septiembre-octubre. año I. No. 3. 1994


POESÍA

 

CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

 

La sección "Poesía" presenta con motivo de la celebración del 10 de Octubre, una selección de poemas de Mons. Carlos Manuel de Céspedes Carcía-Menocal. tataranieto del Padre de la Patria publicados dos de ellos en un libro titulado "CANCIONES DEL ATARDECER". "NOCHE" Y "VIÑETAS" son inéditos que su autor entregó especialmente para VITRAL. Agradecemos este gesto de entrañable cercanía.

 

 

"AQUEL DÍA LA CAÑADA"

(11 de abril de 1992)

Aquel día la cañada se tiñó de sangre joven

cuajáronse sus aguas

como un torrente de lava

y murieron los pececitos de colores

y los de escamas de plata.

Guardaron silencio los pájaros atónitos,

paralizados en las ramas de los árboles del bosque,

con el vuelo malherido en la mirada;

se ocultaron en el fango las ranitas verdes

y el loto, anegado en llanto, desmayó la flor ajada.

El plátano de la orilla del camino

recogió los racimos sazonados

que lloraban lágrimas de espanto

y hasta el estrecho sendero polvoriento

unióse al duelo y se tornó escarlata.

¿En dónde están las disminutas flores variopintas

del romerillo y de la maravilla?

¿ Dónde los frutos del naranjo,

las hojas verdioscuras del cafeto

y los granos maduros de este arbusto?

Todos evanescieron e incrementan el luto

mientras los animalitos de la arboleda

entonan ya las indecibles endechas.

Al caer la tarde, la brumanegra oculta

la luz tenue de la luna

y el pálido rutilar de las estrellas,

únicos y lejanos cirios funerarios.

En el vecino caserío,

en el que habitaba el niño muerto

antes de ir a nadar, con hambre, en la cañada,

los ayes del lamento

son aplastados por los gritos de la cólera

y la ira de las amenazas.

Claman venganza

o, más precisamente, llaman a la Justicia

para que se haga presente

en el duelo por este niño

de los pobres campos nuestros

quien, al término de sus juegos,

sólo contaba con su hambre

que se le había hecho perenne.

Que la balanza golpee el brazo armado

que lanzó el mortal disparo,

pero que hiera más fuerte

a la cabeza que armó el brazo!

Cabeza vacía de verdad y de ternuras;

cabeza hueca y repleta de miedos y ponzoñas!

No pueden quedar así, impunes,

las matanzas de los ángeles!

(Muchos de los que lloran y amenazan

desconocen el nombre del niño

  • sólo saben que era niño y tenía hambre-

y el robot armado que apretó el gatillo.

Sin embargo, todos saben

de dónde vienen las armas

y las órdenes de usarlas.)

Y será!

La balanza encontrará de nuevo su equilibrio;

ignoro cuándo y cómo,

pero será...

Será la cañada de agua cristalina

sobre la que se alzarán, alegres,

las flores del loto fresco;

se repoblará de peces

y encima de las piedras blancas de la orilla

las ranas disminutas ostentarán sus verdes.

Muertos entonces los infernales pavores,

se escuchará de nuevo el canto de los pájaros

que perderán su atónito y recuperarán los vuelos.

Gustaremos los frutos del naranjo, del mango y del cafeto;

serán más dulces la caña y la ciruela;

en torno a la palma real

  • de nuevo erecta-

volverán el color y el aroma humilde

de las florecillas, apenas perceptibles,

de nuestro campo abierto,

bajo el azul del cielo nuestro, siempre incierto.

( Tras el clamor,

  • por el momento, al menos-

todo se congrega en un ambiguo silencio.)

(Pocos días después del asesinato de un niño campesino que arrancó un plátano, porque tenía hambre, en un sembrado junto a la cañada de El Gabriel, cerca de Güira de Melena. Le dió muerte un guarda armado de fusil que cumplía órdenes de tirar a todo el que robaba frutas. Ahora, las autoridades dicen que el guarda estaba loco y lo han recluido en un Hospital Psiquiátrico).

 

"NO OTRA COSA"

(30 de Mayo de 1992)

Oscar Wilde in memoriam

No otra cosa es la existencia

que un laberinto entretejido

por las agujas del dramático rejuego misterioso

entre el Amor que nos conoce, nos ama y nos trasciende,

la pobre y arcillosa libertas humana

-responsable en su medida-,

y el peso de las coyunturas

que diluyen las decisiones de los hombres

en la fina y oculta punta del alma,

sin que ellos- sucede a menudo la ignorancia-

lo sepan a ciencia cierta.

Creemos haber optado por el fiel de la balanza

y, en realidad, nos columpiamos

en los bandazos del péndulo

o nos arrastra el viento:

flores secas desprendidas de sus árboles

sin haber conseguido realizar el sueño

del fruto sazonado;

hojas de papel amarillento y viejo

que nadie usó sino para emborronar garabatos

sin valor alguno.

