julio-agosto.año IV.1997


ECOS...

 

VITRAL EN SU III ANIVERSARIO

EL FUEGO, LAS VANIDADES Y LA NOSTALGIA

por Juan Ramón de la Portilla

Recientemente se celebró el III Aniversario de nuestra Revista en la Casa de las Hijas de La Caridad, con la participación de una gran cantidad de lectores y colaboradores de la Revista, donde se escuchó el criterio de Juan Ramón de la Portilla, Narrador pinareño y Director de la casa Editorial «Hnos. Loynaz»; además de otras múltiples intervenciones de las personas que allí asistieron (algunas de ellas se podrán leer a continuación).

La Velada Cultural estuvo a cargo del Coro de la Iglesia de San Juan de Letrán, que ofreció un concierto que todos aplaudimos número tras número. Las palabras de conclusión estuvieron a cargo de Mons. José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río.

Todo finalizó con una animada charla entre los participantes, acompañado de un brindis.  

Me han seleccionado para reseñar críticamente el año que para la Revista Vitral concluye por estos meses y yo no he podido menos que aceptar, agradeciendo el honor, que supongo tenga que ver más con mi condición de editor que de intelectual, aunque en este caso, y para no incurrir en falsas benevolencias, yo me auxilie tanto del trabajo con la palabra (aquel tan cercano al del escultor que suda y es salpicado por el agua, el barro, la piedra) como del razonamiento puro. Digo esto porque Vitral, que arrancara, como casi toda empresa que surge, plagado de errores no imputables, por supuesto, al entusiasmo de sus gestores sino a la inexperiencia, ha cumplido un ciclo vital que visto sólo a la manera cabalística ya es un logro: a la tercera va la vencida. Así las cosas, ganado terreno en el plano del diseño, ganada también una concepción pictórica y literaria que mezcla de manera inteligente la promoción y la difusión de buena parte de la mejor plástica del terruño con la emergencia de un grupo de escritores que pienso marcarán un momento de auge creativo (de hecho ya sucede ), se impone para la publicación no el análisis puntilloso que acumule pequeñas pifias, de seguro subsanables en el breve espacio que media entre dos números, sino la reflexión en torno a problemas o situaciones que considero medulares para el bien de la revista, espacio conquistado con sabiduría e inteligencia, pero espacio al fin, planicie donde puede uno perder la perspectiva por pretender excesos de luz, esa luz que desde los inicios es consustancial al eslogan instaurado en portada y que a ratos me ha parecido sólo eso: eslogan, meras palabras, frase desvinculante de motivos mucho más valederos. Hay un poema de Dulce María Loynaz, no muy conocido, que reza: ¿Y esa luz? /Es tu sombra. Pero acontece que aquí a la luz blanca se antepone un Vitral, suerte de condición prismática, y la luz se bifurca, tuerce caminos, encara a cada quien en la diversidad que reunimos; de la claridad a la sombra, un diapasón que a unos torna verdes, a otros amarillos, o rojos, o rosados... Y aunque yo no concuerde del todo con la frase de Campoamor que aquella descomposición lumínica propone, creo justo ceñirme a un rasero eminentemente cultural, pues como gente de cultura, así siento y vivo esta revista. Tomaremos dos artículos (no al azar, como es lógico), que figuran en sendos números del año aquí analizado, para llamar la atención sobre el principal fardo que según mi modesta opinión aún lastra la revista: el localismo. Los artículos son: Provincianismo y cultura provinciana (un acercamiento a las vanidades humanas) del periodista Oscar Llanes (septiembre-octubre de 1996, # 15) y Ausencia no quiere decir olvido (El kiosko de "La Colosal") de Rosario Gonzáles Álvarez (marzo-abril de 1997, # 18).

Del primero, el espíritu, la concepción autodestructiva que todo sistema susceptible al error conlleva. Es muy saludable que un artículo de esta naturaleza haya salido ya en el tercer año de la revista, pues posibilita correcciones de rumbo a tiempo; y si en aquellas páginas se intentaba analizar, me luce ahora que de manera demasiado "seria", el asunto del provincianismo trasnochado de capillas, cenáculos autocomplacientes y falsarios, hoy puedo dialogar con ese artículo, coincidiendo casi al 100 %, y luego extender un poco más el horizonte de esa crítica. He dicho antes que tal asunto merecía un tratamiento lúdicro, ironía mediante, y acaso algún que otro ejemplillo que matizara e hiciera rabiar, pero no redundaré en este instante en lo ya expuesto por el amigo Oscar y respetando a la concurrencia, encajando el jubileo del aniversario y optando por la vuelta a espacios más cercanos que los de la retórica, pasaré de inmediato al segundo de los artículos ya enunciados.

