![]() |
marzo-abril.año2.No.12.1996 |
![]() |
ECONOMÍA |
NEOLIBERALISMO: UNA POLÍTICA ECONÓMICA INCOMPLETA por María C. Galvez Chiú |
Hablando con alguien sobre las perspectivas de la economía cubana me preocupó la expresión con que intentó terminar nuestra conversación: - Bueno. ¡cualquier cosa menos esto! Me pregunté: ¿Es realmente tan simple? Es cierto que nadie puede venir a contarnos la situación económica que debe enfrentar un país que viva el socialismo real y, mucho menos que esté inmerso en un periodo mal llamado "especial", caracterizado precisamente por el recrudecimiento de la crisis económica, lo que se traduce como un aumento de necesidades y de escaseces. Por eso, ante la disyuntiva entre la política económica del socialismo real y la estrategia neoliberal, no se duda mucho en escoger esta última. Por otra parte, el mundo ha cambiado, y se tiene la impresión de que, en el ámbito internacional, todos coinciden en que la economía de mercado es la única vía para la prosperidad. No obstante, me reconforta el hecho de que, la mayoría, la reconoce, solamente, como "la forma menos mala de gobierno". Consideremos seriamente, cuál es la esencia del neoliberalismo como política económica que parece tener tanta aceptación en el mundo actual. ¿Qué es el neoliberalismo'? Es una política económica que tiene sus raíces en el liberalismo del siglo XVIII. De ahí el nombre: neoliberalismo; nuevo-liberalismo. Esta política se plantea varias metas de equilibrio macroeconómico a corto plazo. Comoquiera que los problemas centrales de la economía tienen que ver con ingresos y egresos y con la oferta y la demanda, hablar de equilibrio, nos hace pensar en alternativas como estas: - O se aumenta la oferta o se disminuye la demanda (o un poco de cada uno). - O se aumentan los ingresos o se disminuyen los egresos (o un poco de cada uno). Entonces la cuestión sería determinar dónde se hace énfasis: - En aumentar la producción y por tanto, la oferta, o, - En reducir el consumo para disminuir la demanda. El Neoliberalismo hace su mayor esfuerzo por lograr tres metas de equilibrio macroeconómico, a corto plazo: 1- Lograr el equilibrio entre los gastos y los ingresos del Estado (equilibrio fiscal). 2- Lograr el equilibrio entre las exportaciones y las importaciones (equilibrio del comercio exterior). 3- Lograr el equilibrio entre la cantidad de dinero circulante y la cantidad de productos que se ofrecen. Este desequilibrio da lugar a la inflación (alza ininterrumpida de los precios). A nadie se le ocurriría, creo yo, discutir el hecho de que estas son necesidades de una economía subdesarrollada. Es más, considero que cualquier política económica que surja, debe incluir tales objetivos, teniendo en cuenta, por supuesto, las particularidades de cada economía. ¿Cómo reconocer, entonces, la estrategia neoliberal? Podremos identificar el corte neoliberal de una política económica, sobre todo, por los medios que emplea para conseguir sus objetivos. Un estado está aplicando medidas neoliberales, entre otras cosas, cuando:
- Intenta lograr el equilibrio fiscal mediante la privatización y la reducción del Estado:
- Aplica Políticas de liberalización, que consisten en eliminar todo lo que ponga trabas a la fuerza del mercado. Los neoliberales consideran que el Estado "amarra" la economía cuando, por ejemplo, subsidia a productores que tienen costos de producción muy altos; o cuando fija precios máximos a algunos productos con el fin de garantizar el acceso a ellos; o cuando, con el fin de proteger la industria local, fija aranceles muy altos a productos importados. Proponen que el Estado no intervenga en nada en la economía:
- Trata de reducir la inflación, considerando que para sanear la economía hay que restringir el circulante y entonces proponen medidas como:
