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julio-agosto.año3.No14.1996 |
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ECONOMÍA |
INICIATIVA PRIVADA Y SOCIEDAD CIVIL por Antonio Espinosa Baltodano. |
¿Qué es Iniciativa Privada? Es la cualidad inherente al ser humano, que lo distingue del resto de los seres vivientes conocidos. Es la exteriorización de su categoría de ser volitivo, ser decisional, ser escogencial, etc. Pero vamos a abstenernos de abstracciones y definiciones académicas y enfocar el asunto desde una perspectiva práctica. La iniciativa individual es esa manifestación que se da sin lugar a dudas ya en la humanidad más primitiva. La iniciativa personal es la descubridora del fuego, la rueda y la palanca, para dar algunos ejemplos concretos en aquella realidad tan remota, que en nada se diferencian de lo que serían luego la aritmética, la escritura y la energía, y lo que son el microprocesador, la digitalización y la pléyade tecnológica de hoy. En un artículo anterior enfatizábamos, que ya desde entonces, los primitivos humanos descubrían su dimensión intelectual en los primeros ingenios, rústicos si se quiere, pero ingenios al fin, privativos del ingenioso que los inventara, ideara o descubriera, y útiles a toda la sociedad, siempre y cuando el poder no se apropiara de los mismos con fines de dominación. La iniciativa privada a sido y será siempre, fuente inagotable de creación de capacidades para satisfacer necesidades, e imparcial árbitro regulador del equilibrio entre la escasez y la abundancia. Aún cuando el ingenio sea producido por un colectivo, siempre es resultado de la suma de las individualidades que intervinieronEl ingenio individual y el impulso personal, serán siempre luz y fuerza determinantes del progreso y desarrollo humano; mientras, la generosidad natural y el sentido de responsabilidad social serán siempre las fuentes de la solidaridad y la estabilidad de las instituciones comunitarias humanas. ¿Qué es Sociedad Civil? Si definir iniciativa privada es una cuestión controversial, en el caso de la sociedad civil la cosa puede derivar en batalla campal. Por tanto en esta ocasión también soslayaremos los teoricismos eruditos y nos limitaremos a localizar lo accesible y asequible a todos. El quid del asunto está en el vocablo «civil» y toda la familia de acepciones y conjugaciones. Cívico, civismo, civilización, civilizada, civilidad, etc., todas tienen la misma etimología, pero semánticamente son tantas las aplicaciones, que abordar este aspecto sería convertir este artículo en un tratado de filología. La sociedad civil es aquella concebida para vivir en paz, en convivencia, en orden. En la que se viva a intervalos entre el afán del trabajo y el sosiego del merecido descanso. Donde la gente quiere vivir de su trabajo, de su esfuerzo, determinación y decisiones. Gente que labora duro por su sustento y bienestar, que se forja su futuro y el de los suyos con el ahorro y la vida mesurada. Los que no andan buscando que nadie les resuelva lo que necesitan, ni que les regalen nada. Los que construyen su propia certidumbre y solo aspiran a que los dejen tranquilos, que les sea permitida la búsqueda de su ansiada felicidad por modesta que sea. Creo que eso basta para que cada quien elabore su propia definición de qué es la sociedad civil y para comprender que, cualquiera que sea la definición, estamos hablando de lo mismo. El entorno en el que el ser humano libre tiene la oportunidad de realizar sus sueños y ejercer su responsabilidad social. Los que prefieren vivir en una sociedad de feroz competencia, en un ambiente de contienda, esos que tienen espíritu de eternos guerreros, tienen todo el derecho a hacerse trizas entre ellos, pero su sociedad no podrá ser denominada civil bajo ningún punto de vista, a menos que sea el discurso político para cazar incautos.
