marzo-abril.año2.No.12.1996


BIOÉTICA

HUMANIZACIÓN DE LA MEDICINA:

UNA NECESIDAD.

por María del C. Gort Henríquez y Norma Téllez Tielves.

 

"La medicina de hacer de quien la ejerce un experto de gran sensibilidad humana".

Juan Pablo ll

El servicio del trabajador de la salud debe ser fundamentalmente humanista, porque en su quehacer cotidiano se relaciona de una forma especial con las personas al estar tan cerca del dolor y tener en sus manos la responsabilidad de mantener la salud de los individuos, salud que debe ser entendida como el completo equilibrio entre los factores biológicos, psicológicos y sociales; por eso un profesional de la salud debe ser un conocedor del hombre quien debe ser tratado como una persona y no como un paciente porque a este último con frecuencia estamos tentados a tratarlo como un objeto de nuestro trabajo y nos olvidamos que es una persona, un ser con inteligencia, voluntad y sentimientos, quien por ser racional tiene conciencia de sí y capacidad de conducirse libre y responsablemente en el mundo para crear relaciones con los demás basadas en el respeto, el amor, diálogo y el servicio que lo lleven a la formación de comunidades de personas donde sea posible el desarrollo integral del hombre basado en su dignidad.

La atención de salud más que un trabajo es una vocación porque además de resolver un problema científico o natural debe curar los valores espirituales del paciente, es ayudarlo a encontrar la verdad sobre su vida y proteger esta. Curar a una persona no solo es tratar enfermedades aisladas sino que es convertirlo en sujeto responsable del mantenimiento de su salud.

¿Quiénes deberían ser trabajadores de la salud?

Médicos, enfermeras, estomatólogos, técnicos y demás personal con sensibilidad, abnegación, preocupado por su superación cienífico-técnica, con valores humanos, tales como: respeto al hombre, sencillez, desinterés, sociabilidad, alguien que transmita esperanza a sus pacientes y descubra el valor de una sonrisa y de una palabra de consuelo.

Pero en los servicios de salud con frecuencia encontramos dificultades que tienen su origen en la formación misma de los profesionales:

  • -Las motivaciones para escoger este trabajo no siempre son las de servir a los demás o de realización personal algunas veces se busca el reconocimiento social o ventajas económicas.

  • -Los criterios de selección para estas carreras son puramente académicas y a través de una entrevista superficial y de rutina.

  • -La formación está orientada fundamentalmente al desarrollo de habilidades técnicas y a la transmisión de conocimientos teóricos y en menor grado a la formación en valores humanos, se forma un profesional de la medicina pero no se forma integralmente como un conocedor de artes y de otras ciencias.

  • -Los profesores aunque bien preparados científicamente no siempre cuentan con otros valores tan necesarios para esta profesión y para un educador en esta rama de la ciencia, en quien conjuntamente con la exigencia se deben dar el ser abnegado, cercano tanto a los pacientes y sus familiares como a los alumnos, amistoso, comprensivo y responsable.

  • -La formación ética que se ha brindado ha sido fundamentalmente administrativa, y no siempre humanista, basada en un conocimiento profundo de la psicología y la sociología, se prepara parcialmente al estudiante o al trabajador para enfrentar los problemas éticos que se le han de presentar.

  • -El estudiante no siempre encuentra espacios para desarrollarse integralmente pudiendo ser por programas de estudio con frecuencia demasiado cargados en cuanto a materias y otras porque no existen estructuras que permitan este desarrollo.

  • -En estos momentos existen dificultades para mantener el grado de actualización por escasez de literatura científica.

Ante esta situación nos preguntamos si el profesional que estamos formando es capaz de afrontar los retos que hoy se le presentan a las ciencias médicas. Retos que en primer lugar exigen la Humanización de la medicina, defensa y promoción del valor de la vida más ahora que parecen multiplicarse las manifestaciones de una "cultura de muerte": aborto, eutanasia, experimentación con seres humanos, manipulación de embriones, situaciones estas en las que se viola el primer derecho a que tiene un ser humano que es el derecho a la vida, y en ocasiones se pretende legalizar estas violaciones. Estamos también, ante un desarrollo científico técnico que pretende en muchos casos ponerse por encima de los "valores tradicionales, humanistas y éticos que solían ser parte del arte y ciencia de curar"1, investigaciones que deben respetar la integridad del ser humano, como "exigencia indeclinable"2. Otros de los desafíos es la necesaria transformación de los hospitales en estructuras al servicio de la vida y del amor donde se ponga fin a la ineficacia organizativa y la lentitud burocrática para que cada persona sienta que recibe una atención marcada por la generosidad, y el desinterés, así como por la protección de las organizaciones administrativas y sociales. Hoy el campo de acción de la medicina va más allá del tratamiento de enfermedades biológicas, debe tratar enfermedades sociales como: la drogación, la pérdida del sentido de la vida, el suicidio, la marginación social, entre otros, que exigen de la participación responsable de los trabajadores de la salud por ser estos, personas de gran sensibilidad y cualificados para dar consuelo en situaciones de dolor humano.

Toda esta situación exige de cada profesional de la salud que "ponga en práctica una nueva presencia del amor y del servicio. junto al hombre que sufre"3 y para que se produzca ese cambio en todos los que tienen a su cargo la salvaguarda y la recuperación de la salud de las personas debemos comenzar por revitalizar la formación que se le brinda a los estudiantes desde que comienzan sus estudios. Requiere de una educación esmerada por parte de los profesores que tienen a su cargo esa tarea, pues Educar, como dijera Martí "es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido, es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive. Es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo con lo que no podía salir a flote, es preparar al hombre para la vida", pero todo esto "¿Quién no lo sabe? es una obra de infinito amor".

Requiere de un interés constante de parte de todos los trabajadores de la salud por su superación científica, de ser espíritu investigador, de una revisión constante de nuestras motivaciones, del esfuerzo por prestar un servicio responsable y con la conciencia de que se trata de una obra de servicio a los demás, de solidaridad con el hombre que sufre.

Pero no basta con que cambien las personas, se necesita una mejor organización de los servicios sanitarios para que desde las instituciones hasta los programas de salud tengan como principal preocupación el bienestar del hombre respetando su dignidad.

La humanización de los servicios médicos es una necesidad apremiante y requiere de nuestra ayuda urgente para la reconstrucción del hombre mientras existan seres humanos con dolor, "obra siempre de modo que trates a la humanidad en ti mismo y en el otro como un fin y nunca solo como un medco"4, así pues, "traten a los demás como ustedes quieran que ellos los traten" (Mt. 7,12).

 

BIBLIOGRAFÍA

1.-Boletín de la O.S.P., volumen 108, No.5 y 6 pág. 14.

2.-Veriatis Splendor, 13.

3.-Discurso del Papa J. Pablo ll durante su visita al Hospital Romano de S. Juan 25 Abril, 1992.

4.-Dolentium Hominum No. 18 Año vl 1991pág. 14.