Fijémonos en que el neoliberalismo pone mayor énfasis en reducir gastos que en aumentar ingresos; en disminuir la demanda que en incrementar la oferta. Por eso se dice que el estilo neoliberal es "recesivo", es decir, que causa disminución de la actividad productiva y el consiguiente efecto negativo en la población. Los defensores de esta estrategia económica, podrán esgrimir las noticias de algunos gobiernos, que aseguran que la economía "va mejorando" y algunas cifras que demuestran disminución del déficit fiscal o de la inflación. Sostendrán, entonces, la idea de que todo lo que se hace tiene un costo. Muy bien, de acuerdo. Pero, ¿Cuál es el costo? ¿A quién le toca pagar? Frente a las cifras que demuestran un "mejoramiento" en algunas economías que aplican la política neoliberal, otras cifras de organismos internacionales evidencian un aumento de la pobreza en esos países. Y es que el neoliberalismo es una estrategia económica incompleta. La economía no se compone solamente de esos desequilibrios macroeconómicos. ¿Qué hay de otros problemas como estímulo a la producción, la concentración de ingresos, las condiciones de vida, el medio ambiente? Por otra parte, las medidas propuestas por los neoliberales no tendrán el mismo costo para todos los grupos sociales. Por ejemplo: cuando suben los impuestos o los precios de los productos, habrá una parte de la población (donde hay más concentración de las riquezas) que se verá obligada a aumentar sus gatos, pero habrá otra parte de la población que, sencillamente, puede ser sumida en la pobreza total. Es importante comprender que el proyecto neoliberal trasciende lo puramente económico. Es preocupante que genere actitudes a nivel moral de egoísmo, de indiferencia frente a la desigualdad, de irrespeto a la persona del otro. ¿Por qué está dada, entonces, la aceptación de la política neoliberal? Ante el endeudamiento externo y la crisis económica por la que atraviesan, los gobiernos de muchos países se han visto en la necesidad de negociar con los Organismos Financieros Internacionales, quienes, mediante la aplicación del mecanismo llamado "condicionalidad cruzada" (un país solo recibirá la asistencia requerida si cumple con determinados requisitos y condiciones pactadas), actúen como garantes de la ejecución y avance de las llamadas políticas neoliberales. No cabe dudas de que esta es una de las causas que contribuyen a la aceptación del neoliberalismo. Pero, particularmente, creo que la causa fundamental de la aceptación del neoliberalismo es la debilidad de las propuestas alternativas. ¿Por qué tener que elegir solo entre dos: esto o... cualquier cosa? ¿Por qué, ante los problemas económicos del mundo, en el evidente fracaso del socialismo real, a algunos economistas, solo se les ha ocurrido "desempolvar" las ideas del liberalismo que quizás fue efectivo... en su época'? Ya sabemos que existan esfuerzos de búsqueda de nuevos políticas económicas que estén integradas a un modelo de desarrollo alternativo propio, en América Latina, que tenga sus raíces en opciones éticas. Las decisiones éticas deben orientar las decisiones técnicas y no al revés. No se trata de contrarrestar los efectos negativos de la política económica con una política social. Se trata de que la política económica incorpore la política social. Se trata de que la política económica base su eficacia en una mezcla de dimensión productiva y justicia social. Se trata de que la política económica se pregunte primero ¿cómo aumentar la producción? y no ¿cómo reducir el circulante? y de que contemple medidas redistributivas complementarias que contribuyen a la equidad y que permitan vivir dignamente a los sectores marginados, que demorarán un tiempo para poder incorporarse a las actividades de creciente productividad. Una política económica que refleje la voluntad de las mayorías del país y que, por tanto, debe ocurrir en un contexto democrático, pluralista y participativo. Creo que es un reto para los economistas de este tiempo, fortalecer las propuestas alternativas, de modo que se amplíe el paquete de opciones y no haya que limitarse a la máxima shakespeareana: Ser o no ser...
BIBLIOGRAFÍA: - ALER; "Cuaderno de capacitación sobre la estrategia neoliberal en América Latina", Quito, Ecuador 1992. - IITD. Texto sobre economía. - Juan Pablo II "Centessimus Annus", 1991. ECONOMÍA SOLIDARIA VERSUS NEOLIBERALISMO por José A. Quintana. y Juan C. Rodríguez.
Para todo hay una sazón oportuna; y hay un tiempo determinado para todo asunto debajo del cielo. ... tiempo de plantar; y tiempo de arrancar lo plantado... Eclesiastés, 3.