No sé si la ausencia necesariamente quiere decir olvido, no me atrevo en el terreno de las verdades que emanan de los boleros a negar o afirmar nada, simplemente aguzo el oído, disfruto, coincido en lo posible con el esquema que para el asunto colocó Manuel Puig, ese grande de la literatura post, en boca de Molina, uno de los personajes de El beso de la mujer araña: los boleros dicen montones de verdades, es por eso que a mí me gustan tanto, y aún accedo a intelectualizar definiendo, como lo haría Sábato para su música de arrabal, el tango, y me alegro de saber que el bolero también tiene su metafísica. Por ello, el pareo que acerca ese tema al de las esquinas famosas de las ciudades me parece justo; pero a la hora de incorporar además el llamado "Kiosko de La Colosal" se pierde un tanto la medida, sobre todo porque el artículo arranca con un punto de vista ciertamente ambiguo: Cada vez que pasaba por aquella esquina hacía lento el paso para observar (como Balzac) el bullicioso grupo que allí a diario se daba cita y donde no se veía ninguna figura femenina, salvo las de paso o de compra. Al margen de la reiteración de un verbo, reiteración que no justifica ni siquiera la varia conjugación, y que hubiera sido fácilmente solucionable; al margen de la, digamos, anfibología semántica que supone el incorporar a Balzac a un ambiente pinareño y por añadidura no decimonónico a la manera realista, como lo haría el francés, hecho que puedo inteligir si me planteo que la autora del artículo quiso expresar su propio punto de vista al equipararlo con el del creador de Papá Goriot y lograr una observación naturalista, rayana en el detalle; al margen de todos esos errores, quiero alertar a todos los que tienen que ver con el derrotero, con el perfil de Vitral, que una revista de pensamiento o de cultura, llámesele como se desee, no tiene por qué asumir la función de la gaceta diaria, y un articulista que pretenda mover a la opinión pública debe tensar la cuerda de su arco, presto a lanzar directo al blanco, directo a matar, pero también debe tener el suficiente nervio como para demorar el disparo y aún, si fuera el caso, trastocar el arco de la agresión en arco de violín... Eso, en el caso que nos ocupa, no ha sucedido y a una ausencia transitoria del Kiosko de marras ha seguido un artículo apresurado y una nota que sale en el número que hoy se presentará donde la revista "se congratula" por la reaparición del pequeño local.

Todo lo anterior es imputable no tanto a quien firma el artículo como a quienes tienen a su cargo la concepción misma de la revista... Pero aún cuando falle un factor, una publicación como Vitral aglutina y puede salvarse por el conjunto, que sí es compacto visto a la distancia del año que concluye. Sólo he ejemplificado pugnando por extraer el espíritu, la esencia de lo que pretendo transmitir. En Ausencia no quiere decir olvido se afirma la tipicidad de la esquina de la Colosal y se la ayunta a la acera del Louvre o a la Bodeguita del Medio. ¿Y qué es en suma lo que hace grande, importante, único, recordable o nostálgico, a un sitio? La tradición y, por ende, la cultura.

Si fuera cierto que Balzac medró por nuestra esquina y describió para sus libros el ambiente abúlico del domingo pinareño o lo exhaltado de la controversia de los aficionados en tiempos de Beisbol, yo aceptaría de buen grado la comparación, mas sólo hay a mano, por ahora, la referencia lezamiana al azul de las casas de vueltabajo, palabra que yo siempre he vinculado a las vegas de tabaco, imagen que un turista sí quisiera admirar, pero que para nada puede ser el reflejo de un grupo social tan rico como el de nuestro espacio geográfico, espacio legímito, ese sí, de Vitral, del Pensamiento, de la Literatura o del Arte.

¿Nos hemos preguntando alguna vez (yo me lo he preguntado luego de leer Ausencia...) por qué razón el pinareño cuya patria chica fue Candelaria, Enrique Jorrín, no ubicó la acción de La engañadora en la esquina de La Colosal o en otra esquina cualquiera sino en la de Prado y Neptuno? No se trata aquí de afán de cosmopolitismo sino de engarce de las palabras y las situaciones, universalidad que, ya se sabe, y se ha demostrado ad infinitum por la narrativa del Boom latinoamericano, no estará dada sólo por el paladeo que puedan significar palabras como jacuzzi o Madrid, sino también Plaza de Mayo, Caracas o aún sitios de la imaginación como la Santa María de Onetti o el Macondo de García Márquez. Claro que por este camino, y no porque todos ellos conduzcan a Roma, llegaremos incluso a la esquina de la Colosal, Martí y Vélez Caviédes, un sitio también de la nostalgia de mi generación, como pueden serlo los carnavales de verano o la ronda del sorteo de los juguetes o la poesía publicada por Ediciones "Hnos. Loynaz", como lo fue antes para otros los años sesenta o las tertulias de la Dra. Emilia Delgado, como lo fue mucho antes el ambiente casi rural del pueblo donde vivió dos años Gertrudis Gómez de Avellaneda, por la zona en que hoy se encuentra la sede del Gobierno Provincial y el restaurante Mar-Init.

