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julio-agosto.año3.No14.1996 |
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MEMORIA CULTURAL |
LORCA,LOYNAZ Y LA POESÍA por Mariela Sieres Pita. |
En la literatura cubana el poeta de leyenda, Enrique Loynaz y Muñoz
(1904-1966) aparecerá varias veces en las prestigiosas recopilaciones poéticas sin
importar su aislamiento en la vida literaria aunque diera a conocer algunas obras en la
tertulia que su hermana la poetisa Dulce María celebraba.
Su amigo José María Chacón y Calvo fue quien a partir de conocer la obra de Enrique se dedicó a dar a conocer algunas creaciones; recordemos que, desde 1923 con la publicación de "Estaba solo en medio de la honda noche", en el semanario El Fígaro, había dado inicio a una labor de rescate y divulgación que lo hizo aparecer varias veces en importantes publicaciones. Lo sorprendente será la coincidencia de juicios en tan fundamentales ediciones, la primera de ellas, en 1926, fue el libro "LA POESÍA MODERNA EN CUBA", de Félix Lizaso y Juan A. Fernández de Castro quienes afirman: " ... el mérito extraordinario de sus composiciones conocidas, nos autorizan a pensar que sin esfuerzo alguno ha de figurar entre los más notables de nuestra época ". Aunque esta aseveración es muy rotunda y no se cumplió en su absoluta dimensión, en el decursar del siglo logró este poeta un lugar en la memoria, destacando que toda su obra no fue debidamente revisada; quizás con un adecuado trabajo de análisis por su creador el juicio hubiera sido totalmente cierto considerando un logro sin precedente estar incluido en este texto por la juventud de sus 20 años. También en la correspondencia que se conserva existe un testimonio donde queda muy claro que desde muy temprano en España se conocen sus poemas en una publicación semanal que atendía Juan Ramón Jiménez llamada España y en una carta de Enrique a José María Chacón y Calvo donde expresa: 19 de julio de 1923 "...me dicen que Lorca ha conocido versos míos y esto me deja lleno de una graciosa admiración. desde que conocí yo versos de Lorca me parece que es uno de los más puros poetas que han habido..." Precisamente fue Federico García Lorca una de las figuras más interesantes que han vinculado a nuestros dos pueblos pues llega a nosotros en 1930, precisamente según indicios de correspondencia- en busca de un conocimiento más directo de Enrique y su obra. Durante su estancia en la Habana, desde la primavera y hasta el verano de 1930, invitado por la Institución Hispanocubana de Cultura, pronunció cuatro conferencias: "Teoría y juego del duende", "Soto de Rojas", "Lo que canta una ciudad de noviembre a noviembre y Las nanas infantiles". Publicó "La Degollación del Bautista" en la revista "Avance", y el "Son de negros", en "Musicalia", también escribe algunas escenas de "Así que pasen cinco años" y otras cosas en prosa. Destacamos que no es precisamente Enrique su compañero en estos afanes pero estos lazos no se rompen, sino que las formas de sus caracteres provocan que estén un poco separados. La muerte del poeta -cuyo sesenta aniversario se conmemora este año- deja una clara huella en su alma apareciendo dentro de sus creaciones un poema con el nombre de FE-DERI-CO que tiene su título escrito a propósito de la asociación de Lorca de como el viento le llama y el cual a continuación le ofrecemos:
Va la flecha recta..
(¡perdida!) -Así sucedió erecta
-para siempre- se clava. ¿Dónde?, en tu corazón, cálido amigo. -Por eso que fue curva y de colores,
de días y de noches, de luces y luceros aquella flecha hecha para la vastedad tuya y de otros. (Por eso que tu flecha fue de plomos,
tan LIGEROS...)
Fe-de-ri-co. (extraño ya y palidecido).
Ahora falta.. la flecha de los marineros, fina punta acerada que vaga hacia el Olvido, entre la madrugada. Muchas veces he puesto mi corazón entre tus dedos y cada vez -no sé sí por duda o
le has arrojado, de prisa, al suelo. -Hoy recogí de nuevo el corazón casi deshecho, y con más esperanza aún, he vuelto a dejarlo entre tus dedos... ¿esta vez tu has quedado mirándole
Sería a fines de este propio año cuando el Instituto que le hizo la invitación a Lorca convoca a un certamen donde los poetas presentarían sus composiciones inéditas o publicadas el año anterior; la selección de los textos la realizarían Juan Ramón Jiménez, José María Chacón y Calvo y Camila Henríquez Ureña. En esta antología, " LA POESÍA CUBANA EN 1936 " aparecieron creaciones de Enrique. Señalamos que nunca dio muestras de vanagloriarse y mantuvo una posición totalmente escéptica muy característica de su personalidad, además la soledad interna de este hombre es quizás quien le privó de ahondar en sus obras; está ya tan solo, que la hoja de papel en su muda y árida hermeticidad será la única posibilidad para dejar correr sus sentimientos y guardarlos ahí, para él y otras escasas personas. Es por ello que son muy pocas las distinguidas con una dedicatoria , se puede afirmar que serán las más admiradas, Dulce María, su esposa, Lorca, Rafael Alberti y su padre el General del Ejercito Libertador Enrique Loynaz del Castillo. Muestra de ello es este poema no recogido en ninguna de las colecciones organizadas por el autor y donde se hace evidente el carácter de apunte: La conozco: Es la misma cabeza de mi padre tu cabeza sangrienta; y en tu sombra, la sombra que en la noche infinita viene tras mí llorando... -¡Con qué sueño me sueña, con qué nombre me nombra!. ¿Y, la Vida de ayer donde está, hacia dónde se nos fue la armonía vivida y, la soñada armonía? Es tu boca, la boca de mi padre... Y tu mirada ¡para siempre su mirada!
...Sin embargo, no quiero todavía la aurora pálida, con estrellas, no quiero todavía: Mis brazos tienen sangre, fuerza, juventud... sangre mis labios sin ahora, como una melodía.
Siento un miedo ancestral de hombre, siento una misericordia incomprensible por mí mismo; no quisiera subir contigo, ni siquiera bajar sobre tu pecho grande como un abismo...
Y para qué, y para qué? si ya se ha muerto mi vida; y para qué si soy ciego y soy mudo y soy sordo y soy muerto, solo con presentirte? -oh, tu pecho infinitamente azul y, desnudo.
Es tu misma cabeza sangrienta; y sin tus ojos y tu nombre y tu misma mirada tempestuosa. Tú, en el aire, en el alma de luz de cada estrella; yo, perdido entre el polvo de oro de cada rosa.
Pero no lleguen. Todavía es muy temprano para mí; cuando arriba no queda ni el destello de un astro, cuando no haya ni una flor en la noche, ven tú solo, otra vez; ¡terriblemente bello!
Así huidizo, deslindando sus poemas para una publicación total que nunca llegó y abandonando finalmente la poesía, el pasado 29 de mayo se cumplió el trigésimo aniversario de su desaparición física y queremos de esta sencilla forma recordar a estas tres grandes figuras, descubriendo lazos y fechas. |