Tarde nos hemos percatado

de que "quizás en casi toda alegría

y ciertamente en todo placer

la crueldad ocupa un lugar", (El Retrato de Dorian Gray, Cap. XI)

y "de que las noches sin sueños

nos hacen casi enamorados de la muerte".( Ibid)

Si hubiéramos sabido, estando aún a tiempo,

que "el camino de las paradojas

es el de la verdad"

y que "para probar la verdad

hay que verla sobre la cuerda floja"! ( Ibid. Cap. III)

Pero no, soñábamos con las inexistentes claridades

y la vida nos devolvió del sueño

a la realidad sin plumas ni pellejo,

en la que "hasta la remembranza de las dichas

tiene sus sinsabores

y el recuerdo de los placeres

su dolor". ( Ibid. Cap.XI)

continuamos andando por el laberinto oscuro

llevando adentro, muy adentro,

¨el cielo y el infierno¨. ) (Ibid. Cap XIII)

El puñal de Dorian destruyó su propio cuerpo

y limpió de costras

la fina y ocluta punta de su alma en pena.

Salió así Dorian del laberinto

y encontró la luz en aquella habitación cerrada y polvorienta

que custodiaba el retrato deformado,

pero que antes había sido el espacio de los juegos de su niñez.

¿resulta siempre inútil el sacrificio del ruiseñor

que tiñe con su sangre el corazón de una rosa blanca?

¿No tenemos otra posibilidad, otra esperanza,

que no sea el circular perdidos por el laberinto oscuro?

¿ dar bandazos arraigados en un péndulo inevitable?

¿ Ser arrastrados por el aire ingobernable?

¿ Es posible aún encontrar el fiel de la balanza

y la salida hacia la luz,

sin que medien el puñal de Dorian

o el veneno de Sibila?

Juego de ajedrez, piezas en el tablero

con el valor que les otorgan las reglas,

pero movidas por mano ajena.

¿Podemos calificar –empero- como ajenas

a las manos del Otro

y a las coyunturas que, de algún modo,

El ordena? 

Como una flor que comenzara a marchitarse,

Narciso, sin concierto, se contempla así, de nuevo,

en el espejo de las aguas inquietas

del arroyo más cercano.

Su imagen se diluye entre las de los árboles

que le sirven de marco,

temblorosas todas, fluyentes con el agua llorona

que se esfuerza por rescatarlas

y no siempre lo logra

y, cuando las alcanza, consigo las arrastra

hacia su destino inmenso

en un mar que desconoce las orillas

y en él quedan arropadas

por la Verdad y por la Imagen

de un cielo carente de nubes y de sombras,

nunca airado ni encubierto,

todo luz difundida

sin fulguraciones ambiguas.

 

 

"NOCHE"

"Dos Patrias tengo yo: Cuba y la noche"

José Martí

Yo vengo de una noche oscura

y transito siempre a tientas

por los senderos más sombríos,

saltando del perplejo al miedo

(como un niño asustadizo),

vestido por las opacidades de la noche,

sin otra realidad en mi entorno insomne

que la misma tiniebla de mi antigua noche.

Sólo he conocido

el martilleo incesante de los fantasmas de la noche

y los pavores, los jadeos y las ansias de mi noche densa.

Nada he visto

que no sea tinieblas:

las tinieblas de la noche de la noche

(¿Es precisa mi expresión?,

¿ha sido palpada y vista

la tiniebla densa de la noche de la noche?).

Noche de la noche que me abraza el cuerpo;

noche y nieblas húmedas de la noche

me penetran por los poros

para entorpecerme el alma con espantos,

llegando a paralizarla,

aunque nunca se desplaza

del meollo de mi alma

el deseo insatisfecho de las cumbres,

de la ascensión difícil a las montañas más altas.

No oculto que, en coartadas ocasiones,

adivino la presencia discreta

de algunos luceros rutilantes,

de espléndidas estrellas fugaces,

de los cometas y la luna

por encima de los caminos de la noche,

de esos que nacen de lo oscuro

y hacia lo oscuro encaminan

mi calzado vacilante.

Tampoco niego el influjo de los dardos

de ese duende ingenuo

que desde siempre me acompaña

y me inocula la sospecha

  • no sé si es remedio o veneno-

de que después de la noche larga

-muy larga, interminable casi-

y de la vigilia de los vapores nocturnales,

viene el Sol a nuestro encuentro.

¿Amanece?

Así, desde las tinieblas de la noche

y en la noche,

continúo mi camino,

ahíto de retuerzos, de engaños y de anhelos;

andando entre mis babas y mis mocos

-oscuros también como la noche oscura-

y mis lágrimas insípidas e incoloras,

que ya a nadie interesan.

Solo,

Sin percibir siquiera el roce

de una fuerte mano amiga

que, probablemente, exista

pero no osa tomar la mía.

Me arropa ésa sí, la caricia

del frío y del silencio.

Parece que todavía algunos creen

que soy de acero,

que soy una nave insumergible;

no reconocen aún mi barro estéril.

¿Terminará todo así, en la noche

o resultará veraz la pócima del dardo,

la que atenaza afirmando

que, al final siempre amanece?

23 de abril de 1993 

 

 

"VIÑETAS SIN NOMBRE"

Pobre corazón herido:

tan constante en el andar

sin encontrar el latido!

13, V, 1994

 

II

Atención, ciervo sin rumbo,

enfermo de desatinos:

en tu monte no hay amparo

y te aguarda un cazador

en un punto del camino.

13,V,1994

 

III

Tan delicada es la flor

que se enferma de ilusiones!

Poco importa su color:

siempre busca su perfume

y su forma de belleza.

Los cultiva sin desmayo

y ese talante provoca

que la separen del tallo.

14, V, 1994

 

VIII

¿Quién encuentra su piedrecita blanca

en una tormenta de nieve?

¿Cómo descubrir las lágrimas

cuando tan intensamente llueve?

15,V,1994