No creo apartarme del tema si apunto un tanto a favor de Vitral en el sentido de la recuperación de memorias históricas de esa trascendencia, pero los exhorto a que continúen haciéndolo con la madurez y profesionalidad que requiere tal empeño, pues no se trata, nunca se tratará, de reducir los alcances de la cultura, ni de adjetivarla como pinareña o sanjuanera; otra cosa muy distinta es prestar atención a un grupo de pintores con tradición en Tiburcio Lorenzo y magisterio en Oliva; escritores que aquí y ahora están poetizando y narrando la ciudad, la provincia, espacios de la nostalgia, del odio o del amor, pero espacios al fin, y nuestros, en la tradición que llega desde Cirilo Villaverde y es retomada por Nersys Felipe en los Cuentos de Guane.

Yo soy de los que coinciden con el premio Nobel de las letras colombianas en la existencia de una nostalgia de la nostalgia, y por eso hace días (precisamente desde que se me propuso hablara hoy aquí) no cesa de acosarme una asociación de ideas que implica a la inquisición, la creación artística y la mediocridad. Un amigo escribió una novela basada en la nostalgia que es, acaso, la única manera cierta de encarar lo estético... pero la novela resultó un fracaso por razones técnicas que ahora no hay que aducir. El amigo pudo haber luchado con la palabra, zurcir oraciones, enmendar situaciones inverosímiles, lograr incluso un texto medianamente aceptable, pero no lo hizo pues esto hubiera significado una traición en principio a la gran tradición del género (por añadidura y last but not least era esta una novela de ambiente pinareño) y lo que era ya inaceptable para él, una traición a su propia nostalgia, que de seguro iba a ser la de muchos de nosotros.

Para nada hay mesianismo en mi última recomendación al Consejo de Redacción de Vitral: permanezca la imagen de mi amigo alucinado en una madrugada reciente tornando pasto del fuego aquellas cuartillas que representaban el trabajo de largos meses y sintiéndose al fin liberado, en paz con su obra anterior publicada y, por supuesto, con su nostalgia. La literatura y el arte son hoguera que se alimenta de nuestras carencias y miserias, de nuestros criterios puristas, imposturas, vanidades y limitaciones, de nuestra irrealidad y de nuestras fantasías, pero a esas llamas hay que sacrificarlo todo si no se logra la autenticidad, sin miedos, sin complejos de culpa. Siempre nos quedará la tradición, aunque aún no hayamos logrado hacerla entrar en nuestros cuadros, nuestra música o nuestros poemas... No existe nada menos provinciano, menos local, que el gesto tremendamente lúcido de mi amigo.

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VITRAL ES UNA REVISTA ADULTA

por Oscar Llanes Gómez

Mons. Santo, Primer Secretario de la Embajada de la Santa Sede en Cuba.

Mons. José Siro, Obispo de Pinar del Río.

P. Manuel de Céspedes y García-Menocal

Estimado Dagoberto

Colegas del Consejo de Redacción de VITRAL

Colaboradores e invitados:

 

Vean que la palabra «colegas» hace mención a otro hito importante de la vida social católica cubana acontecido este año: me refiero a la creación de la Unión Católica de Prensa de Cuba, que los convierte en profesionales del periodismo y la comunicación lo quieran o no. Y como defiendo que la comunicación es un oficio más que una carrera universitaria, ustedes están obligados a ser buenos en el oficio o perecerán en la lucha por aglutinar lectores que es, al final, todo fin de una revista.

VITRAL es una revista por eso, porque sus más de mil ejemplares por número no alcanzan hoy para cubrir la demanda.

Entonces VITRAL es una publicación «socio-cultural» según reza en portadilla. En los inicios VITRAL respondió bien a su perfil y gran parte de su popularidad actual depende de aquellos rezagos de prensa alternativa que tuvo en su infancia. A los ojos de quienes la leen hoy, VITRAL ha iniciado un serio caminar por linderos moralizantes y casi catequistas que comienzan a desenlazarla de una buena parte de sus lectores. Si más de la mitad de sus colaboraciones vienen de no católicos, es tanto más probable que más de la mitad de sus lectores tampoco lo sean. Aún cuando VITRAL pretendiera acercar a estos lectores a la doctrina y la práctica católicas, no creo que sean las abundancias de citas bíblicas y las reflexiones que se derivan de estas las mejores formas para el empeño, aunque reitero no tiene mucho que ver con el perfil de la revista.

El mal se ha expandido a otros temas-secciones como el de Bioética, Economía, Ecología, Justicia y Paz, Educación Cívica, donde predomina el estilo de acápites encabezados en los cuales se aborda una vertiente o arista del gran tema del artículo. Esta forma antigua de la retórica incrementa el tono educativo del trabajo y lo aleja de la reflexión porque lejos de proponer ideas para pensar y debatir parece que nos impone los conceptos como en un cursillo. Además es muy difícil el diseño gráfico y el balance de la revista cuando hay tres o cuatro artículos extensos y similares en composición y diagramación.

