omenzamos una nueva etapa en la vida de la Iglesia y de la nación
después de la visita del Papa a Cuba.
Si me preguntaran qué es lo que podemos
comenzar a hacer ya. ¿Qué cambios podemos ir favoreciendo para que la visita no sea un
paréntesis en la vida de la Iglesia y del País que quedó cerrado el 25 de enero al
despegar el avión papal?
Si me preguntaran ¿qué se puede hacer sin
esperar a que los espacios que el Papa reclamó una vez más para la Iglesia y para toda
la sociedad civil estén plenamente abiertos?
Respondería, sin lugar a dudas: educar,
formar personas, enseñar a vivir en democracia. Promover a la persona como protagonista
de su propia historia y como ciudadano consciente, activo y capaz de abrir esos espacios
de participación.
El Papa nos ha recordado que el Padre Varela
consideraba la democracia "como el proyecto político más armónico con la
naturaleza humana", resaltando dos exigencias que se derivan de ella: "que haya
personas educadas para la libertad y la responsabilidad, con un proyecto ético forjado en
su interior..." y, en segundo lugar, "que las relaciones humanas, así como el
estilo de convivencia social, favorezcan los debidos espacios donde cada persona pueda...
desempeñar el papel histórico que le corresponde para dinamizar el estado de
Derecho". (Discurso en la Universidad, nº.4).
Para llegar a alcanzar estas dos exigencias
básicas de la democracia lo primero es la educación, la formación ética y cívica. Es
posible, es necesaria y es urgente.
Desde hace cinco años nuestra diócesis de
Pinar del Río cuenta con este servicio de educación para la libertad y la democracia,
inspirados en la doctrina social de la Iglesia, aplicando estas enseñanzas a los diversos
ambientes sociales.
El Papa ha confirmado estas urgencias y
posibilidad. Abordó cinco veces en sus discursos el tema de la educación cívica como
una de las tareas de la Iglesia en Cuba y especialmente del laicado. La formación debe
ser integral, por eso a la tradicional enseñanza catequética debe agregarse la
formación cívica y ética.
En los discursos y homilías del Santo Padre
encontramos la reafirmación de una de las Líneas de acción que el laicado católico
había acordado unánimemente en su Asamblea Interdiocesana de noviembre de 1997:
"Priorizar la formación ética, religiosa y cívica que favorezcan la
reconciliación y la construcción de un proyecto de vida". (Memorias, pág.69).
Recordemos, ahora, las cinco exhortaciones
del Papa con relación a este tipo de formación:
- "Los padres, sin esperar que
otros le reemplacen en lo que es su responsabilidad, deben poder escoger para sus hijos el
estilo pedagógico, los contenidos éticos y cívicos y la inspiración religiosa
en las que desean formarlos integralmente". (Homilía a la familia en Santa Clara.
Nº.6).
- "La Iglesia tiene el deber de
dar una formación moral, cívica y religiosa, que ayude a los jóvenes cubanos a
crecer en los valores humanos y cristianos, sin miedo y con la perseverancia de una obra
educativa que necesita el tiempo, los medios y las instituciones que son propios de esa
siembra de virtud y espiritualidad para el bien de la Iglesia y de la Nación".
(Homilía a los jóvenes en Camagüey. Nº.3).
- "El mejor legado que se puede
hacer a las generaciones futuras es la transmisión de los valores superiores del
espíritu. No se trata sólo de salvar algunos de ellos, sino de favorecer una educación
ética y cívica que ayude a asumir nuevos valores, a reconstruir el propio carácter
y el alma social sobre la base de la educación para la libertad, la justicia social y la
responsabilidad. En este camino, la Iglesia, que es "experta en humanidad", se
ofrece para acompañar a los jóvenes..." (Mensaje a los jóvenes cubanos, Nº.4).
- "El estado, lejos de todo
fanatismo o secularismo extremo, debe promover un sereno clima social y una legislación
adecuada que permita a cada persona y a cada confesión religiosa vivir libremente su fe,
expresarla en los ámbitos de la vida pública y contar con los medios y espacios
suficientes para aportar a la vida nacional sus riquezas espirituales, morales y
cívicas". (Homilía en la Habana, Nº.4).
- "A este sector de la población hay
que cuidarlo con esmero, facilitándole una adecuada formación catequética, moral y
cívica que complete en los jóvenes el necesario "suplemento de
alma" que les permita remediar la pérdida de valores y de sentido en sus vidas con
una sólida formación humana y cristiana". (Mensaje a los Obispos cubanos. Nº.5).

Al
reunir así estas enseñanzas del Santo Padre podremos valorar mejor la importancia que el
papa atribuye a este tipo de enseñanza. Además, destaca los protagonistas de
esta tarea educativa: Los padres, la Iglesia, el estado, los jóvenes.
Dice,
además, que el mejor legado que todos podemos hacer a las generaciones
futuras es transmitir los valores del espíritu a través de la educación ética y
cívica.
Ahora
nos toca a nosotros, los cubanos todos, la familia, los jóvenes,
la Iglesia, y el Estado, responder a este desafío que nos
ha planteado el Papa Juan Pablo II. |
Creo que está claro que buena
parte del futuro de Cuba depende de este esfuerzo de educación para la libertad, la
responsabilidad y la democracia, y para esto no hay que esperar que cambie nada, ni que
venga nadie, ni que el mundo se abra... lo único necesario es tomar conciencia de esta
urgente necesidad y ponerla en práctica.
