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septiembre-octubre. año I. No. 3. 1994 |
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REFLEXIONES |
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MISTICISMO EN LA POESÍA DE ENRIQUE LOYNAZ por Rafael A. Bernal Castellanos |
Una de las más curiosas aseveraciones que recoge la Literatura cubana en el presente siglo es aquella donde Dulce María Loynaz cataloga a su hermano Enrique como ¨el primer poeta místico de Cuba¨. Por provenir de una figura de reconocido rigor crítico y segura conocedora de lo que tal título representa, es innegable que asumamos tal juicio con respeto; pero es indudable también que lo poco conocida de esa creación y el sobrecogedor recuerdo de la obra inolvidable de Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz nos dejan una sana inquietud que culmina en pronta investigación del quehacer lírico de Enrique Loynaz. Una rápida ojeada a los títulos de las ocho colecciones de versos que Enrique Loynaz organizara: Libro místico, Canción en la sombra, Faros lejanos, Canciones virginales, Los poemas del amor y el vino, Miscelánea y Versos de narración y entretenimiento, nos dejan entrever una inclinación hacia el distanciamiento mundano e incluso, desde su primer libro, hacia ese misticismo. Ahora bien, si nos detenemos en un análisis del término en cuestión vamos a encontrarnos con varios elementos que son coincidentes con los intereses y juicios de este autor. Como parte de ese análisis y sin entrar en un estudio filosófico del término- tenemos que misticismo es toda aquella actitud que admite una comunicación directa entre el hombre y Dios. Esta comunicación en su sentido más amplio, transcurre por tres niveles ascendentes que podemos generalizar en: el pensamiento (cogitatio), mediante el cual las manifestaciones del mundo exterior son percibidas como huellas de Dios; la meditación (meditatio) el alma se recoge en sí misma y percibe la imagen divina; y por último , la contemplación (contemplatio), a través de la cual se dirige a Dios mismo . Estos grados han sido más o menos subdivididos por los propios pensadores y estudiosos de la mística pero todos coinciden en que más allá de los mismos está el "éxtasis", estado que San Bernardo de Claraval denominara excessus mentis considerándolo como supremo estado de contemplación, aquél en el cual el alma se une a Dios "como gota de agua caída en el vino se disuelve en Él toma el sabor y el color del vino". No cabe la menor duda que ese íntimo proceso, austero y pasional, dejó no sólo para el cristianismo, sino también para la lengua castellana y para la lírica universal los hitos inexcusables que aludiamos al principio y de los cuales, a manera de puntos de referencias, queremos dejar unas muestras: Cantaba Santa Teresa de Jesús... Esta divina prisión del amor con que yo vivo ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero que muero porque no muero. (1) y clamaba San Juan de la Cruz... ¿ Cuándo me veré unido A ti, mi buen Jesús, de amor tan fuerte, Que no baste el ladrido Del mundo, carne o muerte, Ni del demonio a echarme esta suerte? ¿Cuándo , mi Dios, del fuego De vuestro dulce amor seré encendido? ¿Cuándo he de entrar en juego? ¿Cuándo he de ser metido En el horno de amor y consumido?... (2) No hay que ser un profundo conocedor de los recursos literarios para apreciar en los anteriores fragmentos los detalles del mundo exterior ( el ladrido del mundo), percibidos como huellas de Dios que permiten al alma un recogimiento en el que percibe lo divino ("... ha hecho a Dios mi cautivo..") y se dirige a Él ("¿ Cuándo me veré unido/ A Tí ..."), hasta llegar al éxtasis ("¿ Cuándo he de ser metido/ En el horno de amor y consumido?"). Al comparar estos textos con las creaciones de Enrique Loynaz independientemente del salto temporal y cultural implícito- es evidente que no podemos establecer una aproximación conceptual en cuanto a la asunción del sujeto teológico, veamos: "Ciego":¿ Tú acaso, has visto la figura de Dios? "Sordo": ¿ Y tú acaso oíste la palabra de Dios? Quizás! Yo puedo ver, más nunca he contemplado a Dios... Y puedo oír, más no he oído la voz de Dios... Nunca, nunca...." (3) En este diálogo la escala mística queda truncada y ya no el éxtasis, sino la propia contemplatio no es alcanzada sin que por ello quede excluida una