noviembre-diciembre. año I. No. 4. 1994


EDUCACIÓN

CÍVICA

 

EL HOMBRE: UNA PERSONA

por Dagoberto Valdés Hernández

 

Algunas veces escuchamos: Señores, vamos a comportarnos como personas que somos y en otras ocasiones pensamos que algunos ciudadanos nuestros olvidan su condición humana y actúan como irracionales.

Todos sabemos que debemos llegar a SER personas. Pero no todos ACTUAMOS siempre como esas personas que somos. Una adecuada educación cívica debería ayudarnos a profundizar en cuáles son los rasgos que identifican a toda persona según una concepción integral y plena del hombre.

El hombre y la mujer llegan a ser PERSONAS cuando:

Conscientes de que tienen inteligencia: La ponen al servicio del bien, de la verdad, de la belleza. Razonan con su propia cebeza y se esfuerzan por superarse adquiriendo conocimientos e investigando el mundo para mejorarlo.

Conscientes de que tienen sentimientos Cultivan aquellos que los hacen más humanos y sensibles a los valores morales y a las necesidades y cualidades de los demás. Especialmente el amor.

 

Conscientes de que tienen voluntad: La fortalecen, entrenan y ejercitan en las obras buenas que se correspondan con las ideas y sentimientos más nobles. Los hombres sin voluntad propia se dejan llevar por los "vientos" cambiantes de la opinión de los demás, de las presiones del poder, del contagio de la moda, del miedo del entusiasmo pasajero y frívolo.

LLEGAR A SER PERSONAS PLENAS, ADULTAS E ÍNTEGRAS: TAREA DE LA VIDA.

En ocasiones nos preguntamos: ¿Por qué esta persona actúa así? Más aún, nos preguntamos:

¿Por qué yo actué así?

¿Por qué hacemos lo que no queremos hacer?

¿Por qué no hacemos lo que queremos?

Cultivar nuestros rasgos personales según esta concepción del hombre pleno que describimos a continuación podría ser un buen programa de vida para cualquier persona que desee vivir su propia vida a plenitud:

- Toda persona en un SER LIBRE: Somos libres cuando nos liberamos de las ataduras de:

nuestros instintos

nuestros complejos

individualismos

opresiones sociales, políticas, religiosas, culturales, económicas, que impiden nuestra plena realización personal.

Pero no basta para ser libres desatarnos de esas opresiones, es necesario además tener en qué ocupar nuestra libertad, es decir, si luchas por la libertad es para algo, por alguien. No se es libre para el libertinaje, el caos existencial y la vida sin cauces.

Es imprescindible tener una tarea por delante, una meta más alta, un ideal noble y realizable. SIN PROYECTO DE VIDA NO HAY LIBERTAD.

Toda persona es un SER EN RELACIÓN: Muchas veces "estamos" con los demás, somos un número en la masa, integramos un "colectivo". Nos rodean cientos de personas sin rostro y sin afecto: nos parece entonces que estamos solos. Y desde el Génesis, primer libro de la Biblia, se dice que "no es bueno que el hombre esté sólo" (Gén. 2,18). Ningún hombre puede vivir en solitario, ni prescindir de los demás sin mutilar seriamente su propia humanidad.

Esta relación tiene dos dimensiones:

Ser CON los otros: Es descubrir que la persona que nos rodea es un "Tú" y necesita ser tratada como "alguien" y no como "algo", necesita que nos comuniquemos con él como una persona humana que es y no como una "cosa", una pieza de la maquinaria de mi empresa, de mi escuela, de la sociedad. La cosificación es la deshumanización del hombre a mano de las estructuras masificadoras, y autoritarias que los propios hombres creamos o nos dejamos imponer.

Ser con los otros es respetar la subjetividad de las personas y establecer con ellas "puentes" de intersubjetividad como son la palabra y el diálogo.

Ser para los otros: No basta para la plenitud de las relaciones humanas reconocerse, comunicarse con el otro, un nivel más profundo es la DONACIÓN por el amor y la justicia. Dar al otro lo que le corresponde por justicia y darle lo que gratuitamente dona el amor, la "misericordia" que como dice la palabra surge del corazón.

Toda persona es un SER EN EL MUNDO: Es decir vive con "los pies bien puestos en la tierra, en su tierra", lo que significa que asuma y protagonice:

- Su historia,

- Comparta sus limitaciones,

- Diseñe, con otros, sus proyectos futuros.

Si Ud. vive en el pasado no se puede realizar como persona. Si usted vive en un exilio sicológico y su mente lo ubica "en otro mundo", no está viviendo como una persona sana. Si el horizonte de su mundo se le cierra y no otea usted mismo, otros horizontes, no puede vivir como persona.

Ser en el mundo significa encarnarse en el contexto histórico-social, para mejorarlo o cambiarlo, pero desde dentro, aceptando el desafío de vivir en ese mundo. Ser en el mundo significa inculturarse, es decir, "sumergirse" en la cultura -forma de vida- que nos rodea con conciencia crítica para discernir sus valores y contra valores y mejorarla. Ser en el mundo significa también respetar y amar la naturaleza que nos rodea, sus ritmos, su funcionamiento, su belleza, su significado. El respeto ecológico y la reconciliación con la naturaleza son dimensiones integradoras de la persona humana.

Toda persona es un SER SOCIAL: en efecto las relaciones de una persona adulta no pueden quedarse en el plano interpersonal, de la comunicación y el amor familiar, conyugal, o del círculo más estrecho de los amigos de la intimidad. Abrir cada vez más el círculo de las relaciones hasta llegar a formar verdaderas comunidades de personas, es un signo de madurez y equilibrio personal. En nuestra sociedad hay muchas organizaciones sociales y de masas pero muy pocas de ellas han logrado llegar a ser auténticas comunidades de participación y de vida. No sólo hay que salvar la intersubjetividad que nos libera del individualismo sino que es necesario salvar la subjetividad del tejido social para que el colectivismo no ahogue la iniciativa y la espiritualidad personal, sino que la potencie y fecunde en una sociedad civil, sana, autónoma, interdependiente y creativa. Sólo en una sociedad así -bien tejida en el entramado de asociaciones libres y democráticas- puede un ciudadano encontrar el espacio, el ambiente donde "respirar" y crecer como persona.

Toda persona es un SER TRASCENDENTE

A cada momento nos encontramos con personas que nos dicen: ¡se me cerró el mundo! ¡no tengo futuro! ¡me ahogo en esta situación! ... otros nos dicen ¡me siento siempre insatisfecho! ¡no encuentro sentido a mi vida! ¡estoy vegetando!...

No encontrar sentido y horizonte a la vida es "cerrarse" a una existencia rastrera y tediosa, es declinar la oportunidad de adueñarnos de nuestro ser y abrirlo a dimensiones que sobrepasen el estrecho mundo de la cotidianidad sin sentido.

Buscar la trascendencia es "ir siempre más allá", más allá de la monotonía, más allá de nuestras limitaciones, y encontrar "algo más alto", un significado, una inspiración para luchar por unos valores que nos ayuden a superarnos en nuestra propia humanidad: la verdad, lo bueno, lo bello, el amor, la paz, la felicidad.

Para los cristianos, buscar la trascendencia es encontrar nuestra identidad de hijos de Dios, es aprender a vivir como hermanos de todos los hombres, es seguir a Jesucristo, el hombre, la persona plena porque encontró en la donación de su propia vida el sentido de una vida más plena y totalmente feliz.

Es vivir el espíritu del amor universal y trabajar en este mundo por construir una sociedad más justa, más fraterna y más pacífica. Es en fin esperar que ese mundo encuentre su verdadera y definitiva plenitud en el Absolutamente bueno que llamamos Dios y que sentimos profundamente en el interior como un Padre que nos educa para ser PERSONAS libres, sanas, comprometidas con la historia y trabajadoras por la justicia y la paz.

Este proyecto personal puede ser discutido y puede ser incluso rechazado, pero ha servido a lo largo de 2000 años a muchos hombres y mujeres de todas latitudes para llegar a ser verdaderas personas.

¡ESE HOMBRE ERES TU!