras directas de este premio, no tengo dudas al respecto. Veo sin embargo, en este premio, el reconocimiento no sólo a Palabra Nueva, sino a todas las publicaciones católicas de Cuba, a todos los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y, especialmente, a los laicos. El esfuerzo que se realiza para mantener en circulación nuestras publicaciones es grande, pero el mérito es mayor. Esa es nuestra misión como hombre y mujeres de la Iglesia Católica que peregrina en Cuba.

Me gustaría que sintieran como propio este reconocimiento, así lo sentimos por acá al comunicarles esta alegría.

Recuerdo ahora de modo especial las palabras del Santo Padre en la Catedral de La Habana: "...es de desear que las publicaciones católicas ...puedan disponer de los medios necesarios para servir mejor a toda la sociedad cubana. Los animo a seguir en este camino, que es expresión de la vitalidad de los fieles y de su genuina vocación cristiana al servicio de la verdad y de Cuba".

Estimulado por todo lo anterior, con la esperanza de continuar sirviendo a nuestra Iglesia y nuevo pueblo, en unión del Consejo de Redacción les abrazo, en Jesucristo.

Atentamente,

Orlando Márquez

Director

Palabra Nueva.

 
"Vitral se une al regocijo de los hermanos de "Palabra Nueva" y comparte con ellos no sólo la alegría sino el compromiso que supone para todas las publicaciones católicas de Cuba este premio Internacional.

F E L I C I D A D E S

                                   Consejo de Redacción de Vitral

 

Una MEMORIA:

para los que no tienen ojos para ver...

                                      Dagoberto Valdés

 

A Dulce María Loynaz, de los pinareños...
 

Las campanas doblan al paso de los amigos; y sube la mañana que clarea en el alba del Obispo. Nos acercamos lentamente al lugar del descanso y la luz. Los amigos arropan la losa sin nombre y colocan sobre ella la figura entrañable y el poema sin incertidumbres, y el nombre que dio luz a los versos.

"A Dulce María Loynaz, de los pinareños". He aquí la ofrenda, que se desgrana en oraciones: "Dale, Señor, el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua".

De esa luz amanecía el 10 de diciembre de 1902. Este otro diciembre de 95 luces aclaraba el anonimato de una tumba donde el amor se abraza al verso y desde una porcelana se perpetua la sonrisa de la que presidió la Lengua en la Academia y hoy vive junto al Verbo Eterno para recordarnos con su implacable dulzura: "Amar es perdonar". Junto a los amigos de Pinar del Río que llevaban el fino mármol de la memoria, la figura y el nombre que identifica el lugar del encuentro, estaba el Sr. Obispo de Pinar del Río, Mons. José Siro González; el primer secretario de la Nunciatura Apostólica en Cuba, Mons. Santo; la Sra. María del Carmen, sobrina y ángel de la Loynaz; el Sr. Aldo Martínez Malo albacea literario y amigo; el Sr. Marcelo, del Proyecto Jardín; el Ing. Dagoberto Valdés, de la Comisión Católica para la Cultura; el poeta Pablo Armando Fernández y otras personalidades del mundo de la cultura.

El prelado, cubierto con estola morada y cruz pectoral, desgranaba sosegadamente el responso ritual de los aniversarios: sobre la fría losa caían los rayos del sol en plena carrera hacia la cúpula de la Capilla del cementerio, corazón de la cruz de caminos que confluyen en el fresco de la Resurrección de Cristo. "Soplo de mi barro: Tú me diste estos pies... Dime por qué hiciste tantos caminos si tú solo eras el Camino, y la Verdad, y la Vida"

Flores de manos silenciosas y amigas contestaron a las oraciones de la paz y con rostro y nombre, la tumba, tibia ya de sol, plegaria y corazones hablaba con resucitada elocuencia desde la Casa del Padre: "Era tu voz, tu misma voz única e inextinguible siempre que me envolvía, que me cercaba, que me doblegaba el alma recia, súbitamente estremecida... Era tu voz, tu misma voz de fuego y agua y huracán. Pero yo miraba temblando en torno mío, y sólo veía las desnudas paredes del silencio".