fe, manifiesta por encima de cualquier avatar de la pedestre realidad, pues por encima de cualquier huella material de su existir se aprecia un raigal convencimiento de su existencia; o sea, los versos demuestran "la docta ignorancia" de Nicolás de Cusa y que también San Buenaventura utilizara en su momento como una de las formas de alcanzar el éxtasis, aunque ya para nuestra materializada concepción contemporánea, el éxtasis sólo es concebible en tanto percepción sensorial potencializada. Esta dimensión de Dios como una seguridad de futuro bienestar, y esa confianza en su comunión con el creyente, la deja ver más claramente Enrique Loynaz en los siguientes versos: "Él vendrá por la noche con los brazos abiertos: Me llamará su hermano. O su hijo... O me dará un nombre nuevo. O vendrá quién sabe si esta misma noche. O en otra noche que aún está muy lejos... Pero vendrá... Lo sé. Nunca he dudado: La fe viste de oro mis harapos. Él no pondrá en mi pecho una ansiedad estéril, ni una moneda falsa en la mano del ciego". La explicación de esta forma de abordar líricamente la divinidad puede ser encontrada en las palabras que su hermana Dulce María utilizara para caracterizarlo: " ... Siendo un firme creyente, su concepción del ser supremo no cabía en los estrechos moldes de una secta, por lo cual, respetándolas todas, ninguna lo obligaba más allá de lo que él mismo se obligaba. Buscaba a Dios por diversos caminos, pero sin la inquietud del que lo hace acuciado por la duda o el miedo. Así se inició y perseveró en la liturgia másonica al igual que iba a misa los domingos, aunque decía que era el día que menos esperaba hallar a Dios en medio de tan nutrida concurrencia. No sé si al fin lo halló, pero le hablaba seguro de ser escuchado de alguna forma, desde alguna parte, desde aquel mismo silencio que bastaba para llenar el corazón del poeta hindú". (5) Y es que en efecto, el misticismo de Enrique Loynaz si ciertamente tiene una fuerte raíz cristiana, no es ésta su única fuente, ávido lector al igual que todos sus hermanos- entró muy pronto en contacto con obras de las más diversas procedencias y entre éstas las concepciones panteístas y ortodoxas hallaron sitio en su biblioteca junto a una notable cantidad de textos orientales ( Ramayana, Mahabarata, Sakuntala, Rubbayyat, etc), entre los cuales es de destacar la presencia de prácticamente toda la obra de Rabindranath Tagore, poeta cuya influencia es marcada en las creaciones de Enrique, no sólo en lo que a técnica o a símbolos puede verse sino también y es lo que nos ocupa- en su concepción teólogica como puede notarse en estas creaciones de ambos que para concluir le ofrecemos, no sin antes hacer notar que el texto de Enrique Loynaz ha permanecido inédito hasta hoy en que aparece por la valiosa colaboración del archivo ¨José María Chacón y Calvo¨, del Instituto de Literatura y Lingüística. De Rabindranath Tagore: Entraron en mi casa con el alba diciendo "Cabremos bien en el cuarto más pequeño" ¨Decían: "Te ayudaremos en el culto de tu Dios, y nuestra humildad tendrá de sobra con la parte de gracia que le toque". Y se sentaron en un rincón, y estaban quietos y sumisos. "Pero en la oscuridad de la noche sentí que forzaban la entrada del santuario, fuertes e iracundos; que se llevaban con codicia impía, las ofrendas del altar de Dios"! . (6) De Enrique Loynaz : " Hoy hace tanto frío en mi, que temería mucho tu llegada de pronto: no sé qué podría ofrecerte ahora. -Han venido tantos que no dejaron nada más que este frío: "Uno llegó primero, estuvo poco rato conmigo y cuando andaba ya para partir me dijo que le diera mi sangre para tomarla como recuerdo mío... Yo oí "recuerdo", le di mi sangre y le vi alejarse con ella. "Después otro estuvo mucho tiempo conmigo y me dijo una vez que tenía que marcharse a pesar suyo porque amarrado como estaba siempre a las cosas terrenas no podía seguir hacia donde yo me levantaba: me pidió que le diera, sin embargo, una lámpara por tener algo mío para siempre, yo oí para siempre, le di mis ojos que brillaban extasiados y le vi alejarse con ellos. "Vino después el último, estuvo muchos siglos cerca de mí y cuando yo creía que ya algo eterno estaba acompañándome, cuando yo mismo iba sintiéndome eterno, me rogó que le dejara marchar porque estaba amarrado a la eternidad yo no era eterno-. Porque él había soñado con la soledad inefable y no Podría jamás acompañarme hacia donde yo Descendiera. Pero me pidió algo mío como regalo de amor... Yo oí "amor", le regalé mi corazón tembloroso y le vi alejarse con él... "Ahora estoy como el campo nevado...- ¿ Qué podría darte a ti, si aparecieras de pronto?"(7). CITAS