En este sentido creo que VITRAL ha formado un discurso oficial con temas alternativos, pero que en el fondo comienza a parecerse al tono impositivo, parco y frío de toda la prensa cubana del momento. Para aclarar la idea, si VITRAL retoma los análisis de sucesos de la realidad cotidiana, los editoriales que cuestionan nuestra vida común, las entrevistas peliagudas, sugerentes; si el periodismo de VITRAL se fortalece con datos precisos, hechos concretos, fotografías actuales de lo que nos sucede, entonces volverá a ser una revista y no el folio de trabajos éticos, estéticos y filosóficos que hoy abruma a una parte de sus lectores cuyos cuestionamientos inmediatos se concentran en asuntos más urgentes y terrenales. Una publicación existe para sus lectores, si no atendemos a nuestros lectores y sus gustos, sus necesidades y sus ambiciones, no haremos periodismo.

VITRAL carece de un trabajo editorial en este sentido. Su Consejo de Redacción funciona más como un Consejo Editorial, pero analizando las entregas, no proponiéndolas. Algunos trabajos por encargo se notan enseguida porque caen con facilidad en el tono educativo, no hay corazón detrás de la escritura. Un proceso editorial es la suma de esfuerzos por cohesionar el producto de la publicación. Carece VITRAL de un EDITOR que no es quien hace la Edición. El Editor sentado con todos los trabajos busca los posibles huecos temáticos en la conformación del número y crea la composición y diagramación final buscando las lecturas globales, las yuxtaposiciones, los mensajes visuales y técnicos. Aún cuando se ven firmas importantes que se repiten, VITRAL no ha sabido explotarlas al máximo en el sentido editorial.

Pero llegó otra buena nueva este año para VITRAL y mis colegas. La revista se reimprime en Nueva York de manera íntegra y sin modificaciones para su circulación entre los cubanos de Norteamérica. Me parece urgente la necesidad de eliminar de los Vitrales futuros las manchas y opacidades de las erratas, los errores gramaticales y conceptuales en ascenso galopante, los malos diseños y las pifias de edición. Necesita VITRAL ya, una Carta de Estilo, donde se definan los puntajes, las capitulares, las reglas básicas de diagramación, pie de fotos, encabezados, titulares, subtitulares, etc. VITRAL es una revista adulta y a partir de este momento pesa mucho más un error porque cuando crecemos nadie nos perdona no ser perfectos.

Muchas gracias.

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ES PASIÓN - DELIRIO DE ESTAR CONTIGO

por Gleyvis Coro Montanet 

A los que escriben

a quien carga lo que escribe otro

a los que revisan páginas y recortan punticas

a los quizás y a los «no se puede»

a Dagoberto y a Yenia

a Ortiz y Carmen Dora

a Jochi

a María del Carmen

a los que la reparten y a Estela,

sobre todo a Estela:

 

Yo tenía la edad redonda de veinte años y andaba con un montón de papeles llenos de palabras mal escritas que buscaban el refugio de alguien dispuesto a escuchar sin apedrearme o que al menos bajo una sonrisa hipócrita escondiera lo que no entendía o lo que entendía como poemas de medio palo. (Era una muchacha con petulancias de escritora, para colmo inédita).

Yo tenía la edad redonda de veinte años cuando un compañero de estudio sacó algo de su carpeta.

_ Toma _le dijo a otra_ está buena.

_ ¿Qué es eso? _les pregunté.

_ Una revista.

_ Déjenme verla.

_ No, hay que guardarla.

_ ¿Por qué?

_ Está prohibida.

Me conformé, (soy orgullosa para volver a pedir lo que se me ha negado). Después oí a un amigo hablar de ella. Por esa época me limitaba a respetar la audacia de una publicación que se aventuró en temas «inseguros» desde el polvorín de estar adentro y que aún respaldada por quien fuera, no se le podía negar lo valiente, cuando la experiencia ha demostrado que, en tales casos, lo más saludable para el pellejo es ir a editar a otro sitio.

Pero conocí a una católica y los católicos, como los enanos de Blanca Nieve, vienen en fila india y me resolvieron -forma verbal infeliz, lugar común y cuanto querais añadirle- la suscripción de Vitral.

Llegó a mi casa la susodicha tras una aureola de recomendaciones, advertencias y todos los artilugios del copón bendito. Me enteré de sus cualidades fantasmagóricas: sin autorizo, pero no prohibida -como el libre pensamiento-, de cuna eclesiástica y con el grueso de sus artículos dedicados a cosas de economía o de narrativa o del patrimonio musical no religioso -para decir que Dios es mucho más de lo que nuestra mente ortodoxa imagina-. La Vitral humilde, hecha a mano y seguida, perseguida por lectores, detractores o fanáticos como si tuviera páginas brillosas y tirada larga. Estéril en apariencias y madre nutricia de otras publicaciones, de nuevos enfoques.

