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marzo-abril.año2.No.12.1996 |
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EL PADRE VARELA: FORMACIÓN INTEGRAL Y COMPROMISO.
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Conferencia
Conmemorativa del 143 aniversario de la muerte del Padre Félix Varela, pronunciada por el
Señor Obispo de Pinar del Río Mons. José Siro González Bacallao. en el Seminario de
San Carlos y San Ambrosio. 24 de febrero de 1996.
Eminentísimo Sr. Cardenal Carlo Furno, enviado especial de su Santidad el Papa Juan Pablo II. Querido y fraterno Sr. Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de la Habana y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. Distinguidos invitados. Hermanos en el episcopado y el sacerdocio. Amados religiosos y religiosas. Admirados laicos. Queridos seminaristas. Delegados al Encuentro conmemorativo. Señoras y Señores: Si por un prodigio más de la ciencia, resonara de nuevo, en estos venerables claustros, la voz autorizada de aquel que nos enseñó, que lo primero es pensar"... ¿qué le diría en este hoy, a este su pueblo cubano, a esta Iglesia que peregrina en él, empezada en una planeación pastoral participativa? El eco de nuestras raíces, las resonancias fecundantes de la gestación de nuestra nacionalidad en la matriz de estos claustros, la memoria de los padres fundadores, y la celebración del ECO, encuentro conmemorativo del X Aniversario del ENEC, nos convocan en este recinto que, como ningún otro, sintetiza y evoca la voz de la cubanidad. La Providencia y la continuidad histórica, han hecho coincidir en esta noche, la celebración del inicio de la Guerra necesaria gestada por el Apóstol José Martí y la víspera del tránsito definitivo del Padre Varela, profeta que anunció y comenzó aquel proceso de liberación integral que continua en nuestros días. Han hecho coincidir también la celebración del décimo aniversario del ENEC con la Vigilia del año 2000 que nos conduce hacia el Tercer milenio del Cristianismo en comunión con toda la Iglesia Universal. Abramos, pues, nuestro oído para percibir aquellos ecos y dispongamos nuestra voluntad para actualizar esas resonancias al servicio de Cuba, nuestra amada y sufrida Patria, de modo que la savia que nutre nuestra cubanía haga germinar la esperanza en nuevos proyectos de libertad y reconciliación. En efecto, desde hace diez años, el ENEC nos inspira en este empeño cuando nos dice en su número 759: "El anuncio eficaz de la Buena Nueva de Jesucristo exige de nosotros mantener un espíritu profético ante los problema fundamentales; demanda audacia para explorar nuevos caminos, y fidelidad al Evangelio como fuente de inspiración para no contentarnos con lo que podamos realizar cómodamente, ni pretender mantenernos indefinidamente sin ser signo de contradicción en el mundo . Esta inspiración evangélica será nuestra más auténtica educación para la libertad y nos hará tomar conciencia de nuestra propia dignidad" (fin de la cita). Ese espíritu profético, esa audacia para explorar nuevos caminos y esa fidelidad al Evangelio fueron en el Padre Félix Varela el sentido de su proyecto de vida como insigne educador para la libertad y como el primero que despertó la conciencia nuestra propia dignidad como hombres y como cubanos. Por eso al comprobar que salía de la reflexión realizada en todas las comunidades desde el Oriente hasta el Occidente para preparar este Encuentro Conmemorativo, un reclamo de mayor formación integral y de un compromiso laical con nuestra realidad más auténtico y radicable he querido acercarme al Padre Varela para aprender qué significó para él formación integral y el compromiso cristiano.