Biblioteca del Pueblo. Edit. Arte y Literatura C. De La Habana. 1985. Pág. 31 Pueblo. Edit. Arte y Literatura C. De la Habana. 1985. Pág. 114 ¨Hermanos Loynaz¨ Del Gran Teatro de la Habana, C. De la Habana 1987. Pág.21 Archivo JM. Chacón y Calvo. Inst. de Literatura y Lingüística. C. De la Habana. Poesía. Edit. Arte y Literatura. La Habana. 1976 Pág. 39 a la 40. Chacón y Calvo. Inst. de Literatura y Lingüística . C. De la Habana.
HACIA UNA MEJORA SOCIAL DESDE LAS FAMILIAS
por Justo Luis Rodríguez Castañeda. Esta reflexión está motivada por el convencimiento pleno del rol propio e insustituible de la familia como ¨célula primera y vital de la sociedad¨, sin cuyo funcionamiento armónico y estable se enferma y destruye el cuerpo social en la renovación de toda cultura con sus valores y contravalores y sus modos específicos de ser y hacer en cada momento histórico, así como por la urgencia debida a la situación económica, social, política y moral que atraviesa nuestra Patria en la actualidad, sin que se vislumbre ningún mejoramiento inmediato. Si bien la principal responsabilidad en la solución de tales situaciones corresponde a los gobernantes y autoridades, el bien común siempre es el resultado del esfuerzo coordinado, solidario y responsable de todos los componentes de la sociedad civil. "En este sentido las familias deben crecer en la conciencia de la responsabilidad de transformar la sociedad; de otro modo ellas mismas serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia. La llamada del Concilio Vaticano II a superar la ética individualista vale también para la familia como tal". (FC 44). Yo diría que es también un llamado a romper barreras y esquemas, así como el miedo que paraliza a una acción consecuente, tanto en el seno mismo de nuestras familias como su protagonismo necesario en los diferentes ambientes eclesiales y sociales.
ALGUNAS SITUACIONES QUE AFECTAN A LA FAMILIA CUBANA HOY El llamado "Período Especial" en que se encuentra sumergido nuestro país desde hace ya casi cuatro años, originado por diversas realidades y consideraciones económicas y políticas, objetivas y subjetivas, tanto externas como internas, se traduce en graves restricciones, que últimamente están tocando el limite de lo sostenible por la generalidad de las familias, y que generan irritación, sufrimientos, enfermedad, frustración, desesperanza y en resumen, un creciente empobrecimiento material y espiritual de las condiciones indispensables para una vida digna. La situación económica crítica provoca falta de combustible y energía eléctrica, carencia de suministros básicos para la producción de bienes de consumo, incluso los más elementales que se necesitan para la alimentación y atender las enfermedades, problemas de transporte, paralización y cierre de centros laborales, desempleo y subempleo, salario insuficiente, etc. Si a esto le añadimos que el sistema político no ofrece posibilidades de una participación efectiva en la toma de decisiones ya que todo aquello que se aparta de la "línea oficial" no se tiene en consideración, creando desconfianza y desesperanza, así como un descompromiso casi total con la realidad. Todo ello origina la pérdida de valores morales que se relativizan o se pierden: el egoísmo adquiere grandes proporciones, convirtiéndose "el hombre en lobo del hombre" bajo la consigna de ¨sálvese quien pueda¨, aumenta el alcoholismo en muchos casos con bebidas caseras, los suicidios, las salidas del país por cualquier medio, incluso con riesgo de la vida propia y de los hijos menores, la delincuencia, el ¨jineterismo¨, la falta de sentido para el trabajo y la laboriosidad, etc ¿ Cómo afecta a las familias esta crítica situación económica, política y moral? Con independencia de las causas, que oficialmente se atribuyen a la modificación de nuestras relaciones con los países del Este europeo y el reforzamiento del embargo económico de los Estados Unidos que ciertamente es injusto y provoca efectos negativos reales; pero que no son los únicos factores, ya que como todos sabemos en