Así he visto descuartizar a un literato sus artículos económicos y a un economista defenderlos hasta el paroxismo. Así la ví enfermar de causticidades, con tos de diseño -que mira como ha mejorado-, con fiebre de erratas, pero sobreviviendo en el milagro de otro número. Lanzándonos a nosotros, creadores de manga corta al abismo de la editez, para que nos tomemos o no el arte en serio, promoviendo cultura que ya dijo alguien, es libertad. Desde el lado de Cuba y para Cuba, con la palabra que puede seguirse porque no se entrega y porque dejará de ser si un impulso la lleva a bufonear ante el rey de turno.

Así conocí a Vitral y con menos trabajo me encontró ella, para dar luz a los poemas engavetados de mis veinte años, a mi estrecho porvenir en letras.

Desde entonces algo me unió a la revista y no un sentimentalismo barato, es pasión -delirio de estar contigo-.

Ahora que toca a las puertas de la segunda infancia, que promete crisis y augura personalidad, pongámosle el alma.

Lealtad de la parte que lee hacia la parte que imprime, compromiso es lo que hoy, a tres años de su nacimiento, nos reclama Vitral, casi a gritos.

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EXORCIZANDO LA SOCIEDAD CIVIL

por Enrique López Oliva

En un ambiente sano de reflexión y diálogo se desarrolló un debate franco y enriquecedor sobre la Sociedad Civil, el pasado sábado 12 de julio, en la Biblioteca del Obispado de la Diócesis de Pinar del Río, organizado por la Dirección de la Revista «Vitral» y el Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa de la diócesis pinareña.

La actividad estuvo presidida por el Obispo de Pinar del Río, Monseñor José Siro González Bacallao, quien ofreció a los panelistas procedentes de La Habana un acogedor almuerzo criollo de bienvenida en el Palacio Episcopal pinareño, al que asistió también el P. Manuel H. de Céspedes y García-Menocal y el Director de «Vitral», el Ing. Dagoberto Valdés Hernández.

María del Carmen Gort Henriquez, del Consejo de Redacción de la Revista «Vitral», actuó como moderadora y subrayó que el propósito del panel sobre la Sociedad Civil era propiciar un momento para reflexionar sobre un tema tan interesante visto desde diversos ángulos y puntos de vista.

El panel estuvo integrado por: el Dr. Aurelio Alonso, investigador del Departamento de Estudios Socio-Religiosos del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales (CIPS), el Ing. Dagoberto Valdés, Director de «Vitral»; el Dr. Jorge Ramírez Calzadilla, Director del Departamento de Estudio Socio-Religiosos del CIPS; el economista José A. Quintana de la Cruz y el Prof. Enrique López Oliva.

El tema fue abordado desde distintos ángulos: conceptualmente, la relación entre Sociedad Civil y persona, Sociedad Civil y Estado, Sociedad Civil y economía y finalmente Sociedad Civil e Iglesia. El público a su vez hizo diversas lecturas e interpretaciones, algunas aplicándolas a la realidad concreta de nuestro país, se hicieron comentarios y preguntas a los panelistas y se introdujeron otros ángulos sobre el tema.

Alrededor de 70 personas, entre ellas un buen número de profesionales universitarios, varias religiosas, algunos sacerdotes, dos seminaristas, un buen número de laicos católicos e incluso no creyentes, asistieron al taller, que se prolongó más de 4 horas.

El Dr. Aurelio Alonso, quien fue el primero en intervenir, agradeció a Mons. Siro y a la Dirección de la revista Vitral «esta invitación, que yo hubiera deseado que se hubiera podido concretar antes, pero que otros compromisos la fueron postergando», y formuló un reconocimiento al trabajo que viene realizando la revista «Vitral», que ha tratado muchos temas de carácter social con seriedad, pero que como toda revista joven tiene todavía un camino que recorrer y puede mejorar mucho en el futuro.

Alonso formuló algunas reflexiones de carácter conceptual sobre la Sociedad Civil, partiendo de la complejidad del escenario a partir de la coyuntura en el momento actual de cambio de siglo, señalando cuatro aspectos mayores: la imponente revolución tecnológica, que ha dado pasos a lo que algunos autores han dado por llamar «un cambio civilizatorio», paso de la «revolución industrial» a la «civilización informática»; el proceso de globalización capitalista, a partir del proceso de transnacionalización del capital, y que ha hecho más brutal la explotación capitalista, proceso que coincide con el derrumbe del mundo socialista.