Entre esas paredes sin resonancias regresamos al bullicio sin voz del mundo que dejaste que, acostumbrado como está a borrar rostros y crear vacíos, había olvidado, no más, poner sobre tu memoria el redundante recuerdo de tu nombre, tu rostro y tu verso, sabiendo que esto servirá solo a los que no "tienen oídos para oír" tu voz, "ni ojos para ver" tu verdad resucitada... porque "Amar es resucitar".

 

Tomado del No. 2 de la Revista deLIRAS


Testamento Espiritual del

Cardenal EDUARDO PIRONIO

Como hemos prometido en el número 23 de la Revista, publicamos en esta íntegramente el Testamento Espiritual del Cardenal Pironio

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén! ¡Magníficat!

Fui bautizado en nombre de la Trinidad santísima; creí firmemente en ella, por la misericordia de Dios; gusté su presencia amorosa en la pequeñez de mi alma (me sentí inhabitado por la Trinidad). Ahora entro "en la alegría de mi Señor", en la contemplación directa, "cara a cara", de la Trinidad. Hasta ahora "peregriné lejos del Señor", ahora "lo veo tal cual él es". Soy feliz. ¡Magnificat!

"Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre". Gracias, Señor y Dios mío, Padre de las misericordias, porque me llamas y me esperas. Porque me abrazas en la alegría de tu perdón.

No quiero que lloren mi partida. "Si me amáis, os alegraréis: porque me voy al Padre". Sólo pido que me sigan acompañando con su cariño y oración y que recen mucho por mi alma.

¡Magnificat! Me pongo en el corazón de María, mi buena Madre, la Virgen fiel, para que me ayude a dar gracias al Padre y a pedir perdón por mis innumerables pecados.

¡Magnificat! Te doy gracias, Padre, por el don de la vida. ¡Qué lindo es vivir! Tú nos hiciste, Señor, para la vida. La amo, la ofrezco, la espero. Tú eres la vida, como fuiste siempre mi verdad y mi camino.

¡Magníficat! Doy gracias al Padre por el don inapreciable de mi bautismo, que me hizo hijo de Dios y templo vivo de la Trinidad. Me duele no haber realizado bien mi vocación bautismal a la santidad.

¡Magnificat! Agradezco al Señor por mi sacerdocio. Me he sentido extraordinariamente feliz de ser sacerdote y quisiera transmitir esta alegría profunda a los jóvenes de hoy, como mi mejor testamento y herencia. El Señor fue bueno conmigo. Que las almas que hayan recibido la presencia de Jesús por mi ministerio sacerdotal recen por mi eterno descanso. Pido perdón, con toda mi alma, por el bien que he dejado de hacer como sacerdote. Soy plenamente consciente de que ha habido muchos pecados de omisión en mi sacerdocio, por no haber sido yo generosamente lo que debiera frente al Señor. Quizás ahora, al morir, empiece a ser verdaderamente útil: "Si el grano de trigo... cae en tierra y muere, entonces produce mucho fruto". Mi vida sacerdotal estuvo siempre marcada por tres amores y presencias: el Padre, María santísima, la cruz.

¡Magnificat! Doy gracias a Dios por mi ministerio de servicio en el episcopado. ¡Qué bueno ha sido Dios conmigo! He querido ser "padre, hermano y amigo" de los sacerdotes, religiosos y religiosas, de todo el pueblo de Dios. He querido ser una simple presencia de "Cristo, esperanza de la gloria". Lo he querido ser siempre, en los diversos servicios que Dios me ha pedido como obispo: auxiliar de La Plata, administrador apostólico de Avellaneda, secretario general y presidente del Celam, obispo de Mar del Plata y luego, por disposición del papa Pablo VI, prefecto de la Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares y, finalmente, por benigna disposición del Papa Juan Pablo II, presidente del Pontificio Consejo para los laicos. Me duele no haber sido más útil como obispo, haber defraudado la esperanza de muchos y la confianza de mis queridísimos padres los Papas Pablo VI y Juan Pablo II. Pero acepto con alegría mi pobreza. Quiero morir con un alma enteramente pobre.

