marzo-abril.año2.No.12.1996


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JULIO C. BANASCO

por Angeles Alvarez

 

...no creo que la necesidad de comer o la preocupación de sobrevivir situaciones económicas hagan sucumbir los conceptos estéticos o filosóficos del "yo" en mi obra... esas dos polaridades (lo externo y lo interno) están bien delimitadas y esto me hace feliz.

 

A las puertas del Segundo Milenio, una nueva generación de artistas plásticos cubanos emprende con nuevos bríos la utopía de acercarse a su mundo interior ante la barbarie que acosa a su entorno visible; mirar hacia dentro, a la profunda trascendencia del carisma individual. Una remoción de trabas burocráticas y oficializadas, con un consecuente derrumbe de estigmas y dogmas atávicos que, entre otras cosas, limitaron al artista en su plasmación mágica de "lo real maravilloso", del "yo" interior, del espíritu humano.

Inserto en esta cruzada vivencia pictórica, aparece el marco provincial, nuestro "terruño" que se anima y reanima luego del saludable II Salón de Arte Religioso Contemporáneo.

Marcada por el dinamismo ascensional y la exaltación deformante de las formas características de los últimos cuadros del gran pintor cretense instalado en Toledo, el Greco, amparado por el mejor estilo académico de raíz hispana y latina, de Da Vinci hasta Dalí, se revela la magnífica obra del joven Julio Cesar Banasco, uno de los premiados en el II Salón.

"Al preguntarme sobre las influencias en mi obra actual, y un poco también en la pasada, pienso rápidamente en muchos pintores cuya obra estudié y más bien digerí; son para mí los que más consecuentes han sido con su obra y conscientes del momento que les tocó vivir: Da Vinci, Velázquez, Ingres, Greco, Vermeer, Bacon, Matta y el ingenioso Salvador Dalí que tanto ha estado y estará dentro de mi obra, y muy dentro de mí".

"En cuanto a los temas, no tengo preferencias. Aunque priorizo los "intimistas" basados, específicamente, en mis concepciones filosóficas del juego interior del "yo", los límites, el reto, la trascendencia de lo sublime y lo eterno, ese lugar, allí donde nadie podría vivir".

En un humanismo desbordante, Banasco intenta trascender la "historia", el relato, lo anecdótico, traspasar la barrera puramente humana en franca lucha existencial, entre sentimiento y amor, la eterna discordia entre la hipócrita conducta interior y la exteriorización de miserias. "En esos límites buscamos la felicidad, si no existe, es porque no es plena -como tampoco la vida lo es-, todo tiene sus límites y estos nos hacen infelices; como también las paredes nos hacen llorar".

Banasco confiesa haber sido consecuente, en todo momento, con su obra, con su línea de trabajo desde sus albores en la primera mitad de la convulsa década de los 80. Consciente, sobre todo, de lo mucho que le queda por hacer, caminos por recorrer, obras por pintar que concreten y purifiquen su estilo, en plasmación híbrida, de su mundo personal. "Vivo inmerso dentro de mi mundo, con un fluir constante y espontáneo de eso que han llamado "automatismo gráfico"; a través de la mano derecha de Dios se escapa el dolor, el sufrimiento, el amor, el encierro, la soledad y lo eterno-sublime".

La fuerza del mito, la mística certidumbre, como contenido detrás del cuerpo plástico, se expresa en cada rostro, en los pliegues de cada individuo presentado por Banasco, el endurecimiento temporal, la conexión implícita con el nuevo Siglo. "Un devenir, tras los viejos muros del color, que silencia, a través de los ojos del pintor ausente, un homenaje al mismo "yo" del que tanto se habla, pero que no se aprehende. Somos cubanos, pero la obra tiene que trascender límites ¡Esta es mi medida!, es mi otra mitad".

El óleo es el disfrute supremo para creación de este joven artista. Una técnica "muy personal" que comienza con bocetos al carboncillo, sobre el mismo lienzo, imprimiendo una marcada veracidad a cada pincelada posterior, preservando en ocasiones el carboncillo y la base de aguada inicial de aceite de linaza.

