julio-agosto.año IV.1997


EDUCACIÓN

CÍVICA

 

LA PÉRDIDA DE LA RESPONSABILIDAD EN CUBA

EL MIEDO A LA LIBERTAD

por Dagoberto Valdés Hernández

La masificación y la inseguridad profunda del hombre que ha abandonado su propio yo en manos de nuevos autoritarismos provoca la pérdida de la responsabilidad personal.

Muchas veces hemos escuchado en nuestros centros de trabajo o estudio, en nuestras organizaciones sociales o comunidades eclesiales, esta pregunta que no siempre encuentra respuesta profunda: ¿Por qué hay cubanos que son cada vez menos responsables? ¿Por qué la responsabilidad no es asumida conscientemente por las personas y rebota como una pelota de mano en mano hasta encontrar la socorrida disculpa de que la causa ha venido de afuera o de arriba?

Tanto las autoridades civiles, como los padres de familia, los pastores de la Iglesia y los maestros de las escuelas se afanan con frecuencia por remediar la falta de responsabilidad personal que inunda nuestra sociedad. Este afán debe conducirnos a la raíz del problema: no hay responsabilidad sin libertad personal y no hay libertad personal si el hombre tiene miedo a buscar la libertad porque pierde su aparente seguridad.

En efecto, si un hombre masificado se siente una pieza de la maquinaria social que él mismo ha construido con sus manos y sabe que mientras funcione como engranaje y piense, sienta y actúe como se espera de él por parte de la autoridad, esto le traerá una seguridad personal, laboral y social muy cómoda: ¿Será fácil pedirle entonces al cubano que pierda esa seguridad para adentrarse en un mundo lleno de incertidumbres y vicisitudes donde tendrá que sufrir todas las calamidades anunciadas para frenar su ansia de libertad?

¿Cómo pedirle al hombre cubano de hoy que sea más responsable, si no se le pide al mismo tiempo que acceda a mayores grados de libertad? ¿Y cómo pedirle que sea más libre si en ese intento tiene que dejar de ser una pieza de esa maquinaria social que él mismo ha construido, o que otros le han armado para que se sienta seguro aún a costa de engrasar el mecanismo con su sudor y su sangre?

¿Cómo pedirle a ese hombre o mujer que no sea más una pieza si siente como propia la máquina que no funcionará más? Estoy seguro que una de las causas de la indiferencia por alcanzar mayores grados de libertad en Cuba es que la mayoría de los cubanos sencillos han sido convencidos de que dejando de ser dóciles al mecanismo social no sólo perderán su seguridad y la de sus familias sino que serán muy malagradecidos e infieles al entorpecer el funcionamiento de aquella maquinaria que han construido con sus propias manos.

Según esta lógica, la máxima deslealtad sería destruir la maquinaria de una convivencia que despersonaliza en nombre de la mayor de las libertades o en nombre de una justicia social mayor que en teoría beneficiaría a todos pero al altísimo costo de la despersonalización. Esto es una muestra de la confusión que se puede crear en la mente de muchas personas.

«Con lo cual -nos dice Adela Cortina en su obra Ética de la sociedad civil- podemos extraer una clara lección de la prueba: no hemos superado el oscurantismo, seguimos caminando en andadores, a gatas tras el criterio de autoridad. Porque no hacemos una reverencia ante lo que se dice, sino ante quien lo dice. Y eso es dogmatismo, solamente curable si nos tomamos en serio la tarea de construir juntos un mundo más humano... urge pues optar por una moral de la responsabilidad que nos impele a tomar en serio la construcción de nuestra realidad social... pero igualmente es necesario alejarse como de la peste de una moral de la frivolidad y la superficie, que desconozca el sabor de la profundidad.»(Op-cit. pág.97-98)

He aquí dos causas para la falta de responsabilidad: por un lado el autoritarismo que se ejerce en nombre de la libertad y por otro la reacción de superficialidad y frivolidad en que se sumerge un pueblo cuando no goza de la libertad interior que lo libera del dogmatismo.