1. FORMAClÓN INTEGRAL: EDUCAR PARA LA LIBERTAD Y EL AMOR. La formación integral para el Padre Varela, la podemos resumir con aquellas palabras de Raimundo Lazo en su Epílogo a las "Cartas a Elpidio": Toda su obra creadora de auténticos valores humanos se dirige a una magnifica finalidad primordial: la formación de la personalidad, y por eso es uno de los primeros agentes, del súbito cambio histórico por medio del cual pasa el pueblo cubano de una prolongada edad de estancamiento y abulia a un periodo de creciente vitalidad que se manifiesta en nuevas iniciativas, nuevas preocupaciones y nuevas esperanzas". (o.cit. pág. 6). Así que la formación del hombre como persona y protagonista del cambio propio y de toda la sociedad, es el paso primordial de la formación integral. Precisamente en la presentación de su mayor obra de formación ética, las "Cartas a Elpidio", que deberían reeditarse en Cuba, el propio Varela nos dice: "Este libro que el autor tiene la modestia de dirigir a la juventud de su Patria va encaminado a cuantos blasonan de pensadores y patriotas... en él se trata de formar hombres de conciencia, en lugar de farsantes de sociedad, hombres que no vean soberbios con los débiles, ni débiles con los poderosos. En el hallará el político, abundante materia para sus graves meditaciones,- el padre de familia, los más saludables consejos para el gobierno de sus hijos; el director de la juventud, los más preciosos documentos para no malograr el fruto de sus faenas el ministro del altar, los mas oportunos avisos para conseguir el fin que la religión sana se propone. Los impostores y los déspotas llevan grandes desengaños en este libro: en vano se esforzarán... estos perversos en profanar el sagrado asilo de la Iglesia para sostener sus siniestras miras... aquí se trata de hacernos a todos... cristianos consecuentes y no cristianos contradictorios". (Introd. Carta sobre la Impiedad 1835) Así fue toda la obra de Varela como formador integral de la juventud cubana. Siempre tuvo dos grandes cualidades: su inalterable sentido de lo justo, y su honda y ponderada crítica de todas las cosas. No fue sólo su sentido ético lo que transformó la educación sino también sus métodos. Recordemos aquella ocasión por la que comenzó todo el proceso de renovación y liberación. Dejemos que sea el mismo Varela quien lo narre: "Mi discípulo, Don Nicolás de Escobedo, que tenía entonces 15 o 16 años,... me preguntó con su natural candor y viveza: Padre Varela, ¿para que sirve esto?. Confieso que me enseñó más con aquella pregunta que lo que yo le había enseñado a él en muchas lecciones. Fue para mí como un sacudimiento que despierta a un hombre de un profundo letargo... " (Proposiciones y Elenco 1812). Así debe ser la formación: participativa, útil y estremecedora, para que nos sacuda a todos y nos despierte de todo tipo de letargos. La formación que debemos brindar, debe siempre conducir a los participantes a preguntarse no solo de qué sirve la instrucción, sino para qué sirven los proyectos, los sistemas, las ideologías, las religiones, la vida misma. Por eso la formación integral debe llegar a todos los ámbitos de la vida y no solo a todas las asignaturas. Martí lo diría: "Es preparar al hombre para la vida ". El desarrollo de la conciencia crítica y de la iniciativa personal y social, serán entonces los dos ejes de toda formación humana que quiera alcanzar la plenitud de la integralidad en el amor fraterno, la entrega desinteresada, el servicio a los más necesitados. Si la conciencia crítica nos hace libres, el amor es quien respeta la libertad de los demás y toma la iniciativa de servicio hasta la cruz: "nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" -nos dice Jesús también a nosotros los cubanos en el Adviento del año 2000. Por eso no podemos separar las tres dimensiones fundamentales de la vida del Padre Varela- como maestro, como político, como sacerdote. Él mismo encontró la integración de esas facetas de su vida en la síntesis de sus dos amores-. Cristo y Cuba. Él formó a los cubanos y no solo lo hizo desde la Cátedra de Filosofía de este Seminario, sino también desde la tribuna de la Sociedad Económica de Amigos del País. Fue formador desde el púlpito de esta Catedral habanera, y desde la primera cátedra de derecho constitucional que tuvo Cuba a la que él llamó: "Cátedra de la libertad, de los derechos del hombre... la fuente de las virtudes cívicas. La base del gran edificio de nuestra felicidad" (Esc.Polit. pág. 25). Varela formó a los cubanos tanto desde su escaño Parlamentario en las Cortes españolas, como desde su servicio de promoción humana y caridad asistencial en Filadelfia y Nueva York. ¿Quién no se conmueve ante su amor a la Patria y al hombre, lo mismo en su tierra que en el exilio?
