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noviembre-diciembre. año I. No. 4. 1994 |
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NUESTRA HISTORIA |
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LA CAPILLA DE SAN JOSÉ DEL GUANAL: ¿HISTORIA O LEYENDA por Gilberto Varela González |
Hace ya más de un siglo, entre los años 1820-1830, en un lugar conocido por Caobillas, en la desembocadura del río Ajiconal, cerca de la finca Santa Rosa de Punta de Palma al sur de Consolación, los religiosos Belemitas de La Habana, fundaron una casa de campo como lugar de descanso. Allí, en un bohío de guano, había una pequeña capilla que dedicaron al Carpintero de Nazaret y la llamaron San José de Caobillas. En ella pusieron un cuadro del santo con el niño Jesús en los brazos. Era una pintura de papel con un lienzo que la reforzaba. Medía un metro de largo por uno de ancho. Distantes de los templos de aquellos lugares, era éste, un punto de reunión, oración y fiestas, así como de prácticas religiosas. Ante esta imagen venían las esparcidas gentes de estos sitios a postrarse e implorarle sus favores. Quitadas sus posesiones a los religiosos por las leyes de desamortización y desaparecidos los Belemitas de Caobillas, estas tierras pasaron por varias manos. En el año 1831 es arrendado el hato de Caobillas a Don Joaquín Díaz Cepero, natural de Los Palacios en Pinar del Río. Es su hijo, el joven Joaquín Díaz del Pino, quien en unión de sus hermanos encuentra en aquel lugar, bajo una cantidad de tablas y guano, en lo que al perecer fuera una casa, el venerado cuadro de San José, conservado en magnífico estado. Este hecho le causa gran impresión, tanto que decide reclamarlo para sí, a lo cual acceden sus hermanos. Es en 1836 que Joaquín fija definitivamente su residencia en el Guanal junto a su esposa Felipa Díaz del Pino con quien tuvo 23 hijos. Dicen y con razón, que de esos 23 hijos descienden gran parte de los habitantes de Alonso de Rojas. Esta familia mantenía con gran diligencia su práctica religiosa, reuniéndose todas las noches con sus hijos y servidumbre para instruirles, rezar el Santo Rosario y enseñarles las oraciones. Es su hijo Joaquín Díaz del Pino, quien lleva este cuadro al Guanal, donde se le hace una pequeña capilla en su nombre. Casado a los 17 años, este joven con 2 hijos pierde su primera esposa, luego fallece la segunda con la que tuvo 11 hijos. Se casa nuevamente, entonces con Rita González Betancourt (Ritilla) con quien tiene 18 hijos viendo así multiplicarse su familia, haciéndosele muy difícil la situación, que con el comienzo de la Guerra del 68 empeora considerablemente. La confianza en Dios y la devoción a San José, del cual había recibido sus bendiciones, lo hacen celebrar todos los años de la mejor manera posible su fiesta patronal. Este hombre fiel, al igual que sus parientes, invoca a su glorioso patrono para salir adelante, tratando de ayudar y remediar las necesidades de sus vecinos en lo que podía. Con el tiempo la situación empeora aún más. Después de la total ruina de sus bienes, un día puesto delante del santo le dice: "Bien veis mi ruina, la angustia que me causan mis deudas y las miserias de mis numerosos hijos. Si haces que pueda pagar mis deudas y sustentar a mi familia volviéndome a mi primera prosperidad, te erigiré una capilla y no así de pequeña como la primera sino la más grandiosa que yo pueda". Al fin, con el bienestar que trajo el final de la Guerra del 68, su situación económica cambia significativamente, hasta poder pagar todas sus deudas y tener con qué construirle a San José la capilla ofrecida. El tiempo fue deteriorando la imagen sobre el papel. En un viaje a La Habana viendo una figura en pasta fuerte del santo, la compra y la coloca en el lugar del cuadro de Caobillas guardando lo que quedaba de éste como reliquia sagrada. El día de San José, 19 de marzo de cada año, en ese lugar se reunía toda la familia que venía desde muy distantes lugares. Llegaban al Guanal entre 700 u 800 personas. En este lugar Joaquín Díaz del Pino cumplió su palabra al restaurar la primera ermita rodeándola de rejas y jardines con flores. A pesar de grandes preocupaciones personales y familiares, viéndose obligado a buscar materiales, ver edificaciones y consultar con otros, pudo dar feliz término a su obra. Ya quebrantada su salud, preocupado por el porvenir de este culto y el de su familia, un día les dijo "Quiero que nunca se deje por ningún motivo la procesión de San José, aunque esté yo, Ritilla, mi esposa, o cualesquiera de mis hijos de cuerpo presente". El día que estaba lista la ermita como él la había imaginado y ofrecido, preparó una gran fiesta, rindiendo así público testimonio del cumplimiento de su promesa invitando a su gran amigo el padre Eduardo, de Alonso de Rojas, quien bendijo la capilla el 19 de marzo de 1890 dejándola así inaugurada. Dice la historia, que aquel día después de terminados los festejos ante la imagen del santo, le habló así: "Yo ya cumplí lo que te prometí, no me queda nada más que hacer en este mundo, ya