noviembre-diciembre. año I. No. 4. 1994 |
![]() |
|
EDITORIAL |
||
NAVIDAD
|
Navidad - "No temáis nunca al instante, dice la voz de lo eterno" . Rabindranath Tagore - (Pájaros perdidos. 59) Unidad es la fiesta. La fiesta de lo nuevo y de lo eterno. La fiesta de la luz sobre la sombra, el nacimiento del niño que hemos sido, que hemos perdido, que queremos ser... Pero no podemos hacer fiesta en la nostalgia, porque no hay fiesta verdadera en lo pasado, ni puede haber fiesta en el temor de lo futuro. Navidad es la voz de lo perenne, es la palabra que se hace carne y habita entre nosotros. Esa voz de la ternura recién nacida nos susurra al corazón: ¡No temáis! No hay amor en el temor, ni hay paz en el desasosiego del instante. Pero el niño que nos ha nacido se llama Jesús. Hijo del Dios del Amor. Príncipe de la Paz sin límites. VITRAL recoge, de la seca hierba de un pesebre, la serena alegría de la pobreza que encuentra su único sentido en la entrega de la propia humanidad: Su mensaje es al principio el llanto del que nace en lo sencillo y luego el anuncio de la esperanza para todos los hombres de buena voluntad. Para que nadie piense que porque hoy llora, mañana no encontrará la paz. Este es nuestro deseo para todos los pinareños, para todos los cubanos en esta Navidad: Paz. Navidad puede ser para tí el encuentro contigo mismo, entre la paja seca de tus miserias y el niño que siempre hemos tenido sin crecer en nosotros. Que al encontrarte con ese nuevo nacimiento, logres aceptarte y quererte como eres y con todo lo que tienes y no tienes... reconcíliate contigo en la noche de tu propia Navidad y encontrarás la paz. La paz interior y profunda, serena y tierna que nadie te podrá quitar... porque es Dios. Navidad puede ser para tu familia un nuevo nacimiento, si en lugar de anhelar lo que se fue, lo que no tienes, aquellas Navidades... intentas vivir estas Navidades, antes que el tiempo las pase a la cuenta de las nostalgias. Si tu logras reunir tu familia y compartir en paz un instante, vivirás la experiencia que te dicen que más valen los que logran formar un hogar junto a la mesa, que lo que logres poner sobre ella. Navidad puede ser para nuestro pueblo un momento para mirarnos a la cara, abrir nuestro corazón y aceptarnos tal como somos, con nuestras diferencias y anhelos, con nuestras coincidencias y frustraciones, con nuestro pasado y los proyectos de futuro: y así, asumiendo las riquezas de nuestra diversidad, poder encontrarnos y querernos como pueblo en el diálogo que rompe el tedio y la reconciliación que anuncia la paz. Hace casi dos mil años, gente de campo como nosotros, que pastoreaban sus ovejas en la noche en Belén, recibieron este anuncio: ¡no teman, les traemos una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy les ha nacido un Salvador! (Luc. 2.10). Navidad es hoy para nosotros un anuncio similar. Si algo nuevo y mejor nace en cada uno de nosotros en la nochebuena de nuestras vidas, eso será una gran alegría para nuestro pueblo. Si algo nuevo y mejor nace en cada rincón de nuestra Patria, ella misma encontrará la "estrella", que desde siempre la ha conducido al encuentro de la ternura y la paz de un hogar nacional recién nacido. Esto queremos todos, pastores y reyes, los que están junto a Jesús y los que se dejan guiar por una estrella solitaria en la confianza y la buena voluntad, de que aún por caminos lejanos y diversos, se llega a encontrar el sentido de nuestras vidas. Eso hicieron los Reyes Magos del Oriente, aquellos que vistieron de regalos y camellos nuestra fantasía infantil y el cariño cómplice de nuestros padres. Desde entonces el 6 de enero se convirtió en la fiesta de la ilusión y la utopía. Ilusión del que sueña y escribe confiado en que su regalo llegará. Utopía que sueñan que algún día, no unos cuantos, sino todos los hombres serán niños y todos los niños podrán tener regalos. Así la fiesta de los Reyes Magos ha sido en nuestra historia: fiesta de sana ingenuidad y creadora fantasía. Poco crecen los niños y los pueblos sin ingenuidad sana y fantasía creadora. Fiesta de negros y cabildos, que en efímera libertad daban rienda suelta a la imaginación y las raíces: y poco sirve ser libre un día: y menos sirve sin imaginación personal y sin raíces conscientes y fundantes, cualquier grado de libertad. Fiesta, en fin, de la cultura, del sincretismo, de la mezcla afrocubana, de la Isla que se abre al universo. Eso era el Día de Reyes, aunque la amargura de la pobreza no permitiera que los hombres-niños cultivaran la fantasía. Pero no podemos hacer nostálgica la fiesta. Ni dejar sin raíces la utopía. Por eso "Vitral" envía este mensaje de buena voluntad y paz a todos: los que colaboran con esta ventana y los que la cierran frente a sí; los que algunas veces la mejoran criticándola y otras veces la empeoran callando, a los que creen oir hoy cañones y mañana campanadas; a los que descubren tendencias y a los que buscan equilibrarlas; a los que cierran su imaginación frente al reto y a quienes, frente al desafío de un vitral a medio construir, prefieren aportar su propio color a esta ventana que, sólo así, llegará a ser de todos los pinareños. A todos, francamente, les deseamos esa paz interior que amanece en la alegría. A todos deseamos que crezcan entre nosotros la ternura y la ilusión del niño que siempre llevamos dentro y que puede renacer en cada nochebuena, en cada Navidad, que es un nacimiento de algo nuevo y superior en cada hombre. ... Que la epifanía de los Reyes, traiga para la cultura pinareña, aquellas fiestas de cabildo, de raíces y de mezclas, para que nadie quede fuera en Vueltabajo de esta recién-nacida fiesta de utopías. Pinar del Río, 8 de diciembre de 1994. |