santificando todas nuestras acciones, tendidas hacia el amor al prójimo". No consideréis otra cosa que el bien de la patria y para conseguirlo, haced que la Palabra de Dios sea la luz en nuestro camino". (Cartas a Elpidio.T.I,C.Il pág.45). También nosotros debemos cuidar que la formación no sea mera instrucción, ni baldía complacencia intelectual, ni perder tiempo mirándonos al ombligo. Tampoco es para atrincherarse, parapetándose a la defensiva de una situación hostil. Toda formación fue en Varela para la acción, para servir mejor, para crear proyectos de esperanza, para poder impregnar de virtud la naciente vida de la Patria. Hagámoslo así también nosotros, o nuestras ansias de formación integral quedaran varadas en el hastío de la inutilidad. Preguntémonos siempre para qué sirve ésta formación, o pasará nuestra oportunidad histórica preparándonos para la próxima que ya no será la nuestra, desde una torre de marfil.
Así lo describe Manuel Bisbé-. "Varela se limitaba a responsabilizarse de su propia vida. No era un intelectual de torre de marfil balconizado ante la realidad que vivía en gesto indiferente,- no era tampoco un sermoneador de oficio, un moralista al margen de la vida, un teorizante de una cívica sin aplicación. Este ideario cívico de Varela... se apoya en la propia limpieza de su vida. Sin conducta cívica no hay ideario cívico... Varela puso en el corazón de los cubanos la esperanza de una Patria nueva, y enseñó que esa Patria nueva solo podía conquistarse por medio de una revolución hecha desde dentro, "desde nuestra vida". (Idea y conducta Cívica del P. Varela. Cuadernos de historia habanera. pág. 3 6 y 46). Eso decimos también hoy: Es necesario que nos formemos para responsabilizarnos con nuestras propias vidas. Esto significa aprender a responder por los propios actos, dar razón de nuestras actitudes y soportar la cruz que trae siempre una vida responsable y comprometida con la realidad en que se vive. ¿Por qué tanta desesperanza en tanta gente?- Hoy es lamento común de la Iglesia y también de los que no sienten como ella... Por eso Varela también nos enseña que para ser consecuentes y no contradictorios con nuestro compromiso con Cuba y desde el Evangelio, debemos sembrar en el corazón de los cubanos aquella misma esperanza en una Patria nueva hecha desde entrañas de nuestra soberanía. Hacia este compromiso deben ir encaminadas todas las vertientes de la formación integral, por eso no pueden preterirse u olvidarse ninguna de sus dimensiones éticas y antropológicas, cívicas y políticas, bíblicas y teológicas. ¿Cómo concebir entonces una formación humana y cristiana integral sin alguna de estas dimensiones? Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano Il en la constitución Pastoral "Gaudium et Spes" cuyo trigésimo aniversario acabamos de celebrar. "Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política que hoy día es particularmente necesaria para el pueblo y sobre todo para la juventud, a fin de que todos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política de ejercer ese arte. Quienes son, o pueden llegar a ser, capaces de ejercer ese arte tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercerla con olvido del propio interés y de toda ganancia banal". Este eco del Concilio nos trae también a la memoria aquel lema que se hizo vida en Varela-. Hacerlo todo "con caridad y buena lógica". Todo lo que hizo Varela, su compromiso radical al servicio de Cuba se resume en aquella declaración en El Habanero cuando con su acostumbrada "claridad, brevedad y precisión" nos legó a todas las generaciones de cubanos:
"Queremos ser libres porque no creemos que Dios nos ha criado para servir a otro pueblo queremos que nuestro país, sea todo lo que puede ser y no lo que quieren que sea queremos unas leyes justas un sistema político en el que la libertad se concilie con esta misma justicia, nos conduzca a la perfección de las costumbres y radique cada vez más el sagrado amor a la Patria queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla". Este fue el compromiso radical del Padre de nuestra cultura y nuestra nacionalidad: la libertad unida a la justicia" para que el país sea lo que puede ser, y los hombres cultiven y cuiden el inapreciable don de su propia dignidad.