Así lo reconoció, desde hace más de un siglo, el Padre Félix Varela en sus Cartas a Elpidio que, pudiéramos decir, son las Cartas de la Libertad y la responsabilidad para todos los cubanos:

«El más cruel de los despotismos es el que se ejerce bajo la máscara de la libertad... Es muy difícil que la conozcan los pueblos, antes se dejan arrastrar de contrarias apariencias y toda tentativa para contenerla tiene el aspecto de una defección de las banderas de la libertad. Entra, pues, el temor en los buenos y notando este funesto efecto los impíos, cobran ánimo... de este modo se encadenan los pueblos, mi querido Elpidio.»(tomo I, Carta segunda, pág.39)

Y en otra de las Cartas habla Varela de la superstición como otras de las causas de la falta de libertad y de responsabilidad en nuestra sociedad:

«¿Quién podría ver sin lágrimas el carácter frívolo e irreflexivo, superficial, pueril y ridículo en una palabra, monstruoso, que adquiere un pueblo dominado por la superstición? Al paso que desatiende los más sagrados deberes de la religión y el patriotismo, le vemos correr tras sombras vanas, que siempre lo engañan, mas nunca lo corrigen, antes parece que cada burla sólo sirve de preparativo a otras nuevas. Resiéntense las artes, gimen las ciencias, víciase la literatura, corrómpese el buen gusto, destrúyese la moral, y al fin, viene a establecerse un nuevo orden de cosas, sancionado por aplausos por una chusma de ignorantes con pretensiones de sabios, y acobardados los que lo son, queda el pueblo en manos del monstruo de la superstición, bendiciéndole como si efectivamente fuese un don del cielo.

Un estado tan lamentable provoca el desprecio por ser voluntario y sucede con los pueblos lo mismo que con los hombres, quiero decir, que exasperados se entregan a la indolencia, cuando llegan a figurarse que es inútil la actividad; apelan al gracejo para encubrir su ignorancia... Pocos hombres, mi Elpidio, tienen un carácter firme hasta la muerte, y aunque no lleguen a degenerar en perversos, no se escapan de una reprensible debilidad... si la superstición no causase otro mal que éste, bastaría él solo para hacerla detestable, pues degradando a las personas de quienes el pueblo podía esperar su reforma, queda este sin apoyo y hecho el juguete de cuantos quieren especular con su ruina... Llega la masa popular a corromperse en términos que apenas se encuentra su cura; y de este modo queda la sociedad semejante a un enfermo , que creyéndose incurable, no quiere que le fatiguen con remedios inoportunos.» (Cartas sobre la superstición. C.Primer, pág.27-28)

Me permito incluir esta larga cita del Padre Varela porque tengo la opinión de que es uno de los análisis de nuestra realidad que mayor objetividad y profundidad tiene y porque está libre de todo prejuicio con respecto al presente por lo que lo cualifica más para cuestionar nuestra actual debilidad y desaliento frente a la tarea de la libertad.

Si la descripción del P. Varela se asemeja en algo a lo que estamos viviendo debemos inferir que la superstición, la impiedad y el fanatismo explican por qué muchos de los cubanos se entregan a la frivolidad, la indolencia y llegan a abandonar su responsabilidad cívica precisamente porque con la creación de este ambiente se degradan las personas que deberían luchar por la libertad y se convence a la masa de que «esto no hay quien lo arregle» por lo que mejor será «no fatigar más» a la gente con «remedios inútiles».

En la Veritatis Splendor el magisterio pontificio nos presenta la profundidad de la libertad y la última instancia de toda falta de responsabilidad cuando dice: "La libertad no es sólo la elección por esta o aquella acción particular; sino que es también, dentro de esa elección, decisión sobre sí, y disposición de la propia vida a favor o en contra del Bien, a favor o en contra de la Verdad, en última instancia, a favor o en contra de Dios».(V.S.65)  

¿Por qué algunos cubanos

hacen dejación de su libertad?

La falta de responsabilidad es, en fin, motivada por la falta de libertades pero sobre todo por la falta de libertad interior en aquellos cubanos que abandonan sus deberes familiares y cívicos.

Sin embargo, nos encontramos con frecuencia muchos cubanos que, lejos de reivindicar su libertad personal y de exigir sus libertades civiles, viven en tal indiferencia y docilidad que nos hacen dudar si quieren o no quieren ser más libres y disfrutar de mayores libertades.

Esa indolencia que se acomoda en la mediocridad llega a convertirse en una dejación -a veces consciente- de la propia libertad. Entonces toda la nación se empantana en el inmovilismo y la manipulación por aquellos que instrumentalizan, para sus fines ideológicos, económicos, religiosos o políticos, este abandono de la libertad.

Cuando este tipo de indolencia ciudadana se convierte en dejación de la libertad, el individuo deja de creer en la efectividad de su participación y disminuye la credibilidad que debería tener en la eficacia de la propia acción transformadora de la realidad en que vive.

El secuestro de la libertad de una nación depende más de la dejación de la propia libertad de cada ciudadano que de la supresión de las libertades civiles y políticas por parte del Estado.

Entonces nos preguntamos ¿por qué un pueblo con la tradición y la idiosincrasia del nuestro puede llegar a ceder a la tentación de no ejercer y reclamar la libertad?

