noviembre-diciembre. año I. No. 4. 1994


RELIGIÓN

 

LA NAVIDAD

Y SU ECO EN LA FAMILIA CUBANA

por Roberto Sánchez 

 

"Ha llegado Navidad

la familia alegre está

celebrando Nochebuena

en la paz del santo hogar".

 

Navidad, natividad, nacimiento de Jesucristo. Sin dudas el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad, fue tomado por los sabios de la antigüedad como punto de referencia para dividir la historia en dos partes. "antes de Cristo" y "después de Cristo". En el siglo VI el monje Dionisio el Exiguo, no sin algún error, escogió el año 754 de la historia de Roma, como el año del nacimiento de Jesús, aunque realmente sucedió unos 4 ó 6 años antes. Al caso la historia quedó dividida y el calendario unificado. No conocemos el día exacto en que nació Cristo; los primeros cristianos al celebrar la "Pascua" (Pasión-Muerte y Resurrección), rememoraban todo el misterio del Redentor. Pero en el siglo III, se sintió el deseo de celebrarlo por separado. Así el joven cristianismo, asumió la antigua fiesta pagana al "Sol Naciente" (25 de diciembre) para dedicarla al "Nuevo Sol Nacido" Jesucristo. Siendo el 24 de diciembre la noche más larga; el 25 era tenido como el día en que el sol comenzaba a rescatar parte del día; comenzaba a triunfar la luz sobre las tinieblas. El mundo cristiano fue revistiendo ese día de honores y esplendores, hasta hacer de él, el día más hermoso y alegre de la Tierra. Seguidamente la víspera, la noche del 24 se fue celebrando la velada festiva con el nombre de "Nochebuena".

¿Y en Cuba?

La celebración de la Navidad en Cuba es tan vieja como la misma colonización, vino con los españoles y se arraigó en la Isla con la misma fuerza con que se celebraba en la Península. La Navidad llegó en nuestro pueblo a polarizar la vida nacional. Se vivía añorando la pasada y soñando la venidera. Desde comienzos de diciembre, que por misma razón era tenido como el mes más lindo del año, ya comenzaba a respirarse ese ambiente de júbilo que hace palpitar los corazones, Navidad era sinónimo de alegría, unidad familiar, fiesta compartida. embellecimiento de hogares y pueblos. Todos guardaban lo mejor para Navidad. Era tiempo de compras y regalos; la mayoría de los cubanos se esforzaban por pintar sus hogares, para posteriormente colocar en ellos los hermosos y simbólicos arbolitos con su correspondiente "nacimiento" de Jesús. La Navidad era una fiesta marcadamente familiar; la famosa Cena de Nochebuena unía y armonizaba la familia como por gracia sobrenatural. Para ese día se guardaba el "puerquito", se elaboraban dulces caseros diversos, los comercios vendían productos importados tales como frutas, conservas, vinos y turrones. Las familias se disputaban ser anfitrionas. Era fecha de encuentro y reencuentro. Los hijos, solteros y casados, se reunían en cada casa de sus padres; los niños disfrutaban esto de modo especial desde comienzos de diciembre. Centros de trabajo y escuelas hacían su receso.

Era Navidad como una nube rosada que cubría la Patria con una lluvia de felicidad, que trascendía aún las problemáticas sociales vigentes; hablo desde mi experiencia de familia pobre. Era como si aquel clima de la Cueva de Belén con la sencillez de los pastores, la alegría de los ángeles y la solemnísima presencia de la Sagrada Familia, impregnara todo el ambiente. Todos disfrutábamos la Navidad. Ahora bien, la Navidad no dejaba de estar marcada por la conducta humana ambigua por naturaleza; ciertas sombras en ocasiones se hacían palpables, en algunas que otras familias, el sentido sacro era menor o estaba presente y primaban orgías, comilatas o derroche y lujo excesivos. Pero la Navidad de por sí, era una espiral positiva, cada vez se confirmaban más los valores evangélicos de aquella celebración que permeaba nuestra cultura. La Navidad para la familia cubana era la fiesta de las fiestas, infundía en el cubano fuerzas y energías para todo el año.

He hablado en pretérito para plasmar lo que significaba dicha festividad para todo el pueblo cubano. Pues a partir del momento en que el Estado, declarado materialista y ateo, evadió esta fiesta con pretextos económicos (no tener que importar los productos navideños tradicionales) y promovió el 26 de julio como fiesta nacional avalándola con ofertas de comestibles y bebidas; la mayor parte de nuestro pueblo fue perdiendo paulatinamente el sentido de la Navidad, aunque nunca se extinguió del todo en el cubano y que el pueblo cristiano ha celebrado siempre vigorosamente y con sentido purificado y más sublime; aún en los momentos más adversos puso su Arbolito de Navidad, guardó lo mejor para la fecha y se mantuvo en la tradicional "Misa del Gallo" celebración navideña.

¿El hecho de haber dejado de constituir la Navidad la "Gran Fiesta Popular Nacional" acaso no ha dejado un vacío irrellenable?

La Navidad educaba a nuestro pueblo; la comida tendía a cumplir se doble finalidad cristiana: alimentarse y compartir. A lo largo de los años hemos visto degradarse esta bella realidad. La crítica situación en que las nuevas realidades colocaron la familia atentó a su integración: exilio, internacionalismo, movilizaciones, servicio militar, becas, además de la difundida epidemia del divorcio entre otras realidades, han socavado la unidad de nuestras familias. A todo esto cooperó el empeoramiento de la situación económica pues, una visita que normalmente enloquecía de contento, pasaba a enloquecer de preocupación. Y el compartir menos dejaba la secuela lógica de la disminución de la alegría en el pueblo. La familia se vio así afectada también en buena medida en su capacidad de hospitalidad y acogida que nos caracterizaba hasta el nivel internacional. Además, toda una amalgama de circunstancias fueron restando y resquebrajando el sentido de "fiesta". Hoy cuando se nos habla de fiesta popular nos viene a la mente de modo automático las "broncas" de ese número de hermanos cada vez mayor, de adictos a la bebida, la brutalidad que normalmente se da en las colas para adquirir los productos que se ofertan, las abundantes faltas de respeto y groserías de innumerables intrusos que parecen haber ganado ya carta de ciudadanía. Qué pena. Hoy tendríamos que preguntarnos si la masa noble y tranquila de la población no le tendría terror a las "fiestas".

Toda esta reflexión anterior me lleva a suplicar:

Oh, Bendita Navidad retorna a Nuestro Pueblo, o quizás mejor:

Oh. Querido Pueblo Nuestro vive la Navidad. Noche de PAZ. Noche de AMOR.