El desarraigo, las ansias de emigrar y la esperanza puesta en soluciones venidas desde afuera, ya sea en lo económico como en lo político, como en ocasiones hemos reiterado los Obispos Cubanos. son los primeros y más serios obstáculos que nos encontramos para vivir nuestro compromiso fundamental en Cuba. Es ese compromiso radical, que nace de una educación para la libertad y el amor, el que conduce a Varela a postular la solución de los problemas sin injerencias foráneas. La vigencia que han tenido las ideas de Varela a lo largo de más de un siglo de historia patria hasta hoy, muestran la solidez de sus enseñanzas que también encontraron eco en aquel continuador de su obra libertaria, el General Antonio Maceo, cuyo centenario estamos conmemorando y que dijo en apretada síntesis: "mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deuda de gratitud con un vecino tan poderoso". (De la Campaña, pág.59) Solo el arraigo consciente y sufrido a nuestra Patria, a nuestra nacionalidad, a nuestra identidad y soberanía, con todas sus luces y sombras, con toda su gloria y agonía, podrán sanar esta fiebre incontrolable de emigrar en cuya estampida irreflexivo y dolorosa se realiza, en silencio casi indiferente y en algunas ocasiones en medio de una rara alegría bochornosa, el lento despojo de la nación. Cada persona pierde con el exilio, es verdad, pero toda la nación resulta escarnecida y expoliada cuando la abandonan, por voluntad propia u obligado apremio, sus mejores hijos o aquellos que, en generosa adopción, optan por servirla. Resuenen hoy en los oídos de todos los cubanos el eco de aquellos dos fundadores Varela y Martí.
"Yo soy en el afecto un natural de este país, aunque no soy ciudadano, ni lo seré jamás por haber tomado una firme resolución de no serlo de país alguno de la tierra, desde que circunstancias que no ignoras, me separaron de mi patria". (Cartas a Elpidio. t II cap.IV, pág. 89).
"Aquel patriota entero; que cuando vio incompatible el gobierno de España con el carácter y las necesidades criollas, dijo sin miedo, lo que vio, y vino a morir cerca de Cuba, tan cerca de Cuba como pudo, sin alocarse o apresurarse, ni confundir el justo respeto a un pueblo de instituciones libres, con la necesidad injusta de agregarse al pueblo extraño y distinto, que no posee sino lo mismo que con nuestro esfuerzo, y nuestra calidad probada podemos llegar a poseer", (pág. 96. La Habana 1963). Por tanto toda formación integral debe contribuir a la encarnación seria, y no solo cosmética o folklórico. A la encarnación que lleva a responsabilizarnos con nuestra vida y la de nuestro pueblo, primero aquí y no allá, ahora y no solamente después. Otro de los obstáculos grandes para el compromiso, es la indiferencia y el materialismo existencial. Ellos hacen que mientras la nación sufre, la mayoría adolece y no crece ante las dificultades. Ellos hacen que la idolatría supersticiosa por lo material nuble hoy los proyectos de nobles ideales y provoque que mañana ansiemos en el desierto las ollas de Egipto. Dice Varela refiriéndose a Cuba: "Hasta hoy, el pecado casi universal en aquella Isla ha sido el de la indiferencia: todos han creído que con pensar en sus intereses y familias han hecho cuanto deben, sin acordarse que estos mismos objetos de su aprecio siguen la suerte de la Patria; que será lamentable si no toman parte en ella los hombres que pueden mejorarla, y aún hacerla feliz... Lo que mas debe desearse en la Isla de Cuba, sea cual fuere su situación que los hombres de provecho verdaderos patriotas se persuadan, que ahora más que en la estrecha obligación de ser útiles a su Patria... que depongan una timidez cohonestada con el nombre de modestia... que tomen parte en todos los negocios públicos con el desinterés de un hombre honrado, pero con toda la energía y firmeza de un patriota. No creo que haya exhortación al compromiso desinteresado por Cuba como este y con la vigencia y la urgencia de este.
