Recientemente se celebró el III Aniversario de nuestra Revista en la
Casa de las Hijas de La Caridad, con la participación de una gran cantidad de lectores y
colaboradores de la Revista, donde se escuchó el criterio de Juan Ramón de la Portilla,
Narrador pinareño y Director de la casa Editorial «Hnos. Loynaz»; además de otras
múltiples intervenciones de las personas que allí asistieron (algunas de ellas se
podrán leer a continuación).
La Velada Cultural estuvo a cargo del Coro de la Iglesia de San Juan de Letrán,
que ofreció un concierto que todos aplaudimos número tras número. Las palabras de
conclusión estuvieron a cargo de Mons. José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del
Río.
Todo
finalizó con una animada charla entre los participantes, acompañado de un
brindis.
Me han seleccionado para
reseñar críticamente el año que para la Revista Vitral concluye por estos meses
y yo no he podido menos que aceptar, agradeciendo el honor, que supongo tenga que ver más
con mi condición de editor que de intelectual, aunque en este caso, y para no incurrir en
falsas benevolencias, yo me auxilie tanto del trabajo con la palabra (aquel tan cercano al
del escultor que suda y es salpicado por el agua, el barro, la piedra) como del
razonamiento puro. Digo esto porque Vitral, que arrancara, como casi toda empresa
que surge, plagado de errores no imputables, por supuesto, al entusiasmo de sus gestores
sino a la inexperiencia, ha cumplido un ciclo vital que visto sólo a la manera
cabalística ya es un logro: a la tercera va la vencida. Así las cosas, ganado terreno en
el plano del diseño, ganada también una concepción pictórica y literaria que mezcla de
manera inteligente la promoción y la difusión de buena parte de la mejor plástica del
terruño con la emergencia de un grupo de escritores que pienso marcarán un momento de
auge creativo (de hecho ya sucede ), se impone para la publicación no el análisis
puntilloso que acumule pequeñas pifias, de seguro subsanables en el breve espacio que
media entre dos números, sino la reflexión en torno a problemas o situaciones que
considero medulares para el bien de la revista, espacio conquistado con sabiduría e
inteligencia, pero espacio al fin, planicie donde puede uno perder la perspectiva por
pretender excesos de luz, esa luz que desde los inicios es consustancial al eslogan
instaurado en portada y que a ratos me ha parecido sólo eso: eslogan, meras palabras,
frase desvinculante de motivos mucho más valederos. Hay un poema de Dulce María Loynaz,
no muy conocido, que reza: ¿Y esa luz? /Es tu sombra. Pero acontece
que aquí a la luz blanca se antepone un Vitral, suerte de condición prismática,
y la luz se bifurca, tuerce caminos, encara a cada quien en la diversidad que reunimos; de
la claridad a la sombra, un diapasón que a unos torna verdes, a otros amarillos, o rojos,
o rosados... Y aunque yo no concuerde del todo con la frase de Campoamor que aquella
descomposición lumínica propone, creo justo ceñirme a un rasero eminentemente cultural,
pues como gente de cultura, así siento y vivo esta revista. Tomaremos dos artículos (no
al azar, como es lógico), que figuran en sendos números del año aquí analizado, para
llamar la atención sobre el principal fardo que según mi modesta opinión aún lastra la
revista: el localismo. Los artículos son: Provincianismo y cultura provinciana (un
acercamiento a las vanidades humanas) del periodista Oscar Llanes (septiembre-octubre
de 1996, # 15) y Ausencia no quiere decir olvido (El kiosko de "La Colosal")
de Rosario Gonzáles Álvarez (marzo-abril de 1997, # 18).
Del primero, el espíritu, la concepción autodestructiva que todo sistema
susceptible al error conlleva. Es muy saludable que un artículo de esta naturaleza haya
salido ya en el tercer año de la revista, pues posibilita correcciones de rumbo a tiempo;
y si en aquellas páginas se intentaba analizar, me luce ahora que de manera demasiado
"seria", el asunto del provincianismo trasnochado de capillas, cenáculos
autocomplacientes y falsarios, hoy puedo dialogar con ese artículo, coincidiendo casi al
100 %, y luego extender un poco más el horizonte de esa crítica. He dicho antes que tal
asunto merecía un tratamiento lúdicro, ironía mediante, y acaso algún que otro
ejemplillo que matizara e hiciera rabiar, pero no redundaré en este instante en lo ya
expuesto por el amigo Oscar y respetando a la concurrencia, encajando el jubileo del
aniversario y optando por la vuelta a espacios más cercanos que los de la retórica,
pasaré de inmediato al segundo de los artículos ya enunciados.