adición a ellos y con un peso considerable, está un enfoque político- administrativo, del todo nuestro, que ha desaprovechado y mal orientado toda la ayuda recibida por más de 30 años en los que, a pesar del esfuerzo realizado no hemos sabido lograr una economía estable y diversificada, estimulante, eficiente y competitiva; lo concreto para las familias cubanas es la escasez aguda de todo lo imprescindible para vivir en condiciones mínimas, sin perspectivas de solución inmediata, al menos con bases objetivas y que ha disparado un mercado negro o informal de proporciones no evaluables, absolutamente fuera de control como no sea a través del restablecimiento sostenido, el cual involucra en consciente complicidad a la mayoría de la población, ya sea como suministradores o como consumidores, obligados por la perentoria necesidad. Con esta bolsa negra hiperinflada, donde único se pueden adquirir algunos alimentos y recursos básicos, el salario se hace insuficiente para los simples trabajadores, lo cual provoca que estos pierdan el incentivo por el trabajo y tengan que decidirse a realizar otras actividades fuera o dentro de la jornada laboral para obtener ingresos complementarios, muchas veces en forma inmoral y en no pocas ilegalmente, aún más , para los jubilados y desempleados. Esto provoca graves tensiones emocionales en las familias al tener que luchar cotidianamente por la supervivencia, no quedar tiempo para el compartir los esposos entre sí y con los hijos y vivir constantemente sobresaltados por lo que pueda suceder, si los denuncian o lo sorprenden en alguna de esas actividades. A todo esto habría que añadir los problemas que ha causado la dolarización de la economía que, si bien es cierto, beneficia a aquellos que por tener familiares en el extranjero ven aliviadas algunas de sus necesidades; sin embargo, crea dependencia y se acostumbran en mayor medida a obtener cosas sin esfuerzos ni méritos propios, y por tanto, a no saber valorarlas, lo cual no es un fenómeno nuevo, ya que existía debido al paternalismo estatal; pero que en estas condiciones se agudiza aún más; también provoca que la moneda nacional tenga cada vez menos valor adquisitivo real, ocasionado por el abastecimiento relativo de las tiendas especiales de la economía paralela para compras con monedas libremente convertibles y debido a ello ésta se va adueñando del mercado negro, lo cual hace que se trate de obtener dólares de cualquier forma, entre ellos, a través de la delincuencia y del "jineterismo". Esta situación económica que acrecienta la crisis ya existente, con la carencia de viviendas, hace que prolifere la marginalidad en todos los pueblos y ciudades, incluso en ambientes que no corresponden con los estratos tradicionales de esta subcultura, lo que, como estado de vida familiar, tienen, en muchos casos orígenes de injusticia e incluso de deuda social. Los marginales son, generalmente, "pobres entre los pobres", sobre todo, en nuestro caso en el aspecto moral y espiritual. La vida promiscua que tiene lugar en estos barrios marginales, crea vicios de todo tipo que constituyen un óptimo caldo de cultivo para una delincuencia fuertemente organizada. En cualquiera de sus manifestaciones, la marginalidad es alienante y generadora de conflictos y habitualmente se necesita ayuda tanto personal como de los diferentes estratos sociales para salir de ella. Si las familias en particular y la sociedad en su conjunto no son capaces de suministrar patrones éticos y razones que muevan a vivir con rectitud y según normas de convivencia aceptables para todos, de la mentalidad y práctica marginal se pasa fácilmente al vandalismo. Por otro lado, la politización, la burocracia, el paternalismo, las restricciones a la libertad personal y otros problemas de nuestro sistema socio- político vienen produciendo desencanto, inhibiciones, frustraciones, desaliento y desesperos, sobre todo en las generaciones más jóvenes, lo cual hace que aumente el índice de alcoholismo y de suicidios con sus desastrosas secuelas para la estabilidad funcional y emocional de las familias, aumentando también considerablemente el éxodo de cubanos que utilizan en muchos casos las salidas clandestinas poniendo en peligro las vidas incluso de muchos niños y otras veces, para lograr esto se roban embarcaciones con todos los riesgos que ello conlleva.