Quiero manifestar mi agradecimiento al Santo Padre Juan Pablo II por haberme confiado, en abril de 1984, la animación de los fieles laicos. De ellos depende, inmediatamente, la construcción de la "civilización del amor". Los quiero enormemente, los abrazo y los bendigo; y agradezco al Papa su confianza y su cariño.

¡Magnificat! Doy gracias a Dios que, por el Santo Padre Pablo VI, me ha llamado a servir a la Iglesia universal en el privilegiado campo de la vida consagrada. ¡Cómo los quiero a los religiosos y religiosas y a todos los laicos consagrados en el mundo! ¡Cómo pido a María santísima por ellos! ¡Cómo ofrezco hoy con alegría mi vida por su fidelidad! Soy cardenal de la santa Iglesia. Doy gracias al querido Santo Padre Pablo VI por este nombramiento inmerecido. Doy gracias al Señor por haberme hecho comprender que el cardenalato es una vocación al martirio, un llamado al servicio pastoral y una forma más honda de paternidad espiritual. Me siento así feliz de ser mártir, de ser pastor, de ser padre.

¡Magnificat! Agradezco al Señor el privilegio de su cruz. Me siento felicísimo de haber sufrido mucho. Sólo me duele no haber sufrido bien y no haber saboreado siempre en silencio mi cruz. Deseo que, al menos ahora, mi cruz comience a ser luminosa y fecunda. Que nadie se sienta culpable de haberme hecho sufrir, porque han sido instrumento providencial de un Padre que me amó mucho. ¡Yo sí pido perdón, con toda mi alma, porque hice sufrir a tantos!

¡Magnificat! Agradezco al Señor que me haya hecho comprender el misterio de María en el misterio de Jesús y que la Virgen haya estado tan presente en mi vida personal y en mi ministerio. A ella le debo todo. Confieso que la fecundidad de mi palabra se la debo a ella. Y que mis grandes fechas –de cruz y de alegría- fueron siempre fechas marianas.

¡Magnificat! Agradezco al Señor que mi ministerio se haya desarrollado casi siempre, de un modo privilegiado, al servicio de sacerdotes y seminaristas, de religiosos y religiosas, y últimamente de los fieles laicos. A los sacerdotes a quienes, en mi largo ministerio, pude hacerles algo de bien les ruego la caridad de una misa por mi alma. A todos les agradezco el don de su amistad sacerdotal. A los queridos seminaristas –a todos los que Dios puso un día en mi camino- les auguro un sacerdocio santo y fecundo: que sean almas de oración, que saboreen la cruz, que amen al Padre y a María. A los queridísimos religiosos y religiosas, "mi gloria y mi corona", les pido que vivan con alegría honda su consagración y su misión. Lo mismo les digo a los queridísimos laicos consagrados en la providencial llamada de los institutos seculares. A todos les pido que perdonen mis malos ejemplos y pecados de omisión.

¡Magnificat! Doy gracias a Dios por haber podido gastar mis pobres fuerzas y talentos en la entrega a los queridos laicos, cuya amistad y testimonio me han enriquecido espiritualmente. He querido mucho a la Acción católica. Si no hice más es porque no he sabido hacerlo. Dios me concedió trabajar con los laicos desde la sencillez campesina de Mercedes (Argentina) hasta el Pontificio Consejo para los laicos. ¡Magnificat!

Pido perdón a Dios por mis innumerables pecados, a la Iglesia por no haberla servido más generosamente, a las almas por no haberlas amado más heroica y concretamente. Si he ofendido a alguien, le pido que me perdone: quiero partir con la conciencia tranquila. Y si alguien cree haberme ofendido, quiero que sienta la alegría de mi perdón y de mi abrazo fraterno.

Agradezco a todos su amistad y confianza. Agradezco a mis queridos padres –a quienes ahora encontraré en el cielo- la fe que me transmitieron. Agradezco a todos mis hermanos su compañía espiritual y su cariño, especialmente a mi hermana Zulema.

