julio-agosto.año IV.1997


GALERÍA

RAMÓN VÁZQUEZ LÉON

"EL VALLE EN EL ALMA".

por Pedro P. Porbén y Ángeles Álvarez

"Las cosas conservan la memoria de lo eterno".

Lezama.

Turistas abrazados con palmas que danzan rítmicamente sobre una alfombra de verdes y azules rodeados de mogotes eróticos que retuercen la esencia del ser y de los sexos, mujeres-palmas raptadas en "jabitas chillonas" Easy Shopping, lírica antropomorfización de la naturaleza; una copa cargada con el "trago amargo" de la desesperanza y el éxodo, lamentos y añoranzas que bebemos como nuestra responsabilidad en "el toque" de colores de un mar "picaó"; un mamey "preñado" de palmas y luces, maternidad de la nostalgia, encarnación sensible de la natura en conjuro dionisíaco tropical; columnitas de humo dispersas por el Valle de Tiburcio y Domingo Ramos al atardecer de una jornada campesina... polisemia o confusión, desborde de colores y formas, ejemplo genuino de un barroquismo sensual, con cargas de erotismo subliminal y poesía truncada ante tanta necesidad visceral, paisajes que son "estados de ánimo"... tranquilidad lacerante, denuncia y reto...

«frutos que cabalgan,

acrobacias bajo el enigma

de tu garganta,

te hacen buena digestión»

Ramón Vázquez.

 "Durante mis años de estudios en La Habana, alejado del Valle, mis obras dejaron de ser apacibles, estaban cargadas de lanzas, puntas, figuras desgarradas y sangrantes, realmente era yo quien estaba desmoronado interiormente, alejado de un medio vital. Aquel mundo agitado en que viví estuvo representado durante años en mi obra, prisionero yo de la añoranza, martirizado por flechazos oníricos que luego abortaban en la obra, triste dicotomía en ausencia del paraíso quizás...

Pero aquellos trabajos ya dejaban ver trazos de lo que ahora hago, por supuesto, después de mucho trabajo y esfuerzo me hallé a mí mismo en estos paisajes de Viñales que recreo, recrear es la palabra de orden".

Mas siempre aparecerá ante el artista esa "roca solitaria en un lugar solitario" (1) de la que nos alimentaremos del bien y la virtud...

"Las memorias del Valle plasmaban momentos claves de la vida del campesino, semillas naciendo, barroquismo floral, cercano a Tomás Esso, sólo cercano sobre todo por las líneas y ya dejaba de ser agresivo como Luna mientras más me acercaba al retorno a mi Valle."

«tropezando, alguna que otra vez,

aparecía un paso»

Ramón Vázquez.

"Al regresar a Viñales tuve experiencias poderosas, muchas cosas marcaron mi vida entonces, momentos dramáticos de incomprensiones y soledades intelectuales, el Servicio Militar y tener que dejar de pintar... pero dentro del mar de adversidades algo bueno sucedió: una presencia que siempre recordaré y agradeceré: la de mi amigo el poeta Ángel César; me ayudó y lo apoyé en su enfermedad; fue entonces que me atreví a escribir poesía, al menos eso creía yo, y él me alentaba muchísimo; tu pintas los poemas me dijeron alguna vez, comprendí que esa no era mi forma de expresión.

Ahora intento que el paisaje hable por sí solo; las palmas no se mecen, danzan, se expresan y semejan figuras humanas; pero siempre el foco será el paisaje de Viñales, claro está, desde mi punto de vista. Me gusta el erotismo, la sensualidad, la forma y los contornos, ese erotismo no carnal acercado al Génesis a la liberación de la conciencia, un mundo sin prejuicios como Dios lo concibió con la belleza del hombre y la mujer desnudos, puros... otra interpretación de mi obra es corrupta, no es verídica, y no me agrada."

Ramón mantiene sus niveles de intimidad, intenta convencer a su "yo" interior de cada símbolo a utilizar, sacude su alma para desgarrar las imágenes que por siglos han estado dentro de sus genes, dentro del hombre, defender su medio ambiente, su sistema moral a través de dictados de un "yo" desconocido, omnipresente, exigente y preciosista, egocéntrico...

"Mi obra es muy sensible, fiel a mi persona; pinto como siento el valle, como veo mi casita: tranquilo, bonito, despejado... cuando tengo que dejarlo y viajar a la ciudad, me atormento, me deprimo precisamente por esa belleza y esa paz que necesito como el aire; algunas personas me dicen que no es sincera mi obra, pero no es así, simplemente no nos conocen. Intento lograr un equilibrio entre mi yo interior -ese sentimiento íntimo como artista- y el medio que me rodea, simbiosis que al final deriva en mi obra.

Disfruto pintando, es como la prolongación de mi existencia, me meto dentro del lienzo y comenzó a vivir...

Todo quiero decirlo con el paisaje y cuando utilizo la figura humana o sus rasgos es como cuña o complemento en el discurso, cosas que el paisaje por si solo no podría decir.

Con el verbo no puedo decir tanto como con la imagen, no me alcanzan las palabras".

La utopía de la salvación no será ajena a este artista–poeta gnómico que, como Hesíodo, dice lo que es -que se esgrime cual San Jorge caribeño agrediendo a dragones foráneos que intentan "robar" lo que la suerte –mala o buena– de haber nacido aquí nos dio, atrapado por lomerios y cadenas genéticas imbricando los procesos, canto humano, real... solo que a este Quijote lo vencen hordas de turistas "poderosos", el sueño termina marchándose San Jorge-Quijote en una guagua Coaster...

 

"Claro que me afecta la cotidianeidad; esas columnitas de humo de En mi Valle se cocina con leña se ven bonitas desde La Ermita, pero cuando tuve que cocinar en casa con leña y se metía en los ojos y tiznaba, dejó de ser agradable y folklórico, se los aseguro. En Discurso y evasión un personaje da un discurso y las palmas lo reciben para luego digerirlo y orinarlo en arco iris o frutas. Me molesta esa irrupción de turistas buscadores de tesoros baratos acompañados por doncellas complacientes que más que seres animados son objetos de cualquiera sabe quien...

Influencias en mi obra además de las citadas... no son tan evidentes, tal vez el Bosco por el barroquismo, tal vez en los comienzos Lam y Matta. Siempre utilizo óleo sobre lienzo, es lo mejor para detallar mi Valle de Viñales."

Para expresar algo humanamente, debe emplearse de manera justa el lenguaje sensible, esto había demostrado San Juan de la Cruz, de tal modo que las poesías de Ramón Vázquez "refunden" al hombre con su medio en el laberinto de su "Castillo Interior" –reconquistar al ser creado con su creador, imantados en lo más hondo de su existencia terrena, enaltecido en la trascendencia de su acto creador -desde donde brotan en plástica síntesis esos demonios y sueños de los que amamos aún "nuestro" Valle.

Pinar del Río, Julio y 1997.

Notas.

(1) Simónides, fragmento 12, línea 16. Schneiderlin, Jena, 1816. Edit. "Rueda", Argentina. 1978.