estoy a tu disposición". Este hombre que ante descalabros familiares y económicos no flaqueó en su fe y sosteniéndose activo y tranquilo, sin desviarse del deber, en su postrera edad, ve su misión terminada y se ofrece a Dios. Esa misma noche enferma de gravedad. Pensando en la salvación para su alma, pide los últimos sacramentos que le son ofrecidos por su amigo el padre Eduardo, llamado urgentemente para socorrerlo. Fallece el 25 de marzo. Cuando a su regreso a Alonso de Rojas los amigos preguntaban al Padre por Joaquín decía: "Acaba de subir al cielo en brazos de San José". Sus descendientes cumplen por mucho tiempo la procesión del Guanal con un acatamiento casi sagrado. Con el fallecimiento de Joaquín, su esposa Rita mantiene esta devoción hasta 1914, en que ella fallece. Esta ermita fue incendiada en la Guerra de Independencia por bandidos y saqueadores, al terminar la contienda la familia erige nuevamente una, esta vez de madera. El espíritu de sana alegría que reinaba en las fiestas nunca perturbó la convivencia de los vecinos, así lo refleja esta frase que los inspiraba: "No ver, no oír la menor falta en orden, oración y fiesta, toda la familia". En aquellos tiempos las fiestas duraban tres días para posibilitar que la familia se reuniera, debido a la lentitud de los desplazamientos. Después, con los vehículos rápidos, no fue necesario hacerla más de un día. El día de San José desde muy temprano comenzaban a llegar al Guanal todo tipo de vehículos carretones, carretas, arañas, camiones, automóviles, engalanados con adornos y cintas. Venían peregrinos desde Los Palacios, la costa sur (de donde eran descendientes los Díaz) y de lugares distantes como La Habana donde habitaban los Díaz Pino y los Díaz Ceperos, así como otros fieles que venían a ofrecer sus oraciones. Entraban a la capilla y rezaban al Santo. Después recorrían los diferentes lugares de la zona donde se brindaba todo tipo de comidas y dulces. Era esta ocasión propicia para saludar, como cada año a familiares y amigos. Tenían además otros entretenimientos como peleas de gallos, carreras de caballos,... a los cuales se dedicaban hasta las 4 de la tarde aproximadamente. Al acercarse la hora de la procesión comenzaban a reunirse todos los vecinos de los contornos hasta cubrir una gran parte del área del batey. Ya cerca de la noche, se encendían las luces y se lanzaban fuegos artificiales, con lo cual esta marcha religiosa adquiría un gran colorido. Una familia llevaba la Santa Cruz. También salían las sagradas reliquias de la primitiva pintura de San José conservadas en la actualidad en una caja de madera preciosa tallada, que mandara a hacer Ritilla en su estancia en Isla de Pinos; lugar de refugio de su familia durante la Guerra de Independencia. Esta hermosa tradición se mantuvo hasta que en el año 1969 debido a los desmontes que se efectuaban de oriente a occidente, con el objetivo de ganar tierras para el cultivo, es dinamitada la ermita de San José del Guanal. Quedó entonces totalmente destruida y con ella dejó de realizarse una de las más hermosas tradiciones religiosas y familiares de estos lugares. En Alonso de Rojas, en la casa de José M. Díaz, en la calle 24, edificio 2102, apartamento 19, San José del Guanal es visitado en su día por gran cantidad de fieles, se abren las puertas para todos los que quieran visitarlo y ya por la tarde en la iglesia de Alonso de Rojas se realizan los actos en su honor con la asistencia del párroco de Consolación del Sur. Esto ocurre año tras año hasta que una nueva ermita cobije definitivamente esta antigua devoción. Es de señalar como dato curioso que esta imagen fue trasladada a Alonso de Rojas el día 19 de marzo de 1881 para celebrar los festejos en el pueblo como se hace ver en la copia del diario de la familia (página 24) no fue hasta 1987 que la misma vuelve a la iglesia de este pueblo, para en su oficio religioso presidir los festejos en su honor, es decir, que pasaron 106 años para que la imagen repitiera su visita. En nuestra visita a esta casa familiar donde unos moradores muy hospitalarios nos atendieron, pudimos contar 719 prendas ofrecidas a San José en agradecimiento de sus beneficios milagrosos a los fieles, pudiendo saber que hace varios años las que eran de plata y oro fueron utilizadas para hacer la vara y la corona que tiene en la actualidad la imagen del santo, pero cuyo número no pudimos conocer y que son el testimonio de una fe y de los favores recibidos de tan insigne patrono. En la actualidad los fieles continúan dejando en estos lugares sus ofrendas. Es esta y no otra, la verdadera fe de nuestro pueblo, campos y ciudades, es ésta una parte de nuestra verdadera historia. He aquí, un punto de partida de la fe cristiana en los campos de nuestra provincia. Este en un verdadero testimonio de fe religiosa y del cumplimiento del mandato de evangelizar dado por Jesús de Nazaret. Algún día esta tradición será totalmente rescatada y la memoria de Joaquín Díaz Honrada.
Bibliografía San José del Guanal (Jesús Rivera S:J) / Diario de la familia Díaz. |