Amo con toda mi alma al Papa Juan Pablo II, le renuevo mi entera disponibilidad, le pido perdón por todo lo que no supe hacer como prefecto de la Congregación para los religiosos y los institutos seculares y como presidente del Pontificio Consejo para los laicos. Dios es testigo de mi absoluta entrega y de mi total buena voluntad. Le agradezco la delicadeza y la bondad de haberme querido nombrar cardenal obispo de la diócesis suburbicaria de Sabina-Poggio Mirteto.

Renuevo a las queridas Siervas de Cristo Sacerdote, que me acompañaron durante tantos años, toda mi gratitud, mi cariño paternal y mi profunda veneración por su vocación específica, tan providencial en la Iglesia. Las quiero mucho, rezo por ellas y las bendigo en Cristo y María santísima.

Agradezco a mi querido y fiel secretario, el rev. p. Fernando Vérgez, legionario de Cristo, su cariño y su fidelidad, su compañía tan cercana y eficaz, su colaboración, su paciencia y su bondad.

Pido que hagan celebrar misas por mí y rezar por mi alma y las de tantos de quienes nadie se acuerda. De un modo especial quiero que hagan rezar por la santificación de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas y de todas las almas consagradas.

Quiero morir tranquilo y sereno: perdonado por la misericordia del Padre, la bondad maternal de la Iglesia y el cariño y comprensión de mis hermanos. No tengo ningún enemigo, gracias a Dios; no siento rencor ni envidia a nadie. A todos les pido que me perdonen y recen por mí.

¡Hasta reunirnos en la casa del Padre! Los abrazo y bendigo con toda mi alma por última vez en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Los dejo en el corazón de María, la Virgen pobre, contemplativa y fiel. ¡Ave María! A ella le pido: "Al final de este destierro muéstranos el fruto bendito de tu vientre, Jesús"

 

Roma, 11 de febrero de 1996.

Cardenal Eduardo Pironio.

 

Al Servicio de la

Familia Humana

                                                     Dagoberto Valdés

 

Ha llegado a la biblioteca del Centro de Formación Cívica y Religiosa una de las publicaciones más importantes, útiles y necesarias para el trabajo que desarrollamos. Se trata de la Compilación de las Intervenciones de la Santa Sede en las Conferencias Cumbres de la ONU desde 1990 hasta la fecha, editado en Nueva York por la Fundación "The Path to Peace" que fue establecida en 1991 con el propósito de divulgar el mensaje de paz con el cual la Iglesia Católica, a través de las palabras y actividades del Santo Padre y de la Santa Sede, trabaja para hacer realidad las palabras del Cántico de Zacarías: "para guiar nuestros pasos por el camino de la paz." (Lc.1,79)

Esta especie de "Diccionario" de la aplicación internacional del Evangelio social de la Iglesia en la última década cuenta con 960 páginas con un excelente Índice de Materias y palabras de presentación de las más altas autoridades de la Santa Sede en materia de relaciones internacionales: S.E. Angelo Sodano, Secretario de Estado; S.E. Jean-Louis Tauran, secretario para las relaciones con los Estados; S.E. Renato R. Martino, Observador permanente de la Santa Sede en la ONU; y Mons. Carl J. Marucci, editor.

Esta publicación es de obligada consulta por los estudiosos de la Doctrina social de la Iglesia porque incluye los mensajes del Santo Padre y las intervenciones de los cardenales secretarios de Estado y otros enviados especiales de la Santa Sede a las siguientes Cumbres:

 

-Cumbre Mundial del Niño. N.York, 29-30 Sept. 1990

-Conferencia de las Naciones Unidas sobre ecología y desarrollo (Cumbre de la tierra I).

Río de Janeiro, Brasil. 1-13 de Junio de 1992.

-Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos. Viena, Austria. 14-25 Jun.1993.

-Conferencia Mundial sobre desarrollo sostenible de pequeñas islas en desarrollo.

Bridgetown, Barbados. 25 Abril-6 Mayo 1994.

-Conferencia Mundial sobre la reducción de los desastres naturales.

Yokohama, Japón. 23-27 Mayo 1994.

-Conferencia Internacional sobre Población y desarrollo. El Cairo,Egipto.5-13 Sept. 1994.

-Cumbre Mundial sobre Desarrollo social. Copenhague. Dinamarca. 6-12 Marzo 1995.

-IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Beijing, China. 4-15 Septiembre 1995.