No sé si la ausencia necesariamente quiere decir olvido, no me atrevo en el
terreno de las verdades que emanan de los boleros a negar o afirmar nada, simplemente
aguzo el oído, disfruto, coincido en lo posible con el esquema que para el asunto colocó
Manuel Puig, ese grande de la literatura post, en boca de Molina, uno de los personajes de
El beso de la mujer araña: los boleros dicen montones de verdades, es por eso
que a mí me gustan tanto, y aún accedo a intelectualizar definiendo, como lo haría
Sábato para su música de arrabal, el tango, y me alegro de saber que el bolero también
tiene su metafísica. Por ello, el pareo que acerca ese tema al de las esquinas famosas de
las ciudades me parece justo; pero a la hora de incorporar además el llamado "Kiosko
de La Colosal" se pierde un tanto la medida, sobre todo porque el artículo arranca
con un punto de vista ciertamente ambiguo: Cada vez que pasaba por aquella esquina
hacía lento el paso para observar (como Balzac) el bullicioso grupo que allí a diario se
daba cita y donde no se veía ninguna figura femenina, salvo las de paso o de compra. Al
margen de la reiteración de un verbo, reiteración que no justifica ni siquiera la varia
conjugación, y que hubiera sido fácilmente solucionable; al margen de la, digamos,
anfibología semántica que supone el incorporar a Balzac a un ambiente pinareño y por
añadidura no decimonónico a la manera realista, como lo haría el francés, hecho que
puedo inteligir si me planteo que la autora del artículo quiso expresar su propio punto
de vista al equipararlo con el del creador de Papá Goriot y lograr una observación
naturalista, rayana en el detalle; al margen de todos esos errores, quiero alertar a todos
los que tienen que ver con el derrotero, con el perfil de Vitral, que una revista
de pensamiento o de cultura, llámesele como se desee, no tiene por qué asumir la
función de la gaceta diaria, y un articulista que pretenda mover a la opinión pública
debe tensar la cuerda de su arco, presto a lanzar directo al blanco, directo a matar, pero
también debe tener el suficiente nervio como para demorar el disparo y aún, si fuera el
caso, trastocar el arco de la agresión en arco de violín... Eso, en el caso que nos
ocupa, no ha sucedido y a una ausencia transitoria del Kiosko de marras ha seguido un
artículo apresurado y una nota que sale en el número que hoy se presentará donde la
revista "se congratula" por la reaparición del pequeño local.
Todo lo anterior es imputable no tanto a quien firma el artículo como a quienes
tienen a su cargo la concepción misma de la revista... Pero aún cuando falle un factor,
una publicación como Vitral aglutina y puede salvarse por el conjunto, que sí es
compacto visto a la distancia del año que concluye. Sólo he ejemplificado pugnando por
extraer el espíritu, la esencia de lo que pretendo transmitir. En Ausencia no quiere
decir olvido se afirma la tipicidad de la esquina de la Colosal y se la ayunta a la
acera del Louvre o a la Bodeguita del Medio. ¿Y qué es en suma lo que hace grande,
importante, único, recordable o nostálgico, a un sitio? La tradición y, por ende, la
cultura.
Si fuera cierto que Balzac medró por nuestra esquina y describió para sus
libros el ambiente abúlico del domingo pinareño o lo exhaltado de la controversia de los
aficionados en tiempos de Beisbol, yo aceptaría de buen grado la comparación, mas sólo
hay a mano, por ahora, la referencia lezamiana al azul de las casas de vueltabajo, palabra
que yo siempre he vinculado a las vegas de tabaco, imagen que un turista sí quisiera
admirar, pero que para nada puede ser el reflejo de un grupo social tan rico como el de
nuestro espacio geográfico, espacio legímito, ese sí, de Vitral, del
Pensamiento, de la Literatura o del Arte.
¿Nos hemos preguntando alguna vez (yo me lo he preguntado luego de leer Ausencia...)
por qué razón el pinareño cuya patria chica fue Candelaria, Enrique Jorrín, no ubicó
la acción de La engañadora en la esquina de La Colosal o en otra esquina
cualquiera sino en la de Prado y Neptuno? No se trata aquí de afán de cosmopolitismo
sino de engarce de las palabras y las situaciones, universalidad que, ya se sabe, y se ha
demostrado ad infinitum por la narrativa del Boom latinoamericano, no
estará dada sólo por el paladeo que puedan significar palabras como jacuzzi o Madrid,
sino también Plaza de Mayo, Caracas o aún sitios de la imaginación como la Santa María
de Onetti o el Macondo de García Márquez. Claro que por este camino, y no porque todos
ellos conduzcan a Roma, llegaremos incluso a la esquina de la Colosal, Martí y Vélez
Caviédes, un sitio también de la nostalgia de mi generación, como pueden serlo los
carnavales de verano o la ronda del sorteo de los juguetes o la poesía publicada por
Ediciones "Hnos. Loynaz", como lo fue antes para otros los años sesenta o las
tertulias de la Dra. Emilia Delgado, como lo fue mucho antes el ambiente casi rural del
pueblo donde vivió dos años Gertrudis Gómez de Avellaneda, por la zona en que hoy se
encuentra la sede del Gobierno Provincial y el restaurante Mar-Init.