No parecía, luego de la desaparición del campo socialista, que se vislumbrase otra opción en el aborrascado horizonte de los paradigmas de desarrollo que el Neoliberalismo. El norteamericano Fokuyama creyó ver en nuestros días "el final de la historia", y el venezolano Carlos Andrés Pérez denominó a los modelos socialistas como "utopías en quiebra". Si verdaderamente la historia había llegado a su fin, el final no era, por cierto, feliz sobre todo para los habitantes del denominado tercer mundo. ¿Qué sería de los miles de millones de hambrientos, analfabetos, desempleados y desprotegidos de todo género?. Los países socialistas de Asia parecía una opción asiática en sospechosa evolución hacia... lo desconocido. Cuba, aunque sobreviviera al más difícil período de su historia, difícilmente podría ser imitada, si es que algún país se decidiera a hacerlo. ¿Qué hacer? Y he aquí que un grupo de latinoamericanos han propuesto una respuesta. Se trata de lo que han dado en llamar Economía Solidaria, la que según ellos, constituye la alternativa latinoamericana a los postulados y prácticas salvajes del capitalismo neoliberal. ¿Qué es la economía solidaria? Tengo ante mis ojos un folleto escrito por el señor Luis Francisco Verano Páez, secretario general de la Confederación Latinoamericana de Cooperativas y Mutuales de Trabajadores (COLACOT), en el que se dice que "al finalizar el siglo XX los efectos de los modelos económicos materialista: "CAPITALISMO Y COMUNISMO", han fracasado, si del desarrollo integral se trata". En consecuencia, propone un modelo diferente, que significa una alternativa real al neoliberalismo y que se denomina Economía Solidaria. Esta economía de solidaridad está regida por cinco principios fundamentales, los cuales son:
Cuando se conocen estos principios y se valoran en profundidad, cae uno en la cuenta de que este proyecto no es una alternativa específica para el neoliberalismo, sino para todas las formas de organización socio-económicas conocidas. De ello hablaré mas adelante. La crítica expresa la hace COLACOT, no obstante, al Neoliberalismo. Le señala que, en el aspecto social, la doctrina de los "chicos de Chicago" se esfuerza por eliminar el sistema jurídico que regula el derecho del trabajo, así como "reducir al máximo las excesivas conquistas sociales", léase, sobre todo, suprimir el apoyo estatal a la salud y la educación públicas. Le recrimina, asimismo, la orientación fascistoide encaminada a reprimir al sindicalismo, al cooperativismo y al mutualismo. En el ámbito económico, se le reprocha a la doctrina de la Escuela de Chicago, que bajo el elegante eufemismo de la globalización de la economía y la internacionalización del mercado, está el propósito de corte imperial de poner a competir las débiles empresas de los países del Sur con las todopoderosas del Norte; dejar abiertas las puertas de las economías subdesarrolladas para que la rapacidad del primer mundo opere de forma expedita. Se le reprocha, el querer ajustar las economías de los países pobres a las necesidades y caprichos de los países ricos. Se le reprocha el querer privatizaría todo; lo importante y lo banal; lo estratégico y lo inmediato: las riquezas naturales, las escuelas, las carreteras, los hospitales. Los criterios neoliberales sobre el estado no son muchos. Están limitados, quizá, a uno solo: el estado debe ser moderno y mínimo, y así será perfecto. El neoliberalismo ve en el estado la fuente de todas las corrupciones y la causa de la paralizante falta de iniciativa de las empresas que le pertenecen. El estado no debe, según los muchachos de Milton Friedman, meter sus torpes manos en los asuntos del mercado ni ser el árbitro del diferendo social. Sería, según el deseo de los nuevos liberales, un estado anodino e intranscendente. Así todo el poder pasaría a manos de las transnacionales que corrompieron a los gobiernos y desangraron y desprestigiaron a los estados. En asuntos de democracia el neoliberalismo no es muy dadivoso. Los partidos y las instituciones que no apoyan la doctrina neoliberal deben ser reprimidos. Si las masas se rebelan contra lo denominados ajustes estructurales, deben ser reprimidas; si es preciso, a sangre y fuego. A la larga esas masas populares agradecerán, cuando la bonanza macroeconómica irradie sus beneficios hacia todos, el haber sido castigadas por su desesperación e irreverencia. Lo único que el neoliberalismo no propone ajustar son las fuerzas armadas. Esta es la única parte del estado que queda fuera de la sospecha neoliberal, y, en consecuencia, pueden ser modernas sin cumplir el requisito de mínimas. Los nuevos liberales no tienen en cuenta para nada el llamado de las Naciones Unidas para crear un dividendo de paz con los fondos de la desmilitarización del mundo. Eso, para ellos, es eticicidad irracional. Esta es la doctrina contra la cual se ha diseñado la propuesta de Economía Solidaria en un continente en el cual el ochenta por ciento de la población no tiene protección social; el sesenta y dos por ciento vive en la pobreza absoluta; cien millones carecen de una vivienda