-II Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos humanos. (Habitat II) Estambul, Turquía.3-14 Junio 1996.

-Cumbre Mundial de la Alimentación. Roma, Italia. 13-17 Noviembre 1996.

 

Las palabras de Su Excelencia Mons. Tauran en la Presentación sugieren los destinatarios y la vigencia de esta obra: "Es una compilación de las intervenciones oficiales de los representantes de la Santa Sede en las Cumbres y Conferencias de las Naciones Unidas, comenzando por la Cumbre Mundial del Niño en 1990. Esta obra contiene además un extenso apéndice con importantes documentos relacionados con los temas de estas conferencias. La Santa Sede se complace en presentar esta edición que pone a disposición de la comunidad diplomática. Está destinada asimismo a cuantos desean conocer más sobre la posición oficial de la Santa Sede en estos tópicos. Asimismo es un importante documento de trabajo que debería estar al servicio de todos en Seminarios, Universidades y Bibliotecas personales."

"Vitral" tiene el honor de presentar esta obra monumental que permanecerá a consulta de los interesados en su única edición, por el momento, en inglés.


Fotografía: Ernesto Ortiz

De izquierda a derecha: La Doctora Silvia Martínez, el P. Carlos Manuel de Céspedes, el Lic. Arturo López Leví, y el Lic. Dagoberto Valdés

La plenitud de la

CULTURA

                                   Ernesto Ortiz

 

Aquella noche regresaba feliz a su convento, y le daba gracias a Dios, y sentía una gran satisfacción porque la Antorcha que sus hermanos habían colocado en el escudo de la Universidad estaba también en la puerta del Convento de Letrán; rememoraba el P. Uña, Superior de la Orden de los Dominicos en Cuba, en sus palabras de acogida a los asistentes, entre los que se encontraba el Sr. Beniamino Stella, Nuncio Apostólico, otros miembros del cuerpo diplomático, importantes figuras de la cultura habanera y demás personas que desbordaban el Aula Fray Bartolomé de Las Casas. Aula que siendo -desde que abrió sus puertas el 30 de marzo de 1995- «cátedra abierta, lugar de encuentro con cuantas personas se sientan llamadas a abrir caminos para la iniciativa histórica, con coraje y sentido de futuro, diciendo hoy la palabra más esencial de la fe, en conjunción con lo más actual de la historia» recibía esta otra noche a un panel que analizaría el mensaje pronunciado exactamente tres meses antes por el Santo Padre, en el Aula Magna de la Universidad habanera: el mensaje al mundo de la cultura, el «más medular», el que «merece suma atención por la densidad de su contenido» -comentó el moderador, Mons. Carlos Manuel de Céspedes.

Escuchamos los criterios que sobre este memorable encuentro tienen la Sra. Silvia Martínez, Vicedecana Docente de la Facultad de Salud Pública, el Lic. Arturo López Levi, miembro de la Comunidad Hebrea, y el Sr. Dagoberto Valdés, del Centro cívico y religioso de la Diócesis de Pinar del Río. En la composición, y aún en el órden en que intervinieron los panelistas, se pueden suponer modelos de actitud personal y hasta etapas hacia ese proyecto que el Papa nos propone en su mensaje: abrir la cultura a la verdad, para afianzar la identidad nacional y crecer en humanidad.

La Dra. analizó párrafo por párrafo, develándose intenciones, conceptos, como quien quiere pisar terreno firme, como quien teme avanzar, como quien disecciona el órgano para ver de dónde sale aquella maravilla del cuerpo todo vivo. Me agradó la valentía con que expuso sus ideas, sus preguntas. Es la duda, el temor de quienes, crecidos en una visión de la cultura que sólo considera la relación de los hombres con las cosas y entre sí mismos, y no añade la relación con el Absoluto, temen una nueva exclusión en la formación de valores futuros en un pueblo que ya va entreviendo la necesidad de esta relación trascendente.

«Pero Dios está, como en el sueño de Jacob», decía el segundo panelista, que se sintió incluído y llamado al diálogo cultural, haciéndose presente -con su religiosidad no católica- en los componentes que en la nación contribuyan a la creciente humanización de la sociedad. Escuchándolo recordé aquella expresión del pueblo de que libres, el Papa nos quiere a todos libres. A todos. Y para el bien de todos.