Otros dos aspectos fueron: el fin del orden bipolar, que fue sustituido por un orden monopolar, piramidal, que favorece la globalización; y finalmente, se produce una situación de crisis de paradigmas. De crisis del paradigma socialista, por la evidente inviabilidad de los modelos de socialismo de estado que estaban vigentes en la Europa de Este...

Respecto a Cuba, Alonso dijo que es desacertado decir, como algunas veces se escucha que «en Cuba se acabó con la Sociedad Civil». «No se acabó con la Sociedad Civil, lo que sucedió fue que sus roles se modificaron, en algunos casos se desvirtuaron, y en otros, se crearon nuevas legitimidades...»

Seguidamente, el Ing. Dagoberto Valdés se refirió a la filosofía «personalista» y a la necesidad de reconstrucción de la Sociedad Civil desde la base, a partir del respeto a los Derechos Humanos, y subrayó que en su opinión el proyecto en Cuba de Sociedad Civil, debe inspirarse en la tradición personalista del Padre Félix Varela y de José Martí: «con todos y para el bien de todos».

Sostuvo que «el personalismo» está en la raíz de la identidad cubana, y restringe tanto al materialismo como al idealismo. Insistió en que era falso enfrentar tradición y revolución, ya que la persona tiene una memoria histórica, que no se puede borrar.

Recalcó que había que salir de la trampa de contraponer cultura a cambios, unidad a diversidad, Sociedad Civil al Estado, nación a universalismo.

El Dr. Jorge Ramírez Calzadilla, partió de las preguntas: ¿Qué es Estado y qué es Sociedad Civil? Para él la Sociedad Civil es un conjunto de instituciones, de formas asociativas, y subrayó que el Estado no es igual a Sociedad Civil, aunque no son excluyentes. Insistió en que no se puede hacer desaparecer la Sociedad Civil por decreto, «puede ser deprimida pero no puede dejar de existir».

Se preguntó sobre las ventajas del orden democrático representativo, sobre si las elecciones son la única manera real de participación social, si no pueden existir otras formas del control social del poder que los tres poderes clásicos (ejecutivo, legislativo y judicial), si la propiedad privada era la única solución y subrayó la importancia de los derechos y las libertades, así como también de la responsabilidad.

Preguntó si sólo por intermedio del pluralismo, se puede garantizar la libertad de criterios y si la Sociedad Civil es sólo más positiva por el aumento numérico de asociaciones, que por la calidad de las mismas. Insistió en que hay responsabilidades individuales y colectivas, que hay que atender.

El economista José A. Quintana apuntó que cuando se habla de Sociedad Civil «todos no hablan de lo mismo», e insistió en que la sociedad era anterior al Estado. «No existe una Sociedad Civil ideal, ni eterna. La mejor es aquella que se desenvuelve en tiempos de paz, y en democracia».

Tanto el Estado, como la Sociedad Civil, tienen el deber, la misión de defender la libertad, la paz, sin represión. «Quisiera una Sociedad Civil vasta e instruida... Un camino del socialismo con todos y para el bien de todos».

El último panelista lo fue el Prof. Enrique López Oliva, quien hizo un breve recuento de la evolución de las relaciones Iglesia-Estado, y del papel de la institución eclesiástica dentro de la sociedad, en diversas épocas históricas.

Recordó que en los primeros años el cristianismo asumió el modelo de «Iglesia de los pobres» y desarrolló una oposición profética, crítica, desde la perspectiva del pobre y fue una «Iglesia de los pobres», una Iglesia de mártires, oprimida, perseguida, compartiendo con la esperanza de liberación y de redención de los esclavos, campesinos, marginados...

Apuntó que no fue hasta el fin del antiguo régimen monárquico-feudal, después de las grandes revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX, que secularizaron la sociedad, que la Iglesia, como institución retornó a la Sociedad Civil, luego de siglos de participación dentro de la sociedad política, mediante lo que se conoció como «alianza entre el trono y el altar».

Hizo un recuento de lo sucedido en Cuba y señaló que no fue hasta la década de los sesenta que se produjo en Cuba secularización masiva, desde una perspectiva socialista, de la sociedad cubana, y la Iglesia, aunque separada del estado, desde los comienzos de la vida republicana, vio mayormente restringido su papel dentro de una Sociedad Civil radicalmente modificada.

Insistió en que las Iglesias en Cuba no pueden ignorar el poder omnipresente del estado y de las instituciones paraestatales. Recordó que el teólogo uruguayo protestante Julio de Santa Ana ha insistido que «el lugar de la Iglesia es la Sociedad Civil».

Y exhortó, partiendo de una cita de la Enciclopedia Teológica Católica Sacramentum Mundi, a «la colaboración entre los partidarios de la doctrina social cristiana y los que aún sueñan con un paraíso en la tierra». Recordó la invitación del pontífice Juan XXIII, en sus encíclicas Mater et Magistra y Pacem in Terris, a que los católicos colaboren con todos los hombres «de buena voluntad».