digna y ciento cincuenta millones ignoran el alfabeto. El proyecto de la Economía Solidaria tendrá como actores principales a las organizaciones cooperativas, sindicales, mutuales y al inmenso sector informal de América Latina, los que agrupan, según COLACOT, el sesenta por ciento de la población económicamente activa del continente; es decir, agrupan a 160 millones de asociados en 160 mil empresas. ¡Formidable sector de autodefensa! ¿Dispondrá del poder de convocatoria, de la unidad y de la capacidad congregante que le permitió a Gandhi enfrentar con éxito al imperio inglés sin disparar un tiro? La Economía Solidaria aspira a convertir su gran poder virtual en un poder real que sea capaz de implantar un sistema fundado en la cultura del trabajo; la solidaridad, la cooperación, la democracia y el amor. Aspira a fundar un estado social de derecho en contraposición al viejo estado liberal de derecho en el cual la libertad, la igualdad, la fraternidad y la democracia son formas retóricas, vacías, vaciadas de sus esencias. Pero, ¿cómo lo logrará? ll enseñaría a los humildes en la justicia; encaminará a los humildes su camino. Salmos, 25. Lo primero que ha hecho el movimiento de la Economía Solidaria a fin de lograr sus propósitos es clarificar sus objetivos y planificar sus acciones. Para ello ha realizado tres congresos: en 1992 en Córdova, Argentina: en 1994 en Iquique, Chile; en 1995 Querétaro, México: En 1996 realizará otro en Pinar del Río, Cuba; en el primer semestre de ese año. A estas reuniones han asistido cientos de delegados de casi veinte países . En ellos se ha echo proselitismo, se ha teorizado y se han trazado programas de acción. Pienso, que no obstante el creciente éxito inicial, todavía el movimiento se mueve en tierras de proyecto: la gran masa latinoamericana "no ha echado a andar" ni "su fuerza de gigante" se aplica unida y coherentemente. Los programas de acción comprenden las reformas de las constituciones de los países, en el sentido de que en las mismas se declaren como estados sociales de derecho, cuya razón de ser sea el hombre, la familia, la comunidad y el municipio, y en el que el trabajo prepondere sobre el capital, transformándose además, de trabajo asalariado en trabajo asociado. Las reformas constitucionales deben incluir en las Leyes de leyes, el derecho a la propiedad solidaria comunitaria como garantía del pluralismo económico y justa distribución de la riqueza. Se han propuesto, además, los congresos de la Economía Solidaria, abrir una universidad en la que se enseñe la doctrina y los métodos del movimiento; crear cátedras especiales para lo mismo en otras universidades, escribir libros -ya han escrito uno, la economía del trabajo-; redactar proyectos de leyes y formar cuadros. Una de las acciones concretas en las que más parece trabajar la Economía Solidaria es en la promoción, fortalecimiento y desarrollo del trabajo cooperativo, y en la apertura de espacios legales al sector informal latinoamericano. Parece ser que el mundo, y dentro de él América Latina, no podrá prescindir del trabajo por cuenta propia individual, asociado y cooperativo. El estado y el aparato empresarial privado conjuntados, no serán capaces de crear empleo para absorber la creciente fuerza laboral; muchas señales económicas y demográficas parecen indicarlo. En su vista, la Asamblea General de Naciones Unidas, en su Resolución 49-155, "alienta los gobiernos a que, al formular estrategias nacionales para el desarrollo, estudien a fondo las posibilidades que ofrecen las cooperativas, de contribuir a la solución de los problemas económicos, sociales y ambientales". También la Comisión Internacional de la Paz y la Alimentación (CIPA), considera que "toda estrategia para tener éxito, debe asignar importancia central al empleo por cuenta propia y recomienda apoyar a este sector con créditos y programas de capacitación. En el mismo sentido se manifestó el peruano Hernando de Soto, el que da abundantes pruebas de las trabas que opone la legalidad burocrática oficial al desarrollo de los pequeños empresarios, no obstante la importancia de los mismos en la creación del producto bruto del Perú, y la solución que brindan al problema del empleo. Este es, sin lugar a dudas, el terreno más firme que pisa COLACOT, y donde obtendrá frutos con rapidez y en abundancia relativas. En el resto de sus propósitos, chocará con los mismos obstáculos con los que han chocado a lo largo de la historia las doctrinas de reforma social con las que se toca en alguno que otro punto: el cristianismo; el socialismo utópico; el mejor Marxismo y la teoría de la Social Democracia. Toda reforma es cambio y como se conoce, este engendra resistencia; y en los casos en que los cambios sociales impliquen una importante transformación de las estructuras de propiedad, la resistencia se torna tenaz y violenta. La Economía Solidaria hace tangencia con el cristianismo en su opción por los humildes y se entronca con la doctrina social de la iglesia católica, además de por ello, por la preeminencia que otorga al trabajo sobre el capital. En su