No creo apartarme del tema si apunto un tanto a favor de Vitral en el
sentido de la recuperación de memorias históricas de esa trascendencia, pero los exhorto
a que continúen haciéndolo con la madurez y profesionalidad que requiere tal empeño,
pues no se trata, nunca se tratará, de reducir los alcances de la cultura, ni de
adjetivarla como pinareña o sanjuanera; otra cosa muy distinta es prestar atención a un
grupo de pintores con tradición en Tiburcio Lorenzo y magisterio en Oliva; escritores que
aquí y ahora están poetizando y narrando la ciudad, la provincia, espacios de la
nostalgia, del odio o del amor, pero espacios al fin, y nuestros, en la tradición que
llega desde Cirilo Villaverde y es retomada por Nersys Felipe en los Cuentos de Guane.
Yo soy de los que coinciden con el premio Nobel de las letras colombianas en la
existencia de una nostalgia de la nostalgia, y por eso hace días (precisamente desde que
se me propuso hablara hoy aquí) no cesa de acosarme una asociación de ideas que implica
a la inquisición, la creación artística y la mediocridad. Un amigo escribió una novela
basada en la nostalgia que es, acaso, la única manera cierta de encarar lo
estético... pero la novela resultó un fracaso por razones técnicas que ahora no hay que
aducir. El amigo pudo haber luchado con la palabra, zurcir oraciones, enmendar situaciones
inverosímiles, lograr incluso un texto medianamente aceptable, pero no lo hizo pues esto
hubiera significado una traición en principio a la gran tradición del género (por
añadidura y last but not least era esta una novela de ambiente pinareño) y lo que
era ya inaceptable para él, una traición a su propia nostalgia, que de seguro iba a ser
la de muchos de nosotros.
Para nada hay mesianismo en mi última recomendación al Consejo de Redacción de
Vitral: permanezca la imagen de mi amigo alucinado en una madrugada reciente
tornando pasto del fuego aquellas cuartillas que representaban el trabajo de largos meses
y sintiéndose al fin liberado, en paz con su obra anterior publicada y, por supuesto, con
su nostalgia. La literatura y el arte son hoguera que se alimenta de nuestras carencias y
miserias, de nuestros criterios puristas, imposturas, vanidades y limitaciones, de nuestra
irrealidad y de nuestras fantasías, pero a esas llamas hay que sacrificarlo todo si no se
logra la autenticidad, sin miedos, sin complejos de culpa. Siempre nos quedará la
tradición, aunque aún no hayamos logrado hacerla entrar en nuestros cuadros, nuestra
música o nuestros poemas... No existe nada menos provinciano, menos local, que el gesto
tremendamente lúcido de mi amigo.
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VITRAL ES UNA REVISTA ADULTA
por Oscar Llanes Gómez
Mons. Santo, Primer
Secretario de la Embajada de la Santa Sede en Cuba.
Mons. José Siro, Obispo de Pinar del Río.
P. Manuel de Céspedes y García-Menocal
Estimado Dagoberto
Colegas del Consejo de Redacción de VITRAL
Colaboradores e invitados:
Vean que la palabra «colegas» hace mención a otro hito importante de la vida
social católica cubana acontecido este año: me refiero a la creación de la Unión
Católica de Prensa de Cuba, que los convierte en profesionales del periodismo y la
comunicación lo quieran o no. Y como defiendo que la comunicación es un oficio más que
una carrera universitaria, ustedes están obligados a ser buenos en el oficio o perecerán
en la lucha por aglutinar lectores que es, al final, todo fin de una revista.
VITRAL es una revista por eso, porque sus más de mil ejemplares por número no
alcanzan hoy para cubrir la demanda.
Entonces VITRAL es una publicación «socio-cultural» según reza en portadilla.
En los inicios VITRAL respondió bien a su perfil y gran parte de su popularidad actual
depende de aquellos rezagos de prensa alternativa que tuvo en su infancia. A los ojos de
quienes la leen hoy, VITRAL ha iniciado un serio caminar por linderos moralizantes y casi
catequistas que comienzan a desenlazarla de una buena parte de sus lectores. Si más de la
mitad de sus colaboraciones vienen de no católicos, es tanto más probable que más de la
mitad de sus lectores tampoco lo sean. Aún cuando VITRAL pretendiera acercar a estos
lectores a la doctrina y la práctica católicas, no creo que sean las abundancias de
citas bíblicas y las reflexiones que se derivan de estas las mejores formas para el
empeño, aunque reitero no tiene mucho que ver con el perfil de la revista.
El mal se ha expandido a otros temas-secciones como el de Bioética, Economía,
Ecología, Justicia y Paz, Educación Cívica, donde predomina el estilo de acápites
encabezados en los cuales se aborda una vertiente o arista del gran tema del artículo.
Esta forma antigua de la retórica incrementa el tono educativo del trabajo y lo aleja de
la reflexión porque lejos de proponer ideas para pensar y debatir parece que nos impone
los conceptos como en un cursillo. Además es muy difícil el diseño gráfico y el
balance de la revista cuando hay tres o cuatro artículos extensos y similares en
composición y diagramación.