Después de un breve receso, en que los panelistas se entremezclaron con el público, se intercambiaron saludos y se tomó un excelente café y un refresco que calmó la sed, tocó el turno al público.

Uno de los colaboradores de «Vitral», el Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso, licenciado en matemática pura y un estudioso de la Biblia, dijo que a veces hay miedo a la participación, por temor de que cualquier opinión pueda perjudicar luego al que la expresa. A lo que López Oliva le contestó con una cita del Pontífice Juan Pablo II: «¡No tengáis miedo!».

Se habló sobre la existencia de un solo partido político en Cuba, sobre el derecho a la propiedad, sobre el trabajo por cuenta propia, de si el estado debía excluir a alguien, sobre la clasificación de las personas por razones ideológicas, sobre una cierta dogmatización del concepto de Sociedad Civil, de que las revoluciones verdaderas surgieron todas desde la Sociedad Civil, sobre la necesidad de abrir espacios como éste...

Algunos llevaron notas que leyeron, otros improvisaron sus intervenciones. Para algunos fue la oportunidad de una catarsis, otros escucharon y tomaron notas... En primera fila, al Obispo de Pinar, Mons. José Siro González Bacallao siguió con gran atención el debate y al final dijo que agradecía a los panelistas y a todos los presentes su participación y que confiaba en que actividades como ésta se pudieran repetir en un futuro...

Otros temas se manejan ya, como Medios Masivos de Comunicación, Nuevos Movimientos Religiosos, los valores, la identidad...

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EFECTUADA EN PINAR DEL RÍO REUNIÓN DE TRABAJADORES POR

CUENTA PROPIA

por José María González Díaz

El día 23 de julio del presente año tuvo lugar una reunión de trabajadores por cuenta propia en la sede de la Biblioteca Diocesana de la Ciudad de Pinar del Río. No es la primera vez que estos trabajadores se reúnen por cuenta propia, es decir, convocados por la necesidad de compartir criterios, analizar las circunstancias en que se produce su quehacer productivo y consensuar posibilidades y propuestas encaminadas a resolver sus problemas. La vez anterior se reunieron en un salón de la Dirección Provincial de Finanzas y departieron constructivamente con un funcionario de la Oficina Nacional de Atención al Contribuyente (ONAT). El Compañero Silvio Gutiérrez, que es el referido funcionario nacional, prometió asistir a una segunda reunión, de la cual esta, objeto de mi crónica, constituye una preparación.

María Caridad Gálvez Chiú, del Centro de Formación Cívica y Religiosa, tuvo a su cargo la apertura; ella dijo que el Centro Cívico apoya las actividades de los «cuentapropistas» en el marco del más estricto respeto a la ley, promoviendo espacios de reflexión y polémicas constructivas, acompañando con el aliento y el consejo fraternal y estimulando todas aquellas actividades que tengan como fin el mejoramiento de estructuras sociales positivas, creadoras y pacíficas. Rogó también, a los asistentes, efectuar el diálogo en forma culta y respetuosa, con un espíritu de polémica civilizada, dado el hecho de la diversidad de las posiciones de los asistentes y la posible pluralidad de criterios.

A continuación, usó de la palabra el abogado Luis Abraham, quien realizó un recuento de corte jurídico sazonado con múltiples anécdotas relacionadas con el tema de reflexión. Después del Licenciado Abraham, pronunció unas breves palabras el economista retirado y trabajador por cuenta propia, José M. González Díaz, quien precisó los asuntos sobre los cuales, a su entender, se debía discutir. Señaló González tres aspectos fundamentales:

- La obligatoriedad de la compra de azúcar en las SHOPPING.

- La acción punitiva de los inspectores.

- La arbitrariedad de reconocer como costos sólo el 10% de los ingresos, o lo que es lo mismo, la presunción de un 90% de rentabilidad en los trabajadores por cuenta propia.

El debate transcurrió tranquilamente. Los argumentos se impusieron a las pasiones. Pero como todo en la vida, la reunión no fue perfecta. Algunos asistentes (dos), derivaron sus discursos hacia temas fuera de agenda y los plantearon en forma ajena al clima de la convocatoria. Pero fueron llamados a razón y todo terminó como se esperaba: bien.

Los participantes concordaron en la necesidad de que se habiliten tiendas estatales para venderle a los trabajadores por cuenta propia los materiales e insumos que necesitan. No sólo azúcar, sino clavos, pegamentos, harina, etc. Pero que se les venda en dinero cubano, que es el dinero en que ellos venden.

Se argumentó que si el Estado vende, no pueden vender los ladrones. Que el Estado puede vender a precios de mercado, con lo cual los trabajadores por cuenta propia pagarían lo mismo que ahora y el Estado recaudaría más circulante. Además, esta acción sería una valiosa condición para un correcto cálculo de los costos, pues facilitaría el control económico de los gastos en insumos.