4. EN EL COMPROMISO: LA VIRTUD Y EL MÉTODO. El Padre Varela, además, nos enseña con su vida que en la formación integral para el compromiso radical se necesita: virtud y método. El mismo les deja a los jóvenes cubanos esta herencia al final de sus días: "Te encargo, Te encargo pues que seas el órgano de mis sentimientos y procures de todos modos separarla del escollo de la irreligiosidad... Diles que ellos son la dulce esperanza de la Patria y que no hay Patria sin virtud ni virtud con impiedad. (Cartas a Elpidio). Antes en El Habanero, alerto contra los "hombres infames, para quienes las voces patria y virtud nada significan, pero que los cambios políticos es cuando más se presentan, porque entonces hay más proporción para sus especulaciones. Nada hay más fácil, sigue diciendo Varela para reconocerlos, si se tiene alguna práctica en observar a los hombres. Esta es la que yo recomiendo a la juventud para quien principalmente escribo", termina el Padre. (Máscaras políticas, Esc. Pol. Pág. 111). Así que hay que incluir en la formación y en el compromiso este método del discernimiento sereno y respetuoso, pero incisivo y veraz. Para ser perseverante en el compromiso para no dejarse sobornar ni corromper por prebendas y privilegios; para no sucumbir en la adversidad y la persecución para que el servicio a la Patria sea desinteresado y radical hasta la cruz, se necesita mucha pero mucha virtud, mucha, pero mucha persuasión. En el compromiso con Cuba debemos ser dóciles a esta persuasión. Es la persuasión la que conquista, no las posiciones de fuerza, ni el fanatismo ya sea político o religioso. Es la persuasión y la diversidad la que unifica sin uniformar. Es el olvido de lo pasado y la reconciliación en el presente, lo que construirá nuestra felicidad. Esta felicidad para Cuba, para toda la nación, aun la que se encuentra en la diáspora, se conseguirá con el menor costo, por los caminos de la moderación, el equilibrio de las diferentes fueras del país, y la gradualidad de los cambios que son inevitables Seremos todos nosotros, los cubanos, los responsables del costo humano, social y ecológico que paguemos por esos cambios: Toda rémora y obcecación aumentará el costo. Todo apresuramiento irreflexivo y violento lo aumentará más.