Ante la posibilidad de pintar como modo de sobrevivencia, Banasco no aceptaría cambios de temáticas, interferencias en sus criterios o en contenido. "Ernest Fischer dijo que "el contenido de una obra de Arte se determina menos por lo que representa que por cómo lo representa: cómo el artista consciente o inconscientemente expresa las tendencias sociales de su tiempo", sinceramente les diré que una obra está impregnada de la atmósfera de un período o del contexto de una época y de la personalidad del artista que la crea. Pero no creo que la necesidad de comer o la preocupación del sobrevivir situaciones económicas hagan sucumbir los conceptos estéticos o filosóficos del "yo" en mi obra, porque trascienden esos límites y nunca se entremezclan como proceso creativo; Desde los 80 pude haberme dedicado a llenar el espacio cubano con "marinas", por cierto muy gustadas, pero mi "yo" interior, mi obra "seria" no me lo permitió".

Con relación al II Salón, que fue muy importante por el hecho mismo, el reunir a artistas plásticos de diferentes generaciones con criterios diversos acerca de la "religiosidad en el Arte" en una iniciativa valiente y aceptada en su carencia anterior y la necesidad actual. Fue realmente un encuentro fortuito por ser el primer Salón en la Revolución y abierto en cuanto a la aceptación de propuestas que se presentaron, unas con más y otras menos rigor. La curaduría estuvo bien a pesar de las condiciones adversas que exigía el montaje en ese local. No obstante, fue acogedor y concurrido por el público. Cada artista debe reflexionar sobre lo que acontece hoy en día a finales del siglo XX, hay un vuelco en la historia "se quiera o no"; se responde ante ciertos valores estéticos y conceptuales de la dimensión y la trascendencia de lo humano y lo eternamente espiritual; no se puede ser frío, hierático o querer ignorar lo que nos acontece, nos fluye y nos rodea en este bello mundo ordinario. En cuanto al jurado, se logró reagrupar personalidades, con una gran experiencia de trabajo profesional. Pienso que junto a Oliva fue muy saludable la participación de Suárez Blanco y la invitación a David Mateo, Lissette Matalón y Lupe Álvarez que alternaron con un debate muy interesante acerca de la temática. Con relación a los premios no intento discrepar pues no me corresponde, pero si pudiera decir que la "Última crucifixión" pudo haber obtenido un premio y no la mención especial que es el criterio también de muchas personas; pero me reconforta el haber participado y mostrado mi obra, pues fue prácticamente mi debut después de ocho años en que hiciera mi primera presentación en el Salón Provincial de 1988".

El dilema de la promoción artística y la gestión institucional no deja de atacar a Banasco, que aunque ha recibido cierta ayuda del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, no ha sido la suficiente y no siempre ha llegado en el momento adecuado. "Contamos con un reducido espacio en esa Galería, pero considero que debe existir colateralmente como mínimo dos más en la ciudad, además del espacio de la Casa de la UNEAC, y hacerlas, a su vez, comercializadoras para mayor extensión de nuestro potencial artístico; apoyar y confiar a las instituciones que brinden las posibilidades de realización plástica con sus respectivos curadores para concretar resultados óptimos en la promoción y difusión". "El artista y las obras están ahí, se sienten en el empuje que está marcando una época, sólo nos falta la conciencia por parte de los dirigentes de las instituciones. Sobradas razones hay de que el arte cubano es imprescindible en el mercado internacional y esto es una posibilidad que no se explota al máximo y no se puede derrochar a pesar de sentirnos tan distantes de ello, nos conectamos a través de gestiones personales".

Actualmente, Banasco se desempeña como restaurador y conservador de nuestro patrimonio cultural, labor que en los últimos tiempos ha adquirido una notable relevancia debido, sobre todo, a la necesidad que siente el hombre post-moderno de regresar implícitamente a sus orígenes, a los albores de las manifestaciones artísticas que expresaron, como ninguna, la realidad y el contexto vivencial - mágico religioso del ser humano durante milenios. "Esta labor tiene una relación directa con profesión debido a la necesidad de conocimientos técnicos y de materiales que se precisa y el conocimiento histórico, de artes, escultura, pintura, etc. Esto se revierte en gran provecho para obra pictórica, en la debida expansión de estudios y texturas para soporte material del cuadro y su conservación futura"

"Algún día podré vivir como pintor, ¡Ya lo creo!. Mucha gente dice "Si Dios quiere" pero sí, Dios quiere, el que tiene que quererlo eres tú mismo. Ahí está el reto, poder volar sobre esos límites. No me desespera, estoy consciente del trabajo que estoy realizando; es el tiempo el que marca el lugar o una historia. Por eso me dejo fluir como lo hace mi conciencia... hacia el futuro, pintar más!".

Pinar del Río, Febrero 28 de 1996.

...no se puede ser frío, hierático o querer ignorar lo que nos acontece, nos fluye y nos rodea en este bello mundo ordinario.