Una importante preocupación crítica fue manifestada en relación con el precio del azúcar en las shopping. El precio en divisas que deben pagar los «cuentapropistas» por este producto equivale a algo más de 16 pesos por libra... un precio que parece equivaler a un «para que no se pueda comprar». Cuando un dólar costaba a 130 pesos, una libra de azúcar costaba 15 pesos en el mercado negro.

También se argumentó que obligar a comprar el azúcar en las shopping, equivale a obligar a los «cuentapropistas» a comprar dólares en el mercado negro, a delinquir, pues en Pinar del Río CADECA no ofrece el servicio de venta de divisas. Estos sólidos argumentos, unos tras otros, provenían del economista retirado Ernesto Reinoso, y del grupo que lo rodeaba.

La reunión se pronunció por presentar a las autoridades el desacuerdo con el trato de que son objeto los cuentapropistas por parte de los inspectores, a los que se consideró el brazo ejecutor de una voluntad no constructiva, situada en otros niveles. Sobre este particular fueron esclarecedores los argumentos y pruebas presentadas por Osmín Goenaga, Carvajal y Matchuá, los que hicieron ver que para una misma infracción, a un vendedor del estado se le impone una multa entre 10 y 50 pesos, en tanto que la del cuentapropista oscila entre 300 y 500 pesos.

Hubo consenso con respecto a superar el absurdo cálculo del costo de los cuentapropistas a partir de un arbitrario 10 por ciento de los ingresos.

También los participantes expresaron la necesidad de sistematizar las reuniones, de perfeccionar los contenidos de la agenda y la manera de abordarlos, así como de crear, para casos específicos, para situaciones particulares, una representación elegida para tratar con los interlocutores oficiales.

La reunión dejó bien claro, ese fue el consenso con independencia de criterios individuales, de que estas reuniones se producen para comprender y reflexionar, para aunar criterios y voluntades, pero sobre todo para ayudar al país a encontrar las mejores soluciones y colaborar con el Estado tanto en la búsqueda de las mismas como en el proceso de su implantación. Se trata de reuniones civiles, con fines económicos y, claro, con efectos sociales.

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VI SEMINARIO DE

ANIMADORES DEL CENTRO DE FORMACIÓN CÍVICA Y RELIGIOSA DE PINAR DEL RÍO

por María del Carmen Gort

 

Los días 18, 19 y 20 de julio, tuvo lugar en la Casa de las Hijas de la Caridad de Pinar del Río, el VI Seminario del Centro de Formación Cívica y Religiosa, con la participación de 49 personas entre animadores de las diferentes parroquias de las diócesis, sacerdotes, religiosas, seminaristas y otros invitados.

La noche del viernes estuvo ocupada con el intercambio de experiencias para evaluar la marcha del Centro, qué nuevos servicios se brindan y qué perspectivas tienen las parroquias y las diócesis.

El tema que trató el Seminario fue el de los derechos humanos, dividido en los siguientes núcleos temáticos:

- El origen histórico de los DDHH.

- La clasificación de los DDHH.

- Los DDHH y la Constitución.

- Los mecanismos internacionales de protección de los DDHH.

- Los DDHH y la Doctrina Social de la Iglesia.

- Los DDHH en Cuba.

El tema fue tratado con madurez y sin reservas. Los debates fueron profundos y en un clima de escucha y comprensión. Todos los temas procuraron brindar un enfoque real y se encaminaron a fomentar la responsabilidad hacia la protección y defensa de los DDHH.

Las sesiones de trabajo que incluyeron el sábado todo el día y el domingo, fueron muy intensas y en un ambiente de diálogo y sano pluralismo, que no dejaron de tener un momento para reflexionar entre todos cómo favorecen en nuestros grupos el diálogo y el debate. De ahí salieron mandamientos entre los que se encuentran:

_ Saber escuchar y aceptar la existencia de opiniones contrarias.

_ Mantener una actitud crítica ante situaciones concretas.

_ No querer "ganarle" al otro, sino intercambiar ideas, proyectos, enriquecerse mutuamente.

_ Saber llegar a consensos en lo posible, sin vencedores ni vencidos.

_ No improvisar, el diálogo es fruto del esfuerzo.

_ Encontrar la verdad en la diversidad y la pluralidad.

_ Usar un lenguaje asequible y respetuoso.

_ No deformar las opiniones contrarias.

_ No cuestionar a las personas sino las ideas o propuestas.

_ Se debe basar en la libertad, la responsabilidad y la verdad.

_ Debe buscar más el bien común que el bien de las partes.

El diálogo es gradual y progresivo. Es siempre posible como actitud, o como método, o como resultado. Inténtalo.

Nuestro seminario tuvo en la Eucaristía presidida por Mons. José Siro González Bacallao y Mons. Beniamino Stella su momento más importante, donde le presentamos al Señor los frutos del trabajo de este año y los proyectos para el futuro.