or las heladas aguas del océano Atlántico, entre las penumbras y el silencio de
la noche sólo interrumpido por el onomatopéyico sonido de las olas, avanzaba salvando la
distancia entre Southampton (Inglaterra) y Nueva York, una gigantesca embarcación orgullo
de la marina británica, considerada por la ingeniería de la época y por sus armadores
como una maravilla de la técnica capaz de arrastrar las más diversas adversidades: el
insumergible Titanic.
Aquel palacio flotante,
en cuyo interior viajaban 2 200 personas, hombres y mujeres de diferentes escalas sociales
algunos en viaje de placer, otros a la conquista de nuevos horizontes, se desplazaba
seguro, confiado en que ningún fenómeno atmosférico por poderoso que fuera
constituiría una amenaza para la vida de sus pasajeros y de sus tripulantes.
Era la madrugada del 15
de abril de 1912, todos excepto los oficiales de guardia dormían plácidamente mientras
el Titanic se abría paso a través de la niebla por una zona colmada de Icebergs,
colosales Menhires marinos de agua solidificada que poblaban la vía oceánica. La escasa
visibilidad no permitió divisar la proximidad de uno de ellos y evitar a tiempo la
colisión contra el casco del poderosos navío.
El desastre, que
causara la muerte de 1 502 personas aún hoy es considerado como una de las mayores
tragedias marítimas y la visualización de los filmes inspirados en el hecho (seis en
total), nos llena a todos de profunda consternación.
La primera obra
cinematográfica sobre este trascendental acontecimiento se remonta a 1953 y fue
considerada en nuestro país por el nombre de "Y el mar los devoró", dirigido
por Jean Negulesco y protagonizado por Bárbara Stanwick y Clifton Webb, que obtuvo un
Óscar al mejor guión original.
El hundimiento del
Titanic gracias a testimonios de los sobrevivientes fue relatado en 1957 en un libro
traducido a varios idiomas titulado A night to Remember que constituyó un
verdadero bestseller.
El libro se ajustaba
estrictamente a la realidad de lo acontecido aquella fatal noche y William Mcquitty,
aceptando el reto, se decidió a filmar en 1958 "La última noche del Titanic" a
un costo de medio millón de libras esterlinas, cuya dirección le fue asignada al
realizador Roy Baker y el papel protagónico lo desempeñaría el actor Kenneth Moore.
Este filme fue el único que utilizó imágenes de archivo del verdadero Titanic.
La versión inglesa en
nuestra opinión recoge la esencia del libro y logra a lo largo de su proyección pese a
los escasos efectos especiales en relación con la técnica moderna, ofrecernos un
espectáculo convincente, realista y desgarrador que mantiene a los espectadores
pendientes de todos los detalles desde el bautizo del buque hasta la recogida de los
náufragos por el crucero Carpathia.
A finales de la década
del 70 fue realizado un tercer filme concebido para la televisión, interpretado por la
actriz Leschman y llevado a la pantalla grande posteriormente titulado "Sos
Titanic". En Cuba además de la pequeña pantalla lo disfrutamos en el formato de 16
mm donde aún se conserva en la bóveda de la Distribuidora Nacional de Películas.
En 1995 los ingleses
intentarían una especie de remake utilizando actores de nueva promoción pero esta no
alcanzó las dimensiones artístico-técnicas de sus antecesores.
La quinta versión
sobre esta catástrofe fue una coproducción hispano-franco-italiana dirigida por el
español Bigas Luna e interpretada por la actriz Aitana Sánchez Gijón, donde se inserta
una bonita historia de amor, titulada "La camarera del Titanic", exhibida
durante la muestra del cine español en el pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
Relata la historia
fílmica del trascendental suceso, permítanme retornar al hecho mismo para informarles,
que investigaciones posteriores al lamentable accidente arrojaron una serie de datos
asombrosos donde se ponían de manifiesto la negligencia del barco de carga de California,
que acostumbraba a silenciar sus servicios telegráficos durante la noche y la
desorganización a la hora de llenar los botes de salvamento con capacidad para 1,178
personas, con lo que el número de víctimas fatales se hubiera reducido a la mínima
expresión.
Anterior a la
celebración de lo que parece ser cada día uno de los espectáculos más grandes de los
Estados Unidos: la entrega de los Óscar, un filme bien seguido por todos los medios de
comunicación desde su rodaje hasta su proyección, Titanic igualaba el record en
nominaciones impuesto por "Eva al desnudo" (14) y el de estatuillas que ostenta
«Ben-Hur» (11). Un diario norteamericano, Ángeles Times, reflejaba titulares como Los
Óscar confirman a Titanic como la gran película del año; un crítico de este diario
aseguraba que el éxito de Titanic podrá poner de moda en Hollywood la realización de
grandes películas en coproducción, disminuyendo así los riesgos del negocio
cinematográfico; Titanic corre en su factura con dos estudios importantes, Paramaunt y
Fox. Cada una de estas grandes empresas ha puesto la mitad del presupuesto asignado al
filme de James Cameron.
De haberse realizado la
nominación al mejor actor a Leonardo Di Caprio, Titanic hubiera obtenido su decimoquinta
candidatura, lo que significaría superar el record de "Eva al desnudo"; un
ejecutivo de la Twenty Century Fox, coproductora de la película, hizo referencia a que el
poder de Di Caprio es una de las claves del filme. No obstante el filme "Eva al
desnudo" (1950) de Josefh Leo Markiewiez sólo tuvo que contentarse con 6 Óscar,
mientras que Titanic lo hizo con 11 estatuillas. Estos galardones son un reconocimiento a
las claves del mejor cine de catástrofe con derroches de efectos especiales, que no
adolece del rigor histórico y que cuenta además una historia de amor como las de antes,
que recuerdan al Hollywood más dorado y más glorioso.
Como bien expresaba el
director Gus Van Sant, (El indomable Will Hunting), "Los Óscar no son una medida
real del triunfo", pero sí son determinadas alarmas que el espectador debe tener en
cuenta antes de remitirse a la obra cinematográfica, basta señalar que esta película
compartió por la mayor cantidad de Óscar con filmes de la talla universal como Lo que
el viento se llevó (V. Fliming, 1939, nueve Óscar), De aquí a la eternidad
(F. Zennemann, 1953, ocho Óscar), Mary Poppins (R. Stevenson, 1964, cinco Óscar),
Quién le teme a Virginia Woolf (M. Nichols, 1966, cinco Óscar), pero con la ya
conocida decisión de la Academia de HollyWood, James Cameron puede vanagloriarse de ser
el único en igualar el récord de las estatuillas y hacer frente a conocidas obras del
cine universal, aún cuando los filmes señalados anteriormente tuvieron la cifra record
de 13 nominaciones; excelente dirección de Titanic, a pesar de lo arrítmico que
se nos presenta por momentos. Es un filme que, sin caer en el banal vacío de la
comparación, es digno de tenerse en cuenta entre las grandes superproducciones fílmicas
de finales del siglo y sobre una de las mayores tragedias que recuerda la historia; creo
reconocer que es válida la visión de Titanic, pero recordando siempre La última
noche del Titanic, del año 1958 y del director Roy Baker.