discurso en Puebla Juan Pablo ll expresó: "...los bienes y las riquezas del mundo... son para servir efectivamente a la utilidad y provecho de todos y cada uno de los hombres y pueblos... a todos y cada uno les compete un derecho primario y fundamental, absolutamente inviolable, de usar solidariamente esos bienes.. Todos los demás derechos, también el de propiedad y libre comercio, le están subordinados". Con el marxismo coincide en el reconocimiento de la división de la sociedad en clases en pugna, pero disiente de él, como en su tiempo lo hizo Martí, en el uso del conflicto violento entre las clases sociales como método de solución de las injusticias del mundo. Tampoco coincide con el marxismo en la abolición de la propiedad privada y en la preponderancia del estado centralizador y cuasi omnipotente. Debo reconocer, no obstante, que las concepciones marxistas en estos asuntos han evolucionado no poco. La Economía Solidaria, como los socialdemócratas, prefiere la propiedad de grupos a la estatal socialista, y la autogestión y la participación al dirigismo exclusivista. ¿Y en qué se parece al socialismo utópico?. Tal vez en que espera que como resultado de la propaganda y la educación podrá hacer que las clases dominantes reformen las constituciones y cedan a los ruegos o suaves presiones del movimiento solidario. Hay una omisión, en el folleto del señor Verano Páez, que me preocupa y asombra. Todos los principios que informan la Economía Solidaria son hermosos y útiles, pero por ningún lugar aparece un llamado a la eficiencia de las empresas solidarias. ¿Será que lo consideran obvio? No lo creo. En algún lugar del folleto se dice que las empresas solidarias "subordinan los resultados operacionales y la acumulación patrimonial a atender los resultados de los afiliados y de la comunidad". Creo que este planteamiento coincide con la candidez conque la utopía socialista contemporánea condujo sus empresas a la no rentabilidad y al estancamiento. En un proyecto de ley, los economistas solidarios proponen crear un fondo de fomento para inversión de diez mil millones de pesos y otro de garantía por cuatro mil millones. En el primer caso el estado aportaría siete mil millones y el movimiento tres mil millones. En el segundo caso el estado aportaría el setenta y cinco porciento y veinticinco porciento el movimiento solidario. ¿De donde provendrían los fondos aportados por el estado? seguramente de los impuestos; sobre todo de los impuestos tributados por empresas eficientes no solidarias ¿estarían de acuerdo los demás sectores de la economía en sacar las castañas del fuego a un aparato empresarial que no tiene entre sus principios la rentabilidad y el crecimiento eficiente? Lo dudo. Preferiría que el movimiento solidario postulara que repartirá con justicia los ingresos creados con eficiencia. Si el sector solidario desea no solo permanecer sino desarrollarse y aumentar su poder de solución económica, de convocatoria y discusión social, no creo que pueda conformarse con la simple costeabilidad de su economía. Por lo demás saludo el empeño de alternativa al Neoliberalismo. Hace falta. Con el folleto de COLACOT en las manos, me parece que leo, aunque no lo dice en ningún lugar, "proletarios de América Latina, uníos", pero no sólo entre ustedes, sino con los trabajadores por cuenta propia, con los pequeños empresarios y cooperativistas de todos los sectores económicos y de todos los credos y filosofías; uníos todos los hombres de buena voluntad en la Cooperación, la Solidaridad y la Democracia. Para finalizar, creo que no resulta improcedente recordar que los poderosos nunca han cedido ni compartido el poder porque se lo pidan; porque les expliques que el bien es más lucrativo que el mal y el amor más provechoso que el odio y el egoísmo. Históricamente la reacción, por desgracia, sólo ha cedido a la violencia, y la libertad y el bienestar que se conquistan y se mantienen por la violencia, se pierden o se degradan. Las revoluciones sí han perdido su poder prácticamente. Lo perdió la Revolución Sandinista en las urnas. Lo perdió la Revolución de Octubre al caer por su propio peso, ayudada por hábiles palancas y sutiles empujones. Siempre se ha estado ante la misma disyuntiva. 0 se espera con paciencia que el amor triunfe sobre el odio, o se desespera y se lucha en nombre del amor con las armas del odio. 0 se muere por salvar, como Cristo; o se mata en nombre de la salvación, con lo que, en alguna medida, también se muere. En la larga historia de la humanidad los menesterosos han usado ambos métodos, y, en general, ninguno de los dos les ha dado resultados perdurables. Pilatos, en nombre de unos poderosos, de los buenos de entonces, como les llamó Anthony de Mello, cumplió su orden y venció. Todavía los pobres luchan por lo mismo: por la libertad con pan; por el pan sin terror; por la libertad y el pan y la dignidad y el amor. La obra de la redención humana está inconclusa. Por ello es bueno que una nueva esperanza surja, que un pequeño aliento nuevo nazca: Tamtum novum sub sole. Enhorabuena, Economía Solidaria. |