Para Crecer en humanidad. No dice que para crecer en «cristiandad» -aclaró en un momento el tercer panelista. Que además mostró de manera bien enjundiosa cómo entiende la Doctrina Social de la Iglesia esa síntesis cultural, y el don de la purificación y la plenitud que se alcanza en un diálogo cultural libre y responsable a nivel de individuos, de estructuras del Estado y de la sociedad civil. Y desdobló el mensaje de Su Santidad al mundo de la Cultura en un proyecto de verbo encarnado, de líneas precisas, de propuestas y acciones concretas, y yo diría que urgentes...

Luego del aplauso final, cuando concluyeron las preguntas y opiniones de los asistentes, comprendí que ni en la noche más oscura del alma, aquella Antorcha dejaría de mostrarnos el camino.


NUEVO de

Ediciones Vitral

 

A unos meses de efectuada la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en Enero de este año, el P. Miguel Jordá, actual párroco de Minas de Matahambre, ha querido entregarnos las homilías y mensajes del Santo Padre en la isla, a través de una de nuestras más ricas raíces, la décima.

Traducidos al lenguaje popular y melódico de la espinela, encontrarán la vía más corta de llegar al corazón de los cubanos.

Se siente en estas décimas(...) el ímpetu de un viento pujante que quiere renovar la faz de esta tierra. El Espíritu que sopla donde quiere y quiere soplar en Cuba encontrará en el corazón de los lectores de estas décimas vela abierta y ensanchada por la andadura caribeña del Sucesor del Pescador de Galilea.

 

EDICIONES VITRAL

Calle Máximo Gómez No. 160 (E)

e/Ave. Rafael Ferro y Cdte. Pinares

Pinar del Río. C.P. 20100. Cuba


Una mirada al GRUPO DE COMPUTACIÓN

 

El pasado lunes 13 de abril tuvo lugar en la Biblioteca Diocesana P. Jaime Manich de esta ciudad el primer encuentro del Grupo Amigos de la Computación, en dicho encuentro tuvo lugar la presentación del grupo y se realizó un panel sobre el impacto de la computación en la vida cotidiana.

El grupo pretende ser un espacio de participación para aquellos que se interesan en el tema, especialmente los que desean iniciarse en el uso de estas técnicas en sus ocupaciones cotidianas.

 


El GRUPO DE EDUCADORES en pos de una COMUNIDAD EDUCATIVA

 

El pasado 15 de abril se celebró en la Parroquia de la Virgen de la Caridad un encuentro de la Comunidad Educativa del Centro de Formación Cívica y Religiosa en el cual se reflexionó sobre las principales necesidades del ambiente educacional en Secundaria Básica y se propusieron diversas iniciativas para promoverlo y mejorarlo. El resultado del trabajo fue, a grandes rasgos:

          Necesidades

.Formación moral y cívica.

.Complementar la formación académica de estudiantes y profesores.

.Desarrollar relaciones escuela-padres-catequistas-estudiantes que sean más profundas que las que ya existen. Comunidad Educativa.

 

Que todos los implicados, especialmente las familias adquieran mayores grados de responsabilidad en la educación.

 

          Iniciativas

.Crear talleres de Etica, Cívica, Método de Estudio, Matemática, Física, Química, Biología y Español.

.Abrir un espacio en Vitral para la Comunidad Educativa.

.Consultoría educativa.

.Convocar reuniones en las escuelas donde se invite a maestros, responsables, catequistas, alumnos y padres para conocer la situación específica de cada lugar y sugerir soluciones, así como distintas iniciativas que promuevan lo que ya se hace.


¡ÚLTIMA HORA!

 

ANTE EL EXECRABLE ASESINATO DE

MONSEÑOR JUAN JOSÉ GERARDI CONEDERA

LA OFICINA DE DERECHOS HUMANOS

DEL ARZOBISPADO DE GUATEMALA

A LA OPINIÓN PÚBLICA NACIONAL E INTERNACIONAL.