5. EQUILIBRIO ENTRE DIALOGO E IDENTIDAD. Aprendamos una vez más del Padre Varela que encontró el justo equilibrio entre el diálogo y la identidad, entre la superstición y el fanatismo. En efecto, es necesario que nos formemos para el diálogo auténtico, que es capaz de tratarlo todo sin perder la propia identidad. Porque cuando en un supuesto diálogo solo podemos tratar lo que le agrada a una de las partes, la otra parte pierde su identidad. Entonces no se dialoga entre partes diversas, sino se realiza un monólogo a dos voces. Para que haya diálogo tiene que haber respeto a las diferencias, aceptación de las personas y las instituciones y disposición para dar y recibir, requerir y ceder. Oigamos una vez mas a Varela, él es un verdadero maestro del diálogo que salvaguarda la identidad: Lejos de irritar al otro, se le atrae y se le encadena con los vínculos del respeto, del aprecio y la consideración a sus personas, mi buena amistad mi condescendencia hasta donde he podido llevarla, sin comprometer mis, principios. En esta materia, como en todas las morales y políticas, el primer paso debe ser, ponernos enteramente en el lugar de las personas y pensar, como la razón nos dicta, que ellos sentirían y pensarían en tales y cuales circunstancias... " (Cartas a Elpidio). Cuando el diálogo pierde la identidad de alguna de las partes, se convierte en superstición que adora falsos ídolos, y quema incienso en altares ajenos. Contra todo tipo de superstición e idolatría ya fuera religiosa o política nos advirtió Varela y él mismo precisaba que su "objeto no era exasperar, sino advertir" (Prólogo a la primera Carta). Cuando la identidad pierde su capacidad o su voluntad de dialogar entonces nos invade el fanatismo que es otro de los males sociales que Varela quiere evitar. Ser tan idénticos que no tengamos nada que aprender ni que ceder, ni que compartir en actitud abierta frente al otro, es la raíz de los que se atrincheran en su mundo perdiendo toda relación con la realidad. El método en fin, del compromiso vareliano con la realidad, es el justo equilibrio entre el diálogo y la identidad. Con la moderación, con la "caridad y buena lógica" que lo liberaron de toda superstición, de toda idolatría y fanatismo. Solo quedaría, fijarnos en el ritmo de éste compromiso. En sus etapas progresivas y coherentes. En su viaje sereno e intrépido hacia la radicalidad del compromiso.
Su dinámica fue el tanteo y la competencia: Cuando entró en la formación de la juventud en éste Seminario, era todavía un joven liberal español, cuyo compromiso alcanzaba su propio ambiente: renovar los métodos y el contenido de la pedagogía cubana. Su compromiso fue barrer con lo caduco de la enseñanza y lo logró. Con tal competencia y decisión lo hizo, que su propio Obispo alabó la audacia de aquel joven y lo alentó a seguir adelante con su compromiso. Del Obispo Espada, el más cubano de los obispos españoles, en sus relaciones con Varela, con otros sacerdotes y laicos comprometidos de la época, del Obispo Espada en sus relaciones con la Sociedad Económica de Amigos del País, con este Seminario y con toda sociedad cubana de la época. Mucho tenemos que aprender también, los Obispos cubanos. Y no solo de Espada, también de Compostela, de Morell, de Claret, del Cardenal Arteaga, de Perez Serantes y de Evelio Díaz entre otros. Pues bien Varela nos enseño el secreto de la gradualidad del compromiso pues cuando fue necesario pasar de la Filosofía a la Cátedra de Constitución, lo hizo y abrió allí, nuevos proyectos y estilos para la formación cívica. Esta Cátedra no solo ayudó a preparar a los jóvenes habaneros para la política sino que lo entrenó a él mismo para el próximo paso del compromiso: el pueblo lo elegía diputado al parlamento español. El padre Varela acepta y da un paso más en su compromiso, ahora en otro ambiente: el de la política. Y allí actúa con la misma moderación y coraje que protagonizó en la enseñanza. Pero fue Várela a las Cortes creyendo todavía en la eficacia de estructuras españolas: Y propuso no la independencia, sino la autonomía al estilo de lo que hoy conocemos como la Comunidad británica de naciones. Propuso además la abolición de la esclavitud en Cuba con indemnización de los dueños reconocimiento de la independencia de los países iberoamericanos. ¡Qué manera de adelantarse sin precipitarse! Podemos resumir esta