En este sentido creo que VITRAL ha formado un discurso oficial con temas
alternativos, pero que en el fondo comienza a parecerse al tono impositivo, parco y frío
de toda la prensa cubana del momento. Para aclarar la idea, si VITRAL retoma los análisis
de sucesos de la realidad cotidiana, los editoriales que cuestionan nuestra vida común,
las entrevistas peliagudas, sugerentes; si el periodismo de VITRAL se fortalece con datos
precisos, hechos concretos, fotografías actuales de lo que nos sucede, entonces volverá
a ser una revista y no el folio de trabajos éticos, estéticos y filosóficos que hoy
abruma a una parte de sus lectores cuyos cuestionamientos inmediatos se concentran en
asuntos más urgentes y terrenales. Una publicación existe para sus lectores, si no
atendemos a nuestros lectores y sus gustos, sus necesidades y sus ambiciones, no haremos
periodismo.
VITRAL carece de un trabajo editorial en este sentido. Su Consejo de Redacción
funciona más como un Consejo Editorial, pero analizando las entregas, no proponiéndolas.
Algunos trabajos por encargo se notan enseguida porque caen con facilidad en el tono
educativo, no hay corazón detrás de la escritura. Un proceso editorial es la suma de
esfuerzos por cohesionar el producto de la publicación. Carece VITRAL de un EDITOR que no
es quien hace la Edición. El Editor sentado con todos los trabajos busca los posibles
huecos temáticos en la conformación del número y crea la composición y diagramación
final buscando las lecturas globales, las yuxtaposiciones, los mensajes visuales y
técnicos. Aún cuando se ven firmas importantes que se repiten, VITRAL no ha sabido
explotarlas al máximo en el sentido editorial.
Pero llegó otra buena nueva este año para VITRAL y mis colegas. La revista se
reimprime en Nueva York de manera íntegra y sin modificaciones para su circulación entre
los cubanos de Norteamérica. Me parece urgente la necesidad de eliminar de los Vitrales
futuros las manchas y opacidades de las erratas, los errores gramaticales y conceptuales
en ascenso galopante, los malos diseños y las pifias de edición. Necesita VITRAL ya, una
Carta de Estilo, donde se definan los puntajes, las capitulares, las reglas básicas de
diagramación, pie de fotos, encabezados, titulares, subtitulares, etc. VITRAL es una
revista adulta y a partir de este momento pesa mucho más un error porque cuando crecemos
nadie nos perdona no ser perfectos.
Muchas gracias.
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ES PASIÓN - DELIRIO DE ESTAR CONTIGO
por Gleyvis Coro Montanet
A los que escriben
a quien carga lo que escribe otro
a los que revisan páginas y recortan punticas
a los quizás y a los «no se puede»
a Dagoberto y a Yenia
a Ortiz y Carmen Dora
a Jochi
a María del Carmen
a los que la reparten y a Estela,
sobre todo a Estela:
Yo tenía la edad redonda de veinte años y andaba con un montón de papeles
llenos de palabras mal escritas que buscaban el refugio de alguien dispuesto a escuchar
sin apedrearme o que al menos bajo una sonrisa hipócrita escondiera lo que no entendía o
lo que entendía como poemas de medio palo. (Era una muchacha con petulancias de
escritora, para colmo inédita).
Yo tenía la edad redonda de veinte años cuando un compañero de estudio sacó
algo de su carpeta.
_ Toma _le dijo a otra_ está buena.
_ ¿Qué es eso? _les pregunté.
_ Una revista.
_ Déjenme verla.
_ No, hay que guardarla.
_ ¿Por qué?
_ Está prohibida.
Me conformé, (soy orgullosa para volver a pedir lo que se me ha negado).
Después oí a un amigo hablar de ella. Por esa época me limitaba a respetar la audacia
de una publicación que se aventuró en temas «inseguros» desde el polvorín de estar
adentro y que aún respaldada por quien fuera, no se le podía negar lo valiente, cuando
la experiencia ha demostrado que, en tales casos, lo más saludable para el pellejo es ir
a editar a otro sitio.
Pero conocí a una católica y los católicos, como los enanos de Blanca Nieve,
vienen en fila india y me resolvieron -forma verbal infeliz, lugar común y cuanto querais
añadirle- la suscripción de Vitral.
Llegó a mi casa la susodicha tras una aureola de recomendaciones, advertencias y
todos los artilugios del copón bendito. Me enteré de sus cualidades fantasmagóricas:
sin autorizo, pero no prohibida -como el libre pensamiento-, de cuna eclesiástica y con
el grueso de sus artículos dedicados a cosas de economía o de narrativa o del patrimonio
musical no religioso -para decir que Dios es mucho más de lo que nuestra mente ortodoxa
imagina-. La Vitral humilde, hecha a mano y seguida, perseguida por lectores, detractores
o fanáticos como si tuviera páginas brillosas y tirada larga. Estéril en apariencias y
madre nutricia de otras publicaciones, de nuevos enfoques.
