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PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

PARQUE LA GÜIRA

por  Nelson Melero Lazo

La provincia de Pinar del Río, la más occidental del archipiélago cubano, se encuentra surcada por un sistema montañoso en forma de arco, la Coordillera de Guaniguanico, con una extensión de 150 km. Estas elevaciones calizas pertenecientes al período Jurásico forman cadenas que se desarrollan casi paralelas, creando complejos sistemas de valles intramontanos.

La Sierra de la Güira, en cuyas estribaciones se halla asentada la antigua Hacienda Cortina, posee características geográficas naturales muy particulares que reúnen aspectos de la topografía y el relieve de las elevaciones cársicas y de las alturas de pizarra.

Los valores de este paisaje se distinguen por la presencia de vegetación y fauna en las que aparecen especies típicas, con la presencia de ejemplares endémicos, algunos en peligro de extinción.

Está localizada en el municipio de Los Palacios, en cuyo territorio se destaca la presencia de San Diego de los Baños, población situada a 6 km. aproximadamente de la Hacienda Cortina, cuyo surgimiento y desarrollo se encuentra vinculado desde la primera mitad del siglo XVIII a la presencia en este territorio de aguas medicinales sulfurosas.

La relación que se establece entre esta población y el entorno circundante constituye un elemento significativo del lugar. La cercanía del río San Diego y el paisaje natural que rodea su emplazamiento crea interesantes cierres visuales de sus calles y del espacio abierto del parque, produciendo un hermoso diálogo entre arquitectura y paisaje.

Muy cercanos en la zona se encuentran otros sitios de particular belleza natural como los Portales del Río San Diego, distante solo 10 km. del Parque La Güira, donde el cauce del río al penetrar las estribaciones de la sierra ha labrado profundas cavernas que brindan un atractivo y singular paisaje, y Viñales, a 25 km., que posee características muy similares en cuanto a topografía, accidentes naturales y otros atractivos turísticos.

José Manuel Cortina, rico terrateniente pinareño, adquirió los terrenos de la Hacienda La Güira en 1907. Fue representante diplomático de Cuba en China y Japón, lugares donde adquirió un especial interés por las culturas asiáticas, cuya influencia se encuentra manifiesta en algunos de los elementos componentes de su hacienda. En esta propiedad construyó a partir de 1920, en un paraje de bellos sitios naturales, su estancia de vivienda.

El área está limitada por un grueso y alto muro de piedra que permite el acceso a través de una portada a manera de castillo medieval, que se cierra con un pesado portón de madera. Los interiores de la Hacienda fueron concebidos como un conjunto de parques y jardines diseñados en diferentes estilos, en los que se mezclan gustos europeos y asiáticos. Complementan estas áreas elementos de mobiliario, decorativos, escultóricos y utilitarios en general, así como pequeñas construcciones que enriquecen notablemente el ambiente.

La presencia en el sitio del río San Diego fue aprovechada también para crear, mediante su represamiento, un pequeño lago artificial utilizado para la pesca, los paseos en bote y otras actividades recreativas. En su orilla aparecen glorietas, cenadores, embarcaderos y áreas de estar que completan el equipamiento. El entorno que rodea el estanque, integra la vegetación natural del sitio con la de las nuevas áreas de parque.

Un grupo de edificaciones se encuentran en el interior de la hacienda y al subir una pequeña elevación podía divisarse la casa de vivienda con su gran jardín al frente, que se recorta contra el fondo de la sierra. En el recorrido hacia ella se abren un conjunto de pequeñas plazas con bancos, copas, esculturas, estanques, fuentes y glorietas.

El paseo central que conducía hasta la casa está bordeado por árboles de copas recortadas en forma cilíndrica, ovales, etc., que marcan la direccionalidad hacia el edificio.

La casa de vivienda, construida en 1924, incorporó en su diseño algunos códigos de la arquitectura militar: torreones, almenas y otros. En 1972 sufrió los efectos de un incendio, quedando destruida casi totalmente, y hoy sólo se conservan restos de la estructura.

En sus alrededores se desarrollan jardines con temáticas particulares que se expresan en la vegetación y los elementos decorativos de cada uno de estos sitios. En el jardín dedicado a las culturas asiáticas, aparece una casa japonesa edificada en 1920, una pequeña joya arquitectónica que guardaba una interesante colección de piezas traídas de este país, así como otro edificio construido en 1940 que evoca a la cultura china, de factura menos lograda, que poseía en su interior valiosos objetos de arte y mobiliario de este milenario pueblo. Para la ejecución de ambas obras fue contratado especialmente un constructor japonés de apellido Nakasawa.

Un elemento significativo en el diseño del área lo constituye la presencia del agua; el lago artificial, una piscina techada junto al río, fuentes, estanques y los baños medicinales complementan este magnífico conjunto en cuya construcción existió un especial interés por la conservación de la naturaleza.

En 1960 se destinaron alrededor de 300 caballerías para la creación de un parque turístico en la hacienda, aprovechando la riqueza material que esta contenía y los valores paisajísticos del lugar.

El parque La Güira es una de las primeras obras realizadas para el turismo en la década del sesenta, edificándose entonces una cafetería y el Motel Los Pinos, hacia la parte posterior de la hacienda, con sus cabañas construidas en la copa de los árboles.

El parque está actualmente constituido por diversas instalaciones, algunas de las cuales formaban parte de la antigua hacienda y otras han sido añadidas en el transcurso de los últimos treinta años, sin que estas sean consecuencias de un plan general de desarrollo, por lo que aparecen contradicciones y relaciones impropias entre ellas tanto desde el punto de vista ambiental, funcional, como paisajístico.

Tanto las edificaciones como los jardines presentan graves problemas de deterioro y conservación.

A pesar de los efectos negativos que algunas acciones ejecutadas en el lucrar y el abandono han ocasionado sobre este conjunto, aún se encuentran ahí latentes y perceptibles muchos de esos valores iniciales. Es necesario evitar con una intervención, aún a tiempo, que se agrave la difícil situación que este sitio ya confronta y que pudiera conllevar a la pérdida total del mismo.

La antigua Hacienda Cortina, situada en el Parque Nacional La Güira, constituye un sitio de características peculiares, un magnífico ejemplo en que la obra humana logra una equilibrada relación con el entorno natural que le rodea. El interés particular por la preservación de los valores naturales, de los elementos de nuestra flora y fauna, y las posibilidades materiales brindadas por la posesión de una gran riqueza, permitieron construir y atesorar dentro de un paisaje excepcional, un lugar de extraordinarios atractivos, donde ante todo se priorizó una realidad presente y comprometida, una obra particular, única e irrepetible cuya realización requirió de millones de años: el medio natural.