 

MANIFIESTA:

 

1. Su profundo dolor e indignación por el cobarde y brutal asesinato del que fue víctima Mons. Gerardi, fundador y Coordinador General de esta Oficina.

2. El domingo 20 de abril alrededor de las 22.00 horas, cuando ingresaba a su casa, tras realizar una visita familiar de rutina, Mons. Gerardi fue atacado por un individuo que no fue identificado. El asesino golpeó en el cerebro a Mons. Gerardi con un trozo de cemento y posteriormente lo remató con el mismo objeto en pleno rostro, desfigurándolo. El individuo regresó diez minutos más tarde cerca del lugar donde cometió el crimen, luego de cambiar su ropa que había quedado salpicada con la sangre de Monseñor. Ningún objeto de valor de su casa, ni del vehículo del cual él descendía en su garaje, ni ninguna pertenencia personal fue tocada por el asesino.

3. Hacía 48 horas Mons. Gerardi había presidido en la Catedral Metropolitana, junto con otros obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala, la entrega pública del informe Guatemala: Nunca Más, que documentó y analizó decenas de miles de casos de violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno. Mons. Gerardi era el obispo coordinador del Proyecto Interdiocesano "Recuperación de la Memoria Histórica".

4. Mons. Gerardi era, desde 1984, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala; de 1967 a 1974 fue obispo de Las Verapaces, donde fue precursor de la Pastoral Indígena; posteriormente fue nombrado obispo de El Quiché, donde tuvo que enfrentar la época de mayor violencia contra la población. Las masacres, las desapariciones forzadas contra la población civil, el asesinato de varios sacerdotes y catequistas, y el acoso inclemente de los militares contra la Iglesia obligó al cierre de la Diócesis de El Quiché en junio de 1980. Semanas antes, Mons. Gerardi había escapado de una emboscada. Siendo presidente de la Conferencia Episcopal, las autoridades le negaron a Mons. Gerardi el ingreso al país y tuvo que permanecer en el exilio durante dos años, hasta 1984. A principios de los años 90 fue delegado por la Conferencia episcopal para acompañar el proceso de paz, junto con Mons. Quezada Toruño.

5. El asesinato de Mons. Gerardi es una agresión despiadada contra la Iglesia de Guatemala -que pierde por primera vez de esa manera violenta a un obispo- y contra todo el pueblo, en particular el católico, y representa un duro golpe al proceso de paz.

6. Demandamos de las autoridades competentes el esclarecimiento de esta tragedia en un plazo que no debe exceder las 72 horas, pues si el patrón de impunidad se extiende a este caso sobre el Gobierno de la República recaerá un grave costo.

7. Al pueblo de Guatemala y a la comunidad internacional les pedimos su decidido apoyo y solidaridad en este difícil momento que atraviesa el pueblo guatemalteco. Este alevoso crimen ha venido a conmocionarnos a todos, pero en esta prueba debemos mantenernos firmes y unidos para impedir que la barbarie y el terror que ha padecido el pueblo guatemalteco se enseñoree sobre Guatemala y nos haga perder más vidas, así como los espacios democráticos que con tanto sacrificio han sido conquistados. Como dijo Mons. Gerardi en su discurso del 24 de abril, con ocasión de la presentación del informe de REMHI: "Queremos contribuir a la construcción de un país distinto. Por eso recuperamos la memoria del pueblo. Este camino estuvo y sigue estando lleno de riesgos, pero la construcción del reino de Dios tiene riesgos y sólo son sus constructores aquellos que tienen fuerza para enfrentarlos".

 

"Bienaventurados los que trabajan por la paz...

los perseguidos por la justicia,

porque de ellos es el reino de los Cielos".

Mateo 5, 9-10

 

Guatemala de la Asunción, 27 de Abril de 1998.


«VITRAL» se une al dolor de la Iglesia por el asesinato de Mons. Girardi, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala, que ha muerto por cumplir su misión profética al servicio de la Iglesia y la nación guatemalteca.

Al mismo tiempo que reprueba el uso de la violencia, eleva sus oraciones al Señor de la Historia, para que la justicia y la paz crezcan en los países latinoamericanos y en el mundo entero.