Nos hacemos las mismas preguntas de Fromm: «¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿No existirá, tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión? Y si esto no existe, ¿Cómo podemos explicar la atracción que sobre tantas personas ejerce actualmente el sometimiento al líder? ¿El sometimiento, se dará siempre con respecto a una autoridad exterior o existe también en relación con autoridades que se han internalizado tales como el deber, o la conciencia, o con respecto a la coerción ejercida por íntimos impulsos, o frente a autoridades anónimas, como la opinión pública?»(Miedo a la libertad. pág.28)

Estas preguntas tienen sus respuestas en la vida cotidiana de nuestro pueblo. Algunas de las causas por las que muchos cubanos hacen dejación de la búsqueda de la libertad son: la manipulación de la propaganda, el control y utilización de la vida privada para coaccionar, la falta de alternativas de trabajo para subsistir al haber un único empleador público y una única instancia de reclamación que es la misma que emplea.

Otra causa es la confusión interiorizada en la mayoría de los cubanos que identifican Patria con Gobierno, Nación con Estado, socialismo con revolución, logros de la revolución con ideología partidista, justicia social con distribución estatalizada y paternalista de los productos.

El miedo a la «soledad moral»

Quizás la causa más profunda y desconocida del abandono de la libertad y la responsabilidad cívica es el miedo a la «soledad moral».

En efecto, para todo hombre y mujer la necesidad de relacionarse -de comunión-, de pertenencia a un cuerpo social es como la necesidad de comer. "Las necesidades fisiológicas condicionadas no constituyen la única parte de la naturaleza humana que posee carácter ineludible. Hay otra parte igualmente compulsiva, una parte que no se haya arraigada en los procesos corporales, pero sí en la esencia misma de la vida humana: la necesidad de relacionarse con el mundo exterior, la necesidad de evitar el aislamiento. Sentirse completamente aislado y solitario conduce a la desintegración mental, del mismo modo que la inanición conduce a la muerte». (E.Fromm, ob.c. pág 37)

En Cuba debemos hacer más consciente y urgente esta necesidad de evitar el aislamiento; todos los aislamientos que perjudican nuestra libertad y libertades: el aislamiento internacional, el aislamiento por razones geográficas, el aislamiento por el bloqueo y otras medidas económicas, pero sobre todo, el aislamiento y el bloqueo de la persona del cubano cuando intenta presentar alternativas de libertad y responsabilidad.

Para que haya cada vez mayor número de hombres y mujeres cubanos que accedan a mayores grados de libertad y responsabilidad es necesario evitar la soledad moral, que por supuesto no tiene nada que ver con el aislamiento físico.

Así es, «un individuo puede estar solo en el sentido físico durante muchos años y, sin embargo, estar relacionado con ideas, valores o, por lo menos, normas sociales que le proporcionan un sentimiento de comunión y pertenencia. Por otra parte, puede vivir entre la gente y no obstante, dejarse vencer por un sentimiento de aislamiento total... Esta falta de conexión con valores, símbolos o normas, que podríamos llamar soledad moral, es tan intolerable como la soledad física; o mas bien, la soledad física se vuelve intolerable tan solo si implica también la soledad moral.» (Ob.cit .idem)

Es evidente la necesidad de conocer este tipo de coacción de la libertad personal: para no dejarse vencer por ella; para que el miedo no paralice a los cubanos; para evitar la soledad moral con el apoyo, la solidaridad, el acompañamiento moral de cuantos se han decidido a trabajar por la libertad.

Tengamos presente la reflexión de Nelson Mandela: «Tuve ocasión de aprender que el valor no consiste en no tener miedo, sino en ser capaz de vencerlo... El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino el que es capaz de conquistarlo. Jamás perdí la esperanza de que se produjera esta gran transformación. No sólo por los grandes héroes... sino por la valentía de los hombres y mujeres corrientes de mi país. Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero que nunca se extingue.»(El Largo camino hacia la libertad. Autobiografía, pág.644-645)

Pero que los cubanos cedamos a veces a la tentación de abandonar el camino de la libertad no debe desanimarnos:

El Cardenal Roger Etchegaray, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, quien nos ha acompañado en este camino eclesial, puede iluminar esta situación cuando nos dice: «La libertad es un fardo que el hombre quiere descargar entre las manos de los más poderosos. Algunas veces es más confortable ser esclavo que ser libre. La rareza y la fragilidad de los actos libres no deben hacernos dudar de la libertad; así como un eclipse no nos hace dudar del sol.» (Avanzo como un asno, pág.160)

(Tomado de la Ponencia "Libertad y Responsabilidad en Cuba" presentada en la III Semana Social Católica en Santiago de Cuba. 24 de Mayo de 1997)