JUSTICIA Y PAZ |
|
DERECHOS HUMANOS Perderle miedo al tema
|
![]() |
C uando se menciona el tema de los Derechos Humanos delante de la mayoría de las personas que viven en nuestro país enseguida lo asocian con disidencia política, o con movimientos de oposición al gobierno. No falta tampoco quien le aconseja a uno no hablar del tema o "no meterse en eso que es peligroso". A un amigo mío que es animador del Centro de Formación Cívica y Religiosa, por ejemplo, le sucedió que el delegado del barrio le llamó la atención por haber repartido plegables con la Declaración Universal de los Derechos Humanos al final de uno de los encuentros que él animaba allí.¿A qué se deben estas reacciones? ¿Por qué confundir el empeño porque se reconozcan los derechos fundamentales de un modo más efectivo, con la oposición política (que, dicho sea de paso, no encuentra en Cuba aún el espacio natural que le corresponde en la sociedad)? ¿Hay alguna razón para pensar que no sea necesario dicho empeño para perfeccionar aún más la sociedad? Es común oír el argumento de que en Cuba no hay que hablar de ese tema porque aquí están garantizados los derechos humanos fundamentales y que quien lo aborda lo hace sólo con la intención de desestabilizar el orden interno del país. De esa forma las personas que condenan públicamente la violación de algún derecho, han sido en muchas ocasiones consideradas "enemigas". Al mismo tiempo han surgido organizaciones independientes que se proponen defender los derechos humanos y realizan actos a través de medios de difusión extranjeros, y a la vez, varios países de la comunidad internacional han tratado de enjuiciar al gobierno cubano ante las Naciones Unidas por presuntas violaciones. El asunto así, se presenta espinoso y lo peor, la mayoría de los ciudadanos lo ven como algo fuera de su alcance y muy peligroso. Sin embargo, hace unos días una señora, que vive en el campo cerca de mi pueblo, acompañaba a su hija que convalecía en un hospital de esta ciudad. En un momento en que la enferma empeoró ella solicitó llamar por teléfono a su familia, pero le dijeron que el teléfono era "para uso exclusivo del hospital", a lo que ella respondió: "lo necesito de verdad así que me pertenece llamar, ¿dónde tengo que ir a quejarme para que usted me deje?". El empleado comprendió y le permitió llamar. Este es un caso de legítima reclamación de un derecho 1 el cual está por encima de las restricciones que pueden existir por causas justificadas o no, y al mismo tiempo se aprecia un gesto cívico y responsable por parte del empleado, pues las regulaciones en la sociedad no tienen sentido si afectan los derechos fundamentales de las personas.Como el ejemplo, en cualquier circunstancias, puede que se le impida a una persona ejercer un derecho determinado, y lo normal en ese caso es que la persona lo reclame. De la misma manera es un derecho, y a la vez un deber moral, el que se reclamen derechos que no son respetados no sólo circunstancialmente, sino sistemáticamente en la sociedad. No hacerlo sería hacer dejación del ejercicio la libertad de conciencia, y a la vez rehuir la responsabilidad de contribuir a la propia liberación y a la de los demás. "La conquista de la libertad en la responsabilidad es una tarea imprescindible para toda persona. Para los cristianos, la libertad de los hijos de Dios no es solamente un don y una tarea, sino que alcanzarla supone un inapreciable testimonio y un genuino aporte en el camino de la liberación de todo el género humano. Esta liberación no se reduce a los aspectos sociales y políticos, sino que encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos" 2. Para ello es necesario que todos los integrantes de la sociedad conozcan sus derechos y los ejerzan, sin que con ello se atente contra el ejercicio de los derechos de los demás.La lucha por alcanzar cada vez mayores grados de reconocimiento y ejercicio de los derechos fundamentales de la persona no es cosa de guerra política o de indisciplina social, es parte del proceso natural de progreso de una sociedad en la que los ciudadanos, los grupos intermedios y el Estado tienen, cada uno, su papel. Los logros alcanzados en determinadas esferas del desarrollo social no pueden ser nunca justificación para dificultar dicho empeño. A los ciudadanos les toca saber cuáles son sus derechos y aprender a reclamarlos debidamente cuando no le son reconocidos. Los grupos intermedios de la sociedad civil pueden y deben ser, por naturaleza, instancias donde el ciudadano encuentre apoyo y protección ante la violación de sus derechos, venga esta de donde venga, y al mismo tiempo ser su voz ante el estado y el resto de la sociedad. El estado, por su parte, debe asegurar un marco jurídico en el que se reconozcan y se puedan practicar los derechos fundamentales de las personas y al mismo tiempo tiene que dejar a los demás integrantes de la sociedad la oportunidad de reclamarlos y hacer que se cumplan por propia gestión. El Estado no debe considerarse el único responsable de la salvaguarda de dichos derechos, pues debe corresponder a los ciudadanos el papel protagónico. ¿Están garantizados plenamente en Cuba los derechos fundamentales de la persona? ¿Han asumido los distintos grupos sociales en Cuba la cuota de responsabilidad que les corresponde? ¿Existen en nuestro país los mecanismos adecuados para reclamar el ejercicio de los derechos fundamentales? Nuestro país exhibe grandes logros en los que se destacan la salud, la educación y la seguridad social, pero adolece de emprobrecimiento moral, paternalismo, desigualdades, falta de participación, y dificultades para el ejercicio de la libertad. Es abierto y solidario, pero sufre bloqueos internos y externos 3. Resulta entonces impostergable para todos los cubanos y para la comunidad internacional realizar lo que le corresponde a cada cual. La solución de estos problemas no está en bloquear el diálogo sobre el tema de los derechos humanos o en condenar a los que se empeñan en ello, sino en que todos participemos en éste, pues "los derechos humanos son derechos fundamentales y constituyen la base de todas las civilizaciones de una sociedad civil regular"5. La solución no está tampoco en sanciones económicas o en intentar condenas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino en que "el mundo se abra a Cuba"4 e intente la colaboración por el camino del diálogo, que no significa para nada complacencia."La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los derechos humanos, no se arroga una tarea ajena a su misión, sino, por el contrario, obedece al mandato de Jesucristo al hacer de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de su misión" 6. La Iglesia cubana debe asumir con mayor audacia la labor de promoción de los derechos humanos en Cuba, en ese sentido es de desear que funcione la Comisión Justicia y Paz, que fue creada desde 1994, esto contribuirá al desarrollo de estructuras intermedias en la sociedad que se ocupen directamente de salvaguardar el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos.El primer paso, entonces, es correr la cortina de miedo que existe en muchos sectores de nuestra sociedad alrededor del tema de los derechos humanos, esto agregaría un elemento imprescindible al diálogo que ya se efectúa 7 en Cuba y que debe primar nuestro camino a un futuro mejor.
Pinar del Río, 18 de marzo de 1998, Festividad de San José. |
|
![]() |