Así he visto descuartizar a un literato sus artículos económicos y a un
economista defenderlos hasta el paroxismo. Así la ví enfermar de causticidades, con tos
de diseño -que mira como ha mejorado-, con fiebre de erratas, pero sobreviviendo en el
milagro de otro número. Lanzándonos a nosotros, creadores de manga corta al abismo de la
editez, para que nos tomemos o no el arte en serio, promoviendo cultura que ya dijo
alguien, es libertad. Desde el lado de Cuba y para Cuba, con la palabra que puede seguirse
porque no se entrega y porque dejará de ser si un impulso la lleva a bufonear ante el rey
de turno.
Así conocí a Vitral y con menos trabajo me encontró ella, para dar luz a los
poemas engavetados de mis veinte años, a mi estrecho porvenir en letras.
Desde entonces algo me unió a la revista y no un sentimentalismo barato, es
pasión -delirio de estar contigo-.
Ahora que toca a las puertas de la segunda infancia, que promete crisis y augura
personalidad, pongámosle el alma.
Lealtad de la parte que lee hacia la parte que imprime, compromiso es lo que hoy,
a tres años de su nacimiento, nos reclama Vitral, casi a gritos.
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EXORCIZANDO LA SOCIEDAD CIVIL
por Enrique López Oliva
En un ambiente sano de
reflexión y diálogo se desarrolló un debate franco y enriquecedor sobre la Sociedad
Civil, el pasado sábado 12 de julio, en la Biblioteca del Obispado de la Diócesis de
Pinar del Río, organizado por la Dirección de la Revista «Vitral» y el Centro
Católico de Formación Cívica y Religiosa de la diócesis pinareña.
La actividad estuvo presidida por el Obispo de Pinar del Río, Monseñor José
Siro González Bacallao, quien ofreció a los panelistas procedentes de La Habana un
acogedor almuerzo criollo de bienvenida en el Palacio Episcopal pinareño, al que asistió
también el P. Manuel H. de Céspedes y García-Menocal y el Director de «Vitral», el
Ing. Dagoberto Valdés Hernández.
María del Carmen Gort Henriquez, del Consejo de Redacción de la Revista
«Vitral», actuó como moderadora y subrayó que el propósito del panel sobre la
Sociedad Civil era propiciar un momento para reflexionar sobre un tema tan interesante
visto desde diversos ángulos y puntos de vista.
El panel estuvo integrado por: el Dr. Aurelio Alonso, investigador del
Departamento de Estudios Socio-Religiosos del Centro de Investigaciones Psicológicas y
Sociales (CIPS), el Ing. Dagoberto Valdés, Director de «Vitral»; el Dr. Jorge Ramírez
Calzadilla, Director del Departamento de Estudio Socio-Religiosos del CIPS; el economista
José A. Quintana de la Cruz y el Prof. Enrique López Oliva.
El tema fue abordado desde distintos ángulos: conceptualmente, la relación
entre Sociedad Civil y persona, Sociedad Civil y Estado, Sociedad Civil y economía y
finalmente Sociedad Civil e Iglesia. El público a su vez hizo diversas lecturas e
interpretaciones, algunas aplicándolas a la realidad concreta de nuestro país, se
hicieron comentarios y preguntas a los panelistas y se introdujeron otros ángulos sobre
el tema.
Alrededor de 70 personas, entre ellas un buen número de profesionales
universitarios, varias religiosas, algunos sacerdotes, dos seminaristas, un buen número
de laicos católicos e incluso no creyentes, asistieron al taller, que se prolongó más
de 4 horas.
El Dr. Aurelio Alonso, quien fue el primero en intervenir, agradeció a Mons.
Siro y a la Dirección de la revista Vitral «esta invitación, que yo hubiera deseado que
se hubiera podido concretar antes, pero que otros compromisos la fueron postergando», y
formuló un reconocimiento al trabajo que viene realizando la revista «Vitral», que ha
tratado muchos temas de carácter social con seriedad, pero que como toda revista joven
tiene todavía un camino que recorrer y puede mejorar mucho en el futuro.
Alonso formuló algunas reflexiones de carácter conceptual sobre la Sociedad
Civil, partiendo de la complejidad del escenario a partir de la coyuntura en el momento
actual de cambio de siglo, señalando cuatro aspectos mayores: la imponente revolución
tecnológica, que ha dado pasos a lo que algunos autores han dado por llamar «un cambio
civilizatorio», paso de la «revolución industrial» a la «civilización
informática»; el proceso de globalización capitalista, a partir del proceso de
transnacionalización del capital, y que ha hecho más brutal la explotación capitalista,
proceso que coincide con el derrumbe del mundo socialista.
Otros dos aspectos fueron: el fin del orden bipolar, que fue sustituido por un
orden monopolar, piramidal, que favorece la globalización; y finalmente, se produce una
situación de crisis de paradigmas. De crisis del paradigma socialista, por la evidente
inviabilidad de los modelos de socialismo de estado que estaban vigentes en la Europa de
Este...