Fijémonos
bien, cuando el Padre Varela no pudo hacer nada más por la libertad de Cuba... "se
dedicó a formar personas, hombres de conciencia, que no fueran soberbios con los
débiles, ni débiles con los poderosos". (Discurso del Papa al mundo de la cultura
en la Universidad de La Habana, Nº.4).
Ahora
podemos decir nosotros:
Si
queremos que Cuba cambie y se abra al mundo, hay que formarse y contribuir a la formación
moral y cívica de los demás.
Aunque
el refrán popular dice que " nadie escarmienta por cabeza ajena", y que
"cada cabeza es un mundo" y que "todo el mundo es diferente" y que
"Cuba no se parece a nadie", por lo menos, escuchemos las lecciones de la
historia y luego... "que cada cual haga con su cabeza lo que le parezcan mejor
".
En
los países de Europa del Este y la antigua Unión Soviética, al caer el sistema
socialista pareció como que comenzaba a surgir la corrupción, la violencia, la mafia y
la indiferencia cívica... Todo el que tenga dos dedos de frente sabe que estos males
sociales no surgen de un día para otro.
Lo
que pasó fue que al destaparse la verdad, al encender la luz de la transparencia de la
información, al tener libertad de expresión y de prensa... todo lo que estaba en el
sótano se gritó desde las azoteas, y todo un mundo subterráneo de negocios ilícitos,
corrupción, dobles ciudadana y aburrimiento de todo lo político por exceso de propaganda
repetitiva y vacía de realidad, todo lo que se venía haciendo y "resolviendo"
en la ilegalidad, emergió a la superficie... como el cadáver de un ahogado que flota al
poco tiempo... y el desorden de la transición favoreció el espectáculo macabro y la
organización de la delincuencia que ya existía en el traspatio del anterior sistema. Por
otro lado, el nuevo sistema sociopolítico que allí surgió favorece, de alguna manera,
esa misma corrupción y violencia por su carácter individualista y su falso concepto de
la libertad.

Algo
parecido puede pasar en Cuba. Estamos a punto de evitarlo o disminuir sus efectos. Ahora
todavía hay tiempo para la formación ética y cívica y no sólo lamentarnos de la
pérdida de valores y de las motivaciones profundas.
Miremos
la cara de la gente que participa por obligación, para que lo apunten en una lista, en
alguna actividad, estos pueden ser los que después no querrán saber nada de
participación libre en la política. En sus ojos encontramos la semilla de la
indiferencia y el abstencionismo de mañana. |
Miremos
a la cara de los que hoy "resuelven" de todo en un país donde falta de todo y
están viviendo del negocio ilícito que todo el mundo sabe y la autoridad conoce, estos
pueden ser después los que organizarán la corrupción a gran escala y sobornarán al
país.
Miremos
a la cara de los que hoy fomentan la violencia entre ciudadanos, y miremos también a
otros que hacen del crimen la única salida para sus problemas familiares o sociales,
estos pueden ser los que después harán del crimen una mafia organizada.
Estoy
seguro que la mayoría de los cubanos, entre los que me cuento, no queremos que esto
suceda jamás. Eso mismo querían muchos hermanos del campo socialista, pero no actuaron a
tiempo.
Estoy
seguro que muchos cubanos, entre los que me cuento, sabemos que en Cuba la cosa será
distinta, que somos un pueblo noble y pacífico. Pero la realidad de lo que estamos viendo
y viviendo se empecina en demostrarnos lo contrario.
Estoy
seguro que muchos cubanos, entre los que me cuento, están haciendo algo para evitar este
desastre social y no escondemos la cabeza como el avestruz ante la posibilidad que ocurra.
Estos serán los que más trabajo tengan en el mañana.
Pero
hay otros cubanos que esconden la cabeza pretextando que eso nunca sucederá. Estos serán
los más sorprendidos.
Otros
vacían sus cabezas con alcohol o sexo para gozar hoy lo que se pueda y dejar el mañana
que venga solo. Otros ponen su cabeza a pensar como reprimir, controlar, vigilar,
castigar, disciplinar sin comprender que aunque su servicio social es indispensable en
toda sociedad, lo más importante es prevenir, educar, encontrar la raíz del crimen y
sacarlo de cuajo. Estos tendrán que cambiar de métodos.
...
Otros montan sus cabezas en una balsa, en un avión o lo colocan en un bombo para huir de
lo que hay y de lo que viene... Estos serán los más olvidadizos con respecto a Cuba.
Otros arreglan sus cabezas por dentro y por fuera, cortar el pelo y las ideas, afeitan la
barba y los sueños, cambian de uniforme y se montan en una reluciente
"furgoneta" que así llaman en las firmas a las güagüitas- y se exilian
en los oasis que, en el interior del país, permiten a algunos tranquilizar y asegurar sus
cabezas, su futuro y sus estómagos. Estos serán los primeros que llegarán al futuro...
y ya sabemos con qué criterios y estilo llegarán.
Todos
necesitamos empezar ahora. Para evitar aquello que casi nadie quiere para un pueblo tan
noble y digno. Estoy seguro que lo podremos hacer juntos, y que «Más vale precaver que
tener que lamentar». El futuro ya no será igual pero ¿cómo será?; eso depende de
nosotros.
Por
este camino se decide el futuro de Cuba. Sin educación ética y cívica, nuevos
autoritarismos y corrupciones saldrán a flote y los lamentos de entonces no harán
regresar el tiempo que perdamos ahora.
En serio: ¡Cuba lo necesita ya!