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julio-agosto.año3.No14.1996 |
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POESÍAS DEL SEGUNDO ANIVERSARIO |
los naufragios por Ernesto Ortiz han robado, han mutilado el resto de iluminación que nos quedaba, dónde está el hombre que pintó el árbol, que dijo esta es la tierra, esperemos, la lluvia ha de llegar, dónde aquel que engendra multitudes, que se encorva sobre el báculo y dice verbos en cualquier sitio, en la prisa de] resplandor de los sentidos y la certeza, lejos del equilibrio y el acomodo de los años, dónde estás que no eres fango ni diamante, hombre: se te ha dado el tiempo, los días en un molde, las horas tan exactas, tan sin sobresalto, los minutos desde siempre tan iguales, en fila llegando y marchándose a lo oscuro, se te ha dado la capacidad de enloquecer, de saltar y romper con estruendo los cristales, ah con sólo que vivas un segundo.
afuera llueve, afuera hay una meta para el árbol y esta muchacha calienta la semilla al fondo de casa. tan leve su beso, tan puro, asombra en su fragilidad tanto fuego encerrado, polvo tenue del encantamiento que en su pupila atrapa del mundo y las ligeras vibraciones, ella conoce el difícil arte de mirar a un hombre y socorrerlo, ella cabe en la caricia de mi mano, el fruto de su vientre me pertenece, me desvelaré con su estatura y con sus gritos, tendré música para él, caminos, le enseñaré la palabra libertad y luego diré no tienes padre, no tienes deuda: escapa, poseo la lumbre, me pregunto por cuánto tiempo. yo voy a construirme una nación,
no pido una mesa espléndida yo pido alas. tengo manos que se cierran y saltan adelante y nada hay diferente, pido que una provincia sea el mundo, pido un espacio digno para amarnos e incendiar tanta noche reunida, decretada, lastimosamente estéril ¿y la luna prometida? ¿y las constelaciones que nos miran y dibujan? casa mía, !cómo dueles! no reconozco el sitio donde puse mis libros, donde conversé, donde me entregué a los amigos, ¿cómo decir este es mi vino, mi canto, mi paisaje, esto somos, esto poseemos?, ¿cómo decir? dónde se perdió la línea que iba de abuelo hacia atrás, y que debió tocarme llegando desde mi padre, dónde, barco mío, naufragaste. yo no tengo país aquí estamos. hay música en nosotros. hay stravinsky o el camino de guerra, de una tribu africana, el sonido del viento, las palabras o la respiración, hay música en nosotros y se parece al mar, pero hemos perdido la luz en un descuido.
LA EPOPEYA DE CEDAR
por Gleyvis Coro Montanet Y hago votos porque nuestros hijos no vean jamás una guerra. Guy de Maupassant.
De Cedar sólo hay escombros. Tierra perdida. Caminos hubo que nada unieron, restos de un sueño son los caminos.
Ella: "Iremos a ese bosque de ennegrecido rumbo, donde grafica el sueño su dignidad y amante yo pasearé mis manos sobre la agreste fronda. No moriré en tu asombro, no detendré la huella".
Envuelto en murallas de tul y alameda. Divino es Cedar.
Ella: "Vencido está el pan afuera es el hambre. Se pierde mi sed de abrirte ventanas y sufro ... me pierdo".
III
Llaman la patria escucha, es el toque de la muerte pura fábula. Si enmudeces que el cedro sea testigo, si no avivas tu voz en los nogales.
Él: "Me voy,
IV
Un soldado se pega a su esqueleto esperando el milagro de la tierra. Olvido es la palabra... pocos vuelven.
V
La espera fue común tras los ausentes, les dieron un tal vez para la tarde y una tarde y otra. La espera fue posible, fue dada en recompensa para callar sus gritos. El dolor... bajo la alfombra.
RECORDANDO A SOR JUANA. por Amalina Bomnin
Crepito por temor a esta neblina que acosa mi sudor justo al colapso. Increpo al forastero con mi lira Jugando a subvertir su nimio paso.
Lamento la omisión de la manzana por miedo de apuntar hacia el ocaso. Cabalgo sin medir la disciplina, Riego mis aguas para aliviar el vaso.
Navego a contrapelo sin campana que aminore la estancia de mi peso. Olvido aquella boca que veta, Reclamo un pedestal para mi sexo.
Soy de quien soy, jirón en la mañana previendo no lograr me duela el hueso. Sacudo de promesas la rutina Construyo o destruyo según ocurra el beso.
¿Qué decir del recinto? por Frank Zubizarreta Desde su pedestal de inmaculada mendicidad lo observa inclinarse respetuoso ¿qué lo ata? ¿por qué es tan lóbrega su mirada? ¿por qué esa posición tan incómoda que asume? su cuerpo languidece como si un torbellino de razones arrastra con su insensatez no es éste un usual monasterio otra prueba o un improvisado cenáculo que la providencia puso ante mí ¿qué decir del recinto? el veneno corre por el interior de la paredes hay cuadros y efingies de superficie enrarecida las sombras copulan solo por el hecho de reproducirse aquí son excomulgados los que osan pensar condenados a la bonanza del destierro
en el vórtice de la pesadilla.
eclipse total de juicio divina comedia que santifican los indolentes hijos de la insistencia verdad de los esquizoides
el que nada arriesga el invulnerable cubre por dentro asechan cocodrilos la distancia entre los contendientes el tiempo el miedo el deseo
sin dueños es demasiado cerca la línea de la vida es negar que otros también soñaron
no se puede construir sobre tanta fealdad hombres dispuestos a amamantar a sus hijos con sangre de cualquier costilla es un desafío constante no cabe en mí la palabra necesidad estímulo cambio desorientado
el hombre se introvierte se anquilosa se engaña el hombre abre trincheras cierra caminos desea la guerra el hombre tiene al hombre y calla
el silencio no proyecta siempre una imagen de paz expresa desolación incapacidad incertidumbre falta de ánimos
es posible romper el pacto el lazo gris me ata a la luz equivocada
los sueños aves de paso marginan mis enemigos son astutos saben que temo
estoy en el vórtice de la pesadilla asumo mi culpa deseo recuperar el juicio. |