experiencia de compromiso vital en Varela diciendo que descubrió la sabiduría de la gradualidad de los cambios. - fue siempre un partidario del diálogo y los métodos pacíficos. - agotó por ese camino todos los recursos de la tolerancia - fue creativo en la propuesta de soluciones alternativas - educó para la libertad y anduvo el largo camino que conduce hasta ella. - hizo siempre el discernimiento de lo posible y lo bueno para su patria y comprendió que adelantarse a los tiempos aumenta el costo de la libertad. - cuando se cerró la puerta, comenzó de nuevo a promover al hombre... su libertad, su dignidad y su nivel de vida desde lo concreto del compromiso de la caridad, el ministerio pastoral y el servicio social del país que lo acogió, para el país que quería liberar. Para Varela la encarnación del compromiso no es confusión supersticiosa o ingenua. Es identidad abierta al diálogo, al cambio a la cruz. Es ser luz, sal y fermento en las entrañas mismas de la masa. Es ser una pequeña semilla que cae en el surco y muere para dar mucho fruto. Así lo dice Joaquín J. Santana en su biografía-. "Lo definitivo es que Varela combate en medio de la mayor soledad, sin el apoyo de una tradición de pelea, abriendo pequeñas brechas de luz en las sombras circundantes, sin poder apoyarse siquiera en los Errores del pasado porque, precisamente trata de abolir el pasado, inaugurar conceptos y hacer que surja una nacionalidad". (Ob.cit. pág. 105). Hoy no se trata de el surgimiento de una nacionalidad pero si de inaugurar nuevos conceptos del mundo y de la sociedad, nuevos proyectos que sean diferentes del pasado, al que no queremos regresar. El ENEC nos lo recordaba hace diez años muy a tiempo: "No son, por supuesto, estos nuevos tiempos los mismos que acontecieron en el Continente, cuando se dio la síntesis originaria; cuando nace América Latina bajo el signo de la colonización y la evangelización con sus luces y sus sombras. Pero como aquella, esta nueva búsqueda implica una empresa heroica... Esta situación presenta a la Iglesia un desafío muy original, desafío que no es el de los tiempos normales, sino el de estar presente en el nacimiento mismo de los tiempos nuevos. (ENEC 484).
Para estar presente en esos tiempos nuevos toda la Iglesia necesita que los laicos asuman su protagonismo como lo recomienda el Documento de Santo Domingo. Creo que no solo la Iglesia sino, y sobre todo, la Nación necesitan de la formación y el compromiso radical de los laicos. Es más, no solo la Iglesia y Cuba necesitan laicos integralmente formados, sino que necesitan también un laicado comprometido. Es la hora, pues, del laicado comprometido que debe reunir para serlo de veras: un fuerte sentido de pertenencia eclesial. una eficaz capacidad organizativa, un cierto poder de convocatoria en su ambiente. y un reconocimiento, aunque sea contrastante, por su presencia en dicho ambiente. La credibilidad creciente de la Iglesia depende en gran medida de ese compromiso laical en la evangelización de los ambientes. Esa fue la obra del Padre Varela: formar laicos que fueran agentes de cambio y mejoramiento en sus respectivos ambientes. Recordemos a Luz en el ambiente educacional, a Escobedo y Govantes en el ambiente jurídico, a Del Monte en el ambiente literario, a González del Valle en el ambiente universitario... cada uno de ellos marcó con su impronta el ámbito al que pertenecían. Cada uno de ellos fue luz, sal y fermento en medio del inundo en que trabajaban. Con estos hombres se consolidó la nacionalidad y la cultura cubanas. Con hombres como ellos debe contar Cuba para gestar los nuevos tiempos. Cuba los tiene. La Patria y la Iglesia los deben formar. En la vida de estos hombres se encarnó la herencia de Varela. Manuel Bisbe nos recomienda para hoy y para mañana que seamos fieles a esa herencia: En la vida de este sacerdote "hunde sus raíces el más hermoso ideario cívico que hemos tenido antes que José Martí nos diera el suyo. ¡Que catecismo para nuestra juventud pudiera formarse con el mismo!" (Ob.cit. pág.43). Esto me hace recordar también la homilía de nuestro Cardenal, el querido Mons. Jaime en la conmemoración martiana del 19 de Mayo en la Iglesia del Ángel cuando recomendaba una especie de catequesis patriótica para los jóvenes cubanos. Esta debería ser una de las tareas de la iglesia en Cuba rumbo al Jubileo del año 2000.