Respecto a Cuba, Alonso dijo que es desacertado decir, como algunas veces se
escucha que «en Cuba se acabó con la Sociedad Civil». «No se acabó con la Sociedad
Civil, lo que sucedió fue que sus roles se modificaron, en algunos casos se desvirtuaron,
y en otros, se crearon nuevas legitimidades...»
Seguidamente, el Ing. Dagoberto Valdés se refirió a la filosofía
«personalista» y a la necesidad de reconstrucción de la Sociedad Civil desde la base, a
partir del respeto a los Derechos Humanos, y subrayó que en su opinión el proyecto en
Cuba de Sociedad Civil, debe inspirarse en la tradición personalista del Padre Félix
Varela y de José Martí: «con todos y para el bien de todos».
Sostuvo que «el personalismo» está en la raíz de la identidad cubana, y
restringe tanto al materialismo como al idealismo. Insistió en que era falso enfrentar
tradición y revolución, ya que la persona tiene una memoria histórica, que no se puede
borrar.
Recalcó que había que salir de la trampa de contraponer cultura a cambios,
unidad a diversidad, Sociedad Civil al Estado, nación a universalismo.
El Dr. Jorge Ramírez Calzadilla, partió de las preguntas: ¿Qué es Estado y
qué es Sociedad Civil? Para él la Sociedad Civil es un conjunto de instituciones, de
formas asociativas, y subrayó que el Estado no es igual a Sociedad Civil, aunque no son
excluyentes. Insistió en que no se puede hacer desaparecer la Sociedad Civil por decreto,
«puede ser deprimida pero no puede dejar de existir».
Se preguntó sobre las ventajas del orden democrático representativo, sobre si
las elecciones son la única manera real de participación social, si no pueden existir
otras formas del control social del poder que los tres poderes clásicos (ejecutivo,
legislativo y judicial), si la propiedad privada era la única solución y subrayó la
importancia de los derechos y las libertades, así como también de la responsabilidad.
Preguntó si sólo por intermedio del pluralismo, se puede garantizar la libertad
de criterios y si la Sociedad Civil es sólo más positiva por el aumento numérico de
asociaciones, que por la calidad de las mismas. Insistió en que hay responsabilidades
individuales y colectivas, que hay que atender.
El economista José A. Quintana apuntó que cuando se habla de Sociedad Civil
«todos no hablan de lo mismo», e insistió en que la sociedad era anterior al Estado.
«No existe una Sociedad Civil ideal, ni eterna. La mejor es aquella que se desenvuelve en
tiempos de paz, y en democracia».
Tanto el Estado, como la Sociedad Civil, tienen el deber, la misión de defender
la libertad, la paz, sin represión. «Quisiera una Sociedad Civil vasta e instruida... Un
camino del socialismo con todos y para el bien de todos».
El último panelista lo fue el Prof. Enrique López Oliva, quien hizo un breve
recuento de la evolución de las relaciones Iglesia-Estado, y del papel de la institución
eclesiástica dentro de la sociedad, en diversas épocas históricas.
Recordó que en los primeros años el cristianismo asumió el modelo de «Iglesia
de los pobres» y desarrolló una oposición profética, crítica, desde la perspectiva
del pobre y fue una «Iglesia de los pobres», una Iglesia de mártires, oprimida,
perseguida, compartiendo con la esperanza de liberación y de redención de los esclavos,
campesinos, marginados...
Apuntó que no fue hasta el fin del antiguo régimen monárquico-feudal, después
de las grandes revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX, que secularizaron la
sociedad, que la Iglesia, como institución retornó a la Sociedad Civil, luego de siglos
de participación dentro de la sociedad política, mediante lo que se conoció como
«alianza entre el trono y el altar».
Hizo un recuento de lo sucedido en Cuba y señaló que no fue hasta la década de
los sesenta que se produjo en Cuba secularización masiva, desde una perspectiva
socialista, de la sociedad cubana, y la Iglesia, aunque separada del estado, desde los
comienzos de la vida republicana, vio mayormente restringido su papel dentro de una
Sociedad Civil radicalmente modificada.
Insistió en que las Iglesias en Cuba no pueden ignorar el poder omnipresente del
estado y de las instituciones paraestatales. Recordó que el teólogo uruguayo protestante
Julio de Santa Ana ha insistido que «el lugar de la Iglesia es la Sociedad Civil».
Y exhortó, partiendo de una cita de la Enciclopedia Teológica Católica Sacramentum
Mundi, a «la colaboración entre los partidarios de la doctrina social cristiana y
los que aún sueñan con un paraíso en la tierra». Recordó la invitación del
pontífice Juan XXIII, en sus encíclicas Mater et Magistra y Pacem in Terris, a
que los católicos colaboren con todos los hombres «de buena voluntad».
Después de un breve receso, en que los panelistas se entremezclaron con el
público, se intercambiaron saludos y se tomó un excelente café y un refresco que calmó
la sed, tocó el turno al público.
Uno de los colaboradores de «Vitral», el Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso,
licenciado en matemática pura y un estudioso de la Biblia, dijo que a veces hay miedo a
la participación, por temor de que cualquier opinión pueda perjudicar luego al que la
expresa. A lo que López Oliva le contestó con una cita del Pontífice Juan Pablo II:
«¡No tengáis miedo!».
Se habló sobre la existencia de un solo partido político en Cuba, sobre el
derecho a la propiedad, sobre el trabajo por cuenta propia, de si el estado debía excluir
a alguien, sobre la clasificación de las personas por razones ideológicas, sobre una
cierta dogmatización del concepto de Sociedad Civil, de que las revoluciones verdaderas
surgieron todas desde la Sociedad Civil, sobre la necesidad de abrir espacios como
éste...
Algunos llevaron notas que leyeron, otros improvisaron sus intervenciones. Para
algunos fue la oportunidad de una catarsis, otros escucharon y tomaron notas... En primera
fila, al Obispo de Pinar, Mons. José Siro González Bacallao siguió con gran atención
el debate y al final dijo que agradecía a los panelistas y a todos los presentes su
participación y que confiaba en que actividades como ésta se pudieran repetir en un
futuro...
Otros temas se manejan ya, como Medios Masivos de Comunicación, Nuevos
Movimientos Religiosos, los valores, la identidad...
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EFECTUADA EN PINAR DEL RÍO REUNIÓN DE TRABAJADORES POR
CUENTA PROPIA
por José María González
Díaz
El día 23 de julio del presente año tuvo lugar una reunión de
trabajadores por cuenta propia en la sede de la Biblioteca Diocesana de la Ciudad de Pinar
del Río. No es la primera vez que estos trabajadores se reúnen por cuenta propia, es
decir, convocados por la necesidad de compartir criterios, analizar las circunstancias en
que se produce su quehacer productivo y consensuar posibilidades y propuestas encaminadas
a resolver sus problemas. La vez anterior se reunieron en un salón de la Dirección
Provincial de Finanzas y departieron constructivamente con un funcionario de la Oficina
Nacional de Atención al Contribuyente (ONAT). El Compañero Silvio Gutiérrez, que es el
referido funcionario nacional, prometió asistir a una segunda reunión, de la cual esta,
objeto de mi crónica, constituye una preparación.
María Caridad Gálvez Chiú, del Centro de Formación Cívica y Religiosa, tuvo
a su cargo la apertura; ella dijo que el Centro Cívico apoya las actividades de los
«cuentapropistas» en el marco del más estricto respeto a la ley, promoviendo espacios
de reflexión y polémicas constructivas, acompañando con el aliento y el consejo
fraternal y estimulando todas aquellas actividades que tengan como fin el mejoramiento de
estructuras sociales positivas, creadoras y pacíficas. Rogó también, a los asistentes,
efectuar el diálogo en forma culta y respetuosa, con un espíritu de polémica
civilizada, dado el hecho de la diversidad de las posiciones de los asistentes y la
posible pluralidad de criterios.
A continuación, usó de la palabra el abogado Luis Abraham, quien realizó un
recuento de corte jurídico sazonado con múltiples anécdotas relacionadas con el tema de
reflexión. Después del Licenciado Abraham, pronunció unas breves palabras el economista
retirado y trabajador por cuenta propia, José M. González Díaz, quien precisó los
asuntos sobre los cuales, a su entender, se debía discutir. Señaló González tres
aspectos fundamentales:
- La obligatoriedad de la compra de azúcar en las SHOPPING.
- La acción punitiva de los inspectores.
- La arbitrariedad de reconocer como costos sólo el 10% de los ingresos, o lo
que es lo mismo, la presunción de un 90% de rentabilidad en los trabajadores por cuenta
propia.
El debate transcurrió tranquilamente. Los argumentos se impusieron a las
pasiones. Pero como todo en la vida, la reunión no fue perfecta. Algunos asistentes
(dos), derivaron sus discursos hacia temas fuera de agenda y los plantearon en forma ajena
al clima de la convocatoria. Pero fueron llamados a razón y todo terminó como se
esperaba: bien.
Los participantes concordaron en la necesidad de que se habiliten tiendas
estatales para venderle a los trabajadores por cuenta propia los materiales e insumos que
necesitan. No sólo azúcar, sino clavos, pegamentos, harina, etc. Pero que se les venda
en dinero cubano, que es el dinero en que ellos venden.
Se argumentó que si el Estado vende, no pueden vender los ladrones. Que el
Estado puede vender a precios de mercado, con lo cual los trabajadores por cuenta propia
pagarían lo mismo que ahora y el Estado recaudaría más circulante. Además, esta
acción sería una valiosa condición para un correcto cálculo de los costos, pues
facilitaría el control económico de los gastos en insumos.
Una importante preocupación crítica fue manifestada en relación con el precio
del azúcar en las shopping. El precio en divisas que deben pagar los «cuentapropistas»
por este producto equivale a algo más de 16 pesos por libra... un precio que parece
equivaler a un «para que no se pueda comprar». Cuando un dólar costaba a 130 pesos, una
libra de azúcar costaba 15 pesos en el mercado negro.
También se argumentó que obligar a comprar el azúcar en las shopping, equivale
a obligar a los «cuentapropistas» a comprar dólares en el mercado negro, a delinquir,
pues en Pinar del Río CADECA no ofrece el servicio de venta de divisas. Estos sólidos
argumentos, unos tras otros, provenían del economista retirado Ernesto Reinoso, y del
grupo que lo rodeaba.
La reunión se pronunció por presentar a las autoridades el desacuerdo con el
trato de que son objeto los cuentapropistas por parte de los inspectores, a los que se
consideró el brazo ejecutor de una voluntad no constructiva, situada en otros niveles.
Sobre este particular fueron esclarecedores los argumentos y pruebas presentadas por
Osmín Goenaga, Carvajal y Matchuá, los que hicieron ver que para una misma infracción,
a un vendedor del estado se le impone una multa entre 10 y 50 pesos, en tanto que la del
cuentapropista oscila entre 300 y 500 pesos.
Hubo consenso con respecto a superar el absurdo cálculo del costo de los
cuentapropistas a partir de un arbitrario 10 por ciento de los ingresos.
También los participantes expresaron la necesidad de sistematizar las reuniones,
de perfeccionar los contenidos de la agenda y la manera de abordarlos, así como de crear,
para casos específicos, para situaciones particulares, una representación elegida para
tratar con los interlocutores oficiales.
La reunión dejó bien claro, ese fue el consenso con independencia de criterios
individuales, de que estas reuniones se producen para comprender y reflexionar, para aunar
criterios y voluntades, pero sobre todo para ayudar al país a encontrar las mejores
soluciones y colaborar con el Estado tanto en la búsqueda de las mismas como en el
proceso de su implantación. Se trata de reuniones civiles, con fines económicos y,
claro, con efectos sociales.
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VI SEMINARIO DE
ANIMADORES DEL CENTRO DE FORMACIÓN CÍVICA Y RELIGIOSA DE PINAR DEL RÍO
por
María del Carmen Gort
Los
días 18, 19 y 20 de julio, tuvo lugar en la Casa de las Hijas de la Caridad de Pinar del
Río, el VI Seminario del Centro de Formación Cívica y Religiosa, con la participación
de 49 personas entre animadores de las diferentes parroquias de las diócesis, sacerdotes,
religiosas, seminaristas y otros invitados.
La noche del viernes estuvo ocupada con el intercambio de
experiencias para evaluar la marcha del Centro, qué nuevos servicios se brindan y qué
perspectivas tienen las parroquias y las diócesis.
El tema que trató el Seminario fue el de los derechos humanos,
dividido en los siguientes núcleos temáticos:
- El origen histórico de los DDHH.
- La clasificación de los DDHH.
- Los DDHH y la Constitución.
- Los mecanismos internacionales de protección de los DDHH.
- Los DDHH y la Doctrina Social de la Iglesia.
- Los DDHH en Cuba.
El tema fue tratado con madurez y sin reservas. Los debates fueron
profundos y en un clima de escucha y comprensión. Todos los temas procuraron brindar un
enfoque real y se encaminaron a fomentar la responsabilidad hacia la protección y defensa
de los DDHH.
Las sesiones de trabajo que incluyeron el sábado todo el día y
el domingo, fueron muy intensas y en un ambiente de diálogo y sano pluralismo, que no
dejaron de tener un momento para reflexionar entre todos cómo favorecen en nuestros
grupos el diálogo y el debate. De ahí salieron mandamientos entre los que se encuentran:
_ Saber escuchar y aceptar la existencia de opiniones contrarias.
_ Mantener una actitud crítica ante situaciones concretas.
_ No querer "ganarle" al otro, sino intercambiar ideas,
proyectos, enriquecerse mutuamente.
_ Saber llegar a consensos en lo posible, sin vencedores ni
vencidos.
_ No improvisar, el diálogo es fruto del esfuerzo.
_ Encontrar la verdad en la diversidad y la pluralidad.
_ Usar un lenguaje asequible y respetuoso.
_ No deformar las opiniones contrarias.
_ No cuestionar a las personas sino las ideas o propuestas.
_ Se debe basar en la libertad, la responsabilidad y la verdad.
_ Debe buscar más el bien común que el bien de las partes.
El diálogo es gradual y progresivo. Es siempre posible como
actitud, o como método, o como resultado. Inténtalo.
Nuestro seminario tuvo en la Eucaristía presidida por Mons. José
Siro González Bacallao y Mons. Beniamino Stella su momento más importante, donde le
presentamos al Señor los frutos del trabajo de este año y los proyectos para el futuro.
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