¿Nunca han caído en una
trampa de la que después no han querido salir?. Caímos en el "Cuba Libre"(1),
un sábado por la tarde. Ibamos a explorar. A pesar de nuestras caras sonrientes, cuando
una nube de chiquillos se nos vino encima a saludarnos, tuvimos deseos de salir huyendo.
Creo que no lo hicimos por no darles la razón a los que nos habían predispuesto con
expresiones de ¡Tengan cuidado! ¡Ese es un barrio peligroso! ¡Solas no pueden ir! ¡Eso
es por gusto! ¡Una locura!.
Comenzamos un ciclo "Somos personas" con 26 asistentes, ya en el
segundo encuentro sólo eran 15, cifra que se mantuvo como promedio hasta el final.
Asistían tres profesionales, cuatro estudiantes, tres obreros y cinco amas de casa. Las
edades oscilaban de los 9 a los 75 años.
Comenzaron a pasar los sábados. Ya los chiquillos ¡tenían nombres! Ya no eran
15, 16 o 18 personas, sino que cada uno tenía un nombre, un trabajo, una familia. Ya no
eramos "las muchachas de la Iglesia", eramos Mary y Karina.
Los encuentros que sólo duraban 30 o 35 minutos, porque nuestras gargantas no
resistían más, ahora duraban una hora y más, ¿qué cosa era aquello?
Nadie nunca les había hecho sentir así. Nunca nadie les había brindado ese
espacio. Nadie nunca les había hecho ver las cosas por esa ventana, vistas, no contadas.
Hubo diferentes reacciones: "¿Yo también puedo decir lo que quiera?"
"Cada vez que damos un tema yo estoy más bravo? " "¿Por qué esto no se
enseña en la escuela?".
No nos es posible asegurar el cumplimiento del objetivo propuesto, sólo tenemos
pequeñas demostraciones de que algo prendió en ellos. Sí podemos asegurar que mucho
quedó en nosotros.
En el último encuentro, cuando cada uno presentó un sencillo trabajo sobre el
tema que prefirieron, no supimos como safar el nudo que se nos hizo en la garganta.
Quizás lo entenderían mejor, si les contáramos que lo hizo desde el niño de 9 años
hasta la anciana de 75 que, como no sabía escribir, nos pidió que escribieramos su
impresión, que exhortaba, nada más y nada menos, a la juventud a no esperar a los 75
años para aprender a Ser Persona.
Damos gracias a Dios por habernos hecho caer en esta trampa.
barrio
suburbano de Pinar del Río, antes llamado "Rancho Grande".
Democracia:
Ser o no Ser
por Livia Gávez Chiú.
P ueblo o multitud amorfa o Masa,
como suele decirse, son dos conceptos diferentes . El pueblo vive y se mueve por su vida
propia, la masa es inerte en sí misma y no puede ser movida sino desde el exterior. El
pueblo vive en virtud de la plenitud de la vida de los hombres que lo componen, en la que
cada uno en su lugar y manera propios- es persona consciente de sus propias
responsabilidades y de sus propias convicciones. Al contrario, la masa recibe el impulso
desde fuera, es juego fácil en manos de quien explota sus instintos y sus impresiones,
pronta a seguir según el turno, hoy día una bandera y mañana otra" (Papa Pio
XII en 1944, Mensaje de Navidad).
De la anterior definición se deriva la siguiente afirmación: ser pueblo en este
sentido es una condición indispensable para la democracia real. Y, ¿qué es la
democracia real?.
Por todos es sabido que en toda sociedad, la mayor parte de sus miembros conoce,
o por lo menos ha oído hablar de la palabra democracia, relacionándola con esta otra: Participación.
Dos palabras que de tanto oírlas en los medios de difusión y de tanto verlas escritas en
la prensa y otras publicaciones han llegado a ser para nosotros sólo eso: Palabras.
Los conceptos que exponemos a continuación han sido tomados del
Ciclo "Cívica: Vivimos en Sociedad" como base para este trabajo.
Les propongo analizarlos y sacar nuestras propias conclusiones.
Democracia: ejercicio del poder con la participación libre
y el control real del pueblo.
Participación: intervención de la persona en asuntos
públicos, administrativos y políticos.
Preguntémonos, pues: ¿es posible que en una sociedad donde se reconozca como
única, verdadera y correcta una sola ideología, existan una democracia y participación
real?
Si su respuesta es positiva, entonces sería oportuno que nos mostrase las vías
para lograr que todos los miembros de esta sociedad piensen de igual forma.
Si muchas de nuestras experiencias surgen de los errores pueden develarse
aceptando críticas y otras opciones? ¿Cómo aunar experiencias enriquecedoras si no
aceptamos un criterio diferente al nuestro?.
No puede haber participación real en una sociedad donde la parte deja de serlo
para convertirse en un todo, haciéndonos recordar aquello de "Ser o no Ser, esa es
la cuestión".
Nosotros somos el pueblo, somos parte de la sociedad: ¿A quién si no a nosotros
corresponde pensar y emitir opiniones? ¿A quién si no a nosotros corresponde pensar y
emitir opiniones? ¿A quién si no a nosotros corresponde opinar y aceptar opiniones?.
Es necesario sentirnos parte viva de la sociedad, de esa sociedad
que nosotros mismos ayudamos a construir. |