VALORACIÓN ÉTICA DE LA SITUACIÓN. Cuando me dispongo a emprender esta consideración, me pregunto: ¿cuáles son las raíces profundas que han provocado esta situación? Pueden existir muchas y muy variadas y yo expondré las que considero más importantes:
La familia como célula natural, primaria y fundamental de la sociedad debe recuperar el lugar que le corresponde y decidirse a emprender su acción para el mejoramiento social. Ciertamente la sociedad y las presiones ambientales influyen sobre la familia; pero ésta tiene que ser capaz de transformar la sociedad. Lo que la sociedad sea, dependerá del desarrollo personal de quienes la integran, del crecimiento en la libertad y el amor. La familia hace por la sociedad cuando promueve la intimidad compartida, cuando educa para la amistad y la tolerancia y cuando se abre a los demás en el servicio desinteresado, o sea, cuando hace a hombres sociables, capaces de iniciativa y creatividad al servicio del bien común y lo asumen con responsabilidad. La familia tiene que convertirse efectivamente en "la más pequeña democracia en el corazón de la sociedad", si quiere colaborar en la construcción de un mundo mejor, libre y pluralista, en una época en que se ha tratado de neutralizar como agente activo de la comunidad, en que se ha querido poner al servicio de las ideológicas y de los poderosos.
LA FAMILIA COMO AGENTE DE CAMBIO. La familia es agente de cambio si asume verdaderamente su papel protagónico; pero ella a su vez está en continuo proceso de gestación y por ello el reto para la familia actual es el aceptar la alternativa de vivir sin una alternativa clara debido a las continuas y rápidas transformaciones del mundo de hoy; pero sin estancarse, poniendo en marcha todas sus potencialidades, a veces escondidas o retenidas, no esperando pasivamente o caminando por donde la lleven, ya que ambas cosas pueden conducir a peores desastres de los que estamos viviendo. Para esto debe disponerse a superar la esclavitud del recuerdo pensando "que cualquier tiempo pasado fue mejor" o el quedarse anclada en el presente por el temor a "lo que pueda venir", pero tampoco estar dispuesta a aceptar lo que venga con el pensamiento de que "cualquier cosa es mejor que esto". No debe encerrarse en sí misma ni replegarse dejando los espacios a otros que no siempre buscan lo más adecuado, debe decidirse a desarrollar una plena convivencia humana para que se logren en nuestra sociedad mayores cuotas de paz, libertad, verdad y justicia. Para idear un proyecto social en el que la familia asuma su rol es necesaria una antropología que acierte a decirnos lo que el hombre es y una moral que señale acertadamente las vías de crecimiento del ser, del hombre. El materialismo de cualquier tipo pregona la libertad de tener, el permisivismo, la intransigencia ideológica como formas de liberación y otras veces buscamos erróneamente evasiones para liberarnos; pero para lograr una verdadera libertad hay que romper ataduras que nos limitan en nuestro ser, como son: la pasividad, la comodidad, la inconstancia, el egoísmo y otras, lo cual puede lograrse en el seno de las familias. Hay dos cosas que las familias debemos tomar muy en serio: aprender a pensar y aprender a rectificar. Tenemos que aprender a reflexionar y enjuiciar críticamente todo lo que vivimos y todo lo que nos presentan en los diferentes ambientes sociales para que vivamos, tenemos que saber categorizar y dar a cada cosa su verdadero valor, pensar antes de aceptar o rechazar, antes de decidir o de hacer, y también, estar dispuestos a recomenzar, a emprender un nuevo camino cuando hemos torcido el rumbo o cuando nos hemos dejado llevar por los vientos que soplan en cualquier sentido. Para esto hay que estar informados, querer buscar la verdad, sabiendo que nunca la encontraremos plenamente; pero tratando de acercarnos a ella y más que buscarla hay que vivirla intentando eliminar de nosotros, de nuestros hijos, de nuestros familiares y de todos los que conviven a nuestro alrededor la doblez que tantos problemas causa en nuestra realidad concreta. El pensar requiere que nos informemos; pero ambas cuestiones serán incompletas si ello no nos conduce a la acción, a que lo que decidamos lo pongamos en marcha, a que lo realicemos poniendo manos en la obra. Esta acción debe dirigirse fundamentalmente a la educación familiar que es mucho más amplia que la educación de los hijos y que necesita de ayuda, de diferentes instancias sociales para cumplir el desempeño de sus funciones educativas, o sea, de otras familias, de profesionales dispuestos a brindar sus servicios fuera de sus labores cotidianas, de agentes de pastoral, etc. Para lograr una sociedad más humana, lo social debe estar presente en la educación familiar para, sin perder intimidad, lograr verdaderos ámbitos de convivencia y para ello hay que vivir en la verdad y la honestidad, lo cual es muy difícil; pero lograble si se promueve el diálogo y la comunicación interpersonal que son elementos necesarios para la convivencia social sea una potencial apertura a los demás. Si la sociedad se define como la unidad moral y estable de una pluralidad de personas que, con sus actos, cooperan al bien común; la familia como parte esencial de ella debe contribuir a lograrla a través de la educación. Las ayudas no pueden imponerse, sino proponerse y no, como una mercancía, sino a través de una vivencia clara y convencida. Si el Estado, no quisiera administrar la libertad, ya que una libertad administrada deja de ser libertad; sino promover verdaderos complementos de educación familiar; si no quisiera degradar los centros docentes a la condición de instrumento político manejados por el poder, sino cualificarlos desde la legítima existencia y cooperación de los padres, en cuanto primeros educadores, quizás dedicaría mayor atención a la dimensión educativa de la familia, no para controlarla, no para manipularla, no para coaccionarla; sino para promoverla y para facilitar su influencia positiva en la mejora de la sociedad y cuando esto no se da, la familia debe tener una conciencia clara de su responsabilidad, exigir que se le respete, se le considere y emprender ella su acción, sino quiere que se le aplaste y se convierta en un muñeco manejable al antojo de algunos. Para que una educación tenga calidad debe ser: integral, coherente y eficaz, o sea, lograr un desarrollo tanto en lo intelectual como en lo moral, estético, técnico y religioso en la búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza, de lo útil y de lo absoluto respectivamente; logrando dar respuesta a todas las exigencias de la vida en la satisfacción de las necesidades biológicas y psíquicas. Si se niega o ignora alguno de estos elementos la educación es parcializada e incompleta. Muchas veces la educación aspira a adaptar al individuo a la sociedad y no a mejorar ésta desde las instancias educativas para lograr una generación de personas con una gran capacidad de querer, conscientes de su libertad responsable, crecientemente libres. Para esto es necesario:
PROYECCIÓN FUTURA. Si bien es cierto que, el Estado, según el principio de subsidiaridad está llamado a colaborar con la familia, como institución soberana y a la vez condicionada, brindándole los medios necesarios para realizar sus propios fines, incluyendo el campo de la educación, ella está llamada a realizar con los medios a su alcance y con la ayuda de otras instancias sociales incluyendo a otras familias y agentes de pastoral, la misión que le corresponde y dentro de la misma el ser agente de mejora social. El proyecto debería entonces estar encaminado a crear esta conciencia y desde el compromiso popular, desde las propias familias y con aquellos que estén dispuestos a brindarle su ayuda según sus posibilidades, ir construyendo un nuevo tipo de familia que se sitúe en actitud de servicio y evolución para lograr los cambios necesarios en el tejido social. Las características fundamentales de este proyecto familiar serían:
Resumiendo, pienso que el proyecto y tarea del futuro es lograr que la familia se convierta realmente en "escuela del más rico humanismo" en la que el hombre logre su plena realización sirviendo a la sociedad, para lo cual ha de ser:
Pongámoslo en marcha, desde nuestras propias familias, con constancia confiada, dispuestos a superar todos los obstáculos con valentía, sabiendo que está en juego nuestra propia vida y la de muchos hombres y mujeres de este pueblo y con la certeza de que avanzaremos hacia un mundo mejor, no acabado ciertamente, pero preparado para continuar en camino hacia su plenitud. Bibliografía utilizada.
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