La iniciativa y la sociedad. Cuando hoy se habla de macroeconomía y microeconomía, es como si se estuviera hablando de lo importante en el caso de la primera, y de lo insignificante en el caso de la segunda. El sentido que prevalece es que la microeconomía es un simple apéndice de la macroeconomía, y se llega al colmo de pensar que es algo de lo que hay que librarse, cuanto antes mejor. Mas ahora -cuando surge lo que se ha dado en llamar globalización económica y que yo denomino megaeconomía-, el mundo de la microeconomía pareciera caer en el agujero negro del olvido y el desprecio, mientras la macroeconomía asciende al salón de la fama. Lo incorrecto de tal apreciación es que la distinción es de cobertura y no de categoría. Tan importante es la una como la otra. Cada una de ellas tiene su propia significación. Las macros son resultado, sumatoria y desarrollo de las micro, y éstas son fundamentos, elementos y componentes de aquellas. En realidad la primera forma de economía que hubo fue la micro. Allí comenzó todo el asunto. El micromundo económico creció y se extendió tanto, se hizo tan complejo y heterogéneo, que una cobertura de tal dimensión adquirió entidad e identidad propia con la denominación de macromundo económico. Pero no existe macroeconomía sin microeconomía, como no existen moléculas sin átomos, tejidos sin células, todo sin partes. Por el contrario, la economía de las empresas y los negocios siempre pueden volver a empezar todo el proceso de nuevo, cada vez que la economía de los estados entra en crisis, y terminar generando una nueva macroeconomía que responda a las expectativas. Y la microeconomía no es otra cosa que la iniciativa de las personas, ya sea individual o colectiva, materializada en actividades productivas, comerciales o de servicios de cualquier índole. Asunto y proceso dirigido desde los niveles de la base por sus protagonistas, allí donde se dan las acciones, y no desde nirvanas u olimpos remotos a las realidades que hambrean, enferman y matan. Innumerables son las excelentes definiciones de lo que es economía, pero todas tienen en común que resultan poco claras para quienes no son especialistas en tales menesteres y que, a todas luces y para todos los efectos debieran tener una comprensión concreta de su esencia y conceptos. Por tanto, tratando de proporcionar una definición inteligible a primera vista para cualquiera, diré que economía es la ciencia y el arte de conocer y manejar la escasez y la abundancia en aras del equilibrio. Y la primera economía que se manejó fue la de las personas, las familias, los clanes, las tribus, y toda la diversidad de comunidad de intereses que se configuraron a lo largo, ancho y alto de la historia de la humanidad. En cada persona socialmente activa, hay un economista y administrador de sus pertenencias e intereses. Toda persona normal es la mejor economista y administradora de sus propias cosas. Salvo las indeclinables excepciones, la gente es satisfactoriamente responsable de su economía personal. Y estas personas fueron precisamente los primeros empresarios y los primeros negociantes. La escasez y la abundancia dejaron de ser una fatalidad de la naturaleza cuando la capacidad reproductora y transformadora del ser humano provocó abundancias. Como también, cuando los apetitos egoístas y antisociales de algunos ocasionaron escaseces, reaparecieron los desequilibrios pero esta vez en versiones provocadas por razones de interés. Pero la actitud y aptitud de unos cuantos aberrados, especialistas en echarlo todo a perder en aras de sus intereses estrechos, no debe distorsionar el hecho de que la vocación que los humanos han demostrado histórica y reiteradamente ha sido la de crear, construir, producir, hacer. Y eso es iniciativa espontánea y privativa de quién nace con vocación de resolver problemas, de buscar y encontrar soluciones. Y hace rato que los humanos comprendimos que para realizar esa vocación, es necesario establecer un ambiente de estabilidad, lograr perspectivas de durabilidad, adquirir niveles de productividad y eso sólo es posible con el fundamento de una paz social, de un orden racional y una sociedad civil.
Es entonces que la iniciativa personal tiene un estímulo sólido, razones y motivos para el sacrificio y el trabajo arduo, alicientes para luchar denodadamente por alcanzar metas y objetivos, disposición para emprender hasta los más arriesgados proyectos, porque al final hay un resultado, en medio de un ambiente propicio. La pequeña empresa, los negocios menores, el trabajo por cuenta propia y toda forma de conducir las ingentes energías de la iniciativa privada, son las bases sólidas de la sociedad que logra bienestar en base a una economía sana y una administración eficaz. Las dinocorporaciones y los megaempresaurios, son ya anteproyectos de fósiles económicos, que las nuevas atmósferas y entornos en ciernes no les permitirán resistir ni subsistir. Las superenormes estructuras de poder económico siguen conformándose, las fusiones y absorciones archimillardas continúan, pero más tardan en hacerse que en desintegrarse en fragmentos para sobrevivir. La humanidad está siendo testigo del resurgimiento de la empresa personal y/o familiar, del joint venture tamaño compacto, con pequeñas dimensiones pero a la vez con resultados a veces hasta de gran envergadura. Como el ave fénix, los negocios de pequeño formato están proliferando en los países más desarrollados, y los que creen que esto es un síntoma de redecadencia, o retroceso al paso, se equivocan diametralmente. Son manifestaciones de nuevas realidades emergentes. El papel de los protagonistas microecónomicos están jugando actualmente en la recuperación de las economías, es verdaderamente formidable, pero son otros quienes se están atribuyendo el crédito de los logros y desafortunadamente son demasiados los que están creyendo tal patraña. Afortunadamente no podrán engañar a tantos por mucho tiempo. Es la gente trabajadora la que está produciendo los resultados que se reflejan en los marcadores macroeconómicos, repito, que se reflejan como en un espejo, porque la imagen reflejada en ellos proviene de fuera del espejo y es un error garrafal atribuir a las políticas económicas neocualquiercosa la paternidad de tales éxitos. La iniciativa privada en el marco de una sociedad civil es la única opción que garantiza solidez y perdurabilidad suficientes como para pensar que es posible lo que actualmente se da en llamar desarrollo sostenible. Cualquier otra propuesta es pedirle aguacates al ceibo. |