7. EL JUBILEO DEL 2000: LA RENOVACIÓN CÓSMICA EN LAS ORILLAS DE GRAN RÍO. Al concluir esta reflexión desearía recoger también en estos claustros bicentenarios el eco de la voz del Santo Padre el Papa Juan Pablo II que convoca a toda la Iglesia Católica y aún más a todos los hombres de buena voluntad a celebrar un Año Jubilar con motivo del advenimiento del tercer milenio del cristianismo. En efecto esta convocatoria universal quiere llegar a todos, creyentes o no, a las iglesias cristianas todas, a las demás religiones del mundo para que celebremos un "Año de Gracia" en el que como era costumbre bíblica se decrete un año de fiesta ecológica: con el reposo de las tierras esquilmadas, la liberación y el descanso de los animales de trabajo y la reconciliación con la naturaleza. El año jubilar suponía también la remisión de las deudas, el perdón de los pecados, la liberación de los cautivos, el regreso a la familia. Era un tiempo para reivindir los derechos de los desvalidos, para alcanzar la igualdad de los ciudadanos, para exigir medidas justas a los gobernantes y practicar la justicia que significaba proteger a los más débiles. Todo esto contribuye, al actualizarlo hoy, al cumplimiento de la misión de Jesucristo. En efecto, "El hecho de que el Verbo eterno asumiera en la plenitud de los tiempos la condición de criatura, confiere a lo acontecido en Belén hace dos mil años un singular valor cósmico... Y es que el Verbo, encarnándose, renueva el orden cósmico de la creación". como nos dice el Papa en la Tertio Millennio Adveniente. (no. 3). Vista así sigue el Papa toda la historia cristiana aparece como un único río, al que muchos afluentes vierten sus aguas. El 2000 nos invita a encontrarnos con renovada fidelidad y profunda comunión en las orillas de este gran río". (No.25). Evoco la hermosa descripción que el Padre Varela, ya anciano, hizo de nuestra Patria cuando decía: "La naturaleza puso en la entrada de un apacible golfo que baña a los opulentos países del tesoro del Nuevo Mundo, una Isla afortunada en la que imprimió sus carismas No quiso mandar a ella la víbora venenosa, ni la cruel langosta, separó las fieras devoradoras como extrañas de la mansión de paz... al mismo rayo le puso justos límites,- reprimió el volcán abrasador para que no vomitase sus mortíferas lavas sobre el país de su cariño,- hizo brotar ríos numerosos que serpenteando por los risueños prados, comunicasen la fertilidad. El sol prometió acompañarla siempre... Por todas partes una tierra hambrienta convida al hombre a entregarle copiosas semillas... un mar benigno baña sus costas... en el país donde reina una eterna primavera. En esta isla deliciosa habita un pueblo generoso". (Elogio. Biografía de J, A. Rodríguez pág. 49). En esta noche solemne de ecos y resonancias patrióticas, quisiera que esta hermosa evocación de Cuba hecha por el fundador de nuestra nacionalidad, la colocara en profunda comunión a las orillas de aquel grande y único río, para que el humilde riachuelo de nuestra nacionalidad que encontró su "ojo de agua" en la matriz cristiana de estos mismos claustros, luego de serpentear por los risueños prados de la transición pacífica, y fertilizar la tierra buena de este pueblo generoso, pueda en la gran fiesta Jubileo del año 2000, verter sus cálidas aguas en el gran río, que con sus afluentes, según dice el